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ANDALUCÍA / HISTORIA DE LA FILOSOFÍA / JUNIO 14 / EXAMEN RESUELTO

Instrucciones:

a) Duración: 1 hora y 30 minutos.


b) Ha de elegir una opción.
c) Indique, claramente, al comienzo del examen, la opción elegida.
d) La calificación máxima de cada una de las cuestiones es la siguiente: primera, dos
puntos; segunda, cinco puntos; tercera, tres puntos.
e) El alumno responderá a las cuestiones siguientes:
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del
texto elegido.
2) Comentario del texto: Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto. Apartado c)
Justificación desde la posición filosófica del autor.
3) Relación del tema o el autor elegidos con otra posición filosófica y valoración
razonada de su actualidad.

Opción A:

“Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía
de cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por
ello, no podía fingir que yo no era, sino que, por el contrario, solo a partir de que pensaba dudar
acerca de la verdad de otras cosas se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que,
con solo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido
verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de
todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal
sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material.”

Descartes, R.: Discurso del método, cuarta parte.

Opción B:

“Pereza y cobardía son las causas merced a las cuales tantos hombres continúan siendo con gusto
menores de edad durante toda su vida, pese a que la Naturaleza los haya liberado hace ya tiempo
de una conducción ajena (haciéndolos físicamente adultos); y por eso les ha resultado tan fácil a
otros erigirse en tutores suyos. Es tan cómodo ser menor de edad. Basta con tener un libro que
supla mi entendimiento, alguien que vele por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a
un médico que me prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales molestias. No
me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros asumirán por mí tan engorrosa tarea.”

Kant, I.: Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?

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RESPUESTAS:

Opción A:

“Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de
cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no
podía fingir que yo no era, sino que, por el contrario, solo a partir de que pensaba dudar acerca de la
verdad de otras cosas se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con solo que
hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía
razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una
sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene
necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material.”

Descartes, R.: Discurso del método, cuarta parte.

1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Descartes (1596-1650) nació en La Haye de Turena. Su padre fue abogado de profesión y consejero
parlamentario. Estaba bien situado económicamente y disponía de propiedades, esto permitió a su hijo
vivir con cierta comodidad dedicado a sus investigaciones filosóficas. Hacia los diez años ingresó en el
colegio de La Flèche, dirigido por los jesuitas, más tarde estudió Derecho en la universidad de Poitiers.
Una vez licenciado, se dedicó inicialmente a la profesión de las armas, pero pronto pasó a moverse en el
ámbito universitario. Durante más de veinte años vivió en las Provincias Unidas (Holanda), donde
enseñó en distintas universidades (Leiden, Utrecht) y residió en varias ciudades (Amsterdam, Deventer).
Descartes eligió vivir en Holanda porque era un país más tolerante con las opiniones contrarias a la
tradición filosófica, como fueron muchas de sus aportaciones. Pese a ello, también allí se condenaron
algunos aspectos de su innovadora filosofía en la que influyó tanto la situación política europea como la
revolución científica.
La realidad histórica de la época de Descartes estuvo marcada por los conflictos religiosos. Tras la
Reforma protestante, iniciada en el siglo XVI, la Iglesia católica respondió con la Contrarreforma y las
diferencias religiosas dieron lugar a graves conflictos entre católicos y reformados o protestantes. Los
episodios de guerras y persecuciones se sucedieron a menudo. En Francia se logró acabar con las
llamadas “guerras de religión” mediante la promulgación del Edicto de Nantes (1598) que garantizó la
libertad religiosa. En el siglo XVII, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que afectó a gran parte
de Europa, fue en parte consecuencia de la división religiosa del continente.
La revolución científica se inició, como la reforma religiosa, también en el siglo XVI. Fueron las nuevas
ideas de astrónomos como Nicolás Copérnico las que iniciaron esta revolución que continuó, ya en
tiempos de Descartes, con las aportaciones de Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo Galilei. Todos
ellos contribuyeron a los cambios fundamentales que se produjeron en la concepción del cosmos. Con
Copérnico (1473-1543) se dio el gran paso de sustituir el geocentrismo por el heliocentrismo.
Copérnico entró en contacto con la astronomía, las matemáticas y el pensamiento neoplatónico y
pretendió aplicar relaciones matemáticas para explicar los movimientos de los astros. El resultado de
sus investigaciones cambió la imagen del Universo y dio lugar a la llamada "revolución copernicana".
Kepler (1571-1630) admitió los planteamientos de Copérnico y estableció las leyes que rigen el
movimiento de los planetas. Galileo (1564-1642) acepta la teoría heliocéntrica de Copérnico y la
concepción de las órbitas de Kepler. En sus investigaciones utilizó dos caminos que hasta entonces no
habían sido suficientemente coordinados: la vía teórica y la experimental. El hilo conductor de su
investigación teórica fueron las matemáticas (no la deducción racional como hasta entonces), para la
experimental construyó máquinas con las que en su laboratorio reproducía lo observado en la
naturaleza. Estos dos caminos, teórico y experimental, constituyen el fundamento de su método
hipotético-deductivo.
Fue en este contexto histórico-cultural y científico en el que nació el sistema cartesiano. Descartes
pretende una filosofía absoluta, con todo el rigor científico de las matemáticas, cuya validez fuese

