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Fernando R. Lanuza
Raúl M. Carrasco
(compiladores)
fóñtamara �
Primera edición: 2015
Judith Butler
AGRADECIMIENTOS
9
ron las Facultades de Psicología, de Ciencias Políticas y Sociales y de
Filosofia de la Universidad Autónoma de Querétaro, así como Género
UAQ y Colectivo RED Respeto, Equidad y Diversidad, A. C.
RMCyFRL
10
ERRANTES
11
en el Distrito Federal; por ejemplo, en el muro de Facebook de Cqueer
Lab, al encontrar en Puebla pocos espacios dónde "circule" lo dife
rente de lo diferente . . .
Una de las disquisiciones sobre dichas "sexualidades, entonces, la
ofrece parte del mundo académico, al voltear los ojos hacia la multi
diversidad (reconocida parcialmente como diversidades sexuales,
pero con otras connotaciones y agregados, simpáticamente muy anti
guos) y en cuya órbita se encuentra la denominada contrasexualidad,
apuesta interesante aunque pudiera ser que ingenua a la luz de los
otros ojos, los que no pueden ver transformaciones-trasgresiones en
eso de lo "erótico" y sus extensiones.
Si se retoma de la contrasexualidad lo que puede ser nominado
como "interrupción y desvío de los circuitos de producción y distri
bución del placer-saber" (recuerda usted a Foucault?), no pecando de
ignorancia, se encuentra entonces la erotización del ano, uno de los
momentos de la "mutación post humana del sexo" (Preciado, 2002), y
uno de los ejemplos de esas llamadas situaciones "raritas", circuns
tancias igualmente vistas desde la posición de "la heterosexualidad"
dominante en nuestras culturas occidentales.
No sería dicha erotización lo que se envuelve en los procesos de
disidencia, de reapropiación de nominaciones externas y para sí, aun
que en términos simplones muchas personas pensarían que sí, que en
cuanto a cuestiones de lo que "no me compete, porque yo no soy así,
no hago esas cosas", de eso es de lo que se trata cuando alguien men
ciona el término queer, o cuir desde la autonominación.
En la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Que
rétaro ha habido un interés particular por parte de varias personas in
tegrantes de la misma que intentan escrudiñar algunas de esas situa
ciones observadas ya hace tiempo, tanto en algunas aulas, pasillos y
lugares "socializadores" de la misma Facultad, y que, sin embargo,
no tenían otras formas de nominarse como las de cosas "raritas", per
sonas "raritas", acciones "raritas". Y parecería que lo polivalente de
la palabra rarita o rarito muestra lo que en ocasiones podíamos obser
var en las aulas, pasillos y demás.
Cuando Alfonso Ceballos Muñoz menciona que desde la lectura
del Diccionario de Oxford: "Queer sigue haciendo referencia a lo
raro, a lo que no casa con nada, a lo que no pega en ningún sitio" (Ce
vallos, 2005 , p. 1 67). Pareciera que este autor nacido en Cádiz cono-
12
ció a las personas que transitaron y transitan por la Universidad Que
retana, ya que en una primera impresión ell*s no están en ningún sitio
"estable'', permanente, definitivo, duradero, fijo, inalterable, invaria
ble, constante; todos éstos, sinónimos de estable (Wordreference).
Así, vari*s estudiantes de psicología, desde área básica hasta área
de especialización, han estado en lugares que no casan con nada des
de la ubicación de una facultad, universidad o "sociedad" que los ro
dea y les pide la "normalización" de sus actos, cuerpos, deseos y com
portamientos. Y no es que sea fácil pedirles que vayan a buscar otras
facultades más "atingentes" a ell*s, porque igual pasaría en esos otros
lugares . . . con la ventaj a, quizá, de que encontrarían a más personas
que tampoco van con esas facultades. Lo mismo pasaría en otros es
pacios donde la escolaridad no tuviera nada que ver, sin embargo,
nuestras experiencias pasan por la Universidad.
Estudiantes y egresad* s ahora también, que además pedían de su
formación miradas teóricas más amplias en torno a eso de lo perver
so, lo abyecto, lo no fácil de nombrar, y que en ocasiones ell*s
mism*s llevaban a clases textos, artículos que no "pegaban" con el
currículo establecido, pero que tenían que ser manej ados como clan
destinos y sólo entre pares, es decir, entre personas igual de "curio
sas" para que no hubiera "consecuencias" ante, generalmente, sus do
centes.
Con el abanico mostrando identidades sexuales alternativas, o con
otras posibilidades que pueden incluir lo no identitario tal cual, lo
cuir se ubica desubicándose, mostrando "cuerpos parlantes" (Precia
do) que se pueden "leer" precisamente desde las marginalidades de
eso que se espera que seamos.
En este sentido, la creación de un "Espacio Queer" que juegue con
palabras, hipótesis, lecturas, acciones, y ahora con un libro que le in
vitamos a disfrutar, era ya algo casi ineludible en los procesos de otras
personas que hoy erranteamos -del adj etivo errante: "Que anda de
una parte a otra sin tener asiento fijo" (Diccionario enciclopédico Vox
1, 2009)- por los confines de los salones de diferentes facultades y lu
gares de este Querétaro.
Para intentar aterrizar algo de lo contemplado en el Espacio Queer,
es posible afinar los posibles lados del término, con la ayuda de lo es
crito por M. Morris: "Históricamente, el término ha tenido connota
ciones negativas; se ha usado para referirse a los hombres afeminados
13
(maricas), a las muj eres masculinas (camioneras) o a las personas ra
ras" (Morris, 2005).
El término queer comunica más que lesbiana, gay o bisexual.
Queer es toda aquella persona marginada por la sexualidad conven
cional. Las personas heterosexuales queer también son bienvenidas a
las manifestaciones queer, porque, en última instancia, las identida
des queer son performances (actuaciones) (M. Morris, 2005).
Es ya otro lugar en donde se especificará si es lo cuir, o si la teoría
queer, y esperamos que se puedan entender los cómos y para qué de
dichas denominaciones a lo largo de la lectura de este libro que tiene
en sus manos . . . creemos que lo leerá varias veces para encontrar sus
propias conclusiones.
Por lo pronto comentaremos que mucho antes de la confluencia de
varias personas en el Espacio Queer hubo actividades y pasiones
puestas en marcha precisamente en esos tan comentados pasillos, sa
lones y explanadas, como por ejemplo, la "no boda" de un grupo de
estudiantes de la Facultad citada, que con el pretexto de una parte del
texto de Beatriz Preciado, festejaron la "no boda" de tod*s ell*s en
conjunto coreando canciones de su infancia, rondas infantiles y ob
viamente bailando y abrazándose y sabiendo que una vez terminada
la acción, recordarían el no haberse casado con sus mejores amig*s,
conocid*s y compañer*s de 4 años de carrera profesional, acto lleva
do a cabo en una kermés, con una hoj a que firmaron tod*s y por la
cual pagaron una cierta cantidad con singular alegría. Subvertir el
acto protocolario de una boda públicamente generó expectativas de
integrantes de la comunidad universitaria que "no sabían qué estaba
pasando" a pesar de estar presentes y oír lo que se les leía en el mo
mento ... Las risas, sonrisas y movimientos corporales de l * s
involucrad* s no dej aban lugar a dudas. Era e l año d e 20 1 0 (Primera
Semana de Sexualidades Humanas o 20 1 1 , Segunda Semana de Se
xualidades Humanas, tituladas así por estudiantes de las prácticas clí
nicas "Estudios sobre Sexualidades"). Y le comento que era una "in
terpretación" del texto que habían leído y que quisieron hacer el
performance de la no boda de acuerdo con eso.
14
Sobre historias más recientes
15
Colectivo RED, Facultad de Psicología, Comité Organizador de las
Jornadas contra la Homofobia.
En mayo de 20 1 2 nace una nueva imagen (logo) del Espacio en la
página de Facebook, imagen donada por Aldo Arredondo, artista grá
fico cercano a los afectos de algunos integrantes del Espacio Queer.
En marzo de 20 1 2 algun*s integrantes del Espacio participan en el
Encuentro de Diversidades realizado en el Museo de la Ciudad, en
cuentro organizado generalmente por un egresado de Psicología So
cial de la UAQ.
Dentro de las Jomadas Mundiales por la Despatologización de las
Identidades Trans, en octubre de 20 1 2, se lleva a cabo una acción en
el Jardín Zenea, Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. Algunas
personas alrededor preguntaban qué estaba pasando, otras decían
"son homosexuales", otras decían "son vestidas", y hubo versiones
extensas del suceso.
Se organiza y realiza el 2o. Encuentro de Reflexiones Cuir del 1 7
al 20 de octubre de 20 1 2 en la Universidad Autónoma de Querétaro,
con la participación de personas solidarias de Morelia, Michoacán, de
Tijuana, Baj a California, un egresado de la Facultad de Lenguas y Le
tras, y un artista gráfico egresado de la Facultad de Bellas Artes de la
UAQ, docentes de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociales y
Psicología, y la mayoría de l*s integrantes del Espacio.
En mayo de 20 1 3 hay un conversatorio con Diana J. Torres, "apro
vechando" que estaba en México, San Juan del Río y Querétaro.
Se ha incidido de alguna manera en otros espacios de la misma
universidad, ya que incluso algún*s de l*s ponentes de los encuentros
han participado en otros eventos dado el impacto y reconocimiento
que han tenido por los encuentros del Espacio Queer, lo que puede
implicar también la mencionada necesidad no visible ni reconocida
en los otros lugares de confluencia de rarit*s.
Algo a mencionar ha sido la alegre disposición de 1 *s profesiona
les que han acompañado los encuentros ya que a pesar de los impre
decibles sucesos (sobre todo de índole económico dadas las caracte
rísticas de una universidad pública que ha apoyado), han estado ahí,
dispuest*s a mostrarse y conversar con públicos variados y no cerca
nos a la mayoría de ell *s.
Sea una investigación en curso o terminada, sea parte de su coti
diano ej ercicio de docencia o de práctica de consultorio, sea como
16
activismo "internacional", "nacional" o "local", sea como ejercicio
artístico, han evidenciado la práctica de la solidaridad con l*s inte
grantes del Espacio, mayoritariamente jóvenes apasionad*s y pasio
nales que aportan su entusiasmo, tiempo no remunerado, e indeter
minado y cotidiano lugar físico en la facultad que nos reúne.
Dice Eduardo Fajardo en su artículo de este libro que cuir es com
partir, y sí, en este transcurrir de los tiempos en el Espacio hemos re
conocido muchas veces ya ese compartir.
Y una anécdota digna de contar (de las muchas que han ocurrido
en este pasar por) para usted, que lee sobre lo no etiquetable, los ca
minos que no se transitan por lo obligatorio y demás, dibuje una son
risa en su rostro por la "ingenuidad" de nosotr*s, o lo pseudocuirs
que somos, o como dice aquel texto "Ideologías de la vida cotidiana":
en algún momento de la "lógica estadística" de Facebook alguien
hizo notar que había 666 "me gusta", y pasó eso, que había que hacer
lo notar.
Por ahí cruza, creemos, la denominada teoría queer y esperamos
que lo note al leer alguna de las descripciones y narraciones incluidas
en algunos artículos de esta obra.
Los momentos acompañados y en solitario que hemos pasado
quienes nos creemos encontrar en el no lugar de la heterosexualidad
obligatoria han sido momentos de gran valía, ya que "perdiendo" pri
vilegios y prerrogativas que otorgan las sociedades y culturas que nos
rodean, hemos sumado formas de pensar, sentir, ser y hacer para no
sentimos sol*s, mucho más, aunque a cada instante regresemos a
nuestra casa y a nuestra experiencia a solas.
Acá escriben personas que obtuvieron un título de doctorado,
maestría o licenciatura, o que son más activistas, artivistas o hij*s de
vecina, con concienciación de las potencialidades de su escritura, y
con su gran experiencia a cuestas; en ese sentido, creemos que le
complacerá encontrar muchas cosas que quizá no busca . . .
Y por cuestiones netamente sentimentales, la utilización del aste
risco es nuestra opción en la escritura aquí, así como es de la creación
de Mauro Cabral (2009).
Decía una canción de Piero: "Yo vengo de la piel que tengo de us
tedes" y Charles Aznavour cantaba en "She": "Puede ser cien cosas
distintas en lo que transcurre el día" . . . y ¿seguimos hablando de "la
identidad"?
17
Por aquello de las colectividades, le mostrarnos escritos que pue
den haber sido elaborados en Ciudad Juárez, el Distrito Federal, Mi
choacán, Puebla, Querétaro o Tijuana, o Ecuador y Santiago de Chile,
pero sabemos que han sido desde más espacios de convivencia huma
na. Y desde esa variedad y puntos de vista de personas adherentes es
perarnos que reconozca situaciones y momentos que le han de estar
aconteciendo, que ha estado observando desde un pasado muy pasado
y que le harán, esperamos, recordar que se escribe para sí, se lee para
sí, compartiendo con los ojos y las manos de otr*s, y se apalabra con
quienes errantes somos y en el camino andamos.
En julio y feneciendo . . .
Bibliografía
18
DEL QUEER AL CUIR: OSTRANÉNIE GEOPOLÍTICA Y
EPISTÉMICA DESDE EL SUR GLOCAL
Sayak V alencia*
• También conocida como Margarita Triana Valencia. Investigadora titular del Cole
19
Etimologías (posibles) del término queer
1 Disponible en <http://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=O&sear
ch=queer&searchmode=none>.
2 Disponible en <http://www.areopago.eu/index.php?topic=364. 1 20;wap2>.
20
Algo que llama particularmente nuestra atención es que a partir
del siglo XIX el significado de queer describa también una dimensión
económica, rasgo que en nuestra época resulta terriblemente actual
por la precariedad tanto económica y como existencial en las que vi
ven las poblaciones queer en el ámbito glocal.
El Oxford English Dictionary3 nos dice que en británico coloquial
estar in queer street (en la calle queer o en la calle de la amargura)
hace referencia a estar endeudado, tener problemas financieros. Aun
que el significado del término se ha difundido y popularizado como
marco de interpretación en tomo a las sexualidades disidentes y al gé
nero, consideramos que esta acepción económica no debe considerar
se baladí, ya que emparenta varias de las dimensiones políticas que
articularon al movimiento queer, formado en un principio por los de
venires minoritarios del tercer mundo estadounidense.
21
Los cuatros pilares de esta política fueron, según William A.
Niskanen:5 1) reducir el crecimiento del gasto público; 2) reducir los
tipos marginales de los impuestos que gravaban el trabajo y el capital;
3) reducir la regulación de la actividad económica, y 4) controlar la
oferta monetaria y reducir la inflación. Reagan redujo la tarifa del im
puesto sobre la renta, logrando que éstos disminuyeran notablemente,
logrando que pasaran de 70 a 28% en un periodo de siete años. Hasta
aquí las cifras suenan esperanzadoras, si no fuera porque en el mismo
periodo, y para compensar la medida anterior, Reagan aumentó los
impuestos sobre las nóminas, así como los tipos impositivos efectivos
de la población con menores ingresos para mantener la financiación de
la seguridad social. Medida que afectó directa y severamente a las po
blaciones pobres, racializadas, sexualmente minoritarias, migrantes y
enferm*s de sida -en muchos casos, estas poblaciones encarnaban de
manera interseccional todas esas variables.
Las consecuencias de la implantación del reaganismo y su proyec
to conservador-neoliberalista (que ahora conocemos como globaliza
ción) fueron: la movilización multitudinaria de poblaciones aparente
mente dispares que salieron a protestar al espacio público durante la
década de 1 980.
Dichas multitudes --integradas en su mayoría por las feministas les
bianas chicanas, afroamericanas y asiático-americanas, junto a muchos
otr*s que formaban a parte del proletariado, del feminismo o de la se
xualidad que habitaban el tercer mundo estadounidense- se encontraron
en la necesidad de reconfigurar las resistencias críticas y activistas de lu
chas que se habían fraguado durante las décadas de 1 960 y 1 970,6 pero
se diferenciaban de aquéllas por hacer un ejercicio de (auto )crítica radi
cal respecto al machismo y la homofobia que pervivía en el interior de
movimientos identitarios como el chicanismo o el Black Power.
Encarnaron también la necesidad de pensar la interseccionalidad
de las luchas 7 y se desmarcaron de toda esencialización identitaria,
apostando "por una desontologización del sujeto de la política de las
bre de interseccionalidad) en diversos textos, por ejemplo: Politics ofBeing Queer escrito
22
identidades, afirmando que no hay una base natural ("mujer", "gay" ,
etc.,) que pueda legitimar la acción política" (Preciado, 2004, p. 5).
De esta multiplicidad de factores que articulaban a las multitudes
queer, también es necesario destacar la emergencia del sida como
pandemia estigmatizante que segregaba y criminalizaba de manera
moralizante a los llamados "grupos de riesgo": homosexuales,
drogadict*s y prostitutas, a quienes se les negaba atención médica. En
contestación surgen grupos de acción directa como ACT UP ( AIDS
Coalition to Unleash Power).8
Así, el movimiento queer, como agenciamiento popular, reivin
dicó un modelo de política interseccional que rechaza las nociones
de identidad monolítica y dicotómica: hombre/mujer, blanco/no
blanco, heterosexual/homosexual. 9 Por tanto, rechazan definirse
como mujeres, lesbianas u homosexuales para reivindicarse como
sujetos queer, es decir, como lo diferente, lo raro, lo minoritario, in
cluso lo precario. Puntualizando que esta nueva forma de política de
lo minoritario no es exclusiva la disidencia sexual, sino que en ella
se articulan distintas luchas y alianzas estratégicas entre los feminis
mos no blancos, el poscolonialismo, el movimiento transgénero, la
precariedad, etcétera.
Alianzas capaces de crear agenciamientos inesperados mediante
la reapropiación de nomenclaturas estigmatizantes, cambiando el su
jeto de enunciación de las injurias y desactivándolas. Arrebatando el
autoproclamado "derecho" del heteropatriarcado blanco para cons
truir lenguaje, legitimidad y agenciamiento.
23
La versión oficial sitúa su uso teórico en 1 99 1 , cuando Teresa de
Lauretis publica su emblemático artículo "Quecr Theory. Lesbian and
Gay Sexualities" en la revista Di.fferences ( 1 99 1 , pp. 3- 1 8) . Sin em
bargo, y quizá en la misma lógica blanca del capitalismo académico,
que invisibiliza lo minoritario, no se considera como uso "teórico" el
que le da Gloria Anzaldúa en su libro Lafrontera/border/and, publi
cado en 1 987 . 1 º
Siguiendo la versión oficial: De Lauretis acuña el término teoría
queer para referirse a los movimientos sociales enunciados en párra
fos anteriores, introduciéndolo por primera vez a la academia califor
niana y redimensionando con ello los Women Studies, así como los
Gays and Lesbian Studies.
. Mediante dicha categoría, la autora rompe el núcleo duro de la
identidad gay y lesbiana y muestra una serie de articulaciones y com
binatorias donde
24
conformadas por las multitudes queer y redefinió al sujeto del femi
nismo y de la disidencia sexual como excéntricos y en nomadismo
autocrítico constante. Para la autora, la importancia medular de esta
nomenclatura radicaba en este ejercicio de autocrítica y desidentifica
ción que luchaba contra el poder. 1 2
Tras su aparición en el marco académico estadounidense, a partir
de la década de 1 990, la teoría queer se vuelve un hot topic de la in
vestigación sobre sexualidades, para después internacionalizarse con
figuras como Judith Butler, Eve Kosofsky Sedgwick, Judith Halberstam,
David Halperin, etc. Sin embargo, en este breve ensayo no profundiza
remos en los trabajos de est*s autor*s, ya que su trabajo en este cam
po es de sobra conocido. Sin embargo, desarrollaremos unos breves
apuntes sobre las aportaciones de Judith Butler para situarnos mejor y
para poder continuar hacia el devenir del término queer y su transfor
mación geopolíticamente situada en el sur: cuir, que es el tema cen
tral que nos ocupa.
Quizá de l*s autor*s que se dedican al estudio y fundamentación
de la teoría queer, la más conocida e influyente sea Judith Butler. Este
hecho no es casual ya que las aportaciones de Butler referentes al fe
minismo y a la sexualidad pueden ser señaladas, a nivel epistemológi
co, como giros copernicanos.
En 1 990 publicó El género en disputa. Feminismo y la subversión
de la identidad, el cual fue una ruptura con la idea tradicional sobre la
relación unidireccional, hasta ese momento incuestionable, entre sexo
biológico, género y preferencia sexual. En este libro Butler rompe
con la idea esencialista de que el sexo biológico es algo natural e
idéntico al género y sitúa al sexo en las condiciones sociohistóricas
que lo producen dentro de un sistema dicotómico marcado por la nor
mativa de género. Para ello, propone el género como una construc
ción social no siempre en concordancia con el sexo ni con la hetero
sexualidad obligatoria. Lo cual lleva a la perspectiva feminista a
replantear sus supuestos, y entender que "las mujeres", más que un
sujeto colectivo dado por hecho, era un significante político.
25
Es importante destacar que Butler no quiere decir que el sexo no
exista, ni se trata de negar la materia del cuerpo en pos de un cons
tructivismo radical, su intención es más bien resaltar que el acceso di
recto a la materialidad del cuerpo no es posible, ya que está mediado
por un imaginario social y cultural que construyen marcos para su de
codificación dentro de unos códigos de inteligibilidad ya pactados
dentro de discursos, prácticas y normas con raíz heteropatriarcal.
A partir de esta desencialización radical de la triada fundamental
ente sexo (xx/xy), género (m/f) y preferencia sexual (heterosexual/
homosexual), Judith Butler propone el concepto de performatividad
de género como una forma de explicar el movimiento relacional de
naturalización artificial que se exige al sujeto individual para producir
y reafirmar la correspondencia entre sexo, género y sexualidad, una
alineación ideal que en realidad es cuestionada por la singularidad de
forma constante y falla permanentemente.
Así, Butler, mediante una brillante lectura y reconfiguración de lo
performativo, propuesto por el filósofo J. L. Austin, 1 3 explica por me
dio esta figura del lenguaje una coreografia social que hace del género
una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas so
ciales que nos exceden.
Consideramos necesario hacer hincapié en este concepto, pues es
uno de los más difundidos y malinterpretados del aparato crítico de
Butler, ya que se tiende a considerar sinónimo de performance, sin
embargo, esta asimilación no es del todo correcta, ya que aunque am
bas compartan la noción de actuación/desempeño de un rol o la esce
nificación de una circunstancia, la diferencia entre ambos conceptos
radica en que en la performatividad que Butler propone esta signada
como una actuación que "debemos" encarnar para participar de la co
reografia social del género que cuenta con un sistema de recompensas
o castigos según nuestro desempeño en la reproducción del rol que
nos ha sido asignado socialmente. O dicho en palabras de la autora:
26
Cuando actuamos, y nosotros actuamos políticamente, lo hacemos ya
con una serie de normas que están actuando sobre nosotros, y en mane
ras que no siempre conocemos. Cuando actuamos, en caso de que sea
posible, a través de la subversión o la resistencia, no lo hacemos porque
seamos sujetos soberanos, sino porque hay una serie de normas históri
cas que convergen hacia el lugar de nuestra personalidad corporizada y
que permite posibilidades de actuación (Butler, 2008, p. 334).
27
"heterosexual, blanco y rico", 14 donde cualquier desobediencia de gé
nero, raza y disidencia sexual son modos de desafiar el despliegue de
las formas coloniales y subaltemizantes del proyecto de la moderni
dad/colonial que se instaura cotidianamente en nuestros cuerpos y
geopolíticas con intención de fijar diferencias presumiblemente "natu
rales" y seguir reproduciendo el bucle de la violencia física, económi
ca, cultural y epistémica. Hasta aquí esta breve revisión sobre Butler.
Buscamos enfatizar que las multitudes queer y sus acciones directas
e incluso teóricas 1 5 trascienden la geopolítica del norte en la que se
inscriben y activan de manera colectiva la desobediencia crítica del ter
cer mundo estadounidense frente a las formas subaltemizantes del
poder hegemónico; creando una coyuntura del desplazamiento
geopolítico y epistémico de lo queer a lo cuir, puesto que la tercer
mundización -como ce�egoría de enunciación de los procesos de sub
altemización glocal- teje redes de intercambio y diálogo posible con
el sur.
Entendiendo este sur como un posicionamiento crítico y no sólo
como un emplazamiento geopolítico, donde, a causa de las lógicas
impositivas del capitalismo voraz, el mundo y sus poblaciones están
deviniendo el sur de forma acelerada. Mostrando que la tercermundi
zación del primer mundo ya no es cuestión de mera geopolítica, sino
de una homologación distópica, donde las consecuencias deshumani
zantes y de explotación, represión y vigilancia son un espacio com
partido glocalmente y, al mismo tiempo, ciertas categorías como
queer pueden viajar y transformase para explicitar realidades com
partidas que acentúan el común de la insurrección ante un contexto de
vulneración extrema.
28
El copyright del término queer
16 Resulta necesario hacer notar que si la autora conoce tan excelsamente la teoría
queer y sus usos en la academia, es extraílo que no conozca ni cite lo argumentado por
Butler en su libro El género en disputa. , donde, como hemos visto en párrafos anteriores,
..
Judith Butler deja claro de manera rigurosa que queer no es una identidad de "quita y pon"
ni se estructura por el capricho individual, sino que lo plantea como una posibilidad de in
surgencia política.
29
dentro de la sociedad de consumo neoliberal. Se trata, por tanto, de un
movimiento post-identitario: "queer" no es una identidad más en el fo
lklore multicultural, sino una posición de crítica atenta a los procesos de
exclusión y de marginalización que genera toda ficción identitaria. El
movimiento "queer" no es un movimiento de homosexuales ni de gays,
sino de disidentes de género y sexuales que resisten frente a las normas
que impone la sociedad heterosexual dominante, atento también a los
procesos de normalización y de exclusión internos a la cultura gay: mar
ginalización de las bolleras, de los cuerpos transexuales y transgénero,
de los inmigrantes, de los trabajadores y trabajadoras sexuales (Precia
do,2009).
30
guadas dentro de las academias y las ciencias- serían terminologías
confiables, ya que estarían enunciado realidades que no nos represen
tan del todo. En un contexto mestiz* y g-local como el nuestro todo
atisbo de purismo es imposible. Por eso, mejor pensar en la migración
y la resignificación de los conceptos. Pensar los conceptos como en
tes viajeros nos ayudará a mostrar el absurdo que supone ponderarlos
como inamovibles y unidireccionales. O como afirma Mieke Bal:
Los conceptos n o están fijos, sino que viajan entre disciplinas, entre es
tudioso/as individuales, entre periodos históricos y entre comunidades
académicas geográficamente dispersas [ . . . ] Entre los periodos históri
cos, el significado y el uso de los conceptos cambia radicalmente [ . . . ] la
historia de los conceptos y sus sucesivos circuitos puede convertirse en
un peso inerte si se le apoya de forma no critica en el nombre de la tradi
ción. Pero también puede ser una fuerza extremadamente potente que
activa los conceptos interactivos en lugar de constreñirlos (Bal, 2009,
pp. 5-6).
31
necropolítica el control sobre nuestros cuerpos, nuestros deseos y
nuestros afectos.
32
Desviación que busca, por un lado, afirmarse como forma legítima
y llena de significado geopolítico, 1 8 que reta a los sistemas de enun
ciación hegemónica -y a su autoproclamada exclusividad de cons
truir agenciamiento por medio del lenguaje-, invitando a la apropia
ción, recodificación y desobediencia verbal; a la localización de la
lengua con el propósito de escribir en otros términos, más oportunos
al presente, qu.e opongan resistencia verbal local exuberante y cons
truyan un pidgin 19 interseccional que nos permita hablar en lenguas a
la manera que proponía Gloria Anzaldúa ( 1 988).
Cuir busca, además, visibilizar algunos usos estratégicos de la
desobediencia epistémica, donde se proponen -frente a las metodolo
gías de enunciación tradicional de la modernidad/colonial- otras me
todologías de corte decolonial que muestren las inquietudes discursi
vas -ya existentes en las geopolíticas sudacas y messtiz*s glocales- en
tomo a la renovación de los imaginarios de la insumisión social por
medio de las prácticas (trans)feministas y de la disidencia sexual
como prácticas pacificas de desobediencia civil organizada.
En cuir existe una impronta crítica donde se muestra la simbiosis
entre un imaginario simbólico abigarrado, propio de la exuberancia
de las culturas excoloniales y los lenguajes de la representación de los de
venires minoritarios, creando una especie de "mosaico multicultural
caleidoscópico, donde la violencia y la fiesta conviven de manera pá
nica" (Trimegisto, 20 1 3 , p. 5).
El desplazamiento cuir nos habla también de un contenido geopo
lítico y una crítica radical no sólo desde las periferias sexuales, sino
también desde las periferias económicas, raciales, del género, de la
diversidad corporal y funcional, que ya no resultan premisas despla-
1 8 Por medio de la reapropiación del estigma que pesa sobre las hablas castellanas
como lenguas no autorizadas para la producción de conocimiento, que las coloca como
"defectuosas" o "con acento" frente a la pronunciación "correcta" y anglófona del término
queer.
19 El Oxford Dictionary lo define: "A simplified fom1 of speech that is usually a mix
ture of two or more languages, has a rudimentary grammar and vocabulary, is used for
communication between groups speaking different languages, and is not spoken as a first
or native language. Also called contact language" [Una forma simplificada de discurso
que suele ser una mezcla de dos o más idiomas, tiene una gramática y un vocabulario ru
di mentario, se utiliza para la comunicación entre grupos que hablan lenguas diferentes, y
no se habla como lengua materna o nativa. También se llama lenguaje de contactos] . Es
decir, un lenguaje nuevo y de contacto que esté a la altura de los acontecimientos en los
contextos glocales de precarización económica y existencial.
33
zadas sino enclaves fundamentales en la conformación de políticas de
resistencia interseccional.
Cuir visibiliza y da voz a unas políticas lingüísticas de supervi
vencia y alianza de los tr ans/border/messtiz*/marica/lesbiana!vesti
da/put*/tullid * . Cuir, representa una ostr anienie (desfamiliariza
ción) del término queer, es decir, una desautomatización de la mirada
lectora y registra la inflexión geopolítica hacia el sur y desde las pe
riferias en contraofensiva a la epistemología colonial y a la historio
grafia angloamericana. Así, el desplazamiento del queer al cuir refie
re a un locus de enunciación con inflexión decolonial, tanto lúdica
como crítica.
Cuando hablamos de inflexión decolonial concordamos con las
palabras de Nelson Maldonado, cuando habla de la descolonización y
del giro decolonial:
34
usado de manera más asidua. Dicha forma escritural se acompafta de
artivismo y activismo, planteados como una respuesta directa a las
críticas y resistencias -ya señalas en párrafos anteriores- que tienen
algunos teóric*s tanto latinoamerican*s como estadounidenses a la
importación del término queer sin considerar sus contextos y trayec
torias políticas.
Más allá de estos debates y de la complej idad de la traducción/
translación del término a otras geopolíticas, es fundamental decir que
cuir remite, sobretodo, a aquell*s que logran burlar la unidirecciona
lidad interpretativa, ser ininteligibles a primera vista, aquell*s fuera
de los modelos y marcos simples de la representación hegemónica
occidentalista y binaria. Aquell*s que no juegan el juego del Estado
disciplinario contra el Estado neoliberal, pues saben que ambos son
engranes del mismo sistema heteropatriarcal y sangriento. Aquell*s
que desenmascaran que tanto la conservación como la destrucción de
la corporalidad obedece a un sistema geopolítico que decide el repar
to de la vulnerabilidad entre los cuerpos periféricos.
El movimiento cuir es, pues, un movimiento situado glocalmente,
compuesto de multitudes que se oponen tanto a las instituciones polí
ticas tradicionales (las cuales se presentan como soberanas y univer
salmente representativas) como a las epistemologías sexogenéricas
heterocentradas y de integridad corporal que dominan aún la produc
ción de la política, la economía, la ciencia, el discurso, el género y la
representación de corporalidades estandarizadas.
Por último, cu ir es un movimiento de (auto )crítica y agenciamien
to radical que hace alianzas con los (trans)feminismos y con las diver
sos procesos de minorización dados por etnia/raza, diversidad funcio
nal, migración, edad, clase, etc . , y que reconoce los logros y la
historiografia de otros movimientos de transformación social, como
las multitudes queer del tercer mundo estadounidense, así como los
diversos feminismos: indigenista, ecologista, ciberactivista, etc. En
su ma, cu ir es un proyecto (geo )político y ético, no sólo estético y
pro stético.
