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SUSPENSOS DE LA AUTOPOIESIS1
El poder reside en todas partes en el sentido de que el código semiótico del capital
ha invadido todo espacio mental, y obliga a la mente a trabajar de modo
unidireccional. Pero es también cierto que cada uno de nosotros tiene el poder de
experimentar una vía independiente.
La realidad económica de nuestra época implica que toda empresa puede competir
con otra. Todos competimos en el ámbito internacional. Las personas compiten en
el ámbito internacional. Las empresas compiten en el ámbito internacional. No hay
hacia dónde correr y en dónde esconderse. Ni para usted. Ni para la FIAT. Ni para
U2. Ni para Ricky Lake. Ni para Robert de Niro. Ni para Meg Ryan. Ni para Augusto
Pinochet.4 (Berardi, 2003: 183, destacados nuestros)
Bien sabemos en Chile que de los personajes listados en la cita hay a lo menos uno para el
que habría sido razonable la situación sin escapatoria allí descrita, pero también sabemos
que por sus aportes al Semiocapitalismo (nomenclatura de Berardi), la historia concedió a
Pinochet una confortable y fastuosa vejez.
Berardi (Bifo) y el último autonomismo italiano han padecido un agudo problema para
tratar en términos efectivamente materialistas con la historia del trabajo (De la Garza,
2002). Para aproximársele en sus vértigos recientes se han obligado a hacerlo bajo la
imagen de un mundo virado en sí mismo, inabordable desde cualquier praxis anterior a esa
1
Esta es una versión en proceso de ampliación de un texto que la Universidad del Valle, Colombia, ha
incluido como capítulo del último libro (en prensa) de su colección Nuevo Pensamiento Administrativo.
2 Pablo Seguel es historiador y licenciado en sociología por la Universidad de Chile, estudiante del Magíster
en Historia de la Universidad de Santiago de Chile, becario CONICYT Magíster Nacional 2018, folio Nº
22180599, contacto: bseguelg@gmail.com. Miguel Urrutia es Dr. en Sociología por la Universidad de
Lovaina, Bélgica, académico del Dpto. de Sociología de la Universidad de Chile y profesor del Doctorado en
Ciencias Sociales de la misma institución, contacto: murrutiaf@u.uchile.cl.
3 El texto que hemos utilizado es una reducción no literal del que a su vez cita Berardi: Ridderstrale, Jonas y
Nordström, Kjell (2000). Funky Business, Madrid, Pearson Educación, p. 41.
4
En letra normal: Berardi, 2003: 183. En letra más pequeña: cita textual hecha por Berardi de la página 34
del texto de Ridderstrale y Nordström mencionado en nota anterior.
1
“nueva fase de la organización del trabajo y la sociedad tras el taylorismo, el fordismo y el
keynesianismo” (Negri, 1993). Llama poderosamente la atención este modo de designar
una novedad radical mediante una noción tan lineal como la de “fase”.
Se ha dicho que el recién citado Negri perdió el rumbo autonomista trazado por Panzieri y
Tronti cuando su exilio en París (1983-1997) lo expuso al “posmodernismo” de Foucualt,
Guattari y Deleuze. Para ponderar esto, haremos un brevísimo paréntesis.
El aprecio de Deleuze por la vida – a veces presentado como mero vitalismo– respondió en
parte a la fragilidad de la suya5. Fue entonces un político de intención revolucionaria que
buscó descodificarse en primer lugar de su propio organismo distinguiéndolo del cuerpo
como colectividad. Así, hizo cuerpo con un activo militante y discípulo dilecto de Lacan,
Félix Guattari (Dosse, 2009). Negri, un académico combatiente condenado en tribunales
Italianos por ‘adoctrinar a la juventud en la subversión contra el Estado’, impactó sobre
Guattari más bien que al revés. De todos modos Negri anexó a su lenguaje algunas de las
nociones más delicadas del materialismo que Deleuze desarrollaba ya antes de su
encuentro con Guattari.
