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EL DERECHO FUNDAMENTAL A LA PRUEBA EN LOS PROCESOS

CONSTITUCIONALES
Daniel Ronald Raa Ortiz
SUMARIO: I. El derecho a la prueba como derecho fundamental. II. El derecho a
la prueba en los procesos de garantía constitucional. – II.1. La naturaleza de los
procesos de garantía constitucional y el derecho de toda persona a un proceso sin
dilaciones indebidas. – II.2. El Art. 9º del Código Procesal Constitucional como
parámetro al derecho a la prueba en los procesos constitucionales. – II.3. La
actividad probatoria del juez en los procesos de Hábeas Corpus por detención
arbitraria. – III. El derecho a la prueba en los procesos de control constitucional.–
IV. Conclusiones.
I. EL DERECHO A LA PRUEBA COMO DERECHO FUNDAMENTAL.-
El derecho a la prueba es el derecho fundamental de toda persona a que se
admitan y actúen los medios probatorios ofrecidos por los sujetos procesales
distintos al Juzgador y los valore debidamente, teniéndolos en cuenta en su
sentencia o decisión, prescindiendo el resultado de su apreciación( ). Dicho
derecho forma parte integrante del derecho a un debido proceso legal y del
derecho a la Tutela Judicial Efectiva. Éste tiene cinco elementos:
 Derecho a ofrecer determinados medios probatorios.
 Derecho a que se admitan los medios probatorios.
 Derecho a que se actúen dichos medios probatorios.
 Derecho a asegurar los medios probatorios (su actuación).
 Derecho a que se valoren los medios probatorios.
En efecto, el derecho a la prueba es aquel derecho subjetivo que tiene todo sujeto
de derecho que le permite utilizar dentro de un proceso o procedimiento en el que
interviene o participa, conforme a los principios que lo delimitan y le dan contenido,
todos los medios probatorios que resulten necesarios para acreditar los hechos
que sirven de fundamento a su pretensión o a su defensa( ).
El carácter de derecho fundamental del derecho a probar se determina dentro del
marco de lo que entendemos por Debido Proceso Legal, que es el derecho de
toda persona a que todo proceso (judicial, administrativo, privado, etc.) se
desarrolle con el respeto de ciertas garantías mínimas que aseguren un resultado
justo. Un elemento esencial es el derecho a probar, ya que no existiría Debido
Proceso Legal si no permitiera a la persona admitirse sus medios probatorios
dentro de un proceso, o que admitiéndolos, no sean valorados.
Lo expuesto ha sido referido por el Tribunal Constitucional en la Sentencia del 17
de octubre del 2005 (Exp. Nº 6712-2005-HC/TC – Caso Magaly Medina),
conforme detallamos a continuación:
“13. El derecho a probar es uno de los componentes elementales del derecho a la
tutela procesal efectiva, pues, como ya lo ha señalado este Tribunal en la
sentencia del Expediente N.º 010-2002-AI/TC, constituye un elemento implícito de
tal derecho. Por ello, es necesario que su protección sea realizada a través del
presente proceso constitucional.
(…)
15. Existe un derecho constitucional a probar, aunque no autónomo, que se
encuentra orientado por los fines propios de la observancia o tutela del derecho al
debido proceso. Constituye un derecho básico de los justiciables de producir la
prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensión o su defensa.
Según este derecho, las partes o un tercero legitimado en un proceso o
procedimiento, tienen el derecho a producir la prueba necesaria con la finalidad de
acreditar los hechos que configuran su pretensión o defensa.
(…)
Reconocido el derecho a la prueba desde el punto de vista constitucional, este
Tribunal considera pertinente señalar que no todos los supuestos de su contenido
merecen protección a través de un proceso constitucional de la libertad (amparo o
hábeas corpus). Tal como lo establece el artículo 200° de la Constitución, estos
tipos de procesos han sido establecidos para proteger derechos de rango
constitucional. Los derechos que tengan su sustento en normas de rango legal o
inferior no podrán ser acogidos mediante estos procesos; el artículo 5°, inciso 1,
del Código Procesal Constitucional señala, contrario sensu, que solamente serán
amparables en sede constitucional aquellas pretensiones que estén referidas en
forma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado, tal
como se expresara en la sentencia del Expediente N.° 1417-2005-AA/TC.
(…)” (subrayado agregado)
Si bien se reconoce el carácter constitucional del derecho a la prueba, no todo
aspecto relacionado a dicho derecho es susceptible de ser protegido a través de
un proceso constitucional, debido que existen elementos de dicho derecho que
tienen protección legal. El Tribunal Constitucional ha determinado que la
vulneración del contenido esencial del derecho a la prueba tiene relación con la
afectación de otro derecho fundamental, tal como el derecho a la defensa dentro
de un proceso.
La consagración del derecho a probar como un derecho fundamental, determina
que su vulneración supone una afectación directa al orden constitucional e
internacional. Asimismo, supone que las normas jurídicas deben ser interpretadas
de la forma más favorable para la efectividad o maximización del derecho.
II. EL DERECHO A LA PRUEBA EN LOS PROCESOS DE GARANTÍA
CONSTITUCIONAL.-
II.1. La naturaleza de los procesos de garantía constitucional y el derecho de toda
persona a un proceso sin dilaciones indebidas.-
Los procesos de garantía constitucional tienen como objeto la protección de los
derechos fundamentales de las personas, de carácter residual y de trámite
sumario. Esto se enmarca en función a lo establecido en la parte ab initio del Art.
25º de la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José:
“Art. 25º.- Protección Judicial.-
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la
ley o la presente Convención, aún cuando tal violación sea cometida por personas
que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
(…)(Subrayado agregado)”
Este deber de los Estados de tener un recurso sencillo y efectivo para la
protección de derechos fundamentales se enerva cuando el proceso en el cual se
canaliza el mismo no genera efectividad y protección al afectado. En efecto, este
deber se enmarca en lo que la doctrina constitucional denomina “derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas” que garantiza que el proceso se seguirá a través
de sus trámites, sin paralizaciones ni interrupciones improcedentes, que se va a
pasar de una fase a otra sin dilaciones, etc.
La naturaleza de los procesos de garantía constitucional –debido a su especial
objeto referido a la protección de derechos fundamentales- determina la necesidad
de generar mecanismos que permitan al órgano jurisdiccional otorgar una
adecuada tutela constitucional, ello sin dejar de tener presente las deficiencias del
sistema judicial peruano referidas a la excesiva carga procesal.
Una tutela judicial es eficaz si el proceso (especialmente, los procesos de
