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Creencias sobre vampiros

Le Vampire, litografía

A lo largo de la historia y en numerosas culturas han aparecido diversas creencias sobre vampiros, tanto en
la mitología como en el folclorede pueblos muy diferentes entre sí. Culturas como la mesopotámica, la judía, la griega y
la romana incluyen dentro de su mitología cuentos acerca de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre que se
consideran precursores de los vampiros modernos.
Sin embargo, a pesar de la existencia de mitos acerca de estas criaturas en la Antigüedad, el folclore de la entidad que hoy
conocemos como «vampiro» se origina casi exclusivamente a partir de principios del siglo XVIII en el sureste de Europa,1
como las tradiciones orales de muchos grupos étnicos de la región han registrado y publicado. En la mayoría de los casos,
los vampiros son seres no muertos malvados, víctimas de suicidio, o brujas, pero también pueden ser creados mediante
la posesión de un cadáver por un espíritu malévolo o al ser mordido por un vampiro. La creencia en tales leyendas fue tan
habitual en algunas zonas que se registraron casos de histeria colectiva e incluso de ejecuciones públicas de las personas
sospechosas de ser vampiros.2
La universalidad del mito del vampiro ha llevado a algunos autores a relacionar los elementos comunes de estas creencias
con los arquetipos universales, especialmente la muerte, y es considerado uno de los elementos ancestrales constituyentes
del inconsciente colectivo, en el cual confluyen diversos miedos, como a la oscuridad o la enfermedad. Desde una
perspectiva psicoanalítica, el vampiro es considerado una sublimación del narcisismo y el complejo de castración, con una
fuerte carga sexual.
Partiendo normalmente del centro y el este de Europa, durante los siglos XVIII y XIX circularon libremente numerosas
leyendas sobre estas criaturas mitológicas, conformando mitos tan completos y numerosos que influyeron definitivamente
en el resto de tradiciones europeas, sobre todo gracias a la literatura gótica y los relatos de los irlandeses Bram
Stoker y Sheridan le Fanu. Estas tradiciones siguen siendo reinterpretadas en la literatura y el cine actuales.
Otras tradiciones ajenas a la influencia europea, como las propias de Asia, África o la América precolombina, se han
combinado con el vampiro europeo, haciendo difícil la distinción entre las creencias autóctonas y las derivadas del
intercambio cultural. El folclore propio de poblaciones dispersas en numerosos países, como los romaníes o los judíos, que
incluyen tradiciones sobre espíritus malvados similares a los vampiros, han ayudado a expandir el mito hasta conformar un
conjunto firme de tradiciones al que se han dedicado muchos estudios desde las más diversas disciplinas.

Índice

Características generales del mito


Estatua que representa a dos vampiros en el Templo del Mono (en el bosque de Ubud, Bali, Indonesia).

Universalidad y origen
La figura del vampiro, como monstruo nocturno, forma parte, para algunos autores, 3 del conjunto de arquetipos
universales relacionado con la muerte.4 Si bien en la obra de Jung no se hace mención expresa al vampiro,5 algunos
autores lo consideran una de las imágenes ancestrales constituyentes del inconsciente colectivo.6 Las criaturas sedientas
de sangre como espectros nocturnos, íncubos, aparecidos, nigromantes no muertos y hombres lobo emergen de la
oscuridad de la sociedad primitiva, transformándose en recuerdo en el presente. Entre ellos, el vampiro es quizás la criatura
más universal:3
Lo más inquietante de todos los monstruos nocturnos, y del más allá que nos acometen desde las pesadillas y la mitología
de la humanidad, en último extremo, es su analogía. Ningún pueblo de la Tierra que aprende a dominar y a servirse de la
naturaleza, regresó a ella solo como doncella, sino también como una figura aterradora. No hay ningún pueblo en la Tierra
que no haya soportado sus gorgonas, hombres lobo, gulesy muertos vivientes. Cuán difícil, cuán espiritual y cuán general
puede ser, respectivamente, el concepto divino, mientras que, por el contrario, los fantasmas de las esferas más bajas que
aúllan en los bosques jamás hollados, que salen de las tumbas o que se encorvan sobre el durmiente, han sido siempre de
una claridad poética descriptible.
Dieter Sturm y Klaus Völker, Von denen Vampiren und Menschensaugern, p. 259.7

