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El pecado de David

Ante la crisis moral que sufre la iglesia en esta época, en la que se han destapado verdaderos
escándalos de abuso (en sus principales manifestaciones): poder, conciencia y los distintos y
penosos (además de innumerables) casos de abuso sexual; la iglesia necesita hoy en día una voz
profética, para que pueda volver (conversión) a la alianza con Dios, por lo general, esta voz surge
en el exilio, es decir, cuando el pueblo de la alianza (los bautizados actualmente) está alejado del
culto, de la tierra y son objeto y causa de burla.
Como es el caso de azarías. Cuando el rey Nabucodonosor le ordeno a él y a sus compañeros
adorar su estatua, se rehusaron a rendir culto a algo distinto a Yahvé, por lo tanto fueron enviados
al horno para quemarlos y así ponerlos como amonestación para aquellos que se rehúsen a seguir
las órdenes del rey, azarías ora en el horno (Dn 3, 26-45), en esa época el profeta era Daniel.
Sin embargo antes que el pueblo fuera exiliado, hubo alguien que estableció a Israel en su
territorio, que libro batallas, escogido por Dios y legitimo rey del pueblo de Dios, nos referimos
a David, quien tenía todo lo que era de su agrado, es decir: poder, riqueza, aceptación, el arca de
la alianza… pero David descuidó algo tan simple, tan elemental en la ley: no codiciaras la mujer
de tu prójimo, pero no solo la codició, la embarazo, planeo como deshacer su erros, tratando de
que Urías pensase que su mujer estaba embarazada de él y así no descubrir que su mujer le había
sido infiel, que su rey le había fallado y traicionado, pero no lo logro y mandó matar a este siervo
suyo, para quedarse con su mujer. Pero Dios rico en misericordia y Padre que cuida de sus hijos
le dio una lección por medio del profeta Natán: él ha devorado a la oveja que tenía el pobre (cfr.
S ). Lo que David hace, porque descubre que es el remedio de su enfermedad, es arrepentirse de
su pecado, diciendo en el salmo 50: Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un corazón
contrito y humillado, oh Dios no lo desprecias.
Las lágrimas (con las que David invoca el perdón de Dios) son el signo de un corazón humillado
que se arrepiente de su falta y que sabe que nada de lo que haga reparara lo que hizo, pero la
benevolencia de su acreedor si puede reparar su falta, es por eso que (David) acude a él; tal como
la mujer pecadora buscó a Jesús y este la perdona. Cuando el mismo Jesús dice: misericordia
quiero y no sacrificios.
No es necesario el desierto, el exilio para reconocer que se ha alejado de Dios, el pueblo que le
pertenece, Dios dice, nos acusa por lo que hemos hecho, como iglesia os que estaban al frente en
quienes el pueblo ha confiado (su salvación y su bienestar, además de la defensa de sus derechos)
como representantes de Dios, le ha fallado a Dios, pero el que conoce todo dice en el salmo 49:
haces esto ¿y he de callarme? ¿Piensas que soy como tú? Yo te acuso, te lo hecho en la cara.
Dios es tan bueno que nos corrige, nos da la posibilidad de rectificar, pero nos da una sanción
como buen Padre, para volver a la esencia de la alianza que es el amor, este entendido en el sentido
(no de sensación sino de modo) en el que Dios nos ama con desprendimiento sin esperar nada,
tan solo la felicidad del otro, si el otro es feliz entonces Dios es feliz, la iglesia tiene que
comprometerse en este tipo de amor el amor que ama, si volvemos a esto la iglesia será un lugar
de servicio que ayude a la gente a acceder a la salvación.

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