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Ensayo sobre Estética

Alumno: Elquin Eleazar Pérez Santos


30 de September de y

El arte como vocación especial


Planteamiento del problema

“Nadie mejor que vosotros, artistas,


geniales constructores de belleza, puede intuir
algo del pathos con el que Dios, en el alba de la
creación, contempló la obra de sus manos”1.

Con estas palabras el papa Juan Pablo II empieza su carta dirigida a todos aquellos

que tienen el talento de proporcionar al género humano alegrías y sentimientos de valoración

con respecto al arte que se desprende de ellos mismos. No obstante, según el papa, este arte y

su capacidad de producirlo, son producto de esa participación creadora de Dios. Que el artista

depende en cierto modo de esa genialidad artística divina, contemplada en la creación. En

efecto, se trata de una vocación, una llamada, que gira entorno a ese don gratuito entregado

por Dios a los hombres. Por tanto, no se entiende que el artista, mas aún si es creyente, olvide

esta condición (don gratuito) y trate de mostrar como casualidad el hecho de poder producir

algo y que ese algo, en cierto modo, sea bello.

En el plano artístico no cabe duda que estamos viviendo un periodo donde la inmediatez es el

requisito necesario para alcanzar estabilidad social y renombre. Deseamos que las cosas

1 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

1
sucedan ya, y rápido, sin importar qué es lo que está detrás de todo proyecto humano, y de

toda obra que consideramos como artística. Es por eso que cabe hablar de una pérdida de

conciencia sobre la raíz de las cosas, desplazada por una ensimismada concentración en los

frutos de cualquier manifestación artística. Y que esos frutos como la fama, estatus, etc. nos

alejarían de la verdad y origen de nuestro ser creativo.

Desarrollo

Tenemos claro de que gracias a la Revelación las cosas acerca del sentido y vida del

hombre se han ido esclareciendo. Porque aquélla, “se ha dado para ayuda del hombre. Por su

medio, directa o indirectamente, se ha cambiado la faz del pensamiento humano” 2. Y gracias

a la Revelación, el hombre puede descubrir muchos y tantos enigmas que han marcado toda

su existencia antes de la muerte. Un de esos misterios es descubrir que nuestra existencia y

ser proviene de nuestra participación de ese Ser Divino que nos llamó a existir. Pues, “la

omnipotencia creadora llama a las cosas por su nombre cuando aún no son para que se hagan

patentes en el ser”3; de modo muy especial, la vida humana. Hechos de un molde distinto a

cualquier otra creatura; somos hechos a imagen y semejanza de Dios 4. Por tanto, somos

llamados a existir, a ser, esa es nuestra primera vocación.

Unida a esta noble vocación a la existencia, podremos decir que el hombre es el único

ser en la tierra capaz de asombrarse “del ancestral poder de los sonidos y de las palabras, de

los colores y de las formas”5, por la condición indeleble de ser imagen de Dios. Pues, nos

admiramos de su obra descubriendo en ella como la resonancia de aquel misterio de la

2 LOBATO Abelardo. Ser y Beleza, Editorial Herder, Barcelona 1965, p. 40.

3 Idem., p.41

4 Gén 1,26

2
creación a la que Dios, único creador de todas las cosas, ha querido en cierto modo asociaros.

Y que de alguna manera, podamos ser nosotros artífices y coadjutores de su creación. Esta es

una segunda vocación, el hecho de que Dios nos llama para ser participes en la creación

empezando por dar nombre a cada uno de las creaturas a las que Dios crea de la nada 6. No

obstante, antes de continuar, debemos preguntarnos ¿Cuál es la diferencia entre ‘creador’ y

‘artífice’? ¿cómo lograr entender estos términos? En efecto, “el que crea da el ser mismo,

saca alguna cosa de la nada —ex nihilo sui et subiecti, se dice en latín— y esto, en sentido

estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente”7. Es decir, esta propiedad es

absoluta y únicamente de Dios y solo Él es capaz de dar el ser o lo que no es. Pero es verdad

que también Dios es artífice, en el sentido más original y propio. Es decir, Dios al crear hizo

las cosas tan bien hechas que merece admiración y adoración de parte nuestra. Como dice el

texto sagrado, después de crear “…vio Dios que todo era bueno” 8. Este adjetivo ‘bueno’ en el

texto genuino (hebreo) que fue escrita la Biblia, aparece el término tôb9, que puede ser

traducida indistintamente por las palabras griegas kalos y agathos, bello y bueno. Es por esta

razón que podemos decir que Dios es el Primer Artífice, porque hace de la creación una obra

de arte, perfecta e inspiradora.

