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L a provisión de Dios y nuestra

mayordomía
Charles F. Stanley - Ministerios En Contacto
Tiempos de oración
01

UNA VIDA GENEROSA


Jesucristo lo pagó todo, pero después de que aceptamos su generoso regalo de salvación, nos invita a ser
también generosos con otros. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame” (Mt 16.24). En lugar de vivir para nosotros, nos invita a vivir por el bien de otros, tal como lo hizo Él,
porque Dios amó tanto al mundo, que renunció a lo que más valoraba para darnos el don de la vida eterna
( Jn 3.16).

Sin embargo, aunque estemos agradecidos por la generosidad que recibimos de Cristo y de otros, nos puede
resultar difícil ser generosos. Sabemos que el valor de un regalo está en el sacrificio, pues el dador debe pagar
un precio, lo cual puede ser intimidante. Por tanto, en lugar de ello, nos esforzamos en ser autosuficientes.
Esto nos hace codiciosos, ya que no sabemos lo que depara el futuro y lo que necesitaremos. Al perseguir lo
desconocido, trabajamos en perjuicio de nuestras relaciones y de nosotros mismos. Robamos, atesoramos y
retenemos lo de los demás, todo por mantener nuestra seguridad.

Cristo nos advierte contra tales actitudes egocéntricas: “¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! [porque]
La vida no se mide por cuánto tienen” (Lc 12.15 NTV). Por el contrario, la vida consiste en entregarnos a otros,
y el Señor recompensa nuestra generosidad. El autor de Hebreos nos recuerda: “de hacer bien y de la ayuda
mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Heb 13.16).

Por esta razón, hemos compilado este folleto lleno de las enseñanzas del Dr. Stanley sobre cómo podemos ser
buenos administradores de nuestro tiempo, talentos y dinero. Como Salomón dijo sabiamente: “Hay quienes
reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza” (Pr 11.24).
Esperamos que el Señor use este folleto para ayudarle a usted a tomar decisiones sabias con respecto a sus
recursos personales y para disfrutar con Cristo una vida generosa.

De sus amigos de
Ministerios En Contacto

LC 12.42
¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a
tiempo les dé su ración?
02

MAYORDOMOS SABIOS
La vida está llena de decisiones: ¿Cuál es el mejor uso de nuestro tiempo, dones y recursos?
¿Cómo deberíamos cuidar a otros? ¿Qué deberíamos hacer por el bienestar de nuestra
comunidad? Por eso es tan importante saber tomar decisiones sabias. Esto es algo que
muchas personas nunca consideran y, sin embargo, la Biblia está llena de versículos acerca
de la oración y la voluntad de Dios. Si seguimos un plan basado en la Palabra de Dios,
tomaremos decisiones de manera prudente y evitaremos las dificultades y angustias.

Una clave para tomar decisiones sabias se encuentra en el Salmo 25.12 que dice: “¿Quién es
el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger”. La guía de Dios
es prometida a quienes le temen. Esto no quiere decir que debamos sentir miedo de Dios,
sino tener una actitud de reverencia y absoluta dependencia de Él. El Señor está dispuesto
a darnos instrucciones y a responder nuestras peticiones, pero puede no ser de la manera
o en el tiempo que esperamos o deseamos. Para tomar decisiones sabias, debemos confiar
en un plan basado en la Palabra de Dios. Los siguientes pasos nos prepararán para recibir
y escuchar la guía de Dios.

Paso Nº 1: Limpiar nuestro corazón de pecado.


El pecado trae confusión a nuestra mente y nos impide recibir la dirección divina. La
Biblia es el registro de la mente y el corazón de Dios. Los que la escuchan son sabios,
llenos del Espíritu Santo y obedientes, y reciben su guía porque nada les impide
comunicarse con Dios. Antes de que podamos escuchar al Señor, debemos eliminar
cualquier cosa que nuble nuestro pensamiento o bloquee la guía del Espíritu Santo.

