Aprender es un proceso que ocurre a lo largo de toda la vida y que se
extiende a múltiples espacios, tiempos y formas. Está vinculado a las experiencias vitales y necesidades de los individuos, a su contexto histórico- cultural concreto. Aprender supone el tránsito de lo externo a lo interno (según Vigotsky, de lo ínter psicológico a lo intrapsicológico), de la dependencia del sujeto a la independencia, de la regulación externa a la autorregulación. Supone en última instancia su desarrollo cultural. JEREMY VARGAS VERA 9NO EGB
El proceso de aprendizaje posee tanto un carácter intelectual como
emocional e implica a la personalidad como un todo. En él se construyen los conocimientos, destrezas, capacidades, se desarrolla la inteligencia, pero de manera inseparable, este proceso es la fuente de enriquecimiento afectivo, donde se forman los sentimientos, valores, convicciones, ideales, donde emerge la propia persona y sus orientaciones ante la vida. Aunque el desarrollo inicial del cerebro está dirigido por la genética, es posible modificarlo tanto de manera positiva como negativa mediante la experiencia ambiental (Toga et al. 2006). El término técnico para esta capacidad de modificación del cerebro es plasticidad. La experiencia temprana puede tener efectos duraderos sobre la capacidad de aprendizaje y almacenamiento del sistema nervioso central (Society for Neuroscience, 2005). Es posible que las diferencias individuales en inteligencia reflejen la capacidad del cerebro para desarrollar conexiones neurales en respuesta a la experiencia (Garlick, 2003). Aunque el centro y principal instrumento del aprender es el propio sujeto que aprende, aprender es un proceso de participación, de colaboración y de interacción. En el grupo, en la comunicación con los otros, las personas desarrollan el auto-conocimiento, compromiso y responsabilidad individual y social, elevan su capacidad para reflexionar divergente y careadoramente, para la evaluación crítica y autocrítica, para solucionar problemas y tomar decisiones. la cultura puede ejercer una influencia sorprendentemente poderosa sobre el desarrollo motor temprano. El desarrollo motor se caracteriza por una serie de hitos: logros que se desarrollan de manera sistemática, donde cada capacidad nueva que se domina prepara al bebé para enfrentarse a la siguiente. Los lactantes primero aprenden habilidades sencillas y después las combinan en sistemas de acción cada vez más complejos que permiten un rango más amplio o preciso de movimientos y un control más efectivo del ambiente. Por ejemplo, en el desarrollo de la prensión de precisión, el lactante primero intenta recoger objetos con la mano completa, cerrando sus dedos contra la JEREMY VARGAS VERA 9NO EGB
palma. Más adelante, el bebé domina la prensión en pinza, en la que se unen
las puntas del pulgar y el dedo índice hasta formar un círculo, haciendo posible levantar objetos pequeños. Al aprender a caminar, el lactante primero obtiene el control de los movimientos separados de brazos, piernas y pies antes de conjuntar estos movimientos para tomar ese trascendental primer paso. Los bebés africanos, cuyos padres a menudo los colocan sentados y los sostienen sobre sus pies, botándolos hacia arriba y hacia abajo, tienden a sentarse y a caminar antes que los bebés estadounidenses (Rogoff y Morelli, 1989). La sociedad dentro de la que crecen los niños también influye en las habilidades que aprenden. En Estados Unidos, los niños aprenden a leer, escribir y, cada vez más, a usar computadoras. En el Nepal rural, aprenden cómo arrear búfalos de agua y a orientarse por los caminos montañosos. Los bebés normales siguen una secuencia típica de desarrollo motor: gatear, caminar y correr, en ese orden, a ciertas edades aproximadas. Aún así, este desarrollo no está canalizado por completo; la experiencia puede afectar su ritmo y momento de ocurrencia. La cognición y la personalidad dependen más de variaciones en la experiencia: el tipo de familia en que crecen los niños, la escuela a la que asisten y la gente con quien se encuentran. Consideremos el lenguaje. Antes de que los niños puedan hablar, deben alcanzar cierto nivel de maduración neurológica y muscular. Ningún bebé de seis meses puede decir una oración, sin importar qué tan enriquecida sea la vida en su hogar. Sin embargo, el ambiente sí representa un papel importante en el desarrollo del lenguaje. Si los padres alientan los primeros sonidos de los bebés mediante responderles verbalmente, es probable que estos niños comiencen a hablar antes que si se ignoran sus primeras vocalizaciones. JEREMY VARGAS VERA 9NO EGB
Según el principio próximo-distal (adentro hacia fuera), el crecimiento y
desarrollo motor proceden del centro del cuerpo hacia fuera. En el útero, la cabeza y el tronco se desarrollan antes que los brazos y las piernas, después se desarrollan las manos y los pies y, por último, los dedos de manos y ortejos (dedos de los pies). Durante la lactancia y la segunda infancia, las extremidades siguen creciendo a mayor velocidad que las manos y los pies. De manera similar, los bebés primero desarrollan la capacidad para utilizar la parte superior de brazos y piernas (que se encuentran más cercanas al centro del cuerpo), enseguida los antebrazos y la parte baja de las piernas, después las manos y los pies y, por último, los dedos y ortejos.