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TRIBUNAL REVISOR DE LA CONDENA

POR ABSOLUCIÓN REVOCADA.


Jerarquía vshorizontalidad

Por Marcelo Solimine

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa D.429 XLVIII “Duarte”1,


resuelta el 5/8/142, definió que será la Cámara Federal de Casación Penal, a través de otra de
sus Salas, el tribunal que deberá intervenir y garantizar la doble instancia en el caso en que la
condena sea dictada por la propia Cámara de Casación3, revocando una absolución mediante
“casación positiva”4.
De tal modo,la nueva Sala del Tribunal de Casaciónque intervenga deberá hacer una
revisión de la sentencia condenatoria dictada por su par; practicando, en resguardo de la
garantía pactista del “doble conforme”, una revisión amplia conforme a losparámetros fijados
por la propia Corte en la causa “Casal”,del 20/09/05, Fallos 328:3399. Vale recordar que en
este precedente, nuestra Corte Federal avanzó en relación al criterio sentado por la Corte
Interamericana en las sentencias “Herrera Ulloa”, del 2/7/04, párr. 165 y “Barreto Leiva”,
párr. 89 (en las que el tribunal internacional cristalizó el concepto de “revisión integral”,
incluyendo cuestiones de hecho y prueba), precisando el modo de concretar esa revisión
integral, al compatibilizar la idea de revisión con la de juicio oral, mediante la enunciación de
la “doctrina de la capacidad de rendimiento o revisión”, que exige que se haga el máximo
esfuerzo por revisar todo lo revisable; definiendo que lo no revisable es lo que surge
directamente de la inmediación, sin que ello deba ser magnificado.
Como ya señalara en otra oportunidad5, ha sido la sentencia dictada el 23/11/12 por la
Corte Interamericana de DD.HH. en el caso “Mohamed contra Argentina”6la que, con

