Sei sulla pagina 1di 9

El profeta Ezequiel recibió una visión increíble.

Las Escrituras dicen que


la mano de Dios llevo a Ezequiel a la misma cima de una montaña,
donde se le apareció un hombre “…cuyo aspecto era como aspecto de
bronce” (Ezequiel 40:3). Juan describe una visión similar de un hombre
que se le apareció en la Isla de Patmos: “y sus pies semejantes al
bronce bruñido, refulgente como en un horno” (Apocalipsis 1:15).

Por supuesto que el hombre en ambos pasajes no es otro sino Cristo


mismo. Él llevó a Ezequiel a la puerta de la casa de Dios, donde él le dio
al profeta la maravillosa visión. Era una visión del futuro del pueblo de
Dios, revelando lo que el cuerpo de Cristo seria mientras se acercaban
los últimos tiempos. Ezequiel escribe:

“Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que


salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la
fachada de la casa estaba al oriente; y las aguas descendían de debajo
hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar…

“Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y


midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió
otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego
otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.

“Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas
habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me
dijo: ¿Has visto, hijo de hombre?…

“Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de


árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltara su fruto. A su tiempo
madurara, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para
comer, y su hoja para medicina.” (Ezequiel 47:1, 3-6, 12).

Ahora bien, imágenes de agua en la Biblia casi siempre representan el


Espíritu de Dios. Esta visión claramente revela un derramamiento
poderoso del Espíritu Santo en los últimos días. La visión fue tan
poderosa, tan abrumante en su alcance, que Ezequiel no la comprendía.
El ni siquiera podía comentar acerca de su significado; lo único que
podía hacer era reportarlo. En efecto, antes que la visión terminara, el
Señor se detuvo y le pregunto a Ezequiel, “¿Has visto,…?” (47:6).

Dios le preguntaba a Ezequiel, en esencia, “¿Puedes comprender la


magnitud de lo estas viendo? ¿Eres capaz de comprender el poder
profético de esta visión? ¿Puedes ver de lo que hablan estas aguas
crecientes, como indican la forma en que todas las cosas terminaran?
Dime, Ezequiel, ¿puedes ver la gloria de la venida del Señor en esta
visión? Sé que esta revelación es terrible y espeluznante para ti. Pero no
quiero que pierdas su verdadero significado.”

Mientras releo este pasaje, el Espíritu Santo me detuvo en el mismo


versículo donde detuvo a Ezequiel. Y el me hizo la misma pregunta que
le hizo al profeta del Antiguo Testamento: “David, ¿puedes entender que
esta es una gran profecía, directa del trono del Padre? ¿Puedes
comprender como describe a la iglesia en estos últimos días? ¿Estas
comprendiendo el significado del río creciente?”

La visión debió asombrar a Ezequiel. Aunque las Escrituras no


mencionan esto específicamente, estoy convencido que el profeta no
entendió lo que estaba viendo. Todos los profetas del Antiguo
Testamento tenían una visión limitada de Cristo. Jesús mismo nos dice,
“Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo
que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron. Oíd, pues…”
(Mateo 13:17-18).

Note esas ultimas dos palabras: “Oíd, pues…” Cristo nos dice a nosotros,
“No pierdas esto. No dejes de ver lo que se te esta revelando.”

Exactamente, ¿qué es lo que el Señor revela en esta visión profética?

Viene un derramamiento
creciente del Espíritu Santo.

Esto era lo que le fue mostrado a Ezequiel: En los últimos días, la iglesia
de Jesucristo será más gloriosa, mas victoriosa, que en toda su historia.
El verdadero cuerpo del Señor no se debilitara ni se chisporroteara. No
menguara en números, o disminuirá en poder o autoridad espiritual. No,
su iglesia se ira en una llama de poder y gloria. Y gozara de la más
plena revelación de Jesús jamás vista.

Ezequiel escribe, “…y por sus especies serán los peces tan numerosos
como los peces del a Mar Grande.” (Ezequiel 47:10). ¿Puedes entender
lo que se dice aquí? Viene un cuerpo de creyentes que nadara en las
aguas crecientes de la presencia del Señor. Y su presencia entre su
pueblo se incrementara hasta el final.
“Somos el nuevo mover de Dios. Lo que el esta haciendo en estos
últimos días comenzara aquí mismo, en nuestros medios. Y fluirá de
este cuerpo. Así, que más vale que vengas y te unas a nosotros, porque
nosotros tenemos la visión. Somos el mismo centro de la cosa nueva
que Dios esta haciendo en la tierra en este tiempo. Y su red sale
directamente de nosotros.”