Co nclusión
35
actual de desigualdad global, dando continuidad a las luchas descolo
niales y a la perspectiva transfeminista. Mostrando un medio de
articulación entre insurrecciones cotidianas, que proliferan en el pai
saje misceláneo de las ciudades del capitalismo gore (Sayak, 20 1 O), y
temas relacionados con el uso subversivo de: el género, el lenguaje, la
sexualidad, el racismo, la diversidad funcional, la pauperización, la
ecología, etc. Detonando la ortodoxia de lo que puede ser considera
do actualmente como agenciamiento político.
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Fuentes en línea
37
MÉXICO 201 4 : ¿TIENE SENTIDO LO CUIR?
Desde el cuir en vez de queer, hay ya una cierta mirada que preten
demos explorar a lo largo de este texto: la cuirización de lo queer, la
mexicanización de una propuesta nacida en otro tiempo-espacio, para
preguntarnos por qué podría ser válida en nuestro actual contexto.
La mirada queer es esa mirada que se reconoce a sí misma como
anómala, que asume su propia rareza y exige así ser vista, desarticu
lando con ello la carga devaluatoria del insulto. Esto es, no sólo de
manda ser vista, sino ser vista como es y no a través del prejuicio. Al
apropiarse del insulto que descalifica, y llevarlo al extremo de asu
mirlo, lo queer pretende evacuar de su potencial dañino a esa palabra
malintencionada, obcecada; y en esa medida, reivindicar aquellas
prácticas que no son normadas por una heterosexualidad supuesta
mente hegemónica, así como todas las identificaciones que dichas
prácticas conllevan.
El insulto no es sólo una palabra determinada, sino es sobre todo
el deseo de disminuir al otro, de minimizar su humanidad, de despre
ciarlo. Así, la propuesta queer es el intento permanente de trascender
esa palabra ofensiva para desarmar su intención, superar el significan
te para diluir el significado; es, de entrada, una postura política.
Lo queer se transforma en cuir al salir del contexto anglosajón
don de surgió el término y ser retomado por colectivos, como el Espa
ci o Cuir de la Universidad Autónoma de Querétaro, cuyo nacimiento
me tocó atestiguar en 20 1 1 . Si bien recupera lo raro, lo diferente,
39
aquello que no sólo es el intento de no mirar algo como anómalo,
también pretende eliminar el juego de incluir al excluir, 1 mismo con
el que habitualmente enfocamos lo no común. Lo cuir no sólo es asu
mir la propia rareza, sino también poner en crisis esa mirada que mira
raro, desde la que se ha construido ancestralmente lo extraño.
Por tanto, lo cuir se debate entre la normalización absoluta de
todo, o su extrañamiento total. O todo es raro, o todo es normal, ya
que no hay lugar para unos y otros; no hay sitio para incluidos y ex
cluidos. Lo cuir también es la desterritorialización de un espacio
reservado para lo normal y el resto dejado para lo anormal. La cuiri
zación del mundo es el intento de ver el mundo sin parcelas separatis
tas. Aunque en sus inicios no parece haber ido por este sendero, las
tendencias actuales parecieran así sugerirlo; sin embargo, queda
siempre la posibilidad de que el otro no quiera deshacerse de sus fron
teras e insista en mantener separaciones y asimetrías basadas en el gé
nero, la edad, la raza, la religión, la nacionalidad, las prácticas sexua
les, la elección política. Lo cuir se (nos) constituye como el centro de
las utopías, 2 eje que articula aquello que aún no tiene lugar, pero no
por eso es imposible que lo llegue a tener. De hecho, lo cuir reconoce
lo que ya es, aunque no se lo haya culturizado; o aunque las tenden
cias hegemónicas y públicas no lo reconozcan ni le den un sitio. Y si
la utopía es el lugar de la esperanza, de los ideales, de las abundancias
y en esa medida, de aquello que carecemos, se emparenta con Eros,
hijo de Poros y Penia (Platón, 1 993, p. 3 72). No es sino por nuestras
carencias, las cuales anhelamos resarcir de manera abundante, que
hemos creado la noción de Utopía. Proyecto, anhelo y guía, pero tam
bién, cuirizadamente, denuncia de lo que no se tiene.
É ste podría ser un acercamiento para comprender de manera breve
la complejidad de la propuesta cuir. Aquélla en la que lo raro deja de
ser visto como algo diferente, separado, o más aún: deja de ser invisi
bilizado; mirada comprensiva y comprehensiva que lejos de luchar
1 Como nos propone Giorgio Agamben: "La excepción es una especie de la exclusión
[ . . . ] lo excluido no queda por ello absolutamente privado de conexión con la norma; por
el contrario, se mantiene en relación con ella en la forma de suspensión. La norma se apli
ca a la excepción desaplicándose, retirándose de ella" (Agamben, 2006, p. 30).
2 De los morfemas griegos ou no, topos lugar, este término, acuí'lado por Tomás
= =
Moro (Del mejor de los lugares posibles y de la isla de Utopía), nos remite al no lugar; no
al lugar imposible, sino a aquel que aún no tiene sitio.
40
contra lo que la niega, se afirma en sí misma, autónoma, ej erciendo su
derecho a ser. Lo cuir no pide ser reconocido como tal, ni es algo que
se posea; es, como el poder para Foucault, un ej ercicio en el que se
unen el poder, el saber y el querer en un solo hacer. Como sugiere este
diagrama basado en los tres registros de Lacan, enlazados como nudo
borromeo, cuya existencia depende del entrelazamiento de una misma
continuidad; es decir, es una sola realidad, adosada de diversa forma:
41
Diagrama l .
4 Los cuatro escenarios se reunieron en uno solo llamado sida, sobre todo en los pri
42
escenarios donde lo real irrumpe con toda su fuerza dejándonos sin
palabras, sin imágenes, sin sueño (aunque con muchísimos sueños).
De hecho, podríamos decir que el mundo onírico es aquél donde el in
consciente hace labor (y justo eso es lo inconsciente) al poner en imá
genes aquello que es inimaginable. Luego narraremos esos sueños
tratando de dar significante a lo que es insignificante;5 y todo ello,
para dar cuenta de lo real.
En cuanto a lo imaginario, podemos decir que ya hay un lenguaje,
aunque no haya significantes; es decir, al haber un imaginario ya hay
ese cúmulo de huellas dejadas por el otro mediante nuestros sentidos,
y adquiridas por nuestro propio cuerpo al desplazarse por el mundo,
mediante las cuales aprendemos y reforzamos durante la vida nuestra
individuación respecto del mundo y del otro. Con mayor razón cuan
do pensamos desde el aporte lacaniano del estadio del espejo, donde
es el otro quien al decir mi nombre me regresa en mí (más allá de re
gresarme a mí), para evitar quedar abducido en el espejo en la con
templación de la propia imagen; es el otro quien nos evita ser imagen
para regresamos hacia nosotros, y facilitar así que las imágenes que
den como lo que son: imágenes, identificaciones, mas no identidad.
Pero las imágenes no sólo son visuales, sino, por ejemplo, también
auditivas. De ahí que se plantee la idea de imágenes semiológicas,
aquellas cargadas de significado.
En lo tocante a lo simbólico, podemos decir que el sujeto se inau
gura como tal a partir de su inscripción en este complejo orden de sig
nificación. Y esto gracias al efecto de la función padre sobre él: al
nombrarlo, poner un límite al deseo de la madre y permitir el surgi
miento de un habitáculo para ser perfilado por la ley y morado por un
deseo que pase por 'propio ' . Acceder al lenguaje, gracias al Gran
Otro, al nombre del padre, produce una suerte de ensamblaje entre la
imagen corporal y poder decir de ella: Y O, como autoafirmación y re
conocimiento no sólo de la propia existencia, sino de la singularidad
una consejería pertinente, en la que no quedaba más que acompañar al usuario(a) en ese
trance de confrontación con lo real. Lo mismo sucede en los actuales escenarios de desapa
ric ión de familiares y de muertes cargadas de violencia bizarra. De golpe, confrontan con
lo real. Si este enfrentamiento es de suyo violento, cuantimás en los casos mencionados.
5 Por eso hablamos de la insalvable diferencia entre el sueño soñado y el sueño narra
do. Por más esfuerzo que se haga, no hay forma de hacer la transición de un registro a otro;
hay ahí un ejemplo de lo imposible que subyace a toda traducción.
43
que nos diferencia del mundo y de otros. Así, el sujeto puede nombrar
' su' deseo mediante el entramado de símbolos que le ofrece el lenguaje
cultura; bienaventurado aquél cuyo deseo coincida con su nombre, por
que vivirá con la ilusión de que todo está en su lugar, de que lo imposible
es posible : será " feliz". No así quien esté en un caso diverso, por
que estará colocado en un lugar que vivirá como "equivocado" y su
tarea será hacer posible lo imposible; por ejemplo, en el caso de las
identificaciones trans. 6 Vivirá la felicidad (por poner un significante
de bienestar, placer, etc., pero podría ser cualquier sinónimo) no como
algo dado, sino como algo por construir, y en esa medida, se construi
rá a sí mismo. Habrá que luchar para tener un sitio en el mundo, y
abrir un espacio para eso que el nombre nombra.
Una vez inscritos en él, el registro de lo simbólico será el gran tra
ductor de sensaciones, imágenes y recuerdos, en signos reconocibles
por otros. Es el registro en el que nos perpetuamos y percatamos de
una verdad tiempo atrás construida: yo es otros. Lo simbólico da una
coherencia cultural a todo lo proveniente de lo imaginario y lo real; a
fin de lograr ese hecho insólito de la comunicación entre singularida
des separadas, logra en cierto grado una reunificación, un alma colec
tiva, una grupalidad, una noción de especie, de comunidad y de ser
parte de un universo. Nos facilita que nos reconozcamos como singu
laridades, pero articuladas en algo que nos rebasa. Produce, en sínte
sis, que cada quien se entienda como parte y no como el Todo.
Por otro lado, tenemos los elementos que aparecen en cada super
posición. Mientras el traslape entre lo simbólico y lo real genera un
saber sobre lo que se percibe como existente (en la medida en que se
lo nombra, se lo construye), y lo imaginario genera un querer sobre el
cúmulo de imágenes que despierta lo real, en tanto que lo simbólico
transforma en poder ese querer de las imágenes, la conjunción de los
tres registros lacanianos se da en esa inexplicable dimensión del ha
cer, que siempre va mucho más allá de lo que se hace. Pero es que ahí
radica la sorprendente potencia de esta mirada cuir, en su esfuerzo por
ha-ser. É ste es un neologismo con el que hago referencia al traslape
entre hacer y ser, en el que se es porque se hace y se puede hacer por
que se es. Como las Manos de Escher, que al dibuj arse mutuamente
se dan existencia.
44
Figura 2. Manos de Escher
45
del imaginario colectivo para recibir el cúmulo de imágenes sin sen
tido, indecodificables, irreconocibles en una determinada singulari
dad y lectura, incomprensibles, pero que ahí están. Y más aún: son
imágenes del otro, ese otro negado, silenciado, invisibilizado. Al abrir
la puerta para la entrada de las imágenes, entran también sus sonidos
y olores y todas las formas en que su presencia se manifiesta. Y como
la mirada todo lo inaugura, la recepción del otro mediante imágenes
es la prefiguración de su recepción total: el otro con todo el peso de su
ser; y más aún, con el peso que mutuamente nos agregamos al recono
cernos. Lo cuir, en última instancia, es encuentro con sabor a reen
cuentro, amabilización7 de lo ominoso, fin de los terrores y fantasmas
endilgados a la otredad, una supuesta otredad que jamás es otro, sino
la mera proyección de los propios temores. Es la aceptación de que el
encuentro con lo real carece de significación alguna, de sentido algu
no, de imaginería alguna, y sin embargo, es. Así, lo cuir es el camino
de regreso a un sí mismo previo al nombre, Odiseo que luego de via
jar por su propia lliada descubre que nunca se movió de sí, sino para
conocerse; descubre que fue y es muchos y muchas para al fin reen
contrarse en la unicidad de lo raro: todo es raro, por tanto, único, por
tanto, inapreciable, sin par.
Entonces, el vínculo de lo cuir con lo real está dado justamente
por la incidencia/disidencia con que lo cuir provoca mediante el ex
trañamiento de la dimensión de la sexualidad, para empezar, y para
continuar, con el resto de dimensiones que nos constituyen; es conta
minante. Lo cuir es la anulación de la palabra "mujer" y de la palabra
"hombre" a fin de anular el sistema de significación "mujer-hombre"
(Wittig, 2006) y sus efectos, mediante la táctica de llamar "hombre" a
cosas que habitualmente no reciben esta denominación, y lo mismo
con la palabra "mujer"; la estrategia es romper el significado de algo al
llevar su significado al extremo, al cargar ese significante de tal cúmu
lo de significados que no le quede más que reventar.8 Igual que cuan
do éramos infantes repetíamos sin parar una palabra, hasta sentir so
nidos sin significado. De ahí lo importante del traslape cuir con lo
trans: una y otra vez ser otro, hasta no ser ni uno ni otro.
46
El vínculo con lo imaginario está dado por la defragmentación/re
composición de imágenes para hacerlas irreconocibles por el sistema
de significación hombre-mujer, pero también juega en muchos otros
espacios en la medida en que la cuirización flota por diversos ámbi
tos. Así, los antes llamados "minusválidos" son transformados para
transmutar la noción de "pleni-válidos",9 las trabajadoras sexuales se
toman espejo de las madres amas de casa, el pederasta en retrato in
vertido del sacerdote, etc. Un cúmulo de imágenes trastocadas que
de-enuncian 'ºy profanan" sacrosantas imágenes de museo para vivifi
carlas en un mundo contemporáneo que las resignifica. Se trata de en
tender, en el estadio del espejo, que al transformarme transmuto la
imagen de mí (frente a mí y frente a otros). Cuirizar es transformar de
manera múltiple; acaso en lo imaginario actúe con mayor amplitud
los efectos de lo simbólico sobre nuestro vínculo con lo real.
Y en cuanto a su relación con lo simbólico, el vínculo cuir está
dado por la transformación del significado para transmutar el signifi
cante: lo que ofendía, ahora es motivo de orgullo. Como sabemos, el
movimiento queer inicia justo en la reivindicación de prácticas e
identificaciones fuera de la heteronormatividad. Epps (2008) nos ha
bla sobre el poder de la palabra queer en inglés (raro, marica), como
insulto. Etimológicamente, la palabra insulto nos remite a "saltar con
agresión contra algo". De entrada implica ya una pérdida de distancia,
de respeto, de tolerancia [justo la etimología original de aggredi, sig
nifica "ir hacia, acercarse a" (Segura Munguía, 2003); en otra fuente,
Corominas ( 1 99 1 ) agrega "dirigirse a alguien", "atacarle"]; nos remi
te a la impaciencia e irritabilidad para soportar la existencia de algo.
En muchos casos, cuando algo de la vida nos enoja se debe a nuestra
falta de comprensión de ese algo. Repito, en muchos casos, no en to
dos. Si nos ubicamos en esos momentos en que nos tomamos intole
rantes frente a algo que merece seguir existiendo al no dañar a nadie,
9 Aquellos que nos pensamos sin discapacidades, al identificarnos con las nociones de
cue rpos sin fallas.
1 0 Neologismo que uso para dar cuenta de cómo algo pierde una denominación (re
n unc ia) para adquirir otra (re-enuncia) y en esa medida llama la atención sobre las asime
trí as que, como efectos de realidad, produce el lenguaje (denuncia).
11
La reflexión que hace Agamben sobre la etimología de profanar nos remite a "sacar
fue ra del templo", para devolver esa cosa a su ordinaria circulación en el mundo humano;
antónimo de sacralizar (Agamben, 2006, pp. 95. 104) .
47
frente a algo que permite la aparición de un hacer producido por un
querer, un saber y un poder, y nos volvemos contra de eso, lo más pro
bable es que no estamos alcanzando a comprender el para qué de ese
hecho. Así, nuestra respuesta es querer desaparecer ese hecho de in
mediato: de ahí el insulto, ese saltar para agredir algo o alguien. Pero
si reflexionamos un poco, al insultar castramos nuestro propio creci
miento, al eliminar la posibilidad de conocer lo diferente, por tanto,
de expandir nuestras fronteras. Entonces lo queer surge primeramente
como una autoafirmación contra ese insulto: es la integración de la
palabra ofensiva (queer) para transformarla en identidad reconocible,
existente, visible, vital y política. ¡ Soy queer y qué ! Pero para el in
sultante también es una forma de poner límite a su propia intoleran
cia-incomprensión-ignorancia una vez que entendemos que insulta
mos y agredimos por miedo a salir de nuestro estereotipo, por temor a
aceptar que el mundo no es como pensamos (y como nos obligaron a
heredarlo), sino como es. É se es el efecto cu ir.
La normalización (Foucault, 2002, pp. 37-38 y 49-59) de cual
quier hacer, por tanto, su extracción de lo raro, su profanación (¿o sa
cralización?), está dada por la norma y las condiciones de veridicción
que dan barniz de verdad a lo que bajo ellas se enuncie. Tan así, que
las atrocidades de la Inquisición, por ejemplo, pasaron por normales,
asumidas por un colectivo, legitimadas por una cúpula, normatizadas 1 2
por un discurso cuya veridicción dejaba traslucir las asimetrías de
quien ejercía el poder y sobre quienes era ejercido. Rara vez el saber,
poder y querer de quienes ostentan el control social coincide con el
hacer de la mayoría. Lo que unos saben, quieren y pueden dista mu
cho de lo que está al alcance de otros. Y es desde esas fuentes que ha
emanado históricamente la atribución de algo como normal o como
raro.
Por eso, la existencia de lo raro no es ni novedosa ni ajena a la his
toria humana. Fuimos estableciendo criterios, miradas, concepciones
de mundo desde las que reconocemos algo como normal y el resto
como enrarecido; igual hicimos con las muchas máscaras con que cu-
12 Podemos afirmar que normatizar es el efecto que produce la norma al ser aplicada
a un discurso: al normarlo produce una transformación. Desde la mirada cuir, esa transfor
mación es justo el efecto contrario al que tenía el discurso originario. Es decir, cuirizada
mente (irreverentemente) una prohibición produce la exacerbación de ese contenido pro
hibido.
48
bri mos aquello considerado como fuera de lo normal, fuera de la nor
ma y de la normatización. En esas asimetrías se expresan las diferen
cias sociales. Los raros cuerpos obesos, con estrías, con dientes
faltantes, llenos de enfermedades y parásitos, no hacen sino hablamos
de su falta de inserción en las "oportunidades sociales" tales como la
medicina, el cuidado del cuerpo, la nutrición, los hábitos sanos, toda
la cultura del autocuidado a la que tendencialmente se ingresa por ca
p acidad económica y por acceso a esa información: ambos marcado
res de clase. Si bien lo raro atraviesa la sociedad entera, hay de rare
zas a rarezas, de tolerancias a tolerancias . Así, los márgenes de
integración varían de acuerdo con los contextos socioculturales; so
bre todo cuando de expresión de las sexualidades se trata. Lo queer
atraviesa todo hacer humano, pues todo hacer puede ser visto en un
momento dado como algo raro, pero es en la expresión de la sexuali
dad donde aparece con toda su intensidad y en donde se ha expresado
desde hace unas cuantas décadas.
Sin embargo, las potencialidades transformadoras de lo queer
no quedaron ahí; y aunque en su país de origen, Estados Unidos, ya no
tiene la vigencia y poder de sus inicios, en el mundo los ecos de esta
propuesta siguen produciendo ideas, cuerpos, subjetividades, liberta
des, irreverencias, nuevos performances y coreografias que desafian
no sólo la heterodictadura, sino al capitalismo mismo (Sayak, 20 1 0).
Lo cuir es la anulación de los estereotipos en la medida en que re
chaza todo tipo de etiquetas; y para construirse como paradoja, al
mismo tiempo es la etiqueta de rechazar toda etiqueta. Pero incluso
con la posibilidad de rechazar ese rechazo sistemático y, en esa medi
da, quedarse incluso sin la etiqueta de ser rechaza-etiquetas. ¿Qué
forma de pensamiento es ésta, donde todo es posible? Podemos afir
mar entonces que lo cuir es emblema del fin de las diásporas identita
rias en la medida en que presupone la apertura para dejar fluir el cú
mulo de imágenes al infinito, más allá de rebasar los límites del
sistema de significación "mujer-varón"; a la vez, es la diáspora per
m anente, por eso también las anula.
Sin ser una propuesta nihilista, porque lo cu ir no es la negación de
lo s sentidos atribuidos a la existencia, sí comparte con esta corriente
filosófica la anaideia (carencia de reverencia). Y mediante esa irreve
renc ia hace visible aquello que pasaba desapercibido. Por tanto, lo
cu ir abole la museificación en la medida en que cancela esa inamovi-
49
lidad, ese anquilosamiento, al ser una propuesta de movimiento muy
dinámico.
Si consideramos ese proceder de la cultura que otorga a las cosas
su significación de manera resumida (pues es imposible nombrarlo
todo), siempre dejará de lado muchas cosas, siempre dejará fuera de
la visión muchos haceres y sus practicantes. Por tanto, la cultura
siempre es fallida, y ése es el espacio, intersticio, de lo cuir.
Un ejemplo para especificar la idea de cómo la cultura procede de
manera resumida aplicando nombres sintéticos, son los cotidianos in
formes sobre el comportamiento meteorológico en los noticieros. Se
nos dice que el día de hoy lloverá en tal y tal estado, y nos muestran
un mapa donde dichos estados aparecen coloreados de manera distin
ta al resto; esto nos da la imagen-idea de que los estados no nombra
dos se mantendrán sin lluvia . . . como si así se comportaran los fenó
menos meteorológicos, respetando las delimitaciones geopolíticas.
Es un efecto del lenguaje, ya que sería imposible saber con exactitud
qué sucederá; y si eso fuera viable de todas formas nos resultaría im
posible pasar a la palabra todos esos sitios donde caería la lluvia; y
aun así, si eso también fuera posible, no hay que dejar de lado que son
meras predicciones y por más precisas que sean, la realidad siempre
está llena de infinitas posibilidades de cambio. Es el azar y la incerti
dumbre, y no el control y la certeza, lo que parece permear la existen
cia. Así, se nos da un resumen, una síntesis, que evoca mediante la pa
labra una realidad, a fin de que la imaginemos y tomemos las medidas
pertinentes. La palabra esboza un mundo posible; nuestra escucha
neurotizada nos obliga a buscar a ultranza ese mundo; y la presencia
cuir nos puede permitir que, lejos de buscar ese mundo, podamos re
crear el que ya existe, recordar la incertidumbre y el azar y aprender a
nadar en el medio de estas corrientes donde el único asidero es la li
bertad.
Pero este desfasaje entre la palabra y lo que es sucede en cualquier
otro quehacer humano. Sin embargo, en lo cuir el resorte fundamental
es llamar la atención sobre ese desfase, al patear las espinillas del len
guaje recordándole sistemáticamente su fallo, su imposibilidad de
nombrarlo y visibilizarlo todo, jalando la mirada hacia aquello que no
ha nombrado, hacia aquello que al no darle palabra nos lo hace inac
cesible . . . o por lo menos para quienes cuyo pensamiento carece de
irreverencia. Y justo por eso tod*s somos cuir, en la medida en que te-
50
nemos prácticas, emociones, pensamientos, etc., que no caben dentro
del espacio iluminado por el lenguaje, por la cultura. Y que cada tanto
reconocemos y nos azoramos al descubrirnos diferentes a como nos
nombramos, al encontrar que también hacemos y somos tal o cual. Lo
cuir nos lleva a romper nuestros propios estereotipos en la medida en
que cuirizamos la relación con nosotr*s mism*s: mirarse como raros,
mirarse con rareza, y en esa medida reinventarse. Subjetivación-des
ubjetivación-resubjetivación. No hay posibilidad de entumecimiento,
de hábito o de anquilosamiento si de manera permanente reconoce
mos ese dejo de extrañeza que nos causa lo cotidiano y lo conocido;
lejos de instalarnos en la postura de "más de lo mismo" que nos cons
truye y mantiene en el lugar del goce 1 3, y en esa medida, como sujetos
del consumo hartos de todo pero empecinados en seguir consumien
do, lo cuir nos descoloca de eso. Y nos recoloca sistemáticamente en
la novedad de cada momento, en la unicidad de cada encuentro . . . en la
fugacidad de la vida, y en la importancia de tu presencia y la mía, aquí
y ahora, en nosotros, que somos Todo.
Bibliografía
En lo cuir la experiencia del goce pareciera no atar hacia el pasado, sino justo impulsar ha
cia el presente y futuro, en la medida en que propone un sujeto abyecto; y abyecto es el
que se abstiene de jugar sin sentido una cultura carente de sentido. Una vuelta más de tuer
ca: lo cuir podria ser el goce de lo por venir, si somos coherentes con la cadena de desar
ti cu lación de sentidos que significa lo cuir.
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METODOLOGÍA QUEER EN EL ESTUDIO
ANTROPOLÓGICO DE LA SEXUALIDAD
Introducción
53
vos sujetos sociales y problemas de investigación inéditos para la an
tropología en el país. Ante esas novedades, el papel del investigador y
los métodos y técnicas de obtención de información también han re
querido ser repensados, más aún cuando dicha labor implica la pre
sencia continua y por largas temporadas del investigador en campo.
Asimismo, ello ha llevado a que se cuestione aspectos como el interés
del antropólogo en estos temas, la manera en que realiza la investiga
ción y el tipo de interacciones personales que tiene al realizar obser
vación participante.
El presente artículo tiene la intención de explorar el trabajo de in
vestigación desde una perspectiva teórico-metodológica queer, pues
considero que la presencia de un número creciente de investigadores que
realizan su actividad dentro de sus propias comunidades sexuales o
genéricas requiere una discusión sobre los fundamentos metodológi
cos de nuestra disciplina y sobre la ética del investigador, aspecto que
desde mi punto de vista ha sido postergado.
¿Por qué referirme a ello desde una perspectiva queer? Me parece
que los problemas de investigación en tomo al estudio de la sexualidad
conllevan el análisis de aspectos subjetivos que ponen en cuestión di
mensiones culturales como las de género y sexualidad. En ese sentido,
resulta importante que se parta de una visión no normativa de esos as
pectos, y por tanto, que los sujetos puedan definir su forma particular
de presentarse ante el otro, y lo mismo me refiero al investigador que
incursiona en campo, que a los sujetos con los que interactúa en el con
texto de la investigación, sea que compartan o no dichos elementos.
El planteamiento lo hago considerando que los contextos acadé
micos institucionalizados en ciencias sociales suelen desdeñar las in
vestigaciones acerca de la sexualidad y la afectividad, considerando
que no forman parte de su objeto de estudio o, en el mejor de los ca
sos, que se trata de temas menores, y por tanto, no tomando en cuenta
que nos estamos refiriendo a productos socioculturales que se hayan
inscritos en contextos históricos determinados. No resulta dificil ob
servar que la apreciación que se hace sobre estudios que involucran la
sexualidad, la afectividad, la subjetividad no es valorada de la misma
manera que lo sería uno sobre ritualidad, conocimiento campesino o
cosmovisión, por ejemplo. Es en este contexto que he venido reflexio
nando sobre las diversas aristas que tiene la cuestión, sin que lo con
sidere agotado y más bien hago la invitación a la reflexión metodoló-
54
gica que considere los retos que plantea a diversas disciplinas el
estudio de la sexualidad.
Asimismo, considero importante evidenciar que el trabajo de in
ve stigación en sexualidad suele observarse con suspicacia, cuestio
nando los motivos del investigador para enfocar en ese tema su inte
rés, para en seguida señalar una serie de condiciones que debiera
se guir para mantener la distancia canónica con el objeto de estudio y
no perder la "objetividad" en su investigación, aspecto sobre el que
incursionaré a continuación.
Por último, quisiera señalar que los planteamientos que hago par
ten de la premisa de que el investigador debe abordar su trabajo a partir
de una serie de consideraciones teóricas y que al mismo tiempo debe
desarrollar una reflexión metodológica acerca de su papel en dicho
p roceso y la incidencia que tiene su actuación en campo, a partir de
las relaciones que establece en los diversos momentos de la investiga
ción, lo cual, desde mi punto de vista, permite mantener el rigor me
todológico a lo largo del proceso.
55
En este contexto, Browne y Nash realizan el siguiente cuestiona
miento:
56
el saber objetivo a comunidades concretas que tienen recursos epis
témicos para aceptar y rechazar creencias. Este aspecto me parece
importante, pues se hace cada vez más claro que la amplitud de temas
que trabajan las ciencias sociales y la enorme especialización que se
ha ido dando de ellos requieren discusiones en las que se hallen pre
sentes los aspectos teórico-metodológicos, pero sin hacer a un lado
los aspectos empíricos; es decir, me parece que la discusión debe con
siderar la especificidad de los problemas de investigación y con ella la
necesidad de proponer modelos de indagación pertinentes a ellas.
Asimismo, dentro de estas consideraciones, los llamados valores no
epistémicos rambién son relevantes en la medida en que determinan
en muchas ocasiones el alcance y profundidad de las propias investi
gaciones.
De acuerdo con González, el problema epistemológico de la vali
dez de los resultados de una investigación envuelve necesariamente
una reflexión en tomo a la presencia y al papel de intereses y valores
no epistémicos en la investigación. Comparto en este sentido con él la
idea de que suelen existir valores no epistémicos dentro de la indaga
ción antropológica y que éstos se hacen presentes aún a pesar de la in
tensión del propio investigador. Para él es preciso, al analizar la obje
tividad de la antropología, centrarse en el papel que desempeñen esos
valores no epistémicos en la constitución de la otredad cultural como
objeto de conocimiento.
Así, señala González:
57
Cuando hablamos de conocimiento científico hay que reconocer
igualmente que éste deriva de una serie de prácticas indagatorias, al
gunas claramente definidas y reconocidas y otras que no cuentan con
ese reconocimiento, pero que eventualmente pueden tener valor en
los procesos indagatorios a pesar de ser poco convencionales.
Uno de los puntos de partida del trabajo etnográfico es que se sue
le hacer en un contexto sociocultural ajeno al investigador, lo que ne
cesariamente conlleva que exista una cierta distancia con los sujetos
de la investigación. De ahí que uno de los puntos en los que se ponga
atención es la manera en que el investigador se relaciona en campo.
Por ejemplo, Hammersley y Atkinson ( 1 994) se refieren a la impor
tancia de mantenerse dentro y fuera simultáneamente de la colectivi
dad con la que se trabaja, con el fin de no ser totalmente ajeno ni total
mente parte del grupo. Por su parte, Rossana Guber afirma: "El
investigador social moderno actúa como un individuo que, indepen
dientemente de su sexo, raza o ideología política, acomete la búsque
da desinteresada e impersonal del conocimiento" (Guber, 20 1 1 , p.
1 1 5). En este sentido, uno de los puntos que me interesa poner a dis
cusión es la búsqueda desinteresada e impersonal y con ello plantear
la posibilidad de un mayor involucramiento del investigador, asu
miendo el proceso en términos personales.
Camilo Braz, autor de un interesante trabajo sobre clubes de sexo
en Brasil, hace el siguiente señalamiento en torno a los cuestiona
mientos sobre su propia práctica antropológica:
58
meu "real" interesse pelo campo e meu "verdadeiro" comportamento
nele (Braz Albuquerque, 20 1 O, p. 1 27).
59
pectos, relativos al conocimiento que se puede obtener en campo so
bre la forma en que se expresan los suj etos sociales, y el tipo de inte
racciones que se pueden observar a partir de los más variados
performances que se presentan en las interacciones cotidianas.
Desde mi punto de vista, el trabajo de investigación en sexualidad
o en cualquier otra temática suele tener como punto de partida no sólo
un interés académico, sino también una motivación personal por par
te de quien la propone. La cuestión, me parece, es si el hecho mismo
de que el investigador tenga un interés personal por determinado tema
invalida los resultados de la investigación, o si podríamos considerar
que ese interés personal permite en un momento determinado encon
trar aspectos relevantes en la medida en que el investigador asume la
importancia de profundizar en determinados puntos que le son perso
nalmente significativos; o finalmente, si tendríamos que analizar caso
por caso para valorar las condiciones en las que se presentan dichas
circunstancias en cada uno. Todos estos aspectos requieren de un tra
bajo permanente de reflexión del investigador que le permita considerar
precisamente todos esos aspectos que tienen repercusiones epistemo
lógicas, metodológicas y éticas inclusive.
