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La cultura japonesa se caracteriza por una preferencia por la gracia interior, en oposición al

esplendor exterior.
El sentido de la belleza, característico del japonés, expresado en conceptos tales como miyabi,
mono no aware, wabi y sabi, sugiere un mundo de armonía estética y emocional. La cultura
japonesa distintiva que tenemos hoy en día es el resultado de una serie de encuentros entre la
cultura tradicional japonesa y las culturas extranjeras, a través de los cuales estas últimas fueron
importadas, absorbidas y armoniosamente fundidas con la primera. Podría decirse que algunas de
las características notables de este proceso incluyen una flexibilidad y apertura hacia las culturas
extranjeras. En lugar de rechazar estas últimas, los japoneses han preferido ajustarlas a sus
propias estructuras estéticas, a menudo de un modo totalmente creativo, adaptándolas a las
necesidades japonesas.
Cultura es una expresión general para aquellas áreas del saber, religión y artes que a su vez
pueden fragmentarse en literatura, bellas artes y música. Por lo tanto, resulta extremadamente
difícil generalizar cuando se habla de la cultura japonesa como un fenómeno total. No obstante,
podemos aplicar comentarios como el anteriormente enunciado, por lo menos al campo de las
artes figurativas.
El comienzo de las artes figurativas en el Japón data de la Edad Arcaica, cuando se hicieron las
vasijas de loza tipo Jomon. Estos objetos estaban hechos con arcilla cocida sin vitrificar, con
señales de cuerdas. También se fabricaban en la Edad Arcaica, que continuó hasta la introducción
del Budismo en el Siglo VI D.C., las vasijas de loza tipo Yayoi siglo IV A.C. hasta el siglo IV D.C. ,
así como las gigantescas tumbas del Período Kofun, siglo IV D.C.. El Período Yayoi se distinguió
por la introducción de la agricultura y los utensilios de metal del Continente Asiático. Este primer
período cultural de la Edad Arcaica se extiende desde la época prehistórica del Japón hasta el
momento en que el Japón quedó unido por primera vez como nación-estado bajo un sistema
imperial; se caracterizó por la asimilación de culturas extranjeras, especialmente durante el Período
Yayoi antes mencionado, cuando la cerámica fabricada mostraba mayor diversidad de formas y
diseños todavía más simplificados.
La Edad Antigua puede ser considerada como una era de cultura budista. Aunque las influencias
culturales del Continente ya se habían abierto camino en el Japón durante el período anterior, fue
durante este período que la cultura continental iba realmente a florecer en el Japón como
consecuencia de la introducción del budismo. Los resultados, en términos de arquitectura,
escultura y pintura budistas, fueron lo suficientemente prodigiosos para justificar que se llame a
este período la edad de oro del arte budista.
La mayor parte de las asimilaciones extranjeras provinieron de la sociedad china cosmopolita y
exótica durante la Dinastía Táng, cuya extraordinaria influencia en el Japón durante este período
dio por resultado, en este último país, la absorción indirecta de una cantidad considerable de
cultura internacional.
Durante ese mismo período, el mundo occidental contemplaba la caída del Reino Gótico Oriental,
el establecimiento del Papado Romano en la persona de Gregorio I, y la construcción de la
Catedral de San Pablo en Londres.
Esta era de cultura budista puede subdividirse en tres períodos diferentes: el Período Asuka
(finales del siglo VI-principios del siglo VII), el Período Hakuho (finales del siglo VII-principios del
siglo VIII) y el Período Tempyo (siglo VIII). Estas divisiones reflejan las cambiantes actitudes de los
japoneses por lo que atañe a su receptividad de las culturas china y coreana.
El comienzo del dominio de la aristocracia en la capital de reciente establecimiento, Kioto, iba a
significar una transformación considerable de la cultura japonesa en este nuevo período de Heian,
como se le llamó. La cultura china T´ang dominó el período durante unos 100 años, pero a finales
del período de Heian (siglos X-XII), también conocido como el Período Fujiwara, se produjo una
diferenciación de la cultura china a favor de una nueva cultura específicamente japonesa.