Esta actitud no es tan solo de autoservicio, sino que limita a Dios.


Ciertamente, entorpece su mover de la misma manera que muchas
denominaciones hicieron durante siglos. Esos grupos dieron la impresión
que solo ellos representaban el mover de Dios en la tierra. Y ahora,
trágicamente, la historia se esta repitiendo.

En efecto, veo que hoy están resucitando una vieja falsa doctrina.
Sencillamente, dice, “Dios solo tiene una iglesia en cualquier área o
ciudad en particular. Y solo puede haber una sola autoridad espiritual
que rige en esa área.” Aquellos que promueven esta horrible doctrina
asignan apóstoles o lideres para que “reinen” sobre esas áreas. Conozco
a ciertos apóstoles y profetas auto asignados en la Ciudad de Nueva
York. Ellos creen que solo ellos tienen autoridad sobre el reino espiritual
aquí.

Todavía existe otra forma en que la iglesia tiende a limitarse en la


actualidad. Tienden a mirar atrás a la iglesia del primer siglo y los
apóstoles originales, como si esos antiguos creyentes tuvieron una
mejor revelación de lo que el cuerpo de Cristo debería ser. Tales grupos
derraman sus estudios, energías y devoción tratando de imitar o captar
los métodos de la iglesia primitiva.

Pero el Señor no necesariamente quiere que volvamos a las formas de la


iglesia primitiva. La verdad es, que el ha planeado algo mucho mejor
para su pueblo en estos últimos días. ¿Por que tenemos que volver al
gotear de agua que tomo lugar en la iglesia primitiva, cuando él nos ha
dado “aguas para nadar” hoy?

Esto es exactamente lo que Dios nos esta mostrando en la visión de las


aguas crecientes de Ezequiel:

“…y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.
Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió
luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.”
(Ezequiel 47:3-4).
Ezequiel esta hablando aquí de un aumento del Espíritu Santo. En los
últimos días habrá un aumento de la presencia de Dios entre su pueblo.

El mismo manantial y fuente de este río es la Cruz. Vemos una imagen


literal de esto en siguiente versículo: “Pero uno de los soldados le abrió
el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan
19:34).

Esta pequeña cantidad de agua fue lo que Ezequiel vio mientras la visión
se abría ante él. Mientras él miraba la casa de Dios, el vio que una gota
salió “de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; … las aguas
descendían de debajo hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar…y
vi que las aguas salían del lado derecho.” (Ezequiel 47:1-2).

Este creciente flujo de agua es la imagen de Pentecostés, cuando el


Espíritu Santo fue dado a los discípulos. Junto con este don del Espíritu,
a los seguidores de Cristo les fue dada la promesa que él seria un río de
vida fluyendo dentro de ellos. Y ese río fluiría por todo el mundo.

“El que cree en mi, como dice la Escritura, de su interior correrán iros de
agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen
en el…” (Juan 7:38-39).

Déjame preguntarte: ¿estas comprendiendo esto todavía? Si este río de


agua viva es el Espíritu Santo, entonces Pentecostés, con toda su gloria
y manifestación de la presencia de Dios, fue tan solo el comienzo goteo.
El fluir de agua de la casa de Dios crecería más y más. Se expendería en
anchura, profundidad, volumen, poder y gloria restauradora. La historia
de la iglesia demuestra esto.

En el Pentecostés—el mismo principio de los últimos días—Pedro anuncia


que esta agua estaba fluyendo, como el Señor había prometido. En ese
tiempo, Pedro y los otros 120 discípulos tenia esta agua solo hasta sus
tobillos. Pero aumento de esa cantidad en los años que siguieron.

Durante los primeros siglos de la existencia de la iglesia, el pueblo de


Dios fue perseguido. Entonces, cuando el emperador Constantino llegó
al poder, el abrió las prisiones y minas de sal y liberto a todos los
ministros y creyentes que habían sido esclavizados. El también declaro
que el Cristianismo seria la religión oficial del imperio.

