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Tema 1 El impacto de la conquista: las crónicas de indias

La conquista del Caribe, América Central y América del Sur por parte de los españoles repercutió
en la vida cotidiana, la política y las relaciones internacionales de los países europeos, e influyó
notablemente en todas las ramas del conocimiento.
Le tocó al imperio español definir la naturaleza de los habitantes del Nuevo Mundo, convertirlos al
cristianismo, y construir toda una red administrativa para dominar el nuevo territorio e incorporarlo
al resto de la cristiandad.
No solo se descubrió una geografía inédita, sino también sociedades que abarcaban todos los
niveles de desarrollo, desde los pueblos nómadas hasta las grandes civilizaciones. De todo esto
hubo que dar cuenta a la corona y para ello se utilizaron tres tipos de texto: las cartas, las relaciones
y las crónicas. Estos fueron los primeros textos de la literatura hispanoamericana.

Normalmente, se establece una catalogación dependiendo de los temas que tratan, así el primero de
ellos se establece en el periodo del descubrimiento. El Diario de navegación de Cristobal Colón es
el texto inaugural de esta etapa. Es inaugural porque es el primero, pero además es el primero que
que va a describir unas tierras inéditas. Por este motivo, una de las características de este tipo de
textos es el hecho de que los autores no tenían modelos literarios para tratar el Nuevo Mundo y por
lo tanto los escritores utilizaran los modelos europeos que ya conocían.
Otro hecho relevante es que personas como Colón o Cortés no eran escritores, su cometido principal
era el de descubrir y conquistar, por lo tanto estos autores no tienen una intención escritural que
conecte con la tradición que presumiblemente imitan, y por lo tanto desempeñan esta tarea como
una obligación. Otro ejemplo de textos de la etapa del descubrimiento son las cartas de Américo
Vespucio.
Las cartas relatorias de Cortés tratan de un periodo posterior, el de la conquista, pero también son
escritas por obligación. La diferencia entre las de Colón está en que el estilo de Cortés responde a
un hombre que recibió una buena educación en Salamanca, y por lo tanto, sabía de retórica, en sus
textos aparecen reminiscencias de sintaxis latina y latinismos.
Sin embargo Las cartas relatorias de Cortés hay que distinguirlas de aquellos otros textos llamados
Relaciones de la conquista y la colonización, pues estos están escritos bajo unas condiciones
organizativas escritas que residen en un cuestionario oficial confeccionado y distribuido por el
Consejo de Indias.
Otro grupo de textos de esta época son las crónicas. Estos textos ya no se escriben sólo por la
obligación de informar a la corona, sino que también tiene una finalidad historiográfica. Para ello,
se necesita un historiador, pues la escritura de la historia debe ser realizada por letrados. No
obstante en el caso de las Indias existen numerosas excepciones, pues hace a capitanes y soldados
realizar una tarea para la que no están en condiciones de hacer. Por este motivo también
encontramos tantos pedidos de disculpas, que no solo manifiestan el tópico de la falsa modestia.
Entre las crónicas más famosas encontramos:
-La historia general y natural de las Indias de Fernández de Oviedo
-Hispania Vitrix que está formada por Historia general de las Indias y La conquista de México de
Francisco de Gómara
-Historia de las Indias y Apologética Historia de Bartolomé de las Casas.
-Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo
que destaca entre estos por su dominio narrativo, además las hazañas de los conquistadores son a
menudo equiparadas a las de los héroes épicos.

Estas historias generales de los nuevos territorios irán evolucionando hacia historias más
particulares como la que escribe el Inca Garcilaso de la Vega con La Florida del Inca, sus
Comentarios Reales y la Historia General del Perú. Hacia finales del XVII Antonio de Solís y
Rivadeneyra dará el paso definitivo hacia la consolidación de la disciplina historiográfica.

Todos estos ejemplos constituyen los primeros frutos literarios de la conquista. Son historias sobre
las hazañas del descubrimiento y la primeras impresiones acerca del Nuevo Mundo y sus habitantes.
Y por lo tanto es el material que les ofrece a los europeos las primeras concepciones acerca de los
indígenas, y su impacto se hizo sentir inmediatamente en la política civil y eclesiástica que se les
aplicará a los colonizados. Esto creará también graves discrepancias entre los colonizadores y los
misioneros acerca de si se les podía considerar hombres o esclavos naturales. La protesta de
Bartolomé de las Casas ante el trato dado a los indios de Santo Domingo y Cuba en su Brevísima
relación de la destrucción de las Indias, tuvo amplias resonancias en Europa y propició la creación
de la leyenda negra de la crueldad de la España colonial.

Pero no toda la literatura de estos comienzos proviene de los vencedores, la alfabetización y las
recopilaciones de los frailes proveen una visión de la conquista desde la perspectiva de los vencidos
como Los libros de Chilam Balam que son relatos proféticos que recuerdan la ruina de la
civilización maya. Otras fuentes que aportan la visión de los conquistados son el informe del inca
Titu Cusi Yupanqui, relato autobiográfico de la conquista del Perú y la Nueva coronica y buen
gobierno del mestizo Felipe Guaman Poma de Ayala.

Por último otros textos de la literatura hispanoamericana tratan el tema del descubrimiento, sin
embargo, no se pueden inscribir en estas categorías por no ser cartas, relaciones o crónicas, son
textos como La Araucana de Alonso de Ercilla; El Carnero, de Rodríguez Freile; Los infortunios de
Alonso Ramírez, de Carlos Sigüenza y Góngora; y El lazarillo de ciegos caminantes de
Concolorcorvo.

