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3. ¿Qué es un anticuerpo humanizado? ¿Por qué tiene especial utilidad?

El reconocimiento de un componente protector (anticuerpos) en el suero de pacientes convalecientes de enfermedades


infecciosas, marcó los inicios del desarrollo de la medicina preventiva (1). El uso de estos anticuerpos protectores como
fracciones de inmunoglobulinas crudas que se unen a los antígenos representó el primer tratamiento efectivo de numerosas
enfermedades infecciosas (tabla 1).

Los anticuerpos, también denominados inmunogloblulinas (Ig), son glucoproteínas especializadas que hacen parte de la
inmunidad humoral; son producidas por las células del sistema inmune llamadas células B, que tienen la capacidad de reconocer
otras moléculas específicas llamadas antígenos (2).

La respuesta inmunológica específica se desarrolla cuando un organismo ha sido expuesto a uno o varios antígenos, originando
una respuesta policlonal, es decir, la producción de anticuerpos contra un rango amplio de estructuras presentes en los
antígenos. Por el contrario, la respuesta monoclonal se da por la selección de un solo clon activado de células B que produce un
anticuerpo para un determinante antigénico único

Un anticuerpo monoclonal es un anticuerpo producido por un solo clon de linfocitos B.1 Los anticuerpos monoclonales (en
acrónimo mAB, de la frase en inglés con idéntico significado que en español: monoclonal antibody), son anticuerpos idénticos
porque son producidos por un solo tipo de célula del sistema inmune, es decir, todos los clones proceden de una sola célula
madre.2

Según su origen, podemos distinguir entre 4 tipos de Anticuerpos Monoclonales, los cuales se diferenciar principalmente en su
composición y diferente antigenicidad que presentan en el organismo:

Murinos, Quiméricos, Humanizados y Humanos.

Los anticuerpos monoclonales (AcMo) ejercen sus actividades de manera muy diversa dependiendo de las dianas que se
encuentren afectadas. En su acción también van a tener vital importancia los diferentes tipos de anticuerpos existentes. La
propiedad de los anticuerpos de unirse con alta especificidad y afinidad a una molécula blanco permite su utilización como
herramientas esenciales en investigación biomédica y clínica, las cuales han probado ser invaluables para (4, 5):

1. detectar y cuantificar niveles de expresión de genes;

2. determinar la localización de la expresión de genes a nivel celular, subcelular y en los tejidos;

3. identificar las interacciones moleculares con los productos de genes, por ejemplo, la inmuno-precipitación;

4. identificación de marcadores fenotípicos únicos de un tipo celular particular; ésta es la base de la moderna clasificación de
linfocitos y fagocitos monucleares;

5. inmunodiagnóstico: en el diagnóstico de muchas enfermedades infecciosas y sistémicas al permitir la detección de antígenos


y anticuerpos específicos en la circulación o tejidos usando anticuerpos monoclonales en inmunoensayos, y como marcadores
específicos para el diagnóstico por imágenes;

6. diagnóstico y tratamiento de tumores específicos: los anticuerpos monoclonales se usan en la detección de tumores mediante
técnicas inmunológicas de diagnóstico y para la inmunoterapia de tumores in vivo;

7. análisis funcionales de moléculas de la superficie celular o de proteínas secretorias;

8. en la investigación inmunológica, los anticuerpos monoclonales que se unen a las moléculas de la superficie celular que
puedan estimular o inhibir funciones celulares particulares, son una herramienta invaluable para definir la función de moléculas,
incluidos los receptores para antígenos;

9. en el estudio de los procesos de interacción hospedero-agente infeccioso, las aplicaciones de los anticuerpos monoclonales
son prácticamente ilimitadas no sólo en los estudios funcionales sino, también, en la selección de posibles blancos terapéuticos
y de candidatos para vacunas o el desarrollo de anticuerpos anti-anticuerpos (antiidiotipos) como vacunas.

En función de su actuación o mecanismo de acción estos pueden ser clasificados en tres diferentes tipos:

 Inmunomoduladores: la célula diana está inhibida de forma natural.


 Inmunodepresores: como el Rituximab, que produce la eliminación de los linfocitos B.
 Bloqueantes: actúan sobre linfocitos Treg.
Todos estos además pueden realizar numerosas acciones como son:

 Bloqueo de la interacción entre el receptor y el ligando.


 Activación del complemento por lisis celular.
 Lisis celular mediada por Anticuerpos.
 Activación de células T y de mecanismos efectores.
 Inducción de Apoptosis.
 Inhibición de traducción de señal o de la activación de los receptores.

La producción de anticuerpos monoclonales se estableció con la tecnología creada en 1975 por Georges Köhler y César Milstein,
que consistía en la generación de una línea celular estable, secretora de un isotipo determinado de inmunoglobulina contra un
antígeno específico, fruto de la fusión de dos células diferentes por medios físicos y químicos (polietilenglicol-centrifugación)
(figura 2).