1
- Los antecedentes del caso refieren a una absolución dictada por el Tribunal Oral Federal de Formosa,
sentencia que fue casada por la Cámara Federal de Casación Penal, que dictó una condena a 4 años y 6 meses de
prisión. La resolución de la Corte Suprema fue suscripta por los Ministros Zaffaroni, Maqueda y Highton de
Nolasco. También por el juez Petracchi, quien remitió al dictamen de la Procuradora General de la Nación.
2
- En la misma fecha de “Duarte”, por remisión a este precedente, también resolvió las causas C.1733 XLVIII
“Chabán”, en la cual también dispuso la intervención de otra Sala de la Casación, y C.416 XLVIII “Chambla”,
en la que remitió la causa al Tribunal Superior de Justicia de Neuquén, “para que en la forma que lo disponga se
asegure respecto de los recurrentes el derecho consagrado en el artículo 8.2.h. de la CADH”. En este caso, en su
dictamen, la Procuradora consideró que la inexistencia de una vía recursiva local no puede significar obstáculo
para garantizar el 8.2.h, CADH, y que corresponde al Superior Tribunal de Justicia adoptar las medidas de
carácter no legislativo (art. 2, CADH) tendientes a asegurar su ejercicio; descartando que sea la CSJN quien
garantice la doble instancia porque ello importaría desnaturalizar la función constitucional de ese tribunal.
3
- En el Cons. 10 del fallo “Duarte”, se señaló: “Que la concreta afectación a la garantía del doble conforme …
impone … que se designe a otra sala de la Cámara Federal de Casación Penal para que actúe como tribunal
revisor”.
4
- La"casación positiva" por recurso acusatorio se verifica cuando el tribunal de alzada condena al imputado que
había sido absuelto en la sentencia recurrida (por contraposición, la "casación negativa" supone anular la
absolución y ordenar el reenvío). Sobre el tema hace buena síntesis Maximiliano Hairabedián, Nuevo régimen de
la casación penal, publicado en Suplemento Penal 2014 noviembre de La Ley (“L.L.”, 2014-F), comentando la
causa “Chabán”, citada en la nota 2.
5
- Solimine, Recurso contra la condena por absolución revocada, “L.L.”, del 21/5/13, ps. 1/4.
6
- En ese caso, que tramitó en el régimen interno argentino bajo las previsiones del viejo CPMP ley 2372 (código
Obarrio), el juez correccional había dictado absolución, que la Cámara de Apelaciones revocó, dictando condena;
que había quedado sin revisión pues se había rechazado el recurso extraordinario federal por aplicación del art.
280 CPCC.
acierto, exigió que se realice el control contra la sentencia condenatoria dictada tras la
revocatoria de una absolución. Precisamente, en el párr. 92 señaló: “Teniendo en cuenta que
las garantías judiciales buscan que quien esté incurso en un proceso no sea sometido a
decisiones arbitrarias, la Corte interpreta que el derecho a recurrir del fallo no podría ser
efectivo si no se garantiza respecto de todo aquél que es condenado, ya que la condena es la
manifestación del ejercicio del poder punitivo del Estado (Cfr. Caso ‘Baena’, del 2/2/01, párr.
107)”, agregando en el mismo párrafo: “Resulta contrario al propósito de ese derecho
específico que no sea garantizado frente a quien es condenado mediante una sentencia que
revoca una decisión absolutoria. Interpretar lo contrario, implicaría dejar al condenado
desprovisto de un recurso contra la condena7. Se trata de una garantía del individuo frente al
estado y no solamente una guía que orienta el diseño de los sistemas de impugnación en los
ordenamientos jurídicos de los Estados Partes de la Convención”.
Asimismo, en tal oportunidad el máximo Tribunal Interamericano desechó la
argumentación de que la garantía de doble instancia no regía cuando quien dictaba la condena
era un tribunal de alta jerarquía. Al respecto, en el párr. 94, señaló que “El Estado (argentino)
ha sostenido que sería permitido establecer excepciones al derecho a recurrir condenas
penales…, con base en que el art. 2 del Protocolo 7 del Convenio Europeo para la Protección
de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales permite determinadas
excepciones 8. Al respecto, la Corte no coincide con el alcance que Argentina otorga a esa
norma del Sistema Europeo para interpretar la correspondiente norma de la Convención
Americana, ya que precisamente esta última no previó excepciones como sí lo hizo
expresamente la disposición del Sistema Europeo”.
Por otra parte, en esta sentencia, la Corte Interamericana se encargó de destacar que el
recurso extraordinario federal argentino no satisface las exigencias pactistas de la garantía de
doble instancia. De tal modo, en el párr. 104, señaló:“...el recurso extraordinario federal no
constituye un medio de impugnación procesal penal sino que se trata de un recurso
extraordinario regulado en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, el cual tiene
sus propios fines en el ordenamiento procesal argentino. Asimismo, las causales que
condicionan la procedencia de dicho recurso están limitadas a la revisión de cuestiones
referidas a la validez de una ley, tratado, norma constitucional o a la arbitrariedad de una
sentencia, y excluye las cuestiones fácticas y probatorias, así como el derecho de naturaleza
jurídica no constitucional”9.
Finalmente, el máximo tribunal interamericano aludió al “deber de adoptar
disposiciones de derecho interno (art. 2 de CADH) en relación con el derecho a recurrir del