Tema 2 la épica hispanoamericana Alonso de Ercilla


La primera parte de La Araucana de Alonso de Ercilla, aparecida en Madrid en 1569, abre la serie
de poemas épicos de la literatura hispanoamericana colonial. Los críticos han intentado explicar la
fecundidad del género épico en esta época, basándose en aspectos como: la madurez de la lengua
española, la supremacía de la épica asegurada en las poéticas y preceptivas desde la Poética de
Aristóteles, y factores extraliterarios como: la política militar, el descubrimiento y conquista de
América y la expansión del imperio. Debido a estos aspectos la poesía heroica presentaba para los
hombres de aquella época el cauce idóneo para reflejar las hazañas realizadas, pero hay que tener en
cuenta que una abundante producción, no es sinónimo de calidad. La épica hispana dio en su
mayoría poemas mediocres.
El descubrimiento y la conquista de América originaron una épica que fue original por su
inspiración, en los temas y en algunos casos en la inmediatez de los acontecimientos, porque la
épica culta americana no pudo desprenderse de los tópicos del género, ingredientes que dan a estos
poemas un carácter uniforme, con un desarrollo y enfoque relativamente limitado a pesar de su
variedad argumental.
Se trata de un género muy consolidado ya desde la antigüedad. Tiene sus modelos clásicos en la
Ilíada y la Odisea de Homero, en la Eneida de Virgilio y la Farsalia de Lucano. Además continúa
la tradición italiana del Orlando furioso de Ariosto cuya influencia es esencial en la épica, y en
general para otros géneros de nuestros Siglos de Oro. Aunque su modelo indiscutible de
historicidad y realismo será el Poema del Cid, de donde extrae la simpatía o admiración por el
adversario, y también El laberinto de Fortuna de Juan de Mena.
Esta larga tradición de grandes modelos y el tono que hay que alcanzar podrían ser la explicación de
que la épica sea un género de cánones tan rígidos.
La poesía épica adoptó la forma estrófica de la octava real ABABABCC, y se dio en todos los
poemas épicos americanos, desde La Araucana hasta los últimos que aparecieron en la segunda
mitad del XVII como San Ignacio de Loyola de Hernando Domíngo Camargo. Además de las
diferentes combinaciones de la octava real, se emplearon distintos tipos de endecasílabos
fundamentalmente: sáfico, heroico, melódico y enfático. Aunque algunos poemas se escribieron en
otras combinaciones estroficas como es el caso de Historia de la nueva México de Gaspar de
Villagra o Thomasiada al sol de la iglesia de Diego Sáenz de Ovecuri.
Otro rasgo característico de la épica es su extensión. Debido a ello los poemas están divididos en
libros o cantos, normalmente la tradición lo hace en 24 12 o 10, pero existen poemas de menor
número.
También la tradición ha asentado en las bases de la épica ciertas fórmulas de estilo como la
fórmula de comienzo que consiste en exponer al principio del poema el tema de la obra y la
invocación a las musas para llevarla a buen término. O la técnica in media res que consiste en
empezar la obra en un punto tardío de la trama, aunque esta última característica a pesar de su
arraigo, no fue seguida por todos los poetas hispanos. En estrecha relación con ésta, está el recurso
por el cual el poeta no debe ser el narrador de los acontecimientos y debe ceder la palabra a alguno
de los personajes, aún así, en la épica hispanoamericana, el poeta se hace presente pues sucede que
normalmente participaba en los hechos narrados. Así la historia se llena de recuerdos personales a
imitación de Ariosto y también se introducen reflexiones éticas generalmente al comienzo de los
cantos.
En cuanto a los temas que trata la poesía épica son en su mayoría de trasfondo histórico bélico. Pero
en este ambiente beligerante se insertan los materiales amorosos y mitológicos. Esto no quiere decir
que no haya poemas épico religiosos o de temática medieval española como el Poema del asalto y
conquista de Antequera de Rodrigo de Carvajal y Robles.

Alonso Ercilla y La Araucana.

La lírica renacentista hispanoamericana


El descubrimiento de América fue de suma importancia en el Renacimiento contribuyendo con
nuevas concepciones filosóficas, jurídicas, políticas, sociales, etc. América recibe el Renacimiento y
llegan muchos de los nuevos ideales en cuanto las circunstancias lo permiten, por lo tanto, América
se incorpora a la cultura europea, y las principales resonancias artísticas que llegan son las ligadas a
la literatura y la historia de las ideas.
Estas primeras obras son las cartas, crónicas y epopeyas, que aparecen como consecuencia
inmediata de la conquista. Pero no se puede hacer una rotunda separación de géneros y así
encontramos partes líricas en las crónicas, y sobre todo en la epopeya, al mismo tiempo que va
naciendo la producción esencialmente lírica. A esto, hay que añadir la importancia que tuvieron los
escritores españoles que viajaron a América en la expansión de las típicas formas literarias
renacentistas. Su huella se percibe en la naciente lírica.

Lo primero que aparece son composiciones religiosas y heroicas de acuerdo a los intereses de la
época, pero poco a poco surgen otras manifestaciones como el tema amoroso, el mitológico, el de
reflexión moral y el juego de ingenio. Estas obras incipientes coinciden con la entrada en América
de las formas típicas del Renacimiento, que tienen sus raíces en los cánones italianizantes y
clásicos; temas formas y esquemas inconfundibles, de manera especial la construcción petrarquista
y el pensamiento platónico.
Pero también penetran con la lírica culta las manifestaciones populares, como el Romancero y las
canciones de tipo tradicional que llevan los conquistadores, que se prolongarán con las nuevas
creaciones americanas.
Volviendo a la lírica culta, en cuanto avanza el siglo y se produce cierta estabilidad social, su
producción aumenta y se establecen los grandes centros hispánicos en América que constituyen los
asientos dónde surge esa producción, sea de españoles avecindados como Gutiérrez de Cetina o
Juan de la cueva; o de nacidos en América como Francisco de Terrazas o Juan Pérez Ramírez. Estos
grandes centros aparecen primero en Santo Domingo y después en México y Lima. aunque este
reconocimiento no excluya otros lugares.
El primer documento que recoge composiciones de este momento inicial de las letras en Nueva
España es la recopilación titulada Flores de baria poesía recoxida de barios poetas españoles.
Los escritores peninsulares llevan al Nuevo Mundo temas, géneros y formas métricas difundidas en
España, tanto continuidades medievales como las nuevas formas italianizantes, así es sabido que el
poema más antiguo del Perú es una copla de arte mayor en metro de 12 A la muerte del Adelantado
Diego de Almagro.

