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El marxismo no indicaba la tentativa más radical de crítica de un mundo al que la crisis tornaba siempre más indecible, sino la

consumación de las concepciones racionalistas que el cosmos burgués elevó a su máxima expresión. Schmitt es un reaccionario
contra el iluminismo. Hay en él una antropología pesimista y una apelación a la autoridad. La crisis de “soberanía” del Estado
liberal y el fantasma de la guerra civil son los que lo llevan a teorizar acerca de las condiciones y la naturaleza de un poder de
decisión a la altura de los tiempos.
La acción política para Schmitt es sobre todo opción, riesgo, decisión: “producción de un mito” que no deja espacio libre y que
compromete al sujeto imponiéndole una elección. Y porque tal producción sólo puede nacer de la guerra, está dotada de una
cualidad existencial y no normativa. La guerra es el momento de definición “existencial” del comportamiento político.
La categoría de “lo político” no puede en nuestra época ser confundida con la de “estatal”. Si el Estado y sociedad se compenetran
recíprocamente y todos los asuntos antes sociales se han transformado en estatales) la referencia al Estado no es suficiente para
fundar un carácter específico distintivo de “lo político” 1.
El enemigo solo puede existir en el estado de guerra y su concepto, el de enemigo, refiere a la posibilidad de aniquilamiento
físico.
El Estado de Derecho ha muerto en Carl Schmitt ha muerto porque ha perdido el monopolio de lo político.

Nota biográfica
A pesar de ser un jurista, hay en sus textos una primacía de lo político sobre el derecho. Estuvo afiliado al partido Nazi a partir de
marzo de 1933. En 1940 publicó una selección de trabajos bajo el título “Posiciones y conceptos” en el que trataba la cuestión de
los grandes espacios.
El concepto de lo “político”2
El Estado y “lo político” son conceptos relacionados pero no idénticos. El Estado es una situación definida de una manera
particular de un pueblo. Más precisamente: la situación que sirve de criterio en el caso decisivo frente a muchos posibles status
individuales y colectivos.
El Estado total es donde todo es político, y ello en virtud de que en el Estado total todo es político porque jamás está
desinteresado frente a ningún sector de la realidad y es potencialmente comprensivo de todos ellos. El Estado total es propio de
la identidad entre Estado y sociedad. La democracia elimina la neutralidad propia del liberalismo.
Lo específico de lo político consiste en alguna distinción de fondo a la cual pueda ser remitido todo el actuar político. La específica
distinción política a la cual es posible referir las acciones y los motivos políticos es la distinción de amigo/enemigo3. Esta distinción
indica el grado de unión/separación de una asociación o de una disociación. El enemigo es existencialmente “algo otro”. Sólo
quien toma parte del conflicto puede poner término al caso conflictivo extremo. Solo él puede decidir si la alteridad del extranjero
en el conflicto concretamente existente significa la negación del modo propio de existir y si es por ello necesario defenderse y
combatir, para preservar el propio, peculiar, modo de vida. La distinción propia de “lo político”, es decir, amigo/enemigo es
autónoma de todas las demás distinciones.
Los conceptos de amigo/enemigo deben ser tomados en su significado concreto y existencial. En el liberalismo, el enemigo es
reducido a un competidor. Los pueblos se agrupan en amigo/enemigo, sino cesan de existir como cuerpo político. El enemigo es
enemigo público y no un individuo con el que mantengo una hostilidad privada. El enemigo es sólo un conjunto de hombres que
combate, al menos virtualmente.
Todos los conceptos políticos son polémicos. En el uso de la polémica cotidiana en el interior del Estado, “político” es hoy usado
a menudo en el mismo sentido que “político-partidario”. Pero, es la guerra civil la posibilidad extrema del grado de extremo
desarrollo de la “política interna”. El enemigo, como concepto, incluye la eventualidad de la lucha. La esencia del concepto de
“arma” está el hecho de que ella es instrumento de eliminación física de hombres.
La hostilidad es la negación absoluta de otro ser y la guerra es la realización extrema de la hostilidad. Pero la guerra no es un fin
para la política, sino que es su presupuesto siempre presente como posibilidad real. El concepto de neutralidad, como todo otro
concepto político, está dominado en todo caso por este presupuesto final de una posibilidad real del reagrupamiento
amigo/enemigo.
Schmitt descree de las guerras por motivos “puros”, como por la religión, la moral o la economía, ya que en el fondo subsiste la
distinción inscripta en clave de “lo político”. Por ello descree de las ideologías que promueven “la última guerra final de la
humanidad”. Lo cual no quiere decir que, por ejemplo, la “clase” en sentido marxista, llegado el caso, pueda sufrir una
transformación y pasar a ser una entidad política. Si los grupos se reagrupasen en contraposición burgués/proletario, de modo

