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Durante los 33 años de vida que Olavarría tuvo durante el siglo 19 (1867- 1900), no
había surgido de sus seno ningún artista destacado y casi podría decirse que no había
surgido ninguno en realidad, destacado o no.
Es por ese motivo, que si había que concretar algún monumento, o una delicada obra
artesanal, no quedaba más remedio que contratar a un artista foráneo.
Ni hablar de aspirar a conocer el pasado expuesto bajo vidrios en algún local, o apreciar
fósiles prehistóricos, o admirar las labores indígenas traducidas en ponchos, utensilios o
armas… No había nada referido a lo cultural, a excepción del incipiente teatro en una
Olavarría que todavía no había sido declarada ciudad.
En la década del 20’, se afincaría aquí Leopoldo Bocazzi, extraordinario escultor que
haría prácticamente todas las estatuas y monumentos hasta la llegada de Herrero
Sánchez a mediados de siglo. Paradójicamente, la mayor obra realizada por el italiano,
encarnada en el popularísimo “Monumento al Trabajo” fue destruida en los años 60’
para facilitarle al “progreso”, una avenida Pringles, mucho más ancha.
Ese pionero, que tuvo el inmenso valor de colocar los cimientos sobre los cuales se
asentó la cultura olavarriense, se llamó Dámaso Arce.
Dámaso en España
Contrariamente a lo que se ha escrito hasta hoy, Dámaso Arce no nació en Filiel, sino a
12 kilómetros de allí, en la pequeña aldea de Corporales, el 11 de noviembre de 1874.
Dicha localidad está situada a las faldas del Monte Teleno y antiguamente pertenecía a
Castilla y León.
Sus padres fueron Doroteo Arce y Juana Martínez, que además del mencionado
Dámaso, tuvieron a la primogénita Josefa y a la menor llamada María.
Hacia 1880, la familia decide emigrar en busca de un mejor horizonte y aprovechando
que el hermano del padre ya se hallaba en Argentina, deciden que su destino será el
puerto de Buenos Aires.
Por algún error cometido al comunicarse, Doroteo Arce no se encuentra con su hermano
cuando llega al país, quedando ciertamente a la deriva. Es entonces que un grupo de
inmigrantes lo convence para que se radique junto a su familia, en una colonia de
Leoneses instaladas en Indio Rico, Partido de Tres Arroyos.
Dámaso, que no fue nunca a la escuela, trabajaba de muy pequeño como peón rural y a
corta edad empezó a coleccionar papel moneda fuera de circulación. También era un
incipiente aficionado a moldear metales, ya que lata que cayera en sus manos, era
convertida en una figura.
Al morir su padre a fines del año 1900, Dámaso, con 26 años de edad, decide cambiar
de aires y junto a sus hermanas se traslada a Olavarría, donde se establece el 19 de
agosto de 1901.
Las riberas del arroyo Tapalqué fueron repasadas una y otra vez por Arce, tratando de
descubrir nuevos elementos que aumentaran su más que interesante colección.
Dámaso comienza a tener algunos problemas de salud y por prescripción médica debió
contratar a una enfermera que lo cuidara constantemente. La elegida para tal menester
sería Paulina Nines, una mujer nacida en Francia, con la cual terminaría casándose en
Azul durante el año 1907.
En una nota aparecida en la revista Caras y Caretas, Quinquela, que por aquel tiempo se
hacía llamar Chinchella, confesaba:
“Pasé mucho tiempo garabateando telas, en medio de muchas tribulaciones, hasta que
un día, un buen hombre, conmovido por mi situación, que había narrado en Fray
Mocho en un artículo, vino desde Olavarría, donde posee un interesante museo. Era
Dámaso Arce, gran cincelador, me pagó algo así como cien pesos y se llevó dos o tres
cosas insignificantes”
Emilia Torres es la persona elegida para cumplir con la tarea antedicha. Esta mujer
descendiente de españoles, se convertiría finalmente en la pareja de Dámaso y de esa
unión nacería, el 12 de octubre de 1922, el primogénito Américo Cristóbal, el que por
razones evidentes, tomó el nombre de nuestro continente y el de Cristóbal Colón.
