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7.4.3. Los Actores de la Gestión Curricular en los Centros Educativos.

El centro educativo visto desde la perspectiva de sus relaciones con la sociedad,


involucra a los actores tradicionalmente identificados con el desarrollo curricular y a
otros nuevos.
Entre los actores tradicionalmente identificados con dicha aplicación figuran los
directores, los profesores y los profesionales de apoyo al servicio educativo.
Los directores de centros, en la perspectiva de un currículo abierto y flexible, tendrán
la tarea de organizar los recursos humanos y materiales requeridos para que cada
equipo diseñe, desarrolle y evalúe los proyectos, planes, programas, estrategias de
intervención.
El personal docente que participa en la cogestión de un currículo centrado en la
constitución de sujetos sociales transformadores orienta su acción hacia el desarrollo
de todas las potencialidades, capacidades, talentos y competencias afectivas,
cognitivas y prácticas de los/las estudiantes. Un maestro y una maestra que atienda
por tanto al ser humano en su integridad y complejidad asumen una función
orientadora que supera la mera transmisión de conocimientos. Es en esta dirección que
el educador asume roles de planificador, organizador, guía, dinamizador, facilitador y
generador de procesos de aprendizajes significativos.
Para el desempeño de estos roles recibe la ayuda especializada de orientadores,
psicólogos, animadores y cualquier otro agente educativo que en el centro realiza
tareas de desarrollo curricular. Singular importancia adquieren los profesores guías,
responsables de cada curso y/o grado, quienes deben atender a la particularidades de
los estudiantes a su cargo y solicitar, en los casos que juzgue necesario, la ayuda de
orientadores y/o psicólogos. Estos prestarán su colaboración en el diseño de las
estrategias de intervención grupales o individuales que permitan realizar las
adecuaciones curriculares que posibilitan la integración al currículo de todos los
estudiantes.
Al plantear el nuevo currículo el acceso a la escuela de todos los niños, jóvenes y
adultos, aún de los que presentan déficit físicos, motores, auditivos, visuales, de habla,
se hará necesaria la integración al personal docente de profesores de educación
especial con capacidad de diseñar metodologías, aplicar técnicas específicas,
recomendar y entrenar en el uso de recursos ajustados a las necesidades educativas
especiales que se detecten. Estas se desarrollan en un continuo que va desde una
educación que responda a las particularidades de sujetos y contextos, pasando por una
educación diferencia temporal, en aulas especiales, hasta la recomendación de centros
especializados cuando se diagnostique la imposibilidad de integrar al currículo regular a
algunos estudiantes.
El personal especializado responsable de los Servicios de Orientación, orientadores y/o
psicólogos, tendrán como función fundamental coordinar el diseño y seguimiento, junto
al personal docente y directivo, de todas las acciones que se emprendan para atender
a dichas necesidades educativas especiales. Fueran fungir también de articuladores,
propiciando las necesarias vinculaciones interáreas, a partir de las cuales se lograrán
los perfiles que han sido esbozados en los diferentes niveles que conforman la
estructura del sistema educativo. Para ello deberán trabajar estrechamente con
asociaciones y organizaciones de la comunidad, organizaciones no gubernamentales,
los medios de comunicación, los partidos políticos, y otras organizaciones
sociopolíticas, las iglesias, los especialistas, las empresas y otros sectores de la
sociedad.
De esta manera los nuevos actores establecen vínculos más estrechos y horizontales
con la escuela, con responsabilidades concretas en la búsqueda constante de la calidad
de la educación, incluyendo la selección de contenidos. De ese modo se logrará un
mayor grado de adecuación entre qué enseñar y las aspiraciones sociales.
Se trata de establecer un espacio basado en la más amplia participación de los más
variados sectores sociales, como forma de acercar las decisiones a los actores de los
servicios educativos. De ese modo la responsabilidad en el éxito del proceso de
enseñanza-aprendizaje es compartida por todos.
La participación responsable de nuevos actores es muy conveniente no sólo desde la
perspectiva de la democratización de la escuela, sino también por la necesidad de
vincular la educación a los problemas, a las aspiraciones, a los intereses de la
población, especialmente cuando ésta corresponde a sectores populares excluidos. De
igual modo, dicha participación acrecienta la movilización de los recursos financieros y
materiales necesarios para la eficacia del sistema educativo.
Sin la participación de dichos sectores resultaría difícil la concreción del propósito de
crear una escuela nueva, creativa, capaz de adoptar, producir o rechazar innovaciones.
En otros términos, una escuela en actitud abierta de modificar en forma permanente
sus prácticas educativas.

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