1
Schmitt, Carl. “Aparece el estado total propio de la identidad entre estado y sociedad, jamás desinteresado frente a ningún
sector de la realidad y potencialmente comprensivo de todos”.
2
Texto de 1939.
3
En alemán Freund (amigo) y Feind (enemigo).
1
que desaparezcan todos los demás reagrupamientos de amigo/enemigo, se manifestaría entonces toda la realidad de carácter
“político” de estos conceptos sólo en apariencia “puramente económicos”. Y ello en virtud de que lo político extrae sus fuerzas
de los más diversos sectores de la vida humana.
Como consecuencia de ello la unidad política es la unidad decisiva y soberana. La soberanía, dice Schmitt, es utilizada como
“unidad”. La unidad decisiva funciona como unidad política en el caso crítico de posibilidad de lucha contra el enemigo. La unidad
política es la unidad decisiva. Ella existe o no. Si existe, es la unidad suprema, o sea la que decide en el caso decisivo. No existe
una sociedad o asociación política, sino una unidad política, una “comunidad política”. Sólo si no está presente lo político es
posible pensar en términos políticos una asociación.
Es al Estado a quien le compete el ius bellis. La tarea del estado es, sobre todo, establecer paz en su interior. Se necesita una
situación normal para que la norma tenga vigor.
Un hombre individual puede morir libremente por lo que quiere, pero la guerra no tiene un sentido normativo sino meramente
existencial. Si un pueblo no puede distinguir entre amigo/enemigo cesa de existir políticamente. Lo político no desaparece nunca,
desaparecen los pueblos débiles.
El concepto de humanidad excluye el concepto de enemigo. El concepto de humanidad ha sido el vehículo del imperialismo
económico y ha servido para negarle la calidad de humano al enemigo.
Schmitt critica a la idea de una Liga de Naciones, ya que según él, la universalidad solo puede existir con la desaparición de los
Estados. Pero, a su vez, considera que la Sociedad de Naciones nacida después de la Primera Guerra Mundial, no es universal y
que esta no hace otra cosa que permitir nuevas posibilidades de guerra. Schmitt entiende que los bloqueos económicos, a pesar
de ser considerados como métodos no violentos, son parte del imperialismo económico.
Carl Schmitt critica al liberalismo por no haber elaborado una teoría positiva con respecto al Estado, casi toda la teoría liberal
apunta a contrarrestar el poder político. El liberalismo ignora al Estado y a la política. Economía y ética son irradiaciones del
concepto de propiedad privada que tratan de aniquilar lo político por medio del derecho privado. El liberalismo transforma la
lucha política en “competencia” (económica) y “discusión” (ética).

La época de las neutralizaciones de las despolitizaciones


El desarrollo del espíritu europeo partió de de una fase teológica, pasó a una metafísica, luego una moral-humanitaria, para
terminar en una fase económica. Cada nación tiene su concepto de nación y de civilización. Los presupuestos espirituales son
existenciales y no normativos. También los conceptos específicos de los diferentes siglos derivan su significado característico del
respectivo centro de referencia de cada siglo. Todo deriva del centro de referencia y también el Estado adquiere su realidad y su
fuerza del centro de referencia de las diferentes épocas.
La técnica no es neutral por el hecho de poder servir a todos. Hay quienes pueden apoderarse de la técnica en su política de
poder y por ello la técnica pierde su neutralidad.

Corolario I
RESEÑA E LOS DIVERSOS SIGNIFICADOS Y FUNCIONES DEL CONCEPTO DE NEUTRALIDAD POLÍTICA INTERNA DEL ESTADO.
(1931)
I.- Significados negativos (o sea dirigidos a eliminar la decisión política) del término neutralidad.
1. Neutralidad en el sentido de no-intervención, de indiferencia, de laiser passer, de tolerancia pasiva y así sucesivamente. En este
significado, la neutralidad política interna del Estado se refiere en primer lugar a la conciencia histórica, en cuanto neutralidad
del Estado en relación con las religiones y con las confesiones. Aquí es donde se debe mostrar “respeto por el que piensa
diferente”, aún cuando estas ideas propagadas minen el régimen existente y actúe al servicio de un estado extranjero.
2. Neutralidad en el sentido de concepción instrumental del Estado. El Estado sería aquí un medio técnico que debe funcionar de
tal manera que ofrezca la misma posibilidad a todos de utilizarlo. Un Estado así estaría despolitizado y no podría distinguir entre
amigo/enemigo.
3. Neutralidad como iguales chances de formar la voluntad estatal. Tiene significado en ciertas concepciones liberales en torno
a la igualdad y a la universalidad del derecho de voto y a la igualdad general ante la ley. Todos tienen la posibilidad de conquistar
la mayoría y a las minorías se les recuerda que tenían la posibilidad de convertirse en mayoría.
4. Neutralidad en cuanto a los diferentes grupos existentes. O sea, idéntica admisión de todos los grupos y de todas las tendencias
existentes, en las mismas condiciones y con la misma consideración respecto a las prestaciones estatales. Pero este número de
grupos debería ser reducido.

