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de la Enfermería
Evolución histórica
del cuidado enfermero
ISBN: 978-84-8086-749-8
Advertencia
La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse
unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros
conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir
cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda
a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes
sobre cada fármaco para comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de
la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del
médico determinar las dosis y el tratamiento más indicado para cada paciente,
en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni
los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños
que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del
contenido de esta obra.
El Editor
Prólogo vii
Prefacio xi
Introducción xiii
5 Autoevaluación
Disponible en www.studentconsult.es
Las autoras del libro que hoy tiene en sus manos son conscientes de la gran respon-
sabilidad que asumen cuando aceptan el reto de enfrentarse a escribir un libro sobre
la historia de los cuidados enfermeros o, lo que es lo mismo, la historia de la profe-
sión enfermera; de ahí el rigor metodológico y documental del que hacen gala a lo
largo de la obra. Este libro, además, tiene la condición de ser una segunda edición de
otro publicado en el año 2001, lo que demuestra que las autoras no se conformaron
con mostrar al lector sus conocimientos sobre la materia tratada en un momento
determinado, sino que continuaron trabajando todos y cada uno de los capítulos del
libro, cotejando sus contenidos con otras opiniones, profundizando en ellos y actua-
lizándolos, así como mejorando su presentación, sobre todo desde un punto de vista
pedagógico. Las autoras han estructurado su obra en cuatro grandes capítulos, lo que
ellas llaman las cuatro etapas de la profesión enfermera: la doméstica, la vocacional,
la técnica y la profesional, siguiendo, como ellas mismas reconocen, las enseñanzas
de la profesora de Enfermería francesa Marie Francoise Collière (1930-2005).
Dice Diego Gracia, catedrático de Bioética de la Universidad Complutense de
Madrid, que profesiones como tal sólo hay tres: la médica, que atiende los problemas
del cuerpo; la eclesiástica, que atiende los problemas del alma, y la jurídica, que
dirime los problemas entre el cuerpo y el alma, para añadir a continuación que el
resto, incluida la arquitectura, son oficios que con el devenir de los tiempos tornaron
en profesión. En mi modesta opinión, esta definición le viene como anillo al dedo a la
profesión enfermera, que ha transitado de oficio a profesión a lo largo de su historia
y, desde luego, de forma más notable en los últimos treinta años, como afirman las
propias autoras.
Si nos atenemos a los aspectos legales del reconocimiento de la profesión, es
decir, cuando sus conocimientos se adquieren en lo que podríamos denominar for-
mato de planes de estudios aprobados por los organismos pertinentes en cada época
con sus correspondientes reválidas u otros sistemas de selección para iniciar sus estu-
dios, y obteniendo a su conclusión un título o diploma habilitador para su ejercicio,
solemos tomar como referente la figura del practicante que quedó institucionalizada
con la aprobación de la denominada Ley Moyano en 1857. Sin embargo, hubo ante-
riormente, como cita el profesor José Siles, dentro del entramado sanitario de la
época, otra figura, la del sangrador, cuyo título se creó en 1797, si bien es cierto que
se tiene constancia documental de su existencia desde el Fuero Juzgo de Eurico en
vii
el año 460. En cualquier caso, todas estas figuras, que configuran lo que podríamos
denominar como la parte más técnica de la profesión, fueron progresivamente con-
fluyendo e integrándose unas en otras hasta concluir en lo que hoy denominamos
como profesión enfermera.
En el ámbito de los cuidados, las primeras enseñanzas regladas de las que se tiene
constancia en España fueron las propuestas por el Dr. Rubio y Gali en la primera
escuela de enfermeras de España, la Real Escuela de Enfermeras de Santa Isabel de
Hungría, que se creó en Madrid en el año 1896 y que sirvió de modelo y ejemplo
para el ulterior desarrollo de sus enseñanzas. Así, el Dr. Baltasar Pijoan utilizó esta
experiencia como guía para la elaboración de los planes de estudio de la Escuela de
Santa Madrona en Barcelona en 1917, desplazándose incluso a la capital para cono-
cer de primera mano su desarrollo e implantación, y así sucesivamente, estos planes
de estudio se fueron ampliando y mejorando por las distintas escuelas que fueron
creándose en España.
Las autoras hacen a lo largo de su obra una espléndida exposición de cómo ha
ido evolucionando la profesión enfermera hasta alcanzar el máximo reconocimiento
académico posible, el acceso al doctorado desde su propia disciplina, pasando no
sólo de oficio a profesión, sino también de ayudante de médico a enfermera de la
comunidad.
¿Quién le iba a decir a D. Claudio Moyano y Samaniego (1809-1890), ministro
de Instrucción Pública bajo el reinado de Isabel II, que, cuando oficializó la figura
del practicante como elemento integrador de las denominadas profesiones auxiliares
médicas, sobre todo en el arte quirúrgico (sangradores, flebotomianos, ministrantes
y cirujanos menores), acabaría recibiendo su instrucción en las universidades con
profesores de su propia disciplina?
¿Quién le iba a decir al Dr. Federico Rubio y Gali (1827-1902), fundador de la
Real Escuela de Enfermeras de Santa Isabel de Hungría en 1896, primera de las
escuelas de enfermería de España, que esas alumnas a las que para iniciar sus estu-
dios se les exigía saber leer y escribir y las cuatro reglas de sumar, restar, multiplicar
y partir, además de no tocar moneda, mantener soltería, etc., acabarían cursando
unas enseñanzas equiparables en lo académico a otras disciplinas como la lengua, el
derecho e incluso la medicina?
¿Quién le iba a decir a D. Joaquín Ruiz-Giménez Cortés (1913-2009), ministro
de Educación Nacional durante la dictadura del general Franco, que, cuando en
1953 unificó a practicantes, enfermeras y matronas en una sola titulación, Ayudante
Técnico Sanitario (ATS), a estos técnicos y ayudantes de los médicos más próximos
a la formación profesional que a las enseñanzas universitarias se les abrirían, apenas
cincuenta años después, las puertas de la universidad y con ellas las del acceso a la
investigación en condiciones de igualdad con respecto a otras disciplinas?
Y por último, ¿quién le iba a decir a D. Íñigo Cavero Lataillade (1929-2002),
ministro de Educación y Ciencia en el primer Gobierno de D. Adolfo Suárez que,
Civilizaciones Edad
Prehistoria Edad media Edad moderna
antiguas contemporánea
Bibliografía
Collière MF. Promover la vida. Madrid: McGraw-Hill; 1993.