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Cristología

Resumen de las cuestiones primeras para el estudio de la cristología y sus etapas


históricas principales. La cristología es la parte de la teología que quiere responder a
una pregunta fundamental para nuestra fe: ¿Qué o quién es Jesucristo?
Esta pregunta se vuelve completamente trivial si nos limitamos a hacer una colección
de opiniones o si pensamos que todo consiste en oponer unas frases contra otras
frases.

Dentro del cristianismo la doctrina no es simplemente una serie de palabras. Las


palabras se refieren a hechos y los hechos a los que alude nuestra fe cristiana tienen
que ver con la revelación de quién es Dios y quién es el ser humano. Sencillamente no
puede haber temas más importantes ni preguntas más profundas. Por lo tanto frente a
las diferencias no cabe la solución cómoda de dejar que cada uno diga lo que quiera
mientras todos nos acostumbramos a convivir al margen de la verdad. Tarde o
temprano las opiniones de la mayoría terminan convirtiéndose en leyes que se
imponen y que afectan a todos.

Ante las diferencias tampoco es coherente con la fe cristiana una actitud de


agresividad de manipulación o de imposición por la fuerza. Sin embargo el hecho de
no imponer tampoco significa que nosotros tengamos de prestar y exponer nuestra fe,
ya sea por cobardía, por miedo o por comodidad. Lo correcto entonces es no ocultar
las diferencias y entrar en un diálogo sereno abierto y constructivo que nos acerque a
la verdad. A lo largo de los siglos la pregunta por el ser de Cristo ha conducido a
distintas fuentes y lugares de búsqueda. Hasta el siglo XVI la respuesta parecía obvia:
es la Iglesia quien sabe quién es Cristo. Con la reforma protestante la atención se
vuelca sobre todo hacia la Biblia. Una actitud de sospecha frente al texto bíblico le da
fuerza a la búsqueda histórica y a la elaboración racional y científica. La culminación
de ese proceso de exaltación científica histórica irracional condujo al programa de
desmitologización propuesto por Rudolf Bultmann.

En síntesis el complejo itinerario de la sociedad occidental tratando de establecer una


respuesta definitiva sobre quién es Jesucristo nos ha devuelto al punto de partida y ha
dejado una sensación de perplejidad o escepticismo en muchísimas personas.
Pregunta central: ¿Es posible acceder a la persona de Jesucristo a través de los
Evangelios?

Etapas en la respuesta, según R. Latourelle:

1. Respuesta acrítica (hasta el siglo XVIII): Los Evangelios son de fiar porque
provienen de los apóstoles o de personas muy cercanas a los apóstoles.
2. Escepticismo histórico (de Reimarus a Bultmann): La historia no puede basarse
en confesiones de fe. Tiene que abrir su propio camino. Eventualmente esa
búsqueda de independencia se concentra en el proyecto de desmitologización
de Bultmann.
 Aunque el escepticismo parece razonable al principio, contiene una primera
dificultad: ¿sobre qué base quitamos TODA fiabilidad a los relatos
creyentes? Si el creyente tiene un sesgo por su fe, ¿no es otro sesgo negar
lo que dice la fe solamente porque lo dice?
 Otra dificultad: ¿Desde qué visión del mundo asignamos lo que es posible y
lo que no es posible? Si por ejemplo, negamos lo sobrenatural, ¿es esa una
posición razonable, científica, vinculante?

 Como dice Ratzinger en su obra Jesús de Nazareth: Da la impresión de


que las "Vidas de Jesús," al modo de la obra de Strauss, más nos cuentan
de Strauss y de su cosmovisión, que de Jesús. Pareciera que autores como
él quitan las suposiciones implícitas de los creyentes para quedarse con las
suposiciones implícitas o explícitas suyas.

3. Respuesta moderada (de Kasemann a Robinson): búsqueda de continuidad


entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. Hay énfasis en la historia pero no como
automáticamente opuesta a la confesión creyente (Pannenberg, Moltmann).

