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5.

EL CATEQUISTA

Como se podrá ver en los gestos que publicamos, el papel del animador es
determinante. La razón es que él encamina al grupo hacia un sentido determinado. El
animador-catequista es el que tiene la intención de transmitir y abrir al grupo hacia la
verdad de la palabra. Esto no nos lleva a decir que el grupo en catequesis es algo
pasivo. Tiene una participación activa en la marcha del grupo, en la historia que el
grupo teje. Pero la figura del catequista es indispensable. El catequista en el grupo de
catequesis tiene la misión de pronunciar la palabra que viene de lo alto, la palabra que
es exterior al grupo y él ha recibido de la comunidad creyente para transmitirla a los
que siguen llamando a las puertas, las/nuevas generaciones de seguidores del Señor.
La verdad de un grupo no es tanto lo que el grupo dice al margen del animador, sino lo
que el grupo dice junto con el animador. Diría que el animador-catequista tiene la
palabra “cualitativa” (o tendría que tenerla) en la reflexión que el grupo hace.
La persona del animador está concebida en la perspectiva que ofrecemos con estas
características:
 Intencionalidad explícita de anuncio del Reino con dimensión pedagógica
El catequista recibe del obispo el encargo o misión de ejercer el ministerio de la
palabra (CF, 87). Por eso actúa entre los miembros de su grupo 11 no por una misión
que él se atribuye a sí mismo o por inspiración personal, sino en unión con la misión
de la Iglesia y en su nombre" (EN, 60).
El ministerio de la palabra es la meta última del catequista cuando actúa como
catequista dentro del grupo.
Para poder anunciar tendrá que tener en cuenta la dimensión pedagógica, es decir,
responder a la pregunta: ¿qué acciones es preciso poner en marcha para que estos
destinatarios concretos se preparen para acoger el anuncio del Reino?
Es la perspectiva que señala El catequista y su formación cuando nos dice que la
"'formación de un catequista es un proceso complejo" (CF, 101). Y añade enseguida:
"Es una formación (la del catequista) directamente vinculada a la práctica concreta de
la catequesis" (CF, 102). No en vano se le define como "educador básico de la fe" (CF,
31), dotado de un carisma de "maestro".
Entendido así el papel del catequista, todo su ser, su saber, pasan por una dimensión
de pedagogía. La acción catequética es la convergencia del ser, del saber y del hacer
del catequista. Y queda claro que hablamos de convergencia de tres dimensiones, Si
la acción pedagógica que se emprende no es convergente con el ser o con el
contenido mismo del mensaje, es necesario revisar la misma acción, El contenido de
fe impone exigencias a la acción pedagógica, pues este contenido es dato recibido
que no es posible distorsionar.
Un catequista que tuviera como meta de su presencia entre los del grupo el simple
objetivo de que" se lo pasen bien"', o "formar grupo", o "pasárselo bien con los del
grupo", no está apuntando al objetivo último de todo catequista. Es posible,
lógicamente, que "pasarlo bien", "formar grupo" sean objetivos iniciales o medios, pero
nunca últimos.
 Convergencia de gestos y la palabra
Situándonos más en los gestos que tratamos aquí, hay que señalar que es de absoluta
necesidad la convergencia de la acción propuesta con la palabra pronunciada. Dificulta
la apertura a la profundidad del mensaje la disociación de la palabra y de los gestos.
Llegar a la convergencia es una tarea propia del catequista, de su preparación de la
catequesis misma y de la meditación de la palabra que se le entrega para ofrecer a los
demás. Meditación personal y preparación técnica son dos elementos indispensables
para que en la práctica se dé la convergencia de gestos y palabras.
 Lectura en profundidad de detalles que componen un gesto
Cuando hoy hacemos exégesis de los relatos bíblicos, nos damos cuenta de que los
detalles del relato no son "adornos", sino que pertenecen al contenido mismo de lo que
en el relato se nos comunica. El relato tiene "detalles" que contribuyen a la transmisión
del contenido último.
Cuando proponemos a un grupo un gesto con la intencionalidad de comunicar un
mensaje y de abrir al grupo a una realidad de misterio, mucho más amplia que el
mismo gesto, no podemos perder los detalles que pasan en el transcurso del gesto.
Son esos detalles los que dan contorno y posibilidades al anuncio del mensaje; son
mensaje. Es aquí donde juega un papel importante el animador-catequista para
"captar" los detalles y para "darles" contenido y significación.
Para realizar esta tarea no basta sólo con la "técnica". La técnica nos puede ayudar a
que las cosas salgan razonablemente bien. Perola "lectura" de lo que pasa exige del
animador-catequista sensibilidad e interioridad, que yo llamaría de profeta, además de
una comprensión amplia y lúcida del contenido que se ha de transmitir. De lo contrario,
quedará mucha riqueza perdida. Algo así como cuando hoy nos ponemos a leer la
Biblia y es leída por quien no tiene formación bíblica y por quien tiene formación
bíblica.

Texto propiedad de:


Gestos Para la Catequesis
Álvaro Ginel Vielva
Editorial: Dabar

Este texto sólo puede ser utilizado para fines de formación juvenil. Se prohíbe el
uso lucrativo con cualquier contenido de este material.

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