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Puntos para ayudar en la oración

Así como se abren las ventanas en este día, así como renace el sol desde el fondo de la oscuridad, así como la luz
penetra las hondas neblinas, así, de la misma manera, ven Señor Jesús. Como cae el rocío de la mañana sobre la
hierba vieja, seca y dormida, así Señor que caiga tu Espíritu sobre mi vida y corazón, para que renueve todo, y lo
disponga todo.

Me dispongo a recibir esa presencia especial de Jesús en esta mañana, en este nuevo día, ¡Qué entren nuevos aires y
nuevas luces hoy en mi corazón!

Petición: ¡Abre, Señor, mi corazón para que pueda remar hacia donde tú quieras que yo vaya!

Texto: Marcos 4, 35-41

"Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla del lago.» Despidieron
a la gente y lo llevaron en la barca en que estaba. También lo acompañaban otras barcas. De pronto se
levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras
tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín. Lo despertaron diciendo: «Maestro, ¿no te importa que nos
hundamos?» El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: «Cállate, cálmate.» El viento se
apaciguó y siguió una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?»
Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta
el viento y el mar le obedecen?»"

Vamos a la otra orilla


Me invitas Señor a otras orillas,
allí donde nada depende de mis fuerzas.
Me señalas horizontes nuevos, en los que mi única esperanza
se alimenta de tu presencia discreta.
Protégeme de lo demasiado establecido,
y de hacer de la comodidad regla.
Recuérdame que tu seguimiento
no puede huirle a la tormenta,
y que no hay incertidumbre tan dura
que en ti no encuentre fortaleza.
Líbrame de fórmulas añejas,
de públicos restringidos,
y de cerrarme a exigencias nuevas
más aún si vienen del desconocido.
Señor, que no tema experimentar dudas
aunque estas despierten mil penas
que no quiero fe tan segura
que olvidarme de ti pudiera.
Súbeme Jesús en tu barca
y si el miedo me invadiera
o no dejara de quejarme,
por favor, no dejes de gritarme:
! Silencio, confía y rema!

Cristian Peralta, SJ

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