Otra característica de la época fue una retracción en el cumplimiento del deber por parte de los
funcionarios del Estado. Las tareas administrativas habían sido encomendadas a funcionarios
subalternos, con el fin de que sus superiores tuvieran la posibilidad de dedicarse al disfrute estético
de la naturaleza y del arte dentro de su sociedad exclusiva. Lo cierto es que fue este ocio
concedido a la élite el que hizo posible el desarrollo de estas actividades culturales, las cuales, a
su vez, dieron paso a una cultura genuinamente japonesa de un refinamiento inigualado.
El sistema familiar matriarcal, que existía desde la época de la más rudimentaria organización
social en Japón, seguía siendo la principal característica de la sociedad japonesa durante el
Período Heian. Las mujeres podían vivir por su cuenta, rivalizando con los hombres en unas
condiciones imposibles de repetirse durante mil años. Había incluso casos de mujeres “señores” de
mansiones, así como mujeres económicamente independientes o que poseían un alto nivel
cultural. Esto puede explicar la tan comentada huella “femenina” en la cultura de esa época.
Durante la primera mitad del Siglo XIII, Japón se encontró bajo el dominio de una nueva clase
guerrera (bushi), que no solamente eclipsó la prerrogativa aristocrática en el poder, sino que
alcanzó a dejar su huella en la cultura nacional. Estos guerreros, cuyo poder emanaba de la clase
agrícola local acomodada, habían llegado a ser una fuerza revolucionaria capaz de derrocar a la
clase dirigente tradicional, que había conservado su poder desde el establecimiento del Estado
Imperial en la Edad Antigua. Sin embargo, con la decadencia del poder de la aristocracia y la
hegemonía de la clase guerrera, el Japón entró en la Edad Media de la sociedad feudal.
Evidentemente, la nueva clase no podía echar abajo toda la estructura del Estado con un solo
golpe. Fueron necesarios varios siglos de compromiso con la aristocracia antes que el sistema
feudal quedase firmemente establecido. Lo mismo ocurrió en la esfera cultural, donde los clásicos
tradicionales no desaparecieron sin más. Incluso existen evidencias que los propios bushi
procuraron reconciliar la cultura popular que renacía con la decadente cultura aristocrática de los
Siglos XII y XIII.
No se puede hablar de la Edad Media y de su cultura sin señalar la contribución del Budismo Zen,
introducido de la China de Ming. En este nuevo culto se basaban realmente la cultura y la ética de
la clase guerrera. No obstante, en términos de arte y de cultura en general, la influencia plena del
Zen no se hizo notar hasta el establecimiento del Gobierno Ashikaga en Kioto, tras la etapa en que
la Corte Imperial había quedado dividida entre las Cortes rivales del Sur y del Norte, en el siglo
XIV. El arte Zen pasó a ser entonces la corriente cultural dominante en el Japón.
Durante el Período Muromachi (siglo XV-principio del siglo XVI), la cultura Zen experimentó un
proceso de refinamiento, durante el cual se despojó de su lastre religioso. Dos producciones
representativas de esta etapa son el Gozan Bungaku ( o literatura de los cinco monasterios) y el
suiboku-ga (pinturas monocromas al carbón-tinta). El Gozan se refería a los cinco templos mayores
de Kioto y luego 5 en Kamakura. Esta apelación seguía la costumbre Sung, de China, de dignificar
algunos templos. En el Japón, los sacerdotes de los templos Gozan actuaban como consejeros
políticos y diplomáticos del Gobierno, o desempeñaban papeles principales en las actividades
académicas y artísticas del Período Muromachi. De este modo, la literatura Gozan y la pintura
suibokuga, que fueron en su origen manifestaciones de las actividades culturales de los sacerdotes
Zen hacia finales del siglo XVI, generaron una cultura que podía identificarse como genuinamente
japonesa en términos de conciencia estética.
Durante el siglo XVI, los conflictos y las intrigas por el poder ejercido por los jefes militares locales
(daimyo) determinaron la aparición de una estructura feudal unificada, de ámbito nacional, a cargo
de tres figuras sucesivas de la historia japonesa: Nobunaga Oda, Hideyoshi Toyotomi y Ieyasu
Tokugawa. En contraste con este desarrollo histórico del Japón, la sociedad feudal europea
contemporánea ya había entrado en un período de decadencia como poder político transformado
de aristocracia en monarquía; y los monarcas, con el apoyo del poderoso capital comercial,
pudieron establecer estados absolutistas ricos dotados de burocracia y de ejércitos permanentes.
