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Discurso, Figura

Jean-Fran90is Lyotard
Prólogo de Federico Jiménez Losantos

Colección

Comunicación Visual

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Tomar partido por lo figural

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¿A quién se debe un libro? El libro es un vástago moderno de la


tragedia griega y, por ende, del sacrificio expiatorio. Como ellos, por consiguiente,
el libro se debe ya a una deuda cuyo insaciable acreedor no admite nombre.
No podemos alimentar la esperanza de liquidar esta deuda mediante agra·
decimientos. Que ·.. el ojo escucha., como decla Claudel, significa que lo visible
Designo aquí a mis acreedores inmediatos: S. Boucheron, L. Bovar, es legible, audible. inteligible. La «segunda lógica •• opuesta por Claudel
los miembros de la Comisión de Filosofía del C.N.R.S., P. Durning, M. May, a la antigua, que determinaba la naturaleza y la función de las palabras, .. enseña
sin los cuales no se hubiera realizado el libro; los estudiantes del curso 1967-1968 el arte de reunirlas., aparece .. manejada a nuestros ojos por la propia
y del seminario 1968·1969 de Nanterre, con quienes fue planeado; M. Dufrenne, naturaleza.,l .. existe conocimiento. existe obligación de una a otra [parte],
J
que en ningún momento dejó de apoyar este trabajo con absoluta generosidad. nexo por lo tanto entre las distintas partes del mundo, como entre las del
discurso con objeto de poder formar una frase legible •.2
Este libro protesta diciendo: que lo dado no es un texto, que hay
en él un espesor, o mejor dicho una diferencia, constitutiva, que no debemos
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leer, sino ver; que esta diferencia, y la movilidad inmóvil que la revela, es lo
"

que continuamente queda olvidado en el significar. «Antaño. en el Japón.


mientr.s subía de Nikk6 a Chuzenji, vi, aunque muy distanciados, yuxtapuestos
por la perspectiva de mi ojo, el verdor de un arce que cumplía el acorde
propuesto por un pino. Las presentes páginas comentan este texto forestal.. 3
Sin adelantarnos a la percepción: ¿hay texto, cosa que sólo habla si previamente
el ojo encuentra .. el punto de vista., cuando mi mirada se convierte en mirada
a quien están .. debidas. 4 las cosas? Un texto carece de profundidad sensible.
no os movéis ante él, ni dentro, para que cumpla los acordes; si lo hacéis, es
·~or metáfora. Pero, lo sensible, el mundo forestal, parece justamente lo
referencial absoluto de todos los análogos; nos movemos, entonces, buscando
la composición, constituyendo el espacio del cuadro, respaldados por la extensión
plástica a lo largo de la cual el ojo, la cabeza y el cuerpo se desplazan, se
bañan, oscilando como en una tina de mercurio. Así pues, será la perspectiva
del ojo la que cree el acorde del pino y del arce, acorde cumplido en tanto
que completo, de silueta, de tono, de valor, de posición, deseo consumado por
un instante. Alineamiento del ojo, Claudel no dice alineamiento del pino y del "
arce. Los dos árboles se hallan .muy distanciados.; no obstante, el hilo de la
" mirada los enfila y los junta en un fondo, en una tela que ignoramos. Muy bien.
pero esta nivelación crea el «cuadro.,s no una página de escritura que es una
especie de mesa. No leemos, no oímos un cuadro. Al sentarnos a esa mesa.

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como un velo grisáceo sobre lo sensible y tematizada incesantemente por ella
identificamos, reconocemos unidades lingüísticas; de pie en la representación.
como un ser disminuido. cuyo partido sólo raras veces se ha visto verdaderamente
buscamos acontecimientos plásticos. libidinales. "\
tomado de verdad. al darse por supuesto que su partido era el de la falsedad.
• Que el mundo resulte legible significa brutalmente que hay Otro. el del escepticismo. del retórico, del pintor. del condottiero. del libertino. del
al otro lado. escribiendo las cosas dadas. y que desde un buen ángulo de vista materialista; esta penumbra constituye el objeto del presente libro.•EI ojo
yo podría, en principio, descifrarlo. Eso aún supone conceder mucho a las -dice André Breton-. existe en estado salvaje,,; 6 lo sensible es, dice Merleau­
cosas, y así era el paganismo de Claudel. No lo ignoraba, pues se vio obligado Ponty. el lugar del qulasmo o mejor dicho el mismo quiasmo donde se sitúa el
a disociar poesía y plegaria, y toda su obra emanaba de este drama, el drama, lugar, no hay un absolutamente Otro. pero sí que hay un elemento que se
para un cristiano, de poder sentirse casi sereno ante la armonía de un pino desdobla, que se altera. que se vuelve interlocutor y al mismo tiempo sensible.
y de un arce, de percibirse una fe sanguínea, deseo y placer, dentro de lo hay un .hay. que en principio no es habla oída, sino obra de una labor de deriva
sensible. El camino de Chuzenji es el calvario de una absolución de lo sensible; que desgarra al elemento en dos flancos y que los sume en ese desequilibrio.
al subir hacia Chuzenji, lo que Claudel quiere ver es el revés del cuadro. en efecto. a que alude la vida ética. pero que es el del vidente y de lo visible.
pero pretende llevar consigo el derecho desde Nikk6, hacia el otro lado. Eso es que es habla desoída.
lo imaginario, poseer el revés y el d~recho. Ese es el pecado y el orgullo, poseer Eso era al menos lo que se proponía Maurice Merleau-Ponty:
el texto y la ilustración. Esta vacilación es la del mismo cristianismo. del descender hasta ese quiasmo de origen. sin aplastar el desequilibrio mediante
cristianismo de hecho que se extiende por el subsuelo de nuestras problemáticas, la reducción fenomenológica, sin rebasar la exterioridad mediante la inmanencia
para nosotros occidentales: escucha d~"una Palabra, pero filosofía de la de la esfera trascendental, y para ello encontrar un lenguaje que significara lo
creación. la primera le conmina a librarse de la carne densa, a cerrar los ojos. que es la raíz del significar. Empero, eso es lo menos que cabía hacer con
a volverse todo oídos; la segunda le plantea la necesidad de que el bullir de el lenguaje. siquiera un gesto para volverlo consubstancial con el espacio del
las cosas, que las constituye en mundo, su centelleo, so apartencm,y la quiasmo que estaba encargado de decir. Sólo que ya sabemos lo que ocurre
profundidad que la permite, queden absueltos de algún mouo si es Citlrto que a fuerza de mezclar sin más el habla y el gesto. a fuerza de disolver el decir
proceden de lo que todo lo puede y de lo que todo puede amar. Vacilación <' en el ver: o decir se calla, o hace falta que lo visto ya sea como un dicho. ¿No se
trazada por la historia no sólo del pensamiento occidental, sino por la pintura. enfrentó Hegel con la certeza sensible de decirse sin caer en la angustia de
surgida de la Escritura, atreviéndose a ilustrarla, mal sujeta. dispuesta a ,< «t
la incertidumbre? E incluso cuando encorvado. condescendiente con su silencio•
• someterse sin cesar y no obstante huidiza. lo ••.••.•..
procura seguir su índice dedicado a señalar el Aquí. ¿acaso no se ha apresurado
O de lo contrario, debemos detener ahí la Creación, sostener ,

