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¿Estuvo el fraile Valverde en Cajamarca el 16 de noviembre de

1532?
Un fraile domínico se acercó a las andas donde estaba Atahualpa. Iba a hacerle el requerimiento,
proponerle ser súbdito del rey de España y aceptar la religión católica. Le dio un breviario a
Atahualpa, nunca entendió el significado del libro, solo deseaba atrapar a los españoles y
recuperar todo lo que ellos habían tomado de su reino.
Atahualpa arrojó al suelo el libro. En ese momento el fraile ordenó atacar a los indígenas y
capturar a Atahualpa.
El “anónimo Sevillano” documento que relata los hechos dice:
Y un frayle de la orden de Santo Domingo con un crux + en la mano queriendole dezir las cosas de
Dios, le fue a hablar: y le dixo, que los christianos eran sus amigos: y que el señor governador le
quería mucho y que entrasse en su posada a ver le. El cacique respondió que el no passaria mas
adelante hasta que le bolviessen los christianos todo lo que le havian tomado en toda la tierra y que
despues el haria todo lo que le viniesse en voluntad. Dexando el frayle aquellas platicas, con un
libro que traya en las manos le empeço a dezir las cosas de Dios que le convenían: pero el no las
quiso tomar: y pidiendo el libro, el padre se lo dio, pensando que lo quería besar: y el lo tomó, y lo
echo encima de su gente. Y el mochacho que era la lengua, que allí estava diziendole aquellas
cosas, fue corriendo luego: y tomo el libro, y diolo al padre: y el padre se bolvio luego dando bozes,
diziendo, salid salid christianos, y venid a estos enemigos perros, que no quieren las cosas de Dios:
que me ha echado aquel cacique en el suelo el libro de nuestra santa ley(Cristóbal de Mena
(atribuido a..). La conquista del Perú llamada la Nueva Castilla. 1534)
Hernando Pizarro, hermano del conquistador del Perú relató la captura de Cajamarca en 1533.
“Entrando hasta la mitad de la plaza, reparó allí, y salió un fraile dominico, que estaba con el
gobernador, a hablarle de su parte que el gobernador le esperaba en su aposento, que le fuese a
hablar : y díjole cómo era sacerdote, y que era enviado por el Emperador para que les enseñase las
cosas de la fe, si quisiesen ser cristianos, y díjole que aquel libro era de las cosas de Dios ; y el
Atabaliba le pidió el libro y arrojóle en el suelo, y dijo: “Yo no pasaré de aquí hasta que deis todo lo
que habéis tomado en mi tierra; que yo bien sé quién sois vosotros y en lo que andáis”. Y levantóse
en las andas y habló a su gente, y hubo murmullo entre ellos, llamando a la gente que tenía las
armas. El fraile fué al gobernador, y díjole que qué hacía que ya no estaba la cosa en tiempo de
esperar más.” (Hernando Pizarro. “Carta a los oidores de la audiencia de Santo Domingo”. 1533)
Portada del "anónimo sevillano" atribuido a Cristóbal de Mena en 1534. Se aprecia una de las imágenes más antiguas
del requerimiento.

