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Jefferson
Un rasgo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos durante el siglo XIX fue el
interés de sectores de la clase dominante del vecino del norte por apoderarse de la Isla.
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Un historiador , nada propenso a las posiciones radicales , Herminio Portell Vilá escribió:
“Hasta pudieramos decir que la pretensión fue congenita al nacimiento de los Estados
Unidos, porque a mediados del siglo XVIII, veinte años antes de que comenzace la
revolución de las Trece Colonias, Benjamin Franklin, quien después sería uno de los
fundadores de la vecina república hablaba de la conveniencia de conquistar lo que el
llamaba sugar islands” .i
Ese interé tenia sus aspectos económicos y políticos por la privilegiada posición de la
Isla.
En lo económico ya desde la década del 20 del siglo XIX, había en los puertos
norteamericanos comerciantes especializados en azúcares cubanos, quienes
establecían con los hacendados cubanos un sistema de crédito en forma de esclavos,
aparatos, útiles de producción y otros productos a cambio de asegurarse la venta de sus
azúcares. Comenzó a gestarse así la alianza entre los intereses azucareros cubanos y
los importadores norteamericanos.
Una característica del siglo XIX cubano fue la progresiva disminución de su comercio con
España, a la par que su aumento con otros países capitalistas de Europa y con los
EE.UU. En 1860 el comercio de exportación gravitaba hacia EE.UU en un 62%, le seguía
Inglaterra con un 22%, España apenas alcanzaba un 3%.
Las importaciones tenían, sin embargo, otra estructura: España un 30%, mientras EE.UU
e Inglaterra compartían un 20% cada uno.
Los ingenios pequeños, con una productividad menor, que obtenían un azúcar muchas
veces de calidad inferior, no pudieron resistir la competencia y se arruinaron o
desaparecieron. La tendencia a la reducción del número de ingenios fue acelerada. De
1877 a 1899 disminuyeron de 1190 a 207. Comenzó a aparecer el Colono. Propietarios
de pequeños ingenios dejan de moler su caña, dedicándose al cultivo de ella y
entregándola a los Centrales, que dan, como pago, una parte del azúcar producida, y
disponen libremente del resto para su venta. A su vez, algunos cultivadores
dependientes asumieron este sistema. La liberación de los esclavos y la complejidad que
iba adquiriendo la producción de azúcar ayudaron a extender este sistema; algunos
Hacendados entregaron tierras mediante contratos a campesinos, antiguos mayorales,
etc. El Colono corría con los riesgos agrícolas del cultivo y debía entregar la cosecha al
hacendado, al que pagaba con una parte del azúcar producido, disponiendo libremente
del resto. Posteriormente, esto llegó a institucionalizarse de tal manera que el Central
compraba la cosecha, pagando sobre la base de venta de un determinado precio del
azúcar y una variación porcentual de acuerdo con los precios que alcanzaría ésta en el
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mercado mundial. Este sistema llegó a extenderse nacionalmente, y ya para fines de
siglo, un 40% aproximadamente de la cosecha, se realizaba por los Colonos.
En lo político, hay que tener en cuenta que el Caribe constituyó desde el siglo XVI una
frontera entre imperios y en el caso de Cuba por su posición geográfica, a la entrada del
Golfo de México, a la salida del rio Mississipi y frente a la linea costera del sur de
Estados Unidos constituia un interés estratégico de este país. Esto está en la base de la
concepción geopolítica de la clase dirigente norteamericana que veia a Cuba como parte
del sistema de defensa de ese país , por lo cual desde principios del siglo XIX, Cuba
estuvo en la mira de la política expansionista de los Estados Unidos.ii
En 1803 el presidente Jefferson anunció que, en caso de guerra con España, los
Estados Unidos se apoderarían inmediatamente de Cuba. Para esta época, Inglaterra
mantenía ambiciones similares, lo que llevó a los estadistas norteamericanos a
plantearse la política llamada de la fruta madura. Según esta tesis, expuesta por John
Quincy Adams en abril de 1823, el naciente poderío norteamericano, la pequeñez y
cercanía de Cuba y el debilitamiento del Imperio español serían factores que
coadyuvarían a que la Isla cayera en la órbita norteamericana.