protección de derechos constitucionales) se desarrollan sin mayores demoras.
Nuestra anterior legislación procesal constitucional permitió –debido a su dispersa
legislación- que se hiciera un mal uso de los procesos constitucionales, en
perjuicio de la seguridad jurídica.
En dicho marco, el sistema procesal establecido por el Código Procesal
Constitucional se ha sustentado en función a la necesaria tutela de los derechos
constitucionales, dado que la finalidad de los procesos constitucionales es la
vigencia de los derechos constitucionales y la primacía de la Constitución,
conforme lo señala el Art. II del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional y estableciendo la exigencia que el Juez y el Tribunal Constitucional
deben adecuar la exigencia de las formalidades previstas en este Código al logro
de los procesos constitucionales (tercer párrafo del Art. III del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional).
En función a lo expuesto se deberá analizar la vigencia del derecho a la prueba en
los procesos constitucionales, conforme desarrollaremos a continuación.
II.2. El Art. 9º del Código Procesal Constitucional como parámetro al derecho a la
prueba en los procesos constitucionales.-
El Art. 9º del Código Procesal Constitucional (en adelante CPConst) señala lo
siguiente: “En los procesos constitucionales no existe etapa probatoria. Sólo son
procedentes los medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide
la realización de las actuaciones probatorias que el Juez considere
indispensables, sin afectar la duración del proceso. En este último caso no se
requerirá notificación previa”.
En una interpretación literal de la norma se llegaría a la conclusión que el derecho
a la prueba es inexistente en los procesos constitucionales debido que no existe
etapa probatoria, ergo –si continuamos con dicho razonamiento- la norma sería
inconstitucional debido que restringe a las partes demostrar sus pretensiones en el
proceso constitucional. Sin embargo, advertimos que dicha interpretación es
errada, dado que no se condice ni con la finalidad y naturaleza de los procesos
constitucionales.
La interpretación en materia constitucional –lo cual incluye a las normas
procesales que regulan los procesos constitucionales- debe ser a través del
principio pro hómine, es decir utilizando la interpretación que mejor favoreciera a la
protección de los derechos constitucionales, como se pretende con el presente
proceso constitucional, conforme lo ha señalado el Tribunal Constitucional en la
Sentencia recaída en el Exp. Nº 1049-2003-AA/TC( ) “(…) este Tribunal tendría
que utilizar la interpretación que mejor favoreciera a la protección de los derechos
constitucionales. Esta opción responde al principio pro homine, según el cual
corresponde interpretar una regla concerniente a un derecho humano”del modo
más favorable para la persona, es decir, para el destinatario de la protección”
(SAGÜÉS, Néstor Pedro. La interpretación de los derechos humanos en las
jurisdicciones nacional e internacional. En: Derechos Humanos y Constitución en
Iberoamérica – Libro Homenaje a Germán J. Bidart Campos. Instituto
Iberoamericano de Derecho Constitucional (Sección Peruana), Primera Edición,
abril de 2002, Lima-Perú, p.36) (…)”.
La interpretación literal reseñada con anterioridad es de carácter restrictivo debido
que niega la existencia del derecho a la prueba en los procesos constitucionales.
En realidad, el Art. 9º del CPConst. se refiere a que en los procesos de garantía
constitucional, a diferencia de los procesos ordinarios, no existe una etapa
procesal de pruebas, o más específicamente, una etapa de actuación de pruebas,
debido a la naturaleza de dichos procesos que es la protección de derechos
fundamentales, máxime si la duración del proceso podría generar una
irreparabilidad en la afectación de éstos.
No obstante ello, la actividad probatoria en los procesos constitucionales está
restringida, debido que solo se permite el ofrecimiento de medios probatorios que
no requieren actuación, lo que es contradictorio, porque –en estricto- todos los
medios probatorios requieren actuación por el juez, aunque no sea necesaria una
audiencia especial para ello. Desde una perspectiva general, el legislador se ha
referido a que solo son procedentes los documentos. Como hemos señalado con
anterioridad, ello en aras de una efectiva Tutela Judicial a las partes del proceso a
través de un proceso sin dilaciones innecesarias.
Si bien el Art. 9º del CPConst. tiene como regla general la restricción de medios
probatorios, ello no impide a las partes ni al juez realizar actividad probatoria
distinta a la expuesta, teniendo como único límite la duración del proceso. Se
advierte que el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, dentro del contexto
desarrollado con anterioridad, se impone al derecho a la prueba, sin afectar su
contenido esencial.
Por ello, el Art. 9º del CPConst. no elimina el derecho a la prueba en los procesos
de garantía constitucional, sino que lo restringe en función a su naturaleza y a la
tramitación especial y urgente de éstos. La práctica judicial ha demostrado que los
juzgadores no han sido flexibles en la incorporación de medios de prueba distintos
al documental en los procesos de garantía constitucional, debido que la
incorporación de medios probatorios distintos desnaturalizaría el proceso, razón
por la cual si se requiere de otro tipo de medios probatorios, la materia
controvertida debería analizarse en un proceso ordinario.
II.3. La actividad probatoria del juez en los procesos de Hábeas Corpus por
detención arbitraria.-
El proceso constitucional de Hábeas Corpus es un proceso de garantía
constitucional que tiene como objeto principal la protección del derecho a la
libertad individual, a la integridad personal y los derechos conexos a éstos,
conforme se desprende del Inc. 1) del Art. 200º de la Constitución Política del
Estado. A diferencia de los otros procesos de garantía constitucional, el proceso
de Hábeas Corpus tiene un trámite más expeditivo debido a que los derechos
constitucionales objeto de protección tienen vinculación directa con el derecho a la
vida de la persona.
Por ello, la doctrina constitucional señala que el proceso de Hábeas Corpus se
rige por el principio de liberalidad de formas, siendo que cualquier requisito
procesal de carácter formal que impida el trámite expeditivo del proceso o genere
una dilación indebida del mismo, deberá ser desestimado por el juzgador. Lo
expuesto se advierte en el procedimiento aplicable al proceso de Hábeas Corpus,
que permite la presentación de la Demanda sin firma de letrado e incluso de
manera verbal o por correo electrónico.
Si bien del Art. 9º del CPConst. se desprende como principio general que solo los
medios probatorios de carácter documental son procedentes en los procesos de