Una de las raras diversiones de esa izquierda lúgubre, agobiada por los
remordimientos, las derrotas y la ausencia de imaginación ha sido [debatir
sobre] lo que parecía evidente para la mayoría de la gente dotada de buen
sentido (la informatización de lo social, la automatización en las fábricas, el
trabajo difuso, la hegemonía creciente del trabajo inmaterial, etc.) No se
quería admitir a ningún precio que todo había cambiado después de 1968 y
por tanto durante los últimos veinte años, y que, en particular, el rechazo del
trabajo expresado por la clase obrera, combinándose con la innovación
tecnológica que le siguió (precisamente los fenómenos de inmaterialización
del trabajo a gran escala), había determinado una situación nueva e
irreversible, tanto en la organización del trabajo como en la del Estado, y
que obligatoriamente tenía que derivarse una emancipación total del
movimiento obrero frente a toda su tradición, y la invención de formas de
lucha y organización adecuadas.
5
La guerra le trajo la dolorosísima pérdida de su único hermano y las mismas marcas físicas que a casi toda
la población europea, entre ellas, una rebelde tuberculosis que acabó haciéndolo vivir con un solo pulmón
durante 27 años. Ya muy enfermo, en 1995 Deleuze elevó una demanda judicial de eutanasia, rechazada
ésta, se suicidó.
2
Nadie ha probado aun que exista contraposición necesaria entre la investigación social y la
des-determinación de lo real. No obstante, intentando escapar de los determinismos
reformistas, el tardoautonomismo italiano supuso una relación natural entre saber y
política, reemplazando la implicación científica en una realidad intensiva por unas
“imágenes de mundo” (Villalobos-Ruminnot, 2001) tan extensivas que ni los propios datos
de su inconsistencia logran revertir la imágenes creadas
6
El texto de Berardi es un extraño ir y venir entre la crítica a la New Economy y la aceptación de la imagen-
mundo que esta propone. Algunos alcances políticos de dicha imagen pueden apreciarse en:
https://www.theguardian.com/news/2018/jan/19/post-work-the-radical-idea-of-a-world-without-
jobs?CMP=share_btn_tw ; http://sites.bu.edu/tpri/2017/07/06/why-isnt-automation-creating-
unemployment/ ;
https://newrepublic.com/article/146924/silicon-valleys-origin-story ; https://medium.com/@Vitolae/why-
taylorism-cannot-apply-to-the-cleaning-craft-864293bafabf ;
https://gavinkellyblog.com/new-shocks-and-old-sins-economic-adjustment-in-the-age-of-automation-and-
brexit-b2886cc47bbb .
3
Lejos de las grandes imágenes del mundo, esa cualidad que recién hemos mencionado, ha
sido reconocida desde hace algunas décadas en la vida celular y nombrada con el lirismo
autopoiesis (Maturana y Varela, 2013). Sin embargo, su utilidad en un nuevo análisis
materialista histórico de la centralidad política del trabajo7 implica suspender tres
tratamientos que la teoría de sistemas sociales ha dado a ese concepto (Luhmann, 1997 y
1998a; Correa y Gibert-Galassi, 2001; Mascareño, 20168).
10 Es vital no concebir esta caracterización como una crítica a Jacques Lacan, cuya obra es usada (o abusada)
en la producción de este estructuralismo (Stavarakakis, 2010). Algo similar ha ocurrido con el trabajo de
Jacques Derrida.
5
opresor, en un agenciamiento, solo el reconocimiento de su variabilidad nos acerca, de un
modo indefectiblemente político, a sus intensidades opresoras o libertarias. Así se hace
reconocible que la llamada reorganización técnica del trabajo desde el último cuarto del
siglo XX ha sido pieza fundamental de un agenciamiento donde el salario funciona real y
efectivamente como “variable de ajuste del cuadro macroeconómico general” (Álvarez et.
al., 2009: 243).
Para establecer estas duraciones se debe atender dos ejes de variación. El eje que varía
entre: (a) los signos o expresiones (palabras) y (b) los contenidos o estados corporales