Por supuesto, lo que estoy planteando no es una novedad o algo
que esté descubriendo ahora. Sólo por mencionar alguno, podría pen
sar en la propuesta de Mari Luz Esteban sobre la Antropología del
cuerpo (Esteban, 2004), quien incluso propone el desarrollo de lo que
llama la autoetnografia. Ella toma como ejemplo su propia experien
cia de salud para proponer el desarrollo de investigación en un campo
en el que el antropólogo es un conocedor privilegiado del fenómeno a
indagar.
En este sentido, me parece que esto nos plantea un reto no sólo
metodológico sino también epistemológico: ¿es posible desarrollar
algún tipo de conocimiento en contextos en los que nos hayamos in
volucrados personalmente? ¿Puede un investigador generar conoci
miento de su propia actividad y de su propia subjetividad cuando in
teractúa con sus pares aun en situaciones de relacionamiento sexo
afectivo, por ejemplo?
Por supuesto que me hice esa pregunta muchas veces. En el libro
Hablo por mi diferencia planteaba al respecto:
60
De hecho, cuando acudía a los bares, discos, marchas, no sólo iba como
antropólogo, finalmente iba como suj eto gay que deseaba divertirse,
convivir con mis amigos, y quizá con mi pareja. Pero al mismo tiempo
no podía dejar de observar, de escuchar, de registrar lo que a través de
mis sentidos podía ir captando, y que eventualmente podía ayudarme a
comprender algunos aspectos de mi investigación. ¿Esta actividad puede
considerarse poco ética en el trabajo de investigación? A mí me parece
que no (List Reyes, 2009, p. 1 9).
61
ged si te of anthropological knowledge, in an effort to reconfigure it as
one element in a multistranded methodology, not unlike what Donna Ha
raway has called "situated knowledge" ( 1 988, p. 37) Still, sorne fields
are thought to be better sites than others for the purpose of situating one
self (Jackman, 20 1 O, p. 1 1 7).
62
de premisas en las relaciones que se establecen en términos profesio
nales.
Considero que los planteamientos que he hecho en este texto per
miten acometer de una forma poco convencional el trabajo de campo,
pero que ello no puede hacerse partiendo de una posición ingenua,
por el contrario, considero que los planteamientos que he realizado en
este trabajo plantean la necesidad de llevar a cabo una permanente re
flexión y cuestionamiento de las prácticas indagatorias.
Quisiera concluir este breve artículo señalando que en los años
que llevo haciendo investigación antropológica en torno al tema de la
sexualidad, formando antropólogos y dirigiendo trabajos de investi
gación sobre el mismo campo temático, he podido observar que el
tema de la implicación del investigador sigue sie'ldo sensible, y por
tanto, no es un aspecto que en este campo disciplinario se halle re
suelto, por el contrario, me parece que el planteamiento de nuevos
p roblemas de investigación obliga a que repensemos aquellos aspec
tos que hemos considerado fundamentales, y eventualmente nos plan
teemos formas novedosas de hacer investigación de campo.
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64
¿CÓMO PENSAR EL SEXO?
(FOUCAULT, BERSANI Y EL PSICOANÁLISIS)
Susana Bercovich
65
La historia es ta1.t1bién la histori de la construcción de las verda
des y de los conceptos. Si perdemos el hilo histórico, estamos perdidos.
Con las ciencias modernas surge el furor por la clasificación y la ob
servación: el animal es encerrado para ser estudiado, así las plantas, así
los hombres. Nace el hospital psiquiátrico. La sexualidad y, más espe
cíficamente, los gustos sexuales, se tomaron en un referente esencial,
privilegiado para clasificar salud-enfermedad. El sexo es separado del
resto de la vida para transformarse en un parámetro independiente, un
instrumento de medición. La inclinación sexual se aísla como un refe
rente a partir del cual se miden la norma y sus desvíos.
Así lo expresó David Halperin, militante queer, helf'�ista y fou
caultiano, en su visita a México en 2004: "¿Por qué no aceptar que
cada quien tiene una r�lación única y singular con el sexo y con los
cuerpos? ¿Por qué clasificar los sujetos según sus gustos sexuales, y
no, por ejemplo, según sus gustos alimentarios?"
Estos interrogantes van acordes con algunas preguntas que se formu
la hoy el psicoanálisis respecto de la pertinencia de la psicopatología,
del complejo de Edipo, y de ciertos conceptos psicoanalíticos que han
sido tomados como verdades eternas y que hoy, a la luz de Foucault y
de la teoría queer, requieren ser cuestionados.
Entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX, junto al marxismo,
nace el feminismo. Feminismo, marxismo y psicoanálisis parecen
surgir como tres modos de contestar el orden establecido ¿Por qué no
pudieron reunirse?
En la década de 1 950, el psicoanálisis se alejó de Freud y giró ha
cia su vertiente más normativa: la adaptativa psicología del yo. Al
transformarse en una práctica de la adaptación, el psicoanálisis aban
dona el psicoanálisis. Es desde hace unos diez años que, mediante la
eco/e lacanienne de psychanalyse, el psicoanálisis ha comenzado a
recibir las críticas formuladas por Foucault, como así también a pu
blicar los estudios queer.
En uno de sus últimos textos, "La hermenéutica del sujeto", Fou
cault reúne el marxismo y el psicoanálisis como las únicas prácticas
que se ocupan de la subjetividad, pero también les reprocha que no to
men de allí su fuente.
Michel Foucault dejó escuela en Estados Unidos. Nueva York y
San Francisco acogen su enseñanza. En sus últimos años, la inquietud
de Foucault giraba en tomo a la necesidad de inventar nuevos modos
66
re lacionales, nuevas formas sociales fuera del orden de las jerarquías
y fuera de las coordenadas dominio-sometimiento. Se trataba para él
de inventar los nuevos modos de estar juntos y de estar en el mundo.
La última gran revolución cultural de los sesenta del siglo xx fue
una verdadera subversión de valores, hábitos, roles, poderes. Los pro
tagonistas, como siempre, los jóvenes. Por aquellos años los discur
sos ideológicos fueron desplazados por las luchas de liberación se
xual, el feminismo y el movimiento gay y lésbico. La vanguardia
política ya no era el marxismo tradicional sino los movimientos de
género. Surge en Estados Unidos una corriente contestataria al régi
men normativo heterosexista.
Como no podría ser de otro modo, el contexto en el que surgen los
Gay and Lesbian Studies y la teoría queer marcan su pensar y su ha
cer. Se trata de movimientos que retoman el pensamiento político y
las inquietudes de los últimos años de Foucault.
La búsqueda de formas existenciales de resistencia política, la ne
cesidad de inventar modos alternativos de estar juntos y de estar en el
mundo, imprimen a estos movimientos un carácter de militancia po
lítica.
El movimiento queer surge en los años sesenta como respuesta y
crítica al marxismo tradicional. "Los jóvenes no llevaban a Marx bajo
el brazo, sino Historia de la sexualidad de Foucault" (Halperin, s. a.,
pp. 3 1 y 32) . 1 La palabra queer, utilizada en principio como un insul
to para nominar los márgenes del sistema: prostitutas, ilegales, gays,
lesbianas, drogadictos, transexuales; es retomada como una bandera.
Hacer del insulto una bandera es ya un modo de resistencia política,
foucaultiana, ante el poder de los sistemas dominantes. Recuperar los
significantes insultantes a nuestro favor es, como la parodia, modos de
contestar al sistema sin que la resistencia sea por él reabsorbida.
El movimiento queer abarca todo aquello que cuestiona cualquier
idea de normalidad. Por lo mismo, no es un movimiento unificado ni
de fácil definición. Su indefinición va acorde con su militancia:
" Puesto que la identificación y la clasificación son modos, por parte
de los sistemas de poder, de ejercer el control y la disciplina; volverse
inencontrable, inclasificable, e inidentificable es una resistencia acti
va a ese control y a esa disciplina" (Bersani, 1 998, pp. 1 2- 1 4).
67
La parodia es una herramienta poderosa para desmontar los mode
los identitarios impuestos. El travesti, el macho gay, la drag queen,
constituyen una burla a la heterosexualidad, una parodia destinada a
trastocar y cuestionar teatralmente los roles genéricos. La parodia di
suelve la idea de una identidad sexual y los queer proponen modos
existenciales que desarticulan los roles identitarios impuestos desde
el discurso médico-psico-moral.
La gay parade recorre el mundo denunciando los modelos de
"normalidad" y de "desvío" como producciones ficticias que respon
den a la opaca conjunción saber-poder. Este tipo de parodias desesta
bilizan las categorías heterosexistas en las que hemos sido formados.
El travesti, por ejemplo, muestra que no hay identidad sexual, la iden
tidad es un disfraz y se produce por imitación. Su modo de existencia
denuncia a la vez la hipocresía social que obliga a las personas a asu
mir roles fijos como en el teatro: la "buena madre", el "buen hijo", la
"buena esposa". La parodia: plumas y lentejuelas, trasvestismos y fe
tichismos, cueros y cadenas desordenan las identidades y des-hetero
sexualizan el sexo.
Si bien el movimiento queer como tal se ha ido transformando, y tal
vez disminuyendo en su quehacer y en su sentido originario, existen
pensadores que retoman el pensamiento de Foucault y lo prolongan.
Por ejemplo, Leo Bersani, quien vino a México en el año 2000 in
vitado por el Programa Universitario de Estudios sobre Género
(UNAM), si bien él no es psicoanalista, su lectura de Freud y su pensa
miento han influido notoriamente en mi quehacer en el consultorio,
en mi pensamiento, y entonces, en mi vida. Foucaultiano, amigo de
Foucault en San Francisco, Leo Bersani lo continúa y va más allá.
Los medios masivos y el cine de Hollywood tienen el poder de
manufacturar subjetividades, producir identidades, formatear nues
tros gustos sexuales, estéticos, y también nuestras inclinaciones polí
ticas.
A la vez, para Bersani, la literatura, la pintura, el cine y también
"el cuerpo freudiano" (Bersani, 1 986) pueden brindar modelos rela
cionales novedosos, distintos de aquellos en los que hemos sido for
mados. Diferentes, por ejemplo, a los modelos de apropiación, domi
nio y sumisión.
¿De qué modo las artes ofrecerían modelos relacionales alternati
vos?
68
He aquí algunos trazos de su recorrido:
Con Pompas.fúnebres, de Genet, Bersani muestra que no hay lazo
fijo a ningún objeto. Genet rehúsa participar de cualquier forma de
sociabilidad, llegando a considerar, por ejemplo, la traición como un
valor moral. Bersani dirá que Genet muestra un "empuje antirrelacio
nal" que sugiere un rechazo a todo dispositivo social como condición
para inventar nuevas formas de relación fuera de las hipócritas formas
sociales en las que hemos sido fijados (Bersani, 1 995; 1 998).
Por su parte, Almodóvar desmonta roles y modelos identitarios,
creando relaciones móviles. La sociabilidad de la que testimonia Al
modóvar es ligera e inestable, hay siempre un descentramiento acom
pañ.ado por una desfalicización del sexo y de los roles identitarios. Y
más allá, una desfalicización del falo como una renuncia liberadora
(Bersani, 2006, p. 1 26).
Bersani reencuentra el descentramiento y la desnarrativización
también en Saló de Pasolini, que, al igual que Almodóvar, nos impide
fijar, centrar y enmarcar.
El marco y la escena fijos fijan al espectador y producen en él un
efecto mimético, de captura y fascinación. Tal fascinación, más que
explotada por el cine comercial, crea a la vez una toma de distancia
respecto de lo que vemos. Es como si el público dij era: " ¡ Qué horror!
Afortunadamente, ¡ cuán lejos estoy de ello ! "
Leo Bersani valoriza e l arte d e Almodóvar, Pasolini, Cronenberg y
otros cineastas que nos impiden enmarcar la violencia como algo aje
no y lejano a nosotros, nos impiden tomar distancia y engañ.amos
como si nada tuviéramos que ver con lo que vemos.
También en ciertas formas sociales Bersani vislumbra modos de
relación alternativos y nuevos. Por ejemplo, en su conferencia La se
xualidad y el ligue (Bersani, 200 1 , pp. 4 1 -68), encuentra en el ligue
una posibilidad de hacer pasar lo sexual por lo social, sin violencia.
La conquista es una forma anónima e impersonal de acercamiento a
los otros fuera de la violencia que rige muchas veces la sexualidad. El
ligue no refiere a algo declaradamente sexual, sino a una sensualidad
impersonal que fluye en la sociabilidad. El yo ególatra y narcisista se
di luye en la movilidad social de un "yo comunitario". 2 El título de
69
uno de sus últimos libros, Intimidades, no es ajeno a la inquietud de
los últimos aftos de Foucault: nuevos modelos de sociabilidad, nuevas
formas de estar juntos.
En otro orden, Leo Bersani retoma un punto problemático ya si
tuado por Foucault: la imbricación sexo-poder. Esta línea de pensa
miento lo acerca a la teoría queer, no sin debate y diferencias.
Las primeras experiencias que tenemos del poder son en el cuerpo
y en el sexo. Allí ya está presente nuestro gusto por el dominio y por
el sometimiento: penetrador-penetrado, arriba-abajo, atrás-adelante,
pasivo-activo. Los roles sexuales se prolongan en la sociabilidad.
El dominio y el sometimiento resultan fenómenos excitantes. El
par opresor-oprimido es un par erógeno, que por lo mismo se extien
de hacia todas las formas sociales del dominio y las jerarquías. Sólo
cambiando las formas erógenas pueden cambiar las formas políticas
(Bersani, 1 999, pp. 38 y ss.).
Las prácticas sádicas y masoquistas constituyen un punto álgido y
de debate incluso en la queer theory:
Por un lado, estas prácticas son criticadas por reproducir las rela
ciones de poder, de amo y esclavo. Pero también serán ponderadas en
la medida en que subvierten el orden social: los roles son intercam
biables, y además, se valoriza la pérdida del poder que se juega en el
rol del subordinado; mientras que en la sociedad el poder nunca está
del lado del subordinado y los roles no son intercambiables.
A la vez, el teatrito sádico-masoquista muestra una de esas verda
des que constatamos de mil maneras y en todas partes: perder el poder
puede ser placentero. Es lo que hace al tabú de estas prácticas: el he
cho de que ponen de relieve teatralmente algo inadmisible: la pérdida
del poder puede ser deseable y terapéutica.
En "¿El recto es una tumba?",3 Bersani ( 1 998) correlaciona la pér
dida del poder con la disolución de un ego inflado. En tal sentido -y
prolongando a Foucault-, podemos concebir el olvido de sí también
como un cuidado de sí. La pérdida del poder y del control que se ex
perimenta, por ejemplo, en el orgasmo (justamente la pequeñ.a muer
te) es un benévolo olvido de sí. En palabras de Lacan en 1 963 , a pro
pósito de la detumescencia: "El orgasmo es la realización de la
70
castración". La detumescencia del falo es otro modo de expresar un
ego que se desinflama, un momento en que nada, ni el "sí" ni el falo,
importan en lo absoluto, eso cae.
Podríamos situar una línea foucaultiana: pérdida del poder-disolución
del ego=olvido de sí=cuidado de sí. El olvido de sí como un cuidado de
sí es correlativo a la pérdida del poder como terapéutica. Admitirlo
produciría una nueva sociabilidad, otros modos de relación. Pero es
inadmisible, puesto que la pérdida del poder es degradante debido a
que el poder está falicizado en Occidente.
La renuncia al poder, sorprendentemente, tiene el carácter de "una
tentación". En la desposesión de sí hay una fuerza y un placer que
conciernen a los riesgos de perder los propios límites en el otro (Ber
sani, 1 999).
Prolongando a Foucault, la fuerza subversiva del estilo gay radica
en una identidad antiidentitaria, inestable, volátil, cuya vacuidad
no sólo es una resistencia a todo intento disciplinario-clasificatorio,
sino que también cuestiona la existencia misma de toda identidad.
La renuncia al poder, la autodisolución, la prolongación de sí en el
otro y la vacuidad identitaria, hacen a lo que Bersani llama el "amor gay" .
Encuentro un lazo entre algunos pensadores contemporáneos en
cuanto a contestar los límites identitarios. La idea misma de diferen
cia se ve cuestionada.
Joan Copjec, quien estuvo en mayo en nuestro país invitada por
Instituto 1 7 y la Universidad Iberoamericana, impartió una conferen
cia sobre la cultura árabe. Fue la ocasión en la que también planteaba
un cuestionamiento a las diferencias. Especialista en cine iraní, lectora
de Bersani y de Lacan entre otros, muestra la continuidad entre lo ma
terial y lo inmaterial, entre lo humano y lo divino en el mundo árabe.
Por su parte, Donna Haraway, bióloga feminista, quien vino tam
bién a México en noviembre de 2007 invitada por el Programa Univer
sitario de Estudios de Género, también cuestiona el límite entre lo hu
mano, lo animal, lo discursivo. No hay fronteras, hay una continuidad.
"Nunca hemos sido humanos, nuestro cuerpo está habitado por
otras especies, bacterias, microorganismos". Con estas palabras ini
ció Donna Haraway la conferencia pronunciada en la universidad de
México (Filosofia y Letras, UNAM). Su figura cyborg contesta los lí
mites entre lo humano lo animal, lo técnico lo natural, lo artificial, lo
cibernético. Y más allá, cuestiona la división entre lo material y lo in
material, el cuerpo y el espíritu.
Leo Bersani habla de la "intimidad impersonal". La prolongación
de sí en el otro, la naturaleza y el prójimo como extensiones de sí,
también parece desplazar las diferencias, desplazarlas, no borrarlas.
Son posturas que toman las diferencias entre yo, el otro y el mundo
como divisiones móviles.
Estos autores nos invitan a pensar que hemos exaltado demasiado
la política de las diferencias. Creemos que educamos cuando prego
namos: " ¡ Tolerar las diferencias ! " Y no nos percatamos de que ya el
eslogan denuncia una ética hipócrita, pues plantea la diferencia como
algo insoportable, traumático y que habría que tolerar.
La ética de las diferencias ha hecho estragos en nuestra cultura oc
cidental. Tal vez podríamos establecer una pedagogía en el sentido no
del respeto al otro porque es diferente, sino: "Tu compañero es la pro
longación de ti, al igual que las plantas y los animales". 4 No hacer va
ler la diferencia como algo traumático, sino valorar la mismidad co
munitaria. Las diferencias serían un resultado, un corolario.
Un aferramiento a la anatomía junto con el pensamiento binario
nos tiene prisioneros de la diferencia hombre-mujer. Es necesario tam
bién considerar que la misoginia puede ser efecto de la diferencia que
se ha desplegado haciendo de la mujer un "continente negro" al que le
caben todo tipo de trascendencias. 5 Incluso a la base de la homofobia
puede haber una misoginia, un odio a la mujer culturalmente produci
da; un odio a la pasividad encamada en la mujer, odio a la pasividad
porque es tentadora.
El psicoanálisis tiene mucho que cuestionarse allí, pues no es ajeno
a la producción de "la diferencia sexual" como traumática, de "la mu
jer" como "continente negro", y del "horror a la feminización en el
72
hombre". Será ésta una de las críticas mayores de la teoría queer al
psicoanálisis.
Bibliograffa
73
ENTRE LAS VANGUARDIAS SEXUALES
¿DÓNDE ESTÁ HOY EL PSICOANÁLISIS?
LA ERÓTICA MODERNA
Patricia Garrido
1 Derrida, película de Kirby Dick y Arny Ziering, 2002. Véase epígrafe en Preciado
(2008, p. 1 7).
2 Entrevista a Érnile Rodrigué en Psyche-Navegante, 2 de marzo de 2000, disponible
en <www.psyche-navegante.com>.
75
xuales, comenzando por aquellas publicadas por Freud y Stekel (Ste
kel, 1 993), le interesaban pero no sólo eso, sino que estas historias
continuaban atrayéndole. ¡ Asombroso ! Un interés bastante cercano a
las preocupaciones actuales. Podemos observar que la palabra "sexo"
o sex es, en el mundo entero, la más tecleada en las computadoras ( or
denadores) en las rendijas (o pequeñas ventanas) que ofrecen al públi
co los llamados "buscadores" (servers).
La industria pornográfica es hoy el motor impulsor de la economía
informática: existen más de un millón y medio de sitios web para
adultos, accesibles desde cualquier punto del planeta. De los dieciséis
mil millones de dólares anuales de beneficios de la industria del sexo,
una buena parte proviene de los portales pomo de intemet:
Si es cierto que los portales pomo siguen estando en su mayoría bajo do
minio de multinacionales [ . . . ] El mercado emergente del pomo en inter
net surge de los portales amateurs [ . . . ] Por el momento cualquier usuario
de intemet que posee un cuerpo, una computadora, una cámara de video
o una webcam, una conexión a intemet y una cuenta bancaria puede
crear su propia página pomo y acceder al mercado de la industria del
sexo (Preciado, 2008, pp. 32-33).
76
determinada por una cualidad esencial (anatómica, lingüística, sim
bólica, económica), sino por una irreducible pluralidad de lugares. En
este terreno me permito poner en primer lugar a Éve Kosofsky, Bea
triz Preciado, Donna Haraway, Monica Witting, Teresa de Lauretis,
David Halperin, Marcela Iacub,3 entre otros. No tenemos tales com
petencias o talentos, por lo cual, dejemos a alguien más el cuidado de
efectuar inventarios, incluso una clasificación ordenada de estas nue
vas manifestaciones, del pequeño, o tal vez ilimitado, dios Eros.
Si atendemos el hecho de que el psicoanalista se considera alguien
conocedor de toda una serie de "disciplinas", esperaríamos que por lo
menos él sea un buen conocedor, no un aficionado de lo que se pued�
llamar, usando una metonimia, el infierno de las bibliotecas, lugaij
elegido de la literatura erótica censurada en sus diversas tradiciones y
ligadas, históricamente, entre ellas. Si es verdad que, según un decir
de Lacan, "el infierno es el deseo", ¿esperaríamos que éste fuera el lu
gar donde los lacanianos deberíamos dirigimos? Por otra parte, esta
cuestión no está sólo en las bibliotecas, sino que se encuentra, sin
duda, en la secciones de literatura erótica en todas las librerías. Esto
será nuestra primera observación al respecto: no tanto a las nuevas
formas de la sexualidad, sino a lo que estas nuevas formas hacen,
luego de una cuarentena de años, al psicoanálisis. Identificamos que
estas "nuevas formas" localizan al psicoanalista como un tonto. Hay
que observar que eso no está mal, eso calma un poco la hinchazón del
sujeto-supuesto-saber, saber de las disciplinas. Pero este beneficio
tiene sus límites y esta tontería tiene su vuelta, ya que termina por vi
rar al desconocimiento. En estos tiempos, el psicoanálisis se deja dis
tinguir como el contrapunto exacto de Sócrates con su notable perspi
cacia en la naturaleza de lo erótico: 4 luego de que en su momento sus
conocimientos fueron refutados por Diótima (Halperin, 1 999), una
3 Indico especial atención a los trabajos de Marcela Iacub, jurista que aborda el tema
d esde la perspectiva del derecho, que -entre otros ensayos- se ve ampliamente manifesta
da en su texto: Qu 'avez-vousfait de la liberation sexuelle? (París, Flammarion, 2002).
4 "Contaré el discurso sobre Eros que oí un dla de labios de una mujer de Mantinea,
Di otima, que era sabia en estas y muchas otras cosas. Así, por ejemplo, en cierta ocasión
consiguió para los atenienses, al haber hecho un sacrificio por la peste, un aplazamiento de
diez años de la epidemia. Ella fue, precisamente, la que me enseñó también las cosas del
amor, intentaré, pues, exponer yo mismo por mi cuenta, en la medida en que pueda y par
ti endo de lo acordado entre Agatón y yo, el discurso que pronunció aquella mujer". Platón
(El banquete, 20 l d, 2008). Véase David Halperin ( 1 999, p. 7).
77
profetisa que le trasmitió un relato sobre el Eros en que él ahora cree
y recomienda a los otros. Mientras que se adelantaba diciéndose sólo
conocedor del amor (Eros), el psicoanalista de hoy, lacaniano o no, o
digamos si ustedes prefieren, su caricatura, es sabio en numerosos do
minios o da la apariencia de serlo (lingüística, filosofia, lógica, topo
logía, quién sabe qué otra cosa) salvo en el amor.
Definir el yo como una imagen, el falo como un significante, insis
tir sobre la función de la palabra, reenviar la transferencia no tanto al
amor como al sujeto-supuesto-saber, racionalizar el análisis, fabricar
maternas, todas estas magnas decisiones teóricas se han prestado para
quitar la vista a la erótica. Pero buscar la palabra "cuerpo" en la obra
de Lacan nos permite observar que está más presente de lo que uno
mismo podría imaginar Garrido, 20 1 3a, pp. 1 1 3- 1 44).
Estamos alejados de esta vivacidad que en la erótica caracterizó
ciertos momentos encumbrados del psicoanálisis. Empujar a desli
zamos en ese terreno resbaladizo podría indicar que ahí los psicoana
listas encontrarían un lugar privilegiado de intervención de su signi
ficante, en nombre del cual ellos se han desterrado de la erótica. Ahí
mismo, en el lugar en el que, en una superabundancia de relatos eró
ticos, nada subsiste del cuerpo que el cuerpo del texto, la carne de la
letra.
No es neutro formular nuestra cuestión actual en los términos en
que lo hemos podido plantear, es decii', con esta palabra, ella misma
"fechada" de sexualidad (Garrido, 20 1 3b, pp. 7 1 -87). Gracias a los
trabajos arqueológicos de Michel Foucault (y a todos aquellos traba
jos que, siendo sus continuadores, están inscritos en esta perspectiva
justamente llamada "constructivista") y también en lo sucesivo a las
investigaciones que le siguieron (Halperin, Winkler y Zeitlin, 1 990),
y en haber publicado respecto a las diversas figuras del erotismo, tanto
en el tiempo como en el espacio, es que le llega al psicoanalista, antes
de que él mismo, y no le dé completamente la espalda, sino que le llega
algo extraño: ciertos términos esenciales que ya habían sido discuti
dos y luego fosilizados, que constituían, entonces, referencias esta
bles sobre las cuales podían contar los psicoanalistas (por supuesto,
que sin este apoyo sobre algún saber, ninguna cuestión teórica sería
posible). Estos términos esenciales resultan nuevamente problemati
zados y justamente fuera del lado del campo freudiano, y también
fuera del territorio lacaniano; éste es el caso de la palabra "sexuali-
78
dad'', lo que mostrará que la formulación misma de nuestra cuestión
a! usai" la palabra "sexual" nos hace quizá pasar el problema que ella
nos hace plantear.
Digamos que términos como homosexualidad, perversión, transe
xualismo y heterosexualidad tuvieron su época, es decir, estas nocio
nes o entidades, como todo en la ciencia, no podemos embalsamarlas
y ponerlas en una cripta, como si tuvieran una esencia, una característi
ca del psiquismo humano en toda su generalidad, válida en todo tiem
po y espacio. Las verdades de la ciencia son caducas. Las transforma
ciones que el psicoanálisis opera sobre él mismo se deben al hecho de
que es inseparable y está en relación con los hechos de la cultura. Al
gunas veces el análisis llega a golpear con caducidad alguna brizna de
saber hasta ese momento admitida. Este mismo saber, una vez que
pasa a la cultura, es pregnante. La cultura trata, adopta o ignora todo
un tropel de saber analítico, según intereses que le son propios y que
serían dificiles de precisar. En esa perspectiva cotejamos que hay un
psicoanálisis que ha contribuido al discurso de la bionorma; hay un
psicoanálisis adaptativo cuya versión más reducida duramente criticó
Lacan y al que se resistió sin tregua. Entonces, habrá sido necesario
que ese psicoanálisis adaptativo hiciera su contribución al discurso de
la bionorma hasta un punto suficientemente extremo para que el de
seo de liberación y la "resistencia" tuvieran, a partir de ahí, su lugar
en otra parte, en otro campo que en el campo freudiano. Y éste es el
lugar que reservamos a los estudios gay y lésbicos y a las teorías
queer.
***
79
(t. vn, pp. 1 09- 1 22). O aquel, de Lacan, "Juventud de Gide o la letra y
el deseo" (Lacan, 2009b, pp. 703-726).
Se han publicado un pequeño número de artículos de calidad, aun
que la mayor parte de ellos son exegéticos. Y a pesar de la actualidad
del tema, el estudio de los resortes de la identidad sexual y de la elec
ción de objeto es limitada. Y qué decir del tropel de analistas -entre
los contemporáneos- que aún reducen la homosexualidad a una ver
tiente perversa, oscureciendo más que iluminar con ideas nuevas.
Así, vemos que los asuntos de la identidad, el deseo y el placer son te
mas caros al psicoanálisis y parecen desplazarse retomados de otro
modo y en otra parte fuera de nuestro propio campo.
En la sesión del 1 3 de enero de 1 976, del seminario El síntoma
(Lacan, 2005), Lacan habló de la "opacidad sexual", a propósito de la
cual declaraba, cuando alcanzaba el fin de su camino, que a partir de
ésta todo debería ser retomado desde el principio. Proferir las dos de
signaciones de "hombre" o "mujer", hablar de la diferencia sexual, te
ner en cuenta una "bisexualidad" es ya, en efecto, resolver ilusoria
mente, el problema que pretendemos tratar. La cuestión del sexo no
es, entonces, como lo pretende el psicólogo, reduciéndolo a la identi
dad sexuada de cada uno. La cuestión sexual es en verdad, más bien,
la insignia de una despersonalización, la de saber cómo encuentra el
camino cada uno, la posibilidad de una pérdida de identidad (incluida
la pretendida identidad sexual que puede adquirir diversas modalida
des, pero que nunca funciona sin disimulo, sin mascarada). Por lo que
podríamos decir, entonces, que no hay una verdad del sexo, es decir,
no hay sujeto ni objeto preestablecidos, como tampoco hay saber ni
relación sexual (// n '.Y a pas de rapport sexuel), como nos adelantaba
Lacan en esta enigmática frase.
A partir de un campo epistemológico diferente, Lacan va a disol
ver toda posibilidad de fundar una normalidad de las sexualidades de
los sujetos y denuncia las aspiraciones de cientificidad de algunas co
rrientes del psicoanálisis:
80
parte en lo enunciable, ese único Uno que nos interesa, el Uno de la rela
ción sexual.
Lo demuestra el discurso analítico en aquello de que a uno de esos se
res, como sexuado, al hombre en cuanto provisto del órgano al que se le
dice fálico -dije al que se le dice-, el sexo corporal, el sexo de la mujer
-dije de la mujer-, justamente cuando no hay la mujer, la mujer no toda
es, el sexo de la mujer no le dice nada, a no ser por intermedio del goce
del cuerpo (Lacan, 1 98 1 , pp. 14-1 5).
81
Y ustedes saben bien que aquí tomé frecuentemente como objetivo el ca
rácter aproximativo, vago y estrecho de no sé qué moralismo optimista,
de las que están marcadas las articulaciones originales de la forma lla
mada de la genitalización del deseo. Es el ideal del amor genital, amor
que se considera modela en sí una relación de objeto satisfaciente, amor
médico diría si ustedes quieren acentuar en un sentido cómico la nota de
esta ideología (Lacan, 1 959).
82
La respuesta en términos generales es que no podemos prometer seme
jante éxito. En cierto número de casos conseguimos desarrollar los mar
chitos gérmenes de heterosexualidad presente siempre en todo homo
sexual, pero en la mayor parte de los casos eso ya no es posible. Ello
depende de la cualidad y de la edad de los individuos. No es posible pre
decir cuál será el resultado del tratamiento.
Lo que el psicoanálisis puede hacer por su hijo ya es cosa diferente.
Si es desdichado, neurótico, si vive desgarrado por sus conflictos, inhibi
ciones en su vida social, el análisis puede traerle armonía, tranquilidad
mental, completa eficiencia, ya sea que siga siendo homosexual o cam
bie. Si usted se decide a ello ¡ É l podrá analizarse conmigo ! ¡No creo que
usted lo haga! Tendría que venir a Viena. No tengo intención alguna de
salir de aquí. No deje, sin embargo, de contestarme al respecto.
Sinceramente suyo y con los mejores deseos,
S. Freud5
83
rar la homosexualidad con desaprobación y, en realidad, quisieron
desembarazarse de ella para siempre. ¿Acaso el concepto creado de
"minorías sexuales" que aparece en estas tierras, aunque proviniendo
de la sociología o de la política, no es en sí mismo un señuelo?
