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1. Respuesta acrítica (hasta el siglo XVIII): Los Evangelios son de fiar porque
provienen de los apóstoles o de personas muy cercanas a los apóstoles.
2. Escepticismo histórico (de Reimarus a Bultmann): La historia no puede basarse
en confesiones de fe. Tiene que abrir su propio camino. Eventualmente esa
búsqueda de independencia se concentra en el proyecto de desmitologización
de Bultmann.
Aunque el escepticismo parece razonable al principio, contiene una primera
dificultad: ¿sobre qué base quitamos TODA fiabilidad a los relatos
creyentes? Si el creyente tiene un sesgo por su fe, ¿no es otro sesgo negar
lo que dice la fe solamente porque lo dice?
Otra dificultad: ¿Desde qué visión del mundo asignamos lo que es posible y
lo que no es posible? Si por ejemplo, negamos lo sobrenatural, ¿es esa una
posición razonable, científica, vinculante?
* Puede decirse que lo propio del lenguaje bíblico en general es su carácter INTER-
SUBJETIVO. Los textos bíblicos transmiten la verdad, no como hechos asépticos y
desnudos de toda interpretación, pero tampoco como simple deseo, invención o
imaginación de algún creyente extático.
+ En sentido negativo, esta clase de análisis pueden hacernos creer que la verdad del
texto no existe sino que los elementos han sido acomodados para completar el
esquema preestablecido.
+ ¿Qué datos son relevantes? ¿Qué autoexamen podemos hacer de nuestra propia
curiosidad o de nuestro gusto especulativo?
(2) Ver en Cristo la Realidad que antes se anunciaba solamente en "figuras," entre las
cuales destaca la figura del Siervo de Yahvé. Esta figura, presente en los cánticos de
Isaías 42 a 52, es importante porque ayuda a superar el "escándalo que era un Mesías
Crucificado.
* Arrio era lo que podemos llamar un líder natural, por su aspecto físico noble y
destacado, su voz y expresión verbal, su forma de vida sobria, su inteligencia, su
formación y su capacidad de tratar muy diversas personas. Por eso cuando, guiado
por sus propias investigaciones y por las palabras de otros, Arrio empezó a enfatizar la
diferencia y distancia, para él infinita, entre el Hijo y el Padre, atrajo sobre sí el rechazo
y condena de su obispo, Alejandro de Alejandría. Es este también el tiempo en que el
emperador Constantino, convencido ya de la verdad del cristianismo pero aún sin
bautizarse, quiere dar unidad en las creencias religiosas en el imperio. Eventualmente
las tensiones causadas en muchos lugares por la enseñanza arriana hicieron que el
emperador convocara un Concilio, que se celebró en Nicea, en el 324. El propósito del
emperador era por lo menos tan político como religioso: quería evitar divisiones y
pugnas de poder entre los cristianos.
(1) Hace más fácil conectar con los textos del Antiguo Testamento.
(4) Al dejar al Padre como habitante de "una luz inaccesible" (1 Timoteo 6,16) su
teología puede parecer más respetuosa del misterio y la grandeza de la divinidad.
Pero es posible refutar a Arrio, y así hizo Nicea. Fue también el empeño prolongado de
San Atanasio. Tres argumentos pueden destacarse:
(1) El pecado atenta contra Dios y daña la relación con Él. No puede ser solución a
tal situación el amor de una creatura por elevada que se le suponga (véase
Sobre la Encarnación, de San Atanasio, n.9). La redención, libremente querida
por el Hijo, es un acto propiamente divino, y por eso "no hay otro Nombre por el
que seamos salvos" (Hechos 4,12)
(2) La separación entre el Lógos y el Hijo no tiene sustento bíblico. Y si se admite
la identidad entre el Lógos y el Hijo hay que admitir que el Lógos era Dios
antes de la Encarnación (Juan 1).
(3) [De J. Ratzinger] La afirmación de Cristo, a saber, que está por encima del
sábado, sólo puede indicar una prerrogativa divina anterior a la Cruz y la
Pascua.
* ¿Por qué la postura católica logró imponerse incluso sin el apoyo mayoritario
del poder político del imperio? Indudablemente porque poseía una hermenéutica
mejor y más completa, como se observó especialmente en San Atanasio.
