Sei sulla pagina 1di 7

Memorias de la esterilidad y del aborto: la disolución del futuro en Volverás a

Región, de Juan Benet

Alrededor de la mitad del siglo XX en España se producen diferentes obras


englobadas en lo que se conoce como realismo socialista. En este contexto literario es que
surge la figura de Juan Benet, un escritor incómodo para los cánones de la época, aún así
considerado uno de los mejores de su generación. Su mundo literario se aparta de la manera
tradicional y hegemónica de relatar la guerra y la posguerra. La complejidad narrativa,
tanto espacial como temporal, la construcción de los personajes y la utilización de
procedimientos metafóricos singulares son algunas de las características que nos permiten
hablar de Benet y de su obra como maneras alternativas y únicas de relatar un contexto no
ajeno a la narrativa española de esa época.
Dentro de esta perspectiva, nos enfocaremos en la primera novela de la trilogía de
Región, Volverás a Región, haciendo especial hincapié en el análisis de ciertos aspectos
retóricos. Las metáforas en las que nos focalizaremos pertenecen a un campo semántico
específico, en relación al cuerpo de la mujer, el embarazo, la fertilidad, la esterilidad y el
aborto. Estos elementos nos estarían mostrando un modo propio de rememorar los eventos
de la guerra y el presente del franquismo, no en estos términos específicos sino a partir de
la idea que sostiene Minardi: “Región no es España sino una interpretación y puesta
ficcional de los procesos que constituyen su intrahistoria” (2012: 64). De este modo,
veremos cómo estos procesos se construyen sobre una red de metáforas que
permanentemente ponen en relieve la ruina que es el presente y la imposibilidad de la
existencia de un futuro.
Lakoff y Johnson afirman que “our ordinary conceptual system, in terms of which
we both think and act, is fundamentally metaphorical in nature” ([1980] 2003: 3), de aquí
podemos intuir que los relatos también se construyen sobre la base de metáforas. Como
señalan los autores hablamos de ciertas cosas de una manera particular porque las
concebimos de esa manera y actuamos de acuerdo a estas concepciones (5). Por lo tanto, si
el relato se construye en base a una red metafórica de esterilidad, dentro del mismo la
realidad se concibe de esa manera, ruinosa y abortada, y los personajes actúan de acuerdo al
modo en que ven esa realidad. En el imaginario de Región notaremos cómo los conceptos
más fundamentales se ven asociados con el campo semántico que establecimos, lo cual nos
estaría brindando una pista con respecto a los valores que circulan en esa sociedad.
Lakoff y Turner vuelven a hacer hincapié en el hecho de que la metáfora es un
asunto del pensamiento (1989: xi). La metáfora posee el poder de estructurar, dar opciones,
razonar, evaluar y, más importante aún, de estar (“being there”) (64-65). Benet, al
apropiarse de este modo de narrar pasa de la sociedad como cuerpo enfermo a la sociedad
como mujer infértil o que aborta, apropiándose de esas formas para sus propios fines.
Algunas figuras señaladas en esto texto a tener en cuenta son el nacimiento como “llegada”,
la vida como el “estar presente aquí” y la muerte como “partida” (1), lo cual lleva a pensar
en la vida como un “viaje” (3). No olvidemos que la novela se titula Volverás a Región,
haciendo referencia a un viaje de vuelta tanto a un lugar como a una memoria pasada.
Tampoco debemos dejar de lado la idea de una “global metaphorical structure” (Lakoff &
Turner, 1989: 146), donde se construye una estructura metafórica que abarca y sostiene al
relato en su totalidad.
Por otro lado, Marc Angenot, al hablar del uso de las metáforas sostiene que “estas
imágenes insinúan cierta cantidad de connotaciones ideológicas que están aquí
condensadas” (1982: 255), aquí el uso de metáforas estaría señalando la presencia de una
idea subyacente al texto, en este caso, la de un presente ruinoso o un futuro abortado. No
podemos pensar la relación entre narración y contexto sin considerar el uso de metáforas
como una práctica discursiva ideológica.
Como la base de esta narración son la infertilidad y el aborto (en forma de
metáforas), la memoria se constituirá dentro de estos términos y su proyección a futuro se
verá imposibilitada. Minardi claramente pone en práctica esta interdependencia que
señalamos cuando sostiene que “como efecto retórico, la narrativa del ciclo desmontará la
retórica del Régimen por lo que, en vez de estar representados estos hogares de manera
productiva y fértil, serán siempre símbolos de la ruina moral” (2012: 149).
En primer lugar, podemos mencionar las expresiones referentes a las distintas
edades de la mujer. A su vez, en relación a estas, la división entre edades fértiles o infértiles
de la misma. De allí, se podría pensar también la presencia de la familia, la descendencia y
las filiaciones. Luego, de la esterilidad pasamos a uno de los elementos más importantes del
relato: el aborto. Así se constituye no solo la imposibilidad de tener hijos, el cuerpo yermo,
sino también el cuerpo que podría producir pero que siempre rechaza la reproducción. Por