Sin embargo, el hecho es, que durante esos años de persecución la


iglesia creció más. Ahí fue cuando el agua comenzó a aumentar en su
fluir. Esos santos crecieron grandemente en su conocimiento y
revelación de Cristo. Ellos disfrutaron del agua hasta sus rodillas.

Martín Lutero fue aun otra vasija que llevo al cuerpo de Cristo a un
nuevo fluir de fe. El agua que fluyo durante la Reformación subió hasta
los lomos del pueblo de Dios, mientras ellos precian en una mayor
revelación de la Cruz y obtenían un conocimiento mas profundo del
poder y gloria de Cristo.

Me regocijo mientras me imagino esos días. Cuan maravilloso debió ser,


finalmente, ver como masas de gentes eran bautizadas, y entrando a
una revelación de salvación por fe. Debió ser tremendo espectáculo ser
testigo de multitudes de creyentes, llenos con el celo por la casa de
Dios, apresurándose a las catedrales derribando ídolos e imágenes a las
que una vez oraron. Ahora ellos conocían el gozo y vida del fluir de Dios
por si mismos.

El río de vida llegara a su cumbre


justo antes de la venida del Señor.

Esto es presagiado en la visión dada a Ezequiel. Dios llevó al profeta por un viaje
asombroso. Llevando un cordel de medir, el Señor medio 1,000 cubitos a pasos,
aproximadamente un tercio de una milla. A esa distancia, el Señor y Ezequiel
comenzaron a caminar en el agua. Hasta este punto, el fluir llegaba a los tobillos.

Ezequiel testifica, “…, y me hizo pasar por las aguas…” (Ezequiel 47:3). Y el Señor
seguía instando al profeta a seguir adelante, mas profundo y más lejos dentro del
agua. Después de 1,000 cubitos más, el agua llegaba a sus rodillas. Y seguía subiendo.

¿Puedes ver lo que estaba sucediendo aquí? Ezequiel estaba caminando en el futuro,
hasta nuestros tiempos. Los cristianos de hoy en día viven en los últimos 1,000 cubitos
del río en esta visión. Estamos en la última medida de agua. Y Ezequiel dice que
cuando él salió al borde de esta medida, el agua estaba muy profunda para él,
demasiado abrumante. “…Yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de
manera que el río no se podía pasar sino a nado.” (47:5). Él nos esta diciendo en
esencia, “El agua estaba sobre mi cabeza.”

Solo puedo imaginarme lo maravillado que estaría este hombre mientras el Señor le
preguntaba, “Ezequiel, ¿qué es este mar que ha subido? Si este río se trata de la vida
y el poder de resurrección, ¿quienes son aquellos que serán tan bendecidos para nadar
en tal gloria?”

Quizás has experimentado la presencia de Jesús en abundancia. Puedes estar


entusiasmado por tu presente revelación de él. Sin embargo, te digo, no has visto
nada en comparación al incremento que viene a los justos. Cristo va abrir nuestros
ojos y maravillosamente aparecerá en nuestros medios. El se revelara a sí mismo a
nosotros, derramando sobre nosotros tanto de su vida como podamos soportar sin
estar en cuerpos glorificados.

El profeta Isaías tuvo una vislumbre de este mismo río que apareció en la visión de
Ezequiel. Sin embargo, Isaías vio aun más. Según el profeta, en los últimos días el
pueblo de Dios disfrutaría gran protección de ataques satánicos:

“…Por el cual no andará galera de remos, no por el pasara gran nave” (Isaías 33:21).
Isaías se esta refiriendo aquí a naves de guerra dirigidas por esclavos. Él nos esta
dando un cuadro del enemigo, el diablo, mientras él trata de lanzar un ataque contra
todos los que nadan en las grandes aguas. Y es un cuadro de confusión total.

Satanás esta ladrando ordenes a su tripulación, “¡Bajen las ventanillas! ¡Zarpen!


¡Fortalezcan el mástil!” Pero nada funciona. El y sus marineros demoníacos ni siquiera
pueden zarpar para lanzar su buque de guerra. Mientras tanto, todos los esclavos que
manejan los remos permanecen sentados en total confusión.

Dios lo esta haciendo claro como el cristal para nosotros en estos pasajes: sus aguas
vivientes están fuera de límites para Satanás. Como testifica el Salmista, “Sean
avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y
avergonzados los que mi mal intenta. … y el ángel de Jehová los acose. … Y el ángel de
Jehová los persiga.” (Salmo 35:4-6).