Autores que sirvieron de enlace entre la poesía española y la americana fueron: Gutierrez de Cetina,
que ya era famoso en la península y su obra en el Nuevo Mundo no alcanzó mayor trascendencia,
como demuestra su Paradoja en alabanza de los cuernos. Aún así, fue un autor ejemplar para la
naciente poesía como queda reflejado por su nítida presencia en Flores de baria poesía...
Eugenio de Salazar y Alarcón sí escribió en América, pero no tuvo la repercusión de Cetina. Su
bibliografía comienza con sus cartas en prosa que se citan por su agudeza satírica, pero no es
despreciable su verso, donde sorprenden los toques descriptivos del paisaje, los localismos y
nombres indígenas como ocurre en su Descripción de la laguna de México, todo ello dentro de un
particular enlace entre las cosas de España y América. Así se explica su Epístola al insigne
Hernando de Herrera, donde se unen el elogio a los conquistadores, la riqueza de la conquista, las
alusiones clasicistas y el elogio a los poetas Europeos.
Otro autor que comenzó su producción en América, pero que alcanzó la fama a su regreso a España,
fue Juan de la Cueva que aquí escribió sus piezas dramáticas (comedias y tragedias), el poema
Conquista de la Bética y el Ejemplar poético, no obstante, de su obra americana destaca una
Epístola dirigida al licenciado Laurencio Sánchez de Obregón. Al igual que los de Salazar, los
textos de Juan de la cueva ofrecen unos testimonios sobre la naturaleza americana que abren un
panorama inusitado y que en rara ocasión será seguido, pues lo corriente será la insistencia en
paisajes aprendidos y repetidos por la tradición según los moldes renacentistas.
Por último, con Francisco Terrazas tenemos ya a un autor nacional. No hay muchas noticias acerca
de su vida pero se conoce la amistad que mantuvo con González de Eslava. Fue elogiado por
Cervantes en El canto de Calíope y también nombre importante en la Sumaria relación de las cosas
de la Nueva España de Baltasar Dorantes, donde se presenta ya muerto. De su obra se conservan
cinco sonetos incluidos en Flores de barias poesías..., una epístola y cuatro sonetos recogidos en un
cancionero toledano. Además también se conservan las décimas dirigidas a Eslava. A toda esta lírica
hay que añadir una epopeya titulada Nuevo Mundo y conquista.

Tema 3 teatro hispanoamericano del siglo XVI González Eslava


El primer problema del teatro hispanoamericano es el de la clasificación. Por lo general se
distinguen tres grupos de obras: las de teatro misionero, las de teatro escolar y las de teatro
criollo. Aunque todos ellos están dedicados a asuntos religiosos. Esto no es de extrañar, pues casi
toda la producción dramática del XVI gira alrededor del realce y la difusión de la doctrina católica.
Por lo tanto en América, tenemos un teatro en contacto con la población indígena (difusión) y otro
teatro para españoles y más tarde criollos (realce). Las representaciones dramáticas eran
patrocinadas por los dos instrumentos del control colonial: la Iglesia y la administración. Y sus
momentos las festividades eclesiásticas, destacando la fiesta de Corpus Christi además, y otros
acontecimientos como la llegada del virrey, la instalación de un arzobispo o la canonización de
Santos.
Esta supremacía del teatro religioso tradicional, ya en decadencia en España, se debe a la
importancia de la Iglesia en la vida cultural de indígenas y colonos, pues la iglesia fue la
herramienta ideológica para controlar los vastos territorios conquistados, y educar a los indígenas
para que fueran dóciles trabajadores y buenos cristianos. Esta característica pedagógica o
adoctrinadora se advierte en el teatro misionero.
El teatro hispanoamericano tuvo sus primeras tentativas durante el periodo de la conquista, entre las
gentes de Pizarro. Poco después, el teatro religioso europeo aparece en las iglesias que se levantaron
en el Nuevo Mundo. Pero este teatro no presenta muchas alteraciones, hay que esperar hasta
mediados del XVI para ver cierta renovación del repertorio y la introducción de algunos elementos
seculares. Parte de este cambio en el teatro religioso se debe a la influencia de los dramaturgos
españoles como Juan del Encina, Lucas Fernández, Gil Vicente, Torres Naharro y especialmente a
Lope de Rueda y Juan de la Cueva. No obstante, la asunción de los modelos estaba determinada a
las necesidades internas, y los dramaturgos de las colonias seguirán produciendo teatro religioso
hasta muy avanzado el XVII.
En cuanto al teatro misionero y sus características, podemos decir que las piezas eran breves y se
quebraban con música y baile. Los temas diferían, pero la mayor parte eran sacados de la Biblia y la
hagiografía y eran representados en iglesias, capillas abiertas o durante las procesiones. Los actores
eran miembros de las cofradías indígenas. Y aunque la base de este teatro misionero eran las obras
del teatro religioso medieval, muy pocas veces se mantenían fieles al introducirlos al nahuatl para
hacerlas más comprensibles a la mentalidad y cultura indígena. Los estudios del teatro misionero,
sus contenidos y formas revelan el interés ideológico de someter a los indígenas.