garantía constitucional, debemos señalar que el Art. 30º del mismo cuerpo
normativo permite al juez que realice una inspección judicial en los procesos de
Hábeas Corpus donde se cuestione la detención arbitraria de la persona o la
afectación a su integridad personal.
Una inspección judicial tiene como objeto que el juzgador pueda apreciar
personalmente los hechos relacionados con los puntos controvertidos, siendo que
en el proceso de Hábeas Corpus el objeto controvertido es la presunta vulneración
de la libertad individual por un tercero, siendo necesario que el Juzgador deba
concurrir –si lo estima conveniente- al lugar de la violación del derecho
constitucional a efectos de constatar in situ lo expuesto. Similar criterio se aplica al
caso de violación a la integridad personal, la cual puede ser psíquica o física.
La resolución judicial que dispone la realización de la inspección por el juzgador
no debe ser notificada a la otra parte a efectos de evitar situaciones de
irreparabilidad. El efecto de ello es permitir al juez constatar los hechos lesivos a
los derechos a la libertad individual o integridad personal, y disponer, si fuera
necesario, el cese de los actos lesivos. La indebida redacción de la norma,
implicaría solo que dicha facultad solo es aplicable a la detención arbitraria dado
que señala que “(…), y verificada la detención indebida (el Juez) ordenará en el
mismo lugar la libertad del agraviado (…)”; pero consideramos que es aplicable a
los supuestos de afectación a la integridad personal, en una interpretación
conforme al primer párrafo de la norma.
III. EL DERECHO A LA PRUEBA EN LOS PROCESOS DE CONTROL
CONSTITUCIONAL.-
Los procesos de control constitucional son de carácter abstracto; es decir, no
referidos a un conflicto de intereses concreto y particular. En efecto, el juzgador de
una causa que verse sobre control constitucional, tendrá bajo su conocimiento una
pretensión “abstracta”. En otros términos, se deberá apreciar a la luz de los
hechos expuestos, en una tarea “subsunción legal”, si realmente la norma legal
transgrede o no los límites impuestos por el texto constitucional, debido que se
protege es la jerarquía de la Constitución.
Por tanto, la controversia es de carácter netamente jurídico, debido que el
juzgador (el Poder Judicial o el Tribunal Constitucional, según sea el caso) deberá
efectuar un análisis de carácter interpretativo, en donde se analiza la
constitucionalidad, legalidad o no de una norma legal (o de rango legal o
infralegal).
Si el objeto de la prueba es todo aquello que se puede probar dentro de un
proceso o todo aquello sobre lo que puede recaer la actividad probatoria, siendo
que necesariamente recae sobre hechos. En tal sentido, si la “controversia” en los
procesos de control constitucional es de carácter esencialmente jurídico, resulta
innecesario que se realice actividad probatoria en éstos.
Dada la naturaleza de los procesos de control constitucional, el Código Procesal
Constitucional no ha incorporado norma expresa respecto a la actividad probatoria
en éstos. En efecto, una lectura sencilla de los Arts. 86º (referido al proceso de
Acción Popular), 101º (referido al proceso de Inconstitucionalidad) y 109º (referido
al proceso Competencial) del mencionado cuerpo normativo nos advierte que no
es requisito esencial de la demanda, el ofrecimiento de medios probatorios.
Sin perjuicio de ello, el Tribunal Constitucional ha establecido matices en el control
abstracto de constitucionalidad, específicamente en el proceso de
inconstitucionalidad. En la Sentencia del 18 de febrero de 2005 (Expediente Nº
002-2005-PI/TC) el Supremo Intérprete de la Constitucional señaló –con la
finalidad de analizar cuestiones de carácter intersubjetivo- que “El proceso de
inconstitucionalidad si bien es de naturaleza abstracta tiene una doble dimensión:
objetiva y subjetiva. En reconocimiento de la dimensión objetiva se debe ejercer
un control de constitucionalidad acorde con los valores y principios consagrados
por la Constitución Política; es decir, que no se reduce, únicamente, a un mero
examen de la ley, sino que se orienta a hacer respetar la unidad o núcleo
constitucional. Esto es promoviendo la superación de las situaciones reales
conflictivas de los diversos intereses que coexisten en el marco del Estado
Constitucional de Derecho, a fin de otorgar una razonable aplicación de las
normas constitucionales. En mérito a la dimensión subjetiva, el Tribunal
Constitucional puede valorar la constitucionalidad de los actos concretos
realizados al amparo de la norma legal impugnada, lo cual definitivamente no
supone la resolución del problema en un caso concreto; sino otorgarle un canon
valorativo constitucional–función de valoración, para la resolución del presente
proceso de inconstitucionalidad.”
El carácter subjetivo del proceso de inconstitucionalidad permitiría que sea factible
ofrecer medios de prueba referidos a la aplicación inconstitucional de la norma
materia de análisis en el proceso de inconstitucionalidad, siempre teniendo en
consideración que los medios probatorios deben estar referidos estrictamente a la
aplicación de la norma cuestionada en el proceso de control constitucional.
IV. CONCLUSIONES.-
IV.1. El derecho a la prueba, que forma parte del contenido del Derecho al Debido
Proceso Legal, es un derecho constitucional de toda persona a que se admitan y
actúen los medios probatorios ofrecidos por los sujetos procesales distintos al
Juzgador y los valore debidamente, teniéndolos en cuenta en su sentencia o
decisión.
IV.2. La naturaleza de los procesos de garantía constitucional –debido a su
especial objeto referido a la protección de derechos fundamentales- determina la
necesidad de generar mecanismos que permitan al órgano jurisdiccional otorgar
una adecuada tutela constitucional, ello sin dejar de tener presente las deficiencias
del sistema judicial peruano referidas a la excesiva carga procesal.
IV.3. El Art. 9º del CPConst. no elimina el derecho a la prueba en los procesos de
garantía constitucional, sino que lo restringe en función a su naturaleza y a la
tramitación especial y urgente de éstos. Asimismo, el Art. 30º del mismo cuerpo
normativo permite al juez que realice una inspección judicial en los procesos de
Hábeas Corpus donde se cuestione la detención arbitraria de la persona o la
afectación a su integridad personal, dada la naturaleza de dicho proceso
constitucional.
IV.4. En los procesos de control constitucional no existe actividad probatoria del
juzgador (el tribunal Constitucional o el Poder Judicial), debido a su carácter
abstracto y de interpretación jurídica (de puro derecho). Sin embargo, el Tribunal
Constitucional ha establecido la posibilidad que el control abstracto sea relativo
con relación a los procesos de inconstitucionalidad, al otorgarle un carácter
subjetivo que permitiría la producción de material probatorio.