A través de este origen, que puede remontarse a la caza y al miedo a la oscuridad8 en las sociedades neolíticas,9 se explica
que aparezcan entidades «vampíricas» en tradiciones tan separadas geográficamente. Estas entidades mitológicas, si bien
son diferentes en algunos de sus aspectos, mantienen una remarcable unidad en su esencia: una criatura que vuelve de la
muerte para alimentarse del elixir de la vida, la sangre.10
El mito del vampiro une el mundo de la muerte con el de los vivos.11 Ambas experiencias, cosmogónicas, están íntimamente
unidas a los temores colectivos ante el sufrimiento, la oscuridad, el vacío y la sombra,12 sentimientos propios de los seres
humanos de todas las culturas y épocas, lo que hace que el folclore sobre vampiros vaya evolucionando y releyéndose
simbólicamente.11 Si en la Europa medieval servía como explicación simbólica de la peste, el vampiro sigue siendo
actualmente un símbolo del mal y una forma de responder ante la angustia de la muerte, 13 ya deseando su inmortalidad o
temiendo su poder. En palabras de Sigmund Freud:
Muchas personas consideran siniestro en grado sumo cuanto está relacionado con la muerte, con cadáveres, con la
aparición de los muertos, los espíritus y los espectros... Pero difícilmente hay otro dominio en el cual nuestras ideas y
nuestros sentimientos se han modificado tan poco desde los tiempos primitivos, en el cual lo arcaico se ha conservado tan
incólume bajo un ligero barniz, como en el de nuestras relaciones con la muerte. Dos factores explican esta detención del
desarrollo: la fuerza de nuestras reacciones afectivas primarias y la incertidumbre de nuestro conocimiento científico [...]
Nuestro inconsciente sigue resistiéndose, hoy como antes, a asimilar la idea de nuestra propia mortalidad.
Sigmund Freud, Lo siniestro.14

Ya que el mito del vampiro se nutre simbólicamente de elementos comunes a la naturaleza humana, se comprende su
universalidad presencia constante en el folclore, incluso en la literatura y el cine actuales,15 con frecuentes revisiones desde
diversas perspectivas, sea el amor adolescente16 o la ficción histórica.17
Elementos comunes
La sangre es el elemento central en las tradiciones acerca de vampiros. Como arquetipo, es un símbolo del alma,18 de la
fuerza vital, además de ser central en religiones como el cristianismo. Cuando un vampiro bebe la sangre de sus víctimas
consume su energía en beneficio propio, frecuentemente sin violencia, pues la propia víctima no se da cuenta del ataque.
Según algunos autores, desde una perspectiva psicoanalítica la mordedura del vampiro está más relacionada con
el sexo que con la violencia.19
Según la interpretación psicoanalítica, otros elementos comunes como los colmillos, la estaca como símbolo fálico y la
tradicional muerte del vampiro es una sublimación del narcisismo y el complejo de castración.20 En el mito del vampiro se
construye un doble del hombre y la mujer sin las ataduras morales de la sociedad, un ser totalmente libre, vuelto sobre
su libido,21 que solo puede ser muerto simbólicamente por el símbolo del padre, la cruz.20

En la Antigüedad[
En casi todas las culturas y mitologías alrededor del mundo han aparecido mitos acerca de no muertos consumidores
de sangre.22 Mientras que hoy en día se asocian mayoritariamente a la figura del vampiro, en la Antigüedad el consumo de
sangre y la vuelta de la muerte se atribuían a demonios o espíritus, dependiendo de la cultura, que también
consumían carne fresca o de cadáveres, como los necrófagos, y causaban plagas o desgracias naturales.23 Por ejemplo,
en Arabia muchos de estos elementos se atribuyeron a los gules, en el Antiguo Egipto a la diosa Sekhmet y en
el judaísmo y el cristianismo primitivo al Diablo.24 De hecho, algunas de estas leyendas podrían haber dado lugar al folclore
de la Europa oriental, a pesar de que no son estrictamente considerados vampiros por la mayoría de los historiadores
actuales.25
Mesopotamia

Lilith (1892), de John Collier.