7
- Ello fue reafirmado recientemente en la sentencia “NorínCatrimán”, del 29/5/14. Allí, la Corte Interamericana
en el párr. 270, apartado e), señaló: “Recurso al alcance de toda persona condenada:… Debe ser garantizado
inclusive frente a quien es condenado mediante una sentencia que revoca una decisión absolutoria (Cfr. Caso
Mohamed vs. Argentina, párr. 92, y Caso Liakat Ali Alibux vs. Suriname, párr. 84)”.
8
- Cita el texto del art. 2 del Protocolo 7 del Convenio Europeo, que establece “1.Toda persona declarada
culpable de una infracción penal por un tribunal tendrá derecho a que la declaración de culpabilidad o la
condena sea examinada por una jurisdicción superior… 2. Este derecho podrá ser objeto de excepciones en caso
de infracciones de menor gravedad según las defina la ley, o cuando el interesado haya sido juzgado en primera
instancia por el más alto tribunal o haya sido declarado culpable y condenado al resolverse un recurso contra su
absolución”.
9
- Este descalificación no es novedosa. Ya la había efectuado la Comisión Interamericana de DD.HH., en el
Informe 17/94 “Maqueda”, del 9/2/94.
fallo”, señalando en el párr. 113, respecto de esta norma que “La Corte ha establecido que
dicho deber implica la adopción de medidas en dos vertientes. Por una parte, la supresión de
las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías
previstas en la Convención. Por otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas
conducentes a la efectiva observancia de dichas garantías (Cfr. Caso ‘Castillo Petruzzi’,
párr. 207, y Caso ‘González Medina’, del 27/2/12, párr. 243)”.
Las previsiones del art. 8.2.h de la CADH y el alcance brindado por la Corte
Interamericana como intérprete y órgano de aplicación de tal norma, dejaba demarcado el
camino por el cual debía transitar nuestra Corte Suprema -en respeto al control de
convencionalidad 10
-, imponiendo la “revisión integral” de la sentencia condenatoria dictada
mediante una “casación positiva” (a través de la cual quedaba revocada una sentencia
absolutoria). En tal sentido, el ya citado párr. 92 de la sentencia “Mohamed” de la Corte
Interamericana así lo imponía y nuestra Corte Federal de tal modo lo reconoció expresamente
en el Cons. 9 del fallo bajo comentario, con transcripción literal de lo allí dicho por el tribunal
internacional.
Ciertamente que, como ya señalara, el contenido amplio del recurso contra la condena ya
había quedado definidopor nuestra Corte Suprema con el icónico fallo “Casal”-mediante la
aludida doctrina de “capacidad de rendimiento o de revisión”-. Sólo restaba ahora precisar
cuál sería el órgano que debía ejercitar tal control, cuando la condena era dictada mediante
“casación positiva”.
Así, a falta de norma que regulara tal extremo; en sintonía con la disposición del art. 2 de
la CADH (“eldeber de adoptar disposiciones de derecho interno”) y la directriz delineada en
el recién transcrito párr. 113 de la sentencia “Mohamed”, nuestra Corte Suprema se vio
compelida a definir cuál debía ser ese órgano, encargado de garantizar la “doble instancia”.
Para ello coincidió con el criterio sentado en el dictamen de la Procuradora General de la
Nación, Alejandra GilsCarbó, quien sugirió la intervención de otra Sala de la misma Cámara
de Casación. En tal dictamen, entre los argumentos para llegar a tal aserto, consideró que la
Corte Interamericana, en el párr. 90 de la sentencia “Barreto Leiva”, del 17/11/09, sostuvo
que“la inexistencia de un tribunal jerárquicamente superior al que dicta el fallo condenatorio
no constituye un obstáculo para hacer efectiva la revisión amplia a la que tiene derecho el
condenado, pues lo importante es que el recurso garantice la posibilidad de un examen
integral de la decisión recurrida. En esos casos, en efecto, el tribunal interamericano ha
señalado que el conocimiento de la impugnación puede incluso estar a cargo del mismo
órgano jurisdiccional, ‘con exclusión de quienes ya se pronunciaron sobre el caso’"11.