Martes, 25 de Septiembre del 2018


ACTUALIZADA MARTES, 25 DE SEPTIEMBRE DEL 2018 A LAS 18:21 HORAS
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se debe otorgar protección adecuada de derechos constitucionales

El mito de la ausencia
de estación probatoria
en los procesos de
amparo
Juan Carlos Ruiz Molleda| 678Jueves, 03 de Mayo del 2018

El autor cuestiona que muchos jueces consideren que en los procesos de


amparo no existe etapa probatoria. Así, comenta los argumentos expuestos
por el constitucionalista Berly Lopez, que permiten fundamentar el pedido a
los jueces constitucionales sobre la admisión y actuación de pruebas
complejas, siempre que esto sea indispensable para la protección de
derechos constitucionales, no afecte la característica de tutela urgente y no
prolongue los plazos.
Un argumento utilizado por los abogados en proceso de amparo, con
violaciones a los derechos humanos de cierta complejidad, es
sostener que estos procesos no tienen etapa probatoria, razón por
la cual solicitan a los jueces que conocen estos amparos, desestimen
las demandas con la finalidad que dichas pretensiones sean exigidas
en procesos ordinarios. Con dicha finalidad, invocan el argumento
de la “falta de idoneidad de los procesos de amparo”,
fundamentando este en el artículo 9 del Código Procesal
Constitucional, cuando precisa que “En los procesos constitucionales
no existe etapa probatoria. Sólo son procedentes los medios
probatorios que no requieren actuación”.

El problema es que no pocos jueces admiten estos argumentos para


desestimar las demandas. Es más, este argumento es muy utilizado
por los abogados del Estado y de las empresas extractivas cuando
enfrentan a abogados de organizaciones de derechos humanos que
presentan demandas de amparo por la violación de derechos
fundamentales de grupos vulnerables, cuando es evidente que hay
una asimetría de poder entre los demandantes, cuyos derechos han
sido violados o amenazados, y los demandados, por lo general el
Estado o grandes empresas extractivas, sobre todo, cuando la
prueba está en poder del demandado y no en las victimas, y cuando
la aprueba tiene algún nivel de complejidad.

Se trata de un tema clave para el movimiento nacional de derechos


humanos que impulsan demandas en defensa del medio ambiente y
de los pueblos indígenas. Es necesario estudiar con detenimiento
este aspecto procesal. Y para ello me parece fundamental revisar el
texto del abogado constitucionalista Berly López titulado “Medios
probatorios en los procesos constitucionales”[1], cuya lectura
sugerimos, pues se trata de un trabajo muy sugerente y pertinente.

El problema de fondo es que hay determinado tipo de violaciones a


los derechos humanos que, por su complejidad, necesitan la
actuación de medios de prueba, sin afectar los plazos y la naturaleza
de tutela urgente que caracterizan a los procesos constitucionales
de amparo.

A continuación, los principales argumentos jurídicos desarrollados


en mi opinión por Berly Lopez que pueden fundamentar el pedido a
los jueces constitucionales que ven procesos de amparo, acerca
de la admisión y actuación de pruebas complejas, siempre, claro
está, que esta sea indispensable para la protección de derechos
constitucionales y no afecte la característica de tutela urgente y no
prolongue los plazos.

1. La razón jurídica detrás de la regla general de la ausencia


de etapa probatoria en los procesos constitucionales

La razón de ser de la regla general contenida en el artículo 9 del


Código Procesal Constitucional, es que la admisión de pruebas que
tienen que ser actuadas, puede afectar los plazos y desnaturalizar
el carácter de tutela de urgencia de los procesos constitucionales.
En efecto, la supuesta ausencia de etapa probatoria en los procesos
de amparo, sería una consecuencia lógica que los procesos
constitucionales de control concreto como el amparo son procesos
“restitutivos de derechos” y no “constitutivos de derechos”. En esa
línea, los procesos de “restitución de derechos tienen un estándar
de prueba evidente, mientras los procesos donde se constituyen
derechos como son los procesos ordinarios, se corresponden con los
procesos de actuación de prueba compleja, que si necesitan etapa
probatoria, y amplio debate probatorio. En palabras del TC: “La
carencia de la etapa probatoria se debe a que el proceso de amparo
solo tiene por finalidad restablecer el ejercicio de un derecho
constitucional. Su objetivo es eminentemente restitutorio, es decir,
solo analiza si el acto reclamado es lesivo de un derecho reconocido
por la Constitución. Las pruebas se presentan en la etapa
postulatoria, siendo improcedentes las que requieran de actuación”.
(STC No 03081-2007-AA f.j. 2)

2. El artículo 9 del CPC admite actuación de prueba compleja

No obstante, el artículo 9 del CPC tiene dos reglas que deben ser
leídas en forma conjunta y sistemática[2]. La primera parte del
artículo 9 establece la regla general, según la cual no existe etapa
probatoria en los procesos de amparo, ni se permite medios
probatorios que necesiten ser actuados. Se entiende solo aquellos
que sean prueba evidente. No obstante, la segunda parte del
artículo 9° admite una excepción a esta regla. Permite la posibilidad
de actuar prueba compleja siempre que no afecte la duración del
proceso. En palabras del artículo 9 del CPC “lo que no impide la
realización de las actuaciones probatorias que el Juez considere
indispensables, sin afectar la duración del proceso”.