Mesopotamia fue una zona en la que aparecieron gran número de supersticiones acerca de demonios bebedores
de sangre. Los historiadores señalan a Persia como una de las primeras civilizaciones en escribir relatos sobre estos
demonios. Se han encontrado en excavaciones fragmentos de cerámica en los que aparecen representadas criaturas
tratando de beber sangre de personas.25
Lilith[
En la antigua Babilonia existían cuentos sobre la mítica Lilitu,26 que dio lugar a la Lilith (en hebreo ‫ )לילית‬y sus hijas, las
«Lilim» de la demonología judía y la Haggadah. Lilitu era considerada un demonio que subsistía gracias a la sangre de
bebés recién nacidos.27 Sin embargo, su equivalente hebrea también se alimentaba de carne de adultos.28
La leyenda de Lilith fue originalmente incluida en algunos textos judíos tradicionales. Según la tradición popular medieval,29
fue la primera mujer de Adán, antes de Eva.30 En estos textos, Lilith abandonó a Adán para convertirse en la reina de los
demonios tras negarse a ser su subordinada y, por tanto, ser expulsada del Edén por Yahvé mismo.31
Ya como demonio, al igual que la estirge romana, buscaba la sangre de niños y a sus madres por la noche las asesinaba y,
en menor medida, de los hombres.32 Como la Ley judía prohíbe terminantemente comer carne humana o beber cualquier
tipo de sangre, la conducta de Lilith se consideraba excepcionalmente malvada. 33 Para evitar sus ataques, los padres
utilizaban amuletos que colgaban de la cuna de sus hijos.3429
Una versión alternativa de la leyenda relata que Lilith/Lilitu (y un espíritu del mismo nombre) surgió originalmente
en Sumeria, donde se asocia a una «bella e infértil doncella», una prostituta y vampiresa que, después de haber elegido un
amante, nunca le deja ir.35 Lilitu y los espíritus similares eran representados como figuras antropomorfas con patas
de pájaro,36 demonios del viento o de la noche y depredadores sexuales que subsistían gracias a la sangre de bebés y sus
madres.29
Lamashtu
Otros demonios de Mesopotamia como la diosa babilónica Lamashtu, (y su equivalente Dimme en Sumeria), también son
mencionadas como de naturaleza vampírica.37 Lamashtu es una figura cuya descripción es históricamente más antigua a la
de Lilith y que influyó en su posterior mitología.38 Muchos hechizos la invocaban como «Malvada Hija del Cielo» o de Anu y
era a menudo descrita como una terrorífica criatura sedienta de sangre, con cabeza de león y cuerpo de burro.39 Como
Lilitu, Lamashtu atacaba principalmente a los recién nacidos y sus madres. 40 Se decía que vigilaba con particular atención a
las mujeres embarazadas, especialmente durante el parto. Después, arrebataría el recién nacido a su madre para beber su
sangre y comer su carne. En los llamados textos de Labartu se la describe así:
Allá donde venga, allá donde aparezca, trae el mal y la destrucción. Hombres, bestias, árboles, ríos, caminos, edificios, a
todos trae perjuicios. Es un monstruo sediento de sangre y hambriento de carne fresca. 39

Gallu y utukku
Relacionados con Lilith aparecen los gallu y los utukku,41 aunque estos términos se utilizan en general para referirse a
varios espíritus malignos llamados «malvados uttuke» o «malvados galli».37 En uno de los hechizos donde se les invocaba
son descritos como entidades que amenazan las casas, atacan a la gente y comen su carne. Además, dejan que su propia
sangre caiga como la lluvia, emponzoñando los campos. Como espíritus condenados, no pueden parar de atacar a las
personas y de beber sangre humana.42
Lamashtu, Lilitu, y los gallu son invocados en diferentes textos mágicos para la creación de amuletos. Posteriormente, la
figura de un gallu se recupera en un mito greco-bizantinocomo gello, gylo o gyllo. Allí aparece como un demonio femenino
que roba y asesina niños,37 de manera similar a las lamias.42
Tradiciones árabes
Tras la decadencia de la cultura mesopotámica no se recogen más tradiciones acerca de vampiros hasta la recopilación de
cuentos conocida como Las mil y una noches,43 donde se habla de espíritus malignos, vivos o muertos, que se pueden
convertir en vampiros. Una de las historias, Historia del príncipe y la vampiresa, narra el matrimonio de un príncipe con una
vampiresa, de nombre Nadilla, a la que consigue matar. En otra, Honor de Vampiro, una princesa se casa sin saberlo con
un vampiro que le da de comer carne humana, hasta que es capaz de engañarlo y volver con su familia. 44
Antiguas Grecia y Roma

Lamia de John William Waterhouse(1909). Véanse las serpientes cerca del talle.