“Esta fecha dedicada por los pueblos hispanoamericanos a la rendición de sus más
fervientes homenajes a todo aquello que signifique el engrandecimiento y apología de
su noble raza; queriendo yo también dejar un recuerdo de este aniversario en el que
evoco en mi carácter de creador de algo que también será exponente de esa raza, con mi
espíritu levantado por los sentimientos de patria y vida, bautizo este mi museo con el
nombre de “Hispanoamericano” en homenaje a mi raza”.
En febrero de 1925, Arce vende todas las existencias referidas al rubro joyería a los
señores José Amoroso, Juan Winggler y Lino Mario Llera.
El nuevo nombre del comercio, que siguió funcionando en el mismo lugar, pasó a
llamarse: Platería- Joyería y relojería “D. Arce”- Amoroso, Llera y Compañía sucesores.
Arce pasó así a dedicarse solamente a la actividad artística dentro del museo, a través de
la platería. Esto hizo que se hiciera conocido en todo el país debido al particular talento
que poseía para la actividad.
A tres meses de vender la joyería, nace Juana René, la segunda hija, el día 26 de mayo
Mientras esto ocurría, el mismo Arce se dedicaba a invitar a las escuelas para que
concurrieran con sus alumnos, las cuales, una vez aceptado el ofrecimiento, eran
guiados por el mismo dueño en el conocimiento de cada elemento allí expuesto.
Es entonces que le ofrecen levantarle un sitio apropiado para guardar aquellos tesoros,
además de facilitarle una vivienda propia y una pensión que le permitiera vivir de esa
actividad. A pesar de la indiferencia de los olavarrienses, Arce responde que eso sería
una traición a los vecinos y decide quedarse en el sitio del que ya no se marcharía
jamás.
Este Jarrón, que fue concebido entre 1925 y 1932, está cubierto con imágenes de
personajes que fueron de suma importancia dentro de la historia evolutiva de la
humanidad y es un trabajo admirable en todos los aspectos.
El talento de Arce era inigualable y su forma de trabajar el metal es única hasta hoy.
El caso es que don Dámaso, cuando golpeaba el metal, no lo hundía, sino que lo
levantaba. Es algo sorprendente, comparable a la posibilidad de que un chichón pudiese
salir hacia adentro debido a un golpe. Por este motivo, aquel formidable escultor que se
llamó Leopoldo Bocazzi expresaba que se trataba de un artista brillante, pero que daba
pena que no pudiera tener sucesores, debido a que su trabajo era imposible de
reproducir.
“Cuando los tomé bajo mi dirección, los pobres penados no sabían ni llorar, ni reílas r,
eran como las piedras de las canteras en que trabajan, pero al poco tiempo gracias al
influjo del arte, que es amor, que es el más desinteresado de los amores, volvieron a
sentir las emociones humanas cuya fuente no estaba seca, sino obstruida por el exceso
de dolor”
Se casa con Emilia Torres para legitimar a sus hijos y en el mes de septiembre de ese
mismo 1942 es operado en Buenos Aires.
Sus restos fueron traídos de inmediato a Olavarría para ser sepultados en el cementerio
local y la voluntad de Arce de dejar como legado el museo a la comunidad, se
cumpliría, aunque para eso, debieron pasar muchos años, hasta que las autoridades se
dignaron a darle la importancia que merecía aquella obra e instalaron todas las obras
que coleccionó o produjo Arce, en la casa que primariamente le regaló la comunidad de
Olavarría al doctor Angel Pintos por su obra filantrópica y luego fue propiedad de
Grimaldi, hasta que el municipio la compró para instalar el museo.
Dámaso arce fue una figura monumental dentro de la cultura de Olavarría, por su
espíritu docente y su arte multifacético e inigualable que le permitió a Olavarría tener un
gran museo y renombre en orfebrería, mediante sus obras.