4. Respuesta católica contemporánea: Hay continuidad entre el Jesús de la historia


y el Cristo de la fe: es de hecho siempre el mismo Jesús pero identificado como
Mesías y Señor a partir de la resurrección. No cabe presumir una falseación de
quién es Jesús sino una serie de miradas cada vez más profundas, que develan
progresivamente su misterio, en un proceso que culmina con la luz de la Pascua y
de Pentecostés.

* La crítica histórica, en su versión más acerba, depende en el fondo de una


contraposición entre el lenguaje puramente OBJETIVO, que sería el de la ciencia; y el
lenguaje puramente SUBJETIVO, que sería el de la fantasía, la literatura o el mito.

* Puede decirse que lo propio del lenguaje bíblico en general es su carácter INTER-
SUBJETIVO. Los textos bíblicos transmiten la verdad, no como hechos asépticos y
desnudos de toda interpretación, pero tampoco como simple deseo, invención o
imaginación de algún creyente extático.

* El lenguaje inter-subjetivo bíblico quiere hacer posible en el oyente la experiencia


que ha sobrevenido al hablante. Su modo de precisión no es la de la objetividad del
milímetro sino la del uso apropiado de los giros, imágenes y expresiones que muestran
algo externo y real pero en cuanto sucedido a una persona humana específica y en un
momento específico.

1. No confundir mundo pre-científico con mundo tonto o con mundo mágico.

2. Sobre el papel de la comunidad creyente en la redacción de los Evangelios.

+ En sentido positivo la comunidad sirve de criterio de fidelidad a los hechos y a su


interpretación genuina.

+ Existe sin embargo el riesgo de interpretar el papel de la comunidad de una manera


"creativa" como si fuera esta la que estableciera de común acuerdo qué es lo que
quiere creer.

3. Sobre los géneros literarios y las formas.

+ Géneros literarios o "formas" son modos de referirse a estructuras de texto escrito


que tienen cierta tradición de uso en un determinado medio.
+ En sentido positivo, las formas nos ayudan a aproximarnos de un modo más directo
al mensaje que se nos quiere transmitir. Por ejemplo: no es lo mismo una fábula, una
parábola o una alegoría. Otro ejemplo: el uso del lenguaje hiperbólico, o el recurso a
contraposiciones, o el uso de midrashim.

+ En sentido negativo, esta clase de análisis pueden hacernos creer que la verdad del
texto no existe sino que los elementos han sido acomodados para completar el
esquema preestablecido.

4. Sobre la exactitud de los datos numéricos, las fechas o los lugares.

+ ¿Qué datos son relevantes? ¿Qué autoexamen podemos hacer de nuestra propia
curiosidad o de nuestro gusto especulativo?

5. La verdad de los Evangelios es aquella enderezada a nuestra salvación, no como


nosotros la definimos sino como el Señor ha querido otorgarla.

a pregunta cristológica fundamental para la primera generación de cristianos, venidos


en su mayor parte del judaísmo, es: ¿Cómo se relaciona el acontecimiento Jesús de
Nazareth con las Escrituras (es decir, con lo que nosotros hoy llamamos el Antiguo
testamento)?

Tres recursos hermenéuticos principales les ayudaron a responder:

(1) Ver en Cristo el cumplimiento de las Escrituras, y concretamente, ver que en su


vida y misión se alcanza aquello que la Ley de Moisés quería pero a lo que no podía
llegar.

(2) Ver en Cristo la Realidad que antes se anunciaba solamente en "figuras," entre las
cuales destaca la figura del Siervo de Yahvé. Esta figura, presente en los cánticos de
Isaías 42 a 52, es importante porque ayuda a superar el "escándalo que era un Mesías
Crucificado.

(3) Ver en Cristo el Compendio o resumen de la historia de todo el pueblo elegido, de


manera que Él, en cuanto lleva en sí al pueblo todo, puede a nombre de todos realizar
la reconciliación y redención.

* Arrio (250-336) fue un presbítero de la Iglesia de Alejandría, aunque recibió su


formación intelectual en Antioquía de Siria. Como discípulo de esta gran escuela
exegética de la Antigüedad, Arrio tenía gran interés por el sentido literal de la
Escritura, así como bastante desconfianza de los métodos exegéticos alegóricos tan
comunes en la Escuela de Alejandría a la que sin embargo pertenecía jurídicamente.