El último testimonio que voy a citar, es de Miguel de Estete quién llegó al Perú en el segundo
viaje y estuvo presente en la captura de Atahualpa, se dice incluso que fue el primer español en
capturar a Atahualpa. En su crónica de 1538 describe los hechos de la siguiente manera:
“El Padre Fray Vicente de Valverde, de la Orden de los Predicadores, que después fue Obispo de
aquella tierra, con la Biblia en la mano y con él Martín lengua, y así juntos, llegaron por entre la
gente a poder hablar con Atabalica; al cual le comenzó a decir cosas de la Sagrada Escritura y que
Nuestro Señor Jesucristo mandaba que entre los suyos no hubiese guerra ni discordia sino toda paz:
y que él en su nombre así se lo pedía y requería; pues había quedado de tratar de ella el día antes, y
de venir solo, sin gente de guerra; a las cuales palabras y otras muchas que el fraile le dijo, él estuvo
callando sin volver respuesta; y tornándole a decir que mirase lo que Dios mandaba, lo cual estaba
en aquel libro que llevaba en la mano escrito, admirándose, a mi parecer, más de la escritura que de
lo escrito en ella, le pidió el libro, y le abrió y le ojeó, mirando el molde y la orden de él y de: pués de
visto le arrojó por entre la gente, con mucha ira y el rostro muy encarnizado, diciendo: “Decidles a
ésos que vengan acá, que no pasaré de aquí hasta que me den cuenta y satisfagan y paguen lo que
han hecho en la tierra”. Visto esto por el fraile y lo poco que aprovechaban sus palabras, tomó su
libro y abajó su cabeza y fuese para donde estaba el dicho Pizarro casi corriendo y díjole: “¡No veis lo
que pasa!, ¿para qué estáis en comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que
vienen los campos llenos de indios? ¡Salid a él, que yo os absuelvo?”
Hacia el año 1545 Juan Ruiz de Arce, soldado que estuvo en la captura de Atahualpa y se quedó
diez años en América escribió:
“Entra Atabalica en la plaza con tanto poderío, que era cosa de ver. En medio de la plaza se paró.
Como el Gobernador vió aquello, envióle un fraile, para que llegase más adelante a hablar con el
Gobernador, porque se saliese más de la gente. El fraile fué y le dijo estas palabras:
- Atabalica: el Gobernador te está esperando para cenar y te ruega que vayas, porque no cenará sin
ti.
El respondió:
- Habéisme robado la tierra por donde habéis venido y ahora estáme esperando para cenar. No he
de pasar de aquí si no me traéis todo el oro y plata y esclavos y ropa que me traéis y tenéis, y no lo
trayendo téngoos de matar a todos.
Entonces le respondió el fraile y le dijo:
- Mira, Atabalica, qúe no manda Dios eso, sinó que nos amemos a nosotros .
Entonces le preguntó Atabalica:
-¿Quién es ese Dios?
El fraile le dijo:
- El que te hizo a ti y a todos nosotros.Y esto te digo lo dejó aquí, escrito en esté libro.
Entonces le pidió Atabalica el libro y el fraile se lo dió. Y como Atabalica vió el libro, arrojólo por ahí,
burlando del fraile. Toma su libro y vuelve donde el Gobernador estaba, llorando y llamando a
Dios. (Juan Ruiz de Arce. “Adbertençias que hiço el fundador del Bínculo y Mayorazgo, A
los subçesores de él...” 1547?)
¿Cuál fue la responsabilidad del fraile Valverde en la captura del Inca Atahualpa?
Son interesantes las reflexiones de los cronistas de los primeros años de la conquista sobre el
papel que cumplió el fraile Vicente Valverde en la captura de Atahualpa. Algunos estuvieron
presentes el 16 de noviembre de 1532 y señalaron de manera resumida lo que había sucedido.
Por esta razón Cristóbal de Mena, Hernando Pizarro y Ruiz de Arce mencionaron a Vicente de
Valverde como autor del requerimiento.
Existe una gran preocupación por el relato del momento del requerimiento, pues según los
criterios de la época, éste habría significado el sometimiento pacífico o violento de los
pobladores andinos.
Francisco López de Xerez, secretario de Francisco Pizarro (en 1534) y Miguel de Estete (en 1538)
son los primeros en mencionar el nombre de Fray Vicente de Valverde como el protagonista del
momento crucial.
De esta manera Fray Vicente de Valverde pasa de ser un desconocido “fraile domínico” a
convertirse en el responsable de ordenar el ataque.
Además de estas versiones, es interesante analizar la reflexión del Inca Garcilaso de la Vega
quién incluyó en la escena del requerimiento un problema de comunicación: Atahualpa
consideraba interesante lo que el fraile decía pero no pudo entenderlo debido a la mala
interpretación del indio Felipillo:
“Tal y tan aventajado fue el primer interprete que tuvo el Perú, y, llegando a su interpretación, es de
saber que la hizo mala y de contrario sentido, no porque lo quisiese hacer maliciosamente, sino
porque no entendía lo que interpretaba y que lo decía como un papagayo; y por decir Dios trino y
uno, dijo Dios tres y uno son cuatro, sumando los números por darse a entender” (Garcilaso de la
Vega. Historia General del Perú. 1617. Capitulo XXIII)
De esta manera el Inca Garcilaso de la Vega libera de la culpa a Felipillo y Valverde: “Con lo dicho,
quedan todos los españoles y el Padre Fray Vicente Valverde y el indio Felipillo bien descargados de
la culpa que se le podía imponer por aquella mala interpretación que se hizo” (Garcilaso de la
Vega. Historia General del Perú. 1617. Capitulo XXIII.)
Reconstrucción de Cajamarca en 1532, escenario de la captura de Atahualpa.