11 Usamos estas tres palabras como sinónimos, mera iteración con fines comprensivos.
6
(cosas). Tal variación se realiza mediante meras “formalizaciones (…) en estado de
equilibrio inestable” (Deleuze y Guattari, 1997: 72). En este punto resulta vital para el
realismo materialista advertir la imposible correspondencia entre palabras y cosas. Una
teoría puede promover tal correspondencia, pero entonces es una teoría normativa y no
una teoría política o de lo real. Si reducimos lo que la teoría de los agenciamientos designa
como “expresiones, signos o palabras” a aquello que decimos, y por otra parte reducimos
lo que esta teoría designa como “contenidos, estados de cuerpos o cosas” a aquello que
hacemos, por supuesto que la congruencia resulta deseable y hasta indicativa de
emancipación. Pero cuidado con esto. La política en el agenciamiento de ataque a los
salarios no se caracteriza por aquello de que “nadie hace lo que dice”. Los muy políticos
ministros de hacienda, por ejemplo, hablan abiertamente de ajustes con sacrificios para la
población y es justamente lo que hacen sin que les tiemble la mano. Por otra parte, si de
verdad observamos las luchas contra el neoliberalismo como una unidad real, solo
aportando al régimen policial se les podría pedir que digan todo lo que hacen (Urrutia,
2002).
Ahora bien, a falta de un criterio interno para aprovechar el equilibrio inestable de esas
formalizaciones e intervenirlas libertariamente, cabe considerar el segundo eje de los
agenciamientos. En este eje se verifica la variación entre dos formas, tan materiales, que al
principio resultan enigmáticas: territorialización y desterritorialización. Su comprensión
requiere resumir el centro de este materialismo histórico desplegado en la teoría de los
agenciamientos. Es de honestidad mencionar el encuentro con la teoría de la diferenciación
sistémica (aunque sin su policentrismo obligado) y más específicamente con el principio de
co-evolución sistema-entorno (Luhmann, 2007; Mascareño, 2016), el cual posee, a nuestro
juicio, el valor enorme de haber demostrado que la recursividad en las formas sociales no
configura de suyo habituación reproductora, ni acontecimiento revolucionario.
En la forma que toma la materia se constatan procesos evolutivos que, en modo alguno,
son lineales o progresivos (Guattari, 1996; De Landa, 2012), tanto en el sentido
spenceriano de unas sociedades más aptas que otras, como en el sentido hegeliano y en
general idealista de un avance al encuentro con el Espíritu; sentidos ambos que no cabe
imputarle a la modernidad, entre otras cosas, porque dicho concepto remite a una
totalidad histórica descomplejizada e irreal.
7
pesados hasta los estratos y subestratos superficiales e incluso la liviana atmósfera puede
hacer llover ácidos sobre los estratos.
Desde el punto de vista de la materia humana y sus formas de vida, también se reconoce la
formación de estratos por procesos de codificación social (no única ni principalmente los
llamados estratos socioeconómicos que corresponden a producciones estadísticas). Las
grandes instituciones de una sociedad son un tipo de estrato, pero también lo son por
ejemplo la forma ciudad y, sobre todo, la poderosa forma sustracción de valor-trabajo por
parte del capital. Las colectividades humanas desarrollan sus formas de vida entre medio de
estos estratos, se hacen un territorio manejando los códigos circundantes. Se territorializan
en una zona de confort relativo y de equilibrios inestables. “Todo agenciamiento es en
primer lugar territorial. La primera regla concreta de los agenciamientos es descubrir la
territorialidad que engloban” (Deleuze y Guattari, 1997: 413), a partir de ella pueden
medirse coeficientes de desterritorialización ligados al primer eje del agenciamiento. Estos
coeficientes pueden definir el paso de un agenciamiento a otro.
Entonces, todo agenciamiento parte de un territorio que compone un eje que sirve de
coeficiente para las variaciones del otro eje. Es decir, las variaciones entre los enunciados
lingüísticos y los estados de cuerpos pueden ser medidas a la luz de los grados de
desterritorialización con los que se asocian. En estos dos ejes se analizan los
agenciamientos, descargando relativamente al primero de la pregunta libertaria y
dirigiéndola más al segundo, pero sin dejar de reconocer que este eje está atravesado a su
vez por las variaciones del primero. Lo que diga y haga, por ejemplo, un partido político de
intención proletaria, o una central sindical, podrá juzgarse por su cruce en el eje
territorialización/desterritorialización, pues la emancipación se ayuda de nuevos partidos y
sindicatos revitalizados, pero concretamente se mide por desterritorializar al trabajo de la
explotación y por reterritorializar la producción, reproducción y cuidado material de la vida,
en la cooperación mancomunada. Muy diferente a la neokantiana tarea de inventar un
pueblo, un agenciamiento libertario consiste en producir una nueva tierra desde “la vida
productiva misma [que hoy] aparece ante el hombre sólo como un medio. La vida
productiva es, sin embargo, la vida genérica. Es la vida que crea vida.” (Marx, 2001: 62)
8
3. Desterritorializaciones relativas de lo político
Los agenciamientos permiten entonces no solo recuperar las explicaciones de lo social por
lo social, sino también analizar las tramas materiales de las que emerge la separación entre
“eso social” y “eso otro”, nombrado habitualmente como político.
