“El hombre es un animal político” (Aristóteles, 1988). Bajo la anterior frase de
Aristóteles se entiende que el ser humano no centra su existencia en sí mismo, como individuo aislado, sino que, por el contrario, nunca puede escapar de las relaciones establecidas en sociedad. Teniendo en cuenta lo dicho, si el hombre es un ser social, es necesario definir los límites que debe tener la búsqueda de sus intereses, de tal forma que, al ir por ellos, no termine afectando a los demás. Es ahí donde surge el debate sobre la libertad del hombre, tema a tratar en el desarrollo de este ensayo. ¿Qué es la libertad y qué papel cumple en la existencia del hombre? Se responde entonces que la libertad es el ejercicio de la razón y la voluntad puesto en el plano social, jugando un papel importante en la existencia al determinar un conjunto de derechos y deberes. Para defender lo planteado, en primera instancia, se definirá, en una forma más amplia, de qué se habla cuando se habla de libertad en el ser humano; seguidamente, se contrastará con el concepto de heteronomía y el de libertinaje, para así hablar de los antónimos de la libertad; luego, se ahondará en el pensamiento y la expresión como formas de manifestación social de la libertad; y, finalmente, se recogerá lo dicho para concluir que la libertad es el ejercicio de la razón y gracias a él, la sociedad se puede organizar según un conjunto de normas. La libertad es un concepto que ha variado, no solo a partir del tiempo y sus contextos, por ejemplo, sino también a partir del pensamiento de diversos filósofos y pensadores. Lo anterior permite que no exista una definición única de libertad, sino que ésta sea construida en conjunto con varios aportes. Desde un punto de vista general, lo libre es aquello que no está determinado; no obstante, todo en cierta medida lo está al tener una causa previa, haciendo de la libertad plena un debate amplio. En el caso específico del ser humano, está atado a un ámbito físico y biológico, al igual que los demás seres vivos, lo cual lo obliga a cumplir con ciertas leyes impuestas por la naturaleza, que garanticen su supervivencia. ¿Existe la libertad? Lo dicho en el párrafo anterior lleva a argumentar que la libertad humana, si existe, no se encuentra en sus capacidades físicas, pues estas lo atan a las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, la libertad humana, solo puede provenir de una de sus facultades, la razón. Es dicha capacidad de razonar la que le permite al hombre al pensar, hablar y actuar sea libre. Estas anteriores acciones no pueden pensarse en solitario, son actos sociales. Teniendo en cuenta que todos los hombres están dotados de esta razón, quiere decir que todos son potencialmente libres, lo que debería conllevar directamente a la idea de que todos son iguales. Por tanto, al ser iguales, las libertades del hombre deberían estar alejadas de todo tipo de interés personal. La libertad permite que el hombre no vea al otro como un medio para alcanzar sus metas sino como un congénere que está recorriendo un camino en busca de las suyas. Siendo así, si la libertad es un asunto social, se puede decir que se consolida y emana de una forma de agrupación humana que funcione a partir de un interés mutuo y amparé en su medida los individuales, la anterior, es la génesis primera de los Estados. Con base en estos intereses comunes y en función de respetar la libertad de todos sus asociados, un Estado decreta una serie de convenciones para el buen vivir, es decir, una serie de derechos y deberes (Cañas, 2000). Así, la libertad respeta el principio de igualdad, pues en la medida que un hombre rompa con sus deberes, estará afectando la libertad del otro, lo cual, sería en principio contradictorio, su acción ya no sería libre. Pese a que es un cliché la célebre frase mi libertad va hasta donde inicia la libertad del otro, es una prueba del funcionamiento de un Estado civil. Un hombre sin derechos es un esclavo y un hombre sin deberes es un animal, la libertad permite la identificación de una esencia humana al ser ella la que hace necesaria la consolidación de unas normas sociales. No obstante, es bien sabido que las cosas no funcionan así. Como se dijo anteriormente, el hombre es libre potencialmente, esto no quiere decir que todo hombre sea libre. La dominación del uno por el otro y la privación de la libertad trasciende las barreras físicas de la esclavitud o el encarcelamiento, el hombre deja de ser libre en la medida en que pasa de ser autónomo a ser heterónomo (Vorpagel, 2016). Así, un hombre es heterónomo cuando no es capaz de pensar, hablar y actuar por acción de su propia voluntad, sino que está determinado a la voluntad de algún poder externo. El reto que plantea la libertad, es entonces que el individuo piense por sí mismo y tenga el valor de emanciparse de todo tipo de atadura que no permite el ejercicio libre de su razón. Uno de los antónimos más relevantes de la libertad es el libertinaje, es decir, llegar a actuar sin medir las responsabilidades pactadas en sociedad. Al realizar actos que vayan en contra de las diversas leyes propuestas el hombre puede afectarse de diversos modos. Lejos de alcanzar una libertad plena, el libertinaje encierra al hombre en la prisión de sus pasiones, lo cual, se sabe de antemano que es producto de una determinación física o natural, que los hace esclavos de sus instintos animales. La libertad del hombre se ve ejercida al tomar decisiones y al elegir que hará en cada momento en determinado espacio. Si acciona de forma involuntaria siguiendo las premisas de otra persona (como sucede normalmente al considerar ídolos políticos) o las planteadas por algún libro o documento escrito por hombres, deja de ser libre. Lo anterior no quiere decir que no se pueda actuar bajo la influencia del pensamiento de otro hombre, ya que el estar en sociedad implica que los avances hechos en materia por cualquier hombre, le pertenecen a todos. Se puede seguir los principios hechos por otro hombre, siempre y cuando el ejercicio de la razón y la voluntad sean acordes a dichos principios, de lo contrario se caerá en la idolatría y en el extremismo. La libertad es el derecho de buscar el bien propio sin que este se encuentre inconexo de un interés social (González, 2012). Una sociedad libre depende del tipo de gobierno que tenga, mientras dicho gobierno respete el pensamiento y la expresión (unión del hablar y el actuar). Cuando un hombre tiene un pensamiento racional y no puede expresarlo, se está violando su libertad. La expresión es la puesta en la realidad de la razón y la voluntad, por ende, siempre debe estar en contacto con las expresiones del otro, las cuales, en caso de diferir, se prestarán al debate para llegar a alcanzar un acuerdo común. Sin embargo, con el paso de los años, las sociedades van llenándose de autoridades, no solo civiles (como lo son los cuerpos policiales) sino en diversos temas, tendiendo a buscar una verdad absoluta. La libertad de pensamiento y expresión requiere de la concepción social de un relativismo, es decir, que no se acepten verdades absolutas sobre diversos hechos. No así, en materia social, esto siempre sucede. Las instituciones de verdad, tales como las iglesias o diversos pensadores aceptados por el común, hacen del pensamiento y la expresión un bien privado, imponiendo lo que ellos consideran como verdad, ante cualquier otra opinión. Una sociedad que pretenda ser libre, debe fundamentarse en las diferencias, ya que, pese a que se unió bajo unos intereses comunes, esto no implica que el ejercicio de la razón y de la voluntad de todos los hombres les haga llegar a las mismas conclusiones. En el anterior cuerpo se presentó una definición un tanto extensa de qué es la libertad en el hombre, argumentando que es el ejercicio de la razón y la voluntad, la cual no proviene de su ámbito físico ni biológico, por el cual, el hombre es un ser determinado y esclavo de sus impulsos y afectos. Bajo esta idea de libertad los individuos se unen en una