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acción transformadora”.
- Año: 2015.
El presente ensayo está realizado en base a los desarrollos y postulados de dos trabajos de
diferentes autores, uno de Jean François Lyotard titulado “¿Por qué filosofar?”, resultante
de cuatro conferencias que el filósofo francés brindó en la Sorbona, entre octubre y
noviembre de 1964, y el segundo es un texto del filósofo y político argentino Samuel
Manuel Cabanchik, cuyo título es “La naturaleza problemática de la filosofía”. En ambos se
analizan cuestiones centrales de la filosofía: su naturaleza, sus motivaciones, su relación
con el lenguaje (o la palabra); y por sobre todo, lo que interesa en nuestro ensayo, que es la
relación de la filosofía con la acción, con la posibilidad de transformar la realidad. Voy a
proceder a desarrollar las ideas de los autores, tratando de complementarlas (o
confrontarlas, según sea el caso), hasta llegar al punto central del ensayo, una vez llegado a
ese punto lo analizaré con mayor detenimiento, además, en el texto de Cabanchik se
presenta el interesante concepto de “Atalaya sinóptico”, que también merece un análisis,
para comprobar si tiene o no algo para ofrecer al presente trabajo.
Para Lyotard, vamos en busca de la filosofía una y otra vez, ésta aparece y desaparece, es
decir, acarrea una discontinuidad para consigo misma y por eso la pregunta ¿Qué es la
filosofía? Es un tanto errónea; como complemento, Cabanchik plantea que uno de los
rasgos esenciales de la filosofía es, justamente, esa incapacidad para autodefinirse. La
existencia de la filosofía radica justamente en la contradicción: aparece y desaparece, y la
pregunta correcta pasa a ser ¿Por qué filosofar en vez de no filosofar? Que engloba a la vez
la vida, pero también la posibilidad de muerte, del no ser; Lyotard utiliza el concepto de
deseo (Philein) para entender la estructura presencia-ausencia y su relación con el filosofar:
el deseo como movimiento de algo que va hacia lo otro como hacia lo que le falta a sí
mismo, el que desea ya tiene de algún modo lo que le falta, sino sería imposible desearlo, y
no lo tiene, sino tampoco lo desearía. Un filósofo no busca que los deseos sean satisfechos,
sino que sean reflexionados, su tarea es desear el deseo, reflexionar sobre sí misma; como
plantea el autor “El deseo que conforma la filosofía no es menos irreprimible que cualquier
otro deseo, pero se amplia y se interroga en su mismo movimiento” (Lyotard. 1964, p.11).
Para concluir este ensayo, debo aclarar que mi intención es la de abrir puertas hacia un
debate, del cual extraer aportes para la cuestión de la filosofía, su esencia y demás, pero por
sobre todas las cosas de la relación filosofía-acción-transformación de la realidad. La
inclusión del concepto de Atalaya sinóptico me parece interesante, y necesaria, como un
recurso para la expansión del lenguaje filosófico, en pos de desarrollar teorías más
acertadas, es decir, que puedan captar el sentido latente en la realidad que pide ser
transformada, y que a la vez pueda sortear los obstáculos (y entre ellos los de clase) que se
le presenten. Como se dijo con anterioridad, tal conclusión no es definitiva, sino que
pretende abrir el camino hacia un debate, e incluso puede estar sujeta a futuras revisiones
y/o correcciones.
Blibliografía: