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El consumidor que son la mayoría y que son los que menos gozan de información como
de organización compleja, prácticamente se lo protege de los tratos que recibe antes o
después de su adquisición, de parte del proveedor.
Las reglas específicas que recoge el Código de Protección y Defensa del Consumidor
sobre los métodos comerciales abusivos corresponden a un trabajo de recolección de
criterios y decisiones sobre situaciones que se han venido detectando a lo largo de los
años de funcionamiento que tiene la Comisión de Protección al Consumidor del Indecopi.
Así, existen una serie de conductas que se han identificado y percibido como
perjudiciales para los consumidores y por ello es que el Código las prohíbe.
MARCO TEORICO
Básicamente, los métodos comerciales abusivos son aquellas conductas realizadas por
los proveedores de bienes y servicios que, de manera expresa, el Código de Protección
y Defensa del Consumidor las considera perjudiciales para los consumidores.
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CRISTHIAN NORTHCOTE SANDOVAL, “Protección de los consumidores contra los métodos comerciales
abusivos” Actualidad Empresarial Nº 285 – Segunda Quincena de Agosto 2013
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DAVID JONATAN GARCÍA SÁNCHEZ “Métodos comerciales coercitivos y la modificación unilateral de los
contratos” https://consteporelpresentedocumento.files.wordpress.com/2012/10/mc3a9todos-
coercitivos.pdf
La autonomía de la voluntad juega un papel importante para las relaciones de
intercambio y es una de las premisas uniformadoras de todo el derecho privado, así pues,
también juega un rol fundamental en el Derecho del Consumidor, pues solo a través de
esta el consumidor podrá llegar a establecer una relación de intercambio con el
proveedor.
Valga tener en cuenta que la relación de consumo se trata de una relación bilateral en la
cual intervienen el proveedor y el consumidor, dentro de esta dinámica de intercambio
los métodos coercitivos se tratan de métodos comerciales que soslayan la voluntad de
uno de estos actores, el consumidor, forzándolo a que asuma obligaciones no
establecidas por el libre ejercicio de su voluntad, siendo en este caso el proveedor quien
restringe su voluntad puesto que decide por el consumidor, cambiando las reglas de
juego por las que este contrataría (en base a su necesidad e información) o hubiese
contratado, generando desconfianza en los actores de mercado.
Otro punto a resaltar es que los métodos coercitivos no solo se configurarán en cuanto
el proveedor establezca una relación contractual con el consumidor sin su
consentimiento sino también cuando el consumidor tenga la voluntad de mantener dicha
relación y el proveedor le imponga trabas para la prestación efectiva del producto o
servicio o cuando quiera disolver el contrato.
Considerando todo lo anterior, desde la doctrina se ha observado que “los métodos
comerciales coercitivos tienen como objetivo, forzar a que el consumidor, existiendo o no
una relación contractual, asuma obligaciones o cargas no pactadas o autorizadas. En
uso de su autonomía privada, el consumidor tiene el derecho a definir y aceptar las
relaciones de consumo que considere convenientes para sus intereses, sin que medie
coacción alguna de parte del proveedor. Métodos coercitivos comunes son la
modificación unilateral por parte del proveedor de las condiciones y términos
contractuales en que un consumidor adquirió un producto o servicio, o el cargo
automático de una oferta no requerida automáticamente” (FERRAND RUBINI, Enrique.
“Los derechos de los consumidores”. En: Ley de Protección al Consumidor Rodhas,
2004, p. 66.).
Si bien tanto la doctrina como la jurisprudencia refieren que los métodos comerciales
coercitivos van más allá de la relación contractual, no puede negarse que estos no estén
directamente relacionados, pues las obligaciones dictadas por el proveedor de forma
unilateral obligarán al consumidor a asumir costos en tanto estos estén de alguna manera
ya obligados por alguna relación anterior o que mediante estos métodos se cree una, por
la cual el concepto de relación contractual ronda los métodos comerciales coercitivos.