10
- La Corte Interamericana de DD.HH., en la sentencia “Almonacid Arellano”, del 26/9/06, exigió la necesidad
de llevar a cabo este test, para determinar si la ley interna es compatible con la Convención. Así, afirmó: “el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el Tratado, sino también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana” (párr. 124), criterio que fue receptado por nuestra Corte Suprema en el fallo
“Mazzeo”, del 13/7/07 (Fallos 330:3248).La Corte Interamericana exigió que ese control se haga de oficio
(sentencia “Trabajadores Cesados del Congreso”, del 24/10/06, párr. 128), pauta que también suscribió nuestra
Corte en la causa “Videla/Massera”, del 31/8/10 y cuyo argumento luego utilizó en la causa “Rodríguez
Pereyra”, del 27/11/12 para reforzar la posibilidad de que la inconstitucionalidad sea declarada de oficio.
11
- En rigor, el párr. 90 de la sentencia “Barreto Leiva”, indica: “Si bien los Estados tienen un margen de
apreciación para regular el ejercicio de ese recurso, no pueden establecer restricciones o requisitos que
infrinjan la esencia misma del derecho de recurrir del fallo. El Estado puede establecer fueros especiales para el
Asimismo, la afirmaciónefectuada por la Corte Interamericana en el párr. 104 de
“Mohamed” de que el recurso extraordinario federal argentino no satisface las exigencias de
la garantía del art. 8.2.h, resultaba funcional a tal idea y lo allí dicho por el Tribunal
Supranacional fue recordado en el Cons. 8 del fallo de nuestro Corte Suprema; indicando
también: “Que en ese orden de ideas, el escaso margen revisor que tiene esta Corte mediante
el recurso extraordinario federal, dejaría afuera una cantidad de aspectos esenciales que no
podrían ser abordados sin poner en crisis el propio alcance de la excepcional vía de
competencia del máximo tribunal constitucional, por el contrario el nuevo examen del caso -
primera condena mediante- en la mecánica de funcionamiento de la Cámara de Casación -
máxime luego de la adecuación al recurso a partir del citado precedente ‘Casal’- no haría
mella en su cotidianeidad desde lo eminentemente práctico”.
Del mismo modo, la consideración de la Corte Interamericana en “Barreto Leiva”, traída
a la palestra en el dictamen de la Procuradora también fue capitalizada en la misma dirección.
Así, nuestra Corte Federal, en el Cons. 7, expresamente señaló: “la propia Corte
Interamericana excepciona la intervención de un tribunal superior -cuando no existe otro en
el organigrama de competencias- aunque exige como único requisito que sean magistrados
diferentes a los que ya juzgaron el caso los que cumplan con la revisión amplia (cfr.
parágrafo 90 del caso -de competencia originaria local- "Barreto Leiva vs. Venezuela" Corte
Interamericana de Derechos Humanos)”12.
En definitiva, nuestra Corte Federal concluyó que la “revisión integral” de la sentencia
condenatoria dictada por una Sala de Casación, debía ser practicada por otra Sala de dicha
Cámara, bajo los parámetros fijados en el fallo “Casal”.
El camino seguido era previsible, de considerar la doctrina sentada por la propia Corte
Suprema en “Giroldi” (Fallos 318:514, del 7/4/95). Allí precisó que a partir de entonces, cabía
dejar de lado la doctrina sentada en el fallo “Jáuregui” (Fallos 311:274, del 15/3/88) -que
sostenía que la doble instancia era garantizada por la propia Corte a través del recurso
extraordinario federal-, confiriendo tan trascendente rol a la Cámara Federal de Casación
Penal.
Vale indicar que en la legislación comparada interna, el Código Procesal Penal de
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ley 2303, del 29/3/07) prevé esta misma solución, pues su
art. 290, señala: “La sentencia de Cámara que revoque una absolución de primera instancia
conforme las reglas precedentes, podrá ser recurrida por la defensa dentro del tercer día, por
escrito fundamentado, ante la Sala de la Cámara que siga en orden de turno”. Dicha
normativa, recoge el criterio sentado por Julio Maier, quien postuló dicha solución en materia
contravencional, como juez del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, en las causas

