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S IG M U N D
FR E U D
EDITORIAL DIANA
MEXICO
la. Edición, febrero de 1951
9a. Impresión, octubre de 1975
TRADUCCION DE =
EDITORIAL DIANA, S. A.
Galles de Tlacoquemécatl y Roberto Gayol, México 12, D. F.
Im preso en M éxico — Printed in M éxico
CAPITULO PRIMERO
La autoridad es el manantial de
todo genio.
Boerne.
sa
sidad. Por consiguiente, la forma higiénica
más perfecta del sueño debería ser en suma
un vacío oscuro, algo parecido a la muerte,
una paralización de toda actividad cerebral;
no ver, no saber, no pensar. ¿Por qué no ha
concedido, entonces, al hombre la naturaleza
esta forma que es aparentemente la más efi
caz de descanso? ¿Por qué la naturaleza, que
es siempre sensata, ha proyectado sobre la
pantalla negra del sueño imágenes tan per
turbadoras, por qué interrumpe todas las no
ches el vacío total, el desvanecimiento en el
nirvana, con esas apariciones flotantes y en
gañosas? ¿Para qué son los sueños, que in
terceptan, perjudican, turban y traban, en
el fondo, el descanso tan sabiamente concebi
do? En efecto, estos fenómenos que parecen
absurdos, ¿no son un contrasentido de la na
turaleza, que ordinariamente tiene siempre
un fin y obedece a un vasto sistema? A esta
pregunta tan natural, la ciencia de la vida
no sabía hasta entonces qué responder. Freud
fue el primero que estableció que los sueños
son necesarios para la estabilización de nues
tro equilibrio psíquico. El sueño es la vál
vula de nuestros sentimientos. Porque nues
tra sed infinita de vida y de goces, nuestros
deseos ilimitados están muy comprimidos en
nuestro cuerpo terrestre. Entre las miría-
das de deseos que asaltan al hombre medio,
¿cuántos puede satisfacer verdaderamente en
el transcurso de un día sencillamente deli
mitado? Cada uno de nosotros apenas si lle
ga a realizar una milésima parte de sus as
piraciones. Un deseo insaciado que encare
lo absoluto, hierve hasta en el pecho del fun
cionario, del modesto rentista, del trabaja
dor más miserable. En todos nosotros fer
mentan furiosamente malas ansias, una im
potente voluntad de poder, ansias anárquicas
rechazadas y torpemente deformadas, una
vanidad disfrazada, violentas pasiones y en
vidias; ¿no despierta cada mujer que pasa
por su camino múltiples y breves deseos?
Y toda esta sed de posesión, todas estas en
vidias, todas estas ansias no satisfechas, se
deslizan, se entrecruzan y se acumulan tor
pemente en el subconsciente, desde el toque
de la campana matinal hasta la noche. Bajo
esta presión atmosférica, ¿no debería el al
ma estallar o descargarse en violencias homi
cidas, si el sueño nocturno no procurase una
expansión a esos deseos rechazados?
Al abrir sin peligro la puerta del sueño a
nuestras ansias encerradas durante todo el
día, libramos a nuestra vida sentimental de
sus familiaridades, desintoxicamos nuestras
almas, lo mismo que por el sueño libramos
al cuerpo de la intoxicación de la fatiga.
Nuestros impulsos criminales, desde el punto
de vista social, los acortamos en vez de de
jarnos llevar a actos pasibles de una prisión,
convirtiéndolos en acciones imaginarias e ino
fensivas, en un mundo aparente y accesible
únicamente a nuestros sentidos. El sueño es
el sustituto del acto, que nos invita con fre
cuencia; de aquí que la fórmula de Platón:
“ Los buenos son los que se limitan a soñar
lo que los otros hacen realmente” , sea tan
magistral y tan perfecta. El sueño no nos vi
sita para turbar nuestro descanso, sino para
guardarlo; gracias a esas visiones alucinan
tes, el alma sujeta a una presión se descar
ga de sus tensiones — (“ Lo que se amasa
en el fondo del corazón, se eterniza en el sue
ño”, dice un refrán chino) — de suerte que
por la mañana, el cuerpo reavivado vuelve
a hallar un alma purificada y ligera, en vez
de un alma que se ahoga.
Freud ha reconocido en esta acción liber
tadora, catártica, el sentido del sueño en
nuestra vida, tan largo tiempo ignorado y
negado. Y este descubrimiento se aplica tan
to al visitante nocturno del sueño, como a las
formas más elevadas de toda ilusión y de
todo sueño diurno, tales como el mito y la
poesía, porque el objeto y el deseo de la poe
sía no es sino libertar al bombre de sus ten
siones interiores por medio del símbolo, eva
cuar en una zona apacible el exceso que su
mergía su alma. Y lo mismo que los indivi
duos se libran por el sueño de sus tormentos
y de sus ansias, así los pueblos escapan a sus
temores y encuentran descanso a sus deseos
en esas creaciones plásticas que llamamos
religiones y mitos: los instintos sangrientos
refugiados en el símbolo se purifican sobre
los altares sagrados, y la presión psíquica se
transforma en palabras libertadoras por la
oración y la confesión. El alma de la huma
nidad no se ha revelado nunca más que en la
poesía como imaginación creadora. Nosotros
debemos la adivinación de su fuerza realiza
dora únicamente a sus sueños encamados en
religiones, en mitos y en obras de arte. Nin
guna ciencia psíquica — este conocimiento
lo ha impuesto Freud en nuestra época — no
puede, pues, alcanzar la esencia de la perso
nalidad del hombre, si no considera más que
su actividad en vigilia y responsable: es pre-
císo que descienda también al abismo en que
sn sér, permaneciendo mito, forma las imá
genes verídicas de su vida interior, precisa
mente en el flujo de la creación inconsciente.
CAPITULO VI
LA TECNICA DEL PSICO ANALISIS
¿V ova lis.
Goethe.
F I N
I N D I C E
P ág
CAPITULO I :
La situación después del siglo ........ ............... 7
CAPITULO I I :
Retrato del carácter ........................................... 33
CAPITULO I I I :
El punto de partida .......................................... 51
CAPITULO IV :
El mundo de lo inconsciente .......................... 69
CAPITULO V:
Interpretación de los sueños .......................... 81
CAPITULO V I:
La técnica del psicoanálisis .. • ...................... 107
CAPITULO V II:
El mundo del sexo ........................................... 131
CAPITULO V III:
Mirada crepuscular a lo lejos .......................... 159
CAPITULO IX :
El alcance en el tiempo .................................. 183
ESTA EDICIÓN DE 2,000 EJEMPLARES SE TERMINÓ
DE IMPRIMIR EL 20 DE OCTUBRE DE 1975 EN LOS
TALLERES DE LA E D I T O R I A L D I A N A , S . * A .
ROBERTO GAYOL 1219, ESQUINA TLACOQUEMÉCAJtL,
MÉXICO 12, D. F.