a desprender de esa supuesta fe inmediata la mediación del ceñir, el recorrido


crudamente el exclusivo radicalismo de la ética, recusar la trascendencia de
que es. dice. discurso, la misma negatividad propia del lenguaje? Así pues. en
sensible, esa trascendencia en la inmanencia de que hablaba Merleau-Ponty a la
suma. la profundidad evidencia el vacio, su sombra hace pardos todos los
zaga de todos los pintores, poner la profundidad en la cuenta de la falsa
gatos. t la verdad es que hay que empezar partiendo de donde estamos: del
trascendencia, de la tentación, rechazar incluso el falso texto del mundo, negarse
seno de las palabras.
a oír como no sea con exactitud, y quizás hasta menos que eso. En su
Conque empecemos a partir de ahí, recojamos semejante reto,
radicalismo. esta vuelta a la Escritura entendida como alocución del Otro y
entremos en la plaza. Acometamos la suficiencia del discurso. Poco esfuerzo
como promesa, donde coinciden pensamiento judío y pensamiento cristiano
requiere disipar el vigente prestigio del sistema, de la clausura, en cuyo interior
desmitologizado, renuncia incluso a lo que escucha el ojo. Tanto si se cierra,
creen encerrar los hombres del lenguaje todo aquello que implique sentido.
como si es arrancado. como el de Edipo. Señor de la ilusión, esclavo de las
~os acercamos de nuevo al texto, que nadie ha escrito esta vez, y que se Jee
ilustraciones, siempre un «malojo". la filosofía primera y última es, como dice
a- sí mismo. Mediocres ventajas. Persiste la impertinencia, que es una negligencia
E. levinas, moralidad, es el interlocutor del rostro. pues el rostro es presencia
tal para con lo sensible que parece como si los hombres se hubieran vuelto
de lo absolutamente Otro, único Gegenstand digno de este nombre, que no
seres bidimensionales, sin nada que palpar, pero dados a moverse a lo largo
ndmite rodeos ni pertenece a lo sE\nsible, y que anuncia algo que no puedo
de los empalmes del engranaje. ¿Habrá que romper la clausura alegando un
tematizar como el revés de un dere~ho situado a mi vera, como noema de
exceso absoluto de sentido en la palabra primera y la necesidad que tiene la
una noesis. El rostro es la presencia de la palabra. Entre ella y yo que la escucho.
finitud de interpretar sin fin? Esta infinidad, esta abertura, que hallamos en la
no se da la densidad de lo sensible que se extiende. se da la abertura absoluta,
hermenéutica de P. Ricoeur, marcan una reticencia con respecto al hegelianismo. •
el desequilibrio absoluto. la verdadera irreversibilidad, ocupados no por las
pero se mantienen en su esfera; pues Hegel el prfmero no concebía el símbolo "
cosas ni por mi mirada como creía P. Claudel, sino por lo infinito y lo finito.
más que dando que pensar, y, también el primero, lo veía sobre todo como un
Este padecer se considera adecuado, como entendedor del infinito en el rostro; 1 momento que convenía superar; en el fondo prescindía de verlo a secas, quería
por el contrario, el actuar del ojo será la pasión. la abnegación. 1\ oír la voz de su silenclo.7 Una vez establecido esto. la hermenéutica se contenta
Este libro es una defensa del ojo. su localización. Pretende .1
con dejar abierto el recorrido de la conciencia hacia la escucha. Parece respetar
encarnizarse con la sombra. la penumbra arrojada por el habla. según Platón. i¡
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• asl la trascendencia del srmbolo ante cualquier comentarlo, y la infinidad de
la tarea. No obstante, su parentesco con la dialéctica no ofrece ninguna duda, las acompaña, que les es la sombra, en cierto sentido su fin, en cierto sentido
y reside en esto: el símbolo, el punto de partida no se toma como cosa, sino su principio. Pues no hace falta estar inmerso en el lenguaje para hablar; el
como habla confusa. La trascendencia del símbolo es la de un discurso que objeto -absoluto-, la lengua, no habla. Lo que habla es algo que debe estar
emana de un Otro. No es la Creación en tanto que cosa densa que marca, 1 fuera de la lengua y mantener de continuo esta posición incluso al hablar.
f El silencio es lo contrario del discurso, es la violencia y a la vez la belleza;