Con todo, ningún enfoque crítico ha creído necesario interrogar la noción misma de
Modelo (Mayol, 2012 a y b; Atria et. al., 2013; Urrea, 2014. Escapando de esta mirada:
Estupiñán, 2016), y en particular su remitencia de la conflictividad a unos sentidos
subjetivos de la acción donde los efectos histórico materiales del ataque a los salarios,
logran ser apartados con evidencia subjetivista ad hoc (Urrutia, 2005). Hemos presenciado
así, una cierta desactivación del análisis social por la vía del subjetivismo, o de lo que
Fernando Robles (2006) denominó “retórica sujetológica”. Con ese horizonte, desde la
segunda mitad de los años 90, una corriente dominante en las ciencias sociales chilenas
puso a girar la cuestión de los malestares sociales (desterritorializaciones negadas en su
materialidad) en el epistémicamente célebre círculo hermenéutico. La misma pauta ha
seguido aplicándose para preguntarse si las fuerzas sociales que irrumpieron en Chile en los
12 Pese a los encuentros Friedman/Pinochet en 1976 y 1981, y a que todo el equipo económico dictatorial
de aquel periodo se había formado al alero de un convenio firmado en 1956 entre las escuelas de economía
de las Universidades de Chicago y Pontificia Católica de Chile (de allí la denominación coloquial “Chicago
boys” (Harvey, 2007b). Algunas facetas de este convenio son cruciales para mostrar la no linealidad de la
historia reciente de Chile.
9
años 2006, 2011 y 2016 han apuntado sus sentidos subjetivos a la corrección o a la
abolición del “modelo” (Garcés, 2012; Salazar, 2012; Atria et. al., 2012). Es un cuadro
paradójico en el que cualquiera de los diagnósticos podría reclamarse confirmado. Desde
los anuncios de estallidos sociales, hasta las advertencias sobre la irreversibilidad de la
modernización capitalista con su costo mercantilizador (o desencantador) de las relaciones
sociales.
Con más o menos sofisticaciones metodológicas, hurgar en los sujetos los sentidos que
atribuyen a sus acciones ha hecho que una parte de esta corriente –-sin tener que apelar a
la célebre sentencia de Thatcher13-- llegue a plantear dudas sobre si existe en la realidad
algo más que los individuos (Martuccelli, 2007). De ahí la relevancia que atribuimos al
estudio de lo político en el agenciamiento reorganizador de las relaciones laborales en
Chile.
Resulta ahora necesario revisar la definición de lo político más en boga actualmente, la del
jurista alemán católico y conservador14, Carl Schmitt. Lo haremos brevemente, no por
minusvalorar esta obra, sino para no perder de vista lo que ya hemos avanzado en la
asociación de lo político y las relaciones laborales como rasgo directo del agenciamiento de
ataque a los salarios.
La autonomía de la obra respecto del autor postulada por Michel Foucault, contribuye a
explicar la creciente acogida de Schmitt entre intelectuales chilenos de una izquierda más
bien radical. Aunque las cuestiones schmittianas tratadas actualmente ya habían sido en
cierto modo planteadas por otro abogado alemán en el siglo XIX (Marx, 1968 solo a modo
de ejemplo), la noción schmittiana de transformaciones en la intensidad de una situación
que hacen emerger Lo Político como atributo que desterritorializa los márgenes de esa
situación, converge y contribuye a describir el agenciamiento neoliberal de ataque a los
salarios.
13 “there is no such thing as society. There are individual men and women, and there are families.” De:
https://www.brainyquote.com/quotes/margaret_thatcher_165648
14 Apuntamos estos elementos, recordando que nuestro argumento se desliga de las categorizaciones
identitarias. Tampoco la militancia de Schmitt en el nazismo, previa a la guerra, determina completamente
alguna sustancia de sus investigaciones.
10
política siempre toda agrupación que se orienta por referencia al caso
“decisivo”. (Schmitt, 2009: 68)
11
En medio de aquel crecimiento magnífico, una desterritorialización del propio capital había
estado operando.