La historia del Japón entre los siglos XVI y XIX se conoce sucesivamente como el Período Azuchi-
Momoyama (finales del siglo XVI) bajo el reinado de Oda y Toyotomi, y el Período Edo (siglos XVII
y XIX) del Shogunato Tokugawa.
El espíritu de liberalismo y exuberancia que había caracterizado los primeros años del dominio de
la clase guerrera siguió imperando durante el Período Azuchi-Momoyama, que fue testigo de
frecuentes y entusiastas comunicaciones y actividades comerciales con diversas naciones. En
consonancia con este espíritu comercial florecía la vibrante cultura del Período Azuci-Momoyama.
Los dirigentes de la sociedad Azuchi-Momoyama eran los bushi y los comerciantes acaudalados,
cuyo espíritu estaba directamente reflejado en el carácter de grandiosidad y poder de la cultura de
la época, simbolizada por las poderosas e impresionantes obras de la arquitectura de castillos.
Durante el siguiente Período, el Edo, la cultura Azuchi-Momoyama sufrió una escisión y una
metamorfosis. Aunque su influencia seguía siendo considerable a principios del Período Edo, la
sociedad Tokugawa unificada generó pronto una cultura propia. Se observó que el arte de la
cultura Azuchi-Momoyama se había vuelto excesivamente formalista, lo que indicaba el hecho de
que los bushi no podían, después de todo, contribuir mucho al desarrollo del arte y de la literatura,
porque la ética feudal, los principios y rituales del Confucianismo y del Bushido tenían el efecto de
contener la expresión libre y natural de los sentimientos íntimos. Fue de ese modo que el pueblo
llano llegaría a transformarse en dirigente de la cultura japonesa por primera vez en la historia, y
cómo en el Período Edo amanecía una nueva era de floreciente cultura plebeya.
La Restauración de Meiji, a mediados del siglo XIX, señaló la apertura de las puertas, y la cultura
occidental inundó el Japón. Al poco tiempo, el país se encontró formando parte del club de
naciones modernas del mundo.
Mientras ciertos fenómenos tienden a retener el penetrante estilo de sus variados orígenes, otros
han adquirido una esencia genuinamente japonesa a través de un proceso de destilación y de
refinamiento.
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La historia de Japón (日本の歴史 ó 日本史 Nihon no rekishi / Nihonshi?) es la sucesión de hechos


acontecidos dentro del archipiélago japonés, con la aparición de hechos aislados influenciados por
su naturaleza geográfica como nación insular y también por hechos influidos, en primer lugar, por
el Imperio chino, el cual definió su lenguaje, su escritura y, también, su cultura política. Por otro
lado, también recibió influencia occidental, lo que convirtió al país en una nación industrial, logró
ejercer una esfera de influencia y una expansión territorial sobre el área del Pacífico, pero que tras
la Segunda Guerra Mundial se detuvo, manteniendo un esquema de nación industrial con vínculos
a la tradición cultural del país.
La aparición de los primeros habitantes humanos en el archipélago japonés data
del Paleolíticoaproximadamente 35.000 años atrás.[1] Entre los años 11.000 y 500 a. C. dichos
habitantes desarrollaron un tipo de alfarería, llamado «Jōmon», considerada la más antigua del
mundo.[2]Posteriormente apareció una cultura conocida como «Yayoi», que utilizaba herramientas
de metal y cultivaba arroz. En ella existían varios cacicazgos, aunque sobresaldría el
de Yamato.[3] En siglos posteriores los gobernantes de Yamato afianzaron su posición y
comenzaron a expandirse por el archipiélago bajo un sistema centralizado, doblegando a las
diversas tribus existentes, alegando su descendencia divina. Al mismo tiempo, el gobierno central
comenzó a asimilar costumbres de Coreay de China. La rápida imposición de tradiciones foráneas
produjo una tensión en la sociedad japonesa y en el año 794 la corte imperial fundó una nueva
capital, Heian-kyō (actual Kioto), dando origen a una cultura propia altamente sofisticada
proveniente de la aristocracia. No obstante, en las provincias el sistema centralizado fue un fracaso
y se inició un proceso de privatización de tierras, dando como consecuencia un colapso de la
administración pública y la ruptura del orden público. La aristocracia comenzó a necesitar la ayuda
de guerreros para la protección de sus propiedades, dando origen a la clase samurái.