5 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

6 2 Mac 7,28

7 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano. En: https://goo.gl/4MRzS7

8 Gén 1,31

9 La versión griega de los Setenta expresó adecuadamente este aspecto, traduciendo el


término tōb (bueno) del texto hebreo con kalón (bello).

3
Ahora bien, Dios ha llamado al hombre a la existencia, transmitiéndole la tarea de ser

artífice. Es más, “en la ‘creación artística’ el hombre se revela más que nunca ‘imagen de

Dios’ y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda ‘materia’ de la propia

humanidad y, después, ejerciendo un dominio creativo sobre el universo que le rodea” 10. En

efecto, cuando se habla del hombre como ‘creador’, solo se le puede atribuir esta potencia en

sentido lato. Puesto que, en stricto sensu, le pertenece solamente a Dios. Sin embargo, es el

hombre que cumple en modo capital la analogía figurativa divina. Es lo que vemos de modo

concreto en un versículo del Génesis (1,27)11. Recordemos también que, “la cualidad estética

de la creación, expresada a través del reiterado uso del adjetivo tôb que indica lo ‘bello-

bueno', tiene –según el Génesis– en la creatura humana su ápice: ésta, en efecto, no es

solamente tôb, sino tôb me‘ôd, es muy bueno”12, e incluso, muy bello, según como se

traduzca.

El hombre es por esencia imagen de la Belleza Divina en el momento de la creación.

Y por tanto, es en ese momento creatorio que “el Artista divino, con admirable

condescendencia, trasmite al artista humano un destello de su sabiduría trascendente,

llamándolo a compartir su potencia creadora”13. De modo que podemos decir que, el ser

humano participa de esa cualidad artística que le viene de Dios, claro está salvado las

distancias como dice san Nicolás de Cusa: “El arte creador, que el alma tiene la suerte de

10 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

11 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y

hembra los creó.

12 Juan Pablo II. Carta a los artistas. En: https://goo.gl/4MRzS7

13 Ibidem. En: https://goo.gl/4MRzS7

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alojar, no se identifica con aquel arte por esencia que es Dios, sino que es solamente una

comunicación y una participación del mismo”14. Por este motivo, llamamos al hombre

creador artístico. Y es a partir de aquí, que hablaremos un poco sobre la tercera llamada o

vocación del hombre; es decir, el ser un artista que plasma su creatividad en los diferentes

artes conocidos.

No todos estamos llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra, tal

como ahora el mundo lo entiende. “Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada

hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de

ella una obra de arte, una obra maestra”15. He aquí nuestro dilema; por una parte sabemos que

tenemos la capacidad de hacer cosas artísticas a partir de otras cosas externas a nosotros. Pero

por otro lado sabemos, que podemos hacer de nuestra vida y conducta una verdadera pieza

artística donde muchos podrán ver nuestra belleza moral sobretodo. Sin embargo, siendo ésta

nuestra tercera vocación divina, producir cosas bellas interior y exteriormente, es una

situación seria y complicada, porque lleva consigo una cuestión que es relevante para toda la

humanidad, sobre todo en la historia del arte en especial. Es decir, ¿Cómo producir cosas

bellas si se lleva una vida que no es bella, es decir, inmoral? Si bien es cierto, este tema es de

suma importancia, sin embargo, su desarrollo conlleva un profundo estudio que alejaría

nuestro primer proyecto que es reconocer la vocación divina en el hombre de poder hacer

cosas artísticas. Solo desde nuestra perspectiva y objetivo vamos a resolver cierta cuestión

polémica de la adecuación de la belleza interna y externa.