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que recoge la otredad; es el permanecer sordo a la revelación; lo visible no es
lo que se manifiesta reservándose al dorso, es solamente una pantalla de pero es su condición, puesto que se halla del lado de las cosas que dan que
apariencias; no consiste en parecer sIno en ruido que cubre una voz. hablar y que hay que expresar. No hay discurso sin esa opacidad que conviene
Lo salvaje es el arte como silencio. La posición del arte supone deshacer y restituir, esa densidad inagotable. El silencio resulta del desgarrón
J a partir del cual un discurso y su objeto se sitúan como interlocutores, y
desmentir la posición del discurso. La posición del arte indica una función
de la figura, que no está significada, y esa función alrededor y hasta dentro comienza la tarea de significar; y resulta del desgarrón incorporado a la palabra,
del discurso. Indica que la trascendencia del símbolo es la figura, es decir una donde se efectúa la tarea de expresar.
manifestación espacial que no admite incorporación por parte del espacio Semejante violencia pertenece al fondo del lenguaje, constituye
lingüístico sin que éste quede alterado, una exterioridad que el espacio lingüístico su punto de partida, puesto que hablamos a través de la separación y que se
no puede interiorizar como significación. El arte se plantea a través de la exige que el objeto esté constituido-perdido para que lo signifiquen, consigna
otredad en tanto que plasticidad y deseo, extensión curva, de cara a la invaria­ así la partida de nacimiento del problema del saber, presiona para que se desee
bilidad y a la razón, espacio diacrítico. El arte quiere la figura, la -belleza- es lo verdadero como interiorización (la significación acabada) de la exterioridad
figural, desat¡;¡da, rítmica. El símbolo verdadero da que pensar, pero de antemano (del objeto). La función cognitiva comporta en sí misma esta muerte que crea
se da a -ver-o Y lo sorprendente no es que dé que pensar si a fin de cuentas, al interlocutor, este deseo que constituye la densidad de la referencia. Pero
una vez que existe el lenguaje, todo objeto depende de un significar, de un también la comporta la función expresiva. sólo que de otro modo; la Importa
sitio en el discurso, y cae en el tremis donde el pensamiento se agita seleccio­ en el mismo discurso, pues la violencia del arrancamiento no pone a un lado
nándolo todo; el enigma es que esté por -ver-, que se mantenga incesantemente un objeto puro y al otro un sujeto puro, totalidad que entonces origina esos
sensible, que haya un mundo que sea una reserva de -vistas-, o un intramundo dilectos ejercicios sobre la posibilidad de lo verdadero; esta violencia convierte
que sea una reserva de -visiones-, y que cualquier discurso se agote antes I objeto en un signo, pero simétricamente convierte el discurso en cosa,
de llegar a su fin. Lo absolutamente otro sería esa belleza o la diferencia. ñade densidad, alza un tablado, en la articulación y en la nitidez de la signifi­
• Por consiguiente, ¿hay que callarse para manifestarlo? Pero es que cación, al tiempo que del lado del objeto ahonáa su otra cara, sus bastidores.
el silencio de lo bello, del sentir, silencio previo a la palabra, silencio de seno, El ojo es la fuerza. Convertir el inconsciente en un discurso
resulta imposible, no se trata de pasar al otro lado del discurso. Únicamente equivale a omitir lo energético. Supone hacerse cómplice de toda la ratio
desde el interior del discurso cabe la posibilidad de pasar a y dentro de la occidental, que mata el arte y a la vez el sueño. No romperemos ni un ápice
figura. Cabe la posibilidad de pasar a la figura manifestando que todo discurso con la metafísica si metemos lenguaje por todas partes; al contrario, la
tiene su interlocutor, el objeto de que habla, que está allí, como su designado consumaremos; consumamos la represión de lo sensible y del goce. No hay
en un horizonte: vista que bordea el discurso. Y cabe la posibilidad de pasar oposición entre forma y fuerza, ia menos que confundamos forma y estructura!
dentro de la figura sin prescindir del lenguaje porque ésta se halla inserta La fuerza no es más que energía que pliega, que estruja el texto y lo convierte
en él, basta con dejarse deslizar al interior del pozo del discurso para encontrar en obra, en diferencia, es decir en forma. El cuadro no espera una lectura,
ese ojo que comporta en su centro, ojo del discurso en el sentido de que, ,como dicen los semiólogos actuales, Klee decía que esperaba un ramoneo,
esta vez, en mitad del ciclón reina un ojo de calma. La figura está fuera y dentro; "da a ver, se ofrece alojo como una cosa ejemplar, como una naturaleza
por eso posee el secreto de la connaturalidad, aunque también la presenta naturalizante, decía también Klee. pues da a ver lo que es ver. Ahora bien, da
como un engaño. El lenguaje no es ~n medio homogéneo, es escindente porque a ver que ver es un baile.8 Mirar el cuadro significa trazar caminos, y co-trazar
exterioriza lo sensible como interldcutor, objeto, y escindido porque interioriza caminos, al menos, pues al hacerlo el pintor ha abierto imperiosamente (aunque
lo figural en lo articulado. El ojo se halla en la palabra puesto que no hay lateralmente) caminos a seguir, y por lo mismo su obra es este bullir
lenguaje articulado sin la exteriorización de un -visible-, pero además está consignado entre cuatro listones, que recobrará un movimiento, una vida,
porque hay una exterioridad al menos gestual, -visible-, en el seno del discurso, gracias a un ojo. Belleza -explosiva-fija- lúcidamente requerida por L'amour (ou.
que es su expresión. Al perseguir esta doble exterioridad, tal vez se pueda ¿Y qué creéis que es el discurso? La fría prosa casi no existe,
recoger el reto lanzado por lo visible al lenguaje, por el oído alojo, demostrar salvo en lo más inferior de la comunicación. Un discurso es algo denso.
que la extensión gestual originadora de profundidad o de representación, en No sólo significa, expresa. Y si expresa, se debe a que también posee un bullir
lugar de poder significarse en palabras, se extiende orlándolas como su poder consignado en él, un movimiento, una fuerza, para levantar la mesa de las
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de significación y también que es la cuna de su poder de expresar, que así
) significaciones mediante un seísmo que da paso al sentido. También él se

ofrece para que lo ramoneen, y no sólo para que lo comprendan. También él

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2. - LYOTARD

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reclama el ojo, también él es energético. Tracemos los recorridos del ojo en
el campo del lenguaje, captemos el bullir-fijo, abarquemos los valles de la
metáfora, que es consumación del deseo, y entonces veremos cómo la
exterioridad, la fuerza, el espacio formado, pueden estar presentes en la
interioridad, en la significación cerrada.

