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“La vida oscila, pues, como un péndulo entre el sufrimiento y el tedio” Schopenhauer
El sentimiento ha sido estudiado desde el punto filosófico desde los griegos cuando
Aristófanes afirmó que el amor es el sentimiento más grande que tiene el ser humano
y que nada se puede comparar con el placer de sentirlo.
Por otro lado, Platón difería de las conclusiones de Aristófanes y reclamaba al amor
de poseer al ser humano por sus faltas y no por su voluntad, pues es una condición
del ser humano el desear lo que no se tiene, aburrirse cuando se tiene y desecharlo
para necesitarlo otra vez. Un círculo vicioso en el que se encuentran la mayoría de
las personas en la actualidad.
Otros, difieren con las definiciones dadas en siglos pasados y coinciden en que el
amor es un construcción social en la que el individuo necesita amar. Esto no es una
decisión que se tome de forma consciente y voluntaria. La misma forma de vida
acelerada lo hace querer "disfrutar" los momentos lo más que pueda, aunque
realmente no lo haga.
Spinoza tenía una idea que se ubica en medio de las afirmaciones pasadas; el
hombre ama porque le causa una alegría, pero dicha alegría viene de un e stímulo
exterior que lo hace querer más del otro que de uno mismo. Así, el deseo y la pasión
con la que ejercemos el derecho de amar sigue siendo un estímulo social, una forma
de adaptación con nuestro entorno y nuestros iguales, que nos hace actuar de
manera que tal vez nosotros no reconozcamos.
Bueno o malo, las conclusiones sobre este complejo diálogo entre la sociedad
cambian constantemente como la sociedad en general. Eva explica que la
modernidad ha llevado a las sociedades a entenderse y conocerse de forma distinta.
El capitalismo nos ha hecho más vulnerables, por lo que la psique se expone más y
nuestros mecanismos de defensa ante lo social se acti van. Así, nos referimos al
amor como un atractivo sexual en el que el compromiso se ve más lejano.
Realmente no existe una respuesta clara sobre si el amor existe o no. Depende de la
idea con la que hayamos crecido. Lo que sí es cierto es que la mayoría d e las
personas se enamora de la idea del amor, es decir, del concepto que les han
implantado sobre lo que debe ser el amor y el enamoramiento que no son más que
un conjunto de drogas químicas segregadas por nuestro cerebro, las cuales nos
hacen actuar y sentir enamorarnos o al menos sentir que amamos una idea que se
tenga sobre alguien.
El amor desde el punto de vista de la psicología
La comprensión que tenemos sobre el amor cambió en 1986 con la publicación del
psicólogo Robert Sternberg, cuando explicó la Teoría Triangular del Amor. Para
Sternberg, las relaciones pueden tener una combinación de tres elementos
fundamentales (o podrían tener los tres): Intimidad (I), Pasión (P) y Compromiso
(C) que siguiendo una metáfora geométrica, ocuparían los vértices de un supuesto
triángulo. El área del triángulo nos indica la cantidad de amor sentida por un sujeto
y su forma geométrica, dada por las interrelaciones de los elementos, expresaría
el equilibrio o el nivel de carga de cada uno de los componentes.
En la relación de pareja, cada miembro de la pareja puede percibir el nivel de los
tres componentes del amor del otro de un modo muy diferente a como uno mismo
juzga su propio nivel de implicación. Por lo tanto, pueden surgir discrepancias en
un triángulo entre lo que experimenta un miembro y lo experimentado por el otro.
Además, a lo largo del tiempo, estos tres componentes van evolucionando de
modo diferente, de tal forma que la relación que tenemos con nuestra pareja
puede cambiar con el paso del tiempo. Cada uno de los tres elementos básicos
del amor tiene una evolución temporal diferente. La intimidad se desarrolla
gradualmente conforme avanza la relación y puede continuar siempre creciendo,
aunque es un crecimiento más rápido en las primeras etapas. La pasión, por su
parte es muy intensa al principio y crece de forma vertiginosa, pero suele decrecer
conforme la relación avanza, estabilizándose en niveles moderados. El
compromiso, por último, también crece más lento que la intimidad al principio, y se
estabiliza cuando las recompensas y costes de la relación aparecen con nitidez.
Hay que tener en cuenta que en la mayor parte de las relaciones amorosas,
ninguno de los componentes se desarrolla aisladamente de los otros dos.