último, la figura del regreso al útero domina el relato. Todas estas metáforas que iremos
recorriendo en el presente trabajo funcionarán en relación a las coordenadas espacio-
temporales, ya sea en referencia al viaje a Región o a su descripción, a la exploración de la
memoria pasada, el estado del presente o la imposibilidad de un futuro.
El medio ambiente “impone su voluntad y penetra en las vidas de la gente que viven
dentro de él”, se construye como un personaje más (Herzberger, 1986: 28). Así, se
caracteriza el medio ambiente y el paisaje a partir del cuerpo femenino: “los terrenos más
jóvenes de la cordillera, que con forma de vientre de violín originan el nacimiento y la
divisoria de los ríos Torce y Formigoso” (5). Aquí, la juventud se asocia con la fertilidad de
la mujer. Luego, la metáfora se complejiza al referirse a un vientre de violín que recuerda
las formas femeninas, incluso focalizándose en la parte de la anatomía relacionada con la
reproducción, figura que se reiterará más adelante cuando “el cuerpo azotado y quebrantado
del continente” se describa con la “forma de vientre de violín” (19). Este paisaje en todos
sus sentidos se construye como una mujer joven y fértil. Por otro lado, dentro de la misma
descripción inicial del territorio se mencionan los “terrenos pantanosos y yermos” (5). La
tierra allí se construye como una mujer infértil. La obra si algo nos muestra es la
decadencia real que se esconde detrás de esa fertilidad aparente. Las memorias que se nos
relatan, finalmente, son yermas. En esta personificación del territorio, intento de entender
en términos humanos una región ambigua y hostil, lo que domina es este “agotamiento”, la
juventud, la posibilidad de un futuro no pueden ser encontradas por ningún lado. Nos
encontramos frente a “una llanada estéril” donde predomina la “infecundidad” (20). Las
condiciones naturales de Región imponen su voluntad en esta gente, controlando todos los
nacimientos, ya sean reales o metafóricos. De esta forma, “existe en Región una relación
directa entre la situación geográfica, las condiciones climáticas y la ruina física del pueblo,
además de la abrogación última de la existencia humana” (Herzberger, 1986: 30), y así es
como Marré puede decir: “el monte, al igual que mi cuerpo, había quedado desierto,
abandonado, olvidado” (137). Las coordenadas que envuelven a los personajes se
construyen sobre la base de metáforas corporales, femeninas, que tornan tanto al tiempo
como al espacio en una mujer que se encuentra dentro de una lucha entre fertilidad y
esterilidad, en la cual el único resultado posible es el aborto. “el combate del himeneo”
(121) lo llamará Marré, la constante dualidad de la mujer que se refleja en un ida y vuelta
con Región.
Si tanto el tiempo como el espacio en Región son presentados como un cuerpo
femenino, encontramos coherente la presentación del viaje de regreso al pueblo o hacia la
memoria del pasado como un regreso al útero. Del doctor se menciona con respecto a su
madre una “fiesta saturnal de una mente arcaica que exigía el regressus ad uterum para
borrar los errores y descarríos de la edad presente y preparar el nacimiento de una nueva
raza” (65), de Marré en uno de sus recuerdos que “recibía la sensación de volver no a la
erótica penumbra sino a la cálida morbidez del refugio materno” (74). Esta recepción no
podría ser más hostil, quien se adentra demasiado en las profundidades de la región o de la
memoria está condenado a perder la vida.
La Región estéril es la de “una familia y una adolescencia inertes, momificadas” (7),
estos lugares propios de la reproducción, la familia y la juventud, están agotados,
inmóviles. Y, más allá del uso metafórico, los personajes son atravesados por estas
situaciones. Las tías de Gamallo son estériles (31), la mujer del doctor nunca se une
sexualmente con su marido ni con nadie por lo que no produce descendencia (48). También,
Marré hace referencia a sus “entrañas estériles” (135), a “este inútil cuerpo mío que jamás
ha querido dar lo que se ha pedido de él”, a su “naturaleza imperfecta y estéril” (137). Si los
hijos de estas mujeres constituirían el futuro de esta región, al no existir estos el futuro
también se disuelve. Por otro lado, la situación del aborto se encuentra implícita en la
totalidad de la novela, a partir de la existencia de la casa donde se practicaban los mismos.
Posiblemente debido a esta situación difícil de rastrear es que proliferan las metáforas del
aborto a lo largo del texto, como si la situación subyacente luchara permanentemente por
salir a la luz. La mujer de Rumbal/Rombal/Rembal, lanzaba “miradas furiosas […] con las
que logró abortar […] una cierta afición a las lágrimas y a la bebida que empezó a cundir
entre los bancos de la gente madura” (15-16). Luego, “la ficción de un movimiento
abortado” (44), el cual no llega a realizarse, y “una forma de desconcierto y estupor […]
[que] había abortado toda decisión” (65). En esta misma línea, la represión que no permite
el desarrollo de ciertos acontecimientos: “aquella moral que abortó tantas cosas –que había
de convertir en un paisaje en ruinas todos los impulsos de una conducta” (74), “un gesto