los dos interlocutores, a falta de un juez, de un tercero justamente. esta
referencia no es la verdad, permite construir un saber. La configuración del
discurso como interlocución, como universalidad potencial por recurso a reglas
que servirán de índice del diálogo al tiempo que éste las elabore, en suma lo
..) que con Sócrates ha recibido Occidente como su propia posición de palabra,
supone precisamente el fin de la verdad. No fue Nietzsche el único que nos
lo enseñó, también nos lo confirman los trabajos de historia semántica.9
En lugar de que la alternativa esté entre el diálogo cordial y Calicles, debemos
Tomar este partido, sin embargo, ¿no supone tomar el partido entender ql,Je este par de contrarios corresponde él mismo a un mundo de
de la ilusión? Si demuestro que todo discurso encierra, instalada en su subsuelo, la palabra que se halla en ruptura con un mundo otro, el de la 'CÚ..T)eELIl..
una forma cuyo interior aprisiona una energía y según la cual actúa en su y que en la alternativa la verdad no está en juego, sino fuera de ella, la alternativa
superficie, si demuestro que este discurso no se limita a significación y se construy~ por sí sola cuando se retira la verdad, cuando se prescinde de la
racionalidad, sino a expresión y afecto, ¿acaso no estoy destruyendo la posibilidad verdad, recubierta por el discurso y el ansia de saber. Sin duda entonces, la
misma de lo verdadero? Habrá libre acceso para una sofística mediante la cual sofística, el engaño, la ilusión de los Wt0'1E:; se lIuelven posibles, aunque también
siempre se podrá hacer valer que la significación manifiesta del discurso lo sean la filosofía, el diálogo y la ilusión de saber, ilusión puesto que la verdad
no agota su sentido, sino que en lugar de englobarlo por entero dentro del queda prescrita de entrar en juego. «La verdad -dice Braque- no tiene
significado, el discurso lo recibe inconscientemente, pasivamente, de una contrario.• la
instancia que le es externa, que no procede de la estructura del lenguaje en Se dirá que no corresponde a nadie restituir esta presencia de
que está proferido, que por lo tanto lleva consigo a su otro y que, así, el que la verdad. Está claro que tales restituciones suelen ser pesadas reconstituciones,
habla no sabe lo que dice. Libre acceso a una sofístil(a, libre acceso a un cuando Son lenguaje. Tanto laboriosos nietzscheanos como autores de tesis ...
-terrorismo-, pues desde el momento en que descuidamos la llamada común Sucede que o seremos «artistasn todos juntos o no lo será nadie; quienes
que lanza todo discurso a la significación, desde el momento en que se crean serlo por su parte desde hoy, quienes han cogido a Nietzsche y la verdad
interrumpe la referencia implícita o explícita que todo locutor hace a una por' cuenta propia para befa de los demás, no son los que menos discursean.
universalidad y a un acuerdo posibles, y desde el momento en que las palabras No pasan de continuar la filosofía como actividad separada, y la manipulación del
se consideran cosas venidas de fuera, ya sólo queda la violencia para decidir discurso como garantía del saber. Hoy nadie puede hablar en pro de la verdad,
precisamente de dónde vienen. Si no puedo seguir hablando contigo, es decir cualquier prosopopeya resulta ridícula, todo lo que «oficieD, en lugar de
seguir aceptando que tú y yo nos tomábamos respectiva y recíprocamente en sacllrnos de la alternativa de saber e ignorancia, nos vuelve a sumir en el
serio la significación de lo que decimos, remitiéndola a un geometral aprobado clericalismo que sobre ella descansa. Sin embargo, hay que conseguir que sea
en común que nos sirviera para decidir sobre lo justo y lo erróneo, y si en posible la verdad y es propable que muchos se dediquen a ello, aun aquellos
cambio me pongo a hablar de ti, cogiendo tu palabra en tercera persona, como que parecen pedantes ridículos o charlatanes. ¿Cómo obrB{ de otro modo?
si emanara de un locutor ausente, palabra implícitamente expresiva y ya no Freud nos ha enseñado la utopía stricto sensu. l1 La utopía consiste
explícitamente significativa, entonces se desploma la comunicación, y la en que la verdad jamás aparece donde la esperan. Esto qúiere decir muchas
posibilidad de lo verdadero, y ya ni siquiera se tratará de saber qué -quieren cosas, de las que dos al menos nos servirán de guía. Ante todo, la verdad
decir- tus palabras, pues este saber a su vez se construye con palabras, las se manifiesta como una aberración a la medida de la significación y del saber.
mías y las tuyas, pero habrá que elegir y, para ello, haber postulado que existe I Desafina. Desafinar en el discurso es desconstruir su orden. La verdad no pasa
una especie de racionalidad de la expresión, un orden de las causas de lo "'jamás por un discurso de significación, su topos imposible no admite localización
insignificado, otro discurso hablando en tu discurso, que yo, o en todo caso a cargo de las coordenadas de la geografía del saber, pero se hace notar en la
alguien, pueda conocer. Habrá que imaginar que este alguien tiene o es el otro superficie del discurso a base de efectos, y esta presencia del sentido se llama
de tu discurso. Habrá que imaginar ir\Cluso este -contrasentido-: que ese discurso expresión, Sólo que no toda expresión es verdad. V también aquí Freud nos
distinto que no hablas, pero que hab'a en el tuyo, es no obstante significable enseña ctertas reglas de discernimiento. No es que no logremos apoderarnos
salvo por y para ti, que yo o alguien podemos decirlo, que podemos hablar nunca de lo auténticamente verdadero, como quien coge una flor, tras haberla
de ti, pero no a ti. Tal es la violencia, o la seducción. Dicen que aquí termina desprendido de las hierbas que la rodean. Lo engañoso y lo cierto van juntos. .'
la filosofía. no como contrarios en un sistema pero al menos como la densidad que posee
¿Esta es la vía reductora que aquí buscamos? Nos gustaría un derecho y un revés. No obstante, hay que luchar para que sus efectos
demostrar lo contrario. Demostrar que esta alternativa, o bien el discurso de asomen a la superficie, para permitir que sus monstruos de sentido figuren en
comunicación, la voluntad buena, el diálogo, o bien la guerra y la esquizofrenia, pleno discurso, en plena regla de significación. Por consiguiente, aprender
no es radical en sí misma. La referencia común a una instancia reconocida por a discernir no lo verdadero de lo falso, definidos ambos en términos de

