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De infidelidad a la ignorancia
Conclusión:
Hechos 13:17-23, 38-39
La era de los jueces revela nuestra incapacidad de vencer el
pecado por nuestros medios y fuerzas. El pecado humano debe
ser sometido a un Rey todopoderoso que puede gobernar sobre
el corazón humano. Tan importante como el rey David fue para
la historia de Israel y para restaurar la paz de Israel después
de los días terribles de los jueces, el propio testimonio de David
es que es uno más grande que él vendría, ese Salvador a quien
Dios prometió a Israel, el único que hará la voluntad de Dios y
salvará a su pueblo. En efecto, Dios se compadeció de Israel y
les envió jueces para rescatarlos de los cananeos. Y porque
Dios tuvo compasión de nosotros, él nos ha enviado al rey
prometido, Jesucristo. Este rey murió por nuestros pecados,
fue resucitado de los muertos para nuestra justificación. Este
rey envía a su bendito Espíritu Santo a nuestros corazones para
hacer lo que los jueces, sacerdotes y levitas nunca podrían
hacerlo, rescatarnos de algo mucho peor que los cananeos.
Jesús vino a liberarnos de la culpa y del poder de nuestro
pecado. Porque Dios tuvo compasión por nuestro luchar con el
pecado, él envió a Jesucristo, que vino a salvarnos de nuestros
pecados. ¡Amén!