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En sus palabras “los vinculos que unen a los Estados Unidos con Cuba- geográficos,
comerciales, políticos, etc.- son tan fuertes que cuando se echa una mirada hacia el
probable rumbo de los acontecimientos en los próximos cincuenta años, es imposible
resistir la convicción de la anexión de Cuba a la República norteamericana será
indispensable para la existencia y la integridad de la Unión.”
… “Tanto en lo interior como en el exterior, hay que prever y vencer determinados
obstáculos a la ünica política mediante la cual Cuba puede ser adquirida y conservada.
Pero hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física y asi como una
manzana separada del arbol por la fuerza del viento no puede , aunque quisiera, dejar de
caer al suelo, Cuba, rota la artificial conexión que la une a españa, separada de ésta e
incapaz de sostenerse a si misma, ha de gravitar necesariamente hacia la Unión
norteamericana y solo hacia ella”.
Con la proclamación de la Doctrina Monroe en diciembre de 1823, la política respecto a
Cuba es explicitada en las palabras del Secretario de Guerra. Mr. Calhoum: “Nosotros
dejaremos a Cuba donde está; lo que no toleramos jamás es que ella pase a otras
manos que no sean las nuestras”. O sea, Cuba española o norteamericana.
A los intentos de México y Colombia por separar a Cuba de España por medios militares
los Estados Unidos se opusieron vigorosamente. El primer intento que conocemos de
comprar la Isla a España es el del presidente Polk en 1848. Proposición que se repitió
por el Presidente Pierce que ofreció 130 millones de dólares y en 1857 el presidente
Buchanan tambien hizo una proposición de compra. Según algunos autores se llegaron
a hacer seis intentos de compra de la Isla a España por parte de Estados Unidos.
No se puede dejar de señalar que en determinados momentos del siglo XIX en la Isla,
floreció la tendencia anexionista de la sacarocracia criolla y que se expresó en proyectos
políticos como el de Narciso López, que organizó expediciones con ese objetivo en 1850
y 1851, fracasando en ambas, y el de Club de la Habana, formada por miembros de la
oligarquía criolla.
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Durante la guerra de los diez años, los Estados unidos se negaron terminantemente a
reconocer la beligerancia de los cubanos.
Los procesos económicos que se desarrollan entre 1878 y 1898, de los que ya hemos
hablado, acrecientan el interés de los monopolios norteamericanos por la Isla, los que
encuentran en el Presidente Mc Kinley un eficaz impulsor.
Cuando los Estados Unidos entran en la contienda las tres cuartas partes de Cuba
estaban controladas por el Ejército Libertador y el ejército español sólo controlaba las
ciudades y desde el punto de vista político la inmensa mayoría del pueblo era
independentista e importante sectores de la sacrocracia buscaban avenirse con los
factores independentistas.
En un libro del Comandante español, Victor Concas se señala : “Cuando empezó la
guerra ya estaba de hecho perdida, lo mismo tomando parte los Estados Unidos que otra
nación de mucho menor importancia”
Un informe del Capitán General de la Isla, Ramón Blanco reflejaba esto: “La
administración -escribió- se hallaba en el último grado de perturbación y desorden, en el
ejército, agotado y anémico, poblando los hospitales, sin fuerzas para combatir, ni
apenas para sostener las armas”. Y el Almirante Cervera en una carta escrita con
posterioridad fue tajante: “la guerra fue aceptada por España cuando la isla de Cuba
estaba perdida de hecho”.
Esta situación determina que en una guerra breve los Estados Unidos, con la importante
y decisiva participación de las tropas mambisas, derrotaron a España. Durante el mes de
julio, en una operación combinada con tropas mambisas, fuerzas norteamericanas
ocuparon Santiago de Cuba. derrotados los españoles en Filipinas y Puerto Rico a
principios del mes de agosto, pidieron la paz.
El 12 de agosto fue firmado un Protocolo de Paz mediante el cual se ponía fin a las
actividades bélicas y el 10 de diciembre de 1898, después de dos meses de
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negociaciones se firmó el Tratado de París que en su articulado, entre otras cosas,
establecía:
España renuncia todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba.
España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora
bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el Archipiélago de
las Marinas o Ladrons.
España cede a los Estados Unidos el Archipiélago conocido por las Islas Filipinas.
Los Estados Unidos se comprometen asimismo a pagar a España, dentro de los tres
meses siguientes al canje de ratificaciones del Tratado, la suma de 20 millones de
dólares.