II.- Significados positivos (que conducen a una decisión) del término neutralidad.
1. Neutralidad como objetividad sobre la base de una norma reconocida. Esta no es otra que la neutralidad de un juez ante la
legislación positiva.

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2. Neutralidad como competencia no fundada en intereses egoístas. Esta neutralidad está basada en los consejos que brindan los
expertos y asesores técnicos.
3. Neutralidad como expresión de una unidad y totalidad abarcadora de reagrupamientos opuestos. Cuando la decisión hace
valer el interés de la totalidad del Estado, contra el desmembramiento y la subdivisión.
4. Neutralidad del extranjero desde fuera del Estado. Es la objetividad del protector ante los conflictos internos del Estado
protegido.

Corolario II
SOBRE LA RELACIÓN EXISTENTE ENTRE LOS CONCEPTOS DE GUERRA Y ENEMIGO
(1938)
El concepto de enemigo es hoy el concepto primario con relación al de guerra. La guerra total solo puede ser entendida y definida
a partir de la hostilidad.
En la política posbélica ginebrina el agresor es señalado como el enemigo. En el período de entreguerras había habido una
situación entre la paz y la guerra. El sistema de pacifismo ginebrino reduce la paz a una ficción jurídica: la paz es tan solo aquello
que no es guerra y la guerra es sólo la guerra de tipo clásica realizada con animus belligerandi. No se toman en consideración
instrumentos de dominación extra-militares, como los económicos.
El concepto de neutralidad en el sentido del derecho internacional es una función del concepto de guerra. La neutralidad se
transforma por ello en correspondencia con la guerra. En la práctica puede tener cuatro significados:
a. Equilibrio entre neutrales y beligerantes: es la neutralidad clásica en la que prima la imparcialidad. El neutral queda aquí como
amigo de cada uno de los beligerantes.
b. Unívoca superioridad de poder de los beligerantes sobre los neutrales: la neutralidad aparece aquí como compromiso entre
las potencias beligerantes.
c. Unívoca superioridad de los neutrales sobre los beligerantes: las potencias neutrales pueden asignar a los beligerantes un
ámbito de juego para hacer la guerra. Este es el concepto de dog fight.
d. Absoluta carencia de relaciones: debido a las distancias o por tratarse de una potencia lo suficientemente autárquica.
A Schmitt lo que le interesa señalar es que donde no se puede distinguir entre paz y guerra tampoco se puede distinguir la
neutralidad (o al neutral).

Corolario III
RESEÑA DE LAS POSIBILIDADES Y DE LOS ELEMENTOS DEL DERECHO INTERNACIONAL NO RELATIVOS AL ESTADO
(1950)
El derecho internacional surgió en el siglo XIX. Nació a partir de la libertad de los mares y la libertad de comercio mundial.

Teoría del partisano


NOTAS COMPLEMENTARIAS AL CONCEPTO DE LO POLÍTICO
(1963)

Introducción
UNA MIRADA AL PUNTO DE PARTIDA: DE 1808 A 1813
El punto de partida es la guerra de guerrillas del pueblo español a partir de 1808. El partisano combate como irregular. El
partisano de la guerrilla española de 1808 fue el primero que osó combatir irregularmente contra un ejército regular moderno.
Pero el Congreso de Viena de 1815 restableció los principios del derecho de guerra europeo.

HORIZONTES DE NUESTRAS OBSERVACIONES


El partisano no está previsto por el derecho internacional. Hay dos tipos de guerra particularmente importantes en relación al
partisano: la guerra civil y la guerra colonial. En el caso de Rusia, esta nación durante todo el siglo XIX realizó muchas guerras
contra poblaciones asiáticas de montañeses y jamás se limitó exclusivamente a conducir una guerra regular, como lo hizo el
ejército prusiano-alemán. Además, la historia rusa conoció la lucha partisana autóctona contra el ejército napoleónico.

