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Reseña biográfica Modesto Méndez

Su familia estaba formada por campesinos pobres, y él


mismo se dedicó a esas tareas siendo niño. Inició sus
estudios en la escuela primaria de Flores en donde fue muy
dedicado; incluso, a pesar de las dificultades y la lejanía de
El Petén, logró acumular varios volúmenes de autores
selectos.[3] Gracias a su esmerada educación logró
ascender en los puestos públicos de la región, sirviendo
como secretario, regidor y alcalde.

Corregidor de El Petén
San Andrés

Principales sitios en la vida de Modesto Méndez

En 1844, el cacique indígena del partido de San Antonio, Juan Quek, envió una
amenaza al corregidor de El Petén, Ignacio Andrade, de que iba a llegar con sus
hordas a incendiar y saquear el poblado de San Andrés.[3] De hecho, no era la
primera que los indígenas amezaban a la región, pues Yucatán se encontraba
inmersa en la cruenta Guerra de Castas;[a] es más, los indígenas incluso ya habían
atacado San Andrés con anterioridad,[3] en donde dieron muestras de salvajismo
contra los criollos a quienes buscaban exterminar. Andrade solicitó consejo al vicario
Tomás Salazar y al entonces alcalde primero, Modesto Méndez, quienes
propusieron ir ellos dos solos en persona a conferenciar con los indígenas
yucatecos.[3] Gracias a sus grandes habilidades de negociación Salazar y Méndez
no solamente convencieron a los yucatecos de deponer las armas, sino que estos
desistieron completamente de sus intenciones de atacar la región del lago de Petén
Itzá.[3]

Andrade informó al gobierno del general Rafael Carrera y Turcios y a la diócesis de


Yucatán —a la que pertenecía El Petén— sobre estos hechos, y como resultado,
Carrera ascendió a Méndez a coronel y lo puso en consideración para el cargo de
corregidor, para suceder a Andrade; por su parte, el gobierno yucateco le regaló
quinientos pesos, los que utilizó para educar a su hijo Mariano Delfín, a quien envió
a educarse al seminario de Mérida.[3]

En 1846 fue nombrado corregido del Petén, en sustitución de Andrade; ahora bien,
durante la época del general Rafael Carrera, los corregidores tenían enorme poder
en sus regiones; de hecho, esto era particularmente evidente en El Petén en el que
Méndez era prácticamente un rey pues fungía no solo como corregidor, sino que
además era el juez de paz y el hombre más sabio de la región.[2] Méndez, más que
nadie, era la imagen de Petén: una mezcla de virtud y cinismo, pretensiones
absurdas y verdaderos hazañas heroicas en las junglas de la región: no solamente
encontró ciudades perdidas, sino que negoció tratados de paz durante la Guerra de
Castas.[5]
La guerra entre liberales y conservadores lo afectó directamente: mientras que su
hijo Mariano Delfín sirvió como cura secular en Petén durante muchos años, su hijo
Félix abandonó el seminario para estudiar leyes, que entonces era el lenguaje de
los liberales. Méndez, por su parte, siempre defendió los intereses de la religión
católica, como conservador que era.[5]

Descubrimiento de ruinas mayas


Artículos principales: Tikal, Ixkún e Ixtutz.

Templo de Tikal dibujado por Eusebio Lara en 1853.

En marzo de 1848, Méndez organizó una expedición en la selva, durante la cual


descubrieron la ciudad maya de Tikal. El Corregidor iba acompañado de Antonio
Matos y José María Garma, ambos regidores, al igual que de los señores Vicente
Díaz y Bernabé Castellano y del maestro Eusebio Lara.[6] Lara fue el primero realizar
dibujos de los templos y estelas, los cuales fueron adjuntados al informe oficial que
el coronel Méndez envió al general Rafael Carrera y Turcios, informándole del
descubrimiento de las ruinas de Tikal[6][b]

En el último párrafo del infome que remitió al gobierno de Carrera escribió: «Yo debo
de cumplir con mi deber, pues me sería sensible que otros curiosos extranjeros
vengan a dar publicidad a todos los objetos que estoy viendo y palpando. Vengan
en hora buena esos viajeros con mayores posibles y facultades intelectuales, hagan
excavaciones al pie de las estatuas, rompan los palacios y saquen las curiosidades
y tesoros que no podrán llevar jamás sin el debido permiso; pero nunca podrán
nulificar ni eclipsar el lugar que me corresponde, al haber sido el primero en
descubrir estas ruinas; sin gravar los fondos públicos les abrí camino, y tuve el honor
de comunicar al supremo gobierno de la república, cuanto interesante y superior se
encuentra en la capital de este imperio; sin miras de interés personal o particular,
únicamente satisfecho y persuadido que mi persona y cortos bienes pertenecen a
la patria, al gobierno y a mis hijos».[7]

PRINCIPAL APORTE

En 1852, nuevamente en una expedición, descubrió los sitios de Ixkún e Ixtutz.[8]


Sin embargo, los dibujos que corresponden a estos descubrimientos, publicados en
1854, sugieren que el autor podría ser otro artista, y no Eusebio Lara, pero esto no
se ha comprobado. El descubrimiento de Tikal por Ambrosio Tut y Modesto Méndez
Rodrigo Fernández Ordóñez.

