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Innecesaria complejidad

Cotidiana
Artículos y reflexiones. De la Sociología de lo cotidiano a lo
complejo de la cultura. Actualidad y varios.

DOMINGO 9 DE MAYO DE 2010

Hacia una Sociología del Diablo. La Adversarización y el


Vencido Histórico

Por Francisco Astudillo Pizarro

Artículo antiguo pero nunca publicado, de una época claramente muy anticlerical.

Originalmente escrito en 2006.


I. Algunas Preguntas
¿Quién es Satanás? a través de la historia occidental, judeocristiana y grecorromana
Satanás aparece como quien concentra todos los males, el antagonista del dios
perfecto, de la bondad absoluta, de la verdad absoluta. Es el causante de todos los
males desde su escisión celestial y de haber seducido a Eva en el edén.
Satanás no es más que una construcción histórica de la tradición judía, en la que un
personaje viene a absorber todas las características que el omnipotente Jehová no
puede tener debido a su absoluta perfección, es por esto que la tradición
judeocristiana, particularmente cristiano/católica necesitó de un chivo expiatorio
en el que depositar la maldad, la mentira, la traición, la envidia, la ambición y el
pecado en todas sus formas. Ha sido la iglesia la creadora del diablo, es la iglesia la
que lo dota de personalidad, de presencia y de esta forma utiliza al adversario para
tener a todas las ovejas en el rebaño mediante el miedo al castigo eterno que
tendrán las ovejas descarriadas.
Satán y su folklore histórico han sido un instrumento de control social de las
tradiciones de origen judeocristiano y a través de estas y su influencia en la
cosmología de nuestro mundo occidental se ha extendido como mecanismo de
control social histórico a nivel político.
Satán no tiene su origen en los cuentos escolásticos sino en la polaridad moral del
judeocristianismo, tradición de pensamiento teológico que se construye desde los
principios polares del bien y del mal, derivando de esta aguda aplicación de la
polaridad moral una visión etnocéntrica en la que el pueblo judío se autodenomina
como pueblo elegido del dios único, su dios, en esta lógica cualquier deidad de otro
pueblo incluso semita podía ocupar el lugar difuso que su estructura teológica
reservaba especialmente para concentrar el mal. La tradición nos relata que dios
crea al hombre a su imagen y semejanza como un reflejo carnal de la divinidad, hay
en este punto del mito un elemento que nos llama a reflexionar, ¿si “dios “ crea al
hombre a su imagen y semejanza? ¿por que la tradición judía intenta despojar a
dios de las características humanas?, ¿es el libre albedrío razón suficiente? No me
convence, aún cuando en la lectura del antiguo testamento encontramos a un dios
cruel, tirano, perverso pero escondido en fundamentos morales que hoy en día
serían completamente cuestionables, pero dios no fue malo sino que moral,
defendía su moral. Por más que se intento alejar a dios de las características
humanas, el judeo cristianismo construye un dios hipócrita como hipócritas fueron
ellos, su doctrina y pensamiento emanan de la hipocresía humana y por su influjo
histórico hicieron hipócrita a la historia y en nuestra sociedad actual la hipocresía
continúa.
Lo que hace la tradición judeocristiana es desconocer al ser humano, ha sido no ver
lo que somos, a partir de esto surge Satán como construcción histórica y la
“religión” lo adopta como una de sus principales herramientas de control social y es
más es la religión en sus vertientes judeocristianas las que han sido funcionales en
tanto herramientas al control social a través del desarrollo de occidente en el que la
religión ha sido más efectiva que las armas para anexar territorios y culturas y
dentro de mismas sociedades y culturas perseguir, segregar y estigmatizar a las
disidencias y minorías.
La religión “oficial” de occidente a perdido el norte de toda religión el re-ligar, el
volver a ligar al hombre con “algo” que culturas ancestrales identificaron de diversa
manera pero en definitiva como la idea de totalidad de dios. El judeocristianismo se
olvida de volver a ligar al hombre con la totalidad, es una religión permeada por el
poder, sus ritos son adaptaciones satíricas de los ritos paganos al igual que la fecha
de navidad, de estas adaptaciones vacías de contenido, de volver a ligar sólo se
conserva la forma parodiada en un ritualismo burocrático sin sentido.

