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DESARROLLO
Biológicamente hablando, todo organismo está constantemente reorganizándose de
instante en instante, y esta persistente capacidad de auto-organización constituye la
esencia de lo que es un organismo vivo; pues el orden biológico debe renovarse a
sí mismo so pena que, de mantenerse igual en el tiempo (cronológico), se degrade.
La Información del Hipergenoma, que es orden que se auto-genera –lo cual implica
que es una forma de energía no-degradable-, permite que este sea el caso. De
manera concisa podríamos decir que el orden orgánico se auto-genera todo el
tiempo (cronológico), pero de duración en duración (tiempo biológico).
A nivel biológico, la Información que aflora como una propiedad emergente de las
estructuras físico-químicas moleculares que constituyen las estructuras biológicas –
y en especial de cada ADN celular-, forma un espacio propio, el espacio biológico,
distinto del espacio físico y con el cual coincide sólo parcialmente: así, la matrix
intercelular, que sin duda forma parte del espacio físico que ocupa el organismo,
constituye el ambiente físico-químico de este espacio biológico y una interfase a
través de la cual interactúa con el ambiente exterior.
En los organismos pluricelulares, el espacio biológico tiene como eje unificador al
Hipergenoma, estructura que permitió el salto que dio la evolución entre el ser
unicelular y el ser pluricelular, un salto a una dimensión biológica superior: entre el
ser una célula aislada y el ser un tejido, que no es meramente un conjunto de células
sino que es una entidad que funciona como un todo armónico, a pesar de estar
aparentemente separadas por membranas celulares.
Las estructuras biológicas poseen su espacio propio: el espacio biológico.
El espacio biológico es distinto del espacio físico, así como el tiempo biológico lo es
del tiempo físico (o cronológico). La organización molecular de una estructura
biológica genera por sí misma su propio espacio informacional al cual llamamos
“espacio biológico”. No es que esté primero el espacio físico y luego las moléculas
se organizaran en él; el espacio biológico es la organización molecular misma en el
espacio físico ocupado por la estructura biológica.
Por su parte, el tiempo biológico es duración (como ya veremos), tiempo que no es
un instante que forma parte de un continuo, pues el tiempo del organismo no es
continuo. Precisamente el concepto de Hipergenoma implica que cada célula del
organismo –por lejana que esté en el espacio físico de otras células-, está conectada
sincrónicamente en cada duración con cada una de las restantes células a través de
la misma Información asentada en cada uno de los genomas celulares individuales.
Dicha conexión pluricelular dura el tiempo que dura la resonancia de cada genoma
celular individual con cada uno de los restantes genomas celulares individuales; un
tiempo que, aunque se pueda medir, es duración y no mero tiempo cronológico, y
que se desarrolla simultáneamente en el eje del espacio biológico constituido por la
red de genomas celulares individuales, pero siempre en un quantum de duración.
En consecuencia, si desde la perspectiva del espacio físico hay partes separadas en
interacción, en el espacio biológico no las hay porque éstas coexisten
sincrónicamente con el todo en cada duración constituyendo un espacio-tiempo
biológico. La unidad orgánica, en consecuencia, es de naturaleza temporal –de
tiempo como duración-, y se expresa por pulsos de vida, esto es, por una secuencia
de duraciones en el tiempo cronológico.
Y mientras el Hipergenoma mantenga la sincronización orgánica, existe solamente
un espacio biológico. Pero con su desincronización se generan otros espacios
biológicos que rompen la unidad del ente biológico y que chocan unos contra otros.
Es el caso del Cáncer, en el cual el espacio biológico desincronizado es un cierto
tejido que se separa funcionalmente del resto del organismo y entra en competencia
con él transformándose en un tejido canceroso. (3) Volveremos sobre este asunto
del tiempo biológico con mayor rigor más adelante.