* Si bien es cierto que hay pasajes bíblicos que parecen contradecir a otros pasajes
bíblicos la solución a estas discrepancias no puede estar en omitir aquellos pasajes
que contradicen la postura que uno quisiera defender. Tampoco es honesto poner
"fecha de expiración" a algunos pasajes bíblicos como si su validez quedara recluida
en tiempos que supuestamente ya están superados por nuestra propia cultura.
(1) Debemos hacer conciencia de que las mismas palabras no se utilizan siempre con
los mismos significados.
(2) La idea fundamental es encontrar una red coherente de significados que pueda dar
razón de todos los textos relevantes.
(3) Ello debe conseguirse en continuidad con la tradición interpretativa que se remonta
a los discípulos del Resucitado.
* En primer lugar, las cuestiones sobre el lenguaje, empezando por el asunto de los
significados mismos de las palabras: Entender que las mismas palabras no tienen
siempre los mismos sentidos PERO que no todo sentido le cabe a toda palabra.
* También sobre el lenguaje fueron prolongadas las discusiones en torno a si era
necesario y conveniente usar palabras que no están en la Biblia. Tres razones, por lo
menos, confirman por qué es así:
(1) Formalización: más allá de los diversos géneros literarios, es preciso expresar
cuáles son las enseñanzas y verdades propias de la Escritura. A menudo esto conlleva
usar palabras que no están textualmente en el pasaje.
(2) Especificación: puesto que las palabras tienen diversos sentidos, a menudo
resulta útil usar una palabra que aclara en qué sentido específico queremos usar un
término bíblico.
* Nestório creyó encontrar una solución afirmando que "uno es el Hijo de Dios y otro el
hijo de María." La dificultad con esta propuesta está en que el verbo propio de Juan
1,14 ('egéneto') no indica una forma de asociación sino un "hacerse." Además, no hay
rastro claro en la Escritura de dos "yo" en Cristo.
* De ese modo, aunque faltara mucha claridad en los términos, el tiempo precedente a
Calcedonia ya había un consenso sustancial en cuanto a que Cristo es uno, de él se
predican la divinidad y también la humanidad, y su ser propio, en cuanto Cristo sucede
en la Encarnación.
* El primer gran principio: que podemos ver con claridad en los siglos y concilios que
condujeron a cimentar la cristología es este: la soteriología es la salvaguarda de la
cristología. Para los Padres de la Iglesia el principal motivo para desconfiar o rechazar
una formulación sobre quién es Cristo es si esa formulación disminuye u oscurece las
realidades fundamentales de nuestra salvación, a saber:
(1) Que nuestros pecados son perdonados por virtud del sacrificio de Cristo.
(2) Que por su gracia y mediante la fe llegamos a ser hijos de Dios.
(3) Que por medio de la fe y el bautismo nos incorporamos a su Iglesia.
(4) Que todos estamos llamados a cumplir la Gran Comisión: llevar el Evangelio a toda
la creación.
(5) Que tenemos esperanza cierta de una eternidad bienaventurada.
* La solución es tener en cuenta que sólo podemos estudiar a Cristo siendo discípulos
de Cristo. Es decir: los conceptos que nuestra naturaleza descubre como atributos
divinos, por medio de la inteligencia, deben ser revisados a la luz de la revelación, de
modo que no preguntemos si Cristo fue santo, infinito u omnipotente, sino cómo fue
cada una de estas cosas.
* Las afirmaciones centrales de la cristología, y las que sirven de primer criterio para
discernir toda otra cuestión, son las que hemos expuesto en torno al Concilio de
Calcedonia. Se resumen en la expresión: "El Verbo Encarnado es una sola Persona, la
Persona Divina en todo semejante al Padre, en dos naturalezas, la divina y la humana,
sin confusión, mezcla, adición o supresión."
* Sobre esa base bíblica y patrística conviene volver a la vida de Jesucristo antes de
su Pasión y Muerte. Es lo que llamamos una mirada cristológica al Jesús histórico.
Nos centraremos en unas preguntas más relevantes y frecuentes.
* Es grave error desconectar la resurrección del Señor del conjunto de su vida, misión
y muerte. Cuando ello se hace, la resurrección queda como un añadido extrínseco, o
lo que es peor, como un dato irrelevante que en realidad no añade nada al ejemplo de
Cristo. Y eso sería lo único importante: que Cristo fue admirable y que nosotros hemos
de seguir su ejemplo. Por supuesto, toda la obra de la redención por la gracia y
mediante la fe se pierde en ese esquema.