En ese sentido, existe una diferencia con las cláusulas abusivas en cuanto, en primer
lugar estás si están estrictamente ligadas a la existencia del contrato y en segundo lugar
porque imponen un desequilibrio en las prestaciones recíprocas pero el consumidor
conoce la oferta y la cláusula contractual y la acepta, es decir el desequilibrio aparece
dentro de las reglas de juego; en los métodos coercitivos el proveedor establece una
relación contractual o varía la oferta sin ningún consentimiento expreso del consumidor,
sin tomar en cuenta su voluntad, elemento básico para que el surgimiento de
obligaciones se perfeccione.
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TAFUR ASENJO, KARINA DEL PILAR, “La desprotección del consumidor frente a las ventas agresivas. La
imitación insuficiente de la normativa europea” Tesis publicada por PUCP
Hoy día Europa ya no es solamente el viejo continente, compuesto por multitud de países
de diversas magnitudes, niveles de población, culturas y accidentes geográficos, sino
que desde las últimas décadas ha venido adoptando, paulatinamente, la organización,
leyes e instituciones de un gran organismo supranacional conformado por todos sus
países miembros en igualdad de condiciones. Ello, en virtud a la búsqueda de una
estrategia de supervivencia adoptada para afrontar la hegemónica economía global con
un mayor poder de negociación y aportando un mercado interior muy significativo a ojos
de las grandes empresas del mundo.
Así, las cuestiones relativas a la protección de los consumidores han cobrado con el paso
de los años y la consecuente acumulación de casuística, mayor relevancia en la
Comunidad, puesto que no se puede ofrecer al mercado internacional un escenario
interno en el que los consumidores no encuentren sus derechos básicos debidamente
protegidos. Sin embargo, la experiencia en la Comunidad originó la necesidad de dotar
de otro enfoque a la protección de los consumidores, desde la perspectiva de las
prácticas desleales comerciales que los pudiesen perjudicar.
Esta directiva prohíbe las prácticas comerciales desleales empleadas por las empresas
en sus relaciones con los consumidores. Para ello cuenta con tres grados distintos de
descripción de las conductas desleales prohibidas, por lo que si una conducta puede
ser subsumida en el supuesto de hecho de cualquiera de tales grados, deberá
considerarse como desleal para los efectos de la prohibición recogida en su texto.
Las prácticas prohibidas en esta directiva abarcan desde el ensayo de una cláusula
general (Nehf 2007) y la definición general de los conceptos de prácticas engañosas o
agresivas (los dos tipos de conductas prohibidas), hasta la ejemplificación de 31
conductas prohibidas por sí mismas (Pinto 2011:184-185).
Cabe resaltar que la Directiva sobre Prácticas Comerciales Desleales tiene un carácter
subsidiario frente a otras disposiciones comunitarias que pudieran regular de forma
específica (por actividad económica, por ejemplo) determinadas prácticas comerciales
desleales, cediendo su aplicación ante estos. Asimismo, esta Directiva sobre Prácticas
Comerciales Desleales no colisiona con los aspectos relativos a la competencia desleal
que se produzcan entre empresarios o a los relativos a la seguridad, que son regulados
por otros cuerpos normativos.
Esta directiva, a diferencia de la Directiva de Tiempo Compartido de 1994, establece
una regulación de máximos, es decir, que impone a todos sus miembros un estándar
máximo de protección a los consumidores en lo relativo a las prácticas comerciales
desleales empleadas en su contra, impidiendo de este modo que se preserven las leyes
más proteccionistas de ciertos miembros así como el desarrollo de la protección a
futuro. Al respecto, Nehf (2007:314) señala que:
En definitiva, un doble régimen jurídico para un mismo supuesto de hecho que en nada
beneficia ni a la seguridad jurídica ni, por supuesto, a la unidad sistemática del Derecho
contra la competencia desleal, y que puede conducir a confusión a los operadores
jurídicos y económicos. (H. Hernandez 2010:12)
Esta legislación, está dada por la Ley de la FTC, que desarrolla sus funciones,
procedimientos, facultades, conductas ilícitas, etc. Las prácticas comerciales agresivas,
tal como son descritas en la Directiva sobre Prácticas Comerciales Desleales, podrían
encuadrarse dentro de la clasificación de deslealtad contenida en la Sección 5, parágrafo
a) de la Ley de la FTC12, tal como señala Nehf (2007):
Este concepto no tiene corolario directo en la Ley de la FTC, pero eventualmente podría
corresponder con el concepto de “deslealtad” en la Sección 5. Las tácticas de ventas
“agresivas” pueden no ser un concepto muy abierto, debido a que la Directiva [sobre
Prácticas Comerciales Desleales] solo se refiere a las prácticas que imposibilitan a los
consumidores el uso de su libertad de elección o su habilidad para tomar decisiones. Las
tácticas de ventas puerta a puerta pueden ser un ejemplo. Otros tipos de conductas
pueden no encontrarse incluidos.