Minamoto no Yoritomo asumió en 1192 el liderazgo de Japón, instaurando la figura
del shogunatocomo una institución militar permanente que gobernaría de facto durante casi 700
años. El estallido de la Guerra Ōnin en 1467 provocó una cadena de guerras que se extendieron
por Japón, periodo que culminó en 1573, cuando Oda Nobunaga comenzó a unificar el país, pero
no pudo terminar la tarea debido a que fue traicionado por uno de sus principales
generales. Toyotomi Hideyoshi vengó su muerte y culminó la unificación en 1590. A su muerte, el
país volvió a dividirse en dos bandos, los apoyaban a su hijo Hideyori y los que apoyaban a uno de
los daimyō principales, Tokugawa Ieyasu. Ambos bandos se enfrentaron durante la batalla de
Sekigahara, de la cual Ieyasu salió con la victoria, siendo nombrado oficialmente shōgun en 1603,
instaurando el shogunato Tokugawa. El período Edo se caracterizó por ser pacífico, y por la
decisión de cerrar las fronteras para evitar el contacto con el exterior. El aislamiento terminó
en 1853 cuando el Comodoro Matthew Perry obligó a Japón a abrir sus puertas y firmar una serie
de tratados con las potencias extranjeras (llamados «Tratados Desiguales»), lo que ocasionó
malestar entre algunos samuráis, quienes apoyaron al emperador para que retomara su
protagonismo en la política.
El último shōgun Tokugawa renunció en 1868, dando comienzo a la era Meiji, llamada así en honor
al emperador reinante que asumió el poder político. Se inició la modernización del país
abandonando el sistema feudal y el de los samurái, la capital fue trasladada a Tokio, se inició un
fuerte proceso de occidentalización y Japón emergería como el primer país asiático industrializado.
Surgió un proceso de expansionismo territorial hacia naciones vecinas, lo que los llevó a
enfrentarse militarmente al Imperio Ruso y al Imperio Chino. A la muerte del Emperador Meiji,
Japón se había convertido en un estado moderno, industrializado, con un gobierno central y como
potencia dentro de Asia, rivalizando con Occidente. Hubo una explosión social debido al
crecimiento económico y poblacional y comenzó a ganar terreno el extremismo político y hacia
la década de 1930 se aceleró la expansión militar, confrontando con China por segunda vez. Tras
el estallido de la guerra en Europa, Japón aprovechó la situación para la anexión de otras zonas de
Asia. Durante el año 1941 las relaciones diplomáticas entre Japón y Estados Unidos eran tensas,
ya que el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt había bloqueado los suministros
petrolíferos a Japón y había congelado todos los créditos japoneses en los Estados Unidos. El 7 de
diciembre de 1941 Japón atacó Pearl Harbor, con lo que este país entró a la Segunda Guerra
Mundial como parte de las «Potencias del Eje». A pesar de una serie de victorias iniciales, derrotas
frente a los Aliados en batallas como la de Midway cambiaron los papeles en el escenario del
Pacífico. Después de los terribles bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki Japón
presentó su rendición incondicional, por lo que estuvo ocupado por fuerzas estadounidenses, las
cuales desmantelaron el ejército, liberaron las zonas ocupadas, el poder político del Emperador fue
suprimido y el primer ministro sería elegido por el parlamento.
En 1952 Japón recuperó su soberanía tras la firma del Tratado de San Francisco y creció
económicamente con la ayuda de la comunidad internacional. Políticamente, el Partido Liberal
Democrático, de tendencia conservadora, estuvo gobernando de manera casi ininterrumpida
durante la posguerra. Con el inicio de la era Heisei, Japón sufrió una recesión económica en
la década de 1990 y socialmente se enfrentó a un descenso de la natalidad y al rápido
envejecimiento de la población. En los primeros años del siglo XXI, Japón ha comenzado a
reformar las prácticas que regían desde la posguerra a la sociedad, al gobierno y a la economía, a
lo que se suma un cambio político importante en 2009 con la llegada al gobierno del gobierno de
centro-izquierda.