abortado e insatisfecho de vergüenza” (90). El aborto como metáfora detiene la acción y el
deseo, mantiene ese estado decadente e inmóvil que transforma a Región y a sus habitantes
en ruinas. La lucha que se lleva adelante tanto en el territorio como en el tiempo y en el
cuerpo de la mujer entre esterilidad y fertilidad, se multiplica también entre los habitantes
de la región, quienes constantemente se enfrentan por los pocos espacios de movimiento.
Algunas frases como “ese ayer intemporal, transformado por la futurición en un ingrávido y
abortivo presente” (43), “indicios de recuerdos abortados” (52) o “un tiempo de nadie, un
instante abortado y un pasado sin sanción ni registro” (106), nos estarían indicando la falta
de movimiento que domina a Región. Finalmente, Numa, el guardián, funciona como
médico que práctica abortos, ya que es el que impide que los viajeros salgan de este útero
que es el pasado y Región.
Esta es la manera que encontró Benet para relatarnos la Guerra Civil Española sin
caer en los mecanismos del realismo hegemónico. También habíamos señalado que, de
acuerdo con Minardi, Región es una interpretación o una puesta en ficción, no un espejo de
España. La guerra que se produce dentro del relato funciona, entonces, como un obturador
del futuro de Región. No obstante, debemos aclarar que no importa realmente si Región
antes de la guerra era fértil y luego deja de serlo, sino que se realiza una construcción en la
memoria de los personajes en la cual el pueblo representa la ruina, si Región fue fértil en
algún momento, esto fue en el pasado lejano y ya no se repetirá.
Finalmente, todo se encuentra abortado o estéril: la comunicación, los personajes, el
espacio, el tiempo, o como señala Ortega: “el doctor, como la casa, los objetos, el jardín
donde se ha encerrado, simboliza un mundo ruinoso donde el tiempo parece haberse
detenido, anulando toda esperanza de futuro” (1986: 68). De nuevo, el agotamiento, la
ruina, la quietud y la disolución de todo futuro posible, en donde Marré se constituye como
el epicentro al mirar “un futuro cercenado por la esterilidad” (52), al ser parte de una
familia que “había perdido el eslabón de la madre” (120), al tener una madre política que se
llama Muerte (124).
En conclusión, los tropos son parte de un discurso ideológico, conforman un
sustrato presente en todo el relato que, como sucede con las metáforas, está altamente
naturalizado, hasta llegar al punto de pasar desapercibido en una lectura convencional. El
cuerpo femenino, sus diferentes edades, la ruina, el envejecimiento, la esterilidad y el
aborto son algunos de los elementos que se tuvieron en cuenta a la hora de abordar el texto.
De todas formas, al avanzar con el análisis la red que sostenía al relato probó ser mucho
más extensa, multiplicándose en diferentes niveles, más allá del conjunto de tropos, se
encarnaba también en la vida de los personajes. Asimismo, dentro del conjunto de
metáforas seleccionadas, estas alcanzaban todos los dominios del lenguaje y todas las zonas
que se insertaban en la narración de los recuerdos. El espacio, es decir, el medio ambiente
físico, el paisaje y la naturaleza, se veían atravesados por la idea de infertilidad tanto como
la dimensión temporal. Región es el pasado pero también, en cierta forma, es una imagen
de España, una interpretación, una puesta en ficción, en donde se construye una memoria
ficcional. Esta memoria se encuentra en diálogo constante con la España histórica, a partir
de la guerra, de la ruina y de la desesperanza. En relación a esto último, y para concluir,
hicimos hincapié en el problema generacional, donde una continuidad esperable se
encontraba obturada desde la reproducción física hasta la falta de comunicación entre los
personajes. Los eslabones familiares se encuentran rotos y la filiación siempre lleva el
signo de la muerte: “allí nací yo y allí murió mi madre”, dice Marré mirando al pasado,
“deseé y supuse –que había de nacer [mi hijo] solamente para que tú pudieras morir”, dice
Marré mirando a un futuro imposible.
Fuente
-BENET, Juan, Volverás a Región, Barcelona, Biblioteca El Mundo: Las mejores
novelas en castellano del siglo XX, 2001 [numeración de la edición digital disponible en:
http://es.scribd.com/doc/169631530/Benet-Juan-Volveras-a-Region]

Bibliografía
-ANGENOT, Marc, La palabra panfletaria. Contribución a la tipología de los
discursos modernos, París, Payot, 1982.
-HERZBERGER, David K., “La aparición de Juan Benet: Una nueva alternativa
para la novela española”, en Juan Benet, ed. Vernon, Kathleen M., Madrid, Taurus, 1986.
-LAKOFF, George y JOHNSON, Mark, Metaphors we live by, London, The
University of Chicago Press, [1980] 2003.
-LAKOFF, George y TURNER, Mark, More than cool reason. A field guide to
poetic metaphor, Chicago & London, The University of Chicago Press, 1989.
-MINARDI, Adriana, Historia, memoria, discurso. Variaciones sobre algunos
ensayos benetianos, Madrid, Pliegos, 2012.
-ORTEGA, José, “Estudios sobre la novela de Juan Benet”, en Juan Benet, ed.
Vernon, Kathleen M., Madrid, Taurus, 1986.

Potrebbero piacerti anche