3. El Tribunal Constitucional ha admitido


jurisprudencialmente la actuación de pruebas complejas

El TC ha reconocido que más que una inexistencia de etapa


probatoria en los procesos de amparo, en realidad lo que existe es
una “limitación” a la regla general contenida en la primera parte del
artículo 9 del CPC. En palabras del TC, “Si bien el artículo 9º del
referido Código limita y establece la ausencia de estación probatoria
en los procesos constitucionales, también es cierto que existe una
excepción a la regla cuando en la segunda parte del mismo artículo
se permite “(…) la realización de actuaciones probatorias que el juez
considere indispensables, sin afectar la duración del proceso. Desde
esta perspectiva, lo que existe en realidad es solo una
limitación de la actuación probatoria, pues en la práctica es
indispensable la presentación de pruebas que acrediten la
violación o amenaza de un derecho constitucional”. (STC
03081-2007-PA, f. j. 3) (Resaltado nuestro)
El razonamiento del TC es que se admitirán pruebas que necesiten
ser actuadas, siempre y cuando en ellas se juega y se define la
protección de los derechos fundamentales. Según este
colegiado, “si de la actuación de un medio probatorio depende
la efectiva tutela jurisdiccional del derecho constitucional
afectado o amenazado, esta actuación probatoria debe ser
ordenada con perjuicio de lo dispuesto en la norma procesal
constitucional”. (STC No 2876-2005-HC, f. j. 23). (Resaltado
nuestro)

En tal sentido, en casos complejos como por ejemplo casos de


contaminación grave del medio ambiente, que pongan en peligro
derechos constitucionales, o casos de titulación de territorios de
pueblos indígenas, el TC deberá ordenar la actuación de prueba
compleja, siempre que ello sea necesario para la analizar el
hecho lesivo. En palabras del TC: “Por ello es que, en los procesos
de amparo no pueden dilucidarse pretensiones que tengan como
finalidad la restitución de un derecho fundamental cuya titularidad
sea incierta o litigiosa, o que se fundamenten en hechos
contradictorios, o controvertidos, o que requieran la actuación de
medios probatorios complejos. Sin embargo, ello no impide que
el Juez pueda solicitar la realización de actuaciones
probatorias complejas cuando las estime necesarias e
indispensables para determinar la ilegitimidad o legitimidad
constitucional del acto reputado como lesivo”. (STC No 4762-
2007-PA, f. j. 12)

Finalmente, para el TC el fundamento de la admisión de prueba


compleja que deban ser actuadas no es otro que la restitución de
los derechos fundamentales, que es la esencia de los procesos
constitucionales. En palabras del TC: “La excepción a la regla tiene
como fundamento lo previsto en el artículo 1º del Código Procesal
Constitucional, en el sentido de que la finalidad de todos los
procesos de derechos humanos es “(…) proteger los derechos
constitucionales reponiendo las cosas al estado anterior a la
violación o amenaza de un derecho constitucional”. Partiendo de
esta premisa, este Tribunal tiene el deber inexcusable de realizar
cualquier actuación probatoria que considere necesario siempre que
con ello no se afecte la duración del proceso”. (STC No 03081-2007-
AA, f. j. 4)
1. El Tribunal Constitucional puede reformular sus normas
procesales en ejercicio del principio de autonomía procesal

Para Berly López, “bajo este razonamiento no encontramos razones


en contra para que el Tribunal constitucional motivado e inspirado
por la solución justa del conflicto y por la vigencia efectiva de los
derechos fundamentales inaplique e inobserve (no tiene sentido
esta palabra con el texto) –por inconstitucional– el artículo 9 del
código Procesal constitucional y ordene de oficio la realización de
una audiencia de esclarecimiento de los hechos”[3]. Para este autor
esta opción estaría sustentada en el principio de autonomía
procesal, recogido por nuestro TC (STC No 4119-2005-PA, f.j. 38),
según el cual, este colegiado tiene competencia de configuración o
reconfiguración de sus normas procesales. Para César Landa esta
interpretación del TC estaría sustentada en su rol de “recreación y
reinterpretación de aquellas normas procesales que resulten
insuficientes para garantizar el objetivo de los procesos
constitucionales”[4]. El principio de autonomía procesal ha sido
recogido por el TC en su jurisprudencia vinculante.

En nuestra opinión, más que un caso de inaplicación o de control


difuso estamos ante un supuesto de aplicación de la segunda parte
del artículo 9 del CPC, sobre la base de una interpretación
sistemática no solo de este artículo, sino de todo el CPC en
consonancia con el ordenamiento constitucional.

2. La admisibilidad de etapa probatoria y de pruebas que


deben ser actuadas concreta el derecho fundamental a la
prueba

Debemos reconocer el derecho fundamental de naturaleza procesal


a la prueba. En relación con el contenido constitucional del derecho
a la prueba el TC ha precisado: “Se trata de un derecho complejo
que está compuesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que
se consideren necesarios, a que estos sean admitidos,
adecuadamente actuados, que se asegure la producción o
conservación de la prueba a partir de la actuación anticipada de los
medios probatorios y que estos sean valorados de manera adecuada
y con la motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio
que tenga en la sentencia. La valoración de la prueba debe estar
debidamente motivada por escrito, con la finalidad de que el
justiciable pueda comprobar si dicho mérito ha sido efectiva y
adecuadamente realizado”. (STC No 06712-2005-HC, f.j. 15)

En el caso concreto de los procesos constitucionales: “Así, en los


procesos constitucionales la prueba tiene como función demostrar o
acreditar que la amenaza de vulneración alegada por el demandante
es cierta y de inminente realización, o que la vulneración del derecho
fundamental alegado ha sido producida de manera real y efectiva,
o que se ha convertido en irreparable”. (STC No 4762-2007-PA, f. j.
7) Y ciertamente, detrás del derecho a la prueba no hay otra cosa
que el derecho al debido proceso y a la tutela judicial efectiva.

3. Los principios de derecho procesal constitucional


fundamentan también la admisión de la prueba compleja

Para Berly López la actuación de prueba compleja es consistente con


los principios de derecho procesal constitucional, que regulan la
tramitación del amparo. En palabras de este autor, “la búsqueda de
la verdad objetiva o material por parte de la magistratura
constitucional, a través de la valoración de los medios probatorios
en una audiencia de esclarecimiento de hechos, le viene autorizado
por el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional”[5]. Para este autor, la actuación de prueba
compleja se sustenta en los principios procesales constitucionales
de dirección judicial, de economía y celeridad procesal, de
inmediación, de socialización y de elasticidad.