Justo ahí mismo donde desaparecía el psicoanálisis -con cierta si
multaneidad- apareció ese nuevo campo llamado de los estudios gay
y lésbicos. Mientras el campo del psicoanálisis casi deja el escenario,
el otro hace su entrada. Ya en 1 9 1 6, un analista neoyorquino, funda
dor del Psychoanalytic Review, declaró que "instrucción individual"
y "educación" deberían controlar la tendencia "homogénica" y diri
girla a una "normal" y "bien adaptada vida sexual", para que así no
existiera la homosexualidad (citado en Hale, 1 97 l a, p. 339).
La declaración típicamente estadounidense ha dominado el pensa
miento psicoanalítico desde entonces en ese país, posición que Freud
conocía, despreciaba y se oponía. Bástenos una muestra: aquello que
aparece en esa nutrida correspondencia que tuvo con el psicoanalista
estadounidense, James Jackson Putnam, de Harvard, en la que expo
ne, por parte de Freud, un esfuerzo sostenido por conseguir que depu
siera el moralismo y, por parte de Putnam, un prolongado rechazo.
Freud, burlándose de la retórica cristiana que yacía bajo la superficie
de la carta de Putnam, le escribe: "Parece que usted hace aparecer el
psicoanálisis más noble y más hermoso; en sus ropas domingueras es
casamente reconozco a la empleada que se desempeña en los queha
ceres domésticos de mi casa" (Hale, 1 97 1 b, p. 9 1 ). Y en una de sus úl
timas comunicaciones, en la que Freud encara de manera más directa
el moralismo de Putnam, comenta: "La moral sexual tal como la defi
ne la sociedad -y como caso extremo la sociedad americana- me pa
rece muy despreciable. Me identifico con una vida sexual mucho más
libre" (Hale, 1 97 1 b, p. 1 3 1 ).
É sta es la posición de Freud. Con este testimonio de la correspon
dencia, así como de la carta enviada a la madre estadounidense, pode
mos advertir lo lejos que estaba Freud de este pensamiento, sin em
bargo, que compartían la mayoría de los colegas analistas en Estados
Unidos en esa época. En la carta podemos leer una intención de Freud
que no se reduce a una actitud "bondadosa" dirigida a una madre an
gustiada, ¿es una carta dirigida a los estadounidenses, contra el mora
lismo y el abuso que hacían del psicoanálisis? ¿Abuso? Sí, Putnam y
Jeliffe habrían dado prueba suficiente de ello, el primero pensaba que:
84
" Debía infundir a sus pacientes su propia visión ética, de la que con
si deraba que Freud carecía. Jeliffe, por su parte, pensaba que el senti
miento de homosexualidad se debería controlar mediante la instruc
ción y de la educación y reformarlo en pro de una sexualidad normal
y bien adaptada" (Hale, 1 97 1 a, p. 3 39).
Freud, por su parte, no era ajeno al movimiento de emancipación
de los homosexuales generado en Alemania, a finales del siglo XIX. No
solamente no era ajeno, podríamos decir que hasta se constituía en la
vanguardia, ya que llevaba la delantera en su controversia con ellos.
El movimiento se fundó básicamente en Alemania.6 Su creador
fue un abogado de Hannover llamado Karl Heinrich Ulrichs, cuyo
pensamiento sobre los homosexuales versaba sobre las ideas de que
los homosexuales constituían un "tercer sexo" y que se trataba de un
"cuerpo masculino" poseído por un "alma femenina". El primer gran
líder del movimiento y sucesor de Ulrichs fue Magnus Hirschfeld,
médico judío de Berlín, miembro de un grupo de presión e investiga
dor clínico, que como publicista y organizador había trabajado duran
te mucho tiempo, y sin descanso, en favor de la derogación de las le
yes que penalizaban la homosexualidad y por el reconocimiento de su
extensa incidencia. Hirschfeld, como Ulrichs, también consideró a
los homosexuales como un grupo biológico y psíquicamente distin
tos, a los que llamó "intermedios sexuales".
Se sabe que Freud no tuvo ningún desagrado en respaldar los obje
tivos de reforma de la ley por parte del movimiento. Pero decidida
mente rechazaba sus propuestas teóricas para explicarse la homose
xualidad. Freud discrepó de la teoría del "tercer sexo" y de la idea de
los "intermedios sexuales". Tanto en Tres ensayos de teoría sexual
(F reud, 1 986, t. VII, pp. 1 30- 1 34) como en el texto Un recuerdo infan
til de Leonardo da Vinci ( 1 986, t. XI, pp. 53- 1 27), se refiere a la línea
del movimiento. En el primero crítica directamente a Ulrichs y des
carta de tajo la noción de un "cerebro femenino en un cuerpo mascu
lino", lo que llamó a éste como "el portavoz de los varones inverti
dos". En el segundo texto, nos dice: "Los varones homosexuales que
en nuestros días han emprendido una enérgica acción contra la limita
ci ón legal de sus prácticas gustan de presentarse, por la boca de sus
6 Para una historia más detallada sugerimos el excelente texto de Amold Davidson
(200 5, pp. 77- 1 29).
85
portavoces teóricos, como una variedad sexual distinta desde el co
mienzo, como un grado sexual intermedio, 'un tercer sexo "' (Freud,
1 986, t. XVI, p. 278).
Para la edición de 1 9 1 9 de ese mismo texto, añadió con una fuerte
crítica que "los representantes de los homosexuales en la ciencia no
atinan a aprender nada de las certificadas averiguaciones del psicoaná
lisis", lo que repite casi con las mismas palabras en 1 9 1 7 en Conferen
cias de introducción al psicoanálisis (Freud, 1 986, t. XVI, p. 277-29 1 ).
El pensamiento de Freud mostraba que todo el mundo era capaz
de "hacer una elección de obj eto homosexual" y que todos, "de he
cho, hacían una en su inconsciente y que además [ . . . ] los sentimientos
libidinosos en vinculación con personas del mismo sexo no desempe
ñan escaso papel como factores de la vida sexual, y ese papel es ma
yor que el de los dirigidos al sexo opuesto en cuanto motores de con
tracción de neurosis" (Freud, 1 986, t. VII, p. 1 32).
Con estos planteamientos, Freud dificilmente podría aceptar que
los homosexuales fueran ''una especie sexual diferente" o una "varie
dad especial de la especie humana". Por el contrario, sostenía que toda
la gente era, psicológicamente, como los llamados homosexuales.
Como verán, en los años de turbulencias, generados por el inicio de
los movimientos de emancipación homosexual, los pronunciamientos
de Freud no estaban en acuerdo con las posiciones de sus colegas en
Estados Unidos. Pero tampoco acordaba con los teóricos del movi
miento, a quienes el estudio y la discusión de Freud no les interesaba,
ya que ellos libraban una campaña política. Queremos destacar hasta
aquí, el hecho de que términos como "tercer sexo" o "intermedios se
xuales" hacen cierta consonancia con los términos que actualmente se
sostienen, al referirse a la homosexualidad como "minorías sexuales",
minorías como los negros, judíos, mexicanos, etc.; reforzando con ello
una posición dogmática de los grupos homosexuales, pero también re
firiendo, de manera singular, la pertenencia a un grupo, sin pensarse
raro y vulnerable y, probablemente, orgulloso. Y es para el 20 1 3 que
Alemania se convierte en el primer país europeo que introduce un ter
cer género legal, para recién nacidos, el "tercer sexo".7
86
En los años cuarenta, recordemos que Freud muere en 1 939, San
dor Rado, otro psicoanalista neoyorkino, publicó en una serie de ar
tículos lo siguiente: "Que la pareja hombre-mujer era saludable, que
era sobre todo el 'modelo standard' y que la homosexualidad era una
enfermedad basada en el miedo a la mujer, y que muy a menudo podía
curarse por la vía del psicoanálisis" (Bayer, 1 98 1 , pp. 28-29).
Sin embargo, hubo más radicales. En 1 962, Bieber publicó que, en
tanto su propósito era establecer la homosexualidad como una enfer
medad, le interesaba entonces, llegar a comprender la etiología de la
misma, y así argumentó que ésta derivaba de cierta clase de mala si
tuación familiar: una madre dominante y un padre frío (Bayer, 1 98 1 ,
pp. 30-37).
El extremo quizá lo representa Charles Socarides, quien en una se
rie de artículos en los años sesenta publicó que la homosexualidad no
sólo era una enfermedad, sino una severa enfermedad acompañada
frecuentemente de manifestaciones psicóticas o de oscilaciones ma
niaco-depresivas. Mientras la pareja heterosexual podía conducir ha
cía "la cooperación, el consuelo, la estimulación, el enriquecimiento,
la competencia sana y logros", la pareja homosexual sólo podría brin
dar "destrucción, rechazo mutuo, explotación del compañero y de sí
mismo, incorporación oral-sádica, ataques agresivos, esfuerzos para
aliviar la ansiedad y una pseudosolución a las urgencias agresivas li
bidinales que dominan y atormentan al individuo". Socarides plantea
ba que también era posible la cura.
Es hasta 1 973 que la American Psychiatric Association (APA) reti
ra la categoría de "homosexualidad" de las listas de enfermedades
donde la habría colocado desde 1 952. Hace esto no sin jugarse, de
manera intensa, una controversia entre psicoanalistas -los que esta
ban a favor y los que estaban en contra-, así como la fortificación y
expansión del intenso movimiento de liberación gay que luchó para
conseguir su anulación. Al declarar esta anulación, el presidente de la
APA exclamó que "esperaba que el resultado fuera un clima más satis
factorio de opinión para la minoría homosexual en nuestro país".
Observamos, nuevamente, el término de "minoría", puesto que, de
cara al psicoanálisis, se vuelve a colocar el asunto donde había co
menzado; y donde Freud ya lo había discutido.
87
Sin embargo, es el movimiento de liberación gay que se reivindi
caba como una minoría, "un grupo de una naturaleza especial".8 Pero
no sólo ellos, ya que los psicoanalistas que estaban a favor de esta
anulación también lo compartían, entre los más influyentes se encon
traban Judd Marmor y Robert Stoller.
¿Qué decían estos autores? Que la homosexualidad no era una en
fermedad y la describían, a su vez, como la orientación sexual de una
minoría. Asimismo, aunque con tacto, rechazaban la idea de Freud,
que insistió en decir que los homosexuales no eran "excepciones"
y que el psicoanálisis se oponía decididamente a separarlos "del resto
de la humanidad como un grupo de carácter especial"; de ser así, ha
bría que rechazar y forcluir el distanciamiento de Freud respecto a los
psiquiatras contemporáneos a él, "así como el paso al costado que dio
con relación a la nueva demanda social, hoy explícitamente formula
da, de una norma para el sexo, que lo llevaron a la invención de no
ciones como libido, y su invención mayor: la pulsión ( Trieb)"
(Allouch, 200 1 , p. 2 1 ), que ofreció la inmensa ventaja de disociar lo
sexual de lo instintivo. La pulsión, según Freud, la describe con su
objeto, su meta, su fuente y su empuje, y evoca un co/lage surrealista
que se revela más allá del aspecto orgánico, como un montaje artifi
cial y su gramática que obedece a leyes muy distintas.
Destaco aquí a Stoller, por la trascendencia de sus estudios sobre
la temática:
88
preferentemente, en la fantasía consciente o en la realidad, con una per
sona del mismo sexo (Stoller, 1 968, pp. 1 42- 1 44).
89
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Press.
91
SOCIABILIDAD GA Y EN CONTEXTOS DE VIOLENCIA
93
La intención de este ensayo estriba en la necesidad de pensar cómo
la violencia social ha trastocado la dinámica de la población homo
sexual, que si bien el daño de la violencia social ha afectado a la po
blación en su conjunto, también es cierto que quizá ha afligido de ma
nera diferenciada a grupos específicos, que por su situación de
marginación resienten diferente al resto de población. Por ejemplo, el
llamado juvenicidio, el feminicidio, el abuso contra jóvenes con iden
tidades urbanas no convencionales, pero que a diferencia de estos úl
timos, a las personas de la diversidad sexual no se reconoce el daño y
muchas veces se refuerza el estigma y prejuicio hacia ellas. Para el
desarrollo del presente trabajo se piensa su organización en tres mo
mentos: la convivencia en la histórica violencia fronteriza; la expan
sión y agudización de la narcoviolencia; y finalmente el momento del
descenso de la violencia homicida.
La presente reflexión se sustenta en la información estadística so
bre violencia urbana acontecida en la ciudad durante los años 2008 al
20 1 1 . Asimismo, se recurrió al desarrollo de grupos de discusión con
hombres gay, lesbianas y mujeres trangénero para conocer mediante
su narrativa producida colectivamente puede dar cuenta del sentido
de la experiencia de la violencia social. En dichos grupos de discu
sión participaron 1 5 hombres gay, un grupo de 20 lesbianas y 6 muje
res transgénero dedicadas al trabajo sexual, cuyas edades oscilaban
entre los 20 y 30 años, todos los grupos de discusión fueron realiza
dos en 20 1 2. Las discusiones fueron transcritas y la información fue
categorizada.
94
da, los conflictos y riñas vecinales, violencia sexual, violaciones, así
como el homicidio, entre otras (Burgess, 2009, p. 1 1 3).
Por las particularidades de la historia de tráfico de drogas hacia
Estados Unidos, casi un siglo de tránsito de alcohol, mariguana, indocu
mentados, entre otros, Ciudad Juárez ha afianzado en el tiempo una
cultura del uso de armas de fuego, consumo de drogas y prácticas de
desaparición de personas, por ejemplo. Pero no es sino hasta 2008
cuando se desencadena de manera alarmante los llamados delitos de
alto impacto; el homicidio, el secuestro y la extorsión, que en su efec
to inmediato generan en la población un efecto paralizador.
1600
1400
12CIO
,.
ICIOO
I
ICIO
I
600
I
400
I
---- - - - - I
2CIO - - - - - ......
o
1992 1993 1994 1995 1999 20CIO 200 1 2CI02 2003 2004 2005 2006 2007 200I
Fuente: Elaboración propia con información de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
95
Gráfica 2 . Número de homicidios dolosos en Ciudad Juárez, 200 7-
2013
3000
2SOO
2000
1 5CJO
1000
5CJO
o
2007 200I 2009 2010 201 1 2012 201 3
Fuente: Elaboración propia con información de l a Fiscalla General del Estado d e Chihuahua.
96
a los derechos humanos de detenidos, pero también el aumento de la
violencia sexual y violaciones a mujeres biológicas y transexuales.
En el narcotráfico fue evidente el exterminio de los operadores de
menor jerarquía de la estructura del crimen, como los narcomenudis
tas, los sicarios, los halcones, por medio del asesinato público, de los
multihomicidios, hasta el narcoterrorismo. Juárez, como ciudad fron
teriza ha conformado a lo largo de décadas una sociedad delictiva en
el sentido de la existencia de una infraestructura criminal, de la co
rrupción e impunidad, es decir, de una violencia permanente y persis
tente, pero es en este periodo 2008-20 1 3 , que la violencia social cum
ple también una función adicional.
Las consecuencias más visibles e inmediatas de dichas violencias
habían sido hasta esos momentos el número de niños y niñas huérfa
nos; el cierre de negocios y empresas, restaurantes y centros de diver
sión; la privatización del espacio público; el surgimiento de formas de
autodefensa y linchamientos colectivos; y quizá mayor consumo de al
cohol y otras drogas, entre muchos otros efectos.
Calcillldo 62
Llpidldo 13
Oolpes 1 255
AtropelWo 10
Alfixia • 384
,,
Fuente: Elaboración propia con información de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
97
hombres, amontonados como escoria humana o colgados de puentes?
El sentido simbólico remite a la presencia de la muerte, la muerte pú
blica y pornográfica que despoja de los cuerpos de las víctimas su con
dición humana y los muestra como basura. La colectivización de la
muerte tiene un efecto de intimidación y desvaloriza la vida humana.
La tortura y maltrato al cuerpo, como se muestra en la gráfica 4,
habla de una política del miedo, de administrar el terror en una pobla
ción para su paralización y silenciamiento. Cuerpos arrojados a la vía
pública y, en muchas ocasiones, en vías de alto tránsito vehicular o
espacios públicos como parques o plazas.
Encajuelado
DellludollClllÍ
o 10 20 30 40 so 60 70 80 90 1 00
Fuente: Elaboración propia con información d e l a Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
98
ej emplo, ante la considerable inversión para el fortalecimiento de la
infraestructura urbana, como parques y plazas, en un gran número de
e llas aún sirven para cometer homicidio, para la venta de drogas o se
encuentran en el abandono y deterioro total.
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AAo 2008 AAo 2009 AAo 2010 Allo 20 1 1 Allo 201 2 AAo 2013
Fuente: Elaboración propia con infonnación de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
99
Si bien, aparentemente, los homicidios dolosos habían disminuido
en la ciudad, otros actores parecen tomar el control y poder de ejercer
la violencia legítima, como son los cuerpos policiacos. En la gráfica 6
se muestra la alta incidencia de prácticas represivas de la policía con
tra la población masculina principalmente. Particularmente el 20 1 2 se
caracteriza por casi 1 00 000 detenciones de hombres por alterar el or
den público, y en menor medida embriagarse.
1 00000
90000
80000
70000
60000
soooo
40000
30000
20000
1 0000
o
Fuente: Elaboración propia con información del Bando de Policía y Buen Gobierno de
Juárez.
1 00
Gráfica 7 . Incremento de otros delitos contra la persona, Juárez
201 0-2012
Fuente: Elaboración propia con infonnación de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
101
tencia. La presencia y visibilidad de estas identidades gay, lesbiana o
bisexual ha requerido de un proceso histórico y cultural para su apari
ción en la escena social.
En el argot local, el reconocimiento de ciertas identidades pasa por
las denominaciones de machuquis, vestidas, trans, cheritos, vaquer
obvias o mañosos, entre otra gran diversidad, pero esta variedad queda
reducida como homosexualidad ante la mirada ajena y heteronormada.
Así, se encubre la complejidad de la relación entre identidades, deseos
y prácticas sexuales. La presencia de las identidades no heterosexua
les inicia en esta ciudad fronteriza a finales de los años sesenta del si
glo xx, bajo el ambiente de fiesta de la noche juarense y ocupando
como morada los bares, cantinas y centros nocturnos que proliferaban
en la ciudad. Asimismo, el ligue sexual tenía presencia en parques,
baños, cines y terrenos baldíos. Entremezcla variada de protagonis
tas, escenarios y deseos.
A pesar de la percepción de libertad y apertura sexual en Juárez,
como ciudad fronteriza, la homosexualidad había estado presente du
rante varias décadas, al igual que muchas otras urbes del país, bajo el
abrigo de centros de diversión dirigidos a la población en general,
pero cuya dinámica posibilitaba el desenvolvimiento y expresión de
identidades y comportamientos poco convencionales.
Ciudad Juárez, como frontera, se caracterizó desde finales del si
glo XIX por la presencia de la explotación sexual a mujeres, dedicadas
a la prostitución, así como de fungir como espacio de tolerancia para
la oferta del esparcimiento y el placer; centros nocturnos, casinos de
juego, cantinas, entre otros. Se señala que Ciudad Juárez ha aparecido
en las guías de turistas para la distracción desde 1 920 (Medrano,
2009), aunque el trabajo sexual ya tenía presencia décadas atrás. Sin
embargo, esta percepción de ciudad del vicio correspondía únicamen
te respecto a la fachada heterosexual, mientras permanecía soterrado
el homoerotismo.
Con la afluencia de la población de hombres y mujeres de la ma
quila, durante las décadas de 1 970 y l 980, proliferaron las llamadas
barras y salones de baile. El concepto de barra, quizá más parecido a
la denominada "cantina", permitió en primer lugar una apertura para la
población homosexual a principios de los años setenta. A partir de en
tonces, y hasta apenas unos cuantos años, la expresión abierta de
afecto entre personas del mismo sexo estaba prohibida. Esto marca el
1 02
i nicio y devenir de los llamados lugares de ambiente, dirigidos princi
p almente para la población homosexual.
Desde finales de los años sesenta, una cantina ubicada en el centro
de la ciudad dio cobijo a los hombres y mujeres que disidían de la
norma heterosexual. Discreción, reserva, tanto marcaba los mensajes
emitidos mediante miradas, señas, posturas del cuerpo. Puntos de par
tida, llegada y encuentros se entrecruzaban entre la calle, la plaza, los
cines, el Monumento a Benito Juárez; de preferencia lugares aislados,
oscuros o solitarios para la proximidad en los encuentros con otros
hombres.
En palabras de Julio, un entrevistado, en los años setenta aparecen
las discotecas que veladamente se dirigían a la población homo
sexual. Sin embargo, a partir de 1 975 comenzaron a asechar las reda
das. La sanción y represión social se oficializaba por medio de los
cuerpos policiacos. Aún ahora, con la apertura de espacios explícitamen
te gays, los lugares de socialización gay no necesariamente representan
libertad, aceptación e inclusión, pues también constriñen al indivi
duo, le delimitan determinados actos y le marcan fonnas específicas
de comportamiento, de ser, sentir y desear, sin embargo, no dejan de
ser espacios de encuentro que posibilitan formas alternativas de inte
racción y socialización para quienes otros entornos resultan más agre
sivos o simplemente son preferidos por quienes buscan reunirse con
iguales.
Las formas de sociabilidad que se observan en la población gay
sobresalen aquellas destinadas al encuentro de espacios de diversión,
entretenimiento y para el establecimiento de vínculos de amistad o
posible pareja. Sin embargo, otros también se han conformado para el
encuentro sexual. Siguiendo a Simmel ( 1 927), pensaría que el prime
ro acerca a las personas al vínculo afectivo, mientras que el segundo
junta los cuerpos para el placer erótico.
En el ligue gay se han conformado espacios públicos privatizados
que son apropiados por públicos diferenciados por clase social, prefe
rencias musicales, identitarias, ideológicas, o por sus fines, como el
esparcimiento o el sexual. Los espacios públicos, en su dimensión es
pacial, específicamente los espacios públicos privatizados, no agotan
la inmensurable diversidad de prácticas, acciones, intereses, que en
ella se producen. Estos espacios están regulados por normas, valores,
por intereses económicos y políticos, que se relativizan dependiendo
1 03
el género, la clase, la edad o el origen social de los actores. En térmi
nos generales, se puede decir que los sitios gay aglutinan estas diver
sidades. Así, se encuentra desde discotecas, cantinas, clubes de osos,
vaqueros, saunas, cines, baños públicos, parques, sitios de internet.
Es importante señalar que también las fiestas privadas de amigos son
frecuentes, el ligue por internet o simplemente cualquier otro espacio
dirigido al público en general son propicios para un encuentro con
otros.
Los espacios de socialización de mayor concurrencia son las lla
madas discotecas y bares gay. Espacios diversificados y especializa
dos para la diversidad sexual de una ciudad demográficamente me
diana, representan la respuesta a una demanda que pretende agruparse,
además del punto común de la orientación del erotismo, de otras afi
nidades; como la música y vestimenta vaquera; el estruendo del ritmo
electrónico en la discoteca que capta a la clase media, o las tradicio
nales barras, cantinas o bares con mezcla de melodías norteñas, bala
das o rancheras para poblaciones más diversificadas.
Por otra parte, además de la dificultad de la separación de los inte
reses de la sociabilidad en los espacios gay, en el sentido de una tajan
te división entre un sitio para la sociabilidad amical, de aquel que es
para el sexo apresurado y breve, pues en el ligue gay tanto la sociabi
lidad como el encuentro sexual anónimo están presentes en el juego
de la sociabilidad. Asimismo, parece imposible mantener el binaris
mo público-privado. La división público-privado como entidades ex
cluyentes se vuelve escurridiza, borrosa e insostenible ante determi
nadas realidades sociales. Si bien dicha dicotomía permite la
conformación de espacios fisicos y pautas sociales de comportamien
to prescritas a cada escenario social, la interacción cotidiana entre di
versas subjetividades hace que ellos se conviertan en campos de en
cuentros y desencuentros, confrontaciones y correspondencias entre
identidades, personificaciones, intereses, deseos y demandas. Así, se
encuentra sexo en el espacio público, como calles, terrenos baldíos,
baños públicos; como también se puede demandar el derecho a la
identidad disidente dentro de la familia o resignificar el sentido del rol
sexual pasivo en disputa por la simetría de poder en la cama de los o
las amantes.
Las dinámicas propias de la sociabilidad gay, que en este caso in
cluimos a las identidades lésbica y trans, han ocupado espacios urba-
1 04
nos específicos en el transcurso de varias décadas y han establecido
mecanismos de reconocimiento, interacción y convivencia cotidiana,
sin embargo, estas formas de socialización se han visto alteradas ante
el acaecimiento de la violencia social. Para pensar sobre algunos de
los impactos de dicha violencia en la sociabilidad gay se ha pensado
en los mismos términos en que ésta se presentó; el antes, durante y
después de la violencia.
El antes de la violencia
1 05
Imagen 1 . Centros de entretenimiento de diversidad sexual, zona centro
1 06
recorridos en circuitos de entradas y salidas unos lugares tras de otros,
la gente acostumbraba a abarrotar estos sitios.
1 07
El después de la violencia
1 08
lo describen los siguientes aspectos: mayor suspicacia al momento de
ligar, mayor anonimato, retraimiento de los espacios de diversión,
desplazamiento hacia la ciudad vecina de El Paso para la socializa
ción, búsqueda de otras formas de ligue, vía intemet y redes sociales,
cambio de rituales en el momento del ligue, una acentuación de la
percepción de vulnerabilidad o "invalidez" de la gente homosexual.
De manera general, se observa que dentro de las fortalezas de este
grupo se encuentra una generación de comunidad fuerte y creación de
estilos de vida similares; estrategias de socialidad comunes, espacios
de esparcimiento compartidos, dinámicas de ligue sobreentendidas.
Sin embargo, también se puede identificar que la respuesta ante la si
tuación de violencia que muestran es mediante estrategias de resisten
cia pasivas e individuales ante la inseguridad, como la adaptabilidad
y naturalización del medio hostil.
Para las mujeres lesbianas, la violencia social es algo que de entra
da percibieron ajenas. En el grupo de discusión se pasó casi de inme
diato del tema de la violencia social a las dinámicas y particularidades
de las formas de relación afectiva y las de sociabilidad, esto en el con
texto de la discriminación generalizada que enfrentan estas mujeres.
Las particularidades culturales y las propuestas culturales emergen
tes, entre otros aspectos, han propiciado la configuración de otros re
ferentes identitarios o la adaptación de las identidades sexuales tradi
cionales a un argot local para quienes salen de la norma heterosexual,
en este sentido se han conformado diversas denominaciones para
enunciar el deseo lésbico de estas mujeres, como por ejemplo, ma
chuquis, mañosas, niños, niñas, entre otros.
Se identificó como principales problemas de las mujeres ante la
violencia el estigma, rechazo o discriminación que se vive de manera
más evidente en el proceso de salir del clóset. El punto de disputa si
gue siendo la coherencia en la relación sexo-género-identidad sexual
práctica sexual ante la reproducción de la dicotomía masculino feme
nino puesta en las categorías de niño/niña.
En términos generales se observa una preocupación y cuestiona
mi ento por los modelos de ejercer los roles y las identificaciones del
ser mujer y lesbiana, una persistente sensibilidad ante las actitudes de
rechazo, discriminación y estereotipos de la sociedad hacia esos gru
p os y una dificultad en ei establecimiento de redes amplias de solida
ridad, es decir, más allá de pequeños círculos de sociabilidad.
1 09
Finalmente, con relación a las mujeres transgénero que participaron
en la investigación, mismas que forman parte del sector de trabajado-·
ras sexuales en Ciudad Juárez, contaron con la particularidad de que
formaban parte de grupos de sensibilización, por lo que el nivel de re
flexión y conciencia política no corresponde posiblemente con el res
to de esta población trans de la ciudad.
La violencia social la visualizan como una situación eventual que
en primera instancia no las perjudica directamente, sin embargo, en el
desarrollo de la discusión hacen mención de la restricción del espacio de
trabajo, del mayor hostigamiento de la policía y de los reducidos es
pacios para la socialización. La violencia a la que están expuestas
por su trabajo en la prostitución, como la agresión fisica y maltrato por
parte de algunos clientes, no se ha modificado, pues al parecer ha sido
una constante en su trayecto laboral.
La discriminación de la sociedad en general, la falta de empleos y
acceso a la educación para ellas lo perciben como una constante. Sin
embargo, consideran como positivo una ligera mayor tolerancia y res
peto a sus derechos, mayor visibilidad en la socieqad y menor rechazo
por algunos sectores de la población en general, derechos que han ido
ganando por tu labor activista. En general perciben un sentido de co
munidad (pertenencia) muy arraigado en predominancia de otros círcu
los de socialidad, pero las problemáticas sociales derivadas de las con
diciones estructurales les dificulta satisfacer sus necesidades materiales
y consideran que aún existe un rechazo social de la identidad trans.
Bibliografía
110
DIFERENTES DIFERENCIAS: EL TRANSFEMINISMO
COMO UN RETO FRENTE
A LA INTERSECCIONALIDAD*
El concepto de interseccionalidad
111
Alda Facio et al. (20 1 2), estas formas de discriminación no se exclu
yen mutuamente, de hecho, con demasiada frecuencia se entrecruzan
dando lugar a una "intersección", simultaneidad o maraña de discri
minaciones que es muy dificil de desenredar y que es mucho más que
la suma de dos discriminaciones, es una distinta forma de discrimina
ción creada precisamente por la intersección de dos tipos distintos de
discriminación.
La idea que daría origen al concepto de interseccionalidad surgió
por primera vez en una crítica de la literatura feminista, cuando en
1 98 1 bell hooks en su libro A in � I a Woman ? señala la tendencia del
feminismo a comparar la discriminación experimentada por las muje
res en el patriarcado con la de los negros en Estados Unidos, y critica
que esta situación análoga de las mujeres negras, tanto frente al femi
nismo estadounidense como frente al movimiento racial estadouni
dense, implicaba que todas las mujeres son blancas y todos los negros
son hombres. El término propiamente dicho no aparece hasta ocho
años más tarde con la jurista estadounidense Kimberlé Crenshaw
( 1 989), quien lo acuña con la finalidad de introducir el debate de la in
terseccionalidad de la violencia contra las mujeres en el sistema judi
cial y legal de Estados Unidos. La tesis central de Crenshaw es que
las mujeres negras en Estados Unidos sufren y perciben el racismo de
manera muy distinta a los hombres de color, y la discriminación se
xista de manera diferente a las mujeres blancas. El concepto es la me
táfora de una intersección o cruce de caminos entre distintas discrimi
naciones. Dos marcos conceptuales sustentan el paradigma creado
por Crenshaw, el de "riesgo múltiple y el de las "opresiones entrelaza
das".
De acuerdo con la autora, la teorización e investigación de la
"raza", 1 la clase y el género como construcciones autónomas que ejer
cen influencias independientes sobre variables de resultado, no tiene
una base real. Tales divisiones sociales no existen ni operan de forma
independiente en la vida social, ya que nadie está determinado sólo
1 Referimos el término "raza" lejos de cualquier referencia biológica (la raza humana
es una especie homo sapiens sin subgrupos) y reconociendo que existe un amplio debate
en tomo a la pertinencia de su uso en los estudios sociológicos. Por dicho motivo lo escri
bimos entrecomillado.
112
por la raza, el sexo/género2 o la clase socioeconómica, por el contra
rio, todo el mundo es, en todos los momentos de su vida, miembro de
un grupo racial, sexo-genérico y de clase, y es a partir de la intersec
ción de esos atributos que se forma la identidad. Es la combinación de
la "raza", clase y sexo/género de la gente lo que influye sus experien
cias y percepciones de sí misma y de las otras.
Esta idea de la interseccionalidad, de las opresiones múltiples o
confluencia de subordinaciones, de que existen diferentes diferencias,
nos remite a la discriminación de género como un complejo engrana
je de poder que no puede ser interpretado en su totalidad por variables
aisladas (Gaby Oré, 20 1 1 ). De acuerdo con bell hooks, el estatus so
cial de las mujeres negras es más bajo que el de cualquier otro grupo,
pues al ocupar esa posición, aguantamos lo más duro de la opresión
sexista, racista y clasista, mientras que las mujeres blancas y los
hombres negros están en una doble posición: pueden actuar como
opresores o ser oprimidos y oprimidas:
Los hombres negros pueden ser víctimas del racismo, pero el sexismo
les permite actuar como explotadores y opresores de las mujeres. Las
mujeres blancas pueden ser víctimas del sexismo, pero el racismo les
permite actuar como explotadoras y opresoras de la gente negra. Ambos
grupos han sido sujetos de movimientos de liberación que favorecen sus
intereses y apoyan la continuación de la opresión de otros grupos (2004,
p. 49).