enjuiciamiento de altos funcionarios públicos, y esos fueros son compatibles, en principio, con la Convención
Americana (supra párr. 74). Sin embargo, aun en estos supuestos el Estado debe permitir que el justiciable
cuente con la posibilidad de recurrir del fallo condenatorio. Así sucedería, por ejemplo, si se dispusiera que el
juzgamiento en primera instancia estará a cargo del presidente o de una sala del órgano colegiado superior y el
conocimiento de la impugnación corresponderá al pleno de dicho órgano, con exclusión de quienes ya se
pronunciaron sobre el caso”.
12
- Ver el texto literal de dicho párrafo en la nota anterior.
“MasliahSasson” (Fallos TSJ, t. IV, p. 553) y, posteriormente, en la causa “Moreno, Rodrigo
Félix”, fallada el 5/4/06.
Más allá de la solución brindada en “Duarte” por la Corte Suprema, lo cierto es que en
nuestra organización judicial ella se encuentra por encima de la Casación, pudiendo como
“tribunal superior” haber asumido su intervención para garantizar la doble instancia. Y
adviértase que para ello no resultaba óbice que la Corte Interamericana descalificara al recurso
extraordinario federal como recurso eficaza tal fin: es que allí sólo desestimó la idoneidad del
mecanismo, masno la del Tribunal.
En todo caso, si la Corte hubiera optado poractuar como garante de la doble instancia,
debía exceder el marco conceptual del recurso extraordinario federal y adecuar su revisión al
estándar fijado por ella misma en “Casal”. Precisamente, éste había sido el criterio afirmado
por el juez Zaffaroni en su voto disidente en la causa A.984 XLI “Argul”, del 18/12/07, que
versaba sobre el cuestionamiento a un agravamiento de la condena impuesta por la Cámara de
Casación Penal 13
. Allí, Zaffaroni sostuvo: “Que esta Corte reconoce que la doctrina de la
arbitrariedad no la habilita a actuar como tribunal ordinario de alzada para el análisis y
tratamiento de cuestiones no federales. No obstante, en esta oportunidad, deberá avocarse
excepcionalmente a actuar como tribunal revisor, ya que de no hacerlo, la nueva sentencia
condenatoria dictada por la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal no tendría
instancia de revisión alguna y se conculcaría la garantía contemplada en el art. 8 inc. 2 h de
la CADH, la que goza de jerarquía constitucional” (Cons. 8 de su voto)14.
No obstante esta posibilidad, lo concreto es que la solución brindada por la Corte -en
línea con la doctrina sentada anteriormente en “Giroldi”-, no parece irrazonable, pues a la par
de quehabilita un mecanismo paraasegurarel respeto por la garantía; evita sobrecargarsus
funciones con la asunción de revisiones mediante recursos ordinarizados; que terminarían
desnaturalizando su función institucional: asegurar la supremacía de la Constitución 15.
Es cierto que en definitiva quien habrá de efectuar la revisión no es un “tribunal
superior”, sino pares del mismo tribunal; massiguiendo a Maier, repárese que hoy el concepto
de tribunal superior bien puede conceptualizarse sin exigir “superior jerarquía”. En tal
sentido, Maier explica que “la implementación del recurso contra la condena de quien va a
sufrirla sería bastante más sencilla con una organización judicial horizontal, en la cual los
jueces, sin distinción -o con la única distinción de la competencia territorial del tribunal en el
cual cumplen funciones, por razones de distancia espacial-, fueran todos jueces del Estado que
los instituye y desarrollaran, en cada caso, la función que se les asigna, por algún método que
proscribiera la arbitrariedad en la atribución particular del caso. Tampoco resulta necesaria la
formación rígida de un tribunal, integrado siempre con el mismo número de jueces que son

