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Profesores responsables:
Profesor guía: Dr. Alejandro Nieto Aroca
Profesor corrector: Dr. Alfonso Sánchez
2017
AGRADECIMIENTOS.
Agradezco al Dr. Alejandro Nieto, por su apoyo, orientación, dedicación y ayuda en cada
una de las etapas en la elaboración de este trabajo.
Esta tesis va dedicada a mis padres Ana María Montenegro y Guido Ricciardi, junto con mis
hermanas Giovanna y Leonella. También agradecer a mi abuelo Carlos Montenegro y mi
amiga Gabriela Duarte que, aunque no estén actualmente presentes, fueron personas muy
importantes en mi formación personal. Gracias a ustedes por haberme apoyado en todo
momento en estos 5 años de estudio, por sus consejos, valores y por la motivación constante,
pero más que nada; por su incondicional amor.
Cerrando este largo ciclo, espero de alguna u otra forma retribuir algún día con mis logros
posteriores a estas personas por todo su esfuerzo y confianza en mí.
A retrospective study of 74 tests in dogs tested for total canine T4 and canine TSH was
performed using the Chemiluminescence technique. Together with this, a survey was carried
out which included a clinical signology typical of hypothyroidism in those patients with suspicion
of presenting this disease.
Up to one third of dogs with primary hypothyroidism maintain TSH’s plasma levels within the
reference range. The canine TSH test has a sensitivity of 65% to 74%. The limitations of this
first generation canine TSH assay which is currently used may be related to fluctuations in
circulating canine TSH levels in hypothyroid dogs or in failure to detect any of the circulating
canine TSH isoforms. Another reason that could explain a normal canine TSH concentration
in a hypothyroid dog is the decrease in initially high levels of canine TSH in dogs with primary
hypothyroidism over time. Finally, dogs with secondary or tertiary hypothyroidism will also
present normal or low levels of canine TSH.
Approximately between 8% and 18% of sick euthyroid dogs have high concentrations of canine
TSH, so the specificity of this test is around 80% to 90%. However, a high value of canine TSH
alone does not confirm the diagnosis of hypothyroidism if it is not accompanied by other clinical
and laboratory alterations of the disease.
The concentration of canine TSH contributes specificity to the Canine Total T4 or Canine Free
T4 test. That is, if only the total canine T4 or canine free T4 is taken as the diagnostic criterion
of hypothyroidism; we will have 30% and 20% respectively of false positives in sick animals.
However, if a total canine T4 or low canine free T4 and high canine TSH are taken as a
diagnostic criterion, the number of false positives will be reduced.
ÍNDICE.
ÍNDICE DE FIGURAS.
ÍNDICE DE GRÁFICOS.
ÍNDICE DE TABLAS.
CAPÍTULO 1- Introducción
El perro doméstico (Canis familiaris) es un descendiente directo del lobo gris (Canis Lupus).
La evolución del perro tomó un giro hace aproximadamente 15 mil años, cuando los
primeros lobos fueron domesticados por los primeros humanos. Al final del pleistoceno,
comienza a desarrollarse la civilización sobre el mundo y se supone que la primera
domesticación del antecesor del perro ocurre en algún lugar de Europa o Asia. (Strauss,
2017).
Las hormonas tiroideas tienen un amplio rango de efectos y comúnmente interactúan con
múltiples sistemas de órganos. Estas hormonas afectan la mayor parte de los tejidos
corporales y actúan principalmente como factores de transmisión de expresión de genes. A
2
La mayoría de los perros hipotiroideos (>70% de los casos) se presentan con variedad de
signos metabólicos asociados a anormalidades dermatológicas (Dixon et al., 1999). Sin
embargo, éstos pueden darse en solitario o también junto con una variedad de
características menos frecuentes que implican los sistemas neuromusculares,
cardiovasculares, reproductivos, oftalmológicos y gastrointestinales (Feldman y Nelson,
2001).
En perros adultos, más del 95% de los casos de hipotiroidismo ocurren como consecuencia
de una enfermedad que afecta a la glándula tiroides, conocido como hipotiroidismo primario,
mientras que en menos del 5% de ellos la enfermedad tiene su origen en la glándula
hipofisiaria o hipotalámica, denominado hipotiroidismo secundario y terciario,
respectivamente (Díaz, 2008).
2.1 Anatomía.
Los dos lóbulos laterales, izquierdo y derecho, comprenden la mayor parte de la glándula.
Tienen una forma alargada, estrecha, elipsoidal y aplanada. Están situados sobre las caras
laterales de la tráquea, cerca de la laringe. Se extienden a lo largo de los seis o siete
primeros anillos traqueales (O'Rahilly, 1989).