II
Adversarización
Satán “el adversario” en hebreo, es un término que nos dice mucho de sus
creadores, los artífices del pensamiento teológico judeocristiano, nos muestra y nos
lleva a reflexionar sobre un fenómeno, la adversarización o satanización, en nuestra
perspectiva, la lógica judeocristiana de linealidad temporal, de polaridad moral de
adversarización mediante la que el judeocristianismo se proyecta como estructura
mental, que subyace en nuestra cultura es nuestro primer foco de interés analítico y
reflexivo.
Los nombres del “diablo” nos dan pistas de lo que queremos plantear, Belcebú
deidad de los fenicios, lucifer personaje mítico romano, belial deidad semítica no
judía, chemosh dios moabita son sólo algunos ejemplos de como primeramente la
tradición judía adopta las deidades de otras tradiciones religiosas para representar
en estas la maldad absoluta y todas sus derivaciones posibles, entonces aparece
Satán, la tentación que podría apartar del camino de la luz a cualquiera, que “lleva
al ser humano” al pecado que nos condenará al infierno, al castigo eterno. Es el
miedo uno de los principales elementos sobre los que el judeocristianismo
construye su influencia sobre los ingenuos mortales el “miedo de dios” el nunca
bien ponderado verbo “temer a dios” y es precisamente nuestro personaje Satán el
que por encargo del judeocristianismo el encargado de salir a asustar y de esta
forma “mantener la fe”, desde esta perspectiva tanto el miedo, el mal y por supuesto
Satán son elementos de reafirmación de la identidad cultural judeocristiana en este
sentido necesita del adversario para asegurar su perpetuación.
Otro elemento importante es la culpa, sentimiento autodestructivo introducido
mediante la moral y el pecado, es la culpa la que mantiene al sujeto en conflicto con
su conciencia, con su naturaleza y de esta forma, inmovilizado es arrastrado por el
rebaño del señor negando tanto su naturaleza como su individualidad.
Mediante la polaridad moral adversarizando al extra grupo, el miedo y la culpa el
judaísmo mantuvo y perpetuo su identidad cultural y religiosa, ahora este mismo
fenómeno se a extrapolado más allá de la religión constituyendo uno de los pilares
en la estructura de pensamiento de la sociedad actual en el occidente de origen
judeocristiano y grecolatino.
Si bien es cierto en otras tradiciones de pensamiento también subyace el principio
del bien y el mal, en el judeocristianismo se traduce en una perspectiva dicotómica
excluyente que lleva al pensamiento fundamentalista que se aferra a la verdad
absoluta y única por su puesto que esa verdad es la suya propia lo que implica que
cualquier otra verdad, la verdad de otros es falsa es adversaria, esta forma de
entender la realidad a sido irremediablemente absorbida por nuestra cultura y su
absolutismo lo podemos apreciar día a día en nuestras vidas cotidianas y en los
sucesos de la actualidad del mundo.
De la misma forma en que en la sociedad orwelliana de 1984 “el partido único”
creaba a un personaje, el gran hermano, gran tótem de la sociedad, también creaba
al antagonista Goldstein representante simbólico de la traición al partido, personaje
inexistente creado para mantener la cohesión en torno al partido y para captar a los
posibles rebeldes que fueran seducidos por “las ideas libertarias de Goldstein” que
por su puesto eran todas creadas por el partido. Por cierto que la ficción orwelliana
es una caricatura, pero si es una exageración, lo es precisamente de la lógica
judeocristiana de miedo e hipocresía, es una crítica al totalitarismo político, pero el
totalitarismo trasciende la los regímenes totalitarios, esta presente en nuestra
cultura en los contenidos de socialización primaria.
Hay en la adversarización una funcionalidad latente en sentido mertoniano para
quienes crean al antagonista en términos de cohesión social en torno a sus propios
valores y a su propio orden, su status quo, en este sentido el adversario en la lógica
judeocristiana no es un detalle dentro de la estructura de pensamiento sino que es
un elemento con permanente presencia subyacente y que reafirma su propia
dirección, la función latente fue una de las más importantes contribuciones de
Robert Merton al análisis funcional ya que “impide la substitución del análisis
sociológico por juicios morales ingenuos. Puesto que las valoraciones morales en
una sociedad tienden hacerse en gran parte por las consecuencias manifiestas de
una práctica o de un código, debemos prepararnos para ver que el análisis por
funciones latentes en ocasiones va contra las valoraciones morales predominantes”