* Arrio era lo que podemos llamar un líder natural, por su aspecto físico noble y
destacado, su voz y expresión verbal, su forma de vida sobria, su inteligencia, su
formación y su capacidad de tratar muy diversas personas. Por eso cuando, guiado
por sus propias investigaciones y por las palabras de otros, Arrio empezó a enfatizar la
diferencia y distancia, para él infinita, entre el Hijo y el Padre, atrajo sobre sí el rechazo
y condena de su obispo, Alejandro de Alejandría. Es este también el tiempo en que el
emperador Constantino, convencido ya de la verdad del cristianismo pero aún sin
bautizarse, quiere dar unidad en las creencias religiosas en el imperio. Eventualmente
las tensiones causadas en muchos lugares por la enseñanza arriana hicieron que el
emperador convocara un Concilio, que se celebró en Nicea, en el 324. El propósito del
emperador era por lo menos tan político como religioso: quería evitar divisiones y
pugnas de poder entre los cristianos.

* El pensamiento de Arrrio puede sintetizarse en la afirmación: "Hubo una vez en


que Dios era Dios y no había Hijo." Arrio distingue entre el Lógos y el Hijo, y mira al
Hijo como una creatura--la más encumbrada, noble y santa de las creaturas, a través
de la cual todo lo demás fue hecho. Sus textos básicos eran Juan 14,28 ("El Padre es
mayor que yo") y Colosenses 1,15 ("[Cristo] primogénito de toda creatura").

* El arrianismo resultaba o puede resultar atractivo por varias razones:

(1) Hace más fácil conectar con los textos del Antiguo Testamento.

(2) Su estructura es próxima a algunas narrativas paganas, como el Demiurgo de


Platón.
(3) Arrio no negaba del todo que Cristo fuera divino sino que veía su divinidad a la
manera de la participación que nosotros tenemos en la naturaleza divina, según 2
Pedro 1,4. Ese Cristo parece en algún sentido más próximo a nosotros.

(4) Al dejar al Padre como habitante de "una luz inaccesible" (1 Timoteo 6,16) su
teología puede parecer más respetuosa del misterio y la grandeza de la divinidad.

Pero es posible refutar a Arrio, y así hizo Nicea. Fue también el empeño prolongado de
San Atanasio. Tres argumentos pueden destacarse:

(1) El pecado atenta contra Dios y daña la relación con Él. No puede ser solución a
tal situación el amor de una creatura por elevada que se le suponga (véase
Sobre la Encarnación, de San Atanasio, n.9). La redención, libremente querida
por el Hijo, es un acto propiamente divino, y por eso "no hay otro Nombre por el
que seamos salvos" (Hechos 4,12)
(2) La separación entre el Lógos y el Hijo no tiene sustento bíblico. Y si se admite
la identidad entre el Lógos y el Hijo hay que admitir que el Lógos era Dios
antes de la Encarnación (Juan 1).
(3) [De J. Ratzinger] La afirmación de Cristo, a saber, que está por encima del
sábado, sólo puede indicar una prerrogativa divina anterior a la Cruz y la
Pascua.

En la crisis suscitada por la persona y la enseñanza de Arrio se conjugan factores


diversos: la política, la economía, la filosofía, la teología y la Biblia todas tienen su
parte en el desarrollo de una controversia que alcanzó los últimos rincones del Imperio
Romano.

* Es particularmente importante hacer claridad sobre las complejas relaciones entre el


poder político y el poder religioso. En efecto, no parece que hayan sido en primer lugar
las motivaciones espirituales o religiosas las que hayan llevado a Constantino a
convocar el Concilio de Nicea.
* Ante la religión el poder político suele obrar de dos maneras muy distintas. En
circunstancias de hegemonía se produce una simbiosis entre política y religión, según
la cual, lo religioso consagra y confirma a quienes están en el poder mientras que lo
político defiende y financia lo propio de la religión.

* Sin embargo, cuando en la sociedad prima la necesidad de cambio, el poder político


suele tomar una estrategia diferente intentando apostará por aquellas fuerzas nuevas
que un día llegarán a ser hegemónicas.