El tiempo esta llegando cuando


un número sin precedentes será
vivificado de la muerte espiritual.

“…Y vivirá todo lo que entrare en este río.” (Ezequiel 47:9).

Cuando Ezequiel volvió a la ribera, quedo atónito. Mientras él miraba atrás, él vio,
“muchos árboles” a ambos lados del río. Estos árboles recibieron vida del fluir de las
aguas. Echaron hojas que no se marchitaban y su fruto traía una maravillosa sanidad.
Vida florecía por todas partes en estas torres de árboles frutales.

Si, este río de Dios traerá vida dondequiera que vaya. Sin embargo, en estos últimos
días, también vamos a ver una inundación correspondiente de muerte:

 El SIDA se ha convertido en un océano de destrucción en nuestros tiempos, un


Mar Muerto del tiempo moderno. Multitudes se están muriendo de esta horrible
enfermedad.
 El amor de muchos también morirá. Según Jesús, “…el amor de muchos se
enfriara.” (Mateo 24:12).

 Pablo añade que burladores vendrán, mofando el mensaje del pronto regreso
de Cristo. Mataran la esperanza de otros santos de su aparición. Sus mofas
harán que muera la moral y que el pecado abunde.
 Falsos profetas propagaran doctrinas de muerte. “…Mas los malos hombres y
los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (2
Timoteo 3:13). Aun ahora, la muerte espiritual se ha esparcido a través de la
iglesia apostata.

Mas sin embargo, en medio de toda la muerte y destrucción que vemos, escucho la
profecía del Señor tronando en mi alma: “Mi río va a crecer. Y todo vivirá por donde
fluya mi río.”

Hasta hace solo unos años, la iglesia en China parecía como si estuviera muriendo. El
enemigo había llevado a los creyentes bajo tierra, y por años no salía palabra de ese
país mencionando el mover de Dios. Los cristianos del Occidente no tenían idea si la
iglesia en China había sobrevivido.

Pero, gracias a Dios, el río no pudo ser detenido. Estaba creciendo todo el tiempo que
nosotros los occidentales nos preguntábamos acerca del destino de nuestros hermanos
y hermanas chinos. Hoy, sabemos que millones de creyentes allí están nadando en el
río de vida de Dios. Como el Señor ha declarado, “Todo vivirá donde fluya mi río.”

Ese río fluye a niveles de inundación en Europa Oriental. Solo quince años atrás,
¿quien podía imaginarse que fluiría libremente y abiertamente a través de Rumania,
Polonia, Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia, hasta en la fortaleza de Rusia? La
vida en Cristo esta brotando en todas estas naciones, y en otras por todo el mundo.

Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, muchos


neoyorquinos consideraron mudarse de esta ciudad. Pero el Espíritu Santo ha cavado
un pozo profundo de agua fluyente aquí, y el río esta subiendo cada vez mas alto.
Jesús esta revelando su santidad de un extremo de esta gran ciudad al otro.

El distrito teatral no puede sacar el río de Dios de su territorio. Wall Street no puede
detener sus olas crecientes. Los homosexuales radicales no pueden sacarla de
Greenwich Village (villa donde ellos predominan). Los que están a favor del aborto no
pueden detener su fluir en los corazones de angustiadas mujeres embarazadas. City
Hall no puede retrasar su crecimiento. Los rabíes y mullahs no pueden sacar el río de
sus sinagogas y templos. El río esta subiendo, subiendo, y dondequiera que fluye todo
revive.

Déjame preguntarte: ¿Y tu hogar? ¿Reside la confusión en tu familia? ¿Estas mirando


como la muerte esta arrasando con tus seres queridos? ¿Parece que no hay
esperanzas? Aférrate a esta promesa de nuestro bendito Señor: “…y recibirán sanidad;
y vivirá todo lo que entrare en este río.”

No se como el Señor hará todo esto. Pero si él dice que el río crecerá y traerá vida a
todo lo que toque, yo le creo. Después de todo, de la noche a la mañana Dios borro el
Comunismo—el movimiento global mas abrumante del siglo pasado—en Rusia, Europa
Oriental y Alemania Oriental. ¿No puede el hacer esto también?

