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Historia de la Civilización, Dr.

Gustavo Castagnola

Trabajo Práctico

Título: De la Guerra Fría al fin del mundo bipolar, 1945 - 1991.

Temario

1. La guerra fría. Características, problemas principales, periodos.

Bibliografía Obligatoria

Bianchi, Susana. Historia social del mundo occidental. Del feudalismo a la


sociedad contemporánea. Colección Cuadernos Universitarios, Universidad
Nacional de Quilmes, 2011.

Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica, 1995.

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Respuesta

“La guerra fría que se enseñoreó del mundo tras la segunda oleada de la
revolución mundial fue una confrontación de pesadillas. Estuvieran o no
justificados, los temores que existían en el este y en el oeste formaban parte
de la era de la revolución mundial nacida en octubre de 1917.”
Eric Hobsbawm1

La frase extraída del libro de Hobsbawm condensa la interpretación sobre la


guerra fría de este historiador, exponente de la escuela marxista británica: se
trató de una escalada “apocalíptica” retórica. Otro historiador de la misma
corriente, Edward Thompson, citado por Susana Bianchi, coincide con esta
visión: el conflicto instrumentalizó principalmente la cohesión y

1
Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica, 1995. (pp. 89-90)
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homogeneización interna de las naciones rusa y norteamericana, diagramando


un esquema “nosotros-otros”2. En definitiva, la guerra fría fue un conflicto
bélico no directo, sino “tercerizado” en las zonas de influencia de cada potencia,
que resultó en un sistema internacional predominantemente bipolar,
cuestionado por los países “no alineados”, del llamado “tercer mundo”. En
cuanto a su cronología, se la ubica entre 1947, con la proclamación de la
Doctrina Truman, y 1989-1991 (caída del Muro de Berlín y disolución de la
URSS, respectivamente). Lo cierto es, coinciden los historiadores, que ante la
ruina europea tras el enfrentamiento de la Segunda Guerra Mundial, se dio un
vacío de poder, y las potencias en orden de lugar aprovecharon para ocuparlo.
Ante un sistema internacional endeble, el mundo fue sometido a una dinámica
de sobresaltos polar Este-Oeste, dicotómica y agresiva, de acción y reacción: el
continente de mayor fricción fue Asia con cruentos conflictos en Corea,
Vietnam, Afganistán; también Medio Oriente: Egipto, Israel 3.
El temor a un enfrentamiento global y total se regía por las variantes
percepciones que desde Washington y Moscú se tuvieron de la potencia
enemiga y de su expansión regional o mundial. La sensación inminente de que
de fría virara en “caliente”, provocando un holocausto mundial, se alimentaba
de la carrera armamentística que llevaban adelante ambas naciones: ya para
1949 la URSS también contaba con su propia bomba atómica 4. Según relata
Susana Bianchi, la demarcación europea entre oriental y occidental ya había
sido definida en las cumbres internacionales en el medio del curso de la
Segunda Guerra Mundial en las que habían participado los representantes
británico, Churchill; soviético, Stalin; y norteamericano, Roosevelt. Churchill
denominó aquella línea como “telón de acero”, que se materializó
2
Que sin embargo, no estaba exento de tensiones internas. A modo de ejemplo, la Yugoslavia de Tito fue
expulsada en 1948 del bloque soviético; la URSS y China rompen relaciones diplomáticas en 1964; y
1967-8 fueron años álgidos de cuestionamientos al interior de cada bloque.
3
La Guerra de Corea en 1950 en EEUU generó un rebrote de anticomunismo ante el imperialismo
soviético, territorial e ideológico, que dio pie al macartismo al interior de EEUU, una cruzada paranoica
de acusaciones y espionaje. Las alianzas militares se definieron a partir de este conflicto: ante la OTAN
(Organización del Tratado del Atlántico Norte), acuerdo de defensa (y ofensiva) occidental, la URSS
organizó el Pacto de Varsovia en 1955. Así, como refiere Susana Bianchi, los bloques quedaban
formalizados. En la década de 1970 el conflicto recrudeció ante el fracaso norteamericano en Vietnam.
4
Cuando la URSS lanza al espacio el primer satélite artificial del mundo -el Sputnik- EEUU interpreta
que se encuentra en situación de alcanzar el territorio americano con sus misiles, y los océanos Atlántico
y Pacífico ya no le aseguraban invulnerabilidad.
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efectivamente en el Muro de Berlín, símbolo icónico de la guerra fría, construido


en 1961.
Siguiendo el hilo fáctico, el nazismo y su expansionismo representaron
un demonio a conjurar por ambas naciones, pese al inicial pacto de no agresión
nazi-soviético. La intervención soviética en la guerra fue determinante para el
triunfo aliado, pero significó para sus fuerzas internas un intenso desgaste.
Hobsbawm sostiene que por ello, que los dirigentes de la URSS no querían
involucrarse en un nuevo conflicto mundial, ya que no estaban en condiciones
de afrontarlo. Sin embargo, la contundencia de la victoria soviética había
desembocado en un aumento del prestigio del comunismo. Por otra parte,
Europa occidental se hallaba sumida en la destrucción, y sus poblaciones
hambreadas, y para su reconstrucción precisaba necesariamente de
financiamiento. Estados Unidos temía, que ante esta situación social, las
poblaciones oyeran “los cantos de sirena” de la “revolución”, como señala
Hobsbawm. No era un temor infundado, ya que Europa experimentaba un
ascenso de la izquierda: los partidos comunistas ganaban adeptos y el
laborismo destronó al representante del partido conservador, Churchill, del
poder ejecutivo británico. El mismo Estados Unidos debía evitar una nueva
crisis de superproducción y un resurgimiento de la Gran Depresión, colocando
en las esferas de la producción y el consumo al ejército desmovilizado y a la
masa de población civil que había sido insertada en las industrias reconvertidas
para la guerra. Para dar por tierra con estas amenazas, como parte de la
Doctrina Truman, sucesor de Roosevelt, que sintetizaba el sentimiento
anticomunista proponiendo la “contención”, se diseñó el Plan Marshall, lanzado
en 1948, para colocar los excedentes de producción en Europa, proveer al
continente de alimentos y revitalizar su industria, ya que la creencia era que
una Europa desarrollada desestimaría la opción comunista. Ante este plan, la
URSS despliega el COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1949,
para los países en su órbita.
Aquellos “complejos militar-industriales” que en un principio dinamizaron
las economías de ambos polos, luego las estancaron. La Comunidad Europea
creada en 1957 significó el resurgimiento de aquel polo competidor, que se
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insertó tras la estela americana de la sociedad del bienestar, del consumo y de


la abundancia. Mientras que el campo socialista, agitado y desgarrado por crisis
profundas se hundió, sitiado por el mismo “sueño americano”.

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