Por otro lado, cuando se estudia el teatro dirigido a los españoles y los criollos, se pone de
manifiesto los elementos seculares que utilizan las obras. El cultivo del entremés, la aparición de
palabras de origen americano y costumbres regionales se unen a elementos cómicos. Juan Pérez
Ramírez, Cristóbal de Llerena y González de Eslava, son los autores que cultivaron este tipo de
teatro. Además contamos con dos piezas de autoría dudosa: Triunfo de los santos y coloquio de la
nueva conversión y bautismo de los cuatro reyes de Tlaxcala en La Nueva España.
Las obras de Juan Pérez y Eslava parten del teatro religioso con intención alegórica lo que no
impide que intercalen elementos cómicos. La recurrencia de estos intervalos se remonta a la Edad
Media, pero no con los mismos fines. Entonces se hacían dichos cambios para aliviar tensiones en
las largas explicaciones doctrinales, pero es difícil creer que el teatro religioso que aparece a
mediados del XVI en América haya sido una fuente de tensión.
Sin embargo, no sólo se sigue con la práctica de introducir pasajes cómicos independientes, sino
que se hace un esfuerzo por integrarlos en la acción de la pieza. Otros elementos también se
modifican, como los personajes alegóricos que no siempre representan consistentemente los vicios
y las virtudes que encarnan.
La tarea del dramaturgo en este tipo de teatro consiste en tomar acontecimientos cotidianos y
dotarlos de significado, así hace Eslava en todos sus coloquios. La explicación del nexo entre lo
cotidiano y su proyección religiosa se da siempre mediante un diálogo entre un ignorante y un
iniciado en los secretos de la religión. Estos diálogos parecen una especie de técnica educativa, pero
no son más que pretextos para demostrar la perfección de la alegoría. Por otro lado, en los diálogos
de los vicios el lenguaje alegórico es abandonado y los personajes ilustran humanamente los vicios
que encarnan sus nombres, a veces con la ayuda de la comicidad.
Sobre la comicidad de Eslava se puede decir que su humor es primitivo y poco refinado. En sus
coloquios lo cómico puede aparecer de forma independiente o semindependiente.
La mayoría de los elementos cómicos echan mano del gracioso o simple, que no es el amable
gracioso lopesco, sino más bien un saco de vituperios soeces, que dirige sus insultos al resto de
personas ya sean vicios o virtudes. Otro personaje utilizado para la comicidad es el extranjero, ya
sea este turco o vizcaíno.
Quizá Eslava no fue el más prolífico de los dramaturgos, pero sus obras se conservan en mayor
número y por eso nos puede dar una idea de las corrientes de este tipo de teatro dirigido a españoles
y criollos.
Otra obra alegórica es Desposorio espiritual entre el pastor Pedro y la Iglesia mexicana, se trata de
una alegoría pastoril como la del coloquio III de Eslava, y aunque en esta ocasión el gracioso es
educado, compare con la de Eslava el deseo de perfección alegórica y un lenguaje elevado.
De Cristóbal de Llerena sólo se conserva un entremés. Interesa por su crítica a las autoridades
sobornadas por los piratas, convirtiéndolo en el primer desterrado porque la sátira política en las
colonias no se toleraba. A pesar de su brevedad, en ella encontramos elementos populares,
personajes y lenguaje del teatro de colegio y elementos alegóricos.
En cuanto al Triunfo de los Santos se suele poner al margen del teatro alegórico religioso, pero se
dirige al mismo público que las anteriores, y la alegoria no le es del todo ajena. Al llegar los jesuitas
a América e instituirse las representaciones escolares se pensaba que las piezas iban a ser escritas en
Latín con el objeto de enseñar las reglas de retórica clásica, pero si esto no estaba arraigado en
España, menos podía estarlo en América. Lo que sí quedo de ese concepto en el Triunfo fue su
estructura en cinco jornadas, el uso de un coro que canta himnos en latín, un lenguaje sumamente
retórico y los despliegues sanguinarios de Séneca. Por otro lado, su variada versificación (octavas,
liras, tercetos, canciones, versos sueltos y quintillas) eclipsa las elementales quintillas de Eslava.

Tema 4 la poesía barroca Sor Juana Inés de la Cruz y la prosa colonial Sigüenza y Góngora
La verdadera época colonial llega con el comienzo de la estabilidad política y social, por lo tanto,
España, una vez impuesto su dominio por las armas, se proyecta culturalmente en sus colonias
pudiendo hacer llegar al nuevo mundo las manifestaciones artísticas europeas del XVII.
Esta fue una etapa importante la literatura, y al mismo tiempo el momento del triunfo y expansión
del barroco en Hispanoamérica.
La literatura barroca alcanzó su mayor altura a través de la lírica, a la que se vincularon las
costumbres literarias más llamativas, como los certámenes y las academias literarias. Además la
mayoría de los autores que escriben en este siglo son líricos. Por otro lado, las influencias de estos
autores tienen también que ver con la lírica. Influyeron en América poetas como Góngora,
Quevedo, Lope, Garcilaso y Herrera; y autores clásicos como Horacio, Virgilio y Ovidio. Los temas
que trata la producción barroca en América son: el religioso, el amoroso, el pasaje, el homenaje, el
juego de ingenio y la sátira.
Luis de Tejeda, Hernando Domínguez Camargo, Juan del Valle y Caviedes y Sor Juana Inés de la
Cruz son los representantes del barroco hispanoamericano, pero de todos ellos, Sor Juana Inés es la
que con más fuerza llegó a España. Su obra es predominantemente lírica y nos prueba que no tuvo
equivalencia en la península, la cual fue publicada España en tres tomos que llevan por título
Inundación castalida, Segundo volumen y Fama y obras póstumas. Sor Juana practicó todos los
géneros y metros con gran destreza, pero su lírica personal fue la que más hizo por su fama.
Destacan sus poemas de circustancias, filosóficos religiosos y amor. Merece mención el poema
titulado El Sueño, un poema largo escrito en silvas y que presenta toda la variedad de
conocimientos de la poetisa: mitología, teología, patrística, ciencia, filosofía, fisiología... y que
cumple con una larga tradición de poemas oníricos para explicar el mundo. También escribió
villancicos, autos sacramentales, comedias y escritos discursivos como el Neptuno y la carta
atenagórica y la respuesta a Sor Filotea.