En ocasiones, los lobos izquierdo y derecho conectan mediante un istmo glandular e istmo
fibroso que se extiende a través de la cara ventral de la tráquea (Dyce et al., 2012). Dicho
istmo es de carácter variable, ya que en perros de tamaño grande se presenta como una
cinta glandular de 1cm de ancho, en perros medianos a menudo está ausente y en perros
pequeños habitualmente no se encuentra. En caninos, pueden encontrarse glándulas
tiroideas accesorias, 3 o 4 a cada lado, o en la línea media cerca al hioides. Las glándulas
tiroides normales en los perros no son palpables (Smith, 1999).
La glándula madura está encerrada dentro de una cápsula de tejido conectivo unida
laxamente a los órganos vecinos. Su cuerpo, por lo general de color rojo ladrillo, adquiere
una textura más bien granular debido a los numerosos folículos de los que se compone.
Las dimensiones promedio en los perros de talla mediana son del orden 6 x 1.5 x 0.5 cm
(Dyce et al., 2012).
La glándula tiroides está irrigada principalmente por la arteria tiroidea craneal, que se
origina de la arteria carótida común y se extiende en un arco alrededor del polo craneal.
Una arteria carótida caudal proporciona en ocasiones una irrigación subsidiaria, la cual tiene
un origen más proximal. En el perro, los dos vasos sanguíneos están conectados por una
sólida anastomosis a lo largo del borde dorsal. Las venas son voluminosas y el drenaje
venoso aboca hacia la vena yugular interna. El tejido glandular recibe fibras tanto simpáticas
como parasimpáticas; las primeras encaminadas por los ganglios nerviosos cervicales
craneales y, las últimas, por los ramos laríngeos de los nervios vagos. Estas fibras son
4
Las hormonas tiroideas, que tienen que ver con el metabolismo y el crecimiento, son
producidas por las células foliculares que componen la masa del parénquima. Se
almacenan en el líquido folicular y después se degradan en los productos finales, que se
liberan hacia el torrente sanguíneo. Una pequeña parte del parénquima la constituyen las
células parafoliculares o células C. Éstas parecen tener su origen en los cuerpos
ultimobranquiales que se derivan de los grupos epiteliales de las cuartas bolsas faríngeas,
que son invadidas por células de la cresta neural. Las células C producen calcitonina, una
hormona antagonista de la hormona paratiroidea (parathormona). Al parecer también
participa en el crecimiento fetal óseo y protege el esqueleto materno contra una
desmineralización excesiva (Dyce et al., 2012).
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La TSH estimula la célula funcional de la tiroides, la célula folicular o folículo. Los folículos
son la unidad básica funcional de la tiroides y consisten en una capa simple de células
epiteliales que encierran una cavidad llamada lumen folicular, cuyo diámetro oscila entre 3
y 300 um. El lumen está lleno de un coloide proteináceo de aspecto claro, que contiene
gránulos homogéneos de glicoproteína, la tiroglobulina principalmente, producto de las
actividades secretorias de las células foliculares. Este coloide es la principal forma de
almacenamiento de las hormonas tiroideas (Brook y Marshall, 2001).
El yodo que ingresa con la alimentación, tras su captación y metabolismo a nivel de los
folículos tiroideos, da lugar a la formación de dos hormonas metabólicamente activas: T3
y T4; y una inactiva: 3,3' ,5 triyodotironina (rT3 o T3 reversa). Si bien la T4 es secretada en
su totalidad por la tiroides, no ocurre lo mismo con la T3 y rT3, las cuales proceden en su
mayoría de una deyodización de la T4 a nivel extra tiroideo. Una vez en la circulación, para
su transporte, las hormonas tiroideas deben unirse a proteínas específicas y solamente las
pequeñas cantidades de hormonas libres circulantes resultan activas a nivel tisular (Kaptein
et al., 1993).
Las hormonas T4 y T3 plasmáticas están unidas casi por completo a proteínas plasmáticas.
De esta forma, menos del 0,1% de T4 y menos del 0,5% de T3 circulan libres. Esta
concentración de hormona libre se mantiene constante gracias al mecanismo regulador de
“retroalimentación”. La fracción hormonal libre está a disposición de todos los tejidos y es
metabólicamente activa; mientras que la fracción ligada a proteínas actúa como reservorio
de la hormona. Las hormonas tiroideas son sustancias lipofílicas, por lo tanto, son capaces
de atravesar la membrana celular aún de manera pasiva (Díaz, 2008).
morfología del folículo tiroideo, la tiroides está conformada no sólo para transportar, sino
para almacenar el yodo para cumplir con demandas futuras, mostrando una adaptación
notable a la escasez de yodo en el ambiente (Dohan y Carrasco, 2003).