El principio de dirección judicial otorga al juez poderes inquisitivos


de investigar y esclarecer los hechos, dejando de lado ritualismos.
En palabras del TC “corresponde al juez constitucional detectar y
desvirtuar aquella conducta procesal que, intencionalmente o no,
pretenda convertir al proceso en un ritualismo de forma, antes que
en un eficiente cauce para la protección de los derechos
fundamentales y el respeto por la supremacía normativa de la
constitución”. (STC No 0048-2004-PI, f. j. 4.). De acuerdo con el
principio de economía y celeridad procesal celeridad, al TC
le “corresponde tutelar los derechos de las personas en un tiempo
adecuado (…), queda claro que no podrá permitirse actuaciones
procesales que lo único que buscan es, antes que proteger derechos,
crear supuestos temerarios asentados en la irreflexión y osadía, con
el único propósito de (…) demorar la conclusión final del proceso
originario”. (STC No 6712-2005-HC, f. j. 65)

Asimismo, el principio de inmediación tiene por objetivo que el juez


tenga una relación directa con las partes y con los hechos a afectos
de entender el problema real y concreto. En palabras del TC
es “indispensable que el juez canalice ante sí la mayor cantidad de
elementos que le permitan arribar a una decisión fundada en
derecho, esto es, a concretizar el valor justicia al interior del
proceso”. (STC No 0048-2004-PI, f. j. 4). En relación con el principio
de socialización, Berly López señala con acierto que la “desigualdad
material de las partes en el proceso puede traducirse en una escasa
aportación probatoria de una de las partes, derivada –por ejemplo–
de su débil posición de trabajador”[6]. Urge en consecuencia
quebrar esta asimetría de poder entre el Estado y las empresas
extractivas que son los demandados muchas veces y los afectados
demandantes, que por lo general son comunidades afectadas en sus
derechos. En palabras del TC “Y es que no debe perderse de vista
que es deber ineludible del juez “(…) evitar que las desigualdades
materiales existentes entre las partes impidan la consecución de una
decisión judicial que sea reflejo cabal de la objetividad del
derecho”. (STC No 0048-2004-PI, f. j. 4). En tal sentido, la admisión
de prueba que deba ser actuada, permite concretar el principio de
socialización, enfrentar la asimetría y devolver de alguna manera la
igualdad las armas.

También se concreta el principio de elasticidad, en virtud del


cual “(…) el cumplimiento de las formalidades solo si con ello se
logra una mejor protección de los derechos fundamentales. Por el
contrario, si tal exigencia comporta la desprotección de los derechos
(…), entonces las formalidades deben adecuarse o, de ser el caso
prescindirse, a fin de que los fines de los procesos constitucionales
se realicen debidamente”. (STC No 0266-2002-AA, f. j. 7).
Finalmente tenemos el principio pro actione, el cual exige al juez
mantener el proceso en un caso donde una de las partes solicite la
improcedencia. Según el TC mediante este principio se “impone a
los juzgadores la exigencia de interpretar los requisitos y
presupuestos procesales en el sentido más favorable a la plena
efectividad del derecho a obtener una resolución válida sobre el
fondo, con lo cual, ante la duda, la decisión debe dirigirse por la
continuación del proceso y no por su extinción”. (STC No 2302-
2003-AA, f.j. 3)

4. La actuación de prueba compleja estaría justificada por


razones de jerarquía normativa

Berly López sostiene que estamos ante un caso de aparente conflicto


entre el derecho a la prueba como manifestación del proceso justo
versus la sumariedad y urgencia de los procesos
constitucionales[7]. Y como todo caso de colisión de derechos
constitucionales, corresponde recurrir al test de proporcionalidad.
Bajo esta lógica debería entenderse que los límites de la actividad
probatoria en los amparos deberán interpretarse restrictivamente.

Luego Lopez se pregunta qué hay detrás de la admisibilidad de


actividad probatoria compleja. Y según este, encontramos el
derecho al debido proceso, al proceso justo en general, y más en
concreto el derecho fundamental a la prueba. Sin embargo, cuando
analiza lo que le subyace a la regla procesal que establece la
inexistencia de etapa probatoria en los amparos, no encuentra un
bien jurídico de rango constitucional, sino legal.

Para Berly López “en el carácter sumario del amparo, manifestado


a través de la regla sobre la inexistencia de etapa probatoria,
subyace el valor jurídico protección urgente y fulminante de los
derechos constitucionales”[8]. En nuestra opinión, si la actuación
probatoria compleja no incide en el plazo, es decir si la actuación de
pruebas no va a significar una demora en los procesos de amparo,
desaparece el conflicto y la supuesta colisión de derechos.

Para Berly López “hay un conflicto aparente entre el carácter


sumario del amparo –manifestada a través de la regla sobre la
inexistencia de etapa probatoria– y el derecho constitucional de
actuación y valoración de las pruebas”[9], cuando se declara la
improcedencia de los procesos constitucionales por carecer de
estación probatoria. Para este autor, esta vulneración al derecho
constitucional al proceso justo, no es lícita ni legítima, pues “detrás
de estos pronunciamientos inhibitorios no subyace la interpretación
constitucional acerca de la inexistencia de etapa probatoria como
una manifestación de la protección urgente y fulminante de los
derechos constitucionales, sino que por el contrario subyace una
interpretación ritualista y restrictiva sobre dicha regla procesal, la
cual viene siendo entendida por la judicatura constitucional como
una causal jurisprudencial ex novo de improcedencia de los procesos
constitucionales”[10]. Añade que “en consecuencia, creemos que
existe un aparente conflicto entre la regla de inexistencia de etapa
probatoria en el amparo y el derecho constitucional de actuación y
valoración de las pruebas, pues dicha regla procesal, bajo esta
interpretación contra constitutione, se encuentra despojada del
valor jurídico protección urgente y fulminante de los derechos
fundamentales”.

La conclusión de Berly López es evidente, “la cuestión planteada no


se soluciona en clave de conflicto de derechos, sino en clave de
interpretación constitucional, la misma que deberá ser llevada a
cabo por el juez constitucional bajo cánones interpretativos de:
fuerza normativa de la constitución, de interpretación de la ley
conforme a la constitución y de preferencia por los derechos
humanos o favor libertatis”[11].