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TAFUR ASENJO, KARINA DEL PILAR, “La desprotección del consumidor frente a las ventas agresivas. La
imitación insuficiente de la normativa europea” Tesis publicada por PUCP
Estas disposiciones relativas al ejercicio de la facultad de la FTC en la emisión de normas
en materia de competencia desleal, disminuye la celeridad requerida en aspectos tan
cambiantes como esta materia, pues en algunos casos ha tomado hasta 10 años en
concluir con el procedimiento, sin que finalmente se llegase a culminar con éxito la
operación. (Pomeranz 2010:5)
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TAFUR ASENJO, KARINA DEL PILAR, “La desprotección del consumidor frente a las ventas agresivas. La
imitación insuficiente de la normativa europea” Tesis publicada por PUCP
su denuncia. De este modo realizaba un enjuiciamiento bajo el marco del deber de
idoneidad, si lo que el consumidor hubiese denunciado fuese la imposibilidad de acceder
a los beneficios que le fueron ofrecidos (listados de hoteles limitados, carencia de libre
disponibilidad de habitaciones en temporadas altas, costos mayores a los que el hotel
ofrece al mercado); desde el deber de información, si la cuestión controvertida se
centrase en que el proveedor omitió información relevante respecto al contrato suscrito
(tasas de interés, otros costos no informados) o; finalmente, como métodos comerciales
coercitivos, si se cuestionasen los mecanismos de presión ejercidos por el proveedor
para obtener la aquiescencia del consumidor en la contratación (bebidas alcohólicas,
alimentos, largas jornadas).
Dada la estrecha vinculación entre el empleo de las prácticas de ventas agresivas y sus
consecuencias para el consumidor, muchas veces la Comisión imputaba y analizaba las
conductas como presuntas infracciones a los tres tipos señalados, o alguna conjugación
particular de éstos, pero los resultados fueron en la mayoría de veces negativos para el
consumidor, debido a la falta de pruebas respecto al empleo de prácticas comerciales
agresivas o a que finalmente se acreditase la existencia de un contrato válidamente
suscrito por el consumidor, lo que desvirtuaba la imposición de condiciones
desconocidas. Aisladamente se declaraba fundado un caso, en el extremo referido al
deber de idoneidad, cuando quedaba acreditado el incumplimiento de la entrega de los
premios ofrecidos.
Si bien compartimos el criterio flexibilizador adoptado, cabe destacar que la única razón
por la que la CPC arribó al mismo, fue la presentación de numerosas e idénticas
denuncias sobre la conducta del infractor, bastándole ello para dar por ciertos los
hechos relatados por los denunciantes, no obstante, las conductas no hubiesen
quedado acreditadas formalmente en el procedimiento.
Si bien esta posición no hubiese permitido la sanción del denunciado por el empleo de
los métodos de ventas agresivas propiamente dichos, si hubiera constituido un mejor
enfoque para el juicio de tipicidad efectuado por la CPC, en vez de ceñirse estrictamente
al análisis de una infracción al deber de idoneidad.
El caso Promotora de Inversiones Sirius. La señora Rosa Judith Vidal Ayllón (en
adelante, la señora Vidal) interpuso una denuncia contra Promotora de Inversiones
Sirius S.A.C. (en adelante, Sirius), con relación a los siguientes hechos:
- A mediados del año 2004 recibió una llamada por parte de Sirius informándole que
había obtenido un premio, consistente en una semana en las instalaciones del Club
Sauce Alto, en Cieneguilla. Para hacerse beneficiaria del premio se le indicó que debía
pasar a recoger el respectivo “pase” en las oficinas de la empresa.