Esto se debió a que los Estados Unidos en su objetivo de apoderarse de Cuba tuvieron
buen cuidado de redactar en la Resolución Conjunta del Congreso “Que el pueblo de
Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente”, pero no reconocer el Gobierno
de la República en Armas, ni a las autoridades cubanas designadas por el Gobierno.
Penetración Económica.
Van Horne concibió la idea de que la Enmienda Foraker no prohibía comprar la tierra y
tender sobre ella el ferrocarril. Para atravesar terrenos del Estado, ríos y caminos, el
interventor Wood otorgó “permisos revocables” que en la práctica se convertían en
indefinidos. Poco antes de terminar la intervención, mediante la Orden Militar No. 34, se
dictó una ley para proteger las inversiones en esa rama, a la vez que se otorgaba
concesiones y privilegios a estas empresas. Entre ellas puede citarse la Orden Militar No.
62, emitida so pretexto de regular la titulación de tierras y el deslinde de las haciendas
comunes. Su objetivo real era facilitar la división y venta de dichas haciendas a las
empresas norteamericanas, la que estimuló extraordinariamente la compra de tierras
cubanas por parte de norteamericanos y echó las bases del latifundio en el siglo XX.
Este proceso de control del sector azucarero, por parte del capital norteamericano fue
más acelerado. Se calculó que durante la ocupación, unos 29 centrales pasaron a
manos norteamericanas.
En 1906 estas inversiones se calculaban en unos 200 millones de dólares. Sin embargo,
es importante señalar que los Estados Unidos van desplazando a sus otros rivales
económicos en Cuba. durante la primera década republicana se mantienen inversiones
considerables de capitales ingleses, franceses alemanes y españoles.
Los cambios básicos se producen a partir del auge azucarero provocado por la primera
guerra mundial y la crisis de los años 1920-21 en la que la banca cubana pasa a control
norteamericano y los Estados Unidos pasan a controlar el sistema crediticio y financiero.
Una característica importante del flujo del inversionista norteamericano es que éstas
mantienen una estructura casi constante que solamente comienza a cambiar después de
la Segunda Guerra Mundial. Estas eran las siguientes, más o menos: el 50% se
concentraban en el azúcar, el 20% hacia los sectores públicos, 6% en la deuda pública,
3,5% en la minería. Es decir, el grueso del capital se dirigió a los sectores coloniales y de
enclave de nuestra economía, que convirtió el azúcar en su variable económica
fundamental. Cuba llegó a depender, para formación de su renta nacional y para la
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determinación de sus niveles de empleos, de las exportaciones de ese producto y de las
fluctuaciones de sus precios en el mercado mundial.
Elproceso
Es probable que el proyecto que luego debía ser la Enmienda Platt Nacional fuera
originario del gobernador militar de las provincias de Matanzas y Santa Clara, James H.
Wilson, quien, en una carta al secretario de Estado Eliuht Rot, señalaba las líneas
fundamentales del nuevo tipo de relaciones coloniales a establecer.
“Redactar y adoptar una constitución para el pueblo de Cuba y como parte de ello
preveer y acordar con el Gobierno de Estados Unidos en lo que respecta a las relaciones
que tratan de existir entre aquel Gobierno y el Gobierno de Cuba”.
Esto fue ratificado en el discurso inaugural de la Asamblea. Para los objetivos de este
artículo no nos interesan todos los detalles relativos a la redacción de la Constitución.
Esta quedó firmada el 21 de febrero de 1901.
Sobre el tema de las relaciones con Estados Unidos se formó una Comisión de
ponencia, la cual opinó que este asunto era prerrrogativa del futurogobierno de la Isla, no
materia Constitucional. Para presionar a los delegados, el Gobierno norteamericano
adoptó como una enmienda a la ley de presupuesto del Ejército, puesto que el período
legislativo estaba por terminar y no había tiempo de enviar un proyecto específico, una
propuesta del Senador Orville H. Platt, que debería añadirse como apéndice de la
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constitución cubana. La resistencia del grupo radical de la convención y la masiva y
popular oposición a la enmienda no modifica los términos del Gobierno yanqui.
Bajo una pugna entre militares y civiles se esconde una enconada lucha por el control
de la república que nace entre determinados grupos sociales.