La dosis diaria recomendada de yodo es 35 ug/kg (276 nmol/kg pv) para un perro adulto y
70 ug/kg (551,6 nmol/kg pv) para un cachorro en crecimiento. La absorción intestinal de
este mineral es muy eficiente y existe un mecanismo de reciclaje interno del mismo. Pocas
cantidades de yodo se pierden del organismo por vías excretorias como la orina, saliva,
lágrimas, leche, sudor y heces. Es notable también que la tiroides puede almacenar grandes
cantidades de hormona, suficientes para 1 a 3 semanas de secreción normal, a diferencia
de otras glándulas endocrinas. La tiroides contiene aproximadamente el 20% del yodo total
del organismo. El contenido de yodo varía con la cantidad ingerida de este mineral y con el
estado funcional de la glándula, pero usualmente contiene alrededor de 10 a 40 mg de yodo
por 100 g de tejido tiroideo (Andersson, 2008).
Figura 2.2: Representación del control del eje hipotalámico sobre la tiroides (Durango,
2008).
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2.3 Etiopatogenia
a) Disgenesia de la tiroides: En la especie canina, puede aparecer una ectopia del tejido
tiroideo, que suele ser resultado del descenso del tejido tiroideo primitivo junto con el saco
aórtico durante la vida embrionaria. Esto explica que en aproximadamente el 50% de los
perros adultos exista tejido tiroideo embebido en la grasa de la aorta intra pericárdica. En
ocasiones, esto puede asociarse con una ausencia del tejido tiroideo normal, si bien el tejido
ectópico es insuficiente para evitar el hipotiroidismo (Díaz, 2008).
limitada para usar ese yodo en la síntesis de hormona tiroidea (defecto de organificación).
Esta alteración es variable porque en algunos animales el defecto es completo, mientras
que en otros es parcial (Díaz, 2008).
a) Deficiencia de yodo: Pueden sufrirla perros que consumen exclusivamente carne, que es
deficiente en yodo. Esto prácticamente ya no se ve en países en los que los perros se
alimentan con dietas comerciales, ya que son generalmente ricas en yodo. La deficiencia
de yodo provoca una carencia esencial en la síntesis de las hormonas tiroideas y da lugar
inicialmente a una hiperplasia de la glándula tiroides, inducida por la estimulación por parte
de la TSH canina. Así, en la deficiencia de yodo grave hay una producción insuficiente de
hormona tiroidea, a pesar de la hiperplasia tiroidea compensadora (Díaz, 2008). Cuando se
trata de un proceso crónico, el resultado final es la destrucción glandular progresiva con la
consecuente disminución de las hormonas tiroideas circulantes (Duncan et al., 2003).
b) Atrofia Idiopática: Representa la mayor parte de los casos de hipotiroidismo que no son
tiroiditis. Se caracteriza por la degeneración de las células foliculares, con reducción del
tamaño folicular y el reemplazamiento del parénquima normal por tejido conectivo adiposo
(Gosselin et al., 1981). En buen número de perros hipotiroideos se desconoce la causa del
hipotiroidismo, en estos casos se observa una sustitución del parénquima tiroideo por tejido
adiposo, con ausencia o con presencia de un mínimo infiltrado inflamatorio. Esta atrofia
idiopática del tiroides constituye casi tantos casos de hipotiroidismo primario en perros
como tiroiditis linfocitaria. Otra causa menos frecuente de hipotiroidismo primario es la
destrucción de la glándula tiroides por tumores tiroideos no funcionales (Díaz, 2008).
Los signos clínicos son muy variables porque las hormonas tiroideas actúan sobre todas
las células del organismo para producir diversos efectos biológicos. Por lo general, el
hipotiroidismo produce una reducción de la tasa metabólica que se manifiesta con letargo,
inactividad y tendencia a ganar peso sin que se incremente el apetito o el consumo de
alimento. Estos signos suelen tener un aumento gradual (Fidalgo et al., 2003).
mamar. A medida que el cachorro crece, la cabeza se queda relativamente grande y ancha,
la cara se ensancha y la lengua se hace grande y gruesa. El crecimiento es lento y los
animales desarrollan un enanismo desproporcionado y manifiestan muy poca actividad
física. El desarrollo mental está retrasado y el pelaje puede ser fino y ausente del pelaje
primario (Díaz, 2008).
Por otro lado, cuando se trata de hipotiroidismo adquirido en perros jóvenes por una
deficiencia de yodo, los síntomas clínicos son hipotiroidismo combinados con bocio (Díaz,
2008).
Los signos hipotiroideos en perros adultos y que afectan los diversos sistemas se presentan
a continuación:
la superficie ventral del cuello, el dorso de la nariz, la cola y la base de las orejas (Díaz,
2008). Dichas alteraciones pueden ser descamación y caspa, alopecia, mixedema,
hiperpigmentación, seborrea, comedones e infecciones secundarias (Feldman y Nelson,
2001).