La mitología grecorromana presenta varios precursores de los vampiros modernos. En la Odisea de Homero se habla de las
«sombras de los muertos».2 Estos espíritus son atraídos por la sangre. En el relato de Homero, cuando Odiseo viaja
al Hades, sacrifica un carnero y una oveja negra para atraer a las sombras y comunicarse con ellas. 45
En la mitología romana, las larvae o lémures eran espectros que regresaban de la muerte, pero no tienen ninguna relación
con la sangre.46
Los personajes mitológicos más relacionados con la figura del vampiro son siempre mujeres, aunque no fueron
consideradas no muertas, como Empusa47 y Lamia, ambas relacionadas con la diosa ctónica del inframundo Hécate,48 y
la estirge de la mitología romana.49 Con el tiempo los dos primeros términos generales se convirtieron en palabras para
nombrar a las brujas y demonios, respectivamente.50
Empusa
Empusa era hija de la diosa ctónica Hécate y era descrita como una criatura demoníaca, con una pata de burro y otra
de bronce.51 Capaz de transformarse en una mujer joven y hermosa, mediante esta argucia conseguía seducir a los
hombres para después beber su sangre mientras dormían.47
Lamia
Lamia, por su parte, era hija del rey Belo52 y amante secreta de Zeus. Cuando Hera, la esposa de Zeus, descubre la
infidelidad de éste, mató a todos los hijos de la relación. La mortal Lamia, 53 transformada por el dolor en
un híbrido entre mujer y serpiente,51 juró venganza y asesinó a varios niños pequeños mientras descansaban en sus camas
por la noche, bebiendo su sangre.48
Plutarco recoge la leyenda de que Lamia podía sacarse los ojos y volver a ponérselos.54 Otras tradiciones afirman
que Hera la maldijo con no poder cerrar los ojos, de tal manera que nunca pudiera borrar la imagen de sus hijos muertos. 51
Estirge
Al igual que Lamia, las estirges se alimentan de niños, aunque también buscan hombres jóvenes como presa. Se les
describe como criaturas con cuerpo de cuervo o de ave en general, y más tarde fueron incorporados a la mitología
romana como una especie de ave nocturna que se alimenta de carne humana y sangre. 49
La raza de vampiros rumanos llamada Strigoï no tiene relación directa con las estirges grecorromanas, pero su nombre,
como el del Shtriga albanés y el del eslavo Strzyga,55 deriva de la mitología romana, a pesar de que los mitos acerca de
estas criaturas son más similares a sus equivalentes eslavas que a las clásicas. 2356
Mormo
Mormo era un espíritu que mordía a los niños con mal comportamiento, compañero de Hécate. El nombre, posteriormente,
se amplió para referirse también a una mujer vampiro que asustaba a los niños. 51 Esta referencia se encuentra
principalmente en algunas obras de Aristófanes.57

Europa
Europa es el continente con mayor número de tradiciones sobre vampiros. 58 Partiendo normalmente del centro y el este de
Europa, circularon libremente numerosas leyendas sobre estas criaturas mitológicas, algunas de ellas basadas en
personajes reales cuya muerte dio lugar a la reinterpretación de viejas tradiciones. 59
Los mitos acerca de vampiros en Europa central son tan completos y numerosos que han configurado el arquetipo del
vampiro universal e influido en el resto de tradiciones europeas,60 especialmente en el siglo XIX gracias a la literatura
gótica y los relatos de Bram Stoker, Sheridan le Fanu y Charles Baudelaire.43

Folclore eslavo

Grabado titulado Les vampires en el frontispicio del libro Histoire des vampires et des spectres malfaisans: avec un examen

du vampirisme, escrito por Jacques-Albin-Simon Collin de Plancy, publicado por Masson, París, en 1820.