La primera célula involucrada es un linfocito B de un animal previamente inmunizado con el antígeno de interés, que aporta la
memoria inmune y la capacidad de producir anticuerpos contra el antígeno específico. La segunda es una célula tumoral de
mieloma no secretora de anticuerpos, deficiente en la enzima hipoxantina-guanina-fosforribosil transferasa (HGPRT), útil en el
proceso de selección posterior de los hibridomas, que aporta su capacidad de división ilimitada (inmortalidad). De esta unión
surge un tipo de célula inmortal con la capacidad virtualmente ilimitada de producción de anticuerpos monoclonales, llamada
hibridoma (3, 4).

Dos características de la hibridación de estas células somáticas son de extremo valor: 1) es uno de los métodos básicos de
producción de anticuerpos monoclonales contra un determinante antigénico conocido, y 2) se puede utilizar para identificar
antígenos desconocidos presentes en una mezcla, puesto que cada hibridoma es específico para un solo determinante
antigénico (1, 3).

En la actualidad se han incorporado técnicas de biología molecular e ingeniería genética que han ampliado el horizonte de la
generación de los anticuerpos monoclonales y sus usos. Desde que se introdujo el primer anticuerpo monoclonal producido por
la tecnología del hibridoma para uso clínico, en pacientes con rechazo primario de trasplantes, se observó que estos anticuerpos
monoclonales, por ser de origen de ratón, generaban intensas respuestas de hiperreactividad en los pacientes (7). Consecuente
con ello, se han desarrollado diferentes técnicas para minimizar los componentes generadores de esta respuesta. Igualmente,
han permitido el desarrollo de métodos in vitro de generación de anticuerpos monoclonales en bacterias mediante transgénesis
con las secuencias de interés.

En 1985 se crearon los primeros anticuerpos quiméricos humanos a partir de ratones, con la tecnología del ADN recombinante,
en la cual los genes que codifican la región variable de las Ig de ratón se unen con genes que codifican la región constante
humana para, luego, ser insertados en células de mieloma, donde producirán nuevas moléculas de anticuerpo que tendrán una
parte humana pero que tienen la unión específica del antígeno (Fab) generada en ratones (1, 5) (figura 3).

Una de las limitaciones presentadas con la quimerización de anticuerpos monoclonales de ratón es la baja frecuencia de
transformantes que produzcan el anticuerpo quimérico.

Aunque los anticuerpos monoclonales quiméricos son menos inmunogénicos que los anticuerpos monoclonales de ratón, se
han observado respuestas importantes de tipo anticuerpo-antiquiméricos en el 40% de los productos que se han usado en
humanos (7).

En 1986 se incorporó la técnica de humanización de anticuerpos con el objetivo de minimizar los componentes del anticuerpo
de ratón, generadores de la respuesta inmune. La construcción de anticuerpos monoclonales humanizados se da gracias a la
ingeniería de proteínas (7). En este proceso se transfieren los CDR provenientes de las Ig de ratón a estructuras de las regiones
variables de cadenas pesad as o ligeras de una Ig proveniente de una especie diferente, en este caso, la humana (5, 6).

La estructura molecular de los AMC puede ser mejorada cambiando, reemplazando o eliminando algunos fragmentos (Ver Tabla
1), lo cual posibilita propiedades terapéuticas más adecuadas que incluyen:

1. Reducir la respuesta humana anti-murina, con la generación de AMC quiméricos o humanizados.

2. Realzar las funciones efectoras de la fracción Fc.

3. Alterar la farmacocinética del aclaramiento plasmático y a nivel corporal total.

4. Incrementar la penetración del AMC dentro del tejido al cual se dirige.

5. Incrementar la afinidad por ciertos tejidos.

6. Desarrollar inmunoglobulinas conjugadas con drogas, toxinas, modificadores de la respuesta biológica, isótopos, etc. que
cumplan funciones terapéuticas específicas.

Una de las variaciones importantes en la estructura de los anticuerpos fue el cambio de las regiones constantes de los AMC de
murino a humano, lo cual contribuyó a una menor inmunogenicidad y a una mejor actividad efectora de la región Fc (Anticuerpos
quiméricos). Un avance mayor se logró cuando se reemplazó toda la molécula del anticuerpo con una Ig humana a excepción
de los determinantes antigénicos (Anticuerpos humanizados) (7-11)

OPCIONAL

La progresiva adquisición de conocimientos acerca del sistema inmunitario de los seres humanos y el continuo avance de la
investigación farmacológica, han permitido disponer actualmente de alternativas terapéuticas basadas en los anticuerpos, que
pueden modificar la progresión de diversas enfermedades crónicas incapacitantes. Además, se espera que la tecnología de los
anticuerpos monoclonales permita en un futuro alcanzar nuevos objetivos, como el tratamiento del cáncer, para lo que ya se
está utilizando en parte y que está en proceso de investigación, al dirigir específicamente ciertos agentes radiactivos o
citotóxicos contra las células tumorales, según el conecto de “bala mágica”. Desde el descubrimiento de la vacunación a finales
del siglo XVIII, nuestra comprensión del sistema inmunitario ha aumentado notablemente.