Las alteraciones en la piel y el pelaje son las anormalidades observables más frecuentes
en perros con hipotiroidismo. Los signos cutáneos clásicos incluyen alopecia del tronco no
pruriginosa, bilateral y simétrica que tiende a respetar la cabeza y las extremidades distales.
Sin embargo, la alopecia puede ser local o generalizada, simétrica o asimétrica y afectar
solo la parte caudal de los muslos y la cola. El pelaje suele ser opaco, seco y desprenderse
con facilidad como resultado de estar sobretodo en la fase telógena del ciclo de crecimiento
piloso. El pelo vuelve a crecer con lentitud. También, pueden notarse grados variables de
hiperpigmentación, hiperqueratosis que lleva a la formación de escamas y caspa,
cicatrización inadecuada de heridas y formación fácil de contusiones. En casos graves de
hipotiroidismo, los mucopolisacáridos ácidos y neutros y el ácido hialurónico pueden
acumularse en la dermis, unir agua y aumentar el grosor de la piel. Este engrosamiento
cutáneo, denominado mixedema, predomina en la frente y la cara de los perros, lo que
genera un aspecto redondeado de la región frontal temporal, tumefacción y engrosamiento
de los pliegues cutáneos faciales y, junto con caída de los párpados superiores, la aparición
de una “expresión facial trágica” (Feldman y Nelson, 2001).
Los perros con hipotiroidismo pueden presentar piodermas secundarios, como resultado de
alteraciones en el sistema inmunitario. La hormona tiroidea tiene un efecto de aumento
directo sobre la respuesta inmunitaria de las células linfoides (Chen, 1980). El agotamiento
de hormona tiroidea suprime las reacciones inmunitarias humorales, altera la función de las
células T y reduce el número de linfocitos circulantes (Feldman y Nelson, 2001).
La seborrea y la otitis externa crónica son otras complicaciones relacionadas con esta
patología. Son posibles todas las formas de seborrea, es decir, seca, oleosa. La seborrea
y la piodermia pueden tener distribución focal, multifocal o generalizada. Ambas suelen
originar prurito, por lo tanto, los perros hipotiroideos con piodermas o seborreas secundarias
pueden llevarse en un principio al veterinario, con un trastorno cutáneo pruriginoso
(Feldman y Nelson, 2001).
pueden ocurrir intervalos prolongados de interestro, falta de ciclos, falta de libido o todas
las anteriores en hembras; y atrofia testicular, oligospermia y azoospermia, falta de libido o
todas las anteriores en machos. Las perras hipotiroideas suelen tener un anestro
persistente o celos silentes y abortos espontáneos (Chastain y Schmidt, 1980). Además, se
ha descrito en perras hipotiroideas una galactorrea persistente asociada a
hiperprolactinemia, probablemente debido a una estimulación inespecífica de la hipófisis
que ante el hipotiroidismo no sólo aumenta la secreción de TSH canina, sino también de
prolactina. (Díaz, 2008). Otra anormalidad que puede aparecer es la ginecomastia, ya que
se cree que aparece después de que aumenta la secreción de TRH canina inducida por la
deficiencia de hormona tiroidea, lo que a su vez estimula la secreción de prolactina
(Chastain y Schmidt, 1980). Sin embargo, mientras que el hipotiroidismo puede ser una de
las consideraciones en tales alteraciones, indudablemente es una de las causas menos
frecuentes (Johnson, 2002).
perros sin enfermedad cardiaca primaria, pero puede ser importante en perros con una
enfermedad cardiaca subyacente (Díaz, 2008).
6) Signos oculares: Muchas son las anomalías oculares atribuidas a esta patología y son
consecuencia de hiperlipemia secundaria al hipotiroidismo, tales como: úlceras corneales,
distrofia lipídica corneal, queratoconjuntivitis seca, uveítis y retinopatías (Fidalgo et al.,
2003).
2.5 Diagnóstico.
Abordaje General
3) Excluir ENT siempre que sea práctico, realizando una bioquímica rutinaria, un
hemograma y cualquier prueba diagnóstica adicional que se considere apropiada.
4) Una vez que se considere el test de tiroides apropiado, realizar las pruebas diagnósticas
de primera elección como T4 Total canina y TSH canina.
5) Si los resultados son dudosos, se puede tanto esperar 6 semanas para realizar de nuevo
el test; así como efectuar una segunda línea de test de diagnóstico como T4 Libre
veterinaria.