2 La expresión sexo/género nos resulta útil para nombrar todas aquellas discrimina
c iones basadas en las características sexo-genéricas de las personas, y que operan tanto en
función de su adscripción sexual (hombre, mujer u otros) como del rol de género desem
p eñado (masculino, femenino u otros). Con ello queremos aclarar que no usamos los tér
minos sexo y género como sinónimos, ni como uno derivado exclusivamente del otro.
113
mia feminista estadounidense, mientras que Chela Sandoval (2004) y
Gloria Anzaldúa (2004) son las teóricas que mejor representan el caso
de las mujeres chicanas. ,
Compartimos con Patricia Muñoz (20 1 1 ) la idea de que todas estas
categorías o variables identitarias tienen en común una condición
"antinatural": todas pueden ser provocadas y perpetuadas por políti
cas, agentes y estructuras de poder, pues se trata de complejas cons
trucciones culturales que responden a un contexto social y político
históricamente determinado. Reparamos así en el legado violento de
la esclavitud, el despojo de la conquista y el colonialismo, el entrama
do de poder heteropatriarcal, y las jerarquías económicas surgidas del
sistema capitalista. Podemos decir que se trata de fenómenos sociales
en el sentido fuerte del término "social", es decir, fenómenos que
construimos colectivamente dotándolos con unas características que no
les son propias, que no son "constitutivas" de su "naturaleza", sino que
nacen de nuestra propia relación con tales fenómeno, es decir, de
cómo lo problematizamos (Tomás lbáñez, en Santamaría, 2002).
En consecuencia, y siguiendo a Judith Butler (2007), entendemos
al sexo/género y resto de categorías identitarias en su dimensión per
formativa, esto es, como el resultado de prácticas sociales permanen
temente reproducida con base en normas sociales más o menos nego
ciadas. De esa forma consideramos las identidades en su carácter
relacional, alejándonos de posiciones esencialistas que impiden ver
las diferencias culturales, geopolíticas, económicas y sexuales que
habitan en el interior de cada una de ellas, dado que no hay identidad
individual o social que no esté apresada por la contingencia (Vallada
res, 2003). Por ello, la categoría "mujer" debe ser considerada desde
la diversidad y multiplicidad que la configuran, no asumiendo el tér
mino como un concepto homogéneo; por el contrario, consideramos
necesario hablar de mujeres en plural, evitando esencialismos e incor
porando la posibilidad de transformación identitaria en función de va
riables como la clase, lugar de origen y de residencia (rural-urbano),
grupo étnico de pertenencia, etapa del ciclo vital o nivel educativo,
entre otros factores que influyen en su discriminación.
En este punto es importante aclarar que junto a la necesidad de es
tar atentas/os ante el riesgo de esencializar las categorías de análisis
con base en las identidades, es importante a la vez superar los límites
del "construccionismo vulgar" sobre la "política de la identidad"
1 14
( identity politics ). De acuerdo con Kimberlé Crenshaw ( 1 995), esa in
terpretación simplista del construccionismo considera que "dado que
todas las categorías son socialmente construidas, no existen ni 'ne
gros' ni 'mujeres, ' y por tanto, carece de sentido continuar reprodu
ciendo esas categorías u organizándose alrededor de éstas". Obvia
mente una postura antiesencialista debe evitar los riesgos de caer en
un exceso de construccionismo, que llevaría en último extremo al in
movilismo social y a posturas universalistas homogeneizadoras.
115
diferentes investigaciones que la falta de atención de estas dimensio
nes refuerza el olvido institucional y la marginación de las muj eres
más vulnerables, pues como dice Sandra Freedman: "Mientras más se
diferencie una persona de la norma es más probable que experimente
múltiples formas de discriminación y es menos probable que reciba
protección" (Freedman, 2009, p. 1 1 ) .
De acuerdo con Carmen Expósito (20 1 2), a nivel académico pare
ce haber consenso en tomo a que la mejor manera de tratar las desi
gualdades múltiples es "la teoría feminista de la interseccionalidad"
(p. 2 1 6), la cual se convierte en un método de análisis sociológico que
permite interrogarse sobre la reproducción institucional de la des
igualdad. De esta forma, la perspectiva interseccional se er i g e en d
método de interpretación y abordaje más sofisticado para la identifi
cación de manifestaciones concretas de la desigualdad que afectan a
las mujeres. Siguiendo con la autora, junto a esta dimensión metodo
lógica tan importante para el trabajo académico e investigador, la
interseccionalidad parece además la manera lógica de integrar la di
versidad dentro del feminismo. Para Expósito, la aproximación inter
seccional puede ser entendida así mismo como un método de interven
ción social, y más concretamente como una estrategia política, que
mediante el tratamiento integrado de las desigualdades, contribuya a
diseccionar con más precisión las diferentes realidades en las que se
encuentran las muj eres, y por tanto, puede contribuir a mejorar la ac
ción política, dando respuesta a la heterogeneidad de las situaciones
que viven las mujeres.
En consecuencia, consideramos útil recurrir a la perspectiva inter
seccional como un marco analítico e interpretativo para explorar las
dinámicas de poder, los sistemas de subordinación y los regímenes de
desigualdad (y de privilegios) y su impacto en las identidades y pro
cesos sociales en tomo al sexo/género. A pesar del potencial de este
instrumento metodológico, su uso se mantiene a menudo en los már
genes de las metanarrativas de trabajo, por lo que se hace necesario
incorporarlo en nuestras investigaciones, poniéndolo en práctica
como herramienta de trabajo en el análisis de los fenómenos sociales.
En esta línea, la discriminación interseccional toma en considera
ción el hecho de ser mujer en sociedades patriarcales, inmigrante en
sociedades racistas, pobre en un sistema económico que privilegia
atesorar riqueza, mujer rural en sociedades que privilegian lo urbano,
1 16
discapacitada en sociedades altamente competitivas, anciana en so
ciedades donde el valor en alza es la juventud, mujer lesbiana o tran
sexual en sociedades altamente heteronormativas y homofóbicas y
transfóbicas, etcétera.
1 17
o grupo étnico responde mejor a las características de nación pluriét
nica y multicultural definida en el artículo 2 constitucional y confor
mada por la gran diversidad de pueblos indígenas que la habitan junto
con las personas mestizas. La población indígena conforma una mi
noría con relación a la población total en México (casi 1 5%, que equi
vale a algo menos de 1 6 millones de personas}, sin embargo, están so
brerrepresentados dentro de los indicadores de pobreza, pues más de
70% de las personas indígenas son pobres. En el caso concreto de las
mujeres la situación de alta vulnerabilidad en la que se encuentran es
aún mayor pues su condición étnica y de clase se conjuga e intersec
ciona con la de género.
Clase social: Esta categoría cobra especial relevancia en un siste
ma social que todavía clasifica a la gente en función de sus ingresos,
y que, dadas las extremas desigualdades económicas existentes en el
mundo, tiene a más de mil millones de personas sumidas en la pobre
za, con casi nulas posibilidades de mejora. Cuando esta categoría se
conjuga con la discriminación por razones sexo-genéricas sucede que
siete de cada diez personas que mueren de hambre en el mundo son
mujeres y niñas. El problema de esta intersección es que la falta de re
cursos económicos lleva aparejada además la pérdida de otro tipo de
capitales (culturales, sociales, etc.) que en conjunto colocan a las mu
jeres pobres en posiciones de especial desventaja e inferioridad.
Entendemos la pobreza como una violación de los derechos fun
damentales de las personas, que por tal motivo no basta con ser redu
cida, debe ser erradicada. Diversas autoras insisten en que la pobreza
y la desigualdad no son condiciones inmutables, sino más bien, son
producidas y reproducidas por factores, actores y arreglos institucio
nales tales como las políticas macroeconómicas neoliberales. Así por
ejemplo, para la economista nórdica Else 0yen (citada en Muñoz,
20 1 1 ), la pobreza es la consecuencia de las dinámicas de poder a las
cuales las instituciones internacionales contribuyen mediante sus pro
gramas y políticas. 0yen enfatiza el carácter no natural de la pobreza
y asume que es producida y reproducida por sistemas hegemónicos,
cuya naturaleza es necesario desenmascarar. Agrega que los progra
mas de alivio de la pobreza de las últimas décadas no son críticos de
las causas estructurales que la generan ni de la correlación de fuerzas
que la producen, menos aún de los agentes que las ejecutan. Ello se
explica por una falta de interés y de voluntad política: el objetivo es, a
1 18
decir de la autora, "evitar crear un conflicto donde los agentes creado
re s de pobreza puedan ser desafiados o cuestionados. Un modelo ar
monioso es más cómodo que uno conflictivo". En este sentido, habría
que completar el tema como hace Antonio Catanni (citado en Muñoz,
20 1 1), quien aborda las desigualdades socioeconómicas no única
mente con relación a la pobreza, sino también con relación a la "ri
queza extrema": por ejemplo, no debería abordarse el estudio de la
pobreza estructural de las mujeres indígenas mexicanas sin incluir el
análisis de la riqueza extrema de personas multimillonarias como
Carlos Slim y otras.
Edad: Los estudios que analizan el estatus de privación de dere
chos de las niñas y de mujeres adultas mayores en Latinoamérica
(Chiarotti, 2003) sugieren que el factor generacional y la pertenencia
a distintos grupos etáreos se entrecruza con otras dimensiones de sus
identidades mediante el ciclo de vida y que esta interseccionalidad in
tensifica su aislamiento y exclusión. Ejemplos de ello serían los casos
de las menores de edad desaparecidas en Querétaro o asesinadas en
Ciudad Juárez con total impunidad, casos de pederastía (denunciados
por Lydia Cacho) e incesto en el ámbito familiar, o la muerte de la an
ciana Emestina Asensio tras una violación tumultuaria por miembros
del Ejército Mexicano, en todos los cuales la edad opera como un fac
tor de riesgo para la garantía de sus derechos fundamentales.
Diversidad sexual: Esta discriminación hace referencia al modo
en que la distinta identidad u orientación sexual opera dentro de la
opresión heteronormativa que viven las mujeres lesbianas o transe
xuales, opresión intensificada por el mito cultural de la familia como
institución nuclear y heterosexual, y el mito de la complementariedad
entre los sexos, los cuales, con base en una lógica binaria imperante
(e interesada), han sido reducidos desde el discurso científico hege
mónico a sólo dos variables: hombres y mujeres, a pesar de la diversi
dad sexual presente en la realidad social. Hoy, países como Nepal, Pa
kistán, Bangladesh, Alemania o Australia ya reconocen en sus
legislaciones la posibilidad de un tercer sexo o género.
Diversidadfuncional: Esta categoría es quizá una de las últimas
en incorporarse en los estudios de la interseccionalidad. Con ella se
está haciendo referencia a las mujeres con capacidades diferentes, fi
sicas o psíquicas, que las colocan en una situación de especial vulne
rabilidad, en el acceso a la educación, el trabajo, la participación polí-
1 19
tica, y la justicia, lo que resulta especialmente grave en el caso de
sufrir violencia. Sin duda la promoción de la competitividad desde el
sistema económico propicia la exclusión y discriminación de quienes
no coinciden con los estándares de competencia que cada vez más nos
impone el capitalismo bajo la idea del citius, altius, fortius (más rápi
do, más alto, más fuerte). Por otro lado, la sociedad de consumo ali
menta una cultura frívola, hedonista y superficial en torno al perfect/
beauty body, reduciendo el cuerpo a una forma de consumo más, que
fomenta cánones estéticos normativos, estandarizados y homogenei
zantes y deja fuera aquellos cuerpos que no se adscriban a las narrati
vas dominantes o no encajen en la norma estética del momento.
Es necesario aclarar que partimos de la idea de que la lista de dife
rencias sociales o categorías de diferenciación no es cerrada o ex
haustiva, pues responde a luchas sociales por la conquista de dere
chos políticos, que por lo mismo siempre incluyen un elemento de
construcción. Por tanto, se van incorporando nuevas categorías de aná
lisis según se va logrando el reconocimiento de nuevos sujetos políti
cos y epistémicos que hasta entonces estaban invisibilizados en enfoques
homogeneizadores y universalistas. De este modo proponemos enten
der las categorías de dominación como un proceso, abierto y dinámi
co, por lo que se podrían ampliar a otras como: mujeres afectadas por
el virus VIH/sida, residencia urbana/rural, mujeres en situación de:.
prostitución, estar presa en un centro de detención, ser desplazada, re
fugiada o asilada política, etcétera.
Creemos, además, que en sentido estricto el análisis interseccional
debe incluir todas las mujeres, incluso aquellas que por diferentes cir
cunstancias gozan de posiciones de poder y privilegios, como sería el
caso de las mujeres blancas, heterosexuales, económicamente privile
giadas, sin importar donde estamos ubicadas, y hacernos responsa
bles de ese poder, pues como ilustran Alda Facio et al. (20 1 2), la in
tersección crea jerarquías que como cualquier jerarquía presupone
también privilegios:
1 20
su vida. Una mujer con una discapacidad en Suecia puede tener privile
gios de clase y nacionalidad que no goza una mujer africana no discapa
citada pero a su vez, una mujer africana profesional y heterosexual pue
de gozar de privilegios que no gozan una gran cantidad de lesbianas en
todo el mundo. Una mujer joven de Malasia puede tener privilegios que
no goza una mujer vieja y pobre de Francia. Y así ad infinitum. Una ama
de casa del golfo, puede tener muy limitada su libertad de transitar libre
mente por su ciudad pero tiene privilegios económicos que nunca verá
una empleada doméstica de Filipinas (p. 1 8).
El transfeminismo
121
mativo, etc. En coherencia con tales planteamientos, desde un enfo
que no esencialista y sensible a la diversidad de experiencias, plantea
mos la perspectiva interseccional como un medio para descolonizar el
conocimiento e identificar otros sistemas de poder y dominación que
pueden estar operando a la vez que el de sexo/género contra las muje
res. Así entendido, el prefijo trans introduce un concepto dinámico,
no fijo, no acabado, haciendo referencia a un proceso abierto a otras
categorías más allá del sexo/género, es decir, abierto a la diversidad.
Busca trans-itar hacia/ interrelacionarse con otros devenires minori
tarios (en realidad minorizados por los grupos hegemónicos). Consi
dero que el transfeminismo coincide en parte con la teoría queer (des
marcándose también aquí del feminismo clásico) al posicionarse
contra la supuesta separación entre el ámbito biológico y el ámbito
social que aparentemente representan los conceptos de sexo y género
respectivamente, pues en realidad ambos responden a construcciones
sociales discursivas ya que las diferencias sexuales son construidas
también, al igual que las de género, a partir de discursos sociales y
científicos : los cuerpos sexuados no son entidades ahistóricas o
transculturales que surgen desde un supuesto estado de naturaleza
neutral, con carácter previo al lenguaje y la cultura, sino que por el
contrario se construyen a partir de/y en tomo a significados cultura
les. De igual forma se desmarca de la lógica binaria y dicotómica que
reduce cada uno de esos conceptos a sólo dos variables posibles
(hombre/mujer, masculino/femenino).
Así entendido, el (trans)feminismo es una cuestión que nos in
cumbe a todas y todos, también a los varones, pues el sistema hetero
patriarcal los coloca en un lugar lleno de conflicto en ese juego de las
masculinidades, que incluiría, siguiendo a Sayak Valencia (20 1 O):
1 22
discriminación de las mujeres, sin cuestionarla ni tratar de
desarticularla (p. 1 83).
• La marginalizada, propia de los sujetos endriagos del capita
lismo, quienes ante el riesgo de desvirilización por la crecien
te precarización laboral que les impide erigirse en macho pro
veedor, la ejercen mediante prácticas hiperviolentas, como
una forma de agenciamiento subjetivo con la que proveerse
de una identidad masculinista que les brinde un sentido de
pertenencia dentro del capitalismo heteropatriarcal. En este
sentido, el recurso a la violencia extrema opera a la vez como
una herramienta de empoderamiento y de adquisición de capi
tal (p. 90).
Bibliografía
1 23
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1 25
PORNOVÁLIDOS Y MINUSGRÁFICOS*
• Este texto fue presentado como ponencia en el VI Congreso del Cuerpo Descrifrado
en el grupo de trabajo VI, "Representaciones del Cuerpo y sus Placeres en Ja Cultura Vi
sual Contemporánea: Pospomografia y Estudios Visuales'', coordinado por Fabián Gimé
nez Gatto y Alejandra Diaz Zepeda.
•• Beatriz Preciado y Sandra Femández (s. a.), Debate público. Sesión 2 Despatolo
-
1 27
seccionalidad biotecnológica" y al peso que tiene un cuerpo que exis
te, late y respira, pero que no se ajusta a la norma de lo que el discurso
hegemónico incluso ha dado en llamar natural. "Herculine introduce
una serie de discontinuidades irreparables en esa cadena causal de
producción de sexo, que la llevarán a convertirse no sólo en un espec
táculo médico, sino también en una monstruosidad moral" (Preciado,
2007b).
Herculine Barbin habita su cuerpo como un espacio simbólico
violentado, invadido e intervenido por la presión médica de ajuste
normativo. La decisión que toma al convertirse en Abel es un cambio
originado por la somatopolítica del siglo XVII bajo la necesidad ri
gurosa de mantener la relación entre genitalidad, identidad sexual y
performatividad del género. El cuerpo de Herculine es un campo de
batalla, pero al mismo tiempo es un cuerpo que sobrevive a sus su
puestos defectos; a pesar de ser pensado( a) como un error de la natu
raleza, su organismo es completamente funcional dentro de los lími
tes de la intersexualidad a nivel de salud. Lo que mató a Herculine no
fueron los fuertes dolores que le sobrevenían por su condición fisioló
gica intersexual, sino la presión ejercida por dispositivos de control y
mecanismos "patologizadores heterocentrados y corpo-colonizan
tes".
Los cuerpos anormales, discapacitados, o inválidos, son justamen
te inválidos en dos sentidos : el primero implica una supuesta defi
ciencia fisica al compararlos con los cuerpos políticamente correctos,
completos y normales; la segunda habla de una invalidez sociopolíti
ca, donde estas subjetividades fisuradas no están legitimaaas ante el
poder, y no forman parte de las representaciones culturales de los
cuerpos y las sexualidades. Particularmente, esta invalidez es causada
por un estratégico mecanismo de invisibilización y espectralización
de lo "no normativo", pues dentro del imaginario de la producción y
reproducción tecnológica del género y la sexualidad no se piensan
cuerpos que no sean compatibles con los estándares culturales legiti
mados ya que éstos representan abominaciones que conviene mante
ner en las periferias -minorías marginadas por la falta o sobra de ele
mentos fisico-fisiológicos- que en su mayoría no pueden cumplir con
el fin último gestionado por el biopoder: la reproducción. Esta caren
cia de fuerza de trabajo y de reproductibilidad de cuerpos válidos para
el sistema es lo que mantiene a los deformes sin capacidad y sin valía.
1 28
El miedo que guarda el poder ante la posible deformación del género,
el sexo y los cuerpos está vinculado a la espectacularización de las
prácticas sexuales entre discapacitados. El morbo que ocasiona ver a
dos amputados sosteniendo relaciones sexuales es gestionado por el
Estado y el poder, algo que bien podríamos llamar: "acrotomopolíti
cas de la visualidad".
Desde el fenómeno conocido como Cripples Movement (la teoría de
los tullidos) -movimiento por los derechos de los discapacitados,
desarrollado en Alemania alrededor de los años ochenta- se han esta
blecido líneas de acción en oposición a la forma de colocar en catego
'
ría de inservibles a los cuerpos diferentes; al igual que la lucha por
mejores condiciones y trato en los hospitales y centros médicos como
demanda por el abuso de poder por parte del sector salud sobre los
menos favorecidos. Justo ahora viene siendo tiempo de crear un nue
vo Cripple Tribunal, una ética de los deformes, un plan de ataque que
no sólo dignifique y resalte los cuerpos "dañados", sino que incluso
desarrolle un eje de acción mediante la autodeformación.
1 29
mutilados, deformes y marginados visibilizándolos y entablando una
red de acción política que dignifique y legitime a los cuerpos por sus
singularidades, y los conecte con las post-identidades: el cyborg, lo
trans, cuerpos parlantes, softwares en oposición que cobran dimen
sión en cuerpos venideros, cuerpos aún ocultos, cuerpos que por per
manecer lejos de la norma son ininteligibles de acuerdo con la cons
trucción visual de lo completo y bien diferenciado; la ambigüedad y la
monstruosidad permanecen ilegibles para el ojo colonizador e invasi
vo de los suj etos alienados por las biotecnologías del género y de la
construcción visual, la "acrotomopolítica del imperio heterocentrado".
Acrotomopolíticas de la visualidad
1 30
pora a los estándares de una cultura dominante, nos encontramos con
el hecho de que de alguna forma tod*s nos hallamos bajo cierto régi
men somatopolítico que nos convierte en tullid* s, de manera que
cualquier cuerpo, en tanto su incapacidad para acceder a los ideales
del poder, tanto sociales como cosméticos, está en vísperas de ser am
putado del discurso dominante y constituirse como un cuerpo social
mente y políticamente abyecto.
Josito, un joven originario de Madrid, a los 23 años de edad y con
una lesión medular a la altura de la cervical número 6, la cual le impi
de mover las piernas, estelarizó la serie de películas porno Querer es
poder (20 1 0), que se vende bajo el eslogan homónimo, las ganancias
que produzca la cinta son donadas para la investigación en lesiones
medulares con tal de encontrar formas de mejorar la "calidad de vida"
de las personas que sufren alguna condición parecida a la suya. En
una entrevista realizada a este joven actor porno, a la pregunta: ¿cómo
crees que se pude vencer el miedo a los discapacitados?, responde:
Aquí estoy yo para que vean que somos personas normales, nada más
que sentadas en una silla. Podemos follar como cualquier otra persona y
podemos hacer muchísimas otras cosas que nos propongamos. Desde
aquí les digo a las mujeres que no tengan miedo y que experimenten con
personas en mi situación, se lo van a pasar muy bien" (Josito, 2006).
131
ticularidad del cuerpo que vemos follando en pantalla, como un cuer
po "discapacitado" (wheelchair shot); sin embargo, Josito expresa su
deseo por reivindicarse desde la "normalidad", mientras paradój ica
mente, sobre su silla de ruedas se convierte en lo diferente y anormal.
Este tipo de cortes entre las visualidades y las enunciaciones corres
ponden justamente a las acrotomopolíticas, que se encargan de disfra
zar y dejar fuera de cámara aquellos aspectos que podrían reivindicar
y empoderar de manera contundente a estos cuerpos considerados
como discapacitados y anormales. Querer es poder no es otra cosa
más que porno mainstream sobre silla de ruedas, que termina por es
pectacularizar y comercializar el cuerpo discapacitado como un fenó
meno correspondiente a la sección del porno bizarro y no por ello me
nos normativo. A pesar de que las ganancias de la cinta van destinadas
a un fin altruista, eso no descarta el uso del cuerpo "discapacitado"
como un espécimen etnográfico de una geopolítica del cuerpo, donde
se exhibe y coloniza a los sujetos mediante un discurso que acentúa
sus diferencias como particularidades específicas, al margen de las ra
rezas o curiosidades.
Otro ejemplo de la intervención de las acrotomopolíticas en la cul
tura visual y la gestión de los cuerpos discapacitados o incompletos,
es el caso de Viktoria Modesta y The Alternative Limb Project. Vikto
ria es una modelo, músico y cantante británica de 27 años de edad,
que a partir de una negligencia médica en su nacimiento, contrajo
problemas permanentes en su pierna izquierda, razón por la cual en
2007 decidió amputarse voluntariamente de la rodilla para abajo, con
virtiéndola en una figura famosa por desafiar los estándares cosméti
cos modernos como una de las abanderadas de la belleza alterada.
The Alternative Limb Project es desarrollado por Sophie de Oliveira
Barata, quien se especializa en prostéticos para el cine y la televisión,
ha decidido crear prótesis personalizadas especialmente para perso
nas que les hace falta alguna extremidad, como en el caso de Viktoria,
quien ha utilizado varias de estas piezas en pasarelas, entregas de pre
mios y fotografias cómo imagen para su proyecto artístico y musical.
Tal fue el caso de Crystallized Leg utilizada por Modesta en la cere
monia de clausura de los juegos paraolímpicos de Londres en 20 1 2,
donde interpretaba a la Reina de las Nieves (Ice Queen). Otras piezas
van desde aditamentos cyborg en prótesis realistas hasta brazos con
serpientes enrolladas en ellos, pasando por piernas florales al estilo de
1 32
la porcelana china. Ambos proyectos, tanto el de Viktoria como artis
ta y cantante y el de Sophie como una opción de construcción protési
ca no convencional, responden a la necesidad de la reivindicación de
los cuerpos minusválidos y al cuestionamiento de dicho emplaza
miento de minusvalía, sin embargo, el efecto acrotomopolítico se
hace presente en sus coqueteos con el mundo del espectáculo y la
moda. Si el propósito de The Alternative Limb Project fuera el de
otorgar diferentes opciones a las personas que se les considera disca
pacitadas para una mejor "calidad de vida'', entraría en debate la fun
cionalidad de las prótesis, las cuales no muestran algún tipo de mejo
ra en términos de acoplamiento o rendimiento fisico, sino que impera
en ellos un efecto estético de lo no convencional, además de proble
matizarlo desde el hecho de que se reitera la idea de la incompletud
como un aspecto negativo y corregible en los cuerpos diferentes o
"discapacitados", otorgando de nueva cuenta un peso excesivo al ré
gimen dominante de lo completo y bien diferenciado. Por otra parte,
Viktoria Modesta, al convertirse en una figura del espectáculo, es
también un producto de consumo que a su vez vende una idea deter
minada de belleza, la cual no pareciera estar respondiendo de manera
contestataria a los regímenes establecidos de la feminidad construida
desde una visión masculina. Al contrario, parece buscar dicha alterna
tividad al entrar en esa misma dinámica de la fetichización machista
del cuerpo femenino y así convertirse en una top model con piernas
intercambiables como las de la muñeca Barbie que se venden por se
parado y a muy altos precios.
Keira Roche, presidenta de Limb Power, asociación que ofrece re
habilitación a personas con miembros amputados, adquirió la prótesis
Floral Leg y participó en una sesión fotográfica para The Alternative
Limb Project, exhibiéndola orgullosamente; a lo cual añade: "Perder
una extremidad tiene un profundo impacto en la autoestima y en la
imagen fisica. Tener una pierna preciosa y artesanal te hace sentir es
pecial y valioso" (20 Minutos, 20 1 3). Sería interesante cuestionar si
ese impacto del que se habla no viene gestionado por las acrotomopo
líticas de la visualidad y si dicha sensación de horror a lo incompleto
no corresponde a un mecanismo del biopoder.
1 33
Apología de la silla de ruedas
1 Colectivo transfronterizo de performance y arte del cuerpo fundado desde 1 993 por
Guillermo Gómez Peña, Roberto Sifuentes y Nola Mariano.
1 34
das que era impulsada por la capacidad de tracción de Juárez, quien
portaba una máscara de caballo y utilizaba sus brazos para impulsarse
hacia delante. Esta acción e imagen confronta de manera contundente
los estereotipos sobre el cuerpo "discapacitado" que aquí es retratado
como un suj eto empoderado. Gracias a su composición estética nos
encontramos frente a un carro romano que nos remonta a tiempos mi
tológicos, visibilizando que la hibridación entre bestias y humanos no
está nada lejos de los efectos del cuerpo protésico y la figura del cy
borg actual. Aquí la silla de ruedas es transformada de manera radical,
pasando de un aparato médico al que el cuerpo está condicionado y
del que no se puede desprender, a un trono-carro de batalla que sale
triunfal ante la mirada de los espectadores. Otra pieza de performance
que aborda el cuerpo discapacitado fue realizada por el artista perua
no Giuseppe Campuzano en colaboración con Germaín Machuca du
rante la muestra "Museo Travesti del Perú" en Lima, en febrero de
20 1 3 . La pieza llevaba por nombre Las dos Fridas y consistía en la
aparición repentina de ambos artistas, haciendo referencia al cuadro
de la artista Frida Khalo, conocido bajo el mismo nombre que el per
formance, con la particularidad de ser enunciado desde la condición
del cuerpo enfermo y doliente de Campuzano, quien era llevado en si
lla de ruedas a través de la exposición por Machuca, ambos vestidos
entre la estética camp, el código SM2 y la imaginería del arte popular,
entre flores, arneses, largos vestidos de color pastel y aparatos ortopé
dicos, además de portar un maquillaje que evidenciaba la fusión entre
el glamour del movimiento drag y la precariedad de la enfermedad.
La mitad del rostro de ambos artistas estaba maquillada de sobrema
nera mientras en la otra permanecía la piel pálida y sin expresión, am
bos rapados, sin cabello alguno o cejas, hacían una clara y agridulce
evocación al aspecto de un cuerpo compartido en estado terminal.
Juntos recorrían la muestra mientras desenrollaban una larga man
guera de plástico color rojo que estaba unida al pecho de ambos artis
tas en donde se encontraba un sagrado corazón. Machuca ayudaba a
Campuzano a cortar la manguera con unas tij eras, como eco del cor
dón rojo que se corta para las inauguraciones al tiempo que hacía una
resignificación de la unión entre dos mundos dividos, también presen-
1 35
te en la obra pictórica antes mencionada. Las dos Fridas muestra una
recontextualización del cuerpo colonizado por la enfermedad, convir
tiéndose en un cuerpo autoexhibido, que lejos de pasar como "fenó
meno" o "espécimen" debido a sus particularidades, se transforma en
un cuerpo discapacitado/multicapacitado que se reinventa y se cons
truye a sí mismo. Si desde una perspectiva trans, todo tipo de indu
mentaria y artificio sobre el cuerpo constituye en sí mismo un traves
tismo, no sólo el labial, el bigote, las corbatas, las pelucas o los
tacones, sino también la silla de ruedas, se convierten en una tecnolo
gía protésica del cuerpo, extensiones que permiten ampliarlo y multi
plicarlo.
Si en Querer es poder es la silla de ruedas la que otorga sentido al
cuerpo de Josito, encadenándolo y suj etándolo a sus diferencias,
en estos tres ejemplos y desde el arte del performance notamos como
este condicionamiento del cuerpo minusválido, encamado en la silla
de ruedas, es problematizado y transformado en espacios de acción
política y de empoderamiento del cuerpo que se revela en contra de
los supuestos hegemónicos que rigen a los referentes culturales de
las corporalidades. La silla de ruedas, presente en la crítica ácida a las
cargas ideológicas represivas que pesan sobre las muj eres realizada
por la Congelada de Uva y en el planteamiento transfronterizo y deco
lonialista del discurso poshistórico de la Pocha Nostra, así como en la
crueldad poética y quimérica del travestismo convaleciente de Cam
puzano, integra sólo algunos de los planteamientos artísticos que lo
gran desarticular las relaciones de poder que operan sobre el cuerpo.
Latinoamérica inválida
1 36
al obispo fray Juan de Zumarraga; al desplegar el ayate donde había
llevado las flores, apareció la imagen de la virgen impresa en la tela.
Esta historia del milagro de la Virgen de Guadalupe dio origen al gua
dalupanismo y funcionó a la vez como parte de un proceso de coloni
zación y adoctrinamiento cultural bajo el catolicismo, pensando en
avanzar lo antes posible de aquel espacio precolombino y mágico a
un México institucional y religioso. La figura de Juan Diego es cru
cial para la creación de un mito en común poscolonial y por ello el in
terés de hacer una recontextualización actualizada de tal figura, la
cual es realizada desde el cuerpo enfermo o minusválido como metá
fora del daño ocasionado a las comunidades indígenas por el progreso.
Juan Diego tullidx aparece con una pierna amputada, sentado sobre
una silla de ruedas adornada con flores, y la imagen de la Guadalupa
na vuelve a aparecer en las tapas de las ruedas como si se tratara de un
carro alegórico o de un vehículo deportivo mejorado adornado con la
estética chicana. La fotografía habla de un cuerpo mestizo y convale
ciente. La silla simboliza la fe y sus mutaciones actuales sacándola de
los templos y poniéndola en las calles. Mi propio cuerpo enfermo y
amputado se convierte en un espacio político, que a manera de ma
queta, que proyecta una realidad específica encamando la situación
actual de Latinoamérica. Se trata de un desplazamiento político hacía
el sur. Las incorporaciones de la Queer Theory al espacio latinoame
ricano sudaca-mextizo, sin construir un debate y aplicar reconfigura
ciones sustanciales en sus planteamientos, resulta un intento estéril de
poca incidencia, y en el peor de los casos un accidentado proceso de
colonización desde la violencia epistémica. Es imposible hablar de
estos mecanismos de desactivación de la normativización del cuerpo
en las Américas sin antes rescatar la dimensión chamánica de sus rea
lidades, así como lo mágico-ritual del imaginario simbólico latino y
sus respectivos pasados precolombinos en relación con sus caóticas
situaciones actuales. Hablamos de paisajes contradictorios que alojan
espacios de primer mundo y cuarto mundo, megaciudades y casas de
cartón.