• ANTES QUE NADA, debemos pedirle al Señor que nos indique si hay algo pecaminoso en
nuestra vida que nos impida escuchar la verdad. Podría ser una relación, un hábito, un
prejuicio o cualquier cosa contraria a la voluntad de Dios. El Espíritu Santo será fiel en
señalarnos lo que sea que deba abordarse.

• DESPUÉS, confesemos el pecado y aceptemos que no debe ser parte de nuestra vida.
• LUEGO, arrepintámonos y alejémonos del pecado, pues tal no tiene cabida en la vida de
un creyente que desea vivir en obediencia a Dios.
Paso Nº 2: Llevar nuestros deseos a una posición
de neutralidad.
Esto puede ser muy difícil cuando nuestro deseo por seguir cierta dirección
sea muy fuerte. Sin embargo, si queremos recibir la guía de Dios, debemos
estar dispuestos a cederle nuestras preferencias y decir: “Anhelo saber lo que
quieres que haga”. La primera vez que expresemos estas palabras es posible que
en realidad no seamos del todo sinceros porque nuestros pensamientos estarán
enfocados en lo que deseemos. Sin embargo, Dios escucha este tipo de oración, y
podemos confiar en que nos guiará cuando abramos nuestra mente y corazón a
sus planes, con la certeza de que serán para nuestro bien.

Paso Nº 3: Ejercitar la paciencia.


A veces tendremos que orar durante un largo tiempo antes de que Dios nos dé
una respuesta. Aunque nos promete que, si pedimos y buscamos, recibiremos y
encontraremos, no nos dice que obtendremos una respuesta inmediata (Mt 7.7).
Por tanto, para recibir lo mejor de Dios, debemos estar dispuestos a esperar su
tiempo. Esperar en Él significa confiar en sus acciones a nuestro favor y negarnos
a adelantarnos a su voluntad, o tratar de resolver nuestros problemas por nuestra
propia cuenta.

Paso Nº 4: Estar atentos a la presión.


Las presiones que enfrentamos al tomar decisiones provienen de dos lugares.

PRESIÓN EXTERNA. A veces nuestros seres queridos pueden ofrecernos


consejo o urgirnos a tomar una decisión antes de que hayamos escuchado lo que
el Señor tiene que decirnos. Sin embargo, en realidad no conocen la voluntad
de Dios sobre el asunto y nos ofrecen su orientación por el simple deseo de
complacernos para que seamos felices. Es mejor cuidarse de los consejos
bienintencionados de los demás, y esperar el tiempo y la dirección de Dios.

PRESIÓN INTERNA. A veces nos presionamos a nosotros mismos para


tomar la decisión sin esperar a Dios porque tememos perder algo o porque no
queremos ir en la dirección que creemos que Él nos está guiando.

Paso Nº 5: Persistir en la oración.


En Primera a los Tesalonicenses 5.17 dice: “Orad sin cesar”. Incluso si no
vemos ninguna señal de respuesta, no debemos darnos por vencidos. Mientras
esperamos, Dios nos enseña a confiar en su voluntad, pues quiere que pasemos de la duda, el miedo y la inquietud a la
confianza en Él y en su tiempo.

Paso Nº 6: Descansar en las promesas de Dios.


La Biblia es nuestro recurso más valioso cuando tenemos que tomar una decisión porque es la mente de Dios impresa
y está llena de su sabiduría. Si queremos saber lo que Dios piensa sobre algo, todo lo que tenemos que hacer es leer su
Palabra. Es como un filtro que aparta el pensamiento carnal que continuamente nos bombardea. Dios también edifica
nuestra fe con sus promesas seguras e infalibles.

Paso Nº 7: Esperar la paz de Dios.


La palabra griega para paz significa “atar juntos”. Cuando estamos de acuerdo con Dios en la decisión, nos unimos a Él. Allí
es cuando reina la paz en nuestro corazón (Col 3.15).