La prosa (falta)
Tema 5 poesía neoclásica: Bello, Olmedo y Heredia
El neoclasicismo se retrasa en llegar a Hispanoamérica obedeciendo al hecho de que el Barroco se
prolongó hasta bien entrado el siglo XVIII.
Esta etapa de la literatura se corresponde con la época final del final de la colonia, y por lo tanto,
con un período de transición política económica y social. No obstante se puede dividir en dos
períodos: el primero de penetración con autores como Olavide, Terralla y Landa y Lavardén; y otra
etapa de afirmación y diversificación con Bello, Olmedo y Heredia. En ambas es evidente que se
establecen contactos con las ideas de la Ilustración, pero algunos críticos han visto en la poesía
patriótica revolucionaria y libertaria ecos de romanticismo. Por este motivo se afirma que en la
literatura hispanoamericana se produce una relación de continuidad entre ambos movimientos. El
clasicismo racionalista, la objetividad como ideal artístico, el equilibrio, la tendencia a la
ejemplificación, el progresismo y filantropía, la importancia del acento político social, el
americanismo y el aumento de la sátira política y literaria serán algunas características del
neoclasicismo que muestra especial relevancia por la prosa ensayística. Sin embargo, en
hispanoamérica, la lírica es el principal exponente de esta literatura cuyos autores aparecen
recogidos en recopilaciones como Colección de poesías patrióticas o La lira argentina
componiendo una poesía con una fuerte intención política antiespañolista, pero que sigue la línea
europea consagrada por el absolutismo cultural y político contra el que lucha. Por lo tanto, no es
raro encontrarse junto a estos poemas de temática revolucionaria, poemas religiosos o de corte
Amoroso, sin olvidar los cantos al progreso y al filantropismo.
Estos temas son vertidos en obras que muy pronto son reemplazadas por la elegía o el madrigal y
sobre todo por el poema descriptivo y programático en busca de su realidad americana. Tal y como
sucederá después en el romanticismo con el cielito o el yaraví. No por ello desaparecerán los
sonetos, octavas reales, liras o tercetos
José Joaquín Olmedo en cuanto se analiza su obra dos poemas destacan por su tono grandilocuente
y adjetivación plástica de carácter épico: El canto de Junín o Canto a Bolívar y la Oda a Miñarica.
Su estilo neoclásico es el de una poesía de circunstancias, ligera, rococó y a veces irregular en sus
cantos poéticos. Sus primeros poemas siguen las directrices de la poesía española de las últimas
décadas del XVIII, imitando a Meléndez Valdés en su vertiente anacreontica y sensual en poemas
como: A una amiga o en Oda contra el vino.
Su poesía patriótica presenta enormes altibajos y sólo la parodia épica permite vislumbrar el estilo
majestuoso de las dos grandes odas mencionadas. También es reseñable su poema idílico amatorio
titulado Canción Indiana. Los personajes están sacados del indianismo iluminista europeo.
Completan su producción unos poemas didáctico moralizante junto a otros intimistas y devotos
Alfabeto para un niño, A su esposa y Décima. La única nota disonante en su exigua producción es
un romance satírico Sátira contra Irisarri.
Andrés Bello centró su intelecto en crear las bases que permitirían la independencia a las nuevas
naciones americanas. Su espíritu clasicista se forma a temprana edad a través del conocimiento de
los clásicos latinos y los españoles del siglo de oro. Y completa su educación con su amistad con los
Ustariz y los ratos de tertulia literaria y las excursiones con el científico Humboldt.
De esta primera etapa es su faceta periodística en la Gaceta de Caracas y El Lucero. Como poeta
en esta época no publicó, pero sus poemas eran aplaudidos en las tertulia caraqueñas. Fiel en todos
sus términos al clasicismo el Anauco es uno de los poemas más recordados.
Lo único que se destaca en esta etapa es su acercamiento a la temática americana a través de los
moldes clásicos y universales que ofrece el neoclasicismo.
En 1810 llega a Londres junto con Bolívar y López Méndez, comienza su etapa londinense llena
de penurias económicas debido a que en 1812 pierde su representación en la legación venezolana al
restablecerse el dominio español en Venezuela. Aun así su actividad intelectual fue fructífera.
Continua sus estudios y elabora su edición sobre el Poema del Cid y alcanza la cima como poeta y
periodista creando las revistas americanistas Biblioteca americana y Repertorio americano,
además compone sus dos poemas más célebres Alocución a la poesía y Silva a la agricultura en la
zona tórrida.
En su etapa chilena consiguió alejarse de las dificultades económicas. Gran filólogo, escribe sus
Principios de ortología y métrica de la lengua castellana, un análisis ideológico de la conjugación
castellana y su gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. En el campo
del derecho también destacan sus Principios del derecho de gentes y la promulgación del Código
Civil de la República de Chile. También realiza importantes aportaciones como crítico en la
revista El Araucano. La poesía de Bello en esta etapa es de escaso interés, poemas en los que
aparecen leves acercamientos al estilo romántico.
José María Heredia su niñez estuvo marcada por la emigración repetida de familia a causa de la
guerra. Su educación fue atendida por su padre. En su juventud escribe sus primeros poemas, su
primera obra dramática Eduardo IV o el usurpador y el sainete El campesino espantado. A los 18
años revela su ingenio con poemas como España libre, Himno patriótico al establecimiento de la
Constitución y una de sus mejores composiciones En el teocallí de Cholula. Su obra completa
incluye poesía civil en la que recrea las luchas por la independencia, de las que fue testigo, con la
concepción de español liberal de América. Algunos de sus poemas amorosos quedaron confinados
entre “las poesías amatorias” de su cuaderno Obras poéticas. En este y en el de Ensayos poéticos
aparecen los sonetos La envidia, La avaricia y Soneto. Estas tres vertientes de su etapa juvenil se
enriquecerán progresivamente en etapas sucesivas y su visión patriótica se verá asociada a
emociones amorosas y espirituales. Aunque fueron pocas sus composiciones distintivas de su
encendido patriotismo, La estrella de Cuba, A Emilia e Himno del desterrado bastaron para que
José Martí afirmara que Heredia había despertado en los cubanos la pasión por la libertad.
José Joaquín Fernández de Lizardi fue autor de innumerables panfletos, fundador y redactor de
diversos periódicos, compaginó su labor como publicista y periodista con la de novelista siendo así
el primero en publicar una novela propiamente hispanoamericana. Autor de una extensísima
bibliografía que incluye folletos, periódicos (El Pensador Mexicano, El conductor eléctrico),
misceláneas, calendarios, poesías, fábulas, obras dramáticas y novelas, entre las que se cuenta El
Periquillo Sarniento, novela de la Independencia mexicana. En ella narra las aventuras de un pícaro
y aprovecha para realizar críticas morales de la sociedad colonial.