Algunas de las causas más comunes de vampirismo en el folclore eslavo se basan en la figura de un mago de
comportamiento inmoral que, tras sufrir una muerte «antinatural» o prematura, como el suicidio, fallecer excomulgado,
ser enterrado sin los adecuados rituales, haber saltado un animal o haber volado un ave sobre el cuerpo o el sepulcro
vacío,61 e incluso por haber nacido con el saco amnióticocubriéndole la cabeza,62 con dientes, con cola, o haber sido
concebido en determinados días, se convertía en vampiro. Relacionado con los vampiros se recoge la figura del lidérc,
palabra húngara para referirse a los espíritus nocturnos manifestados en los fuegos fatuos que, o bien
provocaban pesadillas, o bien seducían a los hombres para después devorarlos. 63
En el sur de Rusia se consideraba que las personas que hablaban consigo mismas corrían el riesgo de convertirse en
vampiros,64 denominados tradicionalmente wurdalak y que atacaban principalmente a su propia familia.58 Los vampiros
eslavos eran capaces de convertirse en mariposas,65 pues las tradiciones populares simbolizaban el alma separada
del cuerpo con ellas.66 En algunas tradiciones se habla de «vampiros vivientes» o «personas con dos almas», una especie
de brujas capaces de dejar su cuerpo y participar en actividades nocivas y vampíricas mientras duermen. 67
Entre las creencias de los pueblos eslavos orientales, especialmente entre los habitantes de las regiones del norte (es decir,
la mayor parte de Rusia), los «no muertos», a pesar de tener muchas de las características de los vampiros de otros
pueblos eslavos, no beben sangre y su nombre no deriva de la raíz común eslava para «vampiro». Por su parte,
las leyendas ucranianas y bielorrusas son más convencionales. En Ucrania, los vampiros no pueden ser descritos como
muertos,68 sino como seres malvados mucho antes de su muerte. En el folclore ucraniano también se describe a los
vampiros como personas con el rostro rojo y pequeñas colas.69 Durante las epidemias de cólera en el siglo XIX, hubo casos
de personas quemadas vivas por sus vecinos, acusadas de ser vampiros. 6770
En el folclore de los pueblos eslavos del sur, se creía que un vampiro debía pasar por varias etapas en su desarrollo. Los
primeros cuarenta días se consideraban decisivos para la creación de un vampiro, que comenzaba solo como una sombra
invisible que gradualmente se fortalecía gracias a la sangre que había succionado. Formaba así una masa gelatinosa y
deshuesada que evolucionaba hacia la creación de un cuerpo humano casi idéntico al que la persona había tenido en vida.
Esta evolución permitía a la criatura abandonar su tumba y comenzar una nueva vida. El vampiro, que era generalmente de
sexo masculino, era también sexualmente activo y podía tener hijos, ya sea con su viuda o con una nueva esposa. Estos
hijos, llamados dhampiros en romaní o vampirović en serbio,71 podían también convertirse en vampiros, pero también
poseían la habilidad especial de ver72 y poder matar no muertos,73 por lo que solían convertirse en eficaces cazadores de
vampiros. El mismo talento se atribuía a las personas nacidas en sábado, 67 llamadas sabbatarios,72
en búlgaro sâbotnichav,73 y en griego sabbatianoí.72
Con el fin de conjurar la amenaza de los vampiros y la enfermedad, uno de los métodos consistía en que dos
hermanos gemelos dirigiesen una yunta de bueyes con arado e hicieran un surco con ella alrededor del pueblo. Otra
tradición popular afirma que debía romperse un huevo y clavarse un clavo en suelo de la casa de una persona fallecida
recientemente. Además, dos o tres mujeres ancianas debían internarse de noche en el cementerio después del funeral y
clavar cinco espinas o cinco cuchillos viejos en la tumba: uno en el lugar donde se coloca el pecho del cadáver y los otros
cuatro en las posiciones de los brazos y las piernas. Otros textos describen la costumbre de subir una colina hacia atrás con
una vela encendida y una tortuga para evitar a los vampiros. Alternativamente, se podía rodear la tumba con un hilo rojo
de lana, que después se prendía hasta quemarse por completo.74 Si se escuchaba un ruido por la noche y se sospechaba
que un vampiro acechaba furtivamente la casa de alguien, gritar «Ven mañana, y te daré un poco de sal» o «Vamos, amigo,
consigue algunos peces, y vuelve» conseguía hacer huir al vampiro.75
Albania[editar]
En el folclore albanés, la shtriga es una vampira, similar a la estirge romana, que puede absorber la sangre o «energía vital»
de los niños por las noches bajo la forma de un insecto volador, provocando enfermedades graves y eventualmente la
muerte.76 Se la suele representar como una mujer con cabello largo y negro y un rostro totalmente desfigurado. La tradición
acerca de las shtriga pasó también a Italia con el nombre de strega.77
Bulgaria
Los vampiros búlgaros presentan, en las leyendas conservadas, características físicas propias: no
tienen sombra ni huesos y no son muertos vivientes, sino almas que luchan contra la muerte. 78 Para que un alma se
convierta en un vampiro deben pasar nueve días tras la muerte del huésped y otro periodo de cuarenta días durante los
cuales el etéreo vampiro es casi inofensivo, reduciéndose a turbar la tranquilidad de sus vecinos mediante gritos y
temblores. Pasado este tiempo, se convierte en una criatura tremendamente poderosa y malvada, por lo que los familiares
que sospechaban que un cadáver se había convertido en un vampiro debían contratar a una bruja o a un hechicero para
matarlo mientras se desarrollaba, y no después. Según la leyenda, se podía engañar al espíritu y encerrarle en una botella
que después sería incinerada.78
Grecia

Ilustración para Varney el vampiro(1845-1847), de James Malcolm Rymer, una de las obras sobre vampiros clásica que

recoge muchas de las tradiciones del este de Europa.

