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El teatro del absurdo.

La tradición del absurdo


La novedad del teatro del absurdo, no radica en los nuevos elementos sino en la
nueva combinación que se hace de ellos.
La actitud antiliteraria radica en el retorno al lenguaje como instrumento de
expresión de los más profundos niveles conceptuales.
Algunas de sus bases son realmente muy antiguas, uno de los elementos tomados
de la pantomima antigua es el clown, su comportamiento absurdo deriva de de su
incapacidad de comprender los nexos lógicos más simples.
El mimus se inicia con piezas a medias improvisadas, que no estaban sujetas a
ninguna de las reglas estrictas de la comedia o la tragedia corrientes. No había
limitación de personajes, podían salir mujeres a escena a interpretar papeles
principales y no se observaban las unidades de tiempo y espacio. En este tipo se
mezclan temas elevados y groseros.
Otra derivación posterior es el bufón de la corte, en Shakespeare estos elementos
son parte de un todo, una rica amalgama de lo poético y lo literario, de lo popular
con lo vulgar. “Sueño de una noche de verano” ya es una fuerte parodia del lenguaje
poético.
En Francia también se puede apreciar con Moliere la base de la pantomima inglesa
posterior, que con ciertas modificaciones ha llegado hasta nuestros días como teatro
popular que en ese caso representa ciertos tipos humanos, de indiscutible validez
hasta el día de hoy.
Otro elemento es la comedia cinematográfica muda, que muestra un mundo en
constante movimiento y carente de significación. Un conocido ejemplo es Chaplin
como personificación del estoicismo del hombre frente a un mundo de objetos
mecánicos que se le escapa de las manos.
Los poetas malditos, el dadaísmo y el expresionismo son las fuertes bases de lo que
se ha llamado “non sense”, que según Freud en su estudio de la comicidad: “tiene
sus raíces en el sentimiento de liberación que experimentamos cuando somos
capaces de abandonar la camisa de fuerza de la lógica”.
El juego del non sense consiste en una formula verbal de un ritmo particular, en el
que las palabras que lo componen han perdido su significación inicial. Por ende es
más que un juego de palabras, es intentar romper los límites de la lógica y del
lenguaje para lograr acceder a los límites internos que encierran la condición
humana en su estado más puro.
El diálogo en las primeras piezas teatrales cortas que se acercan a ese estilo tienen
la característica de que su diálogo, como e la mayoría de la literatura basada en la
libre asociación, tiene su arraigo en volver una y otra vez sobre las relaciones
humanas básicas.
En el teatro non sense, existen dos ramas, la que intenta expandir los los límites del
significado y abrir una brecha mayor en la lógica, y otra rama que se basa en la
contracción de los límites del lenguaje, que luego se usará en el Teatro del Absurdo,
esta técnica se apoya en el empleo humorístico y destructor de los clichés (despojo
fosilizado del lenguaje).
El Teatro del Absurdo sigue la veta cómica descubierta por Flaubert y Joyce donde
extraen del lenguaje las frases hechas y tópicos para burlarse de ellos.
Otro elemento influyente es el teatro de los sueños, donde no solo la vida se
equipara al sueño, sino también a una gran visión alegórica como el gran teatro del
mundo. Si el mundo de la alegoría barroca era simbólico pero estrictamente
racional, la literatura onírica del siglo XVIII y principios del XIX, hace un empleo
creciente de las identidades fluidas, transformaciones súbitas de personajes y de
cambios de tiempo y lugar.