La manipulación del relato sobre la captura de Atahualpa puede demostrarse fácilmente al las
cronicas que estuvieron presentes ese día y los que escribieron las primeras reflexiones luego de
los acontecimientos.
Las versiones confusas que existen sobre el momento del requerimiento no se dan en otros
acontecimientos de ese día.
Durante la captura de Atahualpa la multitud escapó de la plaza de Cajamarca. Durante esta
huida se produjo una estampida humana en la que murieron aplastadas cientos de personas y
derribaron un muro del cerco de la plaza.
Cristóbal de Mena (1534) menciona que:
“…los indios que yvan huyendo, que eran tantos, que por huyr derribaron una pared de seys pies en
ancho: y mas de quinze de largo y de altura de un hombre: en esta cayeron muchos de cavallo. y en
espacio de dos horas (que no serian mas de dia) toda aquella gente fue desbaratada.”
Francisco de Xerez (1534) dice que [...] Y fue tanta la furia con que huyeron que rompieron un
lienzo de la cerca de la plaza y muchos cayeron unos sobre otros.”
Miguel de Estete (1535) mostraba que el muro fue derrumbado “porque la puerta por do habían
entrado en pequeña, y con la turbación no podían salir; y vistos los traseros cuán lejos tenían la
acogida y remedio de huir, arrimáronse dos o tres mil de ellos a una lienzo de pared y dieron con él
en tierra, el cual salía al campo, porque por aquella parte no había casas; y así tuvieron camino
ancho para huir”
Años después el cronista Juan de Betanzos indicó “que el muro era de dos pies en ancho y poco
más de un estado en alto de tierra y muy ruinmente hecha..” (Juan de Betanzos. Suma y narración
de los Incas. 1551)
Aquí no encontramos las versiones contradictorias que se encuentran en la captura del inca.
Esto revela la importancia que tuvo el momento crucial ocurrido el 16 de noviembre de 1532.
Sin duda, justificar la conquista del Perú no fue una tarea fácil, para quienes la realizaron y
mucho menos para quienes fueron descendientes de sus protagonistas.
Dentro de este hecho se encuentra la figura central de Fray Vicente de Valverde que pasa de ser
un anónimo fraile dominico a convertirse en responsable de ordenar el ataque contra
Atahualpa.
Recién en la década de 1540 el nombre de Valverde aparece dentro de la escena. Resulta
interesante que ochenta años después de la captura de Atahualpa el Inca Garcilaso de la Vega
haya considerado que el requerimiento de Valverde a Atahualpa fracasó por un problema de
comunicación que terminó en una gran confusión.
Sin duda, Valverde estuvo presente ese trágico día, pero la historia que se ha escrito sobre ese
momento le ha ido otorgando distintos papeles en la escena crucial que cambió la historia
peruana para siempre.
Curiosa versión de la captura de Atahualpa hecha por Felipe Guamán Poma de Ayala. En la escena se aprecia a
Francisco Pizarro quién no estuvo durante el requerimiento y Diego de Almagro que llegó al Perú luego de la captura
de Atahualpa.
Publicado 25th November 2012 por Juan Jose Pacheco Ibarra

Y Atahualpa lanzó la Biblia

Un 16 de noviembre, pero de 1532 Francisco Pizarro capturó al último


emperador del imperio inca. En esta entrada recordaremos las palabras del
padre fray Vicente de Valverde, padre agustino:

"Yo soy sacerdote de Dios, y enseño a los cristianos las cosas de Dios, y así
mismo vengo a enseñar a vosotros. Lo que yo enseño es lo Dios nos habló, que
está en este libro. Y por tanto, de parte de Dios y de los cristianos, te ruego
que seas su amigo [hablando de Pizarro], porque así lo quiere Dios; y venirte
bien dello; y ve a hablarle al Gobernador que te está esperando."

Atahualpa dijo que el diese el libro para verle y él se lo dio cerrado.; y no acertando
Atahualpa en abrirle, el religioso extendió el brazo para abrir, y Atahualpa con
gran desdén le dio un golpe en el brazo; no queriendo que lo abriese; y profiando el
mismo en abrirlo, lo abrió; y no maravillándose de las letras ni del papel como
otros indios, lo arrojo cinco o seis pasos de sí.

Estos hechos fueron registrados por el cronista Francisco de Jerez. Según otro
relato, del inca Tuto Cussi Yupanqui, rebelde que sobrevivió 40 años a la
conquista, este hecho no sucedió en la ciduad de Cajamarca sino antes. Según
esta versión hubo dos conferencias. En la primera Atahualpa recibió a dos
españoles a quienes les invitó a tomar chicha en señal de hospitalidad pero los
españoles arrojaron la bebida de maíz al suelo. Era una falta de respeto tirar una
bebida sagrada, así que Atahualpa decidió tirar también la Biblia.
El relato dado por Guamán Poma de Ayala es algo diferente. En esta versión el
fraile Vicente de Valverde le dice a Atahualpa que sus dioses eran falsos.
Entonces el soberano le pregunta quien se lo había dicho y este le responde que
se lo había dicho la Biblia. Atahualpa pide el libro "Para oír por si mismo estos
dichos". Pero como la Biblia no emitió ninguna voz la arrojo al suelo.

Sea como haya ocurrido, el inca fue reducido en lo que era una trampa en la
ciudad de Cajamarca. Se pidió un inmenso rescate que fue pagado. No obstante
luego, fue ejecutado por los españoles. Eso si, se le puso una cruz en su mano en
sus últimos minutos.