De manera muy diferente a sus precursores antiguos, el vampiro griego moderno, llamado βρυκόλακας, vrykolakas o
καταχανάδες, katakhanades, en la isla de Creta,79 de los que derivan los vârcolac rumanos, eran seres que volvían de la
muerte para vengarse de sus familiares, a los que devoraban vivos.80
La creencias acerca de estos vampiros, que tienen mucho en común con el vampiro tradicional, han persistido a lo largo la
historia griega y llegaron a estar tan extendidas durante los siglos XVIII y XIX que proliferaron muchas prácticas tanto para
prevenir como para combatir el vampirismo. Los fallecidos eran a menudo exhumados de sus tumbas después de tres años
de la muerte y los restos colocados en una caja por sus propios familiares. A continuación se vertía vino sobre ellos
mientras un sacerdote ortodoxo leía pasajes de las Escrituras.81 Sin embargo, si el cuerpo no se había degradado
suficientemente, el cadáver era considerado un vrykolakas.82
En el folclore griego, el vampirismo podía aparecer a través de diversos medios: al ser excomulgado, al profanar una fiesta
religiosa, tras cometer un gran crimen o muriendo en la soledad. Otras causas incluyen son que un gato saltase sobre
la tumba, comer carne de una ovejamuerta por un lobo, y ser maldecido. Se pensaba que los vrykolakas eran indistinguibles
de las personas vivas, lo que ha dado lugar a muchos cuentos populares con este tema.81 Las cruces y el antidoron (pan
bendito) de la Iglesia Ortodoxa Griega eran remedios eficaces para protegerse. Por otra parte, para evitar que los vampiros
surgieran de los muertos, sus corazones se traspasaban con clavos de hierromientras estaban en sus tumbas, o sus
cuerpos eran quemados y las cenizas esparcidas. Ya que la Iglesia ortodoxa griega se oponía a la quema de personas que
hubieran recibido el crisma en el rito del bautismo, la cremación fue considerada como el último recurso.81
Rumanía
En el folclore rumano, los vampiros podían ser moroi (a partir de una palabra eslava, mare o mara, referido a los espíritus
causantes de las «pesadillas»)83 o strigoi, este último vivo o muerto. Los strigoi vivos eran brujas que viven con
dos corazones o dos almas, a veces ambos, con la capacidad de enviar sus almas por la noche para reunirse con
otros strigoiy consumir la sangre de animales y vecinos. Por otro lado, los strigoi muertos eran cadáveres reanimados que
succionaban sangre y atacaban a sus antiguas familias.84
Los strigoi se convierten en no muertos después de su muerte, pero también hay muchas otras formas por las que una
persona podía convertirse en un vampiro. Niños que nacieran con el saco amniótico cubriéndoles la cabeza, un pezón de
más, cola o abundante pelo,85 estaban condenados a convertirse en vampiros. El mismo destino se aplica al séptimo hijo de
cualquier familia, si todos los hermanos anteriores eran del mismo sexo, así como alguien nacido demasiado pronto o
alguien cuya madre se hubiera cruzado con un gato negro. Si una mujer embarazada no comía sal o mantenía amistad con
un vampiro o una bruja, su hijo también podía convertirse en un vampiro. Del mismo modo lo harían los hijos nacidos fuera
del matrimonio, aunque muchas de estas supersticiones tienen un marcado carácter moralizante. Otros sujetos en riesgo de
convertirse en vampiros eran los que muriesen de una manera no natural o antes del bautismo. Por último, un pelirrojo con
los ojos azules es considerado un strigoi en potencia.86
Los vampiros rumanos muerden a sus víctimas en el corazón o entre los ojos.87 Algunas tumbas eran abiertas cinco o siete
años después de la sepultura para comprobar si el cadáver presentaba síntomas de vampirismo, antes de ser lavado y
devuelto.8889
Serbia
En el folclore serbio aparece la figura de Sava Savanović, un presunto vampiro que vivía en un viejo molino de agua en
el río Rogačica (Zarožje, Bajina Bašta), donde asesinaba a otros campesinos.90 Se conservan tradiciones de más presuntos
vampiros serbios, como Petar Blagojević de Veliko Gradište, muerto en 1724 y uno de los casos paradigmáticos de la
histeria sobre vampiros del siglo XVIII.91
La histeria del siglo XVIII

Presunto kit para matar vampiros vendido en Boston, c. 1840, para viajeros a Transilvania.