Un gran ejemplo de este tipo es el Episodio del Barrio de los Burdeles de Joyce,
donde el sueño de grandeza y degradación del Bloom y el sentimiento de culpa de
Dedalus están unidos en escenas que combinan rápidas escenas de humor y
angustia.
Otro autor que tuvo influencia en el Teatro del Absurdo fue Kafka, donde hay
descripciones minuciosas de pesadillas y obsesiones. Las imágenes de dolor por la
pérdida de contacto con los hombres y con la realidad, también el sentimiento de
culpa, por no poder recuperarlos son grandes ejemplos de la situación del hombre
moderno.
El Teatro del absurdo surge de una tradición de grades iconoclastas como Jarry,
Apollinaire, los dadaístas, los surrealistas los adelantados de un teatro cruel como
Artaud.
Este movimiento tiene como fecha fundacional el 10 de diciembre de 1896, con el
estreno de la obra Ubu roi de Alfred Jarry.
Ya en 1885 Mallarmé pedía un teatro que estuviera en contra de la tradición racional
francesa. (Buscar p 268)
Yeats declaró luego de ver esta obra que “la escandalosa representación a la que
había asistido, supo desde el primer momento que significaba el final de una era
artística.”
La extravagancia del Ubu Roi se podrá encontrar en otra obra que también causó un
escándalo casi veinte años después “Las tetas de tiresias”, presentada en 1917 de
Apollinaire, el dice que es un “drama surrealista” y justifica el término surrealista
diciendo “Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, inventó la rueda, que
no se parece en nada a una pierna. Hizo por lo tanto surrealismo sin saberlo”.
Las obras teatrales que produjeron los dadaístas y que ellos mismos representaron,
son esencialmente, poemas non sense de forma dialogada, acompañada por
montajes y decorados, también con máscaras grotescas y figurines.
El teatro no debe ser un medio para conformar al burgués sino que debe asustarlo,
impactarlo, repugnarlo.
“El medio más simple es lo grotesco, sin que llegue a provocar la risa. La monotonía
y la estupidez humana son tan enormes que sólo con enormidades pueden ser
representadas adecuadamente.”
Bertol Brecht escribió algunas piezas muy relacionadas al teatro del absurdo, por su
empleo de un humor agitado del “clown” y su preocupación por el problema de la
identidad y la fluidez del ser.
Otros que se interesaron en gran forma por el problema de la comunicación entre
los hombres son: Beckett, Adamov e Ionesco.
Estos centros de interés demuestran que el propósito de estas obras y un contenido
político no son contradicciones, sino caras de una misma moneda.
Artaud diagnosticó la confusión de su tiempo como resultado de “la ruptura de las
cosas y las palabras, entre las cosas y las ideas que las representan”. Él rechazó el
teatro narrativo por su preocupación por los problemas personales, prefiriendo una
exposición más cruel y despiadada de los conflictos más profundos de la mente
humana, estas son las bases del “teatro de la crueldad”. El teatro debe perseguir el
mundo interior de los hombres, es decir, considerar a este metafísicamente.
El teatro debería tener por fin, lo que el lenguaje es incapaz de traducir en palabras.
“Estoy intentando restaurar la antigua magia de la palabra, su poder esencialmente
de conjuro”.
Hay en todo esto un claro rechazo al lenguaje, diciendo que “tan pronto como uno
habla, llega el hedor en lo social.”
La pintura moderna y el Teatro del absurdo coinciden en su rechazo de los
elementos discursivos y narrativos, y en su concentración en la imagen poética
como concientización de la realidad interior de la mente consciente e inconsciente y
en los arquetipos a los que da vida.