El antiguo Japón es la manera en la que los historiadores se refieren a los periodos más primitivos
de la historia japonesa. Dependiendo del punto de vista de estudio, este puede incluir o excluir
el Paleolítico japonés ubicado en la Edad de Piedra (100.000 a. C. - 10000 a. C.), así como los
periodos Jomon (10000 a. C. - 300 a. C.) y Yayoi (900 a. C. - 300), que son nominados de acuerdo
a lugares de las cercanías de Tokio de acuerdo a los hallazgos arqueológicos de cerámica que
corresponden a dichos periodos. También incluye el periodo Kofun (250 - 238) que designa a los
gigantescos túmulos de las tumbas reales de dicho periodo.
Alrededor del 10000 a. C. los habitantes del Japón desarrollaron la cultura Jomon. Esta palabra del
japonés traduce la "cuerda marcada" y se refiere a un estilo de diseño de la cerámica. La
cerámica Jomon fue la primera de ese tipo en el mundo. Los hombres de la cultura jomon eran
cazadores, recolectores y pescadores y vivían en pequeñas tribus. Su cultura se extendió
paulatinamente a todas las islas japonesas y después cultivarían también granos. La cultura jomon
duraría hasta el 250 cuando fue desplazada abruptamente por la cultura Yayoi originaria de
Kyūshū.
Estos periodos fueron seguidos por lo que se conoce como el Japón clásico que comprende los
periodos Asuka, Nara y Heian, cuando el budismo y la cultura de la China fueron introducidos

En la historia de Japón, los ninjas (忍者? ninja) o shinobi eran un grupo militar
de mercenarios[1]entrenados especialmente en formas no ortodoxas de hacer la guerra, en las que
se incluía el asesinato,[1] espionaje,[1] sabotaje,[2] reconocimiento y guerra de guerrillas, con el afán
de desestabilizar al ejército enemigo, obtener información vital de la posición de sus tropas o lograr
una ventaja importante que pudiera ser decisiva en el campo de batalla.
Para sus propósitos utilizaban una amplia gama de armas y artefactos como espadas, shuriken o
cadenas, además de ser expertos en la preparación de venenos, pócimas y bombas. Del mismo
modo, eran entrenados en el uso del «arte del disfraz», que utilizaban a menudo para pasar
desapercibidos dependiendo de la situación imperante en el lugar en el que se tuvieran que
introducir,[3] a diferencia de la típica vestimenta con la que hoy día se les identifica.
Pocas organizaciones militares han sido tan difundidas y al mismo tiempo tan incomprendidas
como los ninjas de Japón[1] y gran parte de la historia de este grupo se basa en mitos o
exageraciones, lo que ha dificultado su estudio y comprensión. [1] De esta forma, a lo largo de la
historia, muchas muertes ocurridas en algún momento oportuno fueron atribuidas a este grupo
militar, pero debido al hermetismo de sus misiones es imposible saber exactamente el número de
muertes que causaron.[1]
Los ninjas fueron tanto temidos como utilizados por los líderes militares debido a que su naturaleza
era totalmente contraria a los ideales del samurái.[1] [4] En el caso de los samurái, el daimyō no
podría exponerlos a trabajos como el espionaje o asesinatos encubiertos, debido a que si eran
descubiertos su reputación quedaría destrozada. Por ese motivo preferían contratar a ninjas, que
generalmente procedían de clases sociales bajas, para que realizaran ese tipo de trabajos. [1]
Los orígenes de los shinobi, otra palabra utilizada para referirse a este grupo militar,[5] son
inciertos, aunque su antecedente más preciso se encuentra en el siglo VI[6] de nuestra era y no es
hasta el siglo XV cuando se pueden identificar plenamente sus actividades y características. [1] Al
igual que los samurái, tuvieron su momento cumbre durante el período Sengoku de la historia de
Japón, una etapa de gran inestabilidad y conflictos bélicos por la lucha del poder interna del país,
que terminaría al establecerse el shogunato Tokugawa, época donde tendrían sus últimas
apariciones.
