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COSMOVISION SOBRE EL AGUA DE LOS MAYAS

Pérez López Rosalinda

Nos limitaremos a los grupos mayas que habitan el sureste, en las entidades de
Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas, (Villa, 1985).

Los mayas modernos viven en una tradición metafísica, filosófica y religiosa que se
extiende a través de las épocas, desde los tiempos de los reyes del Clásico hasta
los chamanes y los lideres rituales de hoy; desde los estados soberanos de antaño,
con sus enormes capitales reales de decenas de miles de habitantes, hasta las
rancherías y pueblos que ahora representan la vida de la mayor parte de los mayas,
(Freidel, Schele & Parker, 1999).

Cada elemento de la cosmología maya nos lleva a unos cuantos temas centrales
básicos: la creación del cosmos, el ordenamiento del mundo de los seres humanos
y de los dioses y los antepasados del Otro Mundo; el triunfo de los seres humanos
ancestrales sobre las fuerzas de la muerte, la descomposición y la enfermedad por
medio de la astucia y del engaño; el milagro del verdadero renacimiento a partir del
sacrificio, y de los orígenes del maíz como sustancia del cuerpo y del alma de los
mayas; todos estos temas se expresan en el Popol Vuh, (Freidel, Schele & Parker,
1999).

La cosmovisión maya está descrita a detalle en el texto mágico de los mayas,


el Popol Vuh (Libro del Consejo), documento recopilado en el siglo XVI donde se
narra que, en un tiempo estático donde todos era un mar primigenio, los dioses
creadores decidieron reunirse para crear el universo. Estos hicieron surgir a la tierra,
al cielo y el inframundo del agua y decidieron crear a los seres vivos y a la
humanidad para que ésta los honrara, (Mundo Maya, n/d).
Fragmentos del Popol Vuh, (Recinos, 1993) sobre la creación de la Tierra.
Esta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal,
pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el
cielo existía. No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo
en toda su extensión.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y
tranquilo. No había nada dotado de existencia. Solamente había inmovilidad y silencio en
la obscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los
Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad.
El primero se llama Caculhá-Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxá-
Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo. Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz;
entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y
amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.
¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio], que
surja la tierra y que se afirme! Así dijeron.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de
la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en
suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
El maya es animista de todo corazón, o sea cree que toda la creación es viva y
activa: arboles, piedras y plantas son seres animados que le ayudan o se le oponen.
La tierra y los cultivos son seres vivos y debe propiciárselos. Cuando abate la selva
para hacer su milpa, pide perdón a la tierra por desfigurar su faz; cuando mata un
venado excusa el hecho por su necesidad, (Thompson, 1986).

En el contexto religioso existe la creencia común de que el humo negro del copal o
el hule atrae las negras nubes de la lluvia, y tal vez se deba a esto el que el caucho
tenga tanta importancia en los ritos y la parafernalia de Tláloc, (Thompson, 1986).

La religión maya es una cuestión de contrato entre el hombre y sus dioses. Los
dioses ayudan al hombre en su trabajo y le proporcionan alimento; a cambio
esperan un pago, y la mayor parte de las veces ese pago debe hacerse por
adelantado, (Thompson, 1986).

Un momento ritual en Señor en el que el papel de la lengua maya es imprescindible


ocurre en mayo y junio, justo antes de empezar a sembrar. A través de rezos en la
maya se hace una ofrenda y petición a Chac (deidad milenaria maya del agua) por
el beneficio de la lluvia para sus cultivos; es a lo que se le llama también “primicia”
y que incluye la ofrenda de 7, 9 o 13 jícaras (lec) de atole de maíz que se colocan
sobre la tierra donde se cultivará. Independientemente de los rezos al dios cristiano,
que contienen palabras en maya y castellano, a Chac se atribuye la capacidad para
controlar la lluvia que requieren los cultivos y se le reza en maya, pidiéndole el favor
de la lluvia en la justa medida de lo que sus milpas la necesitan, (Meza, 2000).
La ceremonia del Cha-Chac (invocación de la lluvia) tiene un sentido altamente
simbólico, es una ceremonia de carácter mimético en la que el altar el cuadrilátero
terrestre; las ramas y bejucos que lo adornan son todos de naturaleza fría como
corresponde al deseo de obtener la frescura de las lluvias; los personajes que
participan, representan a las diversas deidades cuyos favores de invocan, así como
a pájaros y animales acuáticos que anuncian la lluvia, (Villa, 1985).

En los ritos de la milpa se ofrece una bebida llamada balché, hecha de miel
fermentada a la que se añade la corteza del árbol llamado balché, (Thompson,
1986).

Para el pueblo maya de Yucatán, los chaaces [deidades de la lluvia] habitan en el


fondo de los cenotes, y por ello son objeto de culto. Asimismo, los traviesos Aluxo’ob
o Aluxes [espíritus o duendecillos] de la selva, también habitan en las cavernas y en
los cenotes y, por lo tanto, son atendidos con ofrendas, (Chávez, 2016).

Los chaacoob (chac en singular) también llamados ah-hoyaoob “los que riegan”,
son los dioses paganos que ocupan el primer lugar en la devoción de los nativos;
tienen el poder de manejar las nubes y producir la lluvia cuando así lo desea hanal-
Dios. Para efectuar su labor de regar la tierra, los chaacoob recorren los cielos
montados en sendos de caballos y llevando el agua en calabazos especiales que,
por ser inagotables, reciben el nombre de zayab-chu, que es como decir calazo-
fuente, (Villa, 1985).