- Al acudir a recoger el referido pase se le informó que debía escuchar una conferencia
informativa sobre las ventajas de afiliarse al Club Sauce Alto, siendo que por la
expectativa de la charla y el cansancio generado por esta, se afilió al Club, suscribiendo
el contrato correspondiente y pagando la suma de US$ 2 000,00 por concepto de cuota
inicial. Pese a ello, solo le entregaron un documento sin fecha para el goce de un fin de
semana, vigente hasta octubre de 2004.
- Al día siguiente se comunicó con la denunciada para coordinar la fecha en que haría
efectivo el premio; sin embargo, le indicaron que no había instalaciones disponibles
hasta noviembre del 2004. Asimismo, a pesar de sus múltiples llamadas, sustentando
su mayor derecho al premio al haberse afiliado al Club, tampoco pudo conseguir
reservación alguna, aún cuando el premio que recibió no se encontraba condicionado
al cumplimiento de ningún tipo de pagos
- Cuando fue a visitar el club constató que el mismo sólo contaba con 4 bungalows, no
habiendo sido informada de su escaso número y el gran número de afiliados al club, lo
que hacía casi imposible emplearlos en la oportunidad que se requiriese.
- Uno de los atractivos ofrecidos era intercambiar el uso de hoteles o bungalows con
otros a nivel internacional, pese a lo cual no le entregaron la lista de establecimientos
que podría utilizar en el exterior, a pesar de sus múltiples reclamos, incumpliendo con
formalizar su membresía a Interval Internacional, tal como le ofrecieron.
- Finalmente, luego de ejercer gran presión obtuvo una reserva para Semana Santa en
uno de los bungalows del club. Sin embargo, el club cortó comunicación con ella,
cancelándole la reserva por una alegada falta de pago, sin ninguna comunicación previa
ni acción de cobro. Mediante la Resolución 1123-2005/CPCSUR la CPC declaró
infundada la denuncia tramitada bajo el Expediente 460-2005/CPC, bajo la imputación
de afectaciones a los deberes de idoneidad e información, pese a que la denuncia
versaba sobre el empleo de ventas agresivas en perjuicio de la denunciante.
Lo relevante de este caso radica en que la Sala intentó por primera vez otorgar a este
tipo de conductas un tratamiento de ilícito dentro de la familia normativa de los métodos
comerciales coercitivos, haciendo justamente un parangón entre estos y la Directiva
sobre Prácticas Comerciales Desleales, subsumiendo tales conductas dentro del tipo
infractor de los métodos comerciales coercitivos previstos en la legislación aplicable en
tal momento.
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DAVID JONATAN GARCÍA SÁNCHEZ “Métodos comerciales coercitivos y la modificación unilateral de los
contratos” Artículo https://consteporelpresentedocumento.files.wordpress.com/2012/10/mc3a9todos-
coercitivos.pdf
Desde la primera norma en materia de protección al consumidor, Decreto Legislativo Nº
716 (09/11/1991) nuestro sistema de protección al consumidor ha buscado tutelar los
derechos de los consumidores, “mediante la proscripción de aquellos métodos
comerciales ilegítimos que impliquen, entre otras cosas, obligar al consumidor a asumir
prestaciones no pactadas, condicionarlos a la adquisición de productos no requeridos o
modificar sin su consentimiento las condiciones y términos en los que los servicios se
contratan” (Resolución 0259-2012/SC2-INDECOPI recaída sobre el Expediente N° 7-
2011/CPDC-INDECOPI) (31/01/2012).
Sin embargo llama la atención que los métodos coercitivos no sean definidos por un
Código con clara inclinación hacia los conceptos, tómese en cuenta que tanto en materia
de cláusulas abusivas como en los métodos comerciales agresivos, figuras
geográficamente cercanas a los métodos coercitivos dentro del Código, existen sendas
definiciones de sus categorías, lo cual revelaría que el contenido conceptual de los
métodos coercitivos aún no está del todo delimitado.
Algunos de los criterios sobre los que se basan la identificación de los métodos
coercitivos son básicamente la vulneración de la relación de confianza a través de todo
el íter contractual por una práctica abusiva de los proveedores de configurar relaciones
sin el consentimiento de los consumidores, modificar las reglas de juego sustancialmente
sin la venia de los sujetos tutelables, poner obstáculos a su voluntad para disolver los
contratos o poner barreras para un cumplimiento efectivo de la obligación contraída.