Es claro que los engranajes sobre los cuales se desarrolla la discu
si ón alrededor de las corporalidades fisuradas, llegan a Latinoamérica
in cidiendo en la configuración de relaciones de poder y de visualidad.
En Méxicq las políticas públicas albergan un espacio para disca
pacitad*s, mujeres y niñ*s, pero desde un eco del Estado-benefactor,
1 37
con políticas que no solucionan el problema de raíz, sino que propor
cionan cierto tipo de servicios o herramientas que dan oportunidades
superficiales y poco reflexivas sobre las necesidades reales de dichas
comunidades marginadas: rampas para sillas de ruedas, separación de
los vagones del Metro entre hombres y mujeres, programas de inte
gración cultural para invidentes que contemplan la utilización del ba
rro para que se expresen por medio del tacto, etc. Entonces, ¿cuáles
son las estrategias que pueden ser tej idas desde nuestros supuestos es
pacios de desventaja? ¿Cómo trazar alianzas con estas comunidades o
grupos físicos o simbólicos, para actuar desde nuestros defectos y
nuestras minusvalías? ¿Cómo convertir nuestros cuerpos en armas
que combatan los tratamientos medicoclinicocientíficos y culturales,
que nos asumen como "enfermos", "incompletos" o "de capacidades
especiales"? Es tiempo de generar discursos que rescaten estos cuer
pos raros, sin caer en una discusión plenamente transformativa que
deconstruya por completo a dichas identidades latinas. Tiempo de en
contrar las armas que desmantelen la casa del amo, de hablar de un
apocalipsis chilango, de cuerpos diferentes y de la activación política
de los que no somos más que el blanco preferido de las acrotomopolí
ticas y el ojo morboso que insiste en espectacularizarnos y exotizar
nos como "otros", "extranj eros", "extraños", "incompletos", "fraca
sados", etc. Quizá el arte del cuerpo es el espacio más acertado para
insertar nuevas posibilidades de modificación corporal que descentra
licen la idea del "cuerpo sano y completo" como el cuerpo hegemóni
co, que logren descomponer los yugos de la exotización mediatizada,
como parte de un importantísimo diálogo entre las teorías vertidas
desde el norte y las traducciones chafas, wachas, piratas, chacas y po
chas de lo queer a lo cuir, en tanto la luchas en contra de la opresión y
las desigualdades.
Latinoamérica es inválida, devaluada va en silla de ruedas, mule
tas, con moretones, con diálisis, con puntos, con costuras, con bala
zos, con dedos mutilados, decapitada, secuestrada y violentada. Lati
noamérica es inválida para el proyecto político de Occidente y lo ha
sido desde siempre: colonizada, afrancesada, vendida. Latinoamérica
fue inválida para las feministas blancas de la primera ola, para l*s
teóric*s de nueva orden, para lo queer y para sus exigencias. Latino
américa es inválida pero útil como ama de llaves, afanadora, como
obrero sin prestaciones, como narcomenudistas, como sicarios, como
138
coyotes, como indocumentados. Latinoamérica se desplaza hacia el
sur con la fuerza de desprendimiento de Baj a California SUR. Latino
américa es inválida y habremos de hacer pesar lo inválido.
Bibliografía
1 39
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1 40
ACTIVISMO SEXOPOLÍTICO EN CHILE : UNA
MIRADA A LA ESCENA CONTEMPORÁNEA DESDE
LAS VIVENCIAS DE VARONES NO HETEROSEXUALES
Rodrigo Lara-Quinteros
141
Desde dicho contexto al escenario actual se han evidenciado, pese
al paso del tiempo, rupturas y continuidades tanto en la orgánica
como en los actores-actrices y las problemáticas puestas en la agenda
social vinculada a lo sexual, pero lo cierto es que la constante está
puesta en que la historia debe ser escrita desde sus protagonistas, por
lo cual la presente propuesta recoge extractos de una investigación
llevada a cabo durante 20 1 3 en Santiago de Chile, la cual desde las vi
vencias de varones no heterosexuales que realizan activismo sexopo
lítico entrega antecedentes respecto a la configuración de estos movi
mientos y organizaciones, revelando a su vez las bases y fundamentos
ideológicos que las sustentan, sus características, las motivaciones
subyacentes, la percepción de logro e impacto desde la praxis, y la
vinculación con la biografía de estos activistas.
Dicha investigación tuvo una duración aproximada de un año, fue
de carácter cualitativa con una mirada comprensiva desde los relatos de
vida (Sautu, 2004),y tuvo por obj etivo central rescatar el proceso
de construcción de masculinidades en varones no heterosexuales que
realizan activismo sexopolítico; asimismo, resulta vital revelar en tér
minos epistemológicos que existe la intención de generar saberes que
no solamente se producen en interacción, sino que también son anali
zados y leídos por un investigador que también es un varón no hetero
sexual, que es partícipe de activismos sexopolíticos desde aquel lugar
identitario no hegemónico.
En este sentido, en la investigación sobre las muj eres y otros gru
pos históricamente silenciados se debe renunciar a la postura de neu
tralidad del supuesto conocedor como espectador, para dar pie a una
"parcialidad consciente basada en la identificación parcial" (Mies,
2002, p. 78); esta identificación implica reconocer aquellos elementos
que de alguna u otra forma unen a la investigadora o investigador con
el "obj eto" de estudio y ponerlos en escena y es así como este elemen
to junto a la afectación e interés son elementos fundamentales de las
investigaciones feministas; la afectación implica reconocer los víncu
los que unen al/a investigador/a con "los/as otros/as" y en él se en
cuentran presentes, aunque sea de forma implícita la conciencia de
ser afectado/a, la rabia, la crítica y análisis, y el catalizador para la ac
ción; en esta conjunción de elementos es donde se sitúa la convicción
respecto a la necesidad de transformaciones sociales (Mies, 1 998).
1 42
El estudio contó con la participación de siete varones que autode
finieron o problematizaron su identidad desde una matriz no hetero
sexual y que hayan participado al momento de la investigación en al
guna agrupación, colectivo o instancia de activismo político que
tenga como principal foco la reivindicación de algún tipo de derecho
de carácter sexual. Todos los entrevistados resultaron ser personas jó
venes, entre 2 1 y 3 1 años, pese a que no se definió previamente un cri
terio etario.
En cuanto a los resultados de investigación, éstos evidencian cin
co ejes analíticos de relevancia: bases y fundamentos, caracterización
de la praxis, motivaciones subyacentes, valor atribuido y percepción en
torno a los eventuales resultados, logros e impactos del activismo se
xopolítico.
Un primer apartado da cuenta de las bases y .fundamentos que se
encuentran en el núcleo de su praxis sexopolítica, siendo el lugar des
de donde argumentan su quehacer tanto a nivel teórico como práctico.
En ese sentido, el primer elemento que sale a la luz guarda relación
con el concepto mismo de activismo sexopolítico, el cual es proble
matizado en términos de que para ellos éste debe estar enfocado en el
cuerpo y en la vida cotidiana, apuntando a la necesidad de crear espa
cios donde lo cotidiano se transforme en una práctica política.
Se plantea al cuerpo como un lugar donde se asienta el "deber ser"
y por lo mismo debe ser recuperado en el trabajo político, desde luga
res como el aborto o el VIH, dando cuenta a su vez de la transversali
dad de ciertas temáticas en la agenda del país. .
Respecto al concepto de género, tiene una concordancia compren�
·
siva con el planteamiento anterior, en términos de que éste es entendi-
do como una forma de opresión que se vincula a otras estructuracio
nes sociales como la clase y la raza, y es desde ahí donde varios
entrevistados coinciden en que estas luchas son indivisibles en tanto
todos/as están en situación de opresión.
El ejercicio de la sexualidad también es un eje importante de ac
ción en el activismo sexopolítico en tanto es visualizada como un
campo del placer, de la búsqueda del goce, elemento que se considera
contrapuesto a los discursos que el Estado manej a al respecto, en tan
to desde ese lugar se promueven miradas ligadas a la prevención de
enfermedades, infecciones y de la concepción no deseada. Vinculado
a la anterior, resulta relevante la noción de práctica sexual, que es en-
1 43
tendida como un lugar distinto y de mayor relevancia que el de iden
tidad sexual, en tanto para los activistas permite no limitar las posibi
lidades sexuales de las personas, quienes no necesariamente tienen
que identificarse con las categorías clásicas de heterosexual, lesbiana,
gay y bisexual.
La noción de feminismo es visualizada por los activistas como una
base de lo que es su activismo, no pudiendo ser disociado de las rei
vindicaciones de la diversidad/disidencia sexual puesto que implica
luchar contra el patriarcado, el cual dentro de sus aristas tiene la hete
ronormatividad o heterosexualidad obligatoria como uno de sus bas
tiones. El feminismo se vincula también con lo mencionado previa
mente respecto al lugar central del cuerpo en el activismo y como un
obj etivo del feminismo radica en liberar al cuerpo de las imposicio
nes sociales, como por ejemplo las prohibiciones en tomo al aborto o
al ejercicio libre de otras sexualidades. Asimismo, el feminismo se
entiende desde estos activistas como una forma política de leer la so
ciedad que evidencia las relaciones de poder que se tejen entre hom
bres y mujeres y cómo éstas están cruzadas por otras variables como
el género y la clase.
Un segundo aspecto relevado en el estudio apunta a la caracteriza
ción de los activismos sexopolíticos que los participantes construyen y
desarrollan. En esta línea, un elemento compartido apunta al carácter
exploratorio de la praxis política, cuyo bastión de lucha se sitúa en el
investimento de crítica (sexo)política a la vida cotidiana, lo que a su
vez conlleva analizar las relaciones con otros/as, los afectos, los de
seos, los sentimientos, etc., para primero desprenderse en la medida
de lo posible de elementos que produzcan dolor -desde una perspecti
va reparatoria de las propias vivencias de exclusión- y a la vez cola
borar en una transformación de su entorno más inmediato. Es desde
este lugar que se releva la noción de un activismo situado principal
mente en lo micropolítico, como es posible de visualizar en el siguien
te planteamiento: "yo creo mucho en la fuerza expansiva del amor, y
creo que cuando uno se para como desde el amor, puede lograr mu
chas cosas ¿cachai? Y yo lo he comprobado po ' , yo he sido como un
impacto positivo en las vidas de mucha gente, que ha estado o está
cerca de mí ¿cachai? Tanto en lo personal como en lo político" (P.)
Un ejemplo del activismo micropolítico es el trabajo que realizan
algunos de los entrevistados en materias de consejería entre pares, lu-
1 44
gar desde el cual se elaboran problemáticas con personas general
mente no heterosexuales desde una mirada que facilite el empodera
miento y que evite la victimización, desde donde también es posible
autoelaborar los propios duelos biográficos. Asimismo, se visualizan
multiplicidades de formas de realizar activismo, por medio del arte,
de performances, de conversatorios, manualidades, etcétera.
Otro elemento central que visualizan varios entrevistados alude a
los vínculos que se establecen entre los/as compañeros/as de activis
mo; es aquí donde se menciona la noción de "manada", que guarda
relación con el compañerismo y con la profundidad de los afectos in
volucrados entre los/as activistas, en muchos casos analogado a una
familia que sirve como resguardo frente al daño provocado por otras
instancias y por la exposición propia que implica el activismo sexo
político. Cabe destacar que de acuerdo con los entrevistados, estos
elementos generan también que los colectivos o grupos a los cuales
ellos adscriben no cuenten con una estructura jerárquica en tanto esto
posibilitaría mayor participación y potenciación de todos/as los/as in
tegrantes.
El lugar que ocupan los afectos y las relaciones entre activistas, y
el lugar central del feminismo en la conceptualización política son
considerados por los entrevistados como elementos que diferencian
su activismo del realizado por otras organizaciones, tanto aquellas de
feminismo esencialista como otras situadas desde la diversidad se
xual como el Movimiento por la Liberación Homosexual (Movilh),
Fundación Iguales y el Movimiento por la Diversidad Sexual (Mums),
grupos que cuentan con mayor institucionalidad y visibilidad mediá
tica. De acuerdo con los entrevistados, el énfasis de estas organizacio
nes está puesto en cambios legislativos más que en transformaciones
socioculturales.
Además, algunos entrevistados señalan que los grupos menciona
dos anteriormente contribuyen a tipificar y estereotipar identidades,
generando un imagen-tipo específica sobre el cómo ser gay o cómo
ser travesti; acá además es problematizado el cómo estas organizacio
nes son financiadas por fondos económicos estatales o de grupos eco
nómicos de alto alcance y a la vez son comandadas por sujetos de cla
se acomodada, frente a los grupos donde participan los entrevistados,
que nacen desde lugares de mucho menor acceso a recursos de esa ín-
1 45
dole y cuyas trayectorias de vida en general también se encuentran
cruzadas por dificultades económicas.
Finalmente, resulta fundamental puntualizar que de acuerdo con
los activistas, la apuesta política debe estar alejada de un activismo
críptico, endogámico y aislado de otras problemáticas sociales, criti
cando el cómo algunas iniciativas políticas se circunscriben netamen
te a lo académico/universitario, siendo incapaces de trascender fuera
de dicho espacio.
Un tercer plano de análisis da cuenta de cuáles fueron las reflexio
nes y situaciones que motivan a los varones no heterosexuales entre
vistados a hacer activismo sexopolítico.
Una primera motivación identificada radica en encontrar respues
tas a interrogantes y satisfacción a curiosidades frente a cosas que no
lograban explicar en otros espacios o con otras personas. Este punto
guarda relación también con el carácter novedoso que han ido adqui
riendo ciertas formas de activismo sexopolítico actual que se posicio
na desde la performance y desde la crítica radical de las estructuras
más clásicas de activismo de estas características; esta insipiencia ge
neró la curiosidad en algunos entrevistados por acercarse a compren
der esta forma de accionar político. En otro plano, es posible dar
cuenta de que la inserción en el activismo sexopolítico también fue un
canal para buscar personas semejantes a ellos en términos de ideales
y de inquietudes políticas y también para ser parte de un espacio que
se constituya como una fisura en la rutina y que les permita establecer
relaciones de otro tipo con las personas.
Ligado a lo anterior, y en términos de motivación para generar ac
ciones políticas en conjunto, los activistas apuntan a trabajar no desde
una meta individual, sino que desde una colectiva-social para así
transformar situaciones que resultan adversas para ellos; en este sen
tido, la motivación central está puesta en facilitar transformaciones
vinculares y sociales respecto a la situación de suj eción de la no hete
rosexualidad.
Un cuarto elemento analítico de relevancia es el valor atribuido al
activismo sexopolítico en el contexto de su tránsito biográfico. En ge
neral, es posible visualizar que sea cual sea la forma o los espacios
donde se lleve a cabo el activismo, es altamente valorado y posee un
importante lugar en sus vidas, ya sea como uno de los motores de las
acciones cotidianas o como un elemento que define su identidad. Asi-
1 46
mismo, varios entrevistados expresan que el activismo sexopolítico
no es una situación o acción particular que ocupa determinados mo
mentos de su vida, sino que es algo que permea estas divisiones y se
transforma en algo que se lleva en todo momento de la vida. Además,
este valor no es solamente otorgado por ellos mismos, sino que en
varios casos también es dado por las personas con que comparten los
entrevistados; esto principalmente por el componente afectivo que
conlleva el activismo sexopolítico. Es así como se valora profunda
mente la idea de que el activismo sexopolítico, al operar desde lo co
tidiano como un constructor y reformulador de redes y afectos con
otros y otras, incide no sólo en su vida sino que también en la de su
entorno significativo.
Un último eje analítico da cuenta de la percepción en torno a los
eventuales resultados, logros e impactos que tiene su quehacer sexo
político, en términos de dónde y cómo éste se refleja. Es así como en
general se concuerda en que el activismo sexopolítico efectivamente
posee un impacto en otros/as y en ellos mismos, pero en un plano lo
cal más que en un nivel macrosocial. Con relación a esto, los resulta
dos e impactos son valorados significativamente en tanto se vinculan
fundamentalmente a los espacios/referentes cercanos de los activis
tas, identificándose logros e impactos en el grupo familiar, en el grupo
de amigos/as y en otros grupos de referencia. De ahí se desprende que
uno de los aspectos más relevados de este impacto es que tal se pre
sentaría en muchas ocasiones a modo de "bola de nieve", en tanto si
una persona genera cambios reflexivos o prácticos en su vida cotidia
na, eventualmente puede impactar en la biografía de otros/as.
Asimismo, el activismo sexopolítico también ha generado impac
tos personales, como por ejemplo el de entregarles mayores herra
mientas analíticas para su vida cotidiana y sus relaciones significati
vas, además de generar empoderamiento, mayor facilidad para
enfrentar situaciones públicas y capacidad de instalar temas y discu
siones que previamente hubiese resultado de mayor complejidad-
Por último, algunos entrevistados consideran que el activismo se
xopolítico que ellos desarrollan desde lo personal y desde sus colecti
vos de militancia también ha impactado en el escenario de la disiden
cia/diversidad sexual, en tanto se ha logrado visibilizar una forma
diferente de conceptualizar y de llevar a cabo la lucha reivindicativa
de otras sexualidades no hegemónicas.
1 47
En términos conclusivos, es importante destacar que a pesar del
rol de proceso crítico que posee el activismo sexopolítico en las rela
ciones establecidas entre los varones no heterosexuales y el resto, y
pese también a que efectivamente el activismo sexopolítico aporta
herramientas para que dichas relaciones se transformen progresiva
mente a vínculos menos cercanos a la masculinidad hegemónica, la
acción política no es una instancia resolutiva que permite hablar de
"un antes y un después" definitivo en la forma de crear relaciones,
sino que más bien, a pesar de reconocerse su valor y aporte transfor
mador, se reconoce también que las relaciones constantemente van
cambiando y, en ese sentido, el activismo entrega las herramientas
políticas para ver formas distintas a la hegemónica de poder abordar
dichas relaciones de forma dinámica, fluida y situada.
Los varones no heterosexuales han caracterizado su activismo se
xopolítico en primera instancia como un lugar de exploración donde
se inviste de política la vida cotidiana, lo que conlleva un re-análisis
de las relaciones con otros( as), de los afectos, los deseos, etc. Esto tie
ne como base que las experiencias tempranas ligadas a la violencia se
encuentran incrustadas en todos los espacios más cotidianos de la
vida de estos varones, generando temores, cuestionamientos y males
tares que en algún momento deben ser confrontados o resueltos al
menos parcialmente.
En este lugar adquieren relevancia los planteamientos de Butler
(2009) respecto a cómo estos suj etos subordinados deben dar cuenta
de sí mismos para así ser reconocidos como una forma loable de exis
tir, dado que el sistema de justicia-castigo impuesto por la heteronor
ma los sitúa como suj etos que están en la obligación de rendir cuentas
respecto a su existencia. Desde ahí, dar cuenta de sí mismos es una
responsabilidad que a su vez compromete a los suj etos como actores
sociales para posicionarse en el escenario social como un suj eto acti
vo que realizó una evaluación de dicho espacio.
Ligando lo anterior, desde lo planteado por Butler (2006) es posi
ble sostener que este cúmulo de experiencias parece apuntar al no re
conocimiento de su calidad de suj eto a lo largo de su trayecto biográ
fico, por lo que el activismo realizado parece perseguir como una
meta central el reconocimiento como un sujeto posible, para lo cual
también deben operar cambios en el medio de manera de pasar a "ser
posible", relevándose la dimensión transformadora de su activismo.
1 48
El activismo sexopolítico tiene dos ribetes que se interrelacionan:
por una parte, una arista que apunta hacia la reparación de las expe
riencias dañinas experimentadas, y por otra, la generación de inter
venciones reivindicativas que apunten a cambios de lo que ellos con
sideran nocivo. Amerio ( 1 995) considera que la acción entendida
desde el activismo político, conlleva una toma de conciencia en tér
minos éticos de la responsabilidad que recae en ellos como eventua
les agentes transformadores.
Uno de los primeros compromisos es el de la reparación de su pro
pia experiencia, y es aquí donde adquieren relevancia los aconteci
mientos y motivaciones que sirvieron como catalizadores de la incor
poración del activismo sexopolítico como elemento de agencia y
aparición social; la primera de ellas es la incertidumbre, la necesidad
de responder a todas aquellas preguntas que en algún momento les
surgieron y frente a las cuales estos varones no pudieron obtener res
puestas debido al carácter "no válido" de las mismas. La no respuesta
o las respuestas insatisfactorias que podían obtener a través del medio
y de sus vivencias responde al no reconocimiento de otras formas de
vivir la masculinidad que empapa los contextos donde ellos debieron
y deben desenvolverse.
La segunda gran motivación enunciada por los varones no hetero
sexuales es la de encontrar semejantes a ellos en términos de inquie
tudes personales y políticas; esto implica un salto cualitativo en tér
minos de que el semejante deja de ser el que impone el contexto y por
ende deja de ser aquel con el cual se comparten semejanzas de sexo y
de edad, que corresponden a marcos normativos; la semejanza pasa
por el compartir un devenir semejante, lo que implica no sólo haber
tenido experiencias similares, sino también resignificaciones simila
res al respecto.
Es así como la noción de manada se transforma en un componente
clave dentro del activismo sexopolítico desarrollado por los varones
no heterosexuales; la manada es un grupo significativo con el que se
comparten no solamente acciones e iniciativas, sino que también
afectos profundos, produciéndose relaciones de admiración, de respe
to y de coexistencia.
Desde la constitución de masculinidades no heterosexuales, es po
sible visualizar cómo el mismo hecho de relacionarse con semejantes
es una instancia de autoafirmación con otros/as, lo que releva el lugar
1 49
de los afectos como un nudo central del activismo sexopolítico, y a su
vez da cuenta de cómo en estas otras masculinidades -divergentes de
la hegemónica- el afecto posee un lugar constitutivo central. En estas
masculinidades y en la posición de activista sexopolítico se recoge
uno de los elementos desechados por la masculinidad hegemónica -el
afecto y la emoción- y se transforma en el principal motor de acción
transformadora.
Bibliografía
1 50
EXPROPIAD * S
Eduardo Fajardo
151
como verdadera en las personas, así lo hacen para mantenernos escla
vos eternamente y anular nuestras capacidades.
Lamentablemente para este sistema, es la duda la que nos mueve,
la que nos hace sentir vivos, las certezas nos matan de a poco, pero vi
vir lleno de certezas es muy cómodo y parece que estamos acostum
brados a morir permanentemente, así fue como viví, muriendo duran
te mis primeros 3 0 años, siendo un hij o ej emplar, educado, bien
portado, correcto, buen estudiante, excelente trabajador, hasta fui ele
gido para pintar un mural, mis padres sólo podían sentir orgullo de
mí, todo fue felicidad por ser un chico normal, hasta que en la adoles
cencia sentí la erección de mi primo y todo cambió . . .
Al principio la duda era únicamente sobre mi orientación sexual,
la mejor salida fue declararme bisexual, había tenido algunas novias y
calzaba perfecto en el modelo; además, este término era mayormente
aceptado y no corría el riesgo de ser llamado "maricón", pero luego la
fijación por las piernas, rostros y pechos peludos fue creciendo, había
dejado de salir con chicas desde que me penetraron la primera vez, así
que no había remedio, estaba destinado a ser gay, con la esperanza de
ser como Juan Gabriel o Ricky Martin, pero tenía que esforzarme en
ser famoso, y que el dinero o la popularidad me ayude a ser aceptado;
nunca lo logré, así que me tocó asumir la homosexualidad solo, sin
inversionistas. Me tomó casi 1 O años aceptarlo y luchar para que mi
familia lo acepte; al final estaba tan empoderado de mi nueva identi
dad, que empecé a trabajar por los derechos G L BT, hice protestas y
hasta salí a marchar por el matrimonio igualitario. Por fin encontré un
sentido a mi vida.
Un día, en una fiesta de oficina, terminé disfrutando de una noche
de lujuria y pasión con mi compañera de trabajo, la culpa era del alco
hol, pero luego, fue con mi mej or amiga y hasta con la modelo que
contratamos en la empresa, así que ya no era culpa del alcohol, era
culpa de la categoría, que al igual que la heterosexualidad, me había
atado de pies y manos a una casilla que no pertenezco. Pero ahora: ¿a
qué casilla me muevo?, ¿qué hago?, ¿a dónde voy?, mi vida pierde
sentido nuevamente.
Así como sexualmente no logré sostener la bandera de un solo
"equipo", en el mundo laboral tampoco. Siempre me gustó dibujar,
pero hice una carrera universitaria en turismo, fui gerente de ventas de
una agencia de viajes, trabaj aba hasta la media noche y al siguiente
1 52
día a continuar desde temprano, todo un éxito, pues tenía un auto, di
nero, independencia y viajes a Nueva York de vacaciones, pero nada
compensaba perder una buena parte de mi vida frente a un escritorio,
sin hacer nada por cumplir mi sueño de ser un gran diseñador. Me de
diqué a estudiar moda a la vez que trabajaba medio tiempo en un res
taurante, vendí el auto, y con el dinero compré todas las máquinas que
pude para montar un taller; una vez tuve la oportunidad de vestir a un
artista del transformismo y me fascinó la idea de que un hombre tenga
la libertad de j ugar con su feminidad, así que me inscribí en un con
curso drag queen en Quito, mi personaje era bastante andrógino, hice
un vestido con cola, estaba muy emocionado la,noche de la presenta
ción, pero de cuatro participantes yo fui la única eliminada.
No estaba dispuesta a dej ar morir mi pasión por los tacones y la
barba, así que agarre toda la feminidad encerrada en mi cuerpo mascu
lino y me fui a probar suerte en Nueva York. Estaba convencida de
que mi personaje les iba a encantar, me puse las mejores galas, fui al
casting de un famoso restaurante donde las meseras son drag queen,
me dijeron que lucía espectacular, pero que ellos buscan una imagen
totalmente femenina, "gracias por venir, si quieres puedes cambiarte
antes de salir", dijeron. Mi carrera como diva del drag había termina
do, miré alrededor, todas tan guapas, todas tan normadas, tenía ganas
de llorar pero pedí un trago, respire profundo y salí sin cambiarme.
Cuando caminaba por la calle veía como las personas se sentían atraí
das por mí, sentía muchas miradas, cuando llegué al Times Square me
quité el abrigo, dejé mi maleta y empecé a caminar, ida y vuelta en una
cuadra mientras cantaba "My Way" de Frank Sinatra; llevaba un ves
tido azul de corte largo en la pierna y amplio escote de chiffon en la
espalda, las personas se acercaban a tomarse fotos, esa noche fui fe
liz, mientras comía un pedazo de pizza que compré con lo que había
recibido de propina.
Descubrí así el mundo del performance y en la búsqueda de nue
vos escenarios llegué a un espacio queer, un nuevo mundo ante mis
ojos, personas tan raras, tod*s muy colorid*s, llen*s de alegría, nadie
juzgaba, nadie pretendía agradar a nadie, tod*s estaban en su mundo,
cada uno vivía su propio universo, tampoco era un sitio gay, en reali
dad eso no tenía importancia en este espacio, lo que importaba era
que cada un* tenía la posibilidad de ser y hacer lo que quisiera sin
miedo al rechazo o la aceptación.
1 53
Encontré por fin lo que tanto había buscado, una manera de vivir
sin categoría, sin género, sin bandera, sin tener que escoger entre "a"
u "o", una manera de escapar de una sola realidad para vivir la reali
dad que yo quiera, a mi manera, con mis propias reglas, sin amos, sin
gobiernos, sin capital; una mágica y radical posibilidad de vida. Me
enamoré de todo y de tod*s, me casé con Revé, artista de peiformance,
mujer excepcional, libre, apasionad*; hice varias presentaciones de
performance en museos, galerías y bares, regresé a Ecuador para
decir adiós a mi familia y a una etapa de mi vida, pero la visa de vuel
ta a mi sueño americano fue negada. Lo perdí todo nuevamente, no
sabía qué hacer, incluso llegué a pensar que podía irme por "la vuel
ta" como lo hizo mi padre, cruzando la frontera por México, porque
en Ecuador no tenía nada que hacer, aquí no había posibilidad de
crear ese mundo que tenía en Nueva York.
Pasé un par de meses en depresión, hasta que decidí crear mi pro
pio mundo aquí, en Ecuador. Voy a crear un Espacio Queer, de peifor
mance y arte, para que las personas que se sienten rechazadas tengan
un lugar de expresión libre. Poco a poco le fui dando forma a la idea,
empecé a conocer artistas locales, sitios de peiformance alternativos, di
versas expresiones de arte, entre más conocía a l *s artistas ecuato
rian *s, más identificad* me sentía con sus procesos, sus luchas, sus
reivindicaciones, ya no importaba si eran queer o no, lo que importaba
era que tod*s estábamos en la misma guerra pero en diferentes trin
cheras, así nació PachaQueer.
Casi un año después de haber inaugurado el espacio recibimos la
invitación de una prestigiosa universidad latinoamericana para parti
cipar en una conferencia sobre paradigmas queer, con gusto acepta
mos, realmente luego de tan corta trayectoria en el mapa local era un
honor ser considerad*s parte de este encuentro; sin notar que esta lla
mada marcaría el principio del fin. Fuimos testigos de cómo a través
de la academia, el mercado se apodera de las ideas y pensamientos re
volucionarios para cambiarles la forma, darles sentido y avalar su
existencia, colocándolos en la percha del consumo y así publicar nue
vos libros, abrir maestrías, realizar conferencias, delimitando, defi
niendo, categorizando, lo mismo que ha hecho con todo lo que nos
tiene atados. Me di cuenta que había caído una vez más en esa camisa
de fuerza que me obligaba a tener una apariencia queer, un discurso
1 54
queer, una bandera queer, creando una nueva casilla dentro del mis
mo sistema impuesto del que un día quise escapar.
Queer es resistir, cuir es compartir, kuyr es vivir y vivir es elegir,
por eso ya nos despojamos de la palabra queer, pues también fue co
lonizada; expropiad*s, desplazad*s, lo fuimos ayer, lo somos hoy y lo
seremos mañana, pero para quién ya es libre no existen cadenas, por
eso nosotr*s nos cambiamos el nombre, porque de cualquier cadena
nos vamos a liberar, cualquier bandera quemar, cualquier moneda pi
sotear, porque la vida como la conocemos ya no es una alternativa,
somos disidentes de esta sociedad perversa, violenta, llena de odio.
Ahora buscamos nuevas formas de comunicarnos, de alimentarnos,
de viaj ar, de vivir, en comunidad, en solidaridad, compartiendo el co
nocimiento, creando maquinaria libre, sin j erarquías, en búsqueda del
bien común, donde tod* s somos iguales, donde podemos activar
nuestras capacidades sensoriales, intuitivas, emocionales, para entrar
en armonía con el cosmos, la tierra, la pacha; por todo esto ahora so
mos PachaKuy, un espacio de amor y libertad. ¿Quién sabe lo que se
remos mañana? . . .
Una de las capacidades más potentes del s e humano e s e l libre al
bedrío, el poder de elección, pero ¿cómo podemos hablar de libre albe
drio cuando sólo tenemos una lista limitada, determinada, dirigida,
impuesta y establecida para escoger?, ¿por qué tanto temor de dejar
que las personas decidan sobre su destino? . . . En realidad no somos la
promesa, la esperanza, ni el futuro que todxs esperan; somos la duda,
lo incierto, lo desconocido, pero la duda incomoda, por eso nos dan
certezas, para que todo siga en la normalidad, un nombre, un concep
to, una categoría, llenándonos de todo y ubicándonos en una casilla
para no tengamos opción de pensar o decidir, para que no podamos
escapar y darnos cuenta que no necesitamos nada de lo que el sistema
nos ofrece.
Las circunstancias nos determinan, las personas no podemos de
terminarnos por cuenta propia, tenemos miedo de hacerlo, miedo
de equivocarnos, pero la duda nos inquieta, por eso tratamos de darle
nombre a todo, para que todo tenga un significado y yo no tenga que
vivir en duda. Las categorías se anulan porque nada es permanente,
todo es cambiante, hoy puedo ser de una manera y mañana de otra,
por ello la categoría es absurda, no tiene razón de ser, ni siquiera los
colores son permanentes. El molde viene del sistema de producción,
1 55
ahí se enseña que todo se puede hacer en serie, en un circuito cerrado
de tiempo y reloj , repitiendo, creando rutinas, mecanizando nuestros
cuerpos y mentes, expropiando de nuestra naturaleza lo más profundo
que tiene el ser humano, la libertad de elegir lo que quiere ser y lo que
quiere hacer. Nos han arrebatado todo. Es momento de despertar, de
vivir, podemos empezar parando de consumir lo que nos mata, dejar
de vivir muriendo y liberando a nuestras tierras del capital.