5. Una opción: Solicitar “audiencia de esclarecimiento e


hechos” ante casos complejos.

Esta actuación de prueba compleja o de pruebas que deban ser


actuadas se puede realizar muy bien a través de lo que el Código
Procesal Constitucional conoce como “audiencia de esclarecimiento
de hechos”. Según el artículo 53 del Código Procesal Constitucional,
modificado por Ley Nº 28946, “Si el Juez lo considera necesario,
realizará las actuaciones que considere indispensables, sin
notificación previa a las partes. Inclusive, puede citar a audiencia
única a las partes y a sus abogados para realizar los
esclarecimientos que estime necesarios”. Añade este
autor “siempre y cuando el juzgador tenga dudas o carezca de los
elementos de juicio para pronunciarse acerca de la vulneración a un
derecho constitucional”[12]. A la segunda parte del artículo 9 y al
artículo 53 también habría que sumar el artículo 119 del mismo
Código Procesal Constitucional que facultad al TC y a todo
magistrado constitucional a pedir información a las partes, en
especial al demandado. Sobre la base de este tipo de argumentos,
Berly López concluye que “bajo este razonamiento no encontramos
razones en contra para que el Tribunal constitucional motivado e
inspirado por la solución justa del conflicto y por la vigencia efectiva
de los derechos fundamentales inaplique u inobserve –por
inconstitucional– el artículo 9 del código Procesal constitucional y
ordene de oficio la realización de una audiencia de esclarecimiento
de los hechos”[13].

6. Conclusiones

Ciertamente hemos hecho una apretada y arbitraria síntesis de un


texto que los abogados de derechos humanos deben revisar. Queda
claro que hay suficiente sustento normativo y jurisprudencial para
exigir a los jueces, admitan pruebas que deban ser actuadas. De la
lectura de la jurisprudencia del TC nos queda claro que hay dos
condiciones. Que la actuación de estas pruebas no dilate los
procesos, más de la eternidad que ya demoran en la realidad, y que
sea esta actuación indispensable para analizar la legitimidad y
constitucionalidad del hecho lesivo, y sobre todo para otorgar
protección adecuada de derechos constitucionales. Finalmente, los
jueces cuentan con diferentes posibilidades donde destaca las
denominadas audiencias de esclarecimiento de hechos.

(*) Juan Carlos Ruiz Molleda es abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú,
con postítulo en Derecho Procesal Constitucional y estudios concluidos en la Maestría
en Derecho Constitucional en la misma casa de estudios. Es coordinador del Área de
Litigio Constitucional del Instituto de Defensa Legal y profesor en la Facultad de Derecho
de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
_____________________________________________________
______________
[1] Berly Javier López Flores, Los medios probatorios en los
procesos constitucionales, Gaceta Jurídica, Lima, 2012.
[2] Ibídem, pág. 56.
[3] Ibídem, pág. 196.
[4] César Landa, Autonomía procesal del Tribunal Constitucional,
En: Justicia Constitucional, Año II, No 4, Lima, pág. 12.
[5] Berly López, op. cit., pág. 194.
[6] Ibídem, pág. 199.
[7] Ibídem., pág. 189.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem, pág. 197.
[13] Ibídem, pág. 196.

Sentencias constitucionales. Proceso de


amparo. Ausencia de etapa probatoria en las
controversias constitucionales.
28 enero, 2011

SALA CONSTITUCIONAL DE LAMBAYEQUE

EXPEDIENTE Nro. : 0112-2009

DEMANDANTE: JULIA PERALES BALAREZO

DEMANDADO: OFICINA DE NORMALIZACIÓN PREVISIONAL

MATERIA: AMPARO

PONENTE: EDWIN FIGUEROA GUTARRA

RESOLUCIÓN Nro.

En Chiclayo, a los 05 días del mes de enero de 2011, la Sala Constitucional de Lambayeque, integrada
por los magistrados Carrillo Mendoza, Figueroa Gutarra y Rojas Díaz, pronuncia la siguiente resolución:

ASUNTO

Recursos de apelación interpuestos por:

1. El abogado de la demandante contra el auto de fecha 10 de junio de 2010, en el extremo


que DECLARA INFUNDADA la observación formulada por la parte demandante respecto a reintegro
de conceptos descontados.

2. Por la Oficina de Normalización Previsional, en el extremo que declara la aplicación de la tasa de


interés legal efectiva.

ANTECEDENTES
La liquidación de intereses legales a favor de la demandante (p. 41-56), es objeto de observación por
la parte demandante (p. 61-64), invocando ésta como fundamento que el incremento por aumento de
costo de vida, lo ha venido percibiendo hasta el 18 de enero de 2010 y que se le ha retirado dicho
beneficio indebidamente, así como que se ha desnaturalizado los principios que sostienen el derecho
pensionario. Invoca la Ley 28110 en cuanto prohíbe recortes, descuentos y otros.

El auto apelado (p. 73-75) precisa que los descuentos proceden en razón de que ha desaparecido el
estado de necesidad requerido y que por ello, los descuentos se encuentran arreglados a ley.

La impugnación formulada por la parte demandante (p.78-79) señala que los descuentos se han
producido en forma arbitraria y abusiva, al tiempo que en autos no existe mandato judicial de
descuentos.

La apelación de la parte demandada (p. 80-83) señala que no es mandato de la sentencia la aplicación
de la tasa de interés legal efectiva, como lo ha ordenado el juzgador y que la ONP es la única entidad
facultada por ley para liquidar las pensiones.

FUNDAMENTOS

§ Ausencia de etapa probatoria en las controversias constitucionales

1. Las declaraciones de improcedencia vinculadas a la actividad probatoria en los procesos


constitucionales, tienen una relación directa con la figura de la ausencia de etapa probatoria[1] en este
tipo de controversias, en tanto la exigencia propia del juez constitucional es la de juzgar cuán legítimo
o legítimo resulta el acto acusado de vulneración de un derecho.