* En el caso de Constantino se dieron las dos cosas: apenas celebrado el Concilio de


Nicea el emperador toma partido resueltamente por las disposiciones de este Concilio
pero cuando nota la creciente fuerza del partido arriano entonces intenta congeniar
con los arrianos y quitar derechos a los católicos.

* Hemos comentado ya en otra ocasión cómo el arrianismo resultaba particularmente


útil para la extensión del imperio. La lógica arriana resulta superficialmente más fácil
de conectar con las escrituras judías y al mismo tiempo más fácil de presentarse ante
Las Naciones de un pasado pagano.

* ¿Por qué la postura católica logró imponerse incluso sin el apoyo mayoritario
del poder político del imperio? Indudablemente porque poseía una hermenéutica
mejor y más completa, como se observó especialmente en San Atanasio.

* Si bien es cierto que hay pasajes bíblicos que parecen contradecir a otros pasajes
bíblicos la solución a estas discrepancias no puede estar en omitir aquellos pasajes
que contradicen la postura que uno quisiera defender. Tampoco es honesto poner
"fecha de expiración" a algunos pasajes bíblicos como si su validez quedara recluida
en tiempos que supuestamente ya están superados por nuestra propia cultura.

Una sana hermenéutica teológica y bíblica sigue tres grandes principios:

(1) Debemos hacer conciencia de que las mismas palabras no se utilizan siempre con
los mismos significados.

(2) La idea fundamental es encontrar una red coherente de significados que pueda dar
razón de todos los textos relevantes.

(3) Ello debe conseguirse en continuidad con la tradición interpretativa que se remonta
a los discípulos del Resucitado.

Desde Arrio hasta Calcedonia

* A medida que la controversia suscitada por el sacerdote Arrio evolucionaba a su


propio ritmo, serias cuestiones de Biblia y teología se esparcían por todo el mundo
cristiano.

* En primer lugar, las cuestiones sobre el lenguaje, empezando por el asunto de los
significados mismos de las palabras: Entender que las mismas palabras no tienen
siempre los mismos sentidos PERO que no todo sentido le cabe a toda palabra.
* También sobre el lenguaje fueron prolongadas las discusiones en torno a si era
necesario y conveniente usar palabras que no están en la Biblia. Tres razones, por lo
menos, confirman por qué es así:

(1) Formalización: más allá de los diversos géneros literarios, es preciso expresar
cuáles son las enseñanzas y verdades propias de la Escritura. A menudo esto conlleva
usar palabras que no están textualmente en el pasaje.

(2) Especificación: puesto que las palabras tienen diversos sentidos, a menudo
resulta útil usar una palabra que aclara en qué sentido específico queremos usar un
término bíblico.

(3) Desarrollo: es verdad que en la Biblia hay respuestas explícitas a muchas


cuestiones pero por supuesto hay muchas más preguntas que es posible hacer. Tales
preguntas conllevan a menudo desarrollar ideas que están en los textos pero que
deben completarse unas a otras y expresarse de modos a menudo nuevos.

* El tema del lenguaje condujo a una polémica mayor, la de la "comunicación de


idiomas," es decir, al hecho, propio del cristianismo de asignar a Dios como sujeto de
afirmaciones de la humanidad, o lo contrario. Estamos hablando de expresiones como:
"Dios tuvo miedo" o "Un hombre perdonó pecados."

* Nestório creyó encontrar una solución afirmando que "uno es el Hijo de Dios y otro el
hijo de María." La dificultad con esta propuesta está en que el verbo propio de Juan
1,14 ('egéneto') no indica una forma de asociación sino un "hacerse." Además, no hay
rastro claro en la Escritura de dos "yo" en Cristo.

* De ese modo, aunque faltara mucha claridad en los términos, el tiempo precedente a
Calcedonia ya había un consenso sustancial en cuanto a que Cristo es uno, de él se
predican la divinidad y también la humanidad, y su ser propio, en cuanto Cristo sucede
en la Encarnación.