El orden per se
El orden no debería ser considerado exclusivamente como una consecuencia del
trabajo de ordenar, porque este tipo de orden implica necesariamente un orden
previo. Pues para que exista tal tipo de orden es necesario que el trabajo de ordenar
–además de demandar un consumo de energía- posea previamente un fin en vista,
un objetivo, que es ya, en sí mismo, orden. Sin el plan de lo que se desea lograr
mediante el trabajo de ordenar, no sería posible realizar dicho trabajo; pero ese
orden implicado por cualquier plan o es el resultado de un trabajo de ordenar
anterior, lo que nos lleva a una regresión infinita, o es en sí mismo orden. Tendremos
que aceptar que, en algún momento en este encadenamiento, tiene que existir un
orden incausado, un orden que no sea la consecuencia de un trabajo de ordenar
que, a su vez, requiera de un orden anterior y así sucesivamente.
Como el tipo de orden que el ser humano maneja es en general un orden en forma
de plan, el cual a través del pensamiento sigue una secuencia en el tiempo
cronológico, siempre se genera un hiato temporal entre el objetivo mental y el
objetivo concretamente realizado. En otras palabras, primero se piensa qué hacer y
luego, sólo un lapso después, se realiza. Y en el tiempo cronológico que transcurre
entre el pensamiento y la acción, se produce desorden.
Pero en el resto de la naturaleza –unicelulares, plantas, animales y en el propio
cuerpo humano y en sus células componentes- no existe tal hiato temporal sino
persistencia al interior de la duración de cada uno de sus procesos porque en este
caso el orden no es consecuencia de ningún plan: es orden per se capaz de
mantenerse a sí mismo en el tiempo cronológico.
Nos corresponde ahora aplicar lo expuesto acerca del orden dentro del espacio-
tiempo biológico, cuando aparece el desorden; para así ayudarnos a entender de
una manera concreta la tarea del Hipergenoma (origen del orden) en el complejo
caso de la enfermedad crónica.
Pero tenemos que hacer una aclaración importante aquí: cuando en la literatura se
utiliza, como suele ocurrir, un concepto subjetivo de información, o sea, basado en
el efecto sobre el sujeto que recibe la Información y no en la Información misma con
su capacidad ejecutiva, el poder para modificar una estructura biológica que tiene
la Información biológica se hace inexplicable. Y de paso el concepto de
Hipergenoma se tornaría insostenible. Es decir, sólo un concepto objetivo de
Información qua energía no-degradable permite explicar este poder para modificar
que posee el medicamento homeopático –y que requiere de una capacidad
ejecutiva, esto es, de una capacidad para reorganizar lo que está desorganizado-, al
liberar la total capacidad de expresión del Hipergenoma. Expliquémoslo de este
modo:
El genoma celular individual es como el teclado de un piano
El genoma celular individual es como el teclado de un piano. Tiene un número
relativamente grande, pero determinado de teclas (genes), y en cada momento sólo
son tocadas (se expresan) un número limitado de ellas (de ellos) en una cierta
“combinación melódica” (un “pattern of gene expression", que representa una
determinada Información).
En otro momento distinto, la “combinación melódica” (o el “pattern of gene
expression”) cambia de acuerdo con las variaciones ambientales inmediatas (o sea,
cambia epigenéticamente), y lo puede hacer en grados muy diversos: ya sea
cambios más bien superficiales de tipo adaptativo, ya sea cambios mucho más
profundos que expresan una conducta orgánica del todo diferente a la habitual, vale
decir, una conducta patológica.
Sin embargo, el genoma celular individual no está sometido solamente a la
interacción con las Informaciones biológicas de su ambiente inmediato (la matrix
intercelular) y, a través de ella, de su ambiente mediato sino que también está
sometido a la regulación de la red constituida por el resto de los genomas celulares
individuales del organismo en la cual participa o Hipergenoma, regulación que no
podría realizarse si éste no tuviera una capacidad ejecutiva.
