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Cūrnam Latīnum discere?

Dicebat Bernardus Carnotensis nos Decía Bernardo de Chartres que


esse quasi nanos gigantium humeris somos como enanos sentados sobre
insidentes, ut possimus plura eis et hombros de gigantes, pues podemos
remotiora videre, non utique proprii ver más y más allá que ellos, pero no
visus acumine, aut eminentia por nuestra agudeza visual o por la
corporis, sed quia in altum eminencia de nuestro cuerpo, sino
subvehimur et extollimur magnitudine porque somos elevados hacia lo alto,
gigantea. y llevados por su grandeza gigantea.
Joannes Saresberiensis John de Salisbury

¿Porqué estudiar latín? ¿Para qué? ¿Ah?


Cuando por primera vez entré a la Facultad de Letras de la Universidad de Costa Rica
lo hice para estudiar Filología Clásica, el estudio de los textos y la literatura clásica
(griega y romana) en su contexto histórico. Y lo hice porque me apasionaba las lenguas
latina y griega y su literatura. Claro que lo siguiente que me preguntaban “¿para qué
estudiar eso”? Muchos pensaban que estaba en el seminario católico.
Lo cierto es que, más allá del mero gusto por estudiar latín, a lo largo de mis años por
la Facultad de Letras llegué a la conclusión de que sí habían razones más allá de lo
académico para estudiar latín.

Conocer mejor el español


Nuestra lengua proviene del latín, y se basa mayoritariamente en su léxico, utiliza
muchas de sus estructuras gramaticales y respeta mucho el estilo de la composición
latina. Conocer la lengua madre nos permite conocer mejor a la hija, amplía nuestro
vocabulario, nos hace entender mejor el significado de las palabras, y nos ofrece un
punto de comparación desde el cual observar nuestra realidad desde su remoto
pasado.

Aprender mejor las lenguas vivas


Aunque el latín se considere una lengua muerta, ha dado vida a muchas otras lenguas,
llamadas hoy romances. La lengua castellana, la italiana, el francés, el catalán, el
portugués y el rumano son las que mayor cantidad de hablantes tienen hoy en día.
Pero, además, miles de palabras latinas han pasado al inglés, al alemán, o a otras
tantas lenguas que no se derivan del latín, pero que sí han sentido la influencia del
idioma latino.

Aumentar tu conocimiento sobre la historia y la cultura


general
El latín ha estado casi en todas partes de occidente, en todo momento, desde los
últimos dos mil años, sea por la influencia del Imperio Romano en occidente o por la
propagación de la religión católica, cuyo centro político y económico fue Roma.
Aprender latín nos hará aprender necesariamente sobre historia occidental de los
últimos dos mil años, pues la historia occidental antigua, medieval y moderna es la
historia del Imperio Romano, sus sucesores y sus aventuras y desvaríos.

Para mejorar nuestro razonamiento


La lengua latina es a la vez lo suficientemente familiar y lo suficientemente extraña
como para que nos exija estar activamente analizándola, buscando significados
implicados o descifrando estructuras complejas. Es un excelente ejercicio para la
memoria, y facilitará después la comprensión de ideas más complejas que no pueden
expresarse (y, por ende, entenderse) igual de bien en español.

Aprender la lengua latina para adquirir cierto rigor y


método
Especialmente cuando intentamos hacer una traducción latina, debemos utilizar
diversas estrategias metodológicas de forma rigurosa. Para muchos, hacer una
traducción es casi como descifrar un rompecabezas o un código oculto… una cuestión
de paciencia y aplicación metódica de reglas preconcebidas.

Latinajos, siempre presentes


Sea por la utilización de latinismos arcaizantes o por locuciones fijas en la práctica
académica o profesional, diversas expresiones latinas son comunes en diferentes
ámbitos profesionales o académicos, como el humanístico, el legal o el médico. Cum
laude, magister litterarum, ad hominem, ad hoc, contrario sensu, magnum opus, quid
pro quo, non plus ultra, sui generis, son todas expresiones latinas usadas más o menos
ampliamente en diversos círculos.

Ahora bien…
No obstante lo que recién dijimos, y que a muchos les podrá parecer una lista de
razones sensatas para estudiar el latín, debemos plantearnos la cuestión de si es
necesario que estudiar latín deba tener una utilidad del todo. Nuestro mundo moderno
de rápidas innovaciones y constantes presiones profesionales y económicas
naturalmente nos hacen querer buscar una utilidad tangible a todo lo que hacemos.
Pero hay cosas que, sencillamente, carecen de esa utilidad.
¿Qué utilidad tiene aprender a tocar un instrumento musical, si no deseamos
dedicarnos a la música profesionalmente? ¿Qué utilidad nos deja ir a un museo? ¿O a
un parque de atracciones? ¿Qué utilidad nos deja buscar amistades, relaciones,
familia? ¿Qué utilidad nos deja irnos de paseo a la montaña, a la playa? Hay cosas que
sencillamente sirven para alimentar esa parte de nuestro espíritu que no busca el lucro
o el éxito profesional. Hay cosas que nos hacen sentir llenos, gozosos y completos, y
que difícilmente pueden darse explicaciones de “porqué”s o “para qué”s en palabras.
Cada uno podrá sentir el arte a su manera. Para mí, el latín me ha ofrecido una dicha
difícil de describir. Me siento más humano y más completo, y siento que conozco mejor
quién soy y de dónde vengo… y así, adónde voy. Esta es la utilidad máxima del latín,
creo yo, y a la vez no representa ninguna utilidad práctica. Nos hace reflexionar sobre
nuestra humanidad y sobre nuestra identidad, y nos permite acercarnos al pensamiento
de personas que han vivido a lo largo de los siglos, que han sufrido nuestros pesares,
disfrutado nuestras alegrías y observado nuestra historia.
El latín nos permite sentarnos a leer lo escrito por sabios e ignorantes de tiempos
pasados. Nos permite reírnos con ellos, y llorar también. Nos permite cuestionarlos,
criticarlos, pelearnos con ellos, pedirles perdón y perdonarlos, y llevarlos con nosotros
en nuestras vidas… y a la vez percatarnos que siempre han estado allí.
El latín es la disciplina humanística por excelencia. Es la disciplina básica que permitió
a artistas, filósofos, científicos, políticos y hombres religiosos discutir y enseñar por
siglos. Es la base de nuestra lengua; su cultura es la base de la nuestra.
Y creo que es digno de nosotros conocer nuestro pasado a través de esta lengua bella
y compleja, que luego de más de dos mil años sigue siendo nuestra herencia
inmemorial.

- José A. Castro

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