Cuando la lluvia se retrasa y es evidente el riesgo de pérdida de la cosecha, el


dueño de la milpa acude con el men (persona de conocimiento, curandero y
poseedor de las piedras adivinatorias) y éste amarra una pierna a la pata de la mesa
donde hará un ritual en la maya como ofrenda del campesino a Chac y pedimento
de la tan necesaria lluvia. El rezo a Chac incluye la petición de que las culebras
salgan de la guardarraya de la milpa y que la lluvia mala no caiga sobre los cultivos,
(Meza, 2000).
La importancia del agua para los mayas lo podemos ver en:

La Santa Agua en la vida del pueblo maya6 y los retos que han enfrentado para
acceder a ella es la principal fuente de los mitos que se narran en el libro colonial
Popol Vuh, en el que se aborda la creación de la vida a partir del agua (Recinos,
1979 en (Chávez, 2016).

Para Terán y Rasmussen (1994), el castigo para los pueblos mayas está basado en
su compleja relación con la naturaleza, ya que estos castigos vienen de los dioses.
El castigo de los dioses lo describió don Antonio así: “La Santa Agua es para tomar,
bañarse, lavar la ropa, limpiar los trastes y cocinar, no se debe desperdiciar, ponerle
químicos, cloro y basura, pues cuando ella siente que tiene cosas extrañas no le
gusta y manda castigos”. Para Campos (2006), los conocimientos y saberes de los
pueblos mayas sobre el agua están sustentados en su experiencia cotidiana,
mismos que los ha llevado a pensarla como “una entidad dotada de voluntad” y
habitada por seres poderosos, por lo cual “debe ser tratada con esmero, cuidado y
respeto”. Lo que no se puede negar es que la experiencia de los pueblos mayas con
la Santa Agua está basada en el respeto y, por ello hay que pedirle permiso antes
de acceder a ella. Y es en esta relación de respeto por la Santa Agua en la cual se
sustenta la organización de los pueblos mayas para acceder a los depósitos
subterráneos y hacerla disponible en la superficie de la tierra para el uso cotidiano,
(Chávez, 2016).
El culto a los dueños de la santa Agua

El culto a la Santa Agua de los cenotes no sólo viene de la experimentación del


agua a través de las lluvias, huracanes y sequías, sino de los mitos acerca de la
creación del mundo y del hombre. Por ejemplo, Sobrino (2011) comenta que existen
varias versiones acerca de la creación del hombre y del mundo maya yucateco, pero
considera que el más aceptado es el del Popol Vuh de las antiguas historias de los
mayas quichés recopiladas en el siglo XVIII. Para Recinos (op. cit: 23-24), el origen
de la vida está en el agua, según lo estipulado en el Popol Vuh, pues ante la calma
total y la obscuridad, sólo el Creador y Formador Tepeu y Gucumatz estaban en el
agua rodeados de claridad, entonces meditaron y se pusieron de acuerdo y
conjuntaron sus palabras y pensamiento para que en cuanto amaneciera apareciera
el hombre. De esta manera dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y
los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre, (Chávez, 2016).

Siglos más tarde, en los relatos coloniales del Chilam Balam de Chumayel, 10 se
escribió que la tierra fue creada a partir de un monstruo acuático Itzam Cab Ain
[Brujo del agua-tierra cocodrilo], quien hizo nacer la vida perdurable en el mundo
(Campos, 2006). De hecho, en la mayoría de los mitos relacionados con la creación
del hombre en el mundo maya, la Santa Agua es uno de los elementos principales,
sobre todo la Santa Agua de los cenotes, (ibid).

Bibliografía

Freidel, D; Schele, L & Parker J. 1999. El cosmos maya tres mil años por la senda
de los chamanes. Fondo de Cultura Económica. Primera Edición en Español.
México.
Meza, I. 2,000. Lengua y Cosmovisión. Elementos de resistencia y comunalidad en
tres comunidades mayas: macehuales de Quintana Roo. Cultura y representaciones
sociales. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/pdf/crs/v7n13/v7n13a4.pdf

Mundo Maya. Sitio Oficial. N/D. La cosmovisión maya, el cielo, la tierra y el infierno
están descritos en el Popol Vuh. Disponible en:
http://mundomaya.travel/es/arqueologia/sabias-que/item/la-cosmovision-maya-el-
cielo-la-tierra-y-el-infierno-estan-descritos-en-el-popol-vuh.html

Recinos, A.1993. Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiche. Fondo de Cultura
Económica. México. Vigésima tercera reimpresión.

Thompson, E. 1986. Historia y Religión de los Mayas. Siglo Veintiuno. Séptima


Edición. México.
Villa, A. 1985. Estudios Etnológicos. Los mayas. Universidad Nacional Autónoma
de México. Primera Edición. México.
Chavez, M. 2016. El manejo del agua a través del tiempo en la Península de Yucatán. CAP
5.Saberes mayas y su representación en la sociedad yucateca, peninsular y del sureste
mexicano. Universidad Autonoma de Yucatan.

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