14 Dialogus de ludo globi, Lib. II: Philosophisch-Theologische Schriften, Viena 1967, III, p. 332.

15 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

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Es importante, dice el papa Juan Pablo II, “entender la distinción, pero también la conexión,

entre estas dos facetas de la actividad humana. La distinción es evidente. En efecto, una cosa

es la disposición por la cual el ser humano es autor de sus propios actos y responsable de su

valor moral, y otra la disposición por la cual es artista y sabe actuar según las exigencias del

arte, acogiendo con fidelidad sus dictámenes específicos”16. Razón por el cual, el artista

puede producir objetos. Pero esto, no tiene nada que ver con sus disposiciones morales. Pues,

no se trata de realizarse uno mismo, ni de formar la propia personalidad, sino solamente de

poner en acto las capacidades operativas, dando forma estética a las ideas concebidas en la

mente.

Es importante distinguir estas dos facetas de la actividad humana. Pero más aun, es de

suma relevancia establecer la conexión entre ambas. Pues éstas se condicionan hondamente

de modo recíproco. “En efecto, al modelar una obra el artista se expresa a sí mismo hasta el

punto de que su producción es un reflejo singular de su mismo ser, de lo que él es y

de cómo es.”17 Por consiguiente, la obra de arte que produce el ser humano sigue

manteniendo el sello original de esa vocación divina en la creación, la de ser icono de Dios;

de ese Dios que es ‘El Artista’ por excelencia y que el hombre comparte de algún modo esa

potencia de hacer cosas bellas porque él mismo es bello, mas aún, tôb me’ôd (muy bello18),

cumbre de la creación de Dios. Y esta conexión entre la vida moral y arte se confirma de

algún modo a lo largo de la historia humana. Pues, “basta recordar cuando un artista

plasmaba una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto

16 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

17 Idem. En: https://goo.gl/4MRzS7

18 Gén 1, 31ª

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modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y

un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual” 19. En el artista, las

mismas obras que logra plasmar son fuente de comunicación con los otros. En efecto, es a

través del arte como es que se manifiesta ante el resto del mundo y se da a conocer tal como

es. Por ello, “la historia del arte, no es sólo historia de las obras, sino también de los hombres.

Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y

revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura”20.

Por lo visto la conexión entre la disposición moral y el arte es vital y decisivo en la

vida del hombre creyente. Por lo menos dentro del pensamiento católico, es difícil que estas

dos dimensiones estén desasociadas. Porque como se dijo antes, el hombre al ser imagen de

Dios por exclusión, es además la criatura más bella y buena que se ha visto en el faz de la

tierra. Y por tanto, tiene la capacidad artística de hacer reflejar esa imagen interna y sello

divino en todas las obras que produce e incluso en la misma vida. Desde está perspectiva, se

logra entender que la obras maestras de muchos artistas cristianos de los primeros siglos de la

historia de la Iglesia guardan esta relación donde el hombre han sabido demostrar la belleza

interna a través de la creación artística. Tomemos aquí uno de los tantos aspectos que

podemos ver en el ejemplo clásico de los Iconos del cristianismo Bizantino que en cierto

modo son la plenitud de toda comprensión del arte como reflejo del alma enamorada de su

Creador, y por tanto un arte sublime. En efecto, esta conexión, belleza artística como

prolongación de la belleza interior (moral), propone entender y configurar el mundo desde el

arte, proporcionando aquellos materiales que pueden servir para elaborar una teoría estética

19 Juan Pablo II. Carta a los artistas. Vaticano, 4 de abril de 1999. En:

https://goo.gl/4MRzS7

20 Ibidem. En: https://goo.gl/4MRzS7

7
integral. Donde la vida moral del hombre debe ser lo equitativamente proporcional al arte que

desea plasmar a través de los cosas.

En conclusión podemos decir que nadie está cerrado a la vocación artística, puesto

que ésta es parte constitutiva de nuestra ser como imagen de Dios. Es una potencia por

desarrollar y descubrir. No obstante, sin olvidar que esta facultad es pura gratuidad divina. Y

que solo una constante vida moral nos dará las herramientas necesarias para producir un

verdadero arte, que no brota de la vanalidad y vacuidad del espíritu sino de una auténtica

armonía interior.

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