(Merton, 1949). El diablo no sólo ha mantenido ocupada a la iglesia sino que ha
mantenido a los mortales temerosos e inseguros de si mismos, temerosos de su
propio pecado, de su propia esencia, volubles y manejables para que la iglesia haga
lo que quiera con ellos, el “mal” ha sido funcional a la ideología judeocristiana..
La visión etnocéntrica dicotómica y polar del pueblo judía los llevo a identificar a
Belcebú, deidad fenicia como el antagonista, el adversario, sólo por ser la deidad de
otro pueblo “no elegido”, no poseedor de la verdad única, de esta forma el pueblo
judío reafirmaba su identidad cultural y mantenía a su rebaño encaminado por el
buen camino y es esta forma de ver al otro la que ha sido expandida en nuestra
cultura y nuestra historia totalitaria de verdades absolutas, la que nos ha dado
identidad moral.
La perspectiva judeocristiana y su estructura mental han sido herramientas
perfectas para mantener y perpetuar el poder, anulando al sujeto, negando al
sujeto, de esta forma cuando Constantino I el grande adopta al cristianismo como
religión oficial del imperio, el cristianismo se transforma en una herramienta de
expansión imperial por medio de la religión y su poder de corrosión cultural. No
sólo la estructura de pensamiento judeocristiana sino que también el mensaje
cristiano era potencialmente útil para el imperio. Hasta ese entonces (Constantino)
el imperio había mantenido una política pragmática y relativista en lo que se refiere
a la cultura y la religión de los pueblos subyugados al imperio, permitiendo la
libertad de culto en tanto pagaran el correspondiente, luego de la adopción del
cristianismo como religión oficia el mensaje cristiano se expandió con la venia del
imperio ya que el mensaje cristiano católico ha sido talvez más que cualquier otra
doctrina religiosa una construcción artificial, tomando elementos de diversas
doctrinas previas de otras culturas pero enfatizando la pasividad del sujeto
instándolo a practicar la abstinencia en la vida terrena, aceptando la triste realidad,
la dominación imperial arbitraria, el poner la otra mejilla entre otros preceptos de
suma funcionalidad imperial es de esta manera que el consuelo espiritual y el
contenido comienza a desaparecer para dejar sólo la forma iniciando una crisis de
sentido teológico que en un largo devenir terminaría en el cisma religioso y la
reforma luterana. Pero nuestro foco de interés se encuentra en las funciones de la
religión como institución y como uno de los principales mecanismos de
configuración de la estructura de pensamiento para el mundo occidental, en este
sentido el discurso cristiano está orientado al desposeído al marginado pero el
discurso esta relacionado a las disposiciones subjetivas institucionales y no se
condice con las consecuencias objetivas “no esperadas”, las funciones manifiestas,
que en este caso se orientan al ajuste del status quo, la dominación imperial
romana.
La caída del imperio romano occidental no fue acompañada de una caída en la
estructura de pensamiento judeocristiana ya que esta fue parte importante del
influyente legado del imperio de modo que en las ruinas del antiguo imperio en
Europa, la semilla del pensamiento judeocristiano germino en los nuevos reinos y
en la niebla medieval.
Ha sido la religión en tanto institución una herramienta política más que espiritual,
su doctrina ha sido funcional al mantenimiento del status quo de turno a través de
la historia su papel ha sido la resistencia al relativismo en todas sus formas.
Retomando a Merton y su invitación a realizar un análisis carente de ingenuidad
podemos reconocer en la religión y su doctrina una función latente de control social
mediante de la configuración de subjetividad, encapsulada en la estructura de
pensamiento judeocristiana, es más dentro de la religión como institución también
“las disfunciones teológicas” operan con funcionalidad al mantenimiento y
perpetuación de la misma, la iglesia judía y cristiana ha necesitado a Satanás para
mantener a las ovejas asustadas y dóciles en el rebaño, el diablo a cumplido una
función necesaria para la iglesia. Volviendo ahora a la perspectiva mertoniana, el
discurso o la disposición subjetiva de la institución en cuestión (la iglesia
judeocristiana y occidente en general) nos indica que debemos ver más allá de los
discursos para ver la otra cara de la verdad (por su puesto que la suya) y como
escribió con ironía Anton Szandor Lavey máximo sacerdote y filósofo satánico en su
biblia satánica “¡Satán ha sido el mejor amigo que la iglesia haya tenido, ya que la
ha mantenido ocupada todos estos años!”.