El significado del absurdo.


El mundo, desprovisto de lo que un día fue su centro, falto de un principio
integrador, se ha desarticulado, se ha convertido en algo sin propósito, absurdo.
El Teatro del Absurdo es una de las expresiones de la búsqueda. Aquellos para los
que el mundo ha perdido explicación y significado central ya no les es posible
aceptar por más tiempo las formas artísticas basadas en la continuidad de
standards y conceptos sin validez.
Este teatro intenta la caída de la complacencia y del automatismo en que está
sumido el hombre para enfrentarlo con la realidad de su condición.
El aspecto satírico y parodístico del Teatro del Absurdo, su crítica social, su deseo
de exponer a una sociedad falsa y ruin genera la exposición satírica de los tipos
humanos a un nivel más profundo, exponiendo al absurdo de la misma condición
humana en un mundo donde la crisis de las creencias (religiosa, moral, en el
hombre) ha privado al ser de cualquier certidumbre.
Este teatro es un intento por hacer consciente al espectador de la precaria y
misteriosa situación del hombre en el universo al tiempo que le hace cuestionar la
razón de su existencia.
Su tema principal radica en la comunicación de la íntima intuición de un poeta sobre
la situación del hombre, su propio sentido de ser, su visión individual del mundo. Lo
que también ha desconcertado es que es un teatro de situaciones frente a un
anterior teatro de sucesos hilvanados y por lo tanto emplea un lenguaje basado en
patrones de imágenes concretas que presentan el mundo personal de sus autores,
carente de personajes objetivamente válidos.
La acción en una pieza del Absurdo no intenta contar una historia, sino comunicar
un esquema de imágenes poéticas.
La estructura formal de una obra así es, artificio funcional a la imagen total y
compleja que desea expresar, donde varios de sus elementos entran en interacción
simultáneamente.
Existe una idea básica de que el pensamiento conceptual empobrece la plenitud
inefable de la imagen percibida en la mente inicialmente. Esta es la clave de la
devaluación del lenguaje en el Teatro del Absurdo.
Al ser un arte para llevar a escena puede ir más allá de la poesía, del pensamiento
discursivo y del mismo lenguaje. La escena es un medio multidimensional; permite
el empleo simultáneo de elementos visuales, movimiento, luz y lenguaje. Es por lo
tanto el medio más apto para la comunicación de imágenes complejas en base de la
interacción pero que no es en sí ninguno de los elementos por sí mismos.
En contraposición al teatro tradicional donde el lenguaje es el elemento principal, en
este teatro antiliterario será reducido a un rol subordinado, este teatro ha llegado a
la libertad de emplear el lenguaje como un mero componente, que a veces será
principal y a veces secundario.
En el mundo cotidiano del hombre, el lenguaje también ha perdido el sentido. Un
caso claro es el hombre que transita por la calle, que está expuesto al incesante
ataque de los “mass media” de la prensa y de la publicidad, por lo tanto este se
hace cada vez más escéptico hacia el lenguaje. Los ciudadanos de países
totalitarios conocen el doble sentido de lo que se les dice, y pueden sentirlo
desprovisto del significado real. Se está abriendo una brecha cada vez más grande
entre el lenguaje y la realidad.
Ionesco dijo al respecto: “Cuando nuestros conocimientos se alejan de la vida, la
cultura deja de abarcarlos (o abarca tan solo una pequeña parte de nosotros
mismos), pues forma un “contexto social” en el que no estamos integrados. En
consecuencia el problema estriba en poner de nuevo nuestra vida en contacto con
nuestra cultura, vivificándola una vez más. Para lograrlo, tenemos primeramente
que acabar con el “respeto por lo escrito”…
Desmenuzar el lenguaje del modo que pueda ser reunido en un nuevo orden, para
restablecer contacto con “lo absoluto” o, como yo prefiero llamarlo, “con la realidad
múltiple”; es un imperativo empujar de nuevo a los seres humanos a que
contemplen lo que realmente son.”
El lenguaje debe reducirse a su estricta función, la expresión del contenido
auténtico, a su vez este proceso solo es posible si se conocen las limitaciones de la
lógica en el lenguaje discursivo.
Es un teatro que previene de la identificación, por lo que resulta cómico a pesar de
su tema sombrío, violento y amargo. Es por esta razón que trasciende las
categorías de lo cómico y lo trágico y combina la risa con el horror. Por lo tanto su
efecto se da mediante la distanciación, activando fuerzas psicológicas, liberando
temores ocultos y reprimidos, pone en movimiento un movimiento integrador de las
parte de la mente de los espectadores con sus lados más oscuros. El
reconocimiento de que el mundo moderno ha perdido su principio unificador, es el
origen de la cualidad estremecedora del Teatro del Absurdo, que le presenta al
espectador la locura de la condición humana, lo que le capacita para ver su
situación en todo su horror y desesperación. Por lo tanto se puede comprender que
la realidad que le preocupa a este teatro es una sociológica, expresada en
imágenes que son la proyección exterior de estados de la mente.
Igualmente este teatro no provee de ninguna solución clara y reductible a una norma
o lección, sino que está conformado por una estructura circular con un
intensificación creciente. Gracias a esto es que el público tiene que variar su óptica
al momento de presenciar la obra, no cuestionándose ¿qué va a suceder? Sino
¿Qué está sucediendo?
En lugar de dársele una solución, se le exige que formule preguntas si quiere
aproximarse al significado de la obra.

Este tipo de teatro no refleja la desesperación, tampoco significa una vuelta a las
oscuras fuerzas irracionales, sino que expone el sueño del hombre moderno por
coincidir con el mundo en que vive. Existen enormes presiones en nuestro mundo
que tratan de empujar a la humanidad hacia el olvido, por lo tanto la necesidad de
enfrentar al hombre con la realidad de su situación es mayor que nunca, pues la
dignidad del hombre consiste en su habilidad para encarar la realidad en todo su
sinsentido.

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