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Cultura de Japón. La cultura de Japón es el resultado de un proceso histórico que comienza con
la olas inmigratorias originarias del continente de Asia y de las islas del Océano Pacífico, seguido
por una fuerte influencia cultural proveniente de China y, posteriormente, un largo período de
aislamiento con el resto del mundo llamado Sakoku de parte del shogunato Tokugawa hasta el
comienzo de la Era Meiji, a finales del siglo XIX, en donde recibe una inmensa influencia extranjera
y que se acrecienta después del final de la Segunda Guerra Mundial. Esto dio como resultado una
cultura distinta a otras culturas asiáticas.
En Japón, las interrelaciones personales están muy influenciadas por las ideas de “honor”,
“obligación” y “deber”, y que representa una costumbre diferente a una cultura individualista y
liberal de los países occidentales. Las concepciones de “moralidad” y “conductas deseables” son
menos practicadas en situaciones familiares, escolares y de amistad, sin embargo se observa una
práctica más formal frente a superiores o gente desconocida.
Por otro lado, los japoneses tienen un sentido del humor intrincado y complicado, que se refleja
mucho en el idioma, la cultura, la religión y la ética, que a veces es considerado como muy difícil de
interpretar por otras culturas.

Idioma
Un gran porcentaje de la población del país (alrededor de 127 millones de personas), hablan
el idioma japonés, que constituye actualmente el noveno idioma más hablado en el mundo, por lo
que, al comprender el idioma, también se comprendería una gran parte de la cultura del país. Este
idioma y sus dialectos locales están muy relacionados con las lenguas ryukyuenses, habladas en
las Islas Ryukyu, al sur del país, y que conglomeran la familia de lenguas japónicas. Aún así,
existen teorías que consideran al japonés como una lengua aislada o que está conectada con la
familia de lenguas uralo-altaicas o con las lenguas austronesias del Pacífico.
El idioma japonés es una lengua aglutinante que posee un sistema de escritura complejo, con tres
tipos de glifos: los caracteres chinos, llamados kanji y que fueron introducidos en el siglo V desde
China; y dos silabarios: el hiragana y el katakana, creados en Japón en el siglo IX. También se
utiliza el alfabeto latinopero en pocas ocasiones. También el idioma japonés ha brindado palabras
para otros idiomas, ejemplos como sushi, karaoke, samurai, tsunami o kimono son de origen
japonés y usados comúnmente en el idioma español.
Gastronomía
La gastronomía japonesa posee un largo pasado culinario que se ha desarrollado en
una gastronomíasofisticada, refinada y especializada para cada estación. Es similar a la
gastronomía china con respecto a los alimentos básicos o shushoku, que están basados en cinco
alimentos ricos en carbohidratos: arroz, trigo, avena, frijol y mijo común. Los platos conocidos
como okazu, tienen la función de dar sabor a la comida principal, y por lo general son salados.
Una comida japonesa estándar siempre consiste en una tasa de arroz japonés como shushoku, y
de acompañamiento tsukemono, que es una tasa de sopa y una variedad de platos okazu como
pescado, carne, vegetales, etc. También se tiene como costumbre nombrar las comidas
dependiendo de la cantidad de okazu que acompañan al arroz y a la sopa. También cabe destacar
que, como Japón es una isla-nación, se consume mucho marisco.
Vestimenta
En Japón se pueden encontrar dos tipos de vestimenta: la tradicional y la moderna. En el vestuario
tradicional se destaca el kimono, que es una prenda llamativa larga usada por mujeres, hombres y
niños en ocasiones especiales. Otras prendas utilizadas por los japoneses son: la yukata, que es
un kimono ligero de verano; la hakama, una prenda ceremonial; el jinbei, prenda masculina ligera
usada como pijama; y el junihitoe, una prenda femenina similar a un kimono y usada por las
nobles.