03

LA FE Y NUESTRAS FINANZAS
Un aspecto con el que muchas personas luchan a la hora de tomar decisiones sabias es la administración de las
finanzas. Sin embargo, en la Biblia el Señor habla a menudo acerca del dinero. De hecho, hay más versículos
acerca de este tema que de la oración, el cielo y el infierno. Más de la mitad de las parábolas de Cristo tratan
acerca de la administración del dinero. Nunca nos equivocaremos al seguir las instrucciones bíblicas en lo que
respecta a nuestra economía, porque es nuestra mejor guía en la administración de nuestras finanzas.

04

EL PUNTO DE VISTA DEL MUNDO


La palabra clave que describe la perspectiva del mundo es la acumulación. Se trata de recibir. El objetivo es
obtener todo lo que podamos y mantener tanto como sea posible para el futuro. El enfoque principal es el
interés personal —nuestros deseos, necesidades, placeres y seguridad— y proteger lo que tenemos.

Esta cosmovisión promete felicidad y seguridad financiera para aquellos que acumulan abundancia, pero
estas son promesas vacías. Algunas de las personas más ricas del mundo son las más desdichadas, y no hay
garantía de que su riqueza no se perderá mañana.
05

EL PUNTO DE VISTA DE DIOS


Lo que creemos siempre influye en cómo manejamos el dinero. Es por eso que es importante que nuestras
convicciones estén formadas por lo que dice el Señor. Veamos lo que dicen la Biblia acerca de nuestras
finanzas:

• DIOS ES EL DUEÑO DE TODO. De acuerdo con el Salmo 24.1, “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y
los que en él habitan”. Esta es la primera y principal verdad que debemos entender. Todo lo que consideramos
nuestro es realmente de Dios.

• SOMOS ADMINISTRADORES DEL DINERO DE DIOS. Si el Señor lo posee todo, entonces somos tan solo
administradores de sus posesiones. Todo lo que nos confía debe ser usado como Él lo decida.

• LA PALABRA CLAVE DEL SEÑOR ES DISTRIBUIR. A diferencia de la visión del mundo, que enfatiza la acumulación,
Dios quiere que regalemos lo que Él nos da. En lugar de trabajar para recibir todo lo que podamos, debemos
convertirnos en personas que trabajen para compartir generosamente todo lo que podamos.

06

DOS ASPECTOS en cuanto a DAR


EL ALIENTO DE DIOS. Cuando Cristo habló sobre la generosidad, animó a sus seguidores y les dijo: “Dad,
y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma
medida con que medís, os volverán a medir” (Lc 6.38). Lo que hacemos con nuestro dinero demuestra nuestro
carácter y determina qué responsabilidades nos confiará Dios. O confiamos en nosotros mismos para obtener
todo lo que podamos, o damos lo que Dios ordena, y recibimos agradecidos todo lo que Él nos proporciona. El
Señor no sólo lo posee todo, sino que también tiene control completo sobre ello y puede dárnoslo si lo desea.
Y aunque no siempre recibamos bendiciones financieras a cambio de nuestra generosidad, si le damos a Dios
como lo desea, Él nos recompensará de una manera especial por nuestra obediencia.
LA ADVERTENCIA DE DIOS. “Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias
y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores” (1 Ti 6.9, 10). El dinero puede ser una posesión peligrosa
cuando no está bajo el control de Dios ni de acuerdo con su voluntad
y propósito. En lugar de anhelar riquezas y caer en tentaciones y
trampas, el Señor dice: “huye de estas cosas, y sigue la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (v. 11).

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LA ELECCIÓN
Después de escuchar el aliento y la advertencia de Dios, cada uno
de nosotros debe elegir. Una opción es ser obediente al Señor
con nuestros diezmos y confiar en que Él cumplirá su promesa
de proveer para nosotros. La otra alternativa es buscar una gran
posición financiera a través de la acumulación, incluso si requiere
endeudarse. El segundo método nunca conduce a la felicidad, porque
la verdadera alegría solo se encuentra en una relación correcta con
Dios y en la obediencia a su voluntad.