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universal. Es con este fin con el que Descartes aplica la duda metódica a todos los campos, el de los
sentidos, el mundo exterior, incluso a los propios razonamientos, hasta llegar a una verdad que
considera fuera de toda duda.

2) Comentario del texto:


Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
La evidencia es la primera regla del método cartesiano. No aceptar como verdadero lo que no se
conozca como evidente, para ello Descartes propone evitar la precipitación hasta que el objeto se
presente de forma clara y distinta, es decir, sin sombra de duda y diferenciado con precisión de
cualquier otra cosa. Ésta es la primera y fundamental de las normas del método. Es el momento de la
intuición. Y de este modo, aplicando esta regla, es como Descartes alcanza el primer principio en el que
basa su filosofía: pienso, luego existo. Esta primera certeza es una evidencia inmediata a la que se
accede por intuición.
Descartes utiliza el término sustancia en el sentido aristotélico, sustancia es lo que permanece en las
cosas, lo que no necesita de nada para existir, la sustancia no necesita más que de sí misma para ser,
para existir. En el texto Descartes entiende el sujeto que piensa como sustancia pensante, el ser humano
se concibe como una sustancia cuyo atributo es el pensamiento, su esencia es pensar

Apartado b) Identificación y explicación del contenido.


Descartes aplica la duda a todos los conocimientos recibidos, deja todo en suspenso, puede fingir,
incluso, que no tiene cuerpo o que no hay nada a su alrededor. Se trata de una duda metódica porque
tiene como fin la construcción de un conocimiento sólido y cierto, es también una duda universal que se
aplica a todo conocimiento y que supone una etapa previa en la búsqueda de la certeza.
La primera certeza la encuentra Descartes al identificarse como sujeto que piensa. Ésta es una verdad
indudable, a pesar de todos los motivos para dudar, él existe, puesto que piensa, duda.
Esa verdad indudable es la de su propia existencia como sujeto que piensa, que duda. La actividad de
pensar implica un sujeto pensante. Por esto, el pensamiento es, para Descartes, la esencia del ser
humano. Pero además, Descartes expresa muy claramente la total independencia del pensamiento como
sustancia (tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna
material), esta absoluta independencia del pensar es lo que para Descartes demuestra la existencia y la
inmortalidad del alma.

Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.