Durante el siglo XVIII hubo un frenesí de avistamientos de vampiros en Europa oriental que condujo a frecuentes
desenterramientos con el objetivo de identificar y matar a los potenciales no muertos. Algunos gobiernos incluso llegaron a
dedicar funcionarios a la tarea de cazar y clavar estacas en los cuerpos de los posibles vampiros. 92
A pesar de ser llamado el «Siglo de las Luces», en el que muchas de las creencias tradicionales fueron objeto de burla y
olvido, la creencia en los vampiros aumentó espectacularmente, lo que ha llevado a algunos historiadores a describir como
una histeria colectiva común a los pueblos de la mayor parte de Europa.2
El pánico comenzó con un cúmulo de presuntos ataques de vampiros en Prusia Oriental en 1721 y en los territorios
gobernados por la dinastía de los Habsburgo entre 1725 y 1734. Los dos famosos casos de vampirismo, los primeros en ser
registrados oficialmente, tienen que ver con los cadáveres de los serbios Petar Blagojević (también conocido como Peter
Plogojowitz) y Arnold Paole. Plogojowitz murió con 62 años, pero al parecer regresó después de su muerte para pedir
comida a su hijo, quien se negó y fue encontrado muerto al día siguiente. Supuestamente Plogojowitz regresó después y
atacó a algunos vecinos, que murieron a causa de una pérdida masiva de sangre.92 En el segundo caso, Arnold Paole, un
soldado retirado dedicado a la agricultura que al parecer había sido atacado por un vampiro años antes, murió mientras
recogía heno. Después de su fallecimiento murieron algunas personas de las cercanías, y el pueblo creyó que sus muertes
se debían a un Paole que había regresado para vengarse de sus vecinos. 93
Los dos incidentes fueron bien documentados. Varios funcionarios del gobierno examinaron los cuerpos y escribieron los
correspondientes informes de sucesos, mientras se publicaron libros acerca del caso en toda Europa. 93 Este caso de
histeria, al que comúnmente se refieren los historiadores como la «controversia sobre vampiros del siglo XVIII», duró una
generación. El problema se vio agravado por las epidemias de presuntos ataques de vampiros en zonas rurales, sin duda
causadas por la mayor cantidad de supersticiones propias de las comunidades rurales, con exhumaciones de cuerpos y, en
algunas ocasiones, clavado de estacas en los mismos. Aunque muchos estudiosos afirmaron durante este período que la
existencia de vampiros no era más que una leyenda y atribuyeron las noticias de «no muertos» a entierros prematuros o a
la rabia, la superstición siguió aumentando.92
La controversia cesó cuando la emperatriz María Teresa de Austria envió a su médico personal, Gerhard van Swieten,
a Moravia para investigar las denuncias de entidades vampíricas.94 Van Swieten escribió un tratado médico y
racionalista, Abhandlung des Daseyns der Gespenster (Discurso sobre la existencia de fantasmas) en el que concluyó que
los vampiros no existían y que la histeria era «fruto de la superstición y el barbarismo de gentes simples». La presencia de
cuerpos incorruptos se debía, según su estudio, a la fermentación y a la falta de oxígeno. Animada por esta investigación, la
emperatriz aprobó varias leyes para prohibir la apertura de las tumbas y la profanación de los cuerpos. A pesar de esta
condena, la figura del vampiro siguió desarrollándose en las obras artísticas y en las supersticiones locales.95
El testimonio de Calmet
Después de estos hechos, Dom Augustin Calmet, un respetado erudito y teólogo francés, elaboró un exhaustivo tratado
en 1746, Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits, et sur les revenants, et Vampires de
Hongrie, de Boheme, de Moravie, et de Silésie,96 (Disertaciones sobre las apariciones de ángeles, demonios y espíritus y
sobre los fantasmas y vampiros de Hungría, Bohemia, Moravia y Silesia) que es ambiguo en relación con la existencia de
vampiros. Calmet había acumulado una gran cantidad de informes sobre incidentes presuntamente relacionados con
vampiros, incluyendo el trabajo Vernünftige und christliche Gedancken uber die Vampirs oder bluhtsaugende
Todten (Pensamientos cristianos y sabios sobre el vampiro o chupasangre) escrito en 1733 por Johann Christoph
Harenberg, filósofo, teólogo e historiador alemán.97 Numerosos lectores, incluso críticos como Voltaire y Benito Jerónimo
Feijoo,98 interpretaron tal tratado como una prueba de la existencia de los vampiros. 95 En su Diccionario filosófico, Voltaire
escribió:99
Los vampiros eran muertos que salían del cementerio por la noche para chupar la sangre a los vivos, ya en la garganta, ya
en el vientre, y que después de chuparla se volvían al cementerio y se encerraban en sus fosas. Los vivos a quienes los
vampiros chupaban la sangre se quedaban pálidos y se iban consumiendo, y los muertos que la habían chupado
engordaban, les salían los colores y estaban completamente apetitosos. En Polonia, en Hungría, en Silesia, en Moravia, en
Austria y en Lorena eran los países donde los muertos practicaban esa operación. Nadie oía hablar de vampiros en Londres
ni en París.
Voltaire100

Europa occidental

Capitel en la cripta de la Catedral Nueva de Vitoria, España, representando a una criatura semejante a un vampiro con su

presa.