Pues el piano no es el pianista. Siguiendo la acertada observación de Mario Bunge
al reconocer al genoma (al ADN) como una estructura más bien inerte, digamos que
el piano requiere de un pianista y que el pianista es el Hipergenoma. [“…Apenas
puede decirse que el ADN sea una prima causa o un primum movens, ya que es una
molécula comparativamente inerte que no hace nada por sí sola. Sólo ‘se sienta’ en
el núcleo (o en otra parte), es más, protegido sin riesgo por proteínas histónicas en
eucariotas, y ‘espera’ que algunas otras moléculas actúen sobre él”. (Lo destacado
en negrita es nuestro)] (13)
La necesidad de plantear la existencia del Hipergenoma surge precisamente de
consideraciones como la citada. Las células hepáticas y las células musculares, por
tomar un solo ejemplo de las numerosas diferencias entre células de distintos
órganos, a pesar de compartir el mismo genoma funcionan de manera totalmente
disímil porque sus expresiones genómicas (“patterns of gene expression”) se
adecúan a sus respectivas funciones que son muy diferentes. ¿Qué explica este
diferente comportamiento si comparten el mismo genoma?
Siguiendo con la analogía anterior, las “melodías” que surgen de la célula hepática
son distintas de las “melodías” que surgen de la célula muscular; y las “melodías”
que propiamente surgen de la célula hepática están acalladas en la célula muscular,
y viceversa. ¿Cómo hacen para diferenciarse en su expresión si comparten el mismo
“instrumento musical” y la misma partitura? Es que el pianista no es el genoma
celular individual puesto que el piano no se toca a sí mismo. El pianista es el
Hipergenoma que de cada piano obtiene la “melodía” que corresponde en cada
caso y siempre de acuerdo con las condiciones generales del organismo.
CONCLUSIÓN
El concepto de Fuerza vital tal cual fuera formulado por Hahnemann, inmerso en una
filosofía vitalista ya obsoleta, puede ser rescatado para la Ciencia. Esa es nuestra
convicción, la cual hemos intentado fundamentar en las páginas anteriores al
actualizarlo conceptualmente como Hipergenoma, una noción fundada en el
concepto científico de Información.
Por supuesto que Hahnemann carecía de los instrumentos conceptuales idóneos
para llevar a cabo la tarea de establecer el concepto de Fuerza vital como una noción
científica, lo cual es comprensible si nos situamos en la época de surgimiento del
mismo. Pero su intuición no es por eso menos válida.
Sostenemos que el concepto de Información permite explicar la naturaleza física
tanto de la Fuerza vital como del medicamento homeopático y, a la vez, explicar la
forma como el organismo se enferma y la forma como el medicamento homeopático
puede ayudar a éste a curarse; lo cual permite renovar de una manera científica el
pensamiento de Hahnemann.
De esta forma se conserva, según creemos, la intuición de Hahnemann –como lo
muestran las anteriores citas del Organon- y, a la vez, se le transforma en un
concepto genuinamente científico por estar basado en una noción física como es la
de Información.
La Información del Hipergenoma –la Fuerza vital de Hahnemann- cumple un papel
decisivo: Las Informaciones genéticas compartidas por la red de genomas celulares
individuales, o Hipergenoma, mantiene el orden orgánico en el estado de salud
mediante su capacidad ejecutiva, hasta que alguna Información biológica externa
patogénica, generando una situación de estrés, pudiera finalmente llegar a afectarle
más allá de cierto punto de retorno cuando su adaptación ya está alterada, esto es,
cuando el acoplamientos del organismo con su medio está perturbado, ya sea por
mera des-adaptación epigenética, ya sea porque a ésta se le agrega una in-
adaptación genética.
También sustentamos la opinión que la enfermedad crónica no es meramente una
enfermedad aguda que se prolonga en el tiempo en una forma más atenuada sino
una especie diferente de enfermedad y que, por tanto, se distingue netamente de la
enfermedad aguda. Y dentro del mismo orden de ideas, hemos tratado en las
páginas precedentes de explicar cuál es la patogénesis de toda enfermedad crónica,
entendida como una degradación orgánica gradualmente progresiva que termina
sólo con la muerte del enfermo.
En conclusión, creemos firmemente que la existencia de un centro organizador, el
Hipergenoma, encargado del perfecto funcionamiento en el estado de salud de cada
parte del organismo como asimismo del organismo entero, corresponde a la
intuición que en el lenguaje de su época Hahnemann denominó “Fuerza vital”.
Pero también creemos que lo realmente importante para el futuro de la Homeopatía
es hacer comprensible este concepto hahnemanniano en términos científicos
actuales, propósito que ha guiado la elaboración del presente trabajo de
investigación.