Lo que conocemos como capital es una ilusión mental, que impe
rio tras imperio, colonia tras colonia, nación tras nación, gobierno tras
gobierno y familia tras familia han perpetuado en nuestro sistema, ¡ el
capital no existe ! Existe sólo para quienes lo usan, quienes viven fue
ra de esta ficción ni siquiera se han enterado de la caída del dólar o del
aumento de sueldo. Nosotros tenemos la capacidad de transformar la
realidad, no la realidad de tod*s, pero sí nuestra propia realidad, so
mos l*s artífices de nuestra vida, somos diosas, somos demonios, so
mos todo en un cuerpo, un planeta, un universo. Son tiempos de ex
plorar nuestro sol interior, vivir en amor, con las personas, con la
naturaleza, con la materia y con la energía.
Sexo Estado
Parej a Amor Odio Familia
Religión Educación
Capital Universo
Planeta
Naturaleza
Pensa- Libertad
miento
Trabaj o
Comuni- Solidaridad
dad
Compromiso
Respeto Tolerancia
Violencia
Castigo
Represión
1 56
Todos los conceptos que conocemos responden al capital, nada se
escapa de este modelo, desde la familia, fórmula eficazmente creada
para mantener el control económico de las poblaciones mediante la
imposición de una estructura binaria formada por un hombre y una
mujer, monopolizando así la libre organización del ser humano, des
conociendo que la legitimidad está por encima de la legalidad.
Los gobiernos del Sur, disfrazados de "izquierdas democráticas'',
mantienen a sus ciudadanos en la pobreza, en la miseria, no económi
ca sino de pensamiento, de ideas, de razón, porque no les interesa te
ner personas libres, le tienen miedo a quienes critican, a quienes cues
tionan, l*s llaman subversiv*s, terroristas, l*s convierten en minorías,
son corruptos caudillos del imperio capitalista que vienen con sus mi
llonarias campañas electorales y cándidas sonrisas a comprar votos,
explotando nuestros conocimientos ancestrales para elaborar sus fal
sos discursos de unión, solidaridad, respeto, amor y libertad, con el
único afán de controlar nuestras riquezas, para negociarlas en los
grandes mercados extranj eros, poniéndonos en la percha de quien
paga más por nuestros recursos, explotando cínicamente, mediante
trampas legales, todo lo que está a su paso; apoderándose de la opi
nión pública, los procesos de los habitantes, su hábitat, identidad, cul
tura, idioma, comportamiento, salud, educación, logrando así el con
trol absoluto de la población con la falsa idea de gobierno, de políticas
públicas y bien común.
Los grandes grupos del capital mundial se han interesado en el sur
de América, luego de haber acabado con lo que nos robaron hace más de
500 años, ahora vienen por más. Ilusos, se llevaron el oro, pensando
que eso se puede comer, pero las verdaderas riquezas están de este
lado del charco nuevamente, en nuestros suelos, en nuestros aires, en
nuestras aguas, y por eso sus ojos apuntan a nosotros; en caballos de
acero vienen disfrazados de turistas, de inversionistas, una nueva
conquista se viene con fuerza. Pero debemos recordar que para gran
des guerras grandes resistencias.
Expropiad*s de nuestras vidas, de nuestros sueños, de nuestros de
seos, de nuestra libertad, nada nos han dej ado, todo nos han quitado,
nos han quitado la comida para darnos alimentación, nos han quitado
el conocimiento para darnos educación, nos han quitado el bienestar
para darnos salud, nos han quitado la fuerza para darnos armas, nos
han quitado la razón para darnos leyes.
1 57
La historia de la humanidad cambiará. No somos minoría, siempre
hemos sido mayoría, siempre explotad*s, siempre abusad*s, siempre
desplazad*s.
¡ Somos esclav*s, tod*s, somos esclav*s!
1 58
PERSPECTIVAS QUEER PARA
LA TRANSFORMACIÓN CULTURAL*
Raúl M Carrasco
1 59
instituciones, ya que los vínculcs no pueden ser regulados por la arbi
trariedad de los individuos, puesto que el orden social quedaría en
manos del más fuerte. Siguiendo al autor, la convivencia humana es
posible cuando se aglutina una mayoría más fuerte que los individuos
aislados; así, el poder comunitario se cohesiona como derecho. La
premisa fundamental es: la sustitución del poder del individuo por el
de la comunidad como paso cultural decisivo. Con ello el individuo
queda limitado en su posibilidad de satisfacción (placer y agresión)
emergiendo de esta manera la justicia, es decir, el orden jurídico que
se establece para regular la comunidad, no se quebrantaría para favo
recer al individuo. La fórmula planteada por Freud es la siguiente:
El derecho de todos es un sacrificio de cada uno para no resultar
víctimas de la violencia bruta, por ello la libertad individual no es pa
trimonio de la cultura, pero el sacrificio de la misma es la ganancia
que favorece todo orden cultural. Sin embargo, esto genera hostilidad
en los individuos, pues según nuestro autor, no gustamos de las res
tricciones que impone la cultura sobre la intimidad de las pasiones,
convirtiéndonos en cierta medida en enemigos de la cultura. Aquí el
cuestionamiento radica en si se puede encontrar un equilibrio entre
las demandas individuales y las exigencias culturales de la masa.
Desde esta perspectiva, el desarrollo cultural, más que ser perfec
cionamiento, es una alteración, modificación, transformación, aliena
ción normada, mediante la sofocación, represión y coerción de las de
mandas individuales de los suj etos . En este proceso se edifica la
cultura y en líneas generales se pude leer que este poder sobre los su
jetos les constituye, les hace devenir y reinscribe sobre ellos el triunfo
de la cultura en tanto norma sobre el sacrificio de la satisfacción indi
vidual de placer-agresión, por ello es dificil que los sujetos sean dicho
sos dentro de ella, sólo en pocas ocasiones es motivo de dicha cuando
los ideales dignifican el sacrificio mediante el sentido de identidad
comunitaria, 1 sin embargo, la mayoría de las veces es el malestar el
sentimiento generalizado, con ello se fortalece la resistencia y hostili-
1 Freud, en su texto "El porvenir de una ilusión" puntualiza que los ideales de la cul
tura son fuente de satisfacción narcisista y que además es uno de los poderes que contra
rrestan la hostilidad a la cultura, ya que éstos vinculan la clase dominante con los oprimi
dos, de tal manera que pese a la hostilidad la clase que sojuzga es vista como ideal. En el
mismo texto identifica el arte como otra satisfacción sustitutiva para la renuncia cultural.
1 60
dad hacia la cultura, por lo cual en todas las formas culturales se man
ti ene una relación paradój ica suj eto y cultura.
161
y asesinarlo (Freud, 2004a). Por ello la cultura se reserva el derecho
de ejercer ella misma una violencia sobre los criminales, hasta aquí es
comprensible y plausible esta protección de la cultura que nos salva
guarda de la violencia de los otros; sin embargo, la criminalización ha
sido una fuente importante para limitar, excluir, cohercionar, aniqui
lar y desaparecer a los sujetos que divergen de la norma cultural por
motivos sexuales, de raza, 4 etnia, género, etc. Basta revisar en la his
toria la criminalización arbitraria hacia los homosexuales, lesbianas,
transexuales, transgénero, intersexuales y otros disidentes sexuales,
para evidenciar que la figura del criminal es sin duda una figura que
aparece en táctica del poder cultural.
Sin embargo, Freud argumenta que las leyes j urídicas no alcanzan
a las exteriorizaciones más cautelosas y refinadas de la agresión hu
mana. Siempre está presente como una potencia inevitable, es impe
rioso reconocer que la agresión es un rasgo indestructible, una incli
nación innata del ser humano, que la agresión y la destrucción son
maneras de satisfacción inherentes a todo suj eto cuya diversa mani
festación depende de la constitución psíquica particular, este plano de
los sujetos es el obstáculo principal de la cultura.
Por eso la cultura apela a Eros, Freud -al igual que muchos auto
res- observó que en la afectividad el amor es el que preserva vínculos
duraderos entre suj etos, pues sólo en el amor se tolera la diferencia
con el otro; sin embargo, no existe un amor universal capaz de inte
grar a toda la humanidad bajo su influjo y la agresión contenida recla
mará en un momento dado su lugar. Lo que tenemos como posibili
dad, según nuestro autor, es que siempre es posible ligar en el
amor-identificación a una multitud mayor de seres humanos con tal
de que otros queden fuera para manifestarles la agresión, a esta for
mación mayoritaria afectiva que se reivindica en la diferencia la llamó
el "narcisismo de las pequeñas diferencias'', mismo que ha motiva
do el antisemitismo, la misoginia, la homofobia, las diferencias de
clase, etnia, las diferencias identitarias, culturales, sexuales, ideológi
cas, religiosas, más precisamente: la otredad.
En los mismos colectivos culturales e identitarios es muy común
observar la formación de subgrupos que prestos están a reivindicar
1 62
los rasgos distintivos que los hacen diferentes, un ejemplo de ello son
las diferencias que existen dentro de los movimientos de lucha eman
cipatoria como los son el movimiento feminista y LGBT. Llegado a
este punto me pregunto, al igual que Freud: ¿acaso nos llegaremos a
familiarizar con la idea de que hay dificultades inherentes a la esencia
de la cultura? es decir, la relación paradójica que mantienen constan
temente dos fuerzas vitales, Eros y Tánatos, en el individuo y la cultu
ra, y que tal vez ningún ensayo de reforma podrá salvar.
Avanzando en las interrogantes que plantea Freud emerge una que
es preciso considerar: "¿De qué medios se vale la cultura para intentar
erradicar la agresión contrariante por parte de los suj etos?" La res
puesta es que ésta es enviada a su punto de partida, al propio sujeto, al
yo, en una instancia psíquica que en psicoanálisis se conoce como el
Superyó. 5 Dicha instancia está pronta a ejercer contra el Yo la misma
severidad agresiva que el Yo habría satisfecho de buena gana en otros
individuos ajenos a él, cuando discierne algo como malo, mediante la
culpa; es decir, la cultura es interiorizada en esta instancia que vigila
desde el interior como si fuera una guarnición militar en la ciudad
conquistada (Freud, 2004a). Esta conquista viene de afuera (poder
cultural), y se vale del desvalimiento y dependencia de otros, puesto
que lo malo es por lo que uno es amenazado (esta amenaza es un dis
curso de poder puesto en acto) con la pérdida de amor, del lazo comu
nitario. Esta angustia de la pérdida de amor, dice Freud, es ante todo
una angustia social. El poder de la autoridad se interioriza, el poder
constituye al suj eto (Foucault, 2005), un poder que le exige una re
nuncia y un sacrificio a expensas del desvalimiento y el desconcierto
humano, es así como podemos leer que estamos alienados al poder y
esa alienación se constituye en norma; sin embargo, nuestros deseos
persisten y el conflicto principal de los suj etos es, para con la norma,
un conflicto que podríamos llamar entre el deseo y la ley, o el deseo y
el poder, o el individuo y la cultura y que se extiende aún más en la
convivencia con los otros, situación que se traduce en nuestra desdi
cha interior. Puesto que las renuncias que se hacen de los deseos pro-
los valores); tiene como función hacer devenir al sujeto cultural y social. Es una instancia
represora de los deseos sexuales y de agresiones rechazadas por la cultura e inaceptables
para el yo, deseos a los que se les prohíbe y sanciona su realización mediante la moral cul
tural. Su influencia en la vida del suj eto es inconsciente.
1 63
pios reclamadas desde afuera por un poder exterior, constituyen la
cultura y las exigencias de la misma, es decir, una parte del poder per
sonal es vuelto contra sí mismo, mediante un poder exterior que in
tenta regular a todos los sujetos, vía la identificación normativa, y éste
es un procedimiento constante, es decir, esta normalidad en tanto or
den se garantiza por una suerte de compulsión repetitiva en la cultura,
la reproducción de la norma en la familia y todas las instituciones so
ciales. Así, se plantean severas exigencias para el sostenimiento de
los ideales cuyo incumplimiento es castigado, exterior e interiormen
te, se reivindica una ética ajena y compartida, el suj eto es gobernado.
Lo queer y la cultura
1 64
do, la heteronorma se sostiene desde lo imaginario, por ello la repro
ducción no es la meta sexual; puede ser una posibilidad, pero no el fin
último, no hay nada más perverso que la sexualidad humana. Las pro
hibiciones de las perversiones son un asunto político que atraviesa to
dos los discursos de poder que sobre el sexo recaen (Foucault, 20 1 2).
Es así como la exigencia de la norma funciona en tanto imaginaria y
sostenida en su repetición compulsiva por las instituciones culturales.
Por eso Freud dej a entrever que la exigencia de la norma sexual es
irrealizable, pero de alguna manera los sujetos son engañados y se en
gañan buscando esa realización en un discurso ajeno en el que han te
nido muy poca inj erencia y en el que se han alienado mediante la
coerción.
Ahora bien, es cierto que la cultura liga afectivamente a los miem
bros de una comunidad, estableciendo fuertes identificaciones entre
ellos vía la homogenización y normalización para disminuir la agre
sión y mantenerse por encima de ellos. Sin embargo, la homogeniza
ción de las identidades es un asunto precario en la experiencia huma
na, la exigencia universal hecha discurso plantea de entrada lo que el
suj eto es y borra la posibilidad de responder por sí mismo, ¿quién
soy? La universalización de la identidad está demás, pues no resuelve
el problema fundamental del equilibrio entre la demanda individual y
la exigencia cultural.
Por otro lado, como se ha mencionado, la violencia es inherente a
lo humano y el programa de la cultura no resuelve de tajo este punto, lo
único que hace es una suerte de administración de la misma, puesto
que con las prohibiciones y las desautorizaciones, no hace más que
legitimar el ejercicio de la violencia hacia la diversidad y la diferen
cia. Pensemos en el caso de Rusia, en el que el presidente Vladimir
Putin, al prohibir las manifestaciones gay al mismo tiempo legitimó
la violencia homofóbica que padecen con mayor vivacidad los homo
sexuales rusos; asimismo, en todos los contextos, al desautorizar las
prácticas sexuales e identidades no heteronormadas se legitima la
coerción y la violencia a todas las sexualidades e identidades periféri
cas, y al naturalizar los cuerpos sexuados se legitiman los crímenes de
odio hacia personas trans. Por ello es necesaria una reflexión ante la
violencia que generan los universales. En este sentido, se vuelve in
dispensable reconocer la pluralidad, realizar una suerte de subversión
1 65
de lo universal sobre la diversidad, revertir y diseminar el poder, la
posibilidad del ejercicio de poder.
El feminismo, mediante el análisis de género, puso en evidencia
que las categorías identitarias sexo-genéricas ya están dadas cultural
mente y limitan la experiencia de los sujetos. Sin embargo, la cons
trucción de la identidad es necesaria y vital, por ello es preciso reco
nocer la gran paradoj a que envuelve lo identitario en la vida de los
suj etos. La identidad se construye a partir de los otros y para los otros,
de allí parten los lazos afectivos que se establecen a lo largo de la
vida. En una lectura general el Yo es la suma de identificaciones del
suj eto, un suj eto es con los otros, y esto es enteramente dinámico. Por
lo que la identidad se convierte en una ficción necesaria para la convi
vencia y vida social y evidencia además, que el discurso sobre la
identidad y su construcción tiene que ser un discurso sobre lo que está
en marcha, movimiento constante, el porvenir, el cambio y la plurali
dad interna; es decir, sobre el devenir, puesto que la identidad no es
una esencia estable, definida una vez y para siempre. Cada sujeto es la
escritura de su propia experiencia y la identidad tiene que ser una
suerte de representación de sí, de inscripción de un saber situado más
que de esencialismo (Montezemolo, 2003 ).
La identidad es un medio de relación social fundamental que en
cierra en sí misma los códigos éticos y estéticos entre sujetos, por ello
no debe ser descartada, no se trata de la no identidad sino de rescatar
precisamente su valor fundamental como una necesidad vital; sin em
bargo, la paradoja radica en que las éticas y estéticas universales o
pretendidamente universales no pueden ser el modelo de forma de re
lación para toda la humanidad, además de ser un imposible, Freud
mencionaba esta imposibilidad de un afecto que universalizara la
identificación. Sin embargo, es por medio de ella donde se establece
el influj o de los sujetos entre sí, por lo que es también el medio de
transformación. Por ello los grupos identitarios feministas y LGBTI
son en su esencia políticos e ideológicos, la identidad es una bandera
política de resistencia y transformación contra la violencia que se
ejerce sobre ellos para mantener la hegemonía. Estos colectivos tie
nen que superar su narcisismo y en la pluralidad, mediante una iden
tidad de interés, encontrar un equilibrio entre coacción y consenso, ya
que sólo así pueden ser garantes de sus propios derechos.
1 66
La trasformación
Por otro lado, si el poder que constituye al suj eto desde la cultura
es interiorizado, para garantizar su normalidad, es decir, la inscrip
ción de códigos éticos y estéticos universales de identidad para regu
lar la relación con otros suj etos, es fundamentalmente una alienación,
por lo que una transformación cultural que reivindique otros códigos
de relación y estilos de vida es ante todo emancipadora y plantea una
identidad de separación respecto a ese poder constituyente.
El movimiento del sujeto respecto a una verdad universal ya dada
implica cierta transformación de sí. El sujeto no tiene acceso a la ver
dad por pleno derecho, es necesario que se transforme o trasfigure,
para tener acceso a ella, y esta verdad podrá salvarlo (Foucault, 2002).
Este movimiento emancipatorio del suj eto respecto de una verdad
pretendidamente universal que recae sobre sí, le empuj a a responder
una pregunta vital : ¿quién soy yo?, puesto que lo que emerge de dicha
interrogante es su verdad particular, el sujeto responde desde su nom
bre propio (sí mismo), es el nombre propio, la reflexión del suj eto
sobre sí; por ello, tal vez es una identidad trans lo primero que nace de
su propio devenir. Es en este sentido y desde mi punto de vista que
queer no es una identidad, es la posibilidad de nosotros mismos.
Goethe tiene una frase : "Cuando el hombre no se encuentra a sí
mismo, no encuentra nada". Yo haría una paráfrasis : "Cuando el suje
to no se transforma a sí mismo no transforma nada". Es evidente que
la trasformación comienza desde la ética personal, una ética que en
cuentre eco en otros suj etos que hagan comunidad, que devenga en
una ética compartida que se traduzca en nuevos códigos de relación,
los cuales serán el cimiento de una nueva política que establezca una
nueva regulación de los vínculos sociales. Freud resaltó el poder del
Eros como una vía posible para resolver el conflicto con la cultura.
Por su parte, Foucault, en su texto "Sobre la amistad como manera de
vivir", hablaba de la importancia de hacer un tejido afectivo; por ello
es indispensable fortalecer el sentido comunitario que plantee una
ideología basada en la pluralidad, la cual sea capaz de establecer nue
vos consensos, es decir, una visión del mundo policéntrica y dinámica
que atraviese las estructuras civiles y económicas y disminuya la vio
lencia.
1 67
Bibliografía
1 68
LA ESPIRITUALIDAD COMO RESISTENCIA
Lo informe y lo deforme
1 69
xual hegemónico podemos ubicamos tanto en lo informe como en lo
deforme en dctt:rminadas vivencias. Por una parte, baj o el diagn ós ti
co sexo-genérico, parece existir un camino prefigurado y un punto de
comparación con relación a la norma del sexo impuesto, aunque poco
a poco se va mostrando como insuficiente para nombrar nuestras vi
vencias. Hay una deformidad que se evidencia progresivamente en re
lación con este modelo ideal, tanto masculino como femenino, una
irregularidad que se va demarcando con las vivencias propias. Me es
toy refiriendo al cuerpo sexual y genéricamente deforme, a las fanta
sías deformes que nos habitan en silencio, a las emociones deformes
que vivenciamos con y hacia otros desde la niñez. Esta deformidad
tiene como punto de contraste una normatividad: la sexualidad como
producción del marco epistemológico heterosexual de lo humano. Por
otra parte, también parece existir algo totalmente informe con rela
ción a quienes somos en un marco epistemológico de lo humano que
no reconoce posibilidades radicalmente distintas a sus determinacio
nes. La alternativa de lo informe quizá vaya más allá de la sexualidad
y del género y tenga que ver con cualquier ilegibilidad dentro de un
aparato epistemológico que produce humanidad. El cuerpo y sus po
tencias remiten siempre a algo totalmente inaprensible, a algo infor
me que intentamos capturar discursivamente mediante su descripción
científica. Es como si lo informe apuntara siempre afuera de dicho
marco y como si esa afectación creciera sin posibilidad de ser contras
tada con un marco normativo. Este aspecto de lo informe es una pieza
totalmente imprescindible dentro de lo queer. Sostendré en este ensa
yo que la espiritualidad como resistencia apunta a lo informe.
La performatividad (Butler, 2006) permite también el contraste
entre lo deforme y lo informe. Si entendemos la performatividad
como el instrumento por el cual se muestra lo imposible de la esencia
hombre o muj er, como el juego que demuestra la farsa del original,
entonces se mantiene un contraste con un marco normativo ficcional.
Lo deforme funcionaría aquí en tanto los marcos de referencia son
empujados hacia una desnaturalización crítica. No obstante, esta de
formación no coincide con la voluntad de manera plena, como bien lo
señaló Butler (20 1 0a). No se trata de una simple concertación paródi
ca del género, sino de un ejercicio de extrañamiento de la norma; una
irregularidad sorpresiva más que planeada. En este sentido, aun cuan
do exista un marco de contraste normativo, lo deforme no consiste en
1 70
deformar los atributos de determinado género para otro marco nor
mativo, ahora queer, como si ésta fuera la salida necesaria: una mejor
copia de la copia. Gran parte de la crítica que ha recibido lo queer se
debe justamente a un entendimiento muy superficial de la performati
vidad, como si Jo queer fuera simplemente una jugada de la voluntad
y un cuestionamiento a algunos de los atributos de ciertos estereoti
pos de género: muy frecuentemente lo queer se agota para muchas
personas en la ropa, en el maquillaje o en ciertas coreografías corpo
rales. Quizá el desconcertante potencial de lo queer sólo inicie aquí,
en una deformación inducida pero incontrolable, una que permita ir
más allá, hasta un desdibujarse o difuminarse del propio sujeto junto
<.;on la esencia o con el original al que se resiste.
Lo informe y la performatividad tienen aquí su comienzo. Parecen
tener otro tipo de relación porque lo informe se desliza hacia lo impo
sible, hacia ese espacio donde la resistencia funciona contra la consti
tución identitaria primero y contra su constitución como suj eto des
pués. No se trataría aquí de desenmascarar la falacia del original de lo
muj er o de lo hombre, sino de apuntar a un lugar donde estas catego
rías no sean ni siquiera posibilidad. Lo informe sería esa parte de lo
queer que no tiene un proyecto ni una descripción, eso real que parti
cipa del cuerpo y que lo arroja a lugares inexistentes para la persona y
para los otros. Lo informe parece ser mucho más acción que teoría,
ese lugar de encuentro con un cuerpo que no tiene bordes definidos y
con formas de placer que cuestionan la propia identidad: el placer di
fumina cualquier límite. La potencia de lo informe es una que muy
carentemente podremos abocetar a partir de la espiritualidad, particu
larmente, mediante la noción de cuerpo espiritual, que se derivará de
un acercamiento entre la teoría psicoanalítica y la obra de Gloria An
zaldúa.
Lo queer y el psicoanálisis parten, cada uno a su manera, en bús
queda de lo raro, lo singular y lo inconcebible: los recortes que que
dan del otro lado del borde de la realidad. Ambos son campos teóricos
inacabables, sustentados en una práctica dificil de sistematizar. Del
mismo modo, son construcciones que descienden de vivencias huma
nas de desconcierto y de sufrimiento. Sin embargo, hay también pun
tos de quiebre muy importantes entre estas dos formas de afrontar lo
adverso de una vida que tiene dificultades para ser leída en un marco
epistemológico determinado. No es mi intención destacar aquí los lí-
17 1
mi tes e ntre una y otra teoría tanto como buscar construir un marco de
reflexión donde algunas coincidencias hagan de cimiento para el tema
de este ensayo. Mi objetivo es aportar a la discusión sobre lo inconce
bible y lo incomprensible, lo que pasa con las vidas que no tienen la
posibilidad de ser leídas dentro de un aparato epistemológico de lo
humano fuertemente fundamentado en el género y la sexualidad hete
rosexual.
Parto de la adversidad que alimenta al sufrimiento, de la confron
tación con lo social y con uno mismo al tropezar con un modelo nor
mativo deslegitimador. Con lo queer y con el psicoanálisis como ins
trumentos, comparto ta necesidad de crear una teoría psíquica sobre
el poder (Butler, 1 997). Específicamente, me interesa abordar en este
trabaj o la posibilidad de abocetar una teoría psíquica de la resistencia.
Como el poder es constitutivo y nadie llega a la suj eción sin haber
sido antes sometido a él, se trata de resistírsele más que de oponerse a
él. Con Foucault (2005), el poder no es ya solamente negativo, sino
que está instalado en la misma creación del suj eto, y éste no podrá
desprenderse del poder que le constituye pero sí resistirse a que se re
produzca de la misma manera. Lo valioso estará entonces en encon
trar la forma en que no todo el poder atraviese al sujeto, que su reco
rrido por un suj eto sea accidentado y que resulte en algo imprevisto.
Sostengo que aquí está el trabajo de lo queer, en encontrar estrategias
de resistencia, más que de oposición, que desestabilicen las reproduc
ciones del poder aun cuando el suj eto parezca perderse a sí mismo
momentáneamente, se desubjetivice. La espiritualidad como resisten
cia tendrá matices suicidas.
Para cerrar esta introducción, un comentario sobre lo teórico, ya
que parto de la idea de que teorizar es en sí misma una forma de ac
ción: no concibo la idea de una escritura que no anteponga una idea
del observar, del oler, del hablar, del tocar; entiendo que en la escritu
ra se muestra más del escritor de lo que éste planifica, es un perfor
mance textual; comparto la idea de que la teoría tiene un potencial
transformador, que funciona en dos ejes principales: como formaliza
ción de la experiencia compartida y como posibilitadora de nuevas
experiencias (Cancina, 2009).
1 72
Cuerpo espiritual
1 73
es siempre parcialmente un hecho discursivo, incluso cuando parece
que describimos su materialidad, lo hacemos desde un lenguaje cien
tífico (Butler, 20 1 0a). Sin embargo, no es lo mismo cuestionar el gé
nero que hacer lo mismo con el sexo; recordemos lo deforme y lo in
forme. El impacto de cuestionar la biología apunta a lo real; el
cuestionamiento al género se mantiene en lo imaginario.
El cuerpo espiritual es relacional, l o que lo hace siempre presto a
modificaciones. La presencia o la ausencia de ciertas formas de rela
ción lo modifican. Ciertas intensidades lo traspasan y lo colocan dis
tintamente ante las manifestaciones de la otredad.
Quiero ahora colocar un ej emplo de cuerpo espiritual por medio
de la escritora Gloria Anzaldúa, pues me parece que en muchos mo
mentos sus comentarios son excepcionalmente claros sobre lo espiri
tual. Con ella podemos acercarnos a lo que el psicoanálisis describe
como cuerpo psíquico, pero también podemos dar cuenta de los mati
ces políticos alrededor del diseño corporal . Mi intención está dirigida
a pensar lo político como una discusión carente en la propuesta cor
poral del psicoanálisis. Todavía falta mucha discusión sobre los cuerpos
representados psíquicamente y su ubicación particular en zonas de
adversidad política. Pienso particularmente en aquellos cuerpos que
devienen y funcionan como formas de resistencia política. Pienso en
los cuerpos disidentes de la norma hegemónica de humanidad y sus
particularidades. Esto es importante porque cada día, muchas vidas
queer se enfrentan a un marco normativo excluyente y naturalizado
de humanidad. El sexo, el género, la orientación sexual, la edad, el es
tatus económico, el matiz de la piel, etc., han jugado un rol importan
te en la construcción histórica del modelo de humanidad al que esta
mos sometidos . Desde un no lugar derivado de esta producción
selectiva de normalidad, muchas personas sufren por no poder cum
plir con los requisitos de humanidad que se les solicita; lo queer apa
recerá como una resistencia inherente a dicho esquema. Por ello, es
necesario partir de lo adverso. Habrá que ver cómo desde ahí se pue
den construir estrategias de resistencia, específicamente, cómo se
construye un cuerpo espiritual que se resiste a los discursos normali
zadores tanto de la biología como de lo social y lo psíquico.
1 74
Gloria
2 Para la propia Anzaldúa ( 1 999), el cuerpo espiritual fue una cuestión primordial, ya
que una condición fisica poco común la llevó a menstruar desde los tres meses de edad y a
tener un desarrollo prematuro de sus rasgos sexuales secundarios. Su cuerpo fisico, atado
con vendas y medicalizado, es descrito como el escenario donde se han librado batallas
médicas, históricas, políticas y sexuales. Este cuerpo es puente entre distintos discursos, al
cual ella intenta dar un sentido mediante lo espiritual.
3 Todas las citas de Anzaldúa fueron traducidas por el autor.
1 75
temprana edad. La gente modela sus experiencias; así es como es creada
la realidad. No hay tal cosa como verdad objetiva. Es parecido a cómo
yo creo una historia o un poema. El universo es creado conjuntamente
por todas las mentes humanas y la inteligencia universal en los árboles,
los venados, en las serpientes, etc. Por conjuntamente me refiero a todas
las formas de conciencia, no sólo la humana. Hasta las piedras tienen
una cierta forma de conciencia, los árboles, todo. Veo al mundo como un
texto creado a partir de esta conciencia colectiva (Anzaldúa, 2000a, p.
20).
1 76
"La yoga del cuerpo" tiene que ver con flexibilidad y fluidez -superar
los límites corporales. Tiene que ver con prolongarse más allá de las li
mitaciones. La yoga es la habilidad para mover tu cuerpo de una manera
flexible. Tienes los ej ercicios de estiramiento, enrollas las piernas de
cierta forma, trabajas en conjunto con la respiración [ . . . ] Necesitamos
esa clase de flexibilidad cuando trabajamos con la imaginación y con
nuestras mentes y sentimientos. Necesitamos una yoga del cuerpo que
incluya la mente, el espíritu, la imaginación, el alma (Anzaldúa, 2000b,
p. 77).
entre lo que son para sí y lo que se les exige ser, entre una noción de
4 Una cita es necesaria para evitar cualquier equiparación entre espiritualidad y reli
gión, o la asimilación de la primera en la segunda: "La espiritualidad no tiene nada que ver
con la religión, la que reconoce tal alma, tal espíritu, y después coloca un dogma alrededor
de él, diciendo: ' É sta es la manera en que las cosas deben ser ' . La religión elimina cual
quier forma de crecimiento, desarrollo y cambio, y por ello pienso que cualquier especie
de religión formal es muy perjudicial" (Anzaldúa, 2000b, p. 98).
1 77
humanidad y el cumplimiento sólo parcial de su reconocimiento. En
el espacio de la diferencia entre las vidas valiosas y las vidas que se
consideran inferiores en el campo de lo sexual es donde aparece lo
queer. Junto con muchas otras teorías sobre el estatuto de lo humano
y cómo éste se configura, lo queer como teoría es una forma de anali
zar y contravenir las prácticas del Estado, pero también las de la pro
ducción cultural, las de la educación formal e informal, las de la reli
gión y, particularmente, las de la ciencia, ya que las vidas son
fuertemente normal izadas por las disciplinas científicas. El saber so
bre el sexo (F oucault, 20 1 1 ) es justamente un paradigma de normali
zación de los cuerpos.