En medio de toda la sanidad y avivamiento,


algunos quedaran fuera.
Aquellos que quedaran fuera de este maravilloso río de avivamiento “quedaran para
salinas.” “Sus pantanos y sus lagunas no se sanearan; quedaran para salinas.”
(Ezequiel 47:11).

Ezequiel esta describiendo lodazales, llenos de sucio y cenagoso. Mientras el río fluye
por encima de estos pantanos, no son sanados. Con el tiempo, el río les pasara por
encima por completo, dejándolos tan secos que se volverán sal.

En el Antiguo Testamento, la sal es un símbolo de rebelión y esterilidad / aridez. Los


pantanos de sal que Ezequiel describe aquí representan a aquellos del pueblo de Dios
que sienten profundamente pero no cambian. Tales personas pueden llorar por su
pecado y muerte, pero ellos no obedecen la Palabra de Dios para buscar su vida. Ellos
pueden hacer promesas y tomar resoluciones para cambiar, pero no son constantes.
Isaías hace eco de esto cuando escribe, “Pero los impíos son como el mar en
tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.” (Isaías
57:20).

No te equivoques: estas personas profesan abiertamente ser cristianos. Y han sido


inundados con reprensiones santas. El Espíritu Santo ha medido la profundidad de sus
almas y los ha llamado. Pero ellos permanecen igual, no cambian. Ellos han estado en
su río de vida, pero ellos no le han permitido que toque la profundidad de su ser.

Como resultado, la vida de Jesús no fluye de ellos. En vez de eso, de su vientre fluye
un manantial continuo de chisme, adulaciones falsas, mentiras y distorsiones. Tales
personas no son dadores de vida. Al contrario, todo a su alrededor esta tocado por
contienda y amargura. Están sumidos en lastima de si mismos. Ellos se quejan
continuamente y cuestionan la obra de Dios en los demás. Ellos profesan vida, pero
están en el sucio cenagoso. Son farsantes espirituales, propagando muerte a todos a
su alrededor.

En las palabras de Pedro, se han convertido en “pozos sin agua” (2 Pedro 2:17). Y,
según Ezequiel, una sentencia de muerte ha sido declarada sobre ellos: “quedaran
para salinas.” Esto es una maldición de esterilidad, relegándolos a una vida sin fruto, a
ser totalmente inútiles. Aun así, permanecen firmes en su rebelión, llenos de orgullo
destructivo.

Trágicamente, Dios doblara su río de vida para fluya completamente alrededor de


ellos. Con el tiempo, quedaran ciegos, insensibles al peligro en el cual se han puesto. Y
mientras el Espíritu Santo se aleja de ellos, quedaran engañados, clamando, “Paz,
paz,” mientras la destrucción cae a su alrededor.

Ezequiel quizás no podía creer al ser testigo de estos lugares de muerte. Él veía vida
brotando por todos lados dondequiera que fluía el río, pero esos lugares de muerte
permanecían estériles y blancos por la sequedad.

Te pregunto, ¿cómo cualquier seguidor de Cristo puede llegar a tal condición? ¿Cómo
puede un siervo llegar a tal vacío, sequedad y alejamiento de su río que es dador de
vida? Pedro explica:
“Ellos andan tras la carne. Ellos son presuntuosos y atrevidos. Ellos resisten la
autoridad ordenada por Dios. Y hablan mal de cosas que ellos no conocen. Ellos se
envuelven en cosas mundanas y son vencidos por ellas. Y se han alejado de los santos
mandamientos que una vez les fueron dados” (Ver 2 Pedro 2:10-21).

Para mí, la parte más triste de esta tragedia es que la mayoría de estos pozos secos
una vez fueron fuentes de aguas vivientes. En un tiempo sus vidas brotaban sanidad y
bendición. Pero ahora echan amargura, odio y muerte.

Amado santo, te insto: si estas atado en amargura tenaz mientras el río fluye a tu
alrededor, no te permitas continuar. Permite que Dios llene tu vientre con agua
viviente. No te das cuenta, pero una inundación de revelación de nuestro Señor esta
en camino. Y no se detendrá para servir a cualquier carnalidad.

Así que, ¿puedes comprender la magnitud de la visión dada a Ezequiel? Los profetas
del Antiguo Testamento no lo podían ver. Pero a través de su Espíritu Santo, Dios nos
ha dado ojos para ver su grandeza. Por lo tanto escucha: ¡Viene un río de vida!

Potrebbero piacerti anche