se olvidó de sentir la cosa más pequeña: la vida. Anónimo.
Hoy alguien me dijo: “Me gustaría que no fuera tan complejo.” Le
pregunté: “¿Qué cosa? ¿Ser humanos?” Respondió: “No, las relaciones; que otras cosas sean complejas, pero las relaciones, me gustaría que fueran más simples.” Yo acariciaba una gata en celo, cuando dije: “¿No es un ideal el de la simpleza?” No hubo respuesta, así que agregué: “Yo también lo pienso a veces, pero no sé si me hace bien pensar eso.” En el colectivo, al ver a la gente andar bajo la lluvia, tuve un pensamiento: ¿Qué onda? ¿Qué queremos? ¿Será que tanto sufrimiento se sostiene en una idea —o ideal— de simpleza? Decimos: Ay, si las cosas fueran más sencillas… como en el paraíso. Pero: si el paraíso es tan sencillo, ¿qué hacemos acá? ¿Será que decir “simple” es una forma de decir “perfecto”? Ay, si las cosas fueran más perfectas, decimos, como en el paraíso… Si existe esa simpleza perfecta —esa perfección simple—, ¿qué hacemos acá? ¿Para qué tanto enrosque? (Nota: ver mi libro inédito “Teoría del enrosque”) En fin, las cosas… ¿Las cosas son “simples o complejas” o las percibimos como “simples o complejas”? Cuando estoy haciendo algo y me da la sensación de “mucho trabajo” y me abrumo, pienso que el abrume tiene que ver con que quiero dar más de un paso a la vez. Dar 2 pasos en un solo paso es algo difícil, hasta absurdo, pero cada paso en sí… no tanto. Aprender una coreografía puede ser complejo, pero cada movimiento… no tanto. Si espero demasiado de los otros —de la vida— me frustro. Pero si atiendo los detalles… Tal vez el paraíso ese esté en los detalles. Hacer una película es complejo, pero mandar un mail, apretar el REC, levantar una luz, preparar un café o una banana con miel, son acciones que considero “simples”. ¿Qué esperamos de las relaciones? ¿Qué le pedimos a las relaciones? (Interesante que las relaciones tengan su sustantivo, interesante que relación sea un sustantivo —una cosa.) Lo “imperfecto” es lo que no resulta como esperábamos. Pero las cosas nunca resultan como se las planea o espera. Regla de oro. La vida siempre es un poco diferente, las expectativas nunca son encontradas; a la vez que nada es perfecto, cada detalle está en su lugar. ¿Es posible que las cosas estén donde no deberían estar? Pasa una señora, su andar y su rostro me sugieren que no tuvo una vida “simple”, todo lo simple que hubiera querido. ¿En qué estará pensando que lleva esa cara? ¿Cuántos recuerdos estará sosteniendo al mismo tiempo, con un cuerpo cansado de sostener recuerdos? El color de su remera me produce una vibración que juzgo placentera; su andar me gusta, me da ternura. Pienso que no hay nada menos simple que la idea de que hay cosas que no son simples. Pienso en lo complejo de la idea de simpleza. Pienso en la simpleza como un complejo tejido. Rechazando lo complejo, pienso, me alejo de lo simple. Muchas veces asociamos la idea de lo simple con la idea de lo natural. La naturaleza es simple, decimos, y el ser humano tan complejo. Y cuando ahí decimos “complejo”, lo que pareciera que queremos decir es “complicado”. El ser humano se enrosca, sí, pero ¿lo que llamamos “naturaleza” no? Pienso si hay algo más artificial que la división entre lo natural y lo artificial. Rechazando lo “artificial”, se me ocurre, me alejo de lo “natural”; la vida, intuyo, no conoce diferencia entre “natural” y “artificial”. La vida no es ni simple ni compleja, y una mega computadora está compuesta, en el fondo, de los mismos átomos que una planta. Este momento es único. Nunca me sentí así, aun respirando algo de humo del cigarrillo del señor de la casa de pastas frescas. Una enfermera bajo su paraguas no se dio cuenta que dejó de llover. Voy a prestar más atención, porque los detalles me dan placer y gracia. Y los detalles me hacen sentir que yo también soy un detalle. O un tejido de detalles. Y ahí me siento poderoso, o algo así, como si fuera parte de un movimiento. No sé si todos mis sueños e ideales serán satisfechos en algún momento, pero bueno, ahora estoy aquí, en este rincón del mundo, en este punto del tiempo. Respiro, escucho y presto atención; la complejidad de la vida se revela como un tejido de puntos claros y simples; la imperfección de este mundo se revela como una red de puntos precisos y perfectos. Cuántas ideas y creencias e ilusiones sostengo que me dificultan —a veces tanto— el estar presente, respirando, sintiendo el punto infinitamente pequeño de la vida.