Los tres componentes básicos del amor:
Diferentes teorías han apuntado durante años, que no es posible que la intensidad
del amor se prolongue en el tiempo y que el amor, y con el paso de los años, se
transforma en una amistad profunda. Sin embargo, en 2011, la neurocientífica
Lucy L. Brown, del Albert Einstein Collegue of Medicine, junto a Helen Fisher,
sugirieron que podría haber mecanismos con los que el amor podría sostenerse
en el tiempo en una relación y describieron lo que sucede en el cerebro de
parejas con relaciones de largo recorrido. Para averiguarlo, escogieron a diez
hombres y siete mujeres casados durante una media de 20 años y les sometieron
a una resonancia magnética, mostrándoles imágenes de sus parejas, amigos
íntimos, familiares cercanos y de parientes lejanos. Los resultados mostraron que
cuando veían la imagen de su pareja, su cerebro se comportaba de forma similar
al de las personas recién enamoradas, al activarse las regiones que fabrican
dopamina, hormona responsable de la euforia, común en el comienzo de las
relaciones y neurotransmisor que regula el sistema de recompensa, encargado de
que respondamos a estímulos que causan placer o desagrado. Por lo tanto,
imágenes por resonancia magnética han revelado que en el cerebro de algunas
parejas que llevan décadas juntas se activan las mismas zonas que en los nuevos
amantes. Esto junto a los niveles de oxitocina, la “hormona del abrazo” y junto a
una dosis de sobreesfuerzo, el amor debería tener los ingredientes para ser
duradero.
Sin embargo, el ciclo amoroso no es constante y hace que mientras el amor
romántico comienza con altas dosis de pasión y una creciente intimidad, se vaya
transformando en amor compañero dónde baja la pasión, se mantiene la intimidad
y aumenta el compromiso. Los besos forman parte de la pasión amorosa, que es
el deseo de unirse al otro. Esta etapa dura de 5 a 12 meses y, más adelante, se
produce una sensación de habituación en la que la sensación de exaltación va
sustituyéndose por otra de calma y seguridad, y se va consolidando el apego. Con
el paso del tiempo, las personas se habitúan a estar con el otro, a que no falte, y
ya no se vive la misma pasión porque hay una mayor seguridad respecto a la
relación, aun así, la pasión no desaparece definitivamente, ya que puede
reavivarse, incorporando elementos novedosos en la relación.
Muchas parejas no aceptan el cambio de “amor romántico” a “amor compañero” y
lo interpretan erróneamente como el fin del amor. Sin embargo, es en este cambio,
cuando las pasiones extremas del amor pasional se transforman en las claves
verdaderas de una relación duradera, siendo éstas, la comunicación, la ternura, el
afecto y la satisfacción.
1 Corintios 13 Traducción en lenguaje actual (TLA)
El amor verdadero
13 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y
hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal
ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!
2 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes
soportarlo todo.
8 Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de
manera de pensar eran los de un niño. Pero ahora soy una persona adulta, y todo
eso lo he dejado atrás. 12 Ahora conocemos a Dios de manera no muy clara, como
cuando vemos nuestra imagen reflejada en un espejo a oscuras. Pero, cuando
todo sea perfecto, veremos a Dios cara a cara. Ahora lo conozco de manera
imperfecta; pero cuando todo sea perfecto, podré conocerlo como él me conoce a
mí.
13 Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que
Los programas de televisión y las historias románticas que vemos a diario, han
ayudado a que el amor romántico sea uno de los sentimientos más esperado y
deseado por miles de personas alrededor del mundo.
Un problema muy común que tienen muchas de las parejas cuando están pasando
a la siguiente etapa de su romanticismo, es poner expectativas muy altas hacia su
pareja. De modo que ésta tenga que ser perfecta, lo cual causa frustración y
estrés.
Aunque son muchas las personas que piensan que este amor es algo narcisista,
que únicamente nos es de ayuda para poder cubrir algunos vacíos en nuestra
vida, esto no siempre es así. Al contrario es un amor especial que cumple con sus
funciones.
Otro error muy común causado por los tópicos que se tienen con este tipo de
amor, es creer que una persona no puede tener ninguna clase de éxito emocional,
laboral o social en la vida, hasta que encuentre a la persona con la que será feliz
el resto de su vida.
Una de las grandes diferencias que hay entre el amor romántico y el amor
verdadero, el cual adquirimos después de un tiempo, es que el primero es un
sentimiento con el cual podemos cubrir varias necesidades emocionales.