08

U N L U G A R P A R A
COMENZAR
Por fortuna, Dios nos enseña de otra manera: una política fiscal con
una promesa garantizada. Solo necesitamos hacer nuestra parte. En
Malaquías 3.10, Dios nos dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y
haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de
los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré
sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.
La política de Dios requiere que avancemos en la fe y participemos activamente en su plan. Como vemos a
partir de este principio que se encuentra en Malaquías, el Padre nos dice que llevemos “todos los diezmos al
alfolí”. Pero, ¿qué significa esto?

Primero, el diezmo es el 10% de lo que producimos o ganamos. Cuando damos una parte de nuestro ingreso,
expresamos nuestra fe y comprensión de que todo lo que tenemos proviene de su mano. Segundo, el diezmo
es justo. Cada uno debe dar en proporción a lo que se le ha dado. Tercero, el diezmo ayuda a la iglesia local a
cumplir con sus necesidades y lograr el trabajo que Dios le ha llamado a hacer.

09

EL PROPÓSITO DEL DIEZMO


Usted se estará preguntando por qué Dios le pediría a los creyentes que diezmen y por qué es un principio
importante, en especial durante tiempos económicos difíciles. Esto se debe al beneficio que aporta a su salud
espiritual y financiera, así como a su comunidad.

El diezmo provee para la obra del Señor. El diezmo no solo se ocupaba del templo y la casa
pastoral, sino que también estaba destinado a satisfacer las necesidades de los pobres y desfavorecidos. Antes
de que existiera la Seguridad Social, las personas recurrían a la iglesia en busca de ayuda (Hch 2.44-47).
Cuando los creyentes son fieles al diezmo, la iglesia puede llegar a más personas con el evangelio y brindarles
la ayuda que necesitan.

El diezmo demuestra la fidelidad de Dios. Cuando diezmamos, el Señor promete bendecirnos.


Él dice: “... probadme ahora en esto... y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”
(Mal 3.10). Aunque este sea un momento difícil para probar la verdad de esta promesa, también es el mejor
momento para ver la fidelidad de Dios en acción y profundizar nuestra relación con Él. Dios puede hacer
que el 90% que nos sobra se extienda más allá de si retenemos el 10% que le debemos. Por tanto, pruébelo y
permítale intervenir en su economía ya que usted sabe que Dios es, sin lugar a duda, digno de confianza para
cumplir su Palabra y darle lo que necesita.

El diezmo honra a Dios. El propósito del diezmo es proporcionarnos una forma apropiada de expresar
nuestra reverencia al Señor. El Padre es digno de nuestra obediencia y confianza porque Él es la fuente de
todo lo bueno que tenemos (Stg 1.17). Lo honramos como Dios soberano cuando reconocemos que todas las
bendiciones que tenemos comienzan con Él. Mientras obedezcamos a Dios jamás padeceremos necesidad,
pues Él nunca nos defraudará.
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LAS PROMESAS
Quienes han adoptado la promesa del Señor de proveerles no han sido decepcionados. Dios ha
transformado sus vidas y también puede cambiar la suya. Estas son las promesas del Señor:

“OS ABRIRÉ LAS VENTANAS DE LOS CIELOS” (Mal 3.10). En otras palabras, experimentará la provisión del
• 
Señor de primera mano.

“DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS BENDICIÓN HASTA QUE SOBREABUNDE” (v. 10). Al honrar a Dios, Él le
• 
bendecirá de maneras que nunca podría imaginar.