* El primer gran principio: que podemos ver con claridad en los siglos y concilios que
condujeron a cimentar la cristología es este: la soteriología es la salvaguarda de la
cristología. Para los Padres de la Iglesia el principal motivo para desconfiar o rechazar
una formulación sobre quién es Cristo es si esa formulación disminuye u oscurece las
realidades fundamentales de nuestra salvación, a saber:

(1) Que nuestros pecados son perdonados por virtud del sacrificio de Cristo.
(2) Que por su gracia y mediante la fe llegamos a ser hijos de Dios.
(3) Que por medio de la fe y el bautismo nos incorporamos a su Iglesia.
(4) Que todos estamos llamados a cumplir la Gran Comisión: llevar el Evangelio a toda
la creación.
(5) Que tenemos esperanza cierta de una eternidad bienaventurada.

* El segundo gran principio ya lo hemos presentado en este curso: una


interpretación teológica correcta consiste en una red de significados que dan razón del
conjunto de los textos bíblicos pertinentes, de modo que nuestra fe pueda reconocer y
reconocerse en el camino que nos une a través de los siglos con los discípulos del
Resucitado.
* Y el tercer gran principio es este: La teología--y en particular, la cristología--no
pretende dar una explicación plena de los misterios de la fe, como si ello fuera posible.
Propiamente lo que hace es encontrar y definir los límites entre los cuales es posible
hablar del misterio. Esto vale plenamente para la cristología, por supuesto. Descubrir
este tercer principio teológico tomó muchos años y muchas discusiones pero puede
decirse que el Tomo a Flaviano, de San León Magno, y luego las formulaciones del
Concilio de Calcedonia establecieron sólidamente este mismo principio, que fue y
sigue siendo un criterio rector para todo estudio teológico.

* La definición de esos límites requiere de gran esfuerzo intelectual, que implica la


precisión de conceptos, enunciados y razonamientos. Por esto la cristología no pude
prescindir de la filosofía ni tampoco usar cualquier filosofía. Tres conceptos son
particularmente necesarios: sustancia, naturaleza y persona.

* ¿Cómo es posible resolver los problemas que trae la llamada "comunicación de


idiomas"? Primero hay que tener en cuenta que el origen del problema radica en que
lo que podemos saber de los atributos de Dios, a partir del razonar propio de nuestra
inteligencia, parece colisionar con lo que nos cuenta la revelación bíblica sobre la vida
y ministerio de Jesucristo. Mantener separados esos dos conocimientos, el de la
naturaleza y el de la gracia, no conserva la unidad de Cristo. Anular una de las
naturalezas en beneficio de la otra tampoco responde al ser de Cristo.

* La solución es tener en cuenta que sólo podemos estudiar a Cristo siendo discípulos
de Cristo. Es decir: los conceptos que nuestra naturaleza descubre como atributos
divinos, por medio de la inteligencia, deben ser revisados a la luz de la revelación, de
modo que no preguntemos si Cristo fue santo, infinito u omnipotente, sino cómo fue
cada una de estas cosas.

* Las afirmaciones centrales de la cristología, y las que sirven de primer criterio para
discernir toda otra cuestión, son las que hemos expuesto en torno al Concilio de
Calcedonia. Se resumen en la expresión: "El Verbo Encarnado es una sola Persona, la
Persona Divina en todo semejante al Padre, en dos naturalezas, la divina y la humana,
sin confusión, mezcla, adición o supresión."

* Sobre esa base bíblica y patrística conviene volver a la vida de Jesucristo antes de
su Pasión y Muerte. Es lo que llamamos una mirada cristológica al Jesús histórico.
Nos centraremos en unas preguntas más relevantes y frecuentes.

* Es grave error desconectar la resurrección del Señor del conjunto de su vida, misión
y muerte. Cuando ello se hace, la resurrección queda como un añadido extrínseco, o
lo que es peor, como un dato irrelevante que en realidad no añade nada al ejemplo de
Cristo. Y eso sería lo único importante: que Cristo fue admirable y que nosotros hemos
de seguir su ejemplo. Por supuesto, toda la obra de la redención por la gracia y
mediante la fe se pierde en ese esquema.

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