Mientras que el segundo, es un sentimiento más sincero, que nos puede ayudar a
crecer como personas. También estabiliza la relación de pareja, pues con el amor
verdadero hay respeto, aceptación, individualidad y el amor va creciendo.
¿Qué es el amor romántico?
El amor romántico podría definirse como la concepción del amor actual en nuestra
sociedad y que sirve de modelo a la hora de establecer las relaciones de pareja,
así como a la idea que se tiene de estas. El amor romántico se basa en la pareja
monógama y heterosexual, en la institución matrimonial y en la familia nuclear.
Todo esto contribuye a crear una imagen irreal e inalcanzable del amor que
únicamente crea frustraciones, como el no tener pareja y por lo tanto pensar que
algo está mal con nosotros mismos o que la relación no sea esa montaña rusa de
emociones que nos imaginamos y nos parezca que no es amor de verdad.
Igualmente, habría que erradicar la idea de que el amor todo lo puede. No, no es
así, el amor no puede con todo ni es para siempre. Que una relación se termine no
es un fracaso, es simplemente que se ha acabado, y eso no implica que sea algo
malo. Tampoco hay que fomentar la idea de que el amor hay que cuidarlo
incondicionalmente. No se tiene que estar en una relación que provoca
sufrimiento, ya que esto indica que no es una buena relación y por lo tanto es
mejor acabar con ella en cuanto se pueda, aunque no sea algo fácil y si no somos
parte de ella intentar ayudar a aquellas personas que estén en una relación de
maltrato.
Todo esto pasa por crear nuevas historias con nuevos referentes, que incluyan la
representación del colectivo LGTBI+, así como nuevos modelos que reflejen
relaciones más equitativas en las que el amor no sea algo idealizado y deformado,
sino un sentimiento positivo compartido y disfrutado, que no genere sufrimiento y
violencia y que nos permita ser un poco más felices. Asimismo que se muestren
otros tipos de amor, a los amigos, a la familia, a uno mismo, que también son
fundamentales para el desarrollo personal. Construyendo nuevas formas de ver y
entender el amor se podrán desarrollar relaciones más positivas que, apoyadas a
través de la cultura y la sociedad, permitan crear lazos más fuertes y sanos.
La media naranja, el amor lo puede todo y otros mitos
Siguiendo a Esperanza Bosch, este listado que dicho así, todo seguido, nos hace
incluso soltar la carcajada, está basado en toda una serie de mitos.
Un mito no es más que una creencia pero una creencia que está formulada de tal
manera que parece una verdad y que además es una verdad absoluta y muy poco
cuestionable. Un tipo de creencias que habitualmente poseen una carga emotiva
muy potente, que concentran muchos sentimientos y que, como hemos visto en el
repaso histórico sobre el amor, se resisten incluso durante siglos, al cambio y al
razonamiento.
¿Cuáles son los mitos sobre los que se asienta el amor romántico?
Mito de los celos o creencia de que los celos son un signo de amor, e incluso el
requisito indispensable de un verdadero amor. Este mito es también introducido
por la Cristiandad y constituye un garante de la exclusividad y la fidelidad,
anteriormente comentadas. Este mito suele usarse habitualmente para justificar
comportamientos egoístas, injustos, represivos y, en ocasiones, violentos.
Mito de la omnipotencia o creencia de que “el amor lo puede todo” y por tanto si
hay verdadero amor no deben influir los obstáculos externos o internos sobre la
pareja, y es suficiente con el amor para solucionar todos los problemas. La
aceptación de este mito puede generar dificultades en tanto en cuanto puede ser
usado como una excusa para no modificar determinados comportamientos o
actitudes o puede llevar a una valoración negativa de los conflictos de pareja
dificultando su afrontamiento.
Mito del libro albedrío o creencia de que nuestros sentimientos amorosos son
absolutamente íntimos y no están influidos por factores socio-biológico-culturales
ajenos a nuestra voluntad y conciencia. Este mito se expande durante el
Renacimiento, el Barroco y posteriormente durante el Romanticismo. Aceptar este
mito supone no reconocer las presiones biológicas, sociales y culturales a las que
las personas estamos o podemos estar sometidas, lo cual puede llevar a
consecuencias negativas.
Así pues, es lógico que los conflictos de parejas sean habituales puesto que todos
estos mitos poco tienen que ver con la realidad. Aunque pocas veces le ponemos
este nombre o percibimos así el conflicto. Lo habitual, curiosamente, es ponerse
una en cuestión, no cuestionar los mitos.