En la actualidad, se reconocen que mecanismos del sistema inmunitario similares son responsables de las enfermedades
autoinmunitarias, la alergia, el rechazo de los trasplantes y la inmunidad tumoral. La descripción del primer antígeno de
histocompatibilidad humana (HLA), por Jean Dausset, en 1958, represento un avance fundamental en la comprensión de los
mecanismos mediante los cuales el sistema inmunitario distingue aquellas células propias de las “extrañas”. Cuando el sistema
inmunitario no reconoce algún antígeno HLA expresado por una célula, se estimula entonces la formación de inmunoglobulinas,
con el fin de destruir dicho elemento “extraño”. Este proceso explica tanto la respuesta frente a los microorganismos patógenos
como el rechazo de órganos trasplantados. Otro importante adelanto en el conocimiento de la fisiología del sistema inmunitario
tuvo lugar tras el primer trasplante de órganos, cuando los investigadores comprobaron que los resultados de la intervención
eran mejores cuando se obtenían coincidencias del mayor número posible de antígenos HLA entre el donante y el receptor del
órgano trasplantado, y cuando se utilizaban fármacos para controlar la respuesta inmunitaria del huésped. Desde entonces los
trasplantes de médula ósea, riñón, hígado, piel, corazón y pulmón han permitido salvar la vida de más de 400000 pacientes. La
compresión del “armamento” biológico que compone el sistema inmunitario resultó en la tecnología de los antisueros y los
anticuerpos monoclonales. Este hecho ha repercutido en el diagnóstico de ciertas enfermedades y ha generado una nueva área
para la investigación terapéutica. A partir de los descubrimientos de César Milstein y Georges Köhler, y de la posibilidad de
producir anticuerpos monoclonales en gran escala, estos productos se han aplicado al diagnóstico con distintas pruebas y
monitorización de enfermedades. Mediante pruebas de elevada sensibilidad, al control de calidad de los alimentos y otros
materiales biológicos, y a la detección de rasgos de sustancias tóxicas ó drogas. Esto también ha permitido a los científicos
elaborar nuevas técnicas por imágenes, como la citometría de flujo y la microscopia confocal.

El empleo de los anticuerpos monoclonales con fines terapéuticos se vio limitado inicialmente por la aparición de respuesta
inmunitaria contra antígenos de los ratones, de los cuales se obtenían dichos productos. La ingeniería molecular permitió
elaborar anticuerpos quiméricos, a partir de los genes humanos, los cuales se han ampliado al tratamiento de enfermedades
crónicas, con resultados destacables. La artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico son algunos ejemplos, y también
se ha logrado menor frecuencia del rechazo de los trasplantes al inactivar los linfocitos T del huésped. La utilidad de los
anticuerpos monoclonales se está ampliando cada vez más, ya que incluso Técnico Superior Sanitario de Laboratorio de
Diagnóstico Clínico 74 podrían permitir el tratamiento altamente específico de pacientes con cáncer, al dirigir ciertos agentes
terapéuticos contra las células tumorales (concepto de la “bala mágica”). En la medida que se conocen nuevas propiedades de
los anticuerpos los límites para su uso se expanden. Algunos de ellos pueden simular el efecto de ligandos específicos, como las
hormonas, ó inactivar receptores celulares. En resumen, la tecnología de los anticuerpos monoclonales ha representado un gran
avance en el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades, y resulta muy promisoria en el futuro cercano como
alternativa.

En base a todo ello y teniendo en cuenta que el anticuerpo monoclonal es un reactivo biológico homogéneo en su actividad en
contraste con los antisueros (anticuerpos producidos por otros seres vivos y no por la persona a la se le introduce en cuestión),
aunque hoy día se tiende cada vez más a eliminar los antisueros sobre todo cuando hablamos de terapéutica, por ser estos
anticuerpos de origen animal distinto de la raza humana. El uso de manera más generalizada se centra en:

 Caracterizar y cuantificar sustancias de interés encontradas en cantidades muy pequeñas tales como hormonas, enzimas, etc.
 Identificación de anticuerpos presentes en membranas celulares tales como los CD4, CD8 para cuantificar, fraccionar y aislar
determinadas subpoblaciones celulares.

 Trasplante de órganos para impedir el rechazo agudo de órganos con anticuerpos monoclonales (AcMo) dirigidos contra
linfocitos T.

 Oncología para localización de células tumorales o su destrucción.

 Enfermedades autoinmunes, sino bien para eliminar y destruir la enfermedad, al menos paralizarla y reducir su sintomatología
al máximo nivel posible para mejor la calidad de vida de las personas que presentan dicho tipo de enfermedades. Otro tipo de
enfermedades no oncológicas ni autoinmunes tales como las enfermedades pulmonares alérgicas, las isquemias cardiacas, las
enfermedades degenerativas con el alzhéimer y otras varias en algunos casos para destruirlas y en otros casos la mayoría de
ellas para frenar su sintomatología y mejorar la calidad de vida de las personas que las parecen

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