13
- La mayoría del Tribunal desestimó el recurso por aplicación del art. 280 de CPCC
14
- Hairabedián recuerda en la jurisprudencia de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, el voto del
juez Gemignani, en la causa “Correa”, del 20/11/12 (en donde cita el voto del juez Zaffaroni en “Argul”) y en la
causa “B.,A.D.”, del 17/5/13, señalando: "ese recurso, si bien no expresamente regulado mediante la legislación
de derecho interno, pues no consiste en el recurso extraordinario federal, sino en un recurso amplio que permita
satisfacer los estándares fijados por el Máximo Tribunal en la causa 'Casal'" (Hairabedián, Nuevo régimen…,
ob. cit., nota 31).
15
- Esta es, precisamente, la finalidad del recurso extraordinario federal, como herramienta diseñada conforme a
la función institucional que la Constitución Nacional confiere a nuestra Corte Suprema.
necesarios para cumplir la misión encomendada dentro de la administración de justicia, y con
los mismos jueces, a variar sólo por integración ante el apartamiento de uno de los titulares
(recusación o excusación), solución escasamente imaginativa, sino que es recomendable que
todos los jueces que tienen una misma competencia territorial y material conformen un
tribunal integrado con múltiples jueces como organización, tantos como sea necesario según la
cantidad y clase de los asuntos a decidir y el número de jueces que tiene que decidirlos. De
este modo -afirma-, no es necesario concebir al tribunal revisor como un tribunal ‘superior’, en
sentido jerárquico, sino, antes bien, superior en sentido material para el caso”16. No puedo
más que coincidir con estas reflexiones de Maier, pues sin dudas, la idea de organización
horizontal del Poder Judicial es la que, en definitiva, permitirá conferir una mejor dinámica y
optimizar la utilización de los recursos humanos, sin acudir a estructuras rígidas, con
prestaciones operativas limitadas y estancas.
Claro que es imperativo destacar que en aquella contribución doctrinaria, Maier
postulabaque el “tribunal revisor esté integrado por más jueces que aquél que dictó la
sentencia de mérito, necesariamente, y además, integrado por otros jueces distintos a
aquellos que intervinieron previamente” 17.
Atendiendo aestas consideraciones de Maier, es obvio que la sentencia de la Corte
Suprema en “Duarte”, de manera ponderable, suscribe la idea de tribunal superior “en sentido
material para el caso” y manda a que la revisión la hagan mediante un “control horizontal”18
jueces de otra Sala del mismo tribunal que sentenció -no interviniendo ya los
mismosmagistrados que antes resolvieron-; más no satisface el otro recaudo que postula
porMaier: que ese tribunal se integre con más jueces que aquél que dictó la sentencia.
Lo dicho, mueve a la reflexión. Máxime que la sentencia “Barreto Leiva” de la Corte
Interamericana de DD.HH., aludía a que la revisión la haga “elpleno de dicho órgano, con
exclusión de quienes ya se pronunciaron sobre el caso”19.
Y repárese que la intervención del pleno fue una de las alternativas que ponderó el juez
Diez Ojeda, en la causa 11.545 “Mansilla”, de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación
Penal, resuelta el 26/9/11, para proceder a la revisión de una condena dictada mediante
“casación positiva” 20.
Adviértase que Maier señala que “un número mayor de jueces… requiere mayor
deliberación entre ellos sobre la solución del caso y, precisamente por esa razón, existiría así