TÉRMINO Y CONCEPTO DE PARTISANO

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El partisano es un combatiente irregular. La “regularidad” en el ejército moderno clásico está dada por el uniforme que viste el
soldado. El uniforme confiere seguridad en público y es el símbolo de una autoridad que la presencia visible de las armas
aumenta.
El partisano también presenta en la actualidad un alto compromiso político. Etimológicamente la palabra partisano deviene de
“partido”, es decir, “tomar partido por”. Es en realidad el Partido Revolucionario el que presenta una sustancial organización
totalitaria. El rígido funcionamiento de la relación mando obediencia que existe en su interior son incluso superiores a las tropas
regulares.
Schmitt extrae algunas conclusiones a partir de los escritos de Ernesto “Che” Guevara, diciendo que la guerra de guerrillas en
realidad es la fase inicial hacia un ejército regular.
El partisano presenta tres características esenciales:
- La irregularidad;
- La acrecentada movilidad de la lucha activa;
- La aumentada intensidad del compromiso político.

PANORAMA DE LA SITUACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL DERECHO INTERNACIONAL


El estatus legal del partisano en el Reglamento de La Haya de 1907 fue equiparado (en algunos casos) a los combatientes
regulares. O sea, sus acciones no eran ilegales, y si caían prisioneros gozaban de los derechos y prerrogativas de todo combatiente
regular. Pero no en todos los casos, y como la potencia ocupante debía ejercer el poder de policía, estaba habilitada para reprimir
las acciones militares irregulares y en consecuencia contra los partisanos. Las convenciones de Ginebra de 1949 ampliaron el
número de aquellos que son equiparados con los combatientes regulares. Incluso se ha diferenciado a partir de la convención
ginebrina el reglamento sobre los combatientes heridos en tierra y en mar.
El partisano lo arriesga todo, no sólo su vida, ya que sabe que su enemigo lo considera fuera de todo derecho, honor y legalidad.
También el combatiente revolucionario declara al enemigo un criminal y considerado un engaño ideológico todas las convicciones
del enemigo acerca del derecho, la ley y el honor. Esta lógica de una guerra de causa justa que no reconoce un justus hostis. No
por esto Schmitt deja de reconocer el valor “humanitario” de los Convenios de Ginebra.

Introducción
LA INFORTUNADA RELACIÓN DE LOS PRUSIANOS CON EL PARTISANO
El ejército prusiano eliminó la idea del partisano. Cuando el ejército del Tercer Reich invadió Rusia en 1941 no pensó en
encontrarse con una guerra partisana, pero la batalla de Stalingrado terminó presentado ese escenario.
El ejército prusiano-alemán había enfrentado a los franctireurs, combatientes irregulares franceses, en la guerra franco-prusiana
entre 1870-1871. A ellos los trataron bajo la ley marcial. El problema de los ejércitos muy disciplinados es que tienen mucha
dificultad en este tipo de combate.
Pero hacia fines de la Segunda Guerra Mundial fueron los mismos alemanes los que se vieron obligados a practicar la guerra de
guerrillas. Estas eran la Volkssturm (conforme al derecho de guerra) y la Werwolf (organización partisana de jóvenes y no
conforme al derecho de guerra) que no formaban parte de la Wehrmach.

EL PARTISANO COMO IDEAL PRUSIANO DE 1813 Y EL REPLEGAMIENTO EN LA TEORÍA


El rey de Prusia dictó en 1813 el Landsturm sobre la milicia territorial y se encuentra inspirado en el “Reglamento de partidas y
cuadrillas españolas de 1808. Ambos tenían como enemigo al ejército napoleónico. En ellas se legitima al partisano y su modo
de hacer la guerra.

DE CLAUSEWITZ A LENIN
Lenin es quien consideró inevitable el recurso a la violencia y a las guerras revolucionarias, tanto civiles como interestatales. Para
él el partisano era la figura decisiva de la guerra civil, nacional e internacional, y que trató de transformarlo en un instrumento
eficaz de las órdenes de la dirección central del partido comunista. Según Lenin, la guerra revolucionaria es la guerra verdadera
y de enemistad absoluta. La enemistad absoluta no conoce límites, el enemigo absoluto verdadero es el adversario de clase.

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DE LENIN A MAO
Stalin, con la invasión alemana en 1941, logró la fundición de la fuerza telúrica (nacionalismo) con la agresividad de la revolución
comunista mundial. Pero hubo casos como el de Yugoslavia entre 1941 y 1945 donde se produjeron guerras partisanas fratricidas
entre comunistas y monárquicos.
En la guerra que lideró Mao existía una bifurcación conceptual con respecto al enemigo:
- El enemigo universal, es decir, el enemigo de clase.
- El enemigo real, o sea, el Imperio Japonés que ocupaba territorio chino.
En Mao confluyen varios tipos de enemistad. Para él la paz es solo el aspecto exterior de una enemistad real.
El Ejército Rojo regular aparece cuando la situación ya está madura para la formación de un régimen comunista.