Tal como se ha comentado en las cuestiones anteriores, Descartes convierte la duda en la base de su
método, ya que la búsqueda de un punto de partida absolutamente cierto exigía eliminar todo lo que no
fuera certeza absoluta. Por ello, Descartes comienza con la duda, metódica, puesto que es una exigencia
del método en su fase analítica. Descartes aplica la duda a todo aquello que procede de los sentidos, al
mundo exterior, incluso a los propios razonamientos, y cuando la duda parece llevarle al escepticismo
es cuando encuentra lo que él llama la primera verdad absoluta: la existencia del propio sujeto que
piensa y duda. La verdad “pienso, luego existo” (cogito ergo sum) es el primer principio de la filosofía
cartesiana, su primera certeza. Para Descartes, todo lo que se conciba con la misma claridad que esta
proposición es verdadero. De este modo se establece el criterio de certeza a partir del cual construye el
resto de los conocimientos, es decir, la norma para analizar un juicio, decidiendo si es verdadero o falso.
A partir de la concepción de sí mismo como ser pensante, Descartes dedujo su existencia y afirma: soy
una cosa que piensa, una sustancia que existe y cuya esencia es el pensamiento. A partir de aquí
Descartes explica la configuración de la realidad considerando tres sustancias: la sustancia pensante, la
sustancia infinita y la sustancia extensa. A partir de la idea de un yo cuyo atributo es el pensamiento,
Descartes establece que el ser humano es una sustancia o cosa pensante (res cogitans). La sustancia
infinita (res infinita) es Dios cuya existencia Descartes deduce de la propia idea de Dios. Por último, el
mundo es la sustancia extensa (res extensa) que está garantizado por Dios. De este modo, el método
cartesiano inicia el camino para fundamentar la totalidad de la realidad.

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Como consecuencia de esa concepción de la realidad, la antropología cartesiana se caracteriza por su


dualismo, cuerpo (sustancia extensa) y alma (sustancia pensante) son dos sustancias separadas que
pueden existir una sin la otra, pero el grado de integración del cuerpo con el alma es tan estrecho que
ambos forman una totalidad. Esa unidad es accidental, ya que cuerpo y alma son independientes,
Descartes utiliza esta independencia del alma respecto del cuerpo para defender la libertad del hombre.

3) Relación del tema o autor elegidos con otra posición filosófica y valoración razonada de su
actualidad.
Una posición filosófica opuesta a la de Descartes, máximo representante del racionalismo, es la del
empirismo.
El racionalismo establece que los conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden no
de los sentidos, sino de la razón, del entendimiento mismo. Según el racionalismo los sentidos nos
proporcionan información acerca del universo, pero esa información es confusa y a menudo incierta,
por ello los elementos últimos de los que ha de partir el conocimiento científico, las ideas claras y
precisas, no proceden de la experiencia sino del entendimiento. Esta teoría racionalista acerca del origen
de las ideas se denomina innatismo, ya que sostiene que hay ideas innatas (como la idea de un ser
perfecto, de Dios), connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a partir de la experiencia
sensible. Así, se puede afirmar que las características del racionalismo son: la confianza total en el
conocimiento racional, la minusvaloración del conocimiento sensible, afirmación de la existencia de
ideas innatas y de la afirmación de la necesidad de una ciencia universal y necesaria: las matemáticas se
construyen a priori y por eso los juicios son universales y necesarios. La ciencia no es válida si no
posee esa universalidad y necesariedad. El racionalismo defiende también la racionalidad del mundo:
todo tiene una justificación, nada es casual ni fortuito; esa justificación se puede conocer por la razón.
Para el empirismo, en cambio, todo conocimiento surge de la experiencia externa o interna, por ello
rechaza la teoría del innatismo defendida por el racionalismo. Sin embargo, ambas corrientes ponen el
origen del conocimiento en la conciencia, ya sea una conciencia cargada de ideas o vacía de contenidos.
Para los empiristas el conocimiento no trasciende de los límites de la experiencia, el criterio de verdad
es la verificación empírica. La reflexión filosófica no puede traspasar los límites que impone la
experiencia, por ello el problema de la existencia de Dios no tiene especial importancia en el empirismo.
Locke y Berkeley habían utilizado la idea de causa para fundamentar la afirmación de que Dios existe.
Hume lo niega por la misma razón: la relación no va de una impresión a otra, sino de nuestras
impresiones a Dios, que no es objeto de impresión alguna. Si ni la existencia de un mundo distinto de
nuestras impresiones, ni la existencia de Dios son racionalmente justificables ¿de dónde vienen nuestras
impresiones? Para Locke proceden del mundo exterior, para Berkeley de Dios; Hume, el más radical de
los empiristas, no contesta esta pregunta: no lo sabemos, ni podemos saberlo, pretender contestar esta
pregunta es pretender ir más allá de nuestras impresiones y éstas constituyen el límite de nuestro
conocimiento.

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