16
- Julio Maier¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?, ps. 12/13, ponencia presentada
en 2011 en el Seminario que brinda Daniel Pastor en la Facultad de Derecho de la UBA.Vale apuntar que Maier
allí postula, como forma de garantizar la doble instancia la existencia de un nuevo juicio, criterio que fue
desechado por la Corte Interamericana (Sentencias “Mohamed”, párr. 101 y “NorínCatrimán” párr. 270, apartado
f, indicando en ambas que la doble instancia “no implica que deba realizarse un nuevo juicio oral”).
17
- Maier, ¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?, ob. cit., p. 13.
18
- Aceptar este esquema de “organización horizontal”, es central en el proceso de reforma integral que se viene
llevando a cabo en el sistema federal, para la organización del Poder Judicial, respecto de las leyes de
implementación de un nuevo CPPN.
19
- Ver su contenido en la nota 11.
20
- Así, proponía que “por vía pretoriana, en forma similar a la creación jurisprudencial de la acción de
amparo, proveer de igual modo una posibilidad de revisión de lo decidido por ante esta misma Cámara Nacional
de Casación Penal, a través de una de sus Salas o del Pleno sin participación de los jueces que intervinieron
previamente, ya que cualquiera de estos dos órganos jurisdiccionales poseen la capacidad suficiente para
satisfacer el derecho invocado”.
un menor espacio para el error en este supuesto” 21
y concluye, reflexionando: “si una mayor
estructura de deliberación en la construcción de la sentencia, asegura mayor acierto o menor
posibilidad de error es algo que puede discutirse, pero sí parece indudable que esa realidad,
unida a otras que fundan argumentos coadyuvantes, garantiza mayor seriedad en la
elaboración del fallo y en la realización correcta del procedimiento que marca la ley para
arribar a él” 22.
Más allá de estas consideraciones, lo cierto es que no pretendo postular ni que la revisión
en un caso de condena por “casación positiva” en el régimen hoy vigentela efectúe la Corte
Suprema; ni tampoco que la practique el pleno de la Cámara de Casación. Es que soluciones
de tal tipo serían contraproducentes, al implicar una sobrecarga adicional a la mucha que ya
deben soportar dichos tribunales, involucrando en una misma decisión a un número muy
elevado de Magistrados. De tal modo, mal podría pretenderunarespuestade tal categoría, en el
sólo beneficio delaresolución de casos individuales (cuyo debido contralor puede asegurarse
de distinto modo), pues mediante un mecanismo de tal naturaleza podría atentarse contra los
tiempos de respuestapara la generalidad del sistema de administración de justicia,al
sobrecargar de tareas a la totalidad de los jueces de los tribunales de más alta jerarquía.
Con estas reflexionessólo procuro sumar elemento para el debate, con la convicción de
que la fortaleza de los tribunales superiores no sólo radica en la calidad personal de sus
miembros, sino centralmente, en la fuerza del número de los jueces que lo conforman23. Al
respecto, Maier, ante el interrogante: “¿cuántos jueces y de qué clase son necesarios para
resolver una determinada cuestión?”, señala “Ésa es una pregunta política, en principio, a
decidir quizás por aproximación a un ideal, que puede tener respuesta, como tantas otras, por
juicios de oportunidad, dependientes del contexto real en el que se inscribe la pregunta y de
sus posibilidades, pero también en atención a parámetros normativos y, además, quizás por
una mezcla de ambos conceptos” 24.
En definitiva, lo concreto es que la doctrina sentada en “Duarte” por nuestra Corte
Federal, no sólo resultaba previsible, sino que en la coyuntura luce razonable. No obstante
ello, bien se pueden sumar elementos en el diseñoinsitucional que, sin generar sobrecargas de
trabajo adicionales innecesarias, garanticen una mejor calidad en el proceso de revisión de la
sentencia condenatoria dictada al revocar una anterior absolución.
Tal análisis y la consecuente toma de posición luce trascendente. Máxime en estos
momentos, que nos encontramos discutiendo un proceso integral de reforma del sistema de
justicia penal federal, siendo quepara el supuesto bajo análisis, el proyecto de Código Procesal
Penal federal bajo discusión parlamentaria prevé en el último párrafo de su art. 316, que “si la
impugnación fue promovida por el representante del Ministerio Público Fiscal o el
querellante y fuera adverso para el imputado, podrá solicitar su revisión ante otros tres

21
- Maier, ¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?, ob. cit., p. 5.
22
- Maier, ¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?, ob. cit., p. 5.
23
- Pastor señala "un tribunal superior muestra la idea de un cuerpo judicial integrado con personas más
capacitadas y con más experiencia como único principio de garantía, claro que muchas veces desmentido por los
hechos, de encontrar mayor calidad en la segunda instancia" (Pastor, Daniel, La casación española y la sentencia
integradora compleja. Un caso inteligente de superación de los límites tradicionales del recurso, “L.L”, 2004-C,
50).
24
- Maier, ¿Hacia un nuevo sistema de control de las decisiones judiciales?, ob. cit., p. 6
jueces”. Sin dudas, los términos de esta norma proyectada interpelan y mueven a definir si esa
es la mejor solución entre las posibles.
Deliberadamente he pretendido instalar este tema, pues es oportuno abrir la polémica
frente al rediseño integral del sistema de justicia penal actualmente en discusión; definiendo si
los alcances del fallo “Duarte” y sus implicancias (entre las cuales vale rescatar como
altamente ponderable la venia conferida a la “organización horizontal” de los tribunales para
definir “tribunal superior” no en sentido jerárquico), quedarán ceñidos al sistema procesal hoy
vigente, o si trascenderá en la dinámica del nuevo modelo en ciernes.

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