DE MAO ZEDONG A RAOUL SALAN


Raoul Salan llegó a Indochina en 1948 como comandante de las tropas francesas. En 1951 fue nombrado alto comisario de la
república francesa para el Vietnam septentrional y en 1945 dirigió la investigación sobre la derrota de Dien-Bien-Phu. En 1958
fue nombrado comandante supremo de las fuerzas armadas francesas en Argelia. En 1958 sostuvo a De Gaulle, pero poco
después, entre 1960-1961, se desilusionó de De Gaulle y fue hostil a él. A partir de allí organizó la OAS (Organization d’ Armée
Secrète) e inició acciones terroristas contra el Estado francés.

Aspectos y conceptos de la última etapa


EL ASPECTO ESPACIAL
Así como el espacio aéreo y submarino han modificado los otros espacios de la guerra, la lucha partisana ha creado un nuevo
espacio de acción. Estos cambios siempre han generado en el adversario la indignación y juicios de desvalor frente a cambios del
espacio no previstos precedentemente.

EL CONTEXTO POLÍTICO MUNDIAL


El irregular debe apoyarse, tarde o temprano, en un ejército regular. Cuando varios terceros interesados compiten entre sí, el
partisano conserva un cierto espacio para su propia política. Esta era la situación de Tito en los últimos años de la segunda guerra
mundial. El irregular tiene dos alternativas para legitimarse frente a un regular: a) el reconocimiento por parte de un ejército
regular; b) imposición de una nueva regularidad confiando solo en sus fuerzas.

EL ASPECTO TÉCNICO
El partisano puede ser considerado como el estado pre-científico de la guerra terrestre. Lo paradójico es que desenmascara una
desproporción: la perfección técnico-industrial de las armas de un ejército regular moderno frente al primitivismo preindustrial
agrario de partisanos que sin embargo combaten eficazmente.
El optimismo técnico cree que los partisanos desaparecerán. Pero junto a esta solución hay otra radicalmente pesimista, una
solución del tipo de tabula rasa, planteada por la imaginación técnica. En una región atacada con los modernos medios de
destrucción todo sería destruido, amigo y enemigo, regular e irregular. Pero sería técnicamente posible que algunos hombres
sobreviviesen y ocupasen los cráteres de las bombas nucleares.

LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD
Salan se convirtió en partisano y le declaró la guerra a su propio gobierno. Pero, mientras que el partisano puede convertirse con
facilidad en un buen combatiente uniformado, un soldado regular encuentra muchas dificultades. Para el buen oficial el uniforme
es algo más que una vestimenta. Lo regular puede convertirse en una profesión institucionalizada, lo irregular no.
El gobierno legal decide quién es el enemigo contra el cual el ejército debe combatir. Quien se arroga la pretensión de fijar por
sí mismo quien es el enemigo afirma una legalidad propia, precisamente al no querer adaptarse a la elección del enemigo
realizada por el gobierno en funciones.
Salan se enfrentó al Frente Argelino de Liberación Nacional y al Gobierno de Francia como enemigos. Pero toda guerra sobre dos
frentes provoca siempre el interrogante acerca de cual debe ser considerado el enemigo real. El enemigo significa el
cuestionamiento de nosotros como figuras.

DEL ENEMIGO REAL AL ENEMIGO ABSOLUTO


Schmitt cita a Ernesto “Che” Guevara en un pasaje en el aquél dice “el guerrillero es el jesuita de la guerra”. La capacidad de
presuponer al amigo como al enemigo es la sustancia de lo político. Salan no encontró un tercero interesado, sino que chocó
contra el frente anticolonialista.

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El partisano tiene un enemigo real pero no un enemigo absoluto, ya que su carácter es telúrico. Fue Lenin quien transformó al
enemigo real en un enemigo absoluto.
Armas extraconvencionales existen hombres extraconvencionales.
El concepto de lo político

1. Estatal y político

El concepto del Estado supone el de lo político. De acuerdo con el uso actual del término, el Estado es el status político de un
pueblo organizado en el interior de unas fronteras territoriales. El Estado representa un determinado modo de estar de un pueblo,
esto es, el modo que contiene en el caso decisivo la pauta concluyente, y por esa razón, frente a los diversos status individuales y
colectivos teóricamente posibles, él es el status por antonomasia.