Todos hemos visto, en algún momento de nuestra vida, por alguno u otro motivo,
las hermosas acuarelas y dibujos a tinta que realizó el arquitecto inglés Frederick
Catherwood de las construcciones mayas durante el viaje en que acompañó al
diplomático estadounidense John L. Stephens, por las actuales Yucatán, Guatemala
y Honduras, en una aventura emocionante e increíble en busca de un gobierno ante
el cual presentar credenciales y que relató con delicioso detalle en su libro
‘Incidentes de Viaje en Centro América, Chiapas y Yucatán’, publicado en dos tomos
por la mítica editorial EDUCA en su serie Viajeros, a la que iremos recurriendo en
no pocas ocasiones en el futuro para nutrir estas cápsulas. De Stephens le llegaron
noticias a nuestros abuelos de esos misteriosos templos y palacios tragados en
silencio por la selva, pero acaso muy pocos de nosotros tengamos al día de hoy
noticias de los descubridores de Tikal, y de su interesante peripecia, que se lee
como el mejor relato de aventuras a lo Stevenson, Salgari o Defoe. A esos dos
guatemaltecos dedicamos estas agradecidas líneas.

Criterios de selección de la UNESCO para ser Patrimonio de


la Humanidad

Para poder ser incluidos en esta lista, los bienes deben cumplir ciertos criterios
de selección. Estos criterios se recogen en las “Pautas de Funcionamiento”, el
documento principal del Comité. Los criterios, que son objeto de una revisión
periódica por parte del Comité, han evolucionado paralelamente con el desarrollo
experimentado por el propio concepto de ‘Patrimonio Mundial’. En efecto, entre
1978 y 1997, los criterios “Natural” y “Cultural” evolucionaron considerablemente.
Por lo tanto, dependiendo de la fecha de inclusión de los bienes en la lista, los
criterios para ello han sido diferentes en cada caso. No obstante, en todos los
casos el objetivo es garantizar que las generaciones futuras puedan heredar los
tesoros del pasado. A continuación, ofrecemos los criterios seguidos por el
Comité para incluir dichos bienes en la Lista del Patrimonio Mundial:
Culturales
I. representar una obra maestra del genio creativo humano, o
II. ser la manifestación de un intercambio considerable de valores humanos durante un
determinado periodo o en un área cultural específica, en el desarrollo de la
arquitectura, las artes monumentales, la planificación urbana o el diseño paisajístico, o
III. aportar un testimonio único o por lo menos excepcional de una tradición cultural o
de una civilización que sigue viva o que desapareció, o
IV. ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de edificio o de conjunto arquitectónico o
tecnológico, o de paisaje que ilustre una etapa significativa o etapas significativas de la
historia de la humanidad, o
V. constituir un ejemplo sobresaliente de hábitat o establecimiento humano tradicional
o del uso de la tierra, que sea representativo de una cultura o de culturas,
especialmente si se han vuelto vulnerable por efectos de cambios irreversibles, o
VI. estar asociados directamente o tangiblemente con acontecimientos o tradiciones
vivas, con ideas o creencias, o con obras artísticas o literarias de significado universal
excepcional (el Comité considera que este criterio sólo justifica la inscripción en la Lista
en circunstancias excepcionales y en aplicación conjunta con otros criterios culturales
o naturales).

Naturales
I. ser ejemplos sobresalientes que representativos de los diferentes períodos de la
historia de la Tierra, incluyendo el registro de la evolución, de los procesos geológicos
significativos en curso, del desarrollo de las formas terrestres, o de elementos
geomórficos o fisiográficos significativos, o
II. ser ejemplos eminentemente representativos de procesos ecológicos y biológicos en
curso en la evolución y el desarrollo de los ecosistemas y las comunidades de
vegetales y animales terrestres, acuáticos, costeros y marinos; o
III. contener fenómenos naturales extraordinarios o áreas de una belleza natural y una
importancia estética excepcionales, o
IV. contener los hábitats naturales más importantes y más representativos para la
conservación in situ de la diversidad biológica, incluyendo aquellos que alberguen
especies amenazadas que posean un valor universal excepcional desde el punto de
vista de la ciencia o la conservación.

1. Representar una obra maestra del genio creativo humano.

2. Testimoniar un importante intercambio de valores humanos a lo largo de un periodo de


tiempo o dentro de un área cultural del mundo, en el desarrollo de la arquitectura,
tecnología, artes monumentales, urbanismo o diseño paisajístico.
Misiones franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro. Foto: Cortesía
patrimoniomundial.com.mx

3. Aportar un testimonio único o al menos excepcional de una tradición cultural o de una


civilización existente o ya desaparecida.

4. Ser uno de los ejemplos eminentes de procesos ecológicos y biológicos en el curso de la


evolución de los ecosistemas.

5. Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico


o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana.

Ciudad prehispánica de Teotihuacán. Foto: Cortesía patrimoniomundial.com.mx

6. Ser un ejemplo eminente de una tradición de asentamiento humano, utilización del mar o
de la tierra, que sea representativa de una cultura (o culturas), o de la interacción humana
con el medio ambiente.

7. Estar directa o tangiblemente asociado con eventos, tradiciones vivas, ideas, creencias o
trabajos artísticos y literarios de destacada significación universal.

8. Contener fenómenos naturales superlativos o áreas de excepcional belleza natural e


importancia estética.

9. Ser uno de los ejemplos representativos de importantes etapas de la historia de la tierra,


incluyendo testimonios de la vida, procesos geológicos creadores de formas geológicas o
características geomórficas o fisiográficas significativas.

10. Contener los hábitats naturales más representativos y más importantes para la
conservación de la biodiversidad, incluyendo aquellos que contienen especies amenazadas
de destacado valor universal desde el punto de vista de la ciencia y el conservacionismo

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