Esta zoncera como dice Jauretch es la sonsera madre, ya que representa la
ideología que tenia Domingo Faustino Sarmiento para fundar una nación. Y además de aquí derivan muchas otras sonseras a las que el autor denomina hijas de la zoncera madre. Civilización y barbarie son dos palabras que se contraponen y que encierran en su conjunción una problemática que cruza la historia y la cultura de América desde el momento de la colonización y que para el pensamiento sarmientano, civilización represento lo bueno y barbarie lo malo.
Civilización significaba eliminar lo nativo, la raíz de América, es decir
nuestras costumbres, hábitos, nuestra cultura, para ser reemplazada por una cultura europea, la cual se ponía como modelo a imitar.
¿Y cómo se logro esto? Eliminando y destruyendo lo indígena, que podía
ser obstáculo para esa cultura que se quería fundar en América. Como dice el dilema: “todo hecho propio por serlo era bárbaro y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado”. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar, para conseguir el progreso y el desarrollo.
Esta comprensión unilateral impidió al prócer argentino ver y denunciar lo
que también tiene de negativo la civilización occidental, cuyo otro rostro es el del salvajismo y la violencia. Sarmiento apostó por lo moderno en contra de la tradición; por el hombre cultivado y letrado contra el bárbaro ignorante; por la idea occidental de civilización contra la raíz de la cultura de América.
¿Entonces podemos decir que la barbarie es del campo, y de la gente
pobre? ¿Y la civilización es de la gente con una posición económica alta y de los países de América del norte?
Que la barbarie pertenece a la clase baja de la sociedad, a los gauchos, a los
indios o a los federales, es un concepto equivocado, es un prejuicio. Ya que todas las personas, viviendo en situación de pobreza, con un nivel económico alto, viviendo en el campo o en la ciudad, perteneciendo o no a un pueblo originario pueden ejercer violencia, pueden robar, matar. La barbarie no se divide en clase sociales, la barbarie la puede manifestar cualquier persona, no importa sus condiciones de vida. Y por último, la civilización no debe ser, mirar a Estados Unidos o a Europa, sino valorar lo nuestro, lo nacional.