Es raro encontrar una definición clara de lo político. Casi siempre lo “político” suele equipararse de un modo u otro con lo “estatal”,
o al menos se lo suele referir al Estado. Con ello el Estado se muestra como algo político, pero a su vez lo político se muestra como
algo estatal, y éste es un círculo vicioso que obviamente no puede satisfacer a nadie. Por eso, la ecuación estatal=político se vuelve
incorrecta e induce a error en la precisa medida en la que Estado y sociedad se interpretan recíprocamente; en la medida en que
todas las circunstancias que antes eran estatales se vuelven sociales y, a la inversa, todas las instancias que antes eran meramente
sociales se vuelven estatales, cosa que se produce con carácter de necesidad en una comunidad organizada democráticamente.
Entonces los ámbitos antes neutrales: religión, cultura, educación, economía; dejan de ser naturales en el sentido de no estatales
y no políticos. De acuerdo con esto, en esta modalidad de Estado, todo es al menos potencialmente político, y la referencia al
Estado ya no está en condiciones de fundamentar ninguna caracterización específica y distintiva de lo “político”.

2. La diferenciación de amigos y enemigos como criterio de lo político

Si se aspira a obtener una determinación del concepto de lo político, la única vía consiste en proceder a constatar y a poner de
manifiesto cuáles son las categorías específicamente políticas. Pues lo político tiene sus propios criterios. Lo político tiene que
hallarse en una serie de distinciones propias últimas a las cuales pueda reconducirse todo cuanto sea acción política en un sentido
específico.

La distinción política específica, a la que pueden reconducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción entre amigos
y enemigos. El sentido de la distinción amigo-enemigo es marcar el grado máximo de intensidad de una unión o separación, de
una asociación o disociación. El enemigo político simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que
sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo.

La objetividad y autonomía propias del ser de lo político quedan de manifiesto en esta misma posibilidad de aislar una distinción
específica como la de amigo-enemigo respecto de cualesquiera otras y de concebirla como dotada de consistencia propia.

El Estado como estructura de unidad política, cuestionado por el pluralismo

Todo antagonismo u oposición religiosa, moral, económica, ética o de cualquier clase se transforma en oposición
política en cuanto gana la fuerza suficiente como para agrupar de un modo efectivo a los hombres en amigos y
enemigos. Lo político está, en una conducta determinada por esta posibilidad real, en la clara comprensión de la
propia situación y de su manera de estar determinada por ello, así como en el cometido de distinguir correctamente
entre amigos y enemigos.

Si la fuerza política de una clase o cualquier otro grupo dentro de un pueblo tiene entidad suficiente como para excluir
cualquier guerra exterior, pero ese grupo carece por su parte de la capacidad o de la voluntad necesarias para asumir
el poder estatal, para realizar por sí mismo la distinción entre amigo y enemigo y, en caso de necesidad, para hacer
la guerra, la unidad política quedará destruida.

Lo político puede extraer su fuerza de los ámbitos más diversos de la vida humana, de antagonismos religiosos,
económicos, morales, etc. Por sí mismo lo político no acota un campo propio de la realidad, sino sólo un cierto grado
de intensidad de la asociación o disociación de hombres.

Si los antagonismos económicos, culturales o religiosos llegan a poseer tanta fuerza que determinan por sí mismos la
decisión en el caso límite, quiere decir que ellos son la nueva sustancia de la unidad política.

El hecho de que el Estado sea una unidad, y que sea justamente la que marca la pauta, reposa sobre su carácter
político. Una teoría pluralista es, o la teoría de un Estado que alcanza su unidad en virtud de un federalismo de
asociaciones sociales, o bien simplemente una teoría de la disolución o refutación del Estado. La teoría pluralista del
Estado es sobre todo pluralista en sí misma, esto es, carece de un centro propiamente dicho y toma sus motivos e
ideas de los más diversos dominios conceptuales (religión, economía, liberalismo, socialismo, etc.); ignora ese
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concepto central de toda teoría del Estado que es el de lo político.

En realidad no existe ninguna sociedad o asociación política; lo que hay es sólo una unidad política, una comunidad
política.