Tema 6 la novela romántica hispanoamericana


El auge de la novela hispanoamericana tiene lugar durante el Romanticismo. Antes se producen
algunos tanteos narrativos coma El Periquillo Sarniento de Lizardi que se mueve entre el
iluminismo francés del XVIII y la picaresca el XVII, pero sin continuidad efectiva. El proceso
narrativo en Hispanoamérica es discontinuo hasta 1840. Anteriormente, también encontramos la
novela histórica Xicotenctl, sin embargo, aún mantiene las líneas clasicistas y por otro lado, es
considerada la anticipación de la novela indigenista. Otra anticipación del movimiento romántico es
El matadero de Esteban Echeverría.
La entrada del romanticismo en Hispanoamérica fue tardía respecto a los países europeos debido a
la falta de modelos culturales idóneos y a la conflictividad ideología. Al margen de estos obstáculos,
se introdujeron otros modelos foráneos que configuraron los distintos géneros novelisticos,
arrancando el proceso de la interpretación del sentimiento de la naturaleza y del exotismo desde la
perspectiva europea, ya que esta es la realidad concreta de los autores hispanoamericanos. De la
conjunción de estos modelos, Chateaubriand, Cooper y Scott entre otros aparece el género y
indianista con Netzula de Lafragua. Este metagénero se ambienta en espacios de exultante
naturaleza en los que se muestra idealizada la cultura y costumbres de los indígenas, todo ello sirve
para mostrar el proceso amoroso entre indios y blancos o de indios.
El género indianista llega a su esplendor con Cumandá de Juan León Mera. Esta obra demuestra el
conocimiento de Mera sobre el espacio social y además que está documentado en la historia de las
misiones, las tensiones de las tribus orientales y la ferocidad de los jíbaros. Su modelos es Pablo y
Virginia de Saint Pierre y la poetización de la naturaleza de Chateaubriand. De esta obra se extrae la
ideología del autor: la sociedad civilizada y los gobiernos son los responsables de la aculturacion de
las tribus.
Otro metagénero de la novela romántica es la novela abolicionista que aparece en Cuba y cuya
representación más significativa es Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda. La novela sentimental
también se da en el romanticismo hispanoamericano en donde juegan un papel principal las
emociones, la hipersensibilidad psicológica, los sentimientos amorosos y la proyección subjetiva
sobre el paisaje. Esta categorización tiene sus raíces a finales del XVIII y al margen del sentimiento
latente en la novela Indiana la primera novela de esta serie es Soledad de Bartolomé Mitre, y su
culminación María de Jorge Isaacs.
También hay un apartado para la novela histórica dentro del romanticismo. En Europa surge a
principios del XIX y se produce gradualmente en hispanoamericana en un tiempo de crisis y
afirmación del nuevo estatus político y socioeconómico. Los narradores se sienten fascinados por el
pasado, pero sustituyen la cabellera medieval, por la época de la conquista española y el pasado de
sumisión virreinal como ocurre en las novelas Gonzalo Pizarro de Manuel Ascensio Segura o
Nezahualpilli de Juan Luis Tercero. Este tipo de novelas culminan en el equilibrio expresivo y rigor
histórico del Enriquillo de Manuel de Jesús Galván. En estas novelas los escritores utilizarán los
principales acontecimientos que se daban en las colonias y algunas obras reflejan los procesos
inquisitoriales como La novia del hereje de Vicente Fidel López que también comparte el tema de la
piratería con otras cuantas novelas. Los sucesos de los conflictos y la estructuración que se da en el
XIX sirven de fuente para obras como Amalia de Juan mármol, Los bandidos de Río Frío de
Manuel Payno y El Zarco de Altamirano
Tema 7 poesía gauchesca
La poesía gauchesca es un género poético que aparece en la segunda mitad del XVIII escrito casi
siempre por autores del litoral argentino y las llanuras uruguayas. Sus poemas más importantes han
sido obra de poetas urbanos, pero sus personajes suelen ser gauchos y los textos quedan marcados
por los arcaísmos y la fonética de esta clase social. Su tema, por lo tanto, es rural y describe la vida
y aventuras de esta gente. La métrica usada es el octosílabo pero difiere de la poesía tradicional en
las estrofas y la disposición rítmica, pues usa octavillas, romances asonantados monorrimos,
redondillas y la exclusiva sextina hernandiana (abbccb). Se trata de una poesía narrativa y dialogada
con abundantes textos autobiográficos.
Su iniciador fue Bartolomé Hidalgo poeta formado en los modelos neoclásicos y sus primeros
textos gauchescos son cielitos con contenidos revolucionarios. Fue el primero en elegir como
protagonista al gaucho y en usar el costumbrismo del asombro campesino ante la fascinación del
mundo urbano y adoptar la forma dialogada.
En este periodo comenzaron a aparecer más poemas gauchescos anónimos que trataban problemas
políticos y sociales. Y entre 1830 y 1834 empezaron a aparecer periódicos políticos como El
Gaucho, que editó Luis Pérez siendo el primero en utilizar esta poesía en las luchas civiles
argentinas adelantándose a Hilario Ascasubi el autor que ha dejado la obra más voluminosa del
género con unos 30.000 versos. Dos de sus obras principales son: La refalosa y Isidora la gaucha
arroyera, federala y mazorquera. Discípulo declarado de éste fue Estanislao del Campo con su obra
Fausto que inserta el tema culto de la ópera homónima en una obra dicha en el habla de un gaucho.
Otro autor que hay que nombrar es Antonio Lussich y su poema Los tres gauchos orientales, pero la
cumbre de la poesía gauchesca se reserva para Martín Fierro de José Rafael Hernández. Numerosos
críticos afirmaron que compuso el poema de forma improvisada, pero hoy se sabe que Hernández
leyó a todos sus precedentes en el género, y que conocía bien la poesía romántica. Tres fueron los
fines de su obra: hacer un retrato del gaucho, denunciar las injusticias a las que era sometido y
ganarlo para literatura. Martín Fierro se publicó en dos partes La ida que es un típico poema de
protesta social y que incita a la rebelión sin proponer soluciones; y La vuelta que es un poema
didáctico y positivo que se dirige a los gauchos. En esta segunda se aprecia una composición más
lenta y cuidada con preeminencia de los parajes costumbristas y pintorescos, personajes y acciones
dramáticas más ricos, y hasta la inserción de un genero tradicional: la payada final entre el Moreno
y Fierro.
En la ida encontramos elementos líricos para expresar el dolor del que canta, y elegíacamente
recuerda, y elementos dramáticos narrativos para contar los hechos de un pasado viviente. En la
vuelta el relato de los personajes es típicamente teatral y remata en la payada que vuelve el poema
al canto lírico. Todo el poema está contado como el recuerdo de hechos pasados, pero en los
momentos de acción se pasa al plano de lo inmediato. Internamente se puede describir como una
serie de autobiografías que van diciendo los personajes, y es que sus versos están compuestos para
ser dichos y escuchados, y no leídos. Su lenguaje sencillo y casi todas las estrofas están construidas
en tres partes: los dos primeros versos introducen el tema; los dos centrales sirven para comentar y
extender ese tema; y los dos finales rematan con un refrán, dicho o apotegma. Cada sextina es un
poema con un tema concreto y centenares de ellas rematan con un proverbio.