• “REPRENDERÉ TAMBIÉN POR VOSOTROS AL DEVORADOR” (v. 11). Dios le protegerá a usted y a sus posesiones.
• “Y TODAS LAS NACIONES OS DIRÁN BIENAVENTURADOS” (v. 12). El Señor le dará un poderoso testimonio
entre sus amigos y seres queridos. Muchos conocerán a Dios gracias a su obediencia.

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LAS DOS MONEDAS DE COBRE


Incluso con promesas tan maravillosas, muchas personas no siguen este principio. Podría deberse a un
espíritu de rebeldía, incredulidad o codicia; pero sin importar la razón, las consecuencias son importantes: nos
perderemos las provisiones y bendiciones de Dios, experimentaremos los efectos de nuestra desobediencia en
otros aspectos de nuestra vida, estaremos fuera de la protección del Padre y dañaremos nuestros testimonios
debido a la falta de fe en que puede proveer para nosotros.

Usted puede creer que no tiene suficiente para dar una décima parte de sus ingresos al Señor, pero la verdad
es que no puede darse el lujo de no diezmar. Las bendiciones que echará de menos son demasiado grandes y
las consecuencias que enfrentará son demasiado devastadoras.

En Marcos 12.41-44, el Señor habló de una mujer que tuvo que sacrificar mucho para diezmar. Aunque otros
dieron mucho más, Jesucristo se refirió a su ofrenda, diciendo: “De cierto os digo que esta viuda pobre echó
más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su
pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” (vv. 43, 44).

¿Cree que el Señor necesitaba sus dos monedas de cobre? No. ¿Pero honró su confianza en Él? ¡Absolutamente!
Del mismo modo, Dios ni necesita ni quiere nuestro dinero. Lo que desea es una relación personal con
nosotros: bendecirnos y enseñarnos a depender de Él. Y cuando confiamos en el Señor con todo lo que
tenemos, Él cambiará nuestra situación y nuestros deseos.

¿Cree en la Palabra de Dios? ¿Confía en que el Padre lo salvará y lo cubrirá? ¿Cree que sus planes son lo mejor
para usted? Entonces confíe en Él con sus recursos y observe mientras provee para usted. Todo se reduce a la
obediencia y la fe. ¡Ciertamente, Dios cumplirá su promesa de bendecir nuestra obediencia de maneras que
nunca podríamos imaginar!

UNA ORACIÓN POR GENEROSIDAD


QUERIDO PADRE CELESTIAL:

Todo lo que tenemos te pertenece. Mientras intentamos tener cada vez más, Tú nos llamas a buscar
menos, porque cuanto más nos aferremos, menos tendremos ya que no derramarás bendiciones sobre
nuestros puños cerrados. Ayúdanos a distribuir lo que nos has dado con las manos abiertas, confiando
en que proveerás para todas nuestras necesidades. Sabes exactamente lo que necesitamos, y lo único
que tenemos que hacer es abrir nuestros ojos, corazones y manos a tu bondad y guía. Ayúdanos a ser
generosos, tanto en la entrega como en la recepción de tus bendiciones. Muéstranos cómo acumular
tesoros en el cielo en lugar de simplemente adquirir riquezas terrenales, porque solo los primeros tienen
valor eterno. Amén.

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Si bien es posible tener muchos recursos a nuestra disposición, los más sencillos de contabilizar son nuestros gastos. Todos los
días, anote lo que gasta en la siguiente hoja. (¡No olvide las suscripciones y compras en línea!). Al final de la semana o del mes (sin
importar la frecuencia con la que desee monitorear su comportamiento), tome lápices o bolígrafos de colores y dé a cada línea una
categoría de color (por ejemplo, gasolina en azul, comida en verde, etc.). Sume los números en cada color. Luego, tome las diez
cifras más grandes y complete el gráfico circular que aparece más abajo con dichas categorías en orden descendente. El cuadro no
será del todo exacto, pero le dará una representación visual del destino de su dinero. Pídale a Dios que le muestre lo que necesita
cambiar para usar sus recursos de una manera que lo glorifique.

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