Sólo la ignorancia o inadvertencia de la esencia de lo político hace posible esa concepción pluralista de una asociación
política junto a las de tipo religioso, cultural, económico y demás, incluso en competencia de ellas

El concepto de Estado supone el de lo político, comienza enunciando Carl Schmitt en esta obra. A
primera vista pareciera que lo político se equipara con lo estatal y viceversa, en una ecuación de
igualdad. Un segundo intento de reflexión nos dice más bien que dicha ecuación es producto de la lógica
que supone al Estado como única arena de actuación colectiva, en tanto espacio o unidad política
constituida que no permite la existencia de grupos antagónicos existentes fuera de sus límites. Tal
igualdad a decir de Schmitt no satisface a nadie, ya que lo político, excede en dimensión a lo estatal,
debido a que el antagonismo, conflicto y distinción amigo-enemigo, (características esenciales de lo
político) no solamente se da dentro de la dimensión institucional del Estado, sino que permea todas las
capas del cuerpo social. Lo político puede apropiarse por sí mismo de cualquier espacio, y por lo tanto
su especificidad no depende de la creación de uno propio para desarrollarse. Lo político además, precede
al Estado ya que fue precisamente el conflicto u antagonismo lo que propició la creación de un ente
extraordinario que regulara la convivencia entre los hombres.
De esta manera podemos deducir que lo político se encuentra inmerso dentro y fuera de los límites
institucionales de toda organización política constituida y así, el concepto de lo político supone al del
estado y al de lo social con todas sus implicaciones al mismo tiempo.
Cabe mencionar que si bien la distinción amigo-enemigo es característica esencial de lo político, en
tanto nos muestra el grado máximo de intensidad de unión o separación, de asociación o disociación,
según el autor, no todos los antagonismos o conflictos pueden catalogarse de políticos ; que estén
politizados por acarrear consigo una confrontación hostil es otra cosa. Schmitt es muy claro al enunciar
que por enemigo debe entenderse un conjunto de hombres que se opone combativamente a otro. Es
decir, el conflicto político es siempre grupal y el enemigo entonces será el enemigo público, nunca el
privado. Es por ello que el autor apunta a que solo debe verse al enemigo como el otro, el extraño, el
distinto que en algún momento amenaza en términos existenciales al grupo al que se pertenece, es
decir, con la objetividad necesaria para evitar asignarle juicios de valor innecesarios. Es aquí en donde
Schmitt puntualiza también que no todos los grupos son políticos. Pueden encontrarse dentro de esta
categoría solo aquellos que reúnen dos características: Autonomía decisional en cuanto a la elección de
a quienes tratar como amigos o enemigos y el modo en el que habrá de enfrentarlos siempre y cuando
esté dispuesto el grupo a hacerlo.
Siendo entonces la alteridad y la amenaza existencial del contrario sobre nosotros las características
esenciales de nuestro oponente, es necesario valerse de una estrategia de enfrentamiento. Dicha
estrategia según Schmitt debe tener por principal cometido combatir más que eliminar, ya que el
enemigo posee un carácter funcional y al mismo tiempo no hay que olvidar que su condición de enemigo
es puramente contingente o circunstancial. Pero entonces ¿de qué manera es que el enemigo sirve a
su oponente? El enemigo define a la agrupación en principio, es decir, inyecta sin querer una gran dosis
de identidad e instinto de pertenecía. El enemigo cohesiona, une, le recuerda a los miembros del grupo
contrario porqué es que están unidos, porqué es necesario construir alianzas, les recuerda su causa.
De igual forma que Schmitt da tratamiento al enemigo lo hace con el amigo. Los amigos políticos no
necesariamente son amigos en el ámbito privado, también son de carácter circunstancial y finalmente
poseen de igual modo un valor funcional. Por lo tanto, así como el enemigo sirve para crear alianzas
entre amigos, los amigos fortalecen las alianzas del enemigo. Se es amigo y enemigo al mismo tiempo
porque en el enfrentamiento político no hay buenos ni malos, claro, si se mira desde afuera.
Por todo lo anterior es que Schmitt afirma que el intercambio o proceso político varía según las
relaciones y reagrupamientos que existan entre grupos de amigos o enemigos. Es interesante como
establece el autor hasta cierto punto un parámetro en el que afirma que cuanto más se acerque la
oposición o antagonismo al punto extremo se aproximará más a lo político. ¿a qué le llama Schmitt
punto extremo? A la guerra, y es justamente este argumento el que ha causado tanto revuelo alrededor
de su obra. Es por ello necesario mencionar que no se trata de asignar un enfoque bélico a lo político