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consistenGia interna de un sistema o de operatividad sobre un objeto de va" siendo hora ya de que los filósofos renuncien a la producción de una teoría

referencia; sino aprender a discernir entre dos expresiones la que se asienta unitaria como última palabra sobre las cosas. No hay arjé,12 pero tampoco

para embaucar la mirada (para capturarla) y la que se asienta para desmedirla, existe el Bien como horizonte unitario. Nunca alcanzaremos la cosa en sí como

para inducirla a ver lo invisible. La segunda requiere ese trabajo que pertenece no sea metafóricamente, pero esta lateralidad no es, como creía Merleau-Ponty,

al artista, la atención flotante, la negligencia de principio para con lo instituido; la de la existencia, demasiado cercana a la unidad del sujeto, como él mismo

la primera viene realizada por la labor del sueño. J:sta pretende engañar, J reconocía al finalP es la del inconsciente o de la expresión, que ofrece

aquélla averiguar. Pero ambas son idénticas en operaciones, salvo si se y reserva el contenido total de un mismo movimiento. Esta lateralidad es la

produce un vuelco suplementario en el primer trabajo, que convierte el producto diferencia o la profundidad'J Pero mientras que Merleay-Ponty la planteaba

en obra. como movimiento posible te ir alli quedándose aquí, como abertura ubicuitarla,

En segundo lugar, si. la verdad no aparece donde la esperan y si como movilidad continua, y veía su modelo en el quiasmo sensible, sucum­

no hay discurso alguno que pueda\ exhibirla como significación acabada porque biendo así a la ilusión del discurso unitario,14 nosotros devolveremos las armas

no pertenece a su área, entonces lilste libro carece de veracidad, por mucho al espacio figural, con Cézanne y Mallarmé, con Freud, con Frege: la profundidad

que este libro se esfuerce evider1tel'11ente en producir significaciones articuladas. sigue excediendo en mucho al poder de una reflexión que quisiera significarla,

Tampoco es erudito, sin embargo, pué~ no aspira a edificar una teoría unitaria, situarla en su lenguaje, no como una cosa, sino como una definición. El sentido

ni siquiera como horizonte. Cuerpo más bien dislocado, en donde la palabra se halla presente como ausencia de significación; sin embargo, ésta se apodera

inscribe fragmentos que en principio po~mos rejuntar de diversas maneras, de él (y puede hacerlo, se puede decir todo), se exila a orillas del nuevo

aunque las presiones de la composición tipográfica, que son las de la significación acto de palabra. Esa es la pulsión de muerte, siempre enzarzada con Eros-logos.

y la ratio, los obliguen a presentarse dentro de un orden inmutable. Mal podrá Construir el sentido no es más que desconstruir la significación~ No existe

pretender este orden un ser determinado o determinante, indudablemente no modelo asignable para esta configuración evasiva. Podrá decirse que la

es arbitrario sino arbitrariamente privilegiado (por las presiones en cuestión) violencia ocupa un lugar inicial como castración, y que el silencio o la muerte

con relación a los otros. Un buen libro, para permitir que la verdad fuera en que pretenden desenmascarar nuestras palabras, son el vástago de este primer

su aberración, seria un libro en donde el tiempo lingüístico (aquel en cuyo terror que ha originado el deseo. De acuerdo, pero como la base de este

interior se desarrolla la significación, el de la lectura) quedaría desconstruido ! deseo es utopía, conviene saber que hay que renunciar a situarlo.

por sí solo; un libro que el lector podría coger donde fuese y en cualquier Esto reviste una gran importancia para la práctica, para la crítica

orden, un libro de ramoneo. (Y que además se liberaría del género literario práctica de la ideología. Este libro no es en si más que un rodeo para llegar

del aforismo, lo digo pensando en Nietzsche que aún sentía demasiada a esa crítica, y si hemos tenido que esperar mucho tiempo a que cediera nuestra

indulgencia por ese género.) Este libro nada tiene que ver con ese buen libro, t propia resistencia a escribirlo, esto se explica seguramente (entre otras cosas)

sigue limitándose a la significación, no es libro de artista; la desconstrucción por ti temor de acabar seducido, desviado de esa finalidad, pasmado por el

no opera en él directamente, está significada. Sigue siendo un libro de filosofía, lenguaje. Lo que tenga de función práctica, lo que perdure como algo activo

por tal motivo. Está claro que la significación es fragmentaria, encierra y cálido, no me corresponde a mi Juzgarlo.