¿Quién fue Valverde? No cabe duda que Vicente de Valverde tuvo mala fortuna
en el juicio de la historia por su participación en la jornada de Cajamarca y en la
lectura del Requerimiento. William Prescott, historiador norteamericano del
siglo XIX, lo presenta como un cura fanático, hipócrita y cruel. Si los hechos de
Cajamarca hubiesen sido la única actuación de Valverde, el juicio de la historia
hubiese sido lógicamente adverso. Sin embargo, cuando lo nombraron Obispo
del Cuzco, viajó a España para exponer las necesidades del nuevo reino y pedir
refuerzos para su orden. Como Protector de Indios se indigna, critica y denuncia
los malos tratos a los indígenas. Hay muchas cartas y documentos que lo
prueban. Por ello, su vida anduvo llena de amenazas y peligros y, como dice el
historiador jesuita Armando Nieto, “las frustraciones de hallarse entre tantas
contradicciones y trabajos lo condujeron en más de una ocasión al borde del
desánimo”. Cuando dejó su diócesis, encontrándose en la Isla de Puná, camino a
Guayaquil, murió a manos de los nativos en 1541.

¿Qué era el Requerimiento? El jurista español Palacios Rubios redactó una


fórmula de proclama en la que, a través de un rápido resumen (sumario) de la
historia de la salvación y la teología papal del Medioevo, se invitaba a los indios a
someterse al yugo del Rey de España. Si lo hacían, serían respetados. Si no, se
entraría por fuerza a sus pueblos y quedarían cautivos. Este era el famoso
“Requerimiento” que, desde 1513, formó parte del equipaje de todo
conquistador castellano.

El “Requerimiento”, según el padre Armando Nieto, partía de algunos supuestos


teológicamente erróneos; pero, para la mentalidad de la época, daba una cierta
tranquilidad de conciencia a sus inventores y a los que lo aplicaban. De hecho, el
exceso de teología que el Requerimiento contenía era considerable, teniendo en
cuenta la mentalidad de los indios a quienes se les trasmitía el documento. Para
los conquistadores menos escrupulosos, el Requerimiento era pura fórmula: se
leía entre disparos de artillería o a gritos desde la proa de una nave desde la
costa. En el mejor de los casos, la aceptación voluntaria de los indios se producía
no tanto en virtud de su comprensión del Requerimiento sino por simple temor
ante quien tenía la fuerza de las armas en sus manos.

El Anónimo sevillano, publicado por Raúl Porras Barrenechea, nos relata el


episodio de Cajamarca en los siguientes términos: "Un fraile de la Orden de santo
Domingo con una cruz en la mano, queriéndole decir las cosas de Dios le fue a
hablar [a Atahualpa] y le dijo que los cristianos eran sus amigos y que el señor
gobernador le quería mucho y que entrase a su posada a verle. El cacique
respondió que él no pasaría más adelante hasta que le devolviesen los cristianos
todo lo que le habían tomado en toda la tierra y que después él haría todo lo que
le viniese en voluntad. Dejando el fraile aquellas pláticas con un libro que traía
en las manos le empezó a decir las cosas de Dios que le convenían: pero él no las
quiso tomar y pidiendo el libro al padre se lo dio, pensando que lo quería besar, y
él lo tomó y lo echó encima de su gente y el muchacho que era la lengua, que allí
estaba diciéndole aquellas cosas, fue corriendo luego y tomó el libro y diolo al
padre y el padre se volvió luego, dando voces, diciendo: salid, salid, cristianos y
venid a estos enemigos perros que no quieren las cosas de Dios: que me ha
echado aquel cacique en el suelo el libro de nuestra santa ley".

Concluye el padre Nieto: “es obvio que poco o nada podía Atahualpa entender de
los razonamientos del dominico, y mucho menos del libro que éste le alcanzó. Es
comprensible también que arrojase al suelo un objeto que nada significaba para
él, por más que se tratase de los Santos Evangelios. Por otra parte, tampoco
puede negarse que los momentos que los españoles –incluyendo al padre
Valverde- vivían, era de suma tensión y gravedad, y por tanto era también
comprensible que el dominico reaccionase como lo hizo”.

Descripción de la Toma de Cajamarca y el Requerimiento al Inca.-


Presentamos la reconstrucción detallada del historiador José Antonio del Busto
sobre lo que ocurrió en Cajamarca: “Después de una noche infernal y de una
mañana de angustia, Atahualpa seguía siendo esperado en Cajamarca por los
españoles. El Gobernador –que siempre tuvo el dominio de la situación- había
dividido sus fuerzas del siguiente modo: la caballería, al mando de soto,
Belalcázar y Hernando Pizarro, esperaría oculta en el interior de los tres
galpones que daban a la plaza; la infantería, al mando de Juan Pizarro, saldría
después de los caballos y estaría en los mismos galpones; y la artillería, confiada
a Pedro de Candia, se emplazaría en una fortalecilla que caía al nororiente de la
gran plaza, lugar inmejorable para observar los movimientos del Inca. El
Gobernador, a su vez, con veinticinco peones de infantería quedaría oculto en un
templete, ubicado en el centro de la plaza, de donde saldría directamente a
prender al inca que, según sus cálculos, estaría en su litera rodeado de una
compacta multitud. La única posibilidad de triunfo, remota pero no imposible,
era que salieran todos por sorpresa y cayeran sobre las tropas del Inca. La
consigna era: matarte he o matarme has. No había otra forma de entender
aquella guerra”.