6) Si los resultados siguen siendo dudosos, esperar y realizar de nuevo el test. Sin embargo,
si no se dispone de más opciones de diagnóstico y el grado de sospecha de hipotiroidismo
todavía es elevado, considerar una prueba terapéutica como un test diagnóstico.
incluyen una cápsula tiroidea con superficie irregular, un parénquima tiroideo heterogéneo
y diferencias en la ecogenicidad entre los lóbulos derecho e izquierdo (Díaz, 2008).
La medición de T3 canina dará valores bajos, sin embargo, T4 Total canina es más útil que
T3 canina para el diagnóstico, dado que es más consistente en los resultados. La mayoría
de la T3 se forma por monodeiodinización de T4 en tejidos extratiroidales, como el hígado,
riñón y músculo (Yeh, 2001). Además, la concentración sérica de T3 es un pobre indicador
de función de la glándula tiroides por la localización predominante de T3 dentro de las
células, la cantidad mínima secretada por la tiroides y secreción incrementada de T3 por la
tiroides cuando hay un daño progresivo de la glándula. Esencialmente, no hay diferencias
en el promedio o rango de las concentraciones séricas de T3 entre perros sanos, perros
con hipotiroidismo y perros con el síndrome del enfermo eutiroídeo. Un hallazgo menos
consistente es la anemia normocítica normocrómica (25% de los casos). El buen
diagnóstico en hipotiroidismo no debe ser basado solamente en un nivel plasmático bajo en
19
Los perros con “síndrome del enfermo eutiroideo”, a pesar de presentar niveles bajos de T4
Total canina plasmáticos, son eutiroideos a nivel tisular, ya que la fracción libre permanece
más estable. Casi todos los pacientes críticamente enfermos de una unidad de cuidados
intensivos tienen niveles de T3 canina y T4 Total canina bajos. Diversas citoquinas como la
interluquina-1, interluquina-2, interferón gamma y el factor de necrosis tumoral alfa,
disminuyen las concentraciones de T4 Total canina. La magnitud del descenso depende
más de la gravedad de la enfermedad que del tipo de enfermedad y predice mortalidad.
Numerosas enfermedades no tiroideas de gravedad moderada a severa dan lugar a niveles
séricos bajos de T4 Total canina e, incluso, finalmente también de T4 libre. Las
enfermedades renales y hepáticas pueden provocar pérdida o reducción de la producción
de las proteínas transportadoras de las hormonas tiroideas (Díaz, 2008).
Los kits comerciales de radioinmunoensayo para medir tiroxina humana no suelen ser
suficientemente sensibles para medir con precisión las concentraciones de tiroxina en
perros normales ni hipotiroideos; debido, en parte, a que la concentración normal de tiroxina
en el perro es mucho más baja que en el hombre. Por lo tanto, es fundamental a la hora de
determinar los niveles de tiroxina en el perro, usar técnicas que hayan sido validadas para
esta especie (Díaz, 2008).
El rango normal de referencia para perros eutiroideos es: 1.3 – 3.8 ug/dl (Feldman et al.,
2015).
El rango normal de referencia para perros eutiroideos es: 0.1 – 0.5 ng/ml (Feldman et al.,
2015).
primera está afectada de manera más extensa y el efecto es una acumulación de lípidos en
la circulación. Los cambios principales son la acumulación de lipoproteínas de alta densidad
(HDLs), lipoproteínas de baja densidad (LDLs) y, posiblemente, lipoproteínas de muy baja
densidad (VLDLs). La hipercolesterolemia se registra frecuentemente, dándose en más del
80% de los perros afectados, pudiendo alcanzar concentraciones de colesterol circulante
>20 mmol/l. La Hipertrigliceridemia también se presenta en una proporción similar de los
casos (Mooney y Peterson, 2013).
que la de anticuerpos anti T4. Los anticuerpos anti hormona tiroidea pueden aparecer en
perros clínicamente eutiroideos, así como en perros con tiroiditis linfocitaria, por lo cual su
presencia parece no tener significado clínico y no afecta la evolución del tratamiento (Díaz,
2008).
1) Radioinmunoanálisis:
El ELISA se basa en el uso de antígenos o anticuerpos marcados con una enzima, de forma
que los conjugados resultantes tengan actividad tanto inmunológica como enzimática. Al
estar uno de los componentes (antígeno o anticuerpo) marcado con una enzima e
insolubilizado sobre un soporte (inmunoabsorbente) la reacción antígeno-anticuerpo
quedará inmovilizada y, por tanto, será fácilmente revelada mediante la adición de un
substrato especifico que al actuar la enzima producirá un color observable a simple vista o
cuantificable mediante el uso de un espectrofotómetro o un colorímetro (Cultek, 2006).
3) Quimioluminiscencia:
-No genera riesgo contaminante ni ruido de fondo a la hora de efectuar el proceso del
análisis de una muestra, control o estándar.