2. Tal examen de legitimidad, en concordancia con el sentido sumario de las controversias


constitucionales, previsto por la Convención Americana de Derechos Humanos[2], exige un examen
directo, puntual y objetivo de si existe o no afectación constitucional, el cual debe ser sencillo en cuanto
a determinar si hubo o no vulneración de un derecho fundamental. Y de existir pruebas que actuar, se
hace necesario que en otra vía se dirima el nivel de afectación producida, área de impedimento formal
y material para el juez constitucional.

3. En consecuencia, la marcada litigiosidad probatoria de una pretensión iusfundamental exige una


derivación a otra vía, a fin de que los derechos presuntamente vulnerados sean objeto de un debido
esclarecimiento, con respeto escrupuloso de los derechos de defensa, al contradictorio y a ser oído.

§ El sentido tuitivo de las sentencias 2506-2004-AA/TC y 484-2004-AA/TC, respecto a los


intereses legales

4. Frente a los incumplimientos reiterados de la ONP en los procesos constitucionales en donde resulta
parte demandada, en especial respecto a sus obligaciones pensionarias, el Tribunal Constitucional ha
establecido objetivamente[3] que el pago de los intereses legales correspondientes debe efectuarse en
base a los artículos 1242 y 1244 del Código Civil, invocando como fundamento la naturaleza alimentaria
de las pensiones. En consecuencia, éstas merecen un rango especial de liquidación, dado que no son
abonadas oportunamente.

§ Análisis del caso concreto

5. La pretensión impugnatoria del demandante escapa seriamente a las potestades de verificación de


legitimidad del acto vulneratorio de su derecho, pues no es nuestra potestad determinar si un concepto
como “el aumento del costo de vida”, fue válida o incorrectamente excluido de la pensión. Tal examen,
conforme a la jurisprudencia uniforme de esta Sala[4], debe ser dilucidado en otra vía, a efectos de que
tras la actividad probatoria que el caso exige, tenga lugar una determinación de fondo por parte del
juzgador. En ese orden de ideas, la pretensión no deviene infundada, como ha señalado el A-quo, sino
improcedente, a efectos de no restringir el derecho del actor.

6. De la misma forma, a juicio de esta Sala de Derechos Fundamentales, la apelación de la demandada


es sustancialmente inoficiosa, pues no es con esta decisión que la emplazada asume conocimiento de
la posición de este Tribunal, respecto a la falta de fundamento por parte de la ONP, de apelar una y otra
vez sine die, por la misma razón, respecto a que los intereses legales se liquidan con el interés legal
efectivo y no con la tasa de interés laboral.

7. La referida actitud, frente a una posición reiterada de la Sala en continuas resoluciones, implica
abuso del derecho de defensa y sobre estos ítems, ya ha venido trabajando la línea jurisprudencial del
Tribunal Constitucional en sendas decisiones[5] respecto a un ejercicio inadecuado del derecho a la
pluralidad de instancias y al revisorio en sede en especial constitucional, dado que aquí se discierne
sobre derechos personalísimos tutelados por la Constitución. Por tanto, no pueden tener lugar
apelaciones con fundamento repetitivo sobre el cual ya existe posición de la Sala en forma reiterada.

DECISIÓN:

Por las consideraciones expuestas, la Sala Constitucional de Lambayeque, con la autoridad que le
confiere la Constitución Política del Perú, CONFIRMA el auto apelado en todos sus extremos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

CARRILLO MENDOZA

FIGUEROA GUTARRA

ROJAS DÍAZ

[1] STC 04762-2007-PA/TC. Caso Alejandro Tarazona

10. La ausencia de etapa probatoria en el proceso de amparo se deriva de la finalidad y del objeto del
proceso, ya que en él no se dilucida la titularidad de un derecho, como sucede en otros, sino sólo se
restablece su ejercicio ante una afectación manifiestamente arbitraria o irrazonable. Por ello, para que
se pueda emitir un pronunciamiento de fondo, es preciso no solo que no se encuentre en discusión la
titularidad del derecho constitucional que se alega vulnerado, sino, incluso, que quien sostiene que ha
sido afectado en su ejercicio acredite la existencia del acto reclamado. Ello quiere decir que la titularidad
del derecho cuya vulneración o amenaza de vulneración se alega debe ser cierta e indubitable, y no
controvertida o dudosa.

(…) 12. Por ello es que, en los procesos de amparo no pueden dilucidarse pretensiones que tengan como
finalidad la restitución de un derecho fundamental cuya titularidad sea incierta o litigiosa, o que se
fundamenten en hechos contradictorios, o controvertidos, o que requieran la actuación de medios
probatorios complejos. (…)

[2] Convención Americana de Derechos Humanos. Artículo 25. Protección Judicial


1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los
jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida
por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.(…)

[3] STC 484-2004-AA/TC

4. (…) este Tribunal ha considerado, en la sentencia recaída en el expediente N.º 0065-2002-AA/TC,


publicada el 21 de abril de 2003, que por la naturaleza alimentaria de las pensiones y la mora en el
pago de las mismas, sobre las pensiones no pagadas de acuerdo a ley procede la adición de los intereses
legales que satisfagan la inoportuna percepción de la pensión, a tenor de los artículos 1242º y siguientes
del Código Civil.

[4] Vid. Sala Constitucional de Lambayeque, exp. 2004-6030, caso Juana Ayasta, ponente señor Carrillo
Mendoza, resolución de fecha 27 de diciembre de 2010.

[5] Entre otras, Vid. STC 04650-2007-PA/TC: 5 abogados son sancionados con el pago solidario de 12
Unidades de Referencia Procesal URP, por concepto de sanción por incumplimiento de los deberes
propios del ejercicio profesional, al haber interpuesto un amparo contra amparo de forma temeraria;
STC 00271-2010-HC/TC: impone al abogado 20 URP por su actuación temeraria y de falta a los deberes
de lealtad, probidad y buena fe, por manifiesta negligencia en el patrocinio del protegido; STC 02738-
2010-PA/TC: condena al demandante y a su abogado a una multa de 10 URP, al haber presentado
documentos que presentan irregularidades con el fin de obtener una pensión; STC 02417-2010-PA/TC:
el abogado es multado con 10 URP por insultos que profiere a la magistratura del Poder Judicial y del
Tribunal Constitucional sin aportar medio probatorio alguno; STC 06759-2006-PA/TC: impone 20 URP
de multa al accionante por haber solicitado la nulidad de la vista de la causa con temeridad y malicia.

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