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Facultad de Filosofía
Seminario de énfasis: Gesto, cuidado y responsabilidad
Miguel Camilo Pineda Casas
21 de abril de 2017
En nuestro primer acercamiento a la obra de Derrida, Dar la muerte, nos encontramos con
dos aspectos fundamentales: el secreto y el misterio. El secreto es representable, tematizable;
mientras que el misterio es irrepresentable y abisal, una relación con la alteridad radical. El
secreto es la posibilidad de guardar algo en el interior, lo que supone la noción de interioridad,
pero aun así no agota el misterio. Nos encontramos también con que el misterio introduce la
muerte, pero ¿por qué se liga el problema del misterio a la muerte?, ¿cómo se puede dar esta
relación? Estas fueron las preguntas que guiaron el desarrollo de la sesión del 7 de abril de
2017, de la cual este texto pretende dar cuenta en sus aspectos más generales.
Ahora bien, la relación con el bien es una relación impersonal. El bien es considerado
un objeto de conocimiento; un objeto inteligible y por tanto representable, una entidad en
función de la cual se establece el diálogo consigo mismo. No obstante, el hecho de que se
pueda representar y comprender no significa que el misterio quede agotado, pues no se puede
comprender o dominar completamente. Entonces, lo orgiástico es algo que nos excede, que
va mucho más allá de nosotros de una manera tan radical que nunca podría ser completamente
dominado.
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Ahora bien, hay algo que la historia tiene que confesar. Confesar es un término
religioso que implica de cierto modo que hay una falta, una culpa. Entonces, la historia debe
confesar dos cosas: 1) su relación con la religión y 2) la responsabilidad histórica. En cuanto
a la confesión de la relación historia-religión podemos decir que es una relación fundamental
entre responsabilidad y fe1. Esta relación supone el esfuerzo de llegar a la ciencia, y un salto
a la fe que se puede evidenciar con el cristianismo. Entonces, la historia tiene que confesar
que está basada también en la fe, en algo no objetivo, no representable.
Más aun, el don está ligado a la muerte y a la responsabilidad. Dios da la vida, pero al
darla se retira, se borra. Dios muere para darse a los otros, pero esta relación con la muerte
es una relación con la nada, una nada que efectivamente es nada pero que nos representa eso
que falta y aunque no estando su ausencia permanece. Entonces, la historia está ligada con el
duelo, hay una pérdida de algo, no sabe de qué, de ese don que no sabemos qué es; es un
duelo permanente, la imposibilidad de dejar ir lo que ya se ha ido. En suma, la historia tiene
que confesar su relación con la fe, su deuda, la culpa y el duelo. La fe, entonces, es lo que
permite establecer un diálogo con lo absolutamente otro; cuya confesión no se puede cerrar,
no se puede cerrar ese misterio que asedia a la historia, porque no se puede conceptualizar o
superar sin más.
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La historia de Europa es la historia del cristianismo y el cristianismo en la historia de la responsabilidad, por
tanto, la historia de Europa es la historia de la responsabilidad basada en la fe.
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La segunda confesión de la historia, la responsabilidad histórica que permanece
siempre abierta, nos coloca de nuevo a la paradoja de la responsabilidad. La responsabilidad
es un misterio orgiástico que no se deja anular o dominar completamente. De ahí que la
historia al estar ligada a la fe esté siempre abierta, y, por tanto, sea de cierta manera
irresponsable al actuar bajo elementos que escapan a la comprensión teórica.
Ahora bien, todo lo anterior nos ayuda a comprender el porqué de la relación entre
muerte y misterio. La historia es historia de la relación con la alteridad radical, y la
responsabilidad surge en el momento en que es necesario responder apelando a la
singularidad marcada por la finitud. La muerte individualiza, nos define como un ser
totalmente singular. Entonces, la responsabilidad está ligada a la muerte. Ser responsable es
hacerse cargo de la propia vida, de la propia muerte.
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históricos por superar lo orgiástico, con el platonismo vimos la incorporación de lo orgiástico
sin que este quede suprimido del todo; por su parte, el cristianismo trata de reprimir lo
orgiástico, pero es sublimado en términos de una persona que me interpela en una relación
asimétrica. Sin embargo, estos puntos quedan abiertos; lo aquí dicho es la puerta de entrada
al estudio más detallado de cada uno de estos elementos que iremos examinando en las
próximas sesiones.
Bibliografía
Derrida, Jaques. (2000). Dar la muerte. Trad. Cristina de Peretti y Paco Vidarte. Barcelona: Paidós.
Patocka, Jan. (1998). “sobre si la civilización técnica es una sociedad en decadencia y por qué”. En
Ensayos heréticos sobre la filosofía de la historia. Trad. Alberto Clavería. Editorial península.
Franco, David. (2007). Secretos de la civilización europea. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
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