-Equipos automatizados de fácil manejo (en este estudio se utilizó IMMULITE 1000).
2.6 Epidemiología
Solo el 3.6% de los casos de hipotiroidismo ocurren en perros de menos de 1 año de vida,
presumiblemente como resultado de un trastorno congénito de la función tiroidea. Sin
embargo, la verdadera incidencia de hipotiroidismo congénito se desconoce, así como la
proporción de casos que no son diagnosticados o que mueren al nacimiento o en etapa
juvenil, sin que la causa de muerte haya sido establecida (Bojanic et al., 2011).
Los análisis epidemiológicos han demostrado que los perros hipotiroideos con tiroiditis
linfocítica, como se muestra por el aumento de la TgAAs circulante, son típicamente varios
años más jóvenes que aquellos animales con TgAAs negativa (Dixon, 2013).
2.7 Tratamiento.
2.8 Pronóstico.
CAPÍTULO 3- Objetivos
Las unidades en estudio fueron 1704 exámenes que se tomaron de la base de datos del
Laboratorio Clínico Veterinario Vetclin, de pacientes caninos sin discriminación de raza,
edad o sexo, correspondientes a perfiles hormonales tiroideos mediante una toma de
muestra de veno-punción a partir de las venas cefálica, safena o yugular. Posteriormente,
la muestra obtenida se almacena en un tubo de suero o plasma (rojo o verde) para ser
sometido al análisis laboratorial de T4 Total canina y TSH canina, mediante la técnica de
Quimioluminiscencia con el equipo Immulite 1000.
31
De dichos exámenes, se obtuvo un total de 532 pacientes testeados que tenían la medición
TSH canina y T4 Total canina, de los cuales fueron eliminados los que no cumplían con T4
Total canina baja o TSH canina alta, quedando un total de 207 exámenes.
Posterior a esto, considerando los 207 exámenes, se consultó a las clínicas veterinarias de
las cuales procedían estos exámenes, para poder realizar una encuesta a los médicos
tratantes sobre la signología clínica que presentaban los pacientes que habían sido
testeados. Por lo tanto, como primer parámetro de exclusión, se abordan las condiciones
de que el paciente posea una T4 Total disminuida o que tenga una TSH aumentada con
respecto a los valores de referencia, junto con la encuesta de signología clínica realizada.
Se obtuvo un total de 74 pacientes que tenían ficha clínica, junto con los valores hormonales
previamente mencionados que se encontraban alterados y a los cuales se les pudo realizar
el cuestionario. Estas preguntas son:
6) ¿El paciente presenta piel seca con pelaje delgado, quebradizo y opaco?
1) Pacientes con signología clínica y T4 Total canina disminuida. A su vez, este grupo se
dividió en dos subgrupos: pacientes que presentaban una TSH canina normal y
pacientes que tenían una TSH canina aumentada.
2) Pacientes con signos clínicos, T4 Total canina normal y TSH canina aumentada.
3) Pacientes que no presentaban signología clínica y que contaban con una T4 Total canina
normal y tenían un aumento de la TSH canina.
32
4) Pacientes que no presentaban signos clínicos y tenían una T4 Total canina disminuida,
junto con una TSH canina en rango normal.
Finalmente, con los grupos anteriormente descritos se realizan los estudios cuantitativos
para obtener las variaciones de TSH canina y T4 Total canina, en los pacientes con y sin
signología clínica de hipotiroidismo.
33
Gráfico 5.1: Representación del universo de caninos a los cuales se les realizó el
cuestionario de signología clínica de hipotiroidismo, donde el 63,5 % de ellos cuentan
efectivamente con los signos característicos de esta enfermedad.
35
Siguiendo con este estudio, se obtuvo como resultado que de los pacientes que
presentaban signología clínica de hipotiroidismo; representado por el universo de n=47, un
87,2 % de éstos, correspondiente a 41 pacientes, también contaban con una T4 Total
canina disminuida (Gráfico 5.2). Dicho resultado se asemeja bastante al estudio realizado
por Melián en el año 2001, en la Universidad de Las Palmas en Gran Canaria, en su artículo
“Diagnóstico de hipotiroidismo canino e hipertiroidismo felino”, publicado en la revista
científica Vector Plus, donde se determinaron los valores hormonales de T4 Total canina y
TSH canina de 351 perros para evaluar la utilidad de dichas hormonas en el diagnóstico de
hipotiroidismo; en el cual se obtuvo como resultado que el 87.5%, es decir, 42 de los 48
perros hipotiroideos estudiados; tuvo valores bajos de T4 Total canina. Resultado que
además este mismo autor lo confirma en su artículo publicado por la revista ARGOS,
denominado “Especial de Endocrinología I” publicada el año 2006 en Zaragoza, donde
asegura que aproximadamente el 90% de los perros hipotiroideos presentan
concentraciones bajas de tiroxina total. Lo anterior, se puede explicar en base a que las
anormalidades estructurales y/o funcionales de la tiroides pueden originar una deficiente
producción, secreción o actuación de esta hormona tiroidea. En el 95% de los casos se
trata de una afección primaria, generalmente provocada por una tiroiditis linfocitaria o por
atrofia idiopática.