lagunas y, supongo, acertijos. No obstante, esto sólo da un objeto incierto,


intermediario, y me gustaría poder llamarlo, para disculparlo, un inter-mundo,
como Klee, o un objeto transicional, como Winnicot; pero que no lo es en
realidad porque este estatuto sólo pertenece a las cosas figurales del juego,
de la pintura, y aquí, una vez más, no dejamos que la figura penetre en las ~ . Una palabra más. Existe una decadencia a lo largo de esta
palabras siguiendo su juego, sino que queremos que las palabras digan la retahíla de secciones. No dejará de notarla el lector. Protestará diciendo que
preeminencia de la figura, queremos significar el otro de la significación. mi pensamiento es incierto. Lo que declina, al pasar de las primeras a las
Queremos más, queremos demasiado, seguimos limitados al último de los últimas líneas, es la importancia otorgada a la percepción. Primero se explora
mortales, y el espacio de este libro\ no pasa de un barroquismo. Pero de todos el orden del discurso para desenredar lo que sea propiamente significación
modos, sea dicho en descargo, ese demasiado es poco. l y lo que sea designación, así se aísla un espacio fenomenológico o de visión,
Hemos renunciado a la locura de la unidad, a la locura d~roporcionar cuyas propiedades se suponen muy distintas a las de la significación lingüística.
la causa primera en un discurso unitario, el fantasma del origen.~ utopía sin analizarlas verdaderamente, remitiéndonos a la fenomenología de lo vis·ible
freudiana nos mantiene en la regla dictada por la pulsión llamada de muerte, que que ya había establecido Merleau-Ponty. Luego pasamos de la vista a la visión,
consiste en que la unificación de lo diverso, incluso dentro de la unidad de un del mundo al fantasma, y la responsabilidad de la constitución del objeto, de .•:!
discurso (incluso en la de la teoría freudiana), sufra siempre un rechazo, sufra la interlocución, asignada en principio a la mirada del discurso, se transmite
siempre una prohibició~Del mismo modo que a partir dé la consideración de esta y remite a la consumación de deseo. Paralelamente la figura queda desplazada:
regla, hay quecr;nunclar al Yo como a una instancia unitaria constituida, también ya no sólo imagen de la presencia o de la representación, sino forma de la

"t.
puesta en escena, forma el mismo discurso, y todavfa más hondo, matriz de la actividad intencional, como su base de apoyo. La aspiración como acto
fantasmática. La lección de Freud sigue el ritmo de la de Husserl. descansa sobre una síntesis pasiva que es la misma donación de aquello a lo
El punto de tránsito es el punto de engaño por excelencia, es la que se aspira. Por consiguiente, esta pasividad se mantiene pensada como
categorfa de continuidad. Si es cierto que el gesto es sentido, ha de serlo suposición del sujeto que aspira, como inmanencia presupuesta en su relación
en oposición a la significación lenguajera. Ésta sólo se constituye como red de transcendente con el objeto; en cierto sentido el sujeto se encuentra impuesto
disc(lntinuidades, y da pie a una dialéctica inmóvil donde nunca se confunden J! (depuesto), aunque también puesto. Esta será la manera que tendrá Merleau­
el pensante y lo pensado, donde los elementos de este último nunca se Ponty de querer pasar del Yo al Se. Calculad, sin embargo, la distancia que
usurpan unos a otros. Al contrario, el gesto, tal como 10 entendfa Merleau­ aún hay entre Se y Ello.
Ponty, es la experiencia de un sentido donde lo sentido y el sintiente se El Se no constituye acontecimiento con relación al Yo, al
constituyen en un ritmo común, como los dos bordes de un mismo surco, contrario. Siguiendo esta dirección del anonimato, ¿qué encontraríamos? En el
y en donde los constituyentes de lo sensible forman una totalidad orgánica mejor de los casos, la organización de las formas de la sensibilidad, un espacio­
y diacrónica. El gesto es el único que remitÉ!'~i no a un sujeto, al menos tiempo sin duda más soterrado que el vivido, y menos tributario de las
a una especie de subjetividad, que podrfa ser anónima o podrfa ser naturaleza propiedades del conocimiento físico que el que Kant describía, aunque a fin
eomo dice Mikel Dufrenne: el gesto es algo experiméhtado, vivido, o en todo de cuentas un espacio y un tiempo que forman el marco donde se da lo dado,
caso estructura lo vivido, procede de una inconsciencia que no es objeto de donde surge el acontecimiento, pero que no sabría ser principio de ningún
impugnación, sino sujeto de constitución. acontecimiento. Sistema preconceptual todo lo que se quiera. pero como
A primera vista el sentido de que habla el psicoanálisis también cualquier sistema, susceptible de dar cuenta no del hecho que se deriva del
se presenta como continuidad; es lícito oponerlo a la significación lingüística acontecimiento (en el campo visual o fuera), sino precisamente de que el
del mismo modo que la extensión plástica de las condensaciones, desplaza· acontecimiento (la donación) quede reabsorbido, de que lo reciban, perciban,
mientos y distorsiones, se opone al espacio discreto y transparente, en donde integren en mundo (o en historia, etc... ). El enigma del acontecimiento se
se forman los significantes mediante disyunción regulada. Sentido libidinal mantendrá entero por más que intenten llegar hasta el Se. La búsqueda de
y sentido sensible parecen cubrirse mutuamente para oponerse juntos a la la condición, anónima o no, de los datos no es lo que inmoviliza a Cézanne
significación de lenguaje. Este cubrimiento es lo que, a la larga, queda deshecho ante su montaña, lo que le inmoviliza es la búsqueda de la donación. La
en este libro, al resbalar la máscara fenomenológica no sobre el rostro del fenomenología no puede alcanzar la donación porque, fiel a la tradición
inconsciente, que nadie ha visto ni verá, sino sobre la máscara del deseo. filosófica de Occidente, sigue siendo una reflexión sobre el conocimiento,
Lo que declina es la fenomenologfa. y semejante reflexión tiene por función reabsorber el acontecimiento y recuperar
La región oscilatoria es la reflexión sobre la diferencia, sobre la al Otrq en Mismo.
organización del espacio sensible. Que éste no pueda reducirse a una organización Ahora bien, el acontecimiento en su otredad inicial no puede
geométrica enteramente pensable por conceptos, es algo que precisamente proceder del mundo, con el que concordamos en sentido. La discordancia no
la misma fenomenologfa ya ha subrayado. El ojo y la mente ha llegado lo más puede venir de una palabra, que en tanto que oída es significación articulada
lejos posible en la dirección indicada por la descripción de la pasividad, de la y se constituye en objeto de conocimiento; pero menos aún puede venir de
pasividad de la sfntesis perceptiva ya contenida en Husserl. Al oponer el un mundo con el que el mismo cuerpo coopera para producir los sensorios
espacio de Cézanne al de la Dióptrica, Merleau-Ponty querfa decir que una que son su elemento. Es cierto que el cuerpo mundano puede suponer un
concepción articulada, discontinuista, activa, lógica, del sentido y del espacio Ilcontecer dentro del orden del discurso, puesto que es evidente que la
no acertaría más que a fallar el cálculo o, mejor dicho, la donación de lo visible; adecuación del sentido en él no es la misma que la de la significación en la
que ésta le resultaba precisamente invisible, como lo es nuestra experiencia lengua. Y esto permite que podamos comprender la presencia de figuras en
constituida de las cosas extendidas;\. que se requería la enorme inmovilidad de el discurso sobre el modelo de inserción de operaciones gestuales, basadas en
Cézanne para apartar la racionalizaqón del espacio perceptivo y lograr que un espacio continuo, en un campo que en principio no tolera transformaciones
se percibiera la donación primera en su oblicuidad, en su ubicuidad, en su más que entre elementos discretos. Ese es el modo en que hay que situar las
transgresión lateral de las reglas de la óptica geométrica. Que la Montagne nociones merleau-pontyanas de «usurpación", de .. Iateralidad ... Estos efectos
Sainte-Victoire deje de ser Cm objeto de vista, para convertirse en un aconte­ son pertinentes para definir el orden poético o retórico en general. ¿Pero a
cimiento dentro del campo visual, esto es lo que desea Cézanne, esto es lo qué hay que atribuirlos?
que intenta comprender el fenomenólogo, y que, según creo, jamás comprenderá. Lo que aquí debe servirnos de guía es que esa confusión sembrada
Su concepto último, su concepto más agudo para apoderarse
en el orden de la significación siempre ha aparecido, en los mitos, las tragedias
de la circunstancialidad de lo dado, no es, desde luego, la intencionalidad.
y las filosoffas, como culpable. Imputar esta culpabilidad únicamente al prop'io
es la pasividad; no obstante, este concepto sólo puede seguir operando en el
cuerpo' resulta imposible. Este cuerpo no es un lugar de elección de la
campo establecido por la fenomenología, como un contrario o un correlativo
confusión y del acontecimiento; la vida de la carne posee un basamento