Tema 8 realismo y naturalismo


La persistencia del romanticismo retrasó el salto desde los círculos de la subjetividad, el
sentimentalismo, la desilusión y la nostalgia por el pasado, a los círculos de la realidad, la
verosimilitud y del intento de lograr una figuración realista.
Esta nueva corriente proviene del costumbrismo y de la difusión de los realistas europeos, y su
desarrollo está favorecido por el periodo de estabilidad política en algunos países, y la bonanza
económica. Aun así es difícil establecer una cronología precisa ya que en el período de transición
entre géneros se dan confluencias de los procedimientos narrativos como el caso del Corpus
novelístico de Eduardo Acevedo Díaz que siendo publicadas dentro de la época realista-naturalista
aun se vinculan con el romanticismo como Ismael o Nativo. Otro ejemplo del romanticismo en esta
época realista es La Calandria de Rafael Delgado. A pesar de la asincronía de la aparición del
realismo en Hispanoamérica, aparecen unos cuantos núcleos geográficos donde se impone el
realismo en fechas concretas, como es el caso de Argentina con el grupo de los 80 o en México con
La Parcela de López Portillo. Otro centro geográfico que se puede fechar con exactitud es Perú con
la novela Sacrificio y recompensa de Mercedes Cabello de Carbonera.
Esta misma asincronía de superposiciones narrativas se da en el naturalismo, que como sucedió con
el realismo se concentra en núcleos geográficos. Para delimitar con claridad cada una de las
corrientes hay que recordar que la reorganización social y la introducción de las nuevas líneas de
pensamiento en Hispanoamérica fueron lentas y discontinuas. Los núcleos geográficos del
naturalismo fueron Buenos Aires, Uruguay, México y Puerto Rico. El introductor de esta corriente
literaria fue el argentino Eugenio Cambaceres con su obra Pot-pourri pero será su novela Sin rumbo
la que se consagre como la primera novela hispanoamericana netamente naturalista. En la narrativa
uruguaya encontramos Gaucha de Javier de Viana
El naturalismo se produce de una manera distinta en Puerto Rico ya que aún no había llegado la
Independencia. Se pueden encontrar ciertos elementos naturalistas en las novelas Inocencia de del
Valle Artiles y en La pecadora de Salvador Brau el primer autor netamente naturalismo es Manuel
Zeno Gandia con su obra La charca, primer testimonio de infadesarrollo del campesinado, del
autoritarismo de los explotadores, de la ruptura de los códigos de comportamiento moral y las
situaciones límite de violencia. En esta novela Zeno Gandía expone la solución regenerativa para
conseguir un adecuado desarrollo rural a través de los personajes del doctor Pintado y Juan del
salto.

Tema 9 caracteres generales del Modernismo hispanoamericano


El modernismo es el primer movimiento literario original de Hispanoamérica. Un movimiento que
no nace en un manifiesto sino de la suma de actividades individuales regidas por una actitud común
frente al arte y la vida. Esto no quiere decir que no surja de la nada, al contrario, el movimiento
tiene sus raíces en el romanticismo, el simbolismo y el parnasianismo, pero su originalidad radica
en la síntesis que hace de estas corrientes, no copiandolas sino creando algo nuevo. La libertad del
romanticismo se une al predominio de la forma sobre el contenido, al empleo de palabras con un
sentido que va más allá de su significado. Esto es iniciado por el simbolismo de Verlaine y
Baudelaire. Pero también se mezcla con la búsqueda del arte puro exento de emociones subjetivas y
la belleza descriptiva del parnasianismo de Gautier y Lisle.
Por lo tanto el modernismo es armonía, color y perfección de formas, pero también fascinación de
los sentidos y expresión de sentimientos y angustias existenciales. Su máximo exponente fue Rubén
Darío, pero hasta llegar a él, otros autores comenzaron a caracterizarse por el idealismo, el
esteticismo y el rechazo del realismo como Silva Martín Díaz, Rodríguez Larreta, Nájera y Casal,
aunque para concretar hay que decir que se manifestó primero en la prosa de Martí y de Nájera.
Entre estos autores hay una diferencia en sus innovaciones. Mientras que el cubano cultiva un estilo
de raíces clásicas, el mexicano se inclina por un estilo influido por los autores franceses del
momento. En Martí los elementos franceses están asimilados, mientras que en Nájera se
transparentan de manera directa.
La prosa del período parisiense en el modernismo, y que tiene su revelación excelsa en Azul de
Rubén Darío es deudora de la de Nájera, variante afrancesada renovadora y vigorizante de la
literatura, pero ésta no triunfó como forma permanente, pues después se impuso la modalidad de
raigambre española y que Martí estrenó en su prosa rítmica y cromática. Aun así hay que remarcar
que cada autor en su afán experimentador fue por su propio camino, y por eso no habría una
definición que pudiera aglutinar todos los atributos estilísticos e ideológicos de los poetas y
prosistas de las primeras generaciones del modernismo. Los inicios de Nájera y Martí siguen
evolucionando con la obra de Lugones, Nervo, Herrera y Reissig y James Freire hasta desembocar
en el versolibrismo, la ironía y la vuelta al tradicionalismo hispánico. La época modernista
corresponde a un periodo de turbulenta metamorfosis cultural y social, y el deseo de abarcarlo todo
crea conceptos confusos por mezclados. Sin duda, fue el positivismo el que preparó el terreno para
la aparición del modernismo y lo que hizo que despertara en la literatura el deseo de recibir
influencias extranjeras.