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DAVID JONATAN GARCÍA SÁNCHEZ “Métodos comerciales coercitivos y la modificación unilateral de los
contratos” Artículo https://consteporelpresentedocumento.files.wordpress.com/2012/10/mc3a9todos-
coercitivos.pdf
lo contrario las transacciones se harían más costosas pues el consumidor se vería
obligado a sobrellevar costos adicionales de información y por otro lado se harían
menos frecuentes debido a que no se esperaría un desenvolvimiento leal en la conducta
de los agentes de mercado que proporcionan productos o servicios, creando riesgos
que pocos consumidores estarían dispuestos a correr.
Así “la buena fe resulta ser la convicción interna del sujeto de encontrarse en una
situación jurídica regular, de normal desenvolvimiento jurídico que lo impulsa a
contratar, porque si se moviera bajo el constante temor de que va a ser engañado o
estafado, las contrataciones y las relaciones jurídicas de intercambio disminuirían”
Resolución 0517-2006/TDC-INDECOPI recaída sobre el Expediente Nº 458-2005/CPC
(12/04/2012).
Así los métodos coercitivos son un fenómeno específico del Derecho de Consumidor en
el que la desigualdad que sustenta la necesidad de protección al sujeto tutelable se hace
más que evidente en el predominio de la voluntad absoluta del proveedor que puede
pasar por alto la del consumidor para imponer o mantener relaciones bilaterales desde
una voluntad unilateral totalizadora, sin prestar oídos a aquel sujeto que por sus
condiciones es el llamado a ser el protagonista del mercado: el consumidor.
Como punto principal es necesario advertir que la modificación unilateral de los contratos
no se encuentra prohibida per se. Así, en contraste con el artículo 56 del Código de
Protección y Defensa del Consumidor que entiende como método coercitivo el modificar,
sin el consentimiento expreso del consumidor, las condiciones y términos en los que
adquirió un producto o contrató un servicio, se encuentra el artículo 51 que considera
como cláusula abusiva de ineficacia relativa a aquellas permitan al proveedor modificar
unilateralmente las condiciones y términos de un contrato de duración continuada, en
perjuicio del consumidor.
Al ser una cláusula de ineficacia relativa quiere decir que no es ineficaz per se, sino en
atención al caso en concreto, es decir pueden haber supuestos en que esta modificación
unilateral sea permitida. ¿Entonces qué es lo que prohíbe la sanción a los métodos
comerciales coercitivos?
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DAVID JONATAN GARCÍA SÁNCHEZ “Métodos comerciales coercitivos y la modificación unilateral de los
contratos” Artículo https://consteporelpresentedocumento.files.wordpress.com/2012/10/mc3a9todos-
coercitivos.pdf
coercitivo” Resolución 0173-2006/TDC-INDECOPI recaída sobre el Expediente Nº 494-
2005/CPC (08/02/2006).
Ello porque, como ya se ha dicho en líneas anteriores, los métodos coercitivos afectan
la libertad de decisión y la libertad de contratación pues vulneran el derecho de los
consumidores al imponerles obligaciones no pactadas por el libre ejercicio de su
voluntad. Al respecto es también ilustrativa la posición de la Sala que refiere que “cada
consumidor está en el derecho de definir, aceptar y autorizar las condiciones y relaciones
contractuales que considere pertinentes en sus operaciones de consumo. Lo contrario
implicaría vulnerar el principio de autonomía privada que debe regular toda relación
contractual. El único sujeto que puede juzgar qué es lo que más le conviene al
consumidor es él mismo, no estando el proveedor autorizado para arrogarse tal decisión”
Resolución 0173-2006/TDC-INDECOPI recaída sobre el Expediente Nº 494-2005/CPC
(08/02/2006).
Por otro lado, en las cláusulas abusivas de eficacia relativa el supuesto es distinto pues
el consumidor en autonomía de su voluntad si bien no negocia la cláusula acepta la
posibilidad de que el proveedor pueda modificar las reglas de juego, es decir, el
consumidor esta advertido y como tal no puede ser hallado totalmente desprevenido,
asimismo si bien aún con esta cláusula el proveedor no puede hacer surgir una obligación
a causa de la modificación contractual sin dar aviso al consumidor para que este
manifieste su voluntad, la cláusula seguirá siendo abusiva en cuanto configure un
desequilibrio desmesurado entre las prestaciones recíprocas.
