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3. Heridas simples: son heridas que afectan la piel, sin ocasionar daño en
órganos importantes: rasguños, heridas pequeñas y arañazos. Estas pueden
ser curadas en casa con ayuda de un botiquín.
4. Heridas complicadas: son heridas extensas y profundas con hemorragia
abundante; generalmente hay lesiones en músculos, tendones, nervios, vasos
sanguíneos, órganos internos y puede o no existir perforación visceral.
Guardado en un lugar seguro, fuera del alcance de los niños, pero de fácil
acceso, puede ayudarnos en momentos en los que alguien sufra un
accidente casero, como una quemadura, un corte, una herida, a sanarlo
hasta que, en caso de necesidad, llega la asistencia médica.
El objetivo fundamental de la persona que presta los primeros auxilios es detener la pérdida
de sangre del accidentado lo más rápidamente posible.
La gravedad de las hemorragias está en estrecha relación con el volumen de sangre perdida
por los vasos sanguíneo; a mayor volumen de sangre perdido, mayor riesgo para el
mantenimiento de la vida. De esta forma, las hemorragias pueden ser desde leves hasta muy
graves.
Según el tipo de vaso lesionado, las hemorragias son arteriales, venosas o capilares; y según
el lugar a donde va la sangre que se pierde, las hemorragias son externas, internas o
exteriorizadas, es decir, se producen en el interior del organismo pero fluyen al exterior a
través de un orificio natural del cuerpo como los oídos, la nariz, la boca, el ano o los
genitales.
Las heridas o cortes más profundos que afectan a las venas producen una sangre oscura que
rezuma lenta y constantemente. La hemorragia puede detenerse habitualmente presionando
con suavidad sobre la herida con un trapo o pañuelo limpios y aplicando después una venda
limpia. Con frecuencia será necesario coser o suturar estas heridas por lo que será preciso
consultar con un médico tras los primeros auxilios.
La hemorragia de una arteria puede ser un problema grave e incluso producir la muerte en
unos minutos si no se controla el sangrado, por lo que unos primeros auxilios de urgencia
adecuados resultan esenciales. Este tipo de hemorragia hace palpitar y chorrear la sangre
cada vez que late el pulso. La sangre suele ser de color rojo brillante y sale a borbotones
intermitentes.
Para detener la hemorragia de una arteria, hay que ejercer una presión enérgica sobre el
punto sangrante y mantenerla hasta que el enfermo reciba un tratamiento médico apropiado.
Presione con un trapo limpio o utilice la mano si no hay ninguna otra cosa disponible.
Ponga una venda en la herida si es posible. Si la sangre empapa las vendas presione más
fuerte hasta que se detenga la hemorragia. No retire las vendas empapadas porque arrastrará
el coágulo en formación, pero si es necesario coloque otra encima.
Se debe tumbar a la persona, preferiblemente con la cabeza más abajo que el cuerpo. Esto
asegurará que llegue suficiente oxígeno al cerebro. Si es posible, coloque la zona de la
herida más alta que el resto del cuerpo de forma que la presión, y por tanto la hemorragia se
reduzcan.
No intente limpiar la herida. Una hemorragia arterial siempre debe ser tratada por un
médico.
La hemorragia nasal o epistaxis se produce cuando se rompe uno de los pequeños vasos
sanguíneos de la membrana mucosa de la nariz, por diferentes causas.
Para detener la hemorragia hay que realizar una presión directamente sobre el orificio nasal
sangrante y contra el tabique nasal durante 5 a 10 minutos. La cabeza se inclinará hacia
delante para evitar la deglución o aspiración de la sangre o los coágulos. El paciente debe
respirar por la boca.
La obstrucción de la vía aérea impide que el aire y, por tanto, el oxígeno que contiene
llegue a los pulmones. Suele ser de aparición brusca y en la mayoría de los casos causada
por la entrada de un cuerpo extraño en las vías respiratorias.
Este problema es mucho más frecuente en niños pequeños ya que suelen introducirse en la
boca todo tipo de objetos. En los adultos, la mayoría de las veces la obstrucción está
provocada por los alimentos aunque puede ser producida por otros objetos como prótesis
dentales, etc.
Por el contrario, cuando las vías respiratorias están completamente obstruidas por un
cuerpo extraño, el aire de los pulmones no podrá salir por lo que la persona no podrá toser
ni hablar, ni respirar. La persona se muestra agitada y angustiada, hace muchos ademanes y,
característicamente, se lleva las manos a la garganta.
Apriete el puño y póngalo por su borde interno justo cuatro dedos por encima del
ombligo del sujeto.
Cójase el puño con fuerza con la otra mano.
Realice una fuerte presión hacia adentro y hacia arriba.
Afloje la presión, sin perder la posición de las manos y repita la maniobra hasta que
el objeto atrapado en la garganta sea expulsado por la boca.
En primer lugar y siempre que sea posible, hemos de tratar la causa desencadenante:
Controle los signos vitales, trate las lesiones si es posible y tranquilice a la personas.
La persona debe tumbarse boca arriba, preferiblemente con los pies en alto, para
asegurar que llegue suficiente sangre al cerebro.
Asegúrese de que la persona esté abrigada, cómoda y cubierta por una manta, si es
posible.
No le dé nada de beber puesto que corre el riesgo de asfixiarse.
Si la persona vomita o sangra por la boca, debe ponerse de lado para evitar
asfixiarse.
Llame a una ambulancia y evacúe a la víctima con urgencia. Una persona con un
shock siempre debe ser vista por un médico.