Ante escenarios adversos, a estas vidas sólo les queda hacer de su
malestar una herramienta, hacer del sufrimiento una categoría políti
ca y gritar fuertemente ante una realidad que pretende asimilarles en
un discurso oficial, mutilándoles. En este escenario de adversidad es
donde Anzaldúa hace uno de los aportes más sobresalientes de su teo
ría. En primer lugar, ella piensa que las personas que han sufrido, que
han quedado fuera de ciertas formas de realidad, tienden a desarrollar
una espiritualidad como arma de lucha. Ante la adversidad, la espiri
tualidad. 5
El avance de dicha espiritualidad no es algo que se sostenga en la
voluntad únicamente, sino que es una herramienta no planificada de
resistencia, es la respuesta ante la opacidad a la que una persona se ve
sometida al quedar parcialmente fuera del régimen de lo humano que
habita. Ante la adversidad, la persona es forzada a encontrar sentido a
la propia existencia, sin los recursos que la mayoría de las personas
tiene a su alcance; se impone el acto de creación. 6 La adversidad es
una imposición que permite que la persona se reinvente a sí misma a
partir del malestar de habitar su propia historia, algo que la gente que
vive cómodamente en la norma no logra o no se interesa por hacer:
5 "Por tanto, cuando un grupo de mujeres u hombres o una raza completa ha sido opri
mido históricamente, una y otra vez, tienen que crear estrategias de apoyo y sustento que
les sean útiles para sobrevivir" (Anzaldúa, 2000a, p. 73).
6 Por ello, todavía puede decirse que la identidad siempre es reinventada; que cada
lesbiana es la primera lesbiana; que cada transexual es el primer transexual, y que ca
da cuerpo masoquista es el primer cuerpo voluntariamente violentado.
1 78
Frecuentemente la gente no intenta sacar provecho del caos, de la confu
sión, de la opresión, y del dolor que hay en sus vidas [ . . . ] Esa adversidad
te fuerza a intentar dar significado a las experiencias negativas y a las du
das, la confusión y la ambigüedad. Nosotras cocreamos nuestras expe
riencias y las cosas alrededor de nosotras. Las cosas que me han pasado
-la diabetes, la experiencia de cercanía con la muerte en la mesa de ope
raciones, el racismo, la homofobia, el sexismo que conlleva el ser una
chica de color [ brown girl] viviendo en una zona ganadera- me forzaron
a extraer alguna clase de significado de esos eventos, experiencias, sen
timientos, pensamientos. Así es como construimos nuestra alma, como
evolucionamos como humanos. Algunas veces podemos evolucionar por
medio de cosas buenas -mediante de conexiones, el amor, la empatía, la
alegría, el entusiasmo. Pero las experiencias buenas no nos fuerzan a
buscar significados (Anzaldúa, 2000a, p. 74).
1 79
tual: l ucha, resistencia, por medio de la creación desde los lugares de
desconocimiento identitario. Sin espiritualidad no hay resistencia po
lítica.
¿Qué podemos suponer de la espiritualidad como lucha política o
como resistencia? ¿Cómo funciona esta espiritualidad? ¿Cómo pode
mos describirla en más cercanía con la vida cotidiana? Gloria Anzal
dúa nos heredó varias categorías de análisis. Una de ellas es la
Facultad, 7 noción que pone en relación con la espiritualidad. La Fa
cultad se desarrolla como una estrategia de supervivencia y tiene una
relación importante con la creatividad. La Facuitad tiene que ver con
un devenir constante, con un estar alerta, pero también con una especie
de sexto sentido que, social y psíquicamente, diferenciaría a la perso
na. Algo pasa en ese no ubicarse en el mundo para que se desarrolle la
Facuitad. Ciertamente no todo el mundo la desarrolla, sino aquellas
personas que habitan un marco de legitimidad muy delimitado. "La
mayoría de las lesbianas y los j otos la tienen porque es un asunto de
sobrevivencia. Estás atrapado entre dos mundos. Eres mitad y mitad"
(Anzaldúa, 2000b, p. 1 22). Además, se trata de algo que es forzado en
la gente, no algo que se haya planificado:
1 80
lencia a la que sí lo están otras personas que son gay, pobres, negros o
mujeres en determinados contextos. Además, recordemos que se trata
de algo impuesto sobre uno, de una extrasensibilidad que uno ganaría
como astucia de supervivencia. Podría interpretarse la Facultad como
una forma de defensa ante la adversidad, hacer algo con lo ilegible
que uno resulta para sí mismo y para otras personas. Es como si la
creatividad se desarrollara a partir de la ofensiva del mundo. Se trata
de responder a un peligro fisico, a un peligro social, a un peligro psí
quico . . . En fin, de algo que está presente de manera efectiva en la
vida de las personas. 8
La Facultad es además fundamental para entender el énfasis exa
minador que se hace desde lo queer a la identidad. El cuestionamien
to identitario no es un simple acto de voluntad sino un forzamiento
que comienza fuera de uno mismo. Es la respuesta a un marco identi
tario rígido que intenta mutilar partes de la persona para que encaje en
un modelo predeterminado culturalmente. Quien no la tiene dificil no se
cuestionará la identidad o lo hará bajo un esquema/ashion que no res
ponde a una necesidad de legitimarse ante otros y ante sí mismo.
Las zonas de adversidad en la obra de Anzaldúa son nombradas
con palabras distintas, pero todas apuntan al flujo y a la totalidad de
identificaciones en la vida de la persona. Chicana, negro, lesbiana,
funcionan como categorías críticas de la identidad y ninguna como el
centro de ésta. La identidad así no es tanto un producto terminado
como un escenario por donde las identificaciones se desplazan y se
reacomodan incesantemente. La identidad es más un espacio informe
de tránsito categorial que un cubículo intrasubjetivo bien delimitado.
La identidad es siempre un lugar en construcción o negociación.
Es muy conocida la metáfora fronteriza que Anzaldúa postula en
Borderlands/La Frontera ( 1 999): ser frontera es estar en un espacio
intermedio entre culturas, ser el puente por donde circulan comunica
ciones de un lado y del otro, 9 es lugar de batallas. Sin embargo, hay un
8 "Sabes cuándo la siguiente persona te dará una bofetada o te pondrá bajo custodia.
Es entonces cuando haces uso de facultades que pertenecen a ese otro reino, y así eres ca
paz de ubicar al violador a cinco cuadras en la calle. Tenemos un radar, y está conectado a
la misma cosa, a la fuerza vital creativa. Es creatividad. Está conectado a la creatividad"
(Anzaldúa, 2000b, p. 1 23).
9 Ser puente tiene tanto ventajas como desventajas: "Una de las desventajas de ser un
puente es que uno es pisoteado. Pero una de las ventajas es que es un camino con tráfi co
181
comentario crítico respecto al uso de esa noción que vale la pena reto
mar, ya que Anzaldúa se desplazará desde Border/ands, pasando por
el Coatlicue State, hasta Nepantla, noción náhuatl que describe un
"lugar entre mundos", "el lugar entre medio", "el lugar entre medio
de todos los lugares, the space in-between " (Anzaldúa, 2000d, p.
238). ' º Esto evidencia también el peso del eje creativo en la espiritua
lidad. La construcción constante de la identidad como parte de la
creatividad:
Uso Nepantla para hablar sobre el acto creativo, la uso para hablar sobre
la construcción de la identidad, la uso para describir una función de la
mente. La frontera con f minúscula es la frontera real del suroeste o cual
quier otra frontera entre dos culturas, pero cuando la uso con F mayúscu
la es una metáfora del proceso de muchas cosas: psicológica, fisica,
mental [ . . . ] Sí, pero hay gente que usa metáforas como "La Frontera" en
un sentido mucho más limitado de lo que yo quería decir, y para expan
dir las fronteras psíquicas y emocionales uso "Nepantla". Con Nepantla
la conexión con el mundo espiritual es mucho más pronunciada porque
es la conexión con el mundo después de la muerte, con los espacios psí
quicos. Tiene una resonancia mucho más espiritual, psíquica, supematu
ral e indígena (Anzaldúa, 2000e, p. 1 76).
que va y viene, con doble sentido. Conlleva el estar en mundos diferentes y obtener lo me
jor de ambos mundos -blanco y negro, gay y hetero- y beneficiarse de esas conexiones.
Pero también puedes salir herido de varias maneras. Este trabajo dobla a la persona; el
desgaste es estresante. El estrés enferma tu cuerpo" (Anzaldúa, 2000c, pp. 206-207).
10
El contenido de esta cita no está traducido, pues aparece así en el original.
1 82
propone conformar una Theory of Conocimiento que dé cuenta de lo
inacabado, de lo humano y de la realidad en general. Esta theory ten
drá como consecuencia la duda y la crítica ante lo que se considera
más legítimo, dígase la supremacía cultural o la sexual, por nombrar
algunos ejemplos. Su radical propuesta pondrá en tela de juicio las he
rramientas epistemológicas con los cuales se re-produce lo humano. 1 1
A l cuestionar cómo se produce el conocimiento en tomo a lo hu
mano, también se cuestiona quién lo distribuye y a quiénes se les per
mite el acceso a él: ¿quién es un ser humano y cómo el conocimiento/
desconocimiento determina el acceso al estatuto de humanidad? Me
interesa resaltar mucho esto porque tiene que ver con el trabajo de la
resistencia foucaultiana. Tenemos el poder que produce sujeciones,
pero también tenemos la resistencia producida por dicho poder. Una
fuerza creativa habita el poder, es éste creatividad primera. En el caso
del conocimiento, tenemos una forma particular de resistencia a partir
del contraconocimiento (atención, no desconocimiento, que sería ig
norancia o falta de acceso a las condiciones epistemológicas del esta
tuto de lo humano, de cierto régimen de verdad en tomo a lo humano):
1 83
ción discrepantes de nuevas maneras o desde una perspectiva que sea
nueva (Anzaldúa, 2000f, p. 1 78).
1 84
Rescato también de esta cita el lugar de tensión creativa en el que
las personas pueden encontrarse, porque en ese lugar puede ubicarse
una narrativa de alegría. Me interesa cerrar el artículo con algunos co
mentarios en tomo a este eje de la espiritualidad, ya que la adversidad
también posibilita procesos de alegría muy particulares. Es preciso
que la alegría sea concebida de forma distinta a la noción más vulgar
de alegría, que generalmente está mediada por las versiones cultural
mente adaptadas de la palabra felicidad. Me interesa postular la ale
gría como jovialidad, como una afirmación ante una posición adver
sa. Este eje de la espiritualidad estaría bañado por la aceptación de
una postura media, una postura puente. Las metáforas de Anzaldúa -
frontera, puente, Nepantla- son lugares entre, donde la persona no
puede coincidir con el marco de legitimidad de lo humano; no puede
decirse a sí misma ni concebirse de la misma manera en que muchas
personas pueden hacerlo. Sin embargo, eso incrementa su potencial
creativo, como ya vimos, y también posibilita formas de estar en el
mundo distintas, ir afirmándose en la incerteza de mundo, sostenerse
en la constante incertidumbre sobre lo humano, saberse parte de un
proceso de humanidad al cual se pertenece aun cuando sea desde lo
informe hacia lo deforme.
Lo queer puede dar cuenta de su lugar de ilegitimidad y crear para
modificarlo, pero lo queer no es ni sólo lamento ni sólo rebeldía ante
un régimen de verdad. Lo queer también se afirma en su desorienta
ción, en lo informe; es también una forma de alegría. Finalmente,
toda condición humana está atada a los escenarios políticos que le
permiten su existencia y no hay absolutamente nadie que pueda vivir
por sí misma. Una de las potencias de lo queer es no engañarse sobre
la construcción y lo provisional en el conocimiento de lo humano.
Una de las estrategias de resistencia más interesantes entre gays,
trans, lesbianas, negros, pobres, etc., es el proceso de alegría que pue
de desprenderse de su situación. Hablo de los procesos de alegría gru
pal más explícitos, de resistencia por medio de la ofensa al otro que
está en la misma situación, por ejemplo; pero también me refiero a los
procesos de aceptación personal que son necesarios para todo activis
mo espiritual. Definitivamente, alegría no es sin creatividad y creati
vidad no es sin alegría. Todo proceso de creación es una manera de
afirmarse en el mundo, de sostener un sí a una situación presente, que
quizá pueda modificarse.
1 85
Además, l a posición de puente, de frontera, de mestiza, 1 2 es una
que le pennite a las personas reconocerse como puntos medios en es
pacios de realidad, como habitando espacios de negociación y de me
diación; es encarnar la posibilidad. No sostengo que la alegría sea
parte de todas las personas que son frontera entre distintos discursos,
sólo afirmo que es una posibilidad que algunas personas pueden rea
propiarse. Vivir en la frontera es reconocerse como un engranaje en la
construcción de lo humano, aun cuando no se forme parte de su ver
sión oficial ni se pueda planificar voluntariamente el rumbo que lo hu
mano debe sostener. Además, la alegría aleja la estrategia de ver en
las vidas queer lo trágico, como si no hubiera infinitas posibilidades
de llegada. Ya se ha mostrado, y se continuará demostrando, c.ue los
procesos de alegría son una forma de resistencia y una forma de afir
marse en una vida opaca. Se trata de reconocer en lo queer también un
ejercicio de afirmación constante, de vitalidad, de aceptación, y ver
ahí el material indispensable de una forma de contravenir el poder tal
cual intenta reproducirse. Así, una forma de transgredir la norma o
desestabilizarla es no reconocerse en los esquemas trágicos que el po
der mantiene para ciertas vidas. El potencial de la alegría está vivo
para lo cuir.
Pienso aquí en los ejercicios espirituales de la filosofia (Hadot,
2002; Foucault, 2002) y creo que es muy pertinente vincular a Anzal
dúa con ellos. Finalmente, se trata de una experimentación con uno
mismo que posibilita la creación y la alegría de mundo. Una de las es
trategias de dichos ejercicios es encontrarse en lo informe y desde ahí
elaborar estrategias de resistencia, sin necesariamente vivir la vida
como insoportable o perpetuándose como víctima. Se trata de estar en
el mundo con matices inéditos.
12
"La nueva mestiza es un sujeto liminal, quien vive en las fronteras entre culturas,
razas, lenguajes y géneros. En este estado 'medio' , la mestiza puede mediar, traducir, ne
gociar y navegar estas distintas locaciones. Como mestizas, estamos negociando estos
mundos todos los días, entendiendo que el multiculturalismo es una forma de ver e inter
pretar el mundo, una metodología de resistencia" (Anzaldúa, 2009, p. 209).
1 86
Conclusión
Bibliografía
1 87
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/ Instituto de la Mujer.
1 89
REPRESENTACIONES SOCIALES DE IDENTIDAD
TRANS EN LOS SITIOS DE WEBCAM
191
los demás países de Latinoamerica, hablar de despatologización se
presenta como algo que no tiene sentido porque aparentemente en es
tos países no existe la exigencia de diagnóstico psiquiátricos para per
sonas trans. Esto se basa en el no financiamiento a costos de cambio
de sexo y género. Sin embargo, la patologización debe ser comprendi
da fuera de los manuales psiquiátricos y entenderse desde distintas
áreas de la vida. Siguiendo la campaña STP 20 1 0, la patologización
son los preconceptos y normas sociales que se sitúan en las institucio
nes o dentro de nuestros modos de socialización para dar un carácter
de prohibición a las expresiones de género que salen de la norma esta
blecida. Y las identidades trans son y deben entenderse como los pro
cesos de tránsito de género y reflexión de los cuerpos de las personas.
En Latinoamérica se habla de perseguir la aprobación de leyes de
identidad de género para personas trans (Ley de Identidad de Género
en América Latina y el Caribe, 20 1 3 ) . Se toma como referencia la
existencia de ley de identidad de género de Argentina por considerar
se de "avanzada" porque permite el cambio de nombre a toda y todo
ciudadano que lo solicite sin pericias patologizantes o psiquiátricas, o
tener que presentar modificaciones corporales ajustadas al género
sentido para acceder al cambio de nombre. Ante esta percepción de
avanzada queda el vacío intelectual que cuestione las estructuras de
ley. En el caso de Argentina, el borrador de ley fue posible mediante
las relaciones entre activistas y agencias internacionales en pro de la
ley de identidad de género, ambas.
Dentro de los debates de transfeministas y de teoría queer, se cues
tiona las leyes de identidad de género por su continua reproducción
del sistema binario del género. Sin embargo, aunque las leyes de iden
tidad de género promovidas atiendan la dicotomía de género y dejen
fuera la perspectiva transfeminista, éstas permiten reconocimiento de
derechos y la inteligibilidad del género sentido. Un caso cercano al
enfoque feminista sería el escenario de Australia; donde se habla de
una tercera posibilidad de géneros. En pasadas fechas salió en la pren
sa la noticia de reconocimiento de género neutro en ese país (El Mun
do, 20 1 3). Este hecho aparentemente rompe estructuras de reproduc
ción de género binario, sin embargo, tendrán que realizarse revisiones
a esta iniciativa de ley.
En México, al 20 1 4, se encuentran distintas organizaciones cons
tituidas por iniciativa de personas trans y con trabajo rector que bene-
1 92
ficia a la misma población. En este momento quiero atender la pre
gunta: ¿en qué otros espacios encontramos representaciones de
identidad trans? Ya mencionábamos la campaña de despatologiza
ción trans, las leyes de identidad de género, y a las organizaciones de
personas trans. Y quiero agregar otro espacio de representación de la
identidad trans y profundizar en éste. Siendo los sitios de web cam.
De las organizaciones encontradas en México, se ubica Comunidad
Metropolitana Ac (Cornac), Trans-Leonas, Fortaleciendo la Diversi
dad, Humana Nación Trans, Ser Humano 2000, Centro de Apoyo a
las Identidades Trans, Frente Ciudadano pro Derechos de Transexua
les (Frente Trans), y Generación Trans en Movimiento. Por citar sólo
algunas.
En línea con los estudios de representaciones sociales realizados
por lbáñez, estoy comprendiendo por representación social al lengua
je, a la comunicación y a la abstracción que tenemos de la realidad
que vivimos, permitiéndonos tener un punto en común con las y los
demás. Siguiendo a lbáñez ( 1 988, p. 42), "la conversación constituye
una continua y repetida aportación de materiales para formar repre
sentaciones sociales".
Y continúa mencionando que la existencia de las representaciones
sociales depende de ciertos factores. Debe existir un fondo cultural
común, mecanismos internos conceptualizados como obj etivación y
anclaje, y por último, la existencia de comunicación social. El fondo
cultural común se refiere a la ambientación externa, lo que el indivi
duo percibe de primer alcance. En este sentido, el lenguaj e es un fon
do cultural común. La comunicación social es más simple de com
prender, centra su atención en las conversaciones, y depende de un
diálogo intrínseco a la representación social. En cuanto a la obj etiva
ción y el anclaje, son procesos internos; en ellos el individuo da senti
do a las abstracciones, materializándolas en su práctica.
Encuentro que las representaciones sociales de identidad trans
fuera del binarismo de género son posibles por medio del uso de sitios
webcam porque permiten enunciar distintas representaciones de vi
vencia trans utilizando lenguajes tanto de identidad de género y pre
ferencia sexual. Es decir, los sitios webcam constituyen una herra
mienta para crear un fondo cultural común entre l*s usuari*s de estas
páginas. Preguntémonos: ¿cómo lograr un fondo cultural de represen
taciones de identidad trans?
1 93
Para responderme, inicié visitando el sitio Cam4.com con la idea
de encontrar personas libres de conflictos con las identidades trans.
En este sitio abrí una cuenta a título de "Poetica_anal" y empecé con
mis primeras transmisiones, y a decir, la única. Sólo llevaba escasos
cinco minutos de trasmitir mi imagen cuando me bloquearon mi cuen
ta. La leyenda del bloqueo refería que visualmente era menor de edad,
por lo que necesitaba comprobar mayoría de edad enviando una iden
tificación que incluyera el correo electrónico con que fue abierta la
cuenta de "Poetica anal".
Entonces cedí a la petición y envíe fotografia de mi identificación
a la dirección de correo especificada, pero mí identificación no incluía
correo electrónico. El caso fue la no aceptación de mi identificación.
Al señalar que no tenía ninguna identificación que incluyera correo
electrónico, me dieron la opción de enviar una fotografia en donde
apareciera yo con mi identificación en mano. Esto último me dio pe
reza hacerlo y decidí dejarlo.
Mi cuenta de "poética_anal" aún servía para entrar a ver otros per
files y escribir en las ventanas de chat. Lo interesante de este espacio es
la interacción visual y escrita con otras personas. De mi interacción
visual, donde era yo la que mostraba, quedó acotada a posibles cinco
minutos de trasmisión. Después de esos cinco minutos, 1 *s adminis
trador*s de Cam4.com bloquearon esa función. En el tiempo de trans
misión entraron varios perfiles a ver mi perfil y esto me produjo una
sensación de placer. Yo era el foco de atención y por esta sensación
continúe entrando e hice uso de las demás funciones (no bloqueadas
para mí) del Cam4.com.
Los perfiles de Cam4.com están clasificados por identidad sexual
y preferencia sexual. Si ahora entras a este sitio, encontrarás ventanas
exclusivas para perfiles de hombres, muj eres o transexuales. Estas
tres etiquetas son categorías de identidad sexual. En cuanto a etique
tas de preferencia sexual encontrarás tres : homosexual, heterosexual
y bisexual. Las identidades sexuales y preferencias sexuales se conju
gan dando algunas variaciones de identidad y práctica. Para cada
identidad sexual la preferencia puede ser: bisexual, homosexual o he
terosexual. Por ejemplo, hay perfiles con identidad transexual y pre
ferencia bisexual, por mencionar algún caso.
Los sitios de webcam suponen algunas ventaj as para las personas
trans. En estos sitios existe la opción de etiquetarse con el enunciado
1 94
de transexual. Aunque este enunciado se ha problematizado en mu
chos espacios de activismo trans orientado a la despatologización de
las identidades trans, en este momento se vuelve una función estraté
gica.
Mi estrategia fue buscar la mayor visibilidad de mi cuerpo y reali
dad trans. También se enfocó en buscar conversaciones con personas
que tuviesen el interés de conocer a personas trans. Ante esto, prime
ramente elegí perfiles de hombres con preferencia homosexual para
conversar. Pero encontré que son las personas que más conflicto tie
nen con las identidades trans. El siguiente paso fue optar por perfiles
de hombres con preferencia heterosexual. Aquí, los hombres hetero
sexuales tienen conflicto muy constante con las identidades trans a
menos que en su búsqueda expresen el interés por personas trans. De
haber pasado por perfiles con preferencia homosexual y heterosexual,
me dedique a entrar a los perfiles de hombres con preferencia bi
sexual. Encontré que la mayoría de los hombres bisexuales se permi
ten tener una conversación o encuentro sexual con una persona trans.
En todos los casos la intervención empezaba preguntando: ¿te gusta
ría conocer a una personas trans?, o ¿aplican trans? Esto era el inicio
o cierre de una conversación.
Conclusión
1 95
a otras personas; alejándose del recubrimiento del binarismo de gé
nero y se acerca a enunciar a las personas trans como hombres trans
o muj eres trans con posibilidades distintas de preferencia sexual.
Bibliografía
Sitios consultados
1 96
LO CUIR : ESO QUE TRANSITAMOS
Christian García
1 97
cada línea escrita, con cada historia descrita a la espera de lo que vie
ne o deviene.
Te quedas un tanto pasmada, pero muy curiosa al saber que exis
ten esas otras cosas que tal vez habías imaginado, no sabías que ha
bían sido dichas y escritas, lo cual representa todo un nuevo mundo.
El texto a discutir en tu primera vez que asistirás al Espacio es el
capítulo 9 del Testo yonki: "Testomono" (Preciado, 2008). Al igual
que con la lectura pasada, no sabes que existía esa autora y mucho
menos ese libro.
Cuando menos lo esperas "esta cosa" ya atravesó ciertas nociones
de tu sentir, la realidad, comienzas a pensar y escribir desde tantas
personas para ti, para mí, para los otr* s, desde los otr* s y con los
otr*s. É sa es precisamente una de las posibilidades de lo queer: des
centralizarte de un lugar que te fue y es asignado con cada palabra u
acción, deshacer tu género, mi género, nuestro género; como diría la
Beto Preciado, ¿para qué cambiar de humor cuando se es posible
cambiar de identidad?
Se tiene la posibilidad de cambiar nuestro filtro de percepción del
mundo, ya sea performando el cuerpo o las posiciones subjetivas con
las que contamos, entrando y saliendo de los espacios a los cuales nos
hemos ido inscribiendo y desinscribiendo, haciendo posibles los diá
logos diferentes; construyéndonos mundos habitables.
Los mundos habitables, como lo menciona Butler en Deshacer el
género (200 1 ) , serían escenarios que nos permitan respirar, desear,
amar y vivir sin normalizar los cuerpos, sin organizar nue::;tros lazos
más íntimos de relación, sin limitar las vidas, posibilitando el recono
cimiento humano, permitir deshacernos y hacernos un*s a otr*s.
Lo queer, como una forma de percibir la realidad, implica estar
abierto a la diversidad, a no esperar conductas normativas, a no defi
nir el género de una persona en función de sus genitales, a cuestionar
las j erarquías, a visibilizar otras realidades.
Implica además la posibilidad de pensar desde los sentidos, abre la
inclusión a otro tipo de políticas, deseos, acciones, enunciaciones,
fantasías, discursos, cuerpos, sexualidades, relaciones, producciones
o reproducciones.
Una puede elegir o deselegir desde qué lugar o no lugar desea o le
es más habitable su transitar, una decide cómo y con qué transgrede o
1 98
trastoca su cuerpo, ¿cuáles serán los límites que cruzará? y ¿con quié
nes lo hará?
Como human*s nos vemos en la necesidad de un reconocimiento
en esta sociedad heteronormativa. Una sociedad que ahora se encami
na a permitir a la diversidad un pequeño "lugar"; un lugar desde la to
lerancia y "la nueva moda". Ahora está de moda tener un amigo gay;
lo dicen las revistas j uveniles, se dice en las redes sociales, está de
moda para las muj eres tener un amigo gay porque es como una "me
jor amiga".
La cuestión es: ¿de verdad se quiere o se requiere el reconocimien
to desde esa posición? Porque ni siquiera es que se reconozca desde
un espacio, sino desde una cosificación de la persona.
La apuesta tendría que ir encaminada a un reconocimiento en el
centro y en las periferias, es decir, no concentrar la estancia en "espa
cios apartados", sino en ese entrar-salir, ir-venir no sólo por los cami
nos sino por las brechas.
¿Dónde se ha transitado en la Universidad?, puedo contar con los
dedos y me sobran, las veces en que he visto formas de afecto explíci
to entre parej as del mismo sexo ¿Por qué en una universidad donde se
habla de inclusión nos negamos a aceptar lo distinto? ¿Por qué l imi
tarse en los espacios públicos? ¿Por qué sólo apostarle a los espacios
privados?
Tal vez dirán: porque en los espacios públicos no se tiene la seguri
dad, la aceptación, el sostén que se requiere, ¿por qué no empezar a
buscar la visibilidad desde esas transgresiones al cotidiano de l*s otr*s?
¿Por qué no apostarle a otras formas posibles de reconocimiento?
Aquellos panópticos carcelarios de los que habló Foucault (2002)
se han convertido en culturales, pues se concentran en mirar e interio
rizar una identidad en los suj etos, dejando fuera esa búsqueda de po
sibilidades que pudiesen complementarnos como sujetos y enrique
cernos de diversas significaciones de la realidad.
La vía sería poder anclar lo público y lo privado en la praxis coti
diana, entendiendo ésta como una cuestión colectiva, es decir, entre
tejer nuestras acciones, pensamientos, palabras en espacios micro y
macropolíticos.
El espacio ha permitido cuestionar-me, creo que esa es la forma de
trastocar y tambalear los esquemas estructurantes de nuestra persona,
de asumir una posición ético-política para pronunciarnos y actuar.
1 99
Claro, hablo desde mi experiencia, desde las imágenes y lugares
que me he/han permitido hacerme/des-hacerme, perderme/re-encon
trarme; a fin de cuentas es así como una logra medianamente entender
esa rareza de lo cuir.
Dar cuenta de los procesos vividos permeados de afectividad, que
se han y se irán entretejiendo en y con el tiempo, es lo que permite dar
al otro el lugar que le pertenece poder vislumbrar las implicaciones
que se tergiversan, lo que nos dota de los sabores, colores, texturas,
olores, sentires, voces, miradas, respiros, suspiros, imágenes.
Bibliografía
200
SOBRE L * S AUTOR * S
20 1
xualidad Humana, Fase I: Educadoras y Educadores y Fase II : Conse
jería de la Facultad de Filosofia de la UAQ. Es integrante de Espacio
Queer.
Fernando R. Lanuza
Maestro en Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de
Querétaro (UAQ). Sus líneas de interés son el feminismo, lo queer, la
violencia, la espiritualidad, el poder y la justicia. Es docente de licen
ciatura en la UAQ y miembro de Espacio Queer.
202
Significados y prácticas de cambio de nombre en personas trans en
Querétaro, México". Es escritora del periódico comunitario Corres
ponsales Clave y activista en los campos temáticos de VIH, derechos
humanos y personas trans.
Mauricio List
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel I) desde
2007. Es doctor en Antropología por la Escuela Nacional de Antropo
logía e Historia (ENAH), maestro en Antropología Social por la ENAH,
maestro en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma
Metropolitana Iztapalapa (UAM-1) y licenciado en Antropología So
cial por la ENAH. Entre sus publicaciones destacan los libros Jóvenes
corazones gay en la Ciudad de México, publicado por la BUAP en
2005, Hablo por mi diferencia. De la identidad gay al reconocimien
to de lo queer, publicado por Eon en 2009 y El amor imberbe. El ena
moramiento entre chicos y hombres maduros de Eon-Conacyt, 20 1 0.
Actualmente se encuentra en prensa su más reciente libro titulado Los
derechos sexuales en el contexto del neoconservadurismo. Notas
para su estudio. Junto con la doctora Elsa Muñiz coordina desde 2003
el Congreso Internacional de Artes, Ciencias y Humanidades El cuer
po descifrado.
203
Raúl M. Carrasco
Psicólogo clínico, docente en la Facultad de Psicología de la Uni
versidad Autónoma de Querétaro. Se dedica a la práctica clínica pri
vada. Es autor de metodologías educativas para el trabajo con jóve
nes, salud, derechos humanos, habilidades para la vida y ciudadanía,
desde la perspectiva de género e interculturalidad. Tiene amplia expe
riencia en el desarrollo y ej ecución de proyectos en temas de preven
ción de adicciones, violencia, derechos humanos, sexualidad, género,
masculinidades, participación ciudadana y promoción de la salud. Es
especialista en diseño, monitoreo y evaluación de intervenciones psi
cosociales y co-fundador de Colectivo RED, A. C. y Espacio Queer.
Rodrigo A. Lara-Quinteros
Psicólogo educacional por la Universidad de Santiago de Chile y
tiene el Magíster en Estudios de Género y Cultura, mención Ciencias
Sociales, por la Universidad de Chile. Es investigador en el ámbito de
masculinidades, juventudes y educación. Es miembro del Núcleo de
Investigación en Juventudes de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Chile, profesional de la Unidad de Desarrollo de la
Enseñanza y Aprendizaj e en la Facultad de Medicina de la misma
universidad y docente de la Escuela de Psicología de la Universidad
de Santiago de Chi le.
204
Salvador Cruz Sierra
Estudió un postdoctorado en Investigación en Ciencias Sociales,
Niñez y Juventud. Es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Es Investigador Na
cional del SNI del Conacyt. Es profesor-investigador en El Colegio de
la Frontera Norte, adscrito al departamento de Estudios Culturales.
Sus líneas de trabajo versan sobre violencia social y masculinidad, así
como masculinidades juveniles y colectivos culturales juveniles.
Sayak Valencia
Doctora en Filosofia, con especialidad en Teoría crítica y feminis
ta por la Universidad Complutense de Madrid. Investigadora del De
partamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte,
sede Tijuana. Autora de los libros: Adrift s Book (20 1 2), Capitalismo
Gore (20 1 0), El reverso exacto del texto (2007), Jueves Fausto
(2004). También ha publicado diversos artículos en revistas de Esta
dos Unidos, España, Canadá, México, Chile y Colombia sobre sus te
mas de investigación que radican en la vinculación de la violencia es
tructural y económica, la construcción dicotómica del género, la
violación de los derechos humanos, la Teoría queer/cuir, la disidencia
sexual y las metáforas sociales que reproducen la colonialidad del po
der, analizándolos desde una perspectiva transfeminista.
205
sida, cuerpo, subj etividad, sexualidad, género, violencia y tanatolo
gía. Entre sus publicaciones están: Máscaras de la muerte; Mujer ante
todo(s) . Trabajadoras sexuales y psicología sexual; Mujeres, violen
cia y VIHISIDA ; Manual parajóvenes: VIH y SIDA, derechos humanos y
género, y Manual SIDA y teatro para México y Centroamérica.
206
ÍNDICE
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Errantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Elizabeth Contreras Colín
Expropiad*s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. 151
Eduardo Fajardo