“Recién por la tarde, luego de una larguísima mañana en la que los artilleros sólo
vieron salir guerreros desarmados del campamento de Pultumarca, el Inca hizo
su ingreso a la plaza de Cajamarca. Atestada de guerreros quiteños, la plaza
parecía destinada a servir de escenario a un gran espectáculo: la captura de los
españoles. Atahualpa venía decidido a no dejarlos escapar. Si todo el
Tahuantinsuyo creía que el divino Huiracocha venía contra él, les demostraría a
todos que ni siquiera el Hacedor del mundo andino era capaz de derrotarlo. Por
eso Atahualpa venía dispuesto a no dejar escapar a los cristianos, motivo por el
que había enviado a su general Rumiñahui con indios y sogas a las afueras de
Cajamarca para apresar a todos aquellos barbudos que intentaran la fuga. Por lo
demás, sus guerreros quiteños de la plaza se encargarían de la mayoría de los
hombres blancos. Los tomarían a mano, por eso no habían traído armas”.

“Atahualpa, conducido en su litera de oro, se detuvo ene l centro de la plaza. Una


vez en este sitio preguntó por los cristianos. Sus capitanes le dijeron que se
habían ocultado de miedo, pero el Inca mandó a unos indios a que los buscaran.
Pronto regresaron éstos diciendo que los barbudos estaban escondidos en los
galpones que rodeaban la plaza. Tenían miedo, no cabía duda. El inca decidió
actuar”.

“Pero en el preciso momento en que se disponía a dar las órdenes, uno de los
barbudos –vestido con hábitos blanquinegros- se abrió calle entre los guerreros
y se aproximó hasta él. Era fray Vicente de Valverde, el dominico que actuaba de
capellán en la expedición. El Inca lo vio venir y dejó que se acercara. El fraile
llegó entonces hasta ponerse delante suyo y empezó a hablar. Martinillo, que
había venido con él, tradujo la conversación. Esta versaba sobre un Dios
desconocido, un Pontífice que estaba en Roma y cierto Emperador que Atahualpa
no conocía. Intrigado, preguntó entonces el Inca que de dónde sacaba tales
nombres y el fraile –como que estaba recitando el requerimiento de memoria- se
conformó con señalarle el libro que traía en la mano. El inca lo tomó en las suyas,
pero al no hallarlo interesante lo arrojó. El fraile se apresuró a recogerlo y
entonces fue que Atahualpa le dijo que volviera donde los barbudos y todos
juntos le entregaran lo que habían robado desde la Bahía de san mateo a
Cajamarca. Lo dijo con tal ira, que el dominico echó a correr hacia el lugar donde
estaba Pizarro, gritándole que atacara porque Atahualpa estaba hecho un Lucifer
y listo a masacrar a todos”.

“El Gobernador comprendió la gravedad del caso y, dispuesto a no perder un


momento que podía resultar precioso, ordenó disparar un arcabuz y agitar una
bandera blanca. A estas señales sus veinticinco peones lo siguieron a la plaza, los
caballos se arrojaron contra los quiteños y la artillería hizo retumbar los aires.
Los pocos indios que tenían sus armas bajo las ropas, no las pudieron sacar. La
apiñada multitud fue tomada de sorpresa y buscando instintivamente una salida
empezó a retroceder. Los jinetes arreciaron el ataque, sonaban las trompetas,
rugía la artillería, relinchaban los caballos y los infantes invocaban a Santiago.
Pizarro logró llegar hasta la litera del Inca. Los jinetes insistieron en su carga y
los quiteños no tuvieron más remedio que correr, derribando a su paso uno de
los muros que rodeaban la plaza. Otros, al emboscarse en las esquinas, llegaron a
formar verdaderas pirámides humanas. El bullicio era indescriptible, el miedo
fue imposible de vencer. Los españoles lo padecieron matando, los quiteños no
dejándose matar. Unos y otros fueron víctimas del miedo. El miedo, sin embargo,
favoreció a los castellanos. Si no hubiese sido por el miedo, sus caballos y sus
armas superiores, los españoles nunca hubieran alcanzado la victoria”.

“Después de atacar a los portadores de la litera imperial y de dar con ella en


tierra, Pizarro apresó a Atahualpa. Conducido al Amaru Huasi o Casa de la sierpe,
esa noche, a la luz de las antorchas, pudo ser visto por todos los españoles. Era
un indio todavía joven, y aunque derrotado, irradiaba majestad. Vestía riquísimo
traje, mas estaba desgarrado por la lucha. Tenía mirada feroz y vivaz pero, sobre
todo, inteligente”.