Además, se obtuvo como resultado de esta tesis que 6 de los pacientes testeados de este
mismo grupo, representando un 12,8 %, cuentan con una T4 Total canina normal y una
TSH canina aumentada (Gráfico 5.2). Resultado que se aproxima en gran medida a lo
encontrado por Durango el 2008 en su artículo sobre “Hipotiroidismo Canino; Casos en una
clínica de la ciudad de Bogotá Colombia”, donde concluyó que las concentraciones séricas
de TSH canina están aumentadas en el 7% al 12% de los perros con niveles normales de
T4 Total canina. También, asegura que en la insuficiencia tiroidea temprana, la T4 Total
canina es mantenida en el rango normal por el incremento de la TSH canina. Otros motivos
para el aumento de la TSH canina con T4 Total normal incluyen los efectos de fármacos y
la recuperación de enfermedades no tiroideas.
36
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
T4 Total canina disminuida y TSH canina normal o T4 Total canina normal y TSH canina alta
aumentada
Por otro lado, se estudió el grupo de pacientes con T4 Total canina disminuida y signología
clínica de hipotiroidismo; correspondiente a un n=41 pacientes; donde se obtuvo como
resultado que 23 de ellos, es decir, un 56,1 %, además cuentan con una TSH canina dentro
del rango normal (Gráfico 5.3). Resultado que, por lo demás, dista bastante de lo
encontrado por Durango el 2008 en su artículo recientemente mencionado, donde concluyó
que del 18% al 38% de los perros hipotiroideos tienen una concentración de TSH canina
dentro del rango de referencia. Durango afirma que las posibles razones para la
concentración normal de TSH canina en el hipotiroidismo comprenden la forma secundaria
o terciaria de la enfermedad, fluctuaciones diurnas aleatorias en los niveles de la TSH
canina y efectos de medicaciones como los glucocorticoides o enfermedades concurrentes
como el hiperadrenocorticismo. Así mismo, otra razón que explicaría encontrar una TSH
canina dentro del rango normal en perros con hipotiroidismo es que el análisis de la TSH
canina no puede detectar todas las isoformas de las tirotropinas circulantes y que, por lo
tanto, la medición por si sola de TSH canina tiene mediana sensibilidad para el diagnóstico
37
Siguiendo en este mismo grupo de pacientes con T4 Total canina disminuida y signología
clínica; se encontró que un 43,9 %, es decir, 18 de los pacientes, tienen un valor de TSH
canina aumentado (Gráfico 5.3). Dicho resultado difiere bastante con los valores obtenidos
por Melián en su artículo antes mencionado “Diagnóstico de hipotiroidismo canino e
hipertiroidismo felino”, publicado en la revista científica Vector Plus; donde el 72.9%, es
decir, 38 de los 48 de los perros hipotiroideos estudiados, tuvo valores altos de TSH canina.
Además, Durango asegura en su artículo publicado el 2008 que el incremento de la
concentración de TSH canina es específico para el diagnóstico de hipotiroidismo, si la T4
Total canina o T4 libre canina están reducidas. Por su parte, Melián informa en su
publicación “Concentración de TSH endógena: un nuevo test para el diagnóstico de
hipotiroidismo canino” que a medida que la glándula tiroidea va perdiendo su capacidad de
secreción de hormonas tiroideas, las concentraciones de TSH canina van aumentando para
intentar elevar las concentraciones de T4 hasta límites normales. Por su parte, Maurenzig,
el 2014 profundiza en este tema en su publicación “Medición de TSH canina y T4 total en
el diagnóstico y respuesta al tratamiento del hipotiroidismo primario” y explica que el área
tirotropa de la adenohipófisis detecta precozmente cambios mínimos en la secreción y
concentración de tiroxina; a medida que la enfermedad avanza, se compromete aún más la
secreción de T4 Total y el eje tiroideo se perturba, produciéndose una elevación franca de
38
hormona TSH canina, con el objeto de forzar la secreción tiroidea para mantener el
eutiroidismo en el organismo. En el perro adulto las anormalidades clínicas más constantes
del hipotiroidismo provienen del hipometabolismo celular que, al operar sobre el estado
mental y la actividad física, conduce al aumento del peso vivo. Los perros con hipotiroidismo
primario se caracterizan por presentar concentraciones bajas de T4 Total canina y altas de
TSH canina endógena. Por lo tanto, podemos afirmar en esta tesis, de manera certera, que
este conjunto de pacientes se trata del grupo de caninos que efectivamente poseen
hipotiroidismo, ya que cumplen con todos los parámetros para ser considerados
poseedores de esta enfermedad, tales como signos clínicos característicos de esta
patología, niveles de T4 Total canina disminuidos y una TSH canina sobre el rango de
referencia. Por consiguiente, podemos deducir que prácticamente 1 de cada 2 pacientes
hipotiroideos tienen una TSH canina aumentada.
