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P. Luis Montes VE
Para entender la noción de ecumenismo de la Iglesia es necesario conocer lo que
enseña la Iglesia sobre Sí misma. Muchas veces las incomprensiones se deben a
desconocimiento de las verdades básicas. Damos aquí algunos elementos tomando
textos del Magisterio.
Para establecer esta su santa Iglesia en todo el mundo hasta el fin de los siglos,
Cristo confió al Colegio de los Doce el oficio de enseñar, gobernar y santificar. Entre
ellos eligió a Pedro, sobre el cual, después de la confesión de fe, decretó edificar su
Iglesia; a él le prometió la llave del reino de los cielos y le encomendó, después de la
profesión de su amor, el confirmar a todas las ovejas en la fe y el apacentarlas en la
perfecta unidad, permaneciendo eternamente Jesucristo mismo como piedra angular
definitiva y pastor de nuestras almas.
Jesucristo quiere que por medio de los Apóstoles y de sus sucesores, esto es, los
Obispos con su cabeza, el sucesor de Pedro, por la fiel predicación del Evangelio y
por la administración de los sacramentos, así como por el gobierno en el amor,
operando el Espíritu Santo, crezca su pueblo; y perfecciona así la comunión de éste
en la unidad: en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino
y en la concordia fraterna de la familia de Dios.
Ya desde los comienzos surgieron escisiones en esta una y única Iglesia de Dios, las
cuales reprueba gravemente el Apóstol como condenables; y en siglos posteriores
nacieron disensiones más amplias, y Comunidades no pequeñas se separaron de la
plena comunión de la Iglesia católica, a veces no sin culpa de los hombres de una y
otra parte.
Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica —radicada
en la sucesión apostólica— entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica: «
Esta es la única Iglesia de Cristo [...] que nuestro Salvador confió después de su
resurrección a Pedro para que la apacentara (Jn 24,17), confiándole a él y a los
demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18ss.), y la erigió para siempre
como « columna y fundamento de la verdad » (1 Tm 3,15). Esta Iglesia, constituida y
ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste [subsistit in] en la Iglesia
católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él
».Con la expresión « subsitit in », el Concilio Vaticano II quiere armonizar dos
afirmaciones doctrinales: por un lado que la Iglesia de Cristo, no obstante las
divisiones entre los cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica,
y por otro lado que « fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos
elementos de santificación y de verdad »,ya sea en las Iglesias que en las
Comunidades eclesiales separadas de la Iglesia católica. Sin embargo, respecto a
estas últimas, es necesario afirmar que su eficacia « deriva de la misma plenitud de
gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia católica ».
Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia católica,
gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. Las
Iglesias que no están en perfecta comunión con la Iglesia católica pero se mantienen
unidas a ella por medio de vínculos estrechísimos como la sucesión apostólica y la
Eucaristía válidamente consagrada, son verdaderas iglesias particulares. Por eso,
también en estas Iglesias está presente y operante la Iglesia de Cristo, si bien falte la
plena comunión con la Iglesia católica al rehusar la doctrina católica del Primado,
que por voluntad de Dios posee y ejercita objetivamente sobre toda la Iglesia el
Obispo de Roma.
Tenemos entonces que Cristo fundó su Iglesia sobre Pedro y los apóstoles. A esta
Iglesia confió la plenitud de los medios de salvación. Esta Iglesia Universal vive en
las “Iglesias Particulares” es decir las Iglesias locales congregadas en torno a su
Obispo.
Es por eso que el Concilio afirma que “la Iglesia Católica subsiste en la Iglesia
Católica”. El término “subsiste” tiene, en este contexto, una significación más amplia
que “es”. Le da especial riqueza a este tema, y nos permite explicar el ecumenismo.
Significa que en la Iglesia Católica se encuentran todos los elementos de salvación y
significa también que en otras iglesias se encuentran también algunos medios, aunque
no plenos, de salvación.
En fin, se debe también tener presente que la expresión Iglesias hermanas en sentido
propio, como es testimoniado por la Tradición común de Occidente y Oriente, puede
ser aplicada exclusivamente a aquellas comunidades que han conservado
válidamente el Episcopado y la Eucaristía.
Las dos primeras son Iglesias particulares (ortodoxa y antiguas Iglesias orientales),
que se apartaron de la comunión. No son Iglesias hermanas en comparación con la
Iglesia universal, son hijas de ella.
Pero los protestantes perdieron la sucesión apostólica. No tienen obispos y por lo
tanto no tienen sacerdotes, ni sacramentos, por eso no son Iglesias particulares, son
“comunidades eclesiales”.