LA TOMA DE CAXAMARCA

Pizarro sorprende a Atahualpa


según Guamán Poma
En marzo de 1532, Francisco Pizarro deja en Tumbes una pequeña guarnición y
se dirige al sur, llegando hasta la orilla del río Chira, donde funda la primera
ciudad española en Sudamérica, San Miguel de Tangarará, en la actual Piura, que
se convertirá en el centro de operaciones de futuras expediciones. Allí recibió
noticias de la ubicación exacta del Tawantinsuyo, de la muerte de su soberano
Huayna Cápac, de la guerra civil entre sus hijos Huáscar y Atahualpa y la victoria
de este último, así como de la estadía de Atahualpa en Caxamarca.
Inmediatamente partió a encontrarse con el vencedor. En setiembre de 1532
parte con 160 hombres (60 de ellos a caballo) sin esperar los refuerzos que
traería Almagro. El viaje fue duro, pero llegan a Caxamarca el 15 de noviembre
de 1532. Al día siguiente, cuando Atahualpa entra en la plaza esperando ver a
los wiracochas, solo ve llegar a Fray Vicente Valverde, acompañado de su
traductor, el indio Martinillo. Ambos se acercaron y el padre le da la Biblia –otros
afirman que fue el Requerimiento- para que Atahualpa jure ante ella lealtad al
rey de España y acepte el Cristianismo. Como Atahualpa no halló sentido a lo
traducido por Martinillo y menos aún al libro entregado, arroja la Biblia al suelo,
enfureciendo a Valverde quien inmediatamente dio la orden de ataque.
El encuentro entre Atahualpa,
Pizarro y el cura Valverde
según Guamán Poma
LO QUE DIJO EL CURA VALVERDE
Sobre los que dijo Fray Vicente Valverde cuando Atahualpa arrojó la Biblia hay
varias versiones. La más aceptada es que gritó de ¡Santiago! , en alusión a
Santiago Matamoros, patrono de España, sin embargo hay otras versiones como
lo indicó Juan José Vega citando a diversos cronistas –muchos de ellos testigos
presenciales- como Diego de Trujillo (¡Qué espera usted su merced, que el
Atabaliba está hecho un Lucifer!), Cristóbal de Mena (¡Salid cristianos contra estos
enemigos perros, que no quieren las cosas de Dios, que me ha echado este cacique
al suelo el libro de nuestra santa ley!), Alonso Enríquez de Guzmán (¡Venid
cristianos a vengar la injuria que se le hace a la fe de Jesucristo!), Pedro Gutiérrez
de Santa Clara (Cristianos, los Evangelios por el suelo, ¡Venganza! Qué menosprecio
de nuestra fe católica). Sólo Garcilaso de la Vega defiende a Valverde diciendo
que pidió a Pizarro que no ataquen porque se había encariñado con Atahualpa.
Como se ve, muchas son las versiones. No se puede tener nada en claro.

LA CAPTURA DE ATAHUALPA
Los españoles y sus aliados indígenas salen de sus escondites y atacan. El
impacto causado por los caballos, las armas de fuego y los aliados indígenas
jugaron un papel trascendental en este evento. Atahualpa es capturado por
Miguel de Estete, justo cuando iba a coronarse Inca y es llevado ante Pizarro. En
prisión, Pizarro exige a Atahualpa recompensa por liberarlo, llenar un cuarto con
objetos de oro y dos con objetos de plata hasta donde llegue la punta de los
dedos de su mano estando empinado.

COMIDO VIVO POR LOS PUNAES


Tumbala había muerto meses antes. Ese infeliz Cacique, jefe poderosísimo de la
isla, vio en sus últimos años cómo los españoles de Pizarro y Valverde pisoteaban
las tradiciones, llegando al extremo de derribar la estatua de piedra de TUMBAL,
sacándolo del altar circundante, donde se sacrificaba a los prisioneros de guerra
en su honor.

Reinaba en la Puna hacia 1541 el hijo mayor de Tumbala, llamado Don Diego
Túmbala, nombre que le habían dado los españoles pizarristas cuando lo
bautizaron a la fuerza.

Y este Don Diego, guardaba feroz venganza contra los españoles y muy
especialmente contra Valverde, a quien reconocía por el hábito negro y blanco de
los Dominicanos, que siempre portaba. Muy callado guardó su rencor. Pero
mandó mensajes a toda la Isla para que se aprontaran los guerreros sobre las
armas y una mañana en que el Obispo estaba cerca de la playa, en una cabaña de
troncos, diciendo misa, se oyeron roncos gritos y 400 guerreros salieron de la
espesura y mataron a la mayor parte de los asistentes a la ceremonia religiosa,
con excepción de Valverde, al que condujeron desnudo a la antigua capital.

Allí le tuvieron amarrado a unas varas más de 10 horas, con el suplicio de la sed y
el sol y cuando creyeron que su resistencia estaba liquidada, comenzaron a darle
tormento, arrancando su piel en delgadas tiras, con filudas hojas de occidiana,
sustancia cristalizada y muy dura a la que es posible sacar filo y que utilizaban
nuestros aborígenes para diferentes menesteres.