Esta transferencia de leyendas en Europa provoca que en países sin tradición vampírica propia,
como Francia, España o Italia, las tradiciones sobre seres ávidos de sangre sean un calco de las
creencias balcánicas o griegas, asimiladas a partir del siglo XIX en el panteón mitológico propio de cada cultura.59
Alemania
En el folclore alemán aparece la figura del alp, un espíritu normalmente masculino, similar a un íncubo y a un vampiro,
capaz de cambiar de forma y poseer otros cuerpos durante la noche.101 Al contrario que otros vampiros mitológicos, no
presenta afinidad con la sangre ni implicaciones de carácter sexual.58
Respecto a los nachzehrer, a pesar de que han sido considerados tradicionalmente vampiros,102 son criaturas mitológicas
más semejantes a los gules y zombis, pues no se alimentan de sangre sino de cadáveres.103 Normalmente una persona se
convierte en nachzehrer si se suicida, y vuelve de la muerte para devorar a sus familiares, extender plagas y drenar la
«fuerza vital» de los vivos.104 Según la tradición, pueden transformarse en cerdos y descansan en sus tumbas con el ojo
izquierdo abierto y el pulgar de una mano sobre la otra.102
En Pomerania, entre Alemania y Polonia, las leyendas se refieren a los upier, con características similares a los vampiros
del folclore eslavo.105
El primer caso documentado de vampirismo proviene de Núremberg en el siglo XVII y se centra en la vida y muerte de Jure
Grando, un campesino nacido en la pequeña población de Kringa, fallecido en 1656, y cuyo cadáver incorrupto fue
decapitado en 1672 debido a la creencia de los habitantes del pueblo de que era un vampiro que había provocado muertes
y epidemias.106 Su caso fue recogido por Janez Vajkard Valvasor en su obra Die Ehre des Hertzogthums Crain (El honor del
ducado de Carniola) y por Erasmus Finxpocos años después.106
Escandinavia
Artículo principal: Draugr
En toda la mitología nórdica el único personaje similar a un vampiro es el draugr, un no muerto que habita en las
tumbas vikingas y que solo puede ser destruido por un héroe.58
En Dinamarca se conservaron tradiciones acerca de una criatura llamada mara, una malvada mujer vampiro capaz de
transformarse en forma humana para seducir hombres. 107
En Islandia se recogen dos relatos de espíritus condenados a vagar entre la vida y la muerte y hostiles a los humanos, en
la Saga de Grettir108 y en la Saga Eyrbyggja,109 aunque ambas tradiciones tienen más relación con el miedo a la muerte que
con el mito universal del vampiro.110
España
En España existen varias tradiciones respecto a seres con tendencias vampíricas. En Asturias destaca la Guaxa, la cual es
descrita como una anciana vampiro que clava su único diente y succiona la sangre de sus víctimas.111 En Cantabria existe
su equivalente con el nombre de Guajona.112 En Cataluña está la leyenda del Dip, un perro maligno vampiro.113
En las Islas Canarias también existió la creencia en seres vampíricos, aquí bajo la forma de brujas chupadoras de sangre.
Uno de estos ejemplos lo ofrece la leyenda de las Brujas del Bailadero de Anaga en Tenerife.114
Gran Bretaña
Tanto Walter Map como William de Newburgh, historiadores y cronistas ingleses del siglo XII, recogen varios relatos acerca
de no muertos similares a los vampiros,2115 aunque las leyendas posteriores sobre vampiros en inglés son escasas.116 Estos
mitos son similares al folclore posterior al siglo XVIII acerca de los vampiros en Europa del este, desde donde el mito volvió
a Inglaterra y a Alemania, donde fue embellecido y popularizado. Entre estos mitos destacan los del «vampiro del castillo de
Alnwick»,117 en Inglaterra, que relata la historia de un sirviente que, en el siglo XII, volvió de la muerte para vengarse de sus
vecinos mediante una epidemia hasta que su cadáver fue quemado fuera de la ciudad,118 o el del «vampiro de la abadía de
Melrose»,117 un monje que mantenía relaciones sexuales después de morir y cuyas cenizas debieron ser esparcidas para
evitar su regreso.119
La criatura mitológica conocida como Baobhan sith en el folclore de las Tierras Altas escocesas,120 similar a un súcubo o a
un banshee, y el Lhiannan Shee de la Isla de Man son dos espíritus feéricos con elementos decididamente vampíricos.121
El caso contemporáneo más paradigmático es el del «vampiro de Highgate»,122 un conjunto de rumores y presuntos
avistamientos de vampiros que provocaron hasta una «caza» a comienzos de los años 1970 alrededor del cementerio de
Highgate, en Londres.123 Los hechos inspiraron la película Drácula

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