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de qué orden, de qué supuesta función del libro, de qué prestigio del discurso.
silencioso, su 'UyíELIl, y es cierto, como pensaba Merleau-Ponty, que no es más
habría que borrarlo?
que un quiasmo en el medio mundano, contenido por él y conteniéndolo. Esta
euforia fue la que indujo al filósofo al intento de construir una filosofía pagana.
Pero su paganismo permanece trabado por la problemática del saber; esto
origina una sabia filosofia de la carne, afortunada e ignorante del desasimiento.
El acontecimiento como confusión siempre supone un desafío al saber; puede i
desafiar el conocimiento articulado en discurso; pero también puede sacudir
la cuasi comprensión del propio c~rpo y alterar su concordancia consigo mismo Notas
y con las cosas, como en la emoción. Tanta culpabilidad e inconveniencia se 1. P. Claudel. Art poétique, Mercure de France, París, 1941, pp. 50 Y 51.
contienen en una mirada o una palidez como en un lapsus. No será el cuerpo 2. Ibidem, pp. 74 Y 75; subrayado por mí.
quien turbe el lenguaje, será otra co'sa la que turbe tanto al lenguaje como 3. Ibidem, p. 50.
al cuerpo. Aceptar el cuerpo como área del acontecimiento equivale a endosar 4. Ibidem. p. 74.
5. Ibidem, p. 74.
el desplazamiento defensivo, la racionalizaciónamplia-, 9peradospor !3 tt"adición 6. Le Surréafisme et la peinture, Gallimard, París, 1965, p. 1.
platónico-cristiana con vistas a enmascarar el deseo. 7. Comparad la definición del -círculo hermenéutico n que reúne creer
El acontecimiento no admite más localización que en el espacio y comprender, religión y filosofía (Finitude et cufpabifité, Aubier, París, 1960, t. 11,
pp. 325 Y ss.), especialmente esto: .EI simbolo ya existe en el elemento de la palabra;
vacante abierto por el deseo. Esta vacante del espacio es precisamente el
sobradamente hemos dicho que arranca el sentimiento y el miedo incluso al sílencio
lugar elegido por la donación. Nos lo descubre de inmediato la angustia que y la confusión; da un lenguaje a la declaración, a la confesión; gracias a él, el hombre,
cimenta todas las emociones,ls pero también la presencia, en el discurso de de cabo a rabo, sigue siendo lenguaje. No es eso lo más importante: no existe en
palabras, de giros que señalan las regiones de turbulencia donde el que habla ningún caso lenguaje simbólico sin hermenéutica; cuando un hombre sueña y delira,
se alza otro hombre que interpreta; lo que ya era discurso, aún incoherente, se
recibe. Semejante vacante no es una "actitud" ~ecomendable. ética. por ejemplo, reintegra al discurso coherente gracias a la hermenéutica. (pp. 325 Y 326), con sus
la paradoja del caballero de la fe según Kierkegaard o la de la an-arquía en párrafos de la Introducción de Hegel a sus Lecciones de historia de fa Filosofia
Lévinas. 16 La pretensión de convertirse en partidario del acontecimiento, en (Berlín, 1823-1824): .La filosofía tiene un objeto idéntico, la razón universal que es en
encargado del acontecimiento, es una nueva agañaza ética. Desasirnos es algo sí y para sí la substancia absoluta; mediante la filosofía, la mente también quiere
apropiarse de este objeto. La religión opera esa reconciliación a través del recogimiento
que corresponde a la donación; mal podemos nosotros cometer el desasimiento; (Andacht) y del culto, es decir, a través del sentimiento; pero la filosofía pretende
el acontecimiento no va adonde lo esperan; hasta una inespera se vería operarlo a través del pensamiento, del conocimiento que piensa. El recogimiento es el
defraudada. No podemos prescindir del proceso primario: es una ilusión sentimiento de la unidad de lo divino y lo humano, pero un sentimiento que piensa;
secundaria. El deseo lleva su rechazo en sí mismo, que es el principio de en la expresión "recogimiento (Andacht)>> ya se contiene el pensar (denken); nos
incita a pensar, es una aspiración hacia el pensamiento, un -pensarlo», un "ponerse
desasimiento de sus efectos. El deseo es verdaderamente inaceptable, no a pensgrlo» (ein Daranhindenken, Sichherandenken). Pero la forma de la filosofía es un
podemos fingir que lo aceptamos; aceptarlo todavia equivale a rechazarlo; pensamiento puro, un saber, un conocer; a partir de ahi comienza a diferenciarse de la
producirá acontecer fuera de nosotros. religión [ ... ]. Cuando nos dicen que lo que está revelado no hubiese podido descubri rse
La verdad es que no podemos situar el acontecimiento si empe­ por la razón humana, hay que advertir que la verdad, el }:onocimiento de la naturaleza