Debido a estos resultados, podemos inferir que es probable que exista un factor genético
predisponente en Chile y a nivel mundial, que sea el responsable de que los caninos tengan
una disminución de T4 Total canina y desencadene finalmente la presentación de esta
enfermedad; pero que aún no se puede afirmar a ciencia cierta, ya que hasta la fecha dicha
premisa no ha sido estudiada en profundidad.
39
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
TSH canina normal TSH canina aumentada
Se suma como resultado a este grupo de pacientes sin signos clínicos que un 81,5 %,
representado por 22 pacientes que, además de no presentar signos clínicos, tenían una T4
Total canina disminuida y una TSH canina normal. (Gráfico 5.4). Este hecho es el que se
conoce como “síndrome del enfermo eutiroideo” y según McDermott en su publicación del
2013 “Endocrine Secrets” indica que los cambios en la hormona TSH canina del suero, la
hormona tiroidea sérica y los niveles de hormona tiroidea en los tejidos se producen en
pacientes con diversas enfermedades no tiroideas y la inanición. No es un trastorno primario
de la tiroides, sino que es el resultado de cambios en la secreción, el transporte y el
metabolismo de la hormona tiroidea inducida por la enfermedad no tiroidea. Además,
agrega que este síndrome se presenta comúnmente en perros críticamente enfermos. Por
su parte, Marca expone en su publicación “Hipotiroidismo canino: revisión y actualización
de su diagnóstico” que las concentraciones plasmáticas de T4 total pueden disminuir,
incluso gravemente, y es debido a varios factores; como algunos fármacos y numerosas
enfermedades no tiroideas que tienen efectos múltiples en la transferencia, distribución,
unión a las proteínas plasmáticas transportadoras, aumento de la degradación de T4 Total
41
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
T4 Total canina disminuida y TSH canina normal T4 Total canina normal y TSH canina alta
CAPÍTULO 6 - Conclusiones
II. El 56.1 % de los pacientes estudiados posee hipotiroidismo con una TSH canina
dentro del rango normal.
III. El 43.9% de los pacientes que padecen hipotiroidismo presentan una TSH sobre
el rango de referencia.
IV. Los pacientes con signología clínica de hipotiroidismo que presentan una TSH
canina alta y una T4 Total canina dentro del rango normal; corresponden al 12,8%
de los estudiados.
VI. El 81.5% de los pacientes del grupo sin signología clínica de hipotiroidismo
presenta una T4 Total canina disminuida y un valor de TSH canina dentro del
rango normal.
44
CAPÍTULO 7- Bibliografía
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Anexos
49
Tabla N°1: Resumen de los pacientes encuestados para signología clínica de hipotiroidismo
y sus valores respectivos de las hormonas tiroideas estudiadas.
35 1.28 0.063 2
36 <0.50 0.130 2
37 1.11 0.163 1
38 1.27 0.155 1
39 0.50 1.91 1
40 0.86 0.80 1
41 <0.5 0.22 1
42 1.26 0.108 1
43 0.79 0.10 1
44 1.13 0.368 1
45 1.47 0.731 1
46 2.06 0.662 1
47 0.858 5.0 1
48 1.13 0.237 2
49 1.46 0.749 1
50 0.984 0.293 1
51 <0.50 0.518 1
52 1.29 0.165 1
53 1.09 0.159 1
54 0.589 0.186 2
55 0.858 0.427 1
56 <0.50 0.20 2
57 0.803 0.254 2
58 3.09 1.05 1
59 1.21 2.15 1
60 1.03 0.248 2
61 1.04 0.069 2
62 0.667 0.265 1
63 1.03 0.3 1
64 1.01 0.802 1
65 2.68 0.513 2
66 1.01 0.041 2
67 1.21 0.089 2
68 2.69 0.605 1
69 <0.50 0.234 2
70 1.83 0.539 2
71 1.20 0.545 1
72 0.851 0.611 1
73 1.0 0.573 1
74 0.626 0.630 1
51
Signos Clínicos:
Si= 1
No= 2