Tema 10 José Martí


Los rasgos que más sobresalen de la literatura Martiniana son su naturalidad y su novedad. No cabe
duda de que el concepto de lo natural tuvo gran importancia para él, pues aseguraba que el mestizo
natural había vencido al criollo letrado artificial. Para Martí el mestizo autóctono representaba la
naturaleza mientras que el criollo exótico estaba hornado de falsa erudición. Por lo tanto el mestizo
es el protagonista de la verdadera historia y es la fidelidad a su historia lo que está en la raíz de sus
letras.
Martí prestó suma atención a los aspectos formales en la obra de arte, y aunque él decía que no era
poeta el que ponía en verso la política o la sociología, al repasar su obra nos encontramos con textos
a la vez literarios y políticos. A pesar de que la naturalidad para él significa la espontaneidad, la
impresión que ofrecen sus textos es la de un amplio conocedor de los clásicos y modernos de
muchas leguas. Muchos estudiosos afirman que la faceta política de Martí obstaculizó su faceta
como escritor, pero lo cierto es que lo mejor de su obra son las cartas, las arengas y las crónicas, y
la ficción ocupa una porción minúscula de su escritura.
Lugar primordial en sus letras lo ocupa el periodismo; no obstante, Martí se opuso al realismo
ramplón, meramente especular de ciertos positivistas y a las estrecheces de un materialismo vulgar.
Este rechazo lo preparó para un realismo creador. El despego de Martí hacia los géneros de ficción
es esencial en su teoría y práctica literarias. Esto se observa en lo que se llama literatura factual. La
variedad de los trabajos periodísticos de Martí es un muy grande, entre ellos hay ensayos
sociopolíticos, artículos de fondo, críticas, epopeyas o ensayos bibliográficos, crónicas e incluso
obras para niños y muchachos.
Por último sus discursos, generalmente políticos, suelen ser ejemplos de literatura de circunstancia.
En cuanto a su poesía, de la que él mismo dejó observaciones de su mayor valor para apreciar, sus
obras anteriores al Ismaelillo se entroncan en el romanticismo y sus ramalazos se sentirán aún en los
Versos libres. En general en su obra se advierten dos vertientes mayores: sus endecasílabos sin rima
y violentos Versos libres y Versos cubanos, y por otro lado, la poesía de arte menor de Ismaelillo,
La edad de oro y Versos sencillos, una poesía serena en estrofas de la poesía popular española como
villancicos y coplas
Es Martí quien inicia la nueva literatura en América que alude claramente al modernismo, una
literatura genuina, natural y fiel a las exigencias del mundo nuevo por el que luchó y murió.

Tema 11 Rubén Darío


Su perfil humano, la significación de su obra, la fuerza aglutinadora para captar voluntades poéticas
en uno y otro continente, y la huella que dejó en los escritores de habla española que van a
continuar su rastro le configuran como un ser excepcional.
Rubén Darío se formó literariamente en el clima de la segunda generación de escritores románticos
e identifica la literatura con la profesión periodística y con cierta influencia francesa. También lee
con interés a los clásicos españoles: Santa Teresa, Cervantes, Lope, Góngora y Quevedo. Frutos de
estas experiencias es su primer libro de versos Epístolas y poemas que se publicó con el título de
Primeras notas, en donde está presente la métrica clásica.
Durante su estancia en El Salvador conoce a Francisco Gavidia, quién le aficiona a la lectura de los
escritores franceses contemporáneos, sobre todo Víctor Hugo.
En Chile publica en 1887 Abrojos, Rimas y al año siguiente Azul. Abrojos supone el equilibrio entre
clasicismo y romanticismo, y a partir de aquí irá perdiendo los signos lógicos, racionales e
intelectualistas, para dar más cuerda a la intuición, el sentimiento y a los elementos irreales de su
visión poética. Y Rimas, no sólo por el título, sino por la carga emocional que posee y su expresión,
se encuentra próximo al sentimiento becqueriano.
A estos trabajos hay que añadir sus colaboraciones en El Heraldo y en la Revista de Artes y
Letras. En 1888 pública Azul, un libro clave por ser básico para la trayectoria del modernismo
hispánico. El libro tiene dos partes diferenciadas Cuentos en prosa y El año lírico en verso. La lírica
recogida en Azul tiene un innegable gusto por los siglos galantes franceses con escenas en Palacios
Versallescos, evocaciones de gnomos y hadas, y el deslumbramiento de los elementos irreales y
fantásticos, así como, la preferencia de elementos exóticos y temas orientales puestos moda en
Francia por Gautier. También se aprecia la influencia parnasianista de Leoconte de Lisle en la
evocación de la mitología griega, con una incidencia mayor en la prosa de los cuentos.
Se aprecia que vuelve a adquirir el gusto por los métodos tradicionales de la poesía española
aurisecular, como el endecasílabo y el alejandrino, pero con nuevas soluciones y licencias pausales
también renueva el eneasílabo adaptándolo a la métrica de los antiguos rítmicos clásicos
combinando sílabas breves y largas.
En Argentina publica Los Raros y Prosas profanas. En los raros se recogen 20 semblanzas de
escritores que atraían la atención de los modernistas. Este tipo de evocación mantiene fronteras
imprecisas entre el artículo, la crónica, la impresión, la divagación o semblanza. En Prosas
profanas y otros poemas destaca el cárter esteticista, el predominio parnasianista, la plasticidad, las
suntuosidades expresivas y las novedades del vocabulario, así como en la métrica.
Algunos de los poemas que aquí aparecen tienden a un intimismo de gran importancia en la
evolución posterior en donde Rubén Darío tomará una actitud más filosófica.
Ya en España Rubén Darío pública en Madrid Cantos de vida y esperanza. Como temas básicos se
podrían resumir en: profundas preguntas e interrogantes existenciales, la inquietud anti-Yankee, la
esperanza, la melancolía, la naturaleza y el destino del hombre, el dolor y el sufrimiento de la vida,
y la seducción de la carne con acentos vigorosos, pero con notas melancólicas. Cantos de vida y
esperanza es la obra en la que Rubén Darío mira hacia atrás para dejar en sus páginas una gran
nostalgia.
Aunque destacó principalmente en la lírica, dejó su impronta en el periodismo, el cuento y en la
novela, género este último donde su labor queda siempre fallida. Su narración breve en forma de
cuento se apega a la labor poética y periodística, los comienzos de su relato aparecen dispersos
entre sus artículos, su segunda etapa está influenciada por el cuento francés y finalmente el periodo
entre 1893 y 1898 supone la etapa más importante como narrador por su refinada elaboración
formal y por su intensidad y originalidad.

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