III
El Vencido Histórico
“La historia de Satanás no es un relato de horror, sino de amargura. Como en tantos
otros mitos negativos en el fondo de lo espantable se esconde la tragedia, la
frustración y al menos en algún sentido, la ternura” la cita corresponde al psiquiatra
Jiménez del Oso y la he rescatado puesto que en ella identifico sentimientos que
son un compendio de del subjetivismo del derrotado, de quien se enfrenta al poder,
al status quo, de quien ve la historia escribirse por los vencedores, del soñador y el
luchador eterno relegado al papel de villano, así rescatamos el romanticismo detrás
del mito.
Así lo cuando miramos atrás en la filosofía griega y vemos a los filósofos
presocráticos relegados a la segunda división de la filosofía ya que han sido
eclipsados por Sócrates, Platón y Aristóteles en la historia de los vencedores en la
que precisamente estos tres pensadores reaparecen en las posteriores
reactualizaciones de judeocristianismo con lla reafirmación de la moralidad en el
pensamiento socrático y el platonismo y aristotelismo retomado por los santos
Agustines, Tomases y demases.
Definiremos entonces al vencido histórico como un sujeto histórico cargado de
culpa, de maldad, de antagonismo puro ante el orden imperante. La definición del
vencido histórico es contextual y está íntimamente ligado al proceso de
adversarización judeocristiano con la diferencia de que en la definición del vencido
histórico hablamos de un sujeto no mítico, un sujeto cuasihistórico. Este sujeto este
vencido antagónico posee carácter funcional latente positivo para con el status quo,
es un sujeto satanizado con la finalidad de generar cohesión en torno a los valores
dominantes.
Un caso paradigmático es la figura de Judas de ish-kraiot (iscariote) biblico o de
¿Galilea? no biblico El traidor histórico, la codicia y la ambición, el culpable
universal en nuestra cultura y en nuestra perspectiva su mito como parte de una
construcción cultural artificial responde a lo que denominamos la definición de
vencido histórico adversaizado. ¿No dicen acaso los designios divinos que todo, en
especial judas y su participación en los eventos del evangelio forman parte del plan
maestro?, ¿no había acaso dios hebreo enviado a su hijo al sacrificio mortal? La
respuesta es un rotundo si, entonces ¿por que judas es el gran culpable para el
cristianismo en particular? Ante esta duda nuestra impresión es que Judas no es
más que un personaje adversarizado en una maraña de contradicciones evangélicas
y este fenómeno sería explicable por el mismo personaje. Aunque sabemos que al
llevar personajes y hechos bíblicos al análisis empírico es infructuoso debemos
centrarnos en lo poco que sabemos de Judas más allá del sesgo de los evangelios es
entonces cuando nos encontramos con el Judas de Galilea líder de la facción judía
política-religiosa Zelote, secta rebelde que surge aproximadamente el año –37 y que
en el año +6 al mando de judas organizan un levantamiento rebelde emancipatorio
contra el imperio romano al que Judea había quedado subyugada, este hacho
histórico “de verdad” es en nuestra desconfiada y conspirativa perspectiva el
determinante del mito bíblico de la traición de Judas puesto que este era parte del
conocimiento popular como caudillo rebelde y dolor de cabeza imperial por lo que
al ser construida la historia y editados los textos bíblicos creemos que el ejemplo de
rebeldía se le asigna un contenido deplorable el haber traicionado a Jemús (Jesús
según Homero Simpson) el rebelde, el revolucionario se convierte mediante el
folklore religioso del cristianismo en un personaje simbólico muy funcional a la
dominación romana puesto que se cambia el contenido de emancipación judía
soberana por la de la traición a nada menos que el retoño del Dios único.. En
definitiva Judas es una figura cuasihistórica satanizada y su existencia en
apariencia disfuncional es en realidad muy funcional a la dominación, justamente
contra lo que (el Judas histórico) luchaba.
El vencido histórico es el héroe disminuido y tergiversado en las sombras de una
historia escrita por los vencedores, una historia escrita desde el poder que lleva a
repetir las fórmulas y los errores en el devenir del tiempo futuro. El vencido
histórico es fruto del estigma político pero en lo esencial es disconformidad,
rebeldía y lucha desde “la otra trinchera de la verdad” única, desde la relatividad.