Así por ejemplo se considera como método coercitivo la modificación contractual aún
esta pueda beneficiar al consumidor, es decir, aunque esta no implique un desequilibrio
de prestaciones, valga detenernos en la redacción que el mismo legislador hace del
inciso c del artículo 56 que refiere textualmente “inclusive si el proveedor considera que
la modificación podría ser beneficiosa para el consumidor”.
La redacción del este inciso no podía ser más feliz, pues de ella se desprenden las
características antedichas de los métodos coercitivos y su diferencia con las cláusulas
abusivas, este inciso no se refiere a que el consumidor pueda considerar dichas
cláusulas como beneficiosas, porque este no podría tener conocimiento de tal condición
o no pues simplemente se trata de un cláusula que carece que validez porque no existe
una manifestación de voluntad de aceptar tal condición respecto a que el consumidor no
se encuentra advertido de tal condición y como tal no puede conocer si es o no
beneficiosa a sus intereses. Por ello es que el sujeto activo en los métodos coercitivos
es el proveedor, es este quien infiere que la cláusula que él mismo modifica es
beneficiosa para el consumidor, arrogándose una atribución propia de este último de
decidir sobre sus propios intereses, manifestándose aquí el soslayo a la voluntad del
consumidor.
De lo anterior se desprende el último párrafo del inciso c del artículo 56 del CPDC el que
considera que el silencio del consumidor no puede presumirse como aceptación, salvo
que él así lo haya autorizado expresamente y con anterioridad.
El criterio de haber expresado anteriormente en una cláusula que de mediar silencio por
determinado tiempo sobre la modificación de una cláusula contractual se tendrá por
aceptada tal, desvirtuará la práctica de un método comercial coercitivo pues el mismo
consumidor habrá autorizado de acuerdo a su autonomía de voluntad en un contrato
previo que su silencio implica aceptación y como tal tendrá conocimiento de ello por lo
que ese negocio no se efectuará sin una autorización sobreentendida por parte del
consumidor hacia el proveedor de estar de acuerdo con la modificación contractual, lo
que no implicará que, analizado el caso en concreto, se trate de una cláusula abusiva.
3. Análisis de la norma
El artículo 56º del Código tipifica una serie de conductas como métodos coercitivos, sin
que se trate de una lista cerrada. De esta manera, los proveedores están prohibidos de
ejecutar las siguientes conductas:
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CRISTHIAN NORTHCOTE SANDOVAL, “Protección de los consumidores contra los métodos comerciales
abusivos” Actualidad Empresarial Nº 285 – Segunda Quincena de Agosto 2013
a. En los contratos de duración continuada o de tracto sucesivo, condicionar la
venta de un producto o la prestación de un servicio a la adquisición de otro, salvo
que, por su naturaleza o con arreglo al uso comercial, sean complementarios. La
oferta de productos o servicios no complementarios debe garantizar que puedan
ofrecerse por separado.
Una práctica muy común es establecer la venta de lo que se conoce como “productos o
servicios atados”. Es una práctica comercial plenamente válida, siempre que la venta de
los productos o servicios atados no esté condicionada, es decir, que el consumidor tenga
siempre la posibilidad de adquirir o contratar los productos o servicios por separado.
En otras palabras, lo que está prohibido es que los proveedores obliguen a los
consumidores a adquirirlo contratar un producto o servicio condicionado a otro.
Si bien parece lógico que un consumidor no pueda ser obligado al pago de productos o
servicios que no ha contratado, en la práctica, resulta común encontrar situaciones en
las cuales al consumidor se le aplican cargos por servicios o productos que no ha
contratado expresamente o que, en todo caso, ha contratado bajo la forma de un silencio
o aceptación de cláusulas que no le han sido informadas.
“El silencio Artículo 142º. El silencio importa manifestación de voluntad cuando la ley o
el convenio le atribuyen ese significado”.
Como sabemos, un contrato solo puede ser modificado si ambas partes están de
acuerdo.