El capital tuvo tanto que llevar la competencia intracapitalista al interior de su lucha contra
los salarios (lo político), como introducir su lucha contra los salarios en la competencia
intracapitalista. Puesto que “no se puede establecer un corte radical entre los regímenes
de signos y sus objetos” (Deleuze y Guattari, 1997: 13), se comprende que el
agenciamiento neoliberal no decidió soberanamente la globalización del capital para
contener las presiones salariales (acusadas de ser extra-económicas). No fue la simple
presión obrera sobre las rentas del capital lo que reterritorializó su agenciamiento en el
modo de la globalización.
Ya desde los años cincuenta, las prácticas políticas del salariado “volvieron” a plantearse en
términos de poder y no solo de presión. Más aun, presionando salarialmente las rentas del
capital, las clases trabajadoras avanzaron hacia una política de realización de la democracia
(Negri, 1992 y 2004). El capital pudo notarlo incluso por la pérdida de injerencia en los
movimientos obreros de la antidemocrática Internacional Comunista de mediados del siglo
XX (Hobsbawm, 2011). Eso explica también por qué, en plena guerra fría, las derrotas
bélicas del imperialismo capitalista derivaron en cercos precisos a toda posibilidad de
realización de la democracia como política del trabajo, asumiendo incluso como un costo,
el empujar a los pueblos vencedores hacia el comunismo de la época (Chomsky, 1983).
12
Frente a la amenaza de la democracia realizada por el trabajo, el comunismo
hegemonizado por la URSS, resultaba para el capital un mal menor. Un enemigo diferible al
que más tarde podría enfrentar decisivamente en un terreno común: la subordinación del
trabajo a un productivismo destructivo.
El primer eje es el del papel jugado por el fabuloso crecimiento económico capitalista en los
30 primeros años de la postguerra. Desde un campo crítico del neoliberalismo suele
apuntarse que aquel fabuloso crecimiento económico estuvo basado en un pacto social con
garantía de los estados soberanos para regular, “embridar” (Harvey, 2007b), al capital y
13
conseguir aumentos de la demanda agregada acordes al crecimiento. En efecto, los salarios
aumentaron como nunca antes y mejoraron plausiblemente su participación en las rentas
nacionales. Necesario resulta indicar que, en este marco, se mira retrospectivamente a la
teoría de la dependencia15, bien como refutada, o bien como un amasijo de tesis
revolucionarias ineficaces, pero catalizadoras de la difusión y redistribución del fabuloso
crecimiento económico keynesiano (Meller, 1998; Jaksic y Drake, 1999).
Sabemos que el neoliberalismo culpa a los salarios de la larga fase descendente en las tasas
de crecimiento iniciada a mediados de los setenta (Norberg, 2003). De ahí obviamente su
agenciamiento. Pero las explicaciones del campo crítico sobre el paso al neoliberalismo
refieren a desajustes (expresados en la política) entre la redistribución demandada por los
trabajadores y la ambición, egoísmo y codicia que desbordó a las clases capitalistas (Piketty,
2013).
Al plantear que todo esto no se explica por sentidos subjetivos de la acción, sino por
agenciamientos, no estamos prescindiendo de los sujetos, ni descargándolos de
responsabilidad, solo estamos describiendo una realidad recursiva, en la que sujetos
demócratas devienen dictatoriales, sin que al mirarse en un espejo, ellos vean a un traidor
de la democracia. Cabe recordar, entonces, que en estas breves páginas hemos
identificado el umbral de un agenciamiento libertario, antagónico al del ataque al salario.
Umbral que se abre o se cierra, se acerca o se aleja, de acuerdo a la intensidad de otra
presuposición recíproca, la de las clases trabajadoras y sus democracias (Seguel, 2016;
Pérez P., 2013; Pérez S., 2013; Campusano et. al. 2017a y b).
Textos citados.
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en América Latina y Estados Unidos, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España.
16 A través del título de uno de sus libros escritos en dictadura, Norbert Lechner (1984) desarrolló un
predicado muy similar (sin duda del todo superior literariamente), sin embargo, no lo refirió –por sus
propios compromisos/convicciones socialdemócratas- a la democracia, sino a la Política, esa “conflictiva y
nunca abada construcción del orden deseado”.
15
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