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ni uno mortal al enemigo como Chantal Mouffe apuntó en algún momento. La guerra es una posibilidad
real y latente dentro del escenario del conflicto, no el fin último u objetivo. Lo político a su vez tampoco
posee un afán pacificador, ya que el conflicto mismo y sus implicaciones lo impiden. ¿Cómo pensar en
lo político en un escenario ajeno a la posibilidad de la lucha?
Por otra parte, los fenómenos políticos, como ya se ha visto, se apropian de cualquier espacio, es por
ello que Schmitt afirma que lo político puede extraer su fuerza de todos los ámbitos de la vida humana,
esto es, de antagonismos de índole diversa capaces de agrupar personas y formar distintas causas de
combate.
Es por ello que los partidos políticos son solo un ejemplo de fenómeno político, el cual puede encontrarse
dentro de los límites institucionales del estado o fuera de ellos, en lo que Schmitt denomina política
interior o exterior. De esto podemos concluir que al ser la dimensión de lo político tan extensa, no se
reduce solamente a la política de partidos, ya que comúnmente suelen equipararse estos dos conceptos
también. Es necesario precisar que al ser la distinción amigo-enemigo inherente a toda conducta
política, se verá inmiscuido dentro del ámbito político todo antagonismo capaz de agrupar para el
combate a los miembros de la sociedad en grupos abanderados con una causa común. Lo político puede
insertarse en lo económico, lo religioso, lo moral, lo filosófico, lo estatal etc. Basta pensar en las distintas
causas generadoras de lucha común, como la defensa de los derechos de las minorías como ejemplo .
Intentar definir y establecer los límites de lo que lo político y la política representan no es tarea fácil y
no me atrevería a catalogar como errores algunas inconsistencias en la obra de Schmitt. La primera de
estas es sin duda al abordar la distinción amigo- enemigo, en la cual se menciona que lo político solo
atañe al enemigo público. Me parece que en principio para que el conflicto adopte tintes políticos o
grupales este debió haber comenzado sin duda en el ámbito privado, lo que hace a dicho ámbito
importante para dar tratamiento a la fase posterior que es justamente el antagonismo político. Y lo que
hace casi imposible mirar de manera objetiva al oponente, es decir, sin evitar descalificarle, odiarle y
asignarle juicios de valor negativos. En resumen la manera en la que Carl Schmitt pretender abordar el
conflicto peca de civilizada aunque acarreé consigo la posibilidad latente de la guerra ya que se aleja
del enfoque pasional natural e inherente a las relaciones sociales. Esto es más bien la manera en la que
debería concebirse a lo político y no una descripción de lo que comúnmente opera en esos términos.
Otra inconsistencia se deriva de la afirmación que propone que cuanto más se acerque el conflicto al
“grado máximo” de disociación, más político ha de volverse. Eso me parece una contradicción, porque
al asegurar Schmitt que la guerra no es el objeto, contenido o fin último de lo político deja de sostener
el argumento anterior. Además un conflicto no se vuelve menos político al existir mecanismos de
negociación para neutralizarlo, al contrario, pugna por el tratamiento civilizado al que Schmitt le
apuesta.
Por otra parte, al analizar el proceso político Schmitt se centra demasiado en los elementos amigo,
enemigo dejando de lado el objeto de la discordia o disputa. Es claro que el autor dedica una breve
reflexión al tema de qué conflictos son políticos o no. Pero me parece que le hizo falta ahondar más en
este tema para desdibujar las posibles lagunas que pudieran quedar al respecto.
Finalmente en el transcurso de la obra se homologan sin querer conceptos como político y política. Tal
vez se deba a la traducción al español cuando hablamos de “relaciones políticas” o “política de partidos”
por ejemplo. Sin embargo, cuando Schmitt habla de “política social”, es entonces que existe una
confusión dado que la diferencia entre política y político radica en que el segundo concepto excede en
dimensión al primero y además se inserta en él, entonces, la “política social” que Schmitt asegura se
da fuera de los límites gubernamentales podría confundirse con la que se da dentro de la dimensión
institucional.
Finalmente concluyo brevemente puntualizando que el concepto de lo político más que encontrar su
esencia en las categorías de amigo o enemigo lo hace más bien en el proceso de distinción, es decir, el
proceso que engloba no solamente el conflicto y la posibilidad siempre presente de la guerra, sino el
cual en el que la agrupación decide por sí misma a quien tratar como amigo o enemigo, elije si enfrentar
o no y la manera en la que habrá de hacerlo.
Sin duda un gran esfuerzo de abstracción intelectual que si bien no logra la pureza conceptual aspirada
nos recuerda los límites a los que debemos sujetarnos los estudiosos de la realidad social en cuanto a
la terminología que utilizamos al tratar de abordarla y explicarla.
Tal vez el concepto de lo político de Carl Schmitt pueda ganar terreno dentro de los clásicos de la
filosofía política en tanto que asume el tan afamado “cambio invariable” propio del tiempo de la política,

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y es justamente la distinción amigo-enemigo el combustible de la invariabilidad necesaria para lograr
este cometido.

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