Sin embargo, el cambio en las condiciones pactadas es un supuesto que se ha
evidenciado muchas veces, sobre todo en el rubro de servicios financieros y bancarios.
Por ejemplo, durante algún tiempo algunas entidades bancarias habían adoptado el
procedimiento de incrementar las líneas de crédito de sus clientes, sin que estos lo
hubieran solicitado o aceptado expresamente.
Las entidades bancarias argumentaban que se trataba de una situación beneficiosa para
los consumidores, pues tendrían acceso a una mayor línea de crédito para su consumo,
pero lo cierto es que en la práctica podían generarse situaciones desfavorables como un
sobreendeudamiento o un mayor perjuicio en caso de robo o fraude de las tarjetas de
crédito.
Por ejemplo, un caso muy común de títulos valores incompletos es el de los créditos o
líneas de crédito otorgadas por las entidades bancarias. Como respaldo de estas líneas
de crédito, se emitía un pagaré incompleto ya que a la firma del contrato de crédito no
se podía conocer cuál sería el monto final a cobrarle al consumidor, pues podía ocurrir
que no hubiera utilizado toda la línea de crédito.
Pero lo que no puede ocurrir es que el título valor sea completado por un monto que no
corresponde a la deuda real o considerando tasas de interés que no fueron pactadas.
Así como las partes tienen libertad para decidir contratar y las condiciones de sus
contratos, tienen derecho también a ponerle fin a un contrato en la forma y condiciones
pactadas.
Lo importante de esta regla, además, es que los proveedores deben permitir a los
consumidores desvincularse de los contratos a través de los mismos medios en que
fueron celebrados.
Por ejemplo, es muy usual actualmente, que los consumidores puedan contratar
servicios a través del teléfono o de internet. Pues en tales casos, los proveedores deben
implementar canales que permitan apartarse del contrato por los mismos medios.
Esta prohibición es un poco más general que las anteriores, pues hace referencia a una
diversidad de casos en la cual es posible que un proveedor se aproveche de la situación
en la que se encuentra el consumidor frente a una operación de duración continuada en
la cual es muy oneroso o imposible cambiarse de proveedor.
Tomemos, por ejemplo, el caso del suministro de agua en la ciudad de Lima. A diferencia
del servicio de telefonía en que un consumidor puede, con relativa facilidad, cambiarse
de un operador a otro, en el suministro de agua ello no es posible, pues existe un solo
proveedor para toda la ciudad.
Por ello se justifica también que este suministro de agua sea supervisado por un ente
especializado como es Sunass, y que las tarifas se encuentren reguladas.
Estas restricciones se aplican a todas las ofertas de productos o servicios, sean estas
efectuadas dentro o fuera de establecimientos comerciales o mediante métodos de
contratación a distancia, cualquiera sea el medio de comunicación empleado para ello.
También son métodos abusivos todas aquellas otras prácticas que, aprovechándose de
la situación de desventaja del consumidor resultante de las circunstancias particulares
de la relación de consumo, le impongan condiciones excesivamente onerosas o que no
resulten previsibles al momento de contratar”.
4. Jurisprudencia
http://servicio.indecopi.gob.pe/buscadorResoluciones/getDoc?docID=workspace://Spac
esStore/ae22e199-d8ec-4f02-860e-a41368c4c107
CONCLUSIONES
Los mecanismos de información que brinda el proveedor son todavía ineficientes para
una justa elección de los consumidores.
Los métodos comerciales coercitivos no son limitados sino que pueden llegar a existir
muchos más por ello la legislación ha previsto esta característica.
Las relaciones de consumo por su naturaleza jurídica tienen relevancia de contrato civil,
por ello las partes deben de tener una posición igual y respetar el consentimiento.
TAFUR ASENJO, KARINA DEL PILAR, “La desprotección del consumidor frente a las
ventas agresivas. La imitación insuficiente de la normativa europea” Tesis publicada
por PUCP
Baltazar, D (2011) [En línea]. Los vacíos del Nuevo Código de Protección y Defensa del
Consumidor y su repercusión en los derechos del consumidor, perspectivas y efectos en
el Derecho Civil. Disponible en :
http://www.usmp.edu.pe/derecho/instituto/revista/articulos/inv_consumidor.pdf (2015, 15
de junio)
WEBGRAFÍA