Esta línea lleva a que casi todos los cargos importantes de la Revolución sean
desempeñados por profesionales, y demás, está decir la extracción social como término
general de aquellos que podían llegar a ser profesionales en un país como Cuba en las
últimas décadas del siglo pasado.
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A Maceo, el gran dirigente popular de la guerra que ha manifestado una clara ideología
de avanzada y antimperialista, se intenta circunscribirlo a funciones estrictamente
militares, designándolo Lugarteniente General del Ejército. Con su muerte, el 7 de
diciembre de 1896, el camino de recuperación burguesa se facilita. Gómez era un
extranjero y ello constituía, de una u otra forma, una limitante a su actividad política.
La guerra se extendió a toda la Isla y sus éxitos -que predeterminaban a los mabises
como los vencedores de la contienda- comenzaron a atraer el campo insurrecto a
elementos autonomistas y a sectores de la burguesía azucarera, que veían en las
actitudes del Consejo de Gobierno una garantía para sus intereses; Consejo que, por
otra parte, tomó medidas y actitudes que permitieron, sin grandes sobresaltos, el cambio
de bando.
Para señalar alguna de ellas: a pesar de haberse prohibido la zafra de 1896-97, se
dispuso que se considerara como propiedad de la República aquellas fincas cuyos
propietarios o representantes pagaran determinados impuestos y por consiguiente,
fueron respetadas como tales. Expresión de la actitud de estos elementos fue Tomás
Estrada Palma, que sustituyó como delegado del Partido Revolucionado Cubano (PRC),
a Martí después de su muerte, y cuya actividad política estuvo dada por una doble
relación: colaboración con Estados Unidos y con los intereses azucareros. Siendo
delegado del PRC, comenzó a aceptar dinero de hacendados, brindándoles garantías de
que se les permitiría hacer la zafra de 1896-97.
Es bueno señalar que ninguno de los jefes de la guerra tuvo la visión y capacidad política
para nuclear tras sí un nuevo movimiento de liberación y que la actuación de los
elementos con tinte nacionalista o radical, se hizo de manera individual o a través del
aparato de la política tradicional.
Convocada las elecciones para escoger a los que dirigirían la República, le correspondía
a Máximo Gómez, por su jerarquía militar y popular, la candidatura presidencial. Este la
rechazó y surgió el nombre de Estrada Palma, el que aceptó en una carta programa que
señalaba, entre otras cosas, la urgencia de celebrar “un tratado de reciprocidad
comercial con los Estados Unidos en términos favorables a todos nuestros productos de
exportación, especialmente el azúcar”. El lanzamiento oficial de la candidatura agrupó
junto a los antiguos autonomistas, elementos de la burguesía azucarera y
colaboracionista con la intervención, y, desde luego no debemos dejar de señalar que
también la apoyaron elementos honestos que no percibían el significado último de los
sucesos y creían que lo importante era lograr la República para después superar los
males presentes. Como contrario surgió la figuera del General Bartolomé Masó, último
Presidente de la República en Armas, uno de los organizadores de la guerra de los 10
años y del alzamiento del 24 de febrero de 1895. Esta candidatura agrupó a elementos
con inquietudes nacionalistas; el propio Masó había fijado sus criterios frente a la
Enmienda Platt en términos no agradables para los Estados Unidos.
Los artículos que hasta ese momento entraban libres de derechos en ambos países y
fueran producidos en ellos y mantenían el mismo status.
Los productos cubanos y norteamericanos disfrutaban de un 20% de rebaja
preferencial en comercio entre ambos países con relación a los productos similares de
terceros países.
Una lista especial de productos norteamericanos disfrutarían de entre un 25 y un 40%
de rebaja preferencial con relación a terceros países. Esta lista incluía numerosos
artículos industriales.
Cualquier alteración de los aranceles de ambos países mantendrían siempre al
margen preferencial.
Las preferencias acordadas en el tratado no podían extenderse a terceros países.
Bibliografía
Pinos Santos, O. El Asalto a Cuba por la Oligarquía Financiera Yanqui, Casa de las
Américas, La Habana, 1973.
i
Ver Herminio Portell Vilá El anexionismo en Humanismo , enero-marzo de 1959
ii
Francisca López Civeira Estados Unidos y la Guerra de independencia de Cuba en Oscar loyola (Coordinador)
Cuba: La revolución de 1895 y el fin del imperio colonial español, Colección Alborada latinoamerivana, Morelia,
Michoacan , 1995.