Con respecto al vestuario moderno japonés, existen algunas tendencias como el ganguro, que es
una moda femenina caracterizada por usar ropa de diseñadores, tener la piel bronceada y adoptar
el uso excesivo de accesorios. Otra moda moderna en Japón es la moda lolita, que está inspirada
en la moda victoriana infantil con elementos del Rococó y que hatenido derivaciones de las
subcultura gótica, punk, meido, etc. Curiosamente el uniforme escolar japonés se ha tomado como
una variante especial del vestuario juvenil, que se encuentra muy plasmado en los medios de
comunicación japoneses. Otra moda moderna que se inició en Japón es el cosplay, que consiste
en disfrazarse de algún personaje que aparezca en algunos de los medios de comunicación de
Japón: anime, manga, videojuegos, videos musicales, etc.

Deporte
En Japón existe una diversidad de deportes tanto tradicionales como modernos, estos últimos han
aparecido con posterioridad a la Restauración Meiji; ambas formas tienen una gran aceptación
entre la población japonesa y son muy practicadas desde temprana edad. Con respecto a los
deportes tradicionales no marciales podemos destacar la cetrería (arte de cazar con aves rapaces),
la caza, competencias de cometas, el kemari, que es un antiguo juego de pelota y
el yabusame (arquería japonesa). Entre las numerosas artes marciales japonesas, que son
deportes tradicionales, tenemos el aikido, el judo, el jujutsu, el karate, el sumo (todos estos
deportes de contacto o lucha), el iaido, el kenjutsu (estos dos, manejo de la espada japnesa),
el kendo (esgrima japonesa) y el shurikenjutsu (manejo del shuriken o cuchilla japonesa).
https://www.ecured.cu/Cultura_de_Jap%C3%B3n
Entre los deportes modernos se han importado el béisbol, el fútbol, el baloncesto, el voleibol, el
tenis de mesa, el rugby y el fútbol australiano, también se practican el automovilismo y el
motociclismo, también existen otros originales de Japón como el ekiden, que es una carrera de
larga distancia, el keirin, que es un deporte de bicicletas y el soft tenis, que es un juego de
raquetas que usa una pelota de caucho.
Religión
La mayoría de los japoneses no están afiliados a una religión en particular, a su vez ellos
incorporan varias características de muchas religiones en su vida cotidiana y que dicho proceso es
conocido como sincretismo, y por ende celebran festivales pertenecientes a diferentes religiones
como el budismo, el cristianismo y el sintoísmo (religión shinto). Una de las religiones más
practicadas en Japón es el Shinto, que es a la vez la religión nativa de Japón y que es exclusiva de
ese país, fue la única religión que existió antes de la llegada del budismo a Japón y marcó
notablemente la mitología japonesa. Involucra una religión politeísta que se realiza en los templos
shinto o jinja, que se basa en cuatro afirmaciones: tradición y familia, amor a la naturaleza,
purificación y la celebración de las festividades tradicionales. No posee ningún canon o libro
sagrado, y no es una religión que no está interesada en acrecentar su número de fieles, por ende,
dicha religión no se ha extendido a nivel mundial. Fue una religión estatal desde la Era Meiji hasta
el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y en esa época proscribía otras religiones, sobre todo
con el budismo japonés.
El budismo japonés es la religión practicada mayoritariamente en Japón, llegó al país proveniente
de Corea en el siglo VI, aunque fue impulsado en Japón en el siglo posterior. Dentro de Japón
comenzaron a surgir diversas escuelas y tendencias, a partir del budismo mahayana, sin embargo
la tendencia que prosperó en Japón y que causó un impacto sobre la cultura japonesa es el
budismo zen. Las ramas más practicadas en Japón en la actualidad son parte de zen, el Jodo
Shinshu y el Jodo Shu, que son escuelas liberales pertenecientes a la rama del budismo de Tierra
Pura y que no obligan a la vida monástica dentro de su culto; y el budismo nichiren. Cabe anotar
que el budismo está muy compenetrado con el shinto y a veces ambas son consideradas como
una sola creencia dentro de Japón.
Otras religiones que han tenido cabida en Japón son el judaísmo, el hinduismo y en menor medida
el islamismo. A pesar de no ser religiones, el confucianismo y el taoísmo se arraigaron del budismo
japonés en algunos aspectos netamente culturales
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