divina sólo llega, es cierto, a los hombres a través de un medio exterior, y que la
zamos sacándolo del espacio vacío dejado por la impugnación o al menos conciencia de la verdad, en tanto que objeto sensible, es de modo general la primera
por el rechazo en general. Ni el cuerpo ni el discurso poseen en sí mismos forma de la conciencia; así fue como Moisés descubrió a Dios en el arbusto en llamas
esta disposición tachada, desfigurada, que permite la donación precisamente y así representaron los griegos a sus dioses mediante estatuas de mármol u otras
,~imágenes, como las que aparecen en los poetas. De esa manera externa se suele
porque prohíbe el reconocimiento o la comprensión de lo dado. Ruego de "empezar; el contenido aparece así al principio como dado, venido a la mente desde el
Cézanne: que se le desprenda la montaña familiar, que se le aparezca en un exterior, lo vemos, lo oímos, etc. Pero no nos limitamos a esta exterioridad ni debemos
sitio distinto al elegido por el ojo para esperarla y que, de este modo, le seduzca. hacerlo, ni desde el punto de vista de la religión ni desde el de la filosofía. Estas
Ruego de desconcifiación. antirrueQo. No relaciona lo visible ni con el Yo-Tú imágenes de la fantasía o esta materia histórica no deben permanecer en esta
exterioridad, sino devenir para la mente de orden espiritual, deben perder esa existencia
del lenguaje ni tampoco lo relacion~ con el Se de la percepción. sino con el externa, que precisamente no tiene nada de espiritual [ ... ]. La universalidad del Espíritu.
Ello del deseo. Y no con las figuras inmediatas del deseo, sino con sus a la que se remiten la filosofía y la religión, es una universalidad absoluta, no exterior;
operaciones. una universalidad que penetra en todo, que está presente en todo. Tenemos que
Así pues, éste será el desplazamiento. o la rotación, que deje representarnos al Espíritu como libre; la ·Iibertad del Espíritu significa, que se halla
ante sí mismo, que se oye a sí mismo. Su naturaleza consiste en usurpar al Otro. en
sentir este libro. Admite una localización más particular cuando alude a la reencontrarse, en reunirse consigo mismo, en poseerse, en gozar de sí mismo. (cito
reflexión sobre la oposición y la diferencia. Cabe preguntar: si dice usted siguiendo la versión francesa de J. Gibelin, algo modificada, Gallimard, París, 1954).
que el orden del Se perceptivo enmascara el del Ello. ¿por qué no haber quitado Hay pocos textos donde mejor se expliquen a la vez la función de borrar fa diferencia
la máscara y borrado el primero? Contestaré que dicho desplazamiento es asignada a la dialéctica, el carácter .tautegórico. (como dicen Echelling y Ricoeur),
recuperador (diríamos nosotros) del discurso interpretante, y el narcisismo odiseo del
precisamente lo que hay de acontecimiento para mí en este libro. ¿En virtud
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saber como diría Lévinas). Agradezco a Serge Boucheron que me los haya señalado.
8. Georg Muche cuenta lo siguiente: .En 1921, cuando Klee volvió a la
Significación y designación
Bauhaus, se instaló en un estudio vecino al mío. Un día, oí un ruido extraño, como
si alguien marcara el ritmo con el pie. Al encontrarme con Klee en el pasillo, le pregunté
si había notado algo. "¡Ah! ¿Lo oyó? Discúlpeme, me dijo. Estaba pintando, pintando,
y de golpe, hubo algo más fuerte que yo: me puse a bailar. Conque me ha oído.
Lo lamento. Como no sea así, no bailo nunca". (.Paul Klee., en Frankfurter Allgemeine
leitung, 30 de junio de 1956).
9. Véase H. Détienne, Les MaUres de vérité dans la Gréce archaique,
Fram;:ois Maspero, París, 1966.
10. Georges Braque, Le Jour et la fHJit, Gatlimard, París, 1952, p. 38.
11. J.-B. Pontalis, • La utopía freudiana., en L'Arc, n.O 34 especial sobre
Freud (1965).
12. Emmanuel Lévinas, .Humanismo y anarquía-, en Revue Internationale
de philosophie, pp. 85 Y 86 (1968).
13. Le Visible et /'invisible, Gallimard, París, 1964, pp. 229 Y 253.
14. Y hasta disponiéndose, cuando ya iba a renunciar a lo que de filosofía
del Cogito tenía la Fenomenologia de la percepción, a mantener la filosofía unitaria
poniendo el Ser en lugar del Yo.
15. Como muy bien demuestra Pierre Kaufmann al final del primer
capítulo de L'Experiénce émotionnelle de I'espace, Vrin, París, 1967.
16. Véase en particular .Humanismo y anarquía., loe. cit.

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