IV
Satán.
Desde nuestra mirada Satán es un personaje nebuloso en el judeocristianismo, es
un lugar necesario, es la misma tradición la que lo crea y lo incorpora como parte de
un todo que ellos mismos no han querido reconocer, es un protagonista artificial,
un resumen de su propia maldad que la tradición creo para justificar su sistema
lógico fundado en lo moral . Satán surge tácitamente con la creación de dios mismo
y dios nace cuando el hombre crea a un dios perfecto que supone un reflejo
semejante del ser humano, pero en su antropología teológica se preocupo
especialmente de desconocer al ser humano en la creación de dios, esto es la
negación del hombre, Jehová nace en el polo positivo, en la perfección, en el amor,
en la misericordia y en la moralidad. En la ausencia total de pecado y el pecado es
parte de la naturaleza misma del ser humano. En esta imagen de hombre se respira
la linealidad temporal y la polaridad moral judeocristiana a diferencia de otras
culturas y tradiciones místicas en la que los dioses eran en mayor medida reflejo de
los hombres y mujeres que les dieron presencia y vida en la subjetividad cultural, de
esta manera en Baco, Dionisio, Soma, Shiva, kali, Belial y una lista interminable
vemos el lado borroso del ser humano judeocristiano, completamos la visión de
hombre. En la tradición hindú la unidad se compone del antes y el después, del
principio y el fin, Brahma, todo es a la vez Brama el creador, Vishnú el mantenedor
y Shiva el destructor, son la trimurti son el ciclo en todo lo que hay y lo que habrá,
el bien y el mal no están en trincheras de dualismo extremo sino que son parte de lo
mismo, son conceptos relativos.
Es en el folklore satánico, en esa torpe “inversión” del cristianismo creada por el
cristianismo en donde mejor se refleja la sublimación psicoanalítica del amor por
Satán, es en la desmedida dosis de perversión y sexo del folklore satánico en el que
el cristiano cristaliza sus deseos reprimidos, su naturaleza ahogada, en las
acusaciones a las brujas, en los excesos, en el placer libre que son los elementos del
folklore que estaba orientado a asustar al feligrés pero que seducía secretamente
tanto a estos como a sus mismos autores cristianos porque en el, el humano puede
verse en sus propios e íntimos deseos.
Publicado por Francisco Astudillo Pizarro en 19:27 2 comentarios Enlaces a esta
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Etiquetas: Filosofía del Poder, sociología, Sociología de la Cultura

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