El pobre Obispo lanzaba gritos desgarradores viendo cómo, los más feroces
indios mascaban su piel. Esta macabra ceremonia duró tres horas hasta que
expiró el Obispo, sin que lograra calmar las iras de los feroces puneños que
siguieron con el canibalesco festín, asando el cuerpo de Fray Vicente a fuego
lento, para devorarlo después en una orgía. Y cuentan los entendidos que su
Señoría estaba gordito y sabroso como un lechón. ¡Bocatto di Cardinale, dirían
los caníbales!...
( libro nombre : ecuador profundo tomo I
autor :Rodolfo Pérez Pimentel

ttp://www.ecuadorprofundo.com/tomos/tomo1/l27.htm

Felipe Guaman Poma de Ayala. Nueva crónica y buen gobierno, obra escrita en 1615.

En el grabado de Guaman Poma, don Diego de Almagro, don Francisco Pizarro y fray Vicente de
Valverde están de rodillas ante Atahualpa en Cajamarca. Felinillo, de origen indígena, ejerce de
intérprete.

Cronistas españoles, indígenas y mestizos dieron su propia versión de los hechos

“Pizarro envió a Valverde con un intérprete para hablar con Atahualpa. Con la cruz en una mano y la
Biblia en la otra, Valverde dijo: “Yo soy sacerdote de Dios y vengo a enseñarles lo que Dios nos Habló,
que está en este libro”.
Atahualpa pidió que le diera el libro para verlo. Valverde se lo entregó pero Atahualpa no supo cómo
abrirlo. Cuando Valverde extendió el brazo para ayudarle, Atahualpa le golpeó el brazo. Finalmente el
Inca volvió a probar y logró abrirlo. Luego lo arrojó al suelo con desprecio.”
Francisco de Jerez, notario de la expedición.

“Mi tío Atahualpa recibió muy bien a los españoles.” Según este relato, a uno de ellos [los españoles] le
dio de beber chicha en un vaso de oro. Pero este recibió el vaso y lo volcó, haciendo enojar a
Atahualpa. Después los españoles le mostraron “una carta o libro” dijeron que era quillca [dibujo o
mensaje] de Dios y del rey, y Atahualpa como estaba enojado lo tiró al piso.”
Titu Cusi, descendiente del Inca

“Atahualpa había enviado a algunos hombres con regalos para dar la bienvenida a los españoles.
Mientras se daba la conversación entre Atahualpa y Valverde, los soldados españoles, impacientes,
comenzaron a pelear y a robar oro, plata y piedras preciosas. El ruido alteró a Valverde, quien se
asustó y se levantó repentinamente del asiento en que estaba sentado hablando con Atahualpa. Al
levantarse, soltó la cruz que tenía en la mano y se le cayó el libro que tenía en su regazo. Lo levantó y
fue hacia donde estaban los españoles diciendo que no atacaran.”
Garcilazo de la Vega, mestizo.

“Antes del encuentro, Atahualpa había ofrecido a los españoles oro, plata y mitayos. En el encuentro
con Valverde, Atahualpa le pide explicaciones, pregunta quién le ha dicho que los dioses andinos son
falsos y que el Dios de los españoles era verdadero. Valverde responde que el libro lo dice. Para
comprobarlo, Atahualpa le pide el libro:
–Dámelo a mí el libro para que me lo diga.
Valverde se lo da y Atahualpa comienza a ojearlo y pregunta:
–¿Cómo es que no me lo dice ni me habla el dicho libro a mí?
Tras lo cual, sentado en su trono, arrojó el libro al suelo porque se sintió engañado.”
Felipe Guaman Poma de Ayala, cronista.
PERO ¿PORQUE ESTALLO LA VIOLENCIA...ES DECIR LA MASACRE, PUES NINGUN
ESPAÑOL MURIO?

Las versiones son varias. Me quedo con la primera, que dicho sé de paso no es versión sino
una realidad. A Atahualpa se le acerco el sacerdote católico FRAY VICENTE VALVERDE
quien le da al soberano un ejemplar de LA BIBLIA, el cual lo tira al suelo, quizá con desprecio,
lo que los españoles consideraron un gran sacrilegio y esto fue la señal para la masacre y
captura del Inca. Además este gesto de Atahualpa fue el pretexto histórico para conquistar el
Imperio (como siempre lo dijeron, catequizar).

ACA LAS INTERROGANTES:

Si Atahualpa arrojo la BIBLIA pudo tratarse de un malentendido. Acaso los españoles


esperaban que este soberano que no los conocía, tampoco a su escritura reaccionara ante algo
nunca visto. Muchos (entre ellos su servidor piensan que los conquistadores esperaban una
excusa). Ni siquiera hubo un saludo, de frente el cura se acerco. El primer cronista Francisco
de Jerez, presente ahí solo cree que fue una justificación para la conquista de un estado
aborigen (sus palabras). Como dice: Atahualpa solo alejaba un objeto extraño que podía ser
un arma, además era EL EMPERADOR y merecía respeto.

Averiguando en Internet saque cuatro:

PRIMER RELATO: FRANCISCO DE JEREZ en su libro Verdadera relación de la conquista del


Perú y publicado dos años después nos dice como testigo presencial: El fraile con una cruz en
la otra mano y un traductor abre el libro y el soberano le da un golpe en la mano intentando
decirle que podía hacerlo sin su ayuda. Ayudado por el traductor conocido como faraute le
dijo: "YO SOY SACERDOTE DE DIOS Y ENSEÑO A LOS CRISTIANOS LAS COSAS DE DIOS
Y ASIMISMO VENGO A ENSEÑAR A VOSOTROS. TE RUEGO VE A HABLAR CON EL
GOBERNADOR QUE TÉ ESTA ESPERANDO" Luego el Inca recibe el libro, lo mira y lo arroja
unos pasos delante de sí demostrando su poco interés que le producía. PERO AHÍ NO
COMENZO LA CARNICERIA ¡NO! El fraile regresa donde Pizarro (quien había visto todo) y
le narra lo sucedido, quien "indignado" manda la carga contra los indios. Minutos después
Pizarro toma por el brazo a un sorprendido Atahualpa (por el sonido de los arcabuces, el
movimiento de la caballería, espadas) diciéndole varias veces el nombre de "SANTIAGO"
quien fue uno de los doce apóstoles de Cristo cuya tumba esta en Santiago de Compostela, en
Galicia, España.

SEGUNDO RELATO: INCA TUTO CUSSI YUPANQUI. Rebelde y clandestino que sobrevivió
40 años a la conquista, pariente del Inca al que le decía tío. De acuerdo con su relato esto no
ocurrió en Cajamarca sino antes, es decir hubo dos conferencias. En la primera el Inca recibió
a dos españoles a quienes les invito chichaen señal de hospitalidad pero como los
ESPAÑOLES ARROJARON LA BEBIDA AL SUELO, Atahualpa hizo lo mismo con el libro.
Era una falta de respeto tirar una bebida sagrada, así que decidió tirar también la Biblia.

Luego se produce el encuentro de Cajamarca donde se vuelve a repetir lo mismo en el


derrame de la chicha (para molestar al Inca) y culmina en la masacre antes expuesta.

TERCER RELATO: Inca Garcilazo de la Vega en su libro Segunda parte de los Comentarios
Reales Incas. Era mestizo, con sangre inca por su madre y española por su padre. Él reduce la
responsabilidad a ambos bandos.

Todo fue por malentendidos, uno de ellos fue por la ignorancia del traductor y a la
inexistencia en el idioma quechua de vocablos que entendieran el discurso del cura. Por
ejemplo aunque parezca broma, en vez de decir: TRINIDAD, DIOS UNO Y TRINO el
traductor sumo los números diciendo TRES MAS UNO: CUATRO.

Otro problema fue que la conversación con el fraile Valverde y Atahualpa duraba mucho, se
impacientaron y comenzaron el ataque. En ese momento el sacerdote se sorprende y se le cae
la Biblia al suelo.

CUARTO RELATO: Guaman Poma de Ayala en su libro Nueva crónica y buen gobierno.
También nativo pero conocedor de la cultura europea. Esta versión es una de las más
difundidas de las cuatro, poniendo énfasis en los malentendidos de dos culturas. Según él el
fraile explica al Inca que sus dioses eran falsos. Entonces el soberano le pregunta quien se lo
había dicho y este le responde que se lo había dicho la Biblia. Atahualpa pide el libro "PARA
OIR POR SI MISMO ESTOS DICHOS". Pero como la Biblia no hablara la arrojo al suelo.

Nunca sabremos cual de los relatos es el verdadero. Hay que ser cuidadosos con la historia,
pero de que hubo excesos a partir de ahí lo hubo. Lo que sí les digo es que mientras las tropas
de FRANCISCO PIZARRO llegaban, Atahualpa les mandaba regalos. Estos al llegar a
Cajamarca "DONDE ESTAN HASTA LA ACTUALIDAD LOS BAÑOS DEL INCA, VISITADOS
POR MILES DE TURISTAS" se prepararon a atacar a la primera oportunidad, ya que muchos
se pusieron en casas, otros en azoteas y el resto en la plaza.

Solo una baja tuvo el grupo español, y es que en la desbandada los indios pisotearon a un
esclavo negro que falleció pronto. Premeditado o no usted busque su respuesta

EL TRADUCTOR = FELIPE era natural de la isla de Puna, y de gente muy plebeya, apenas
tenía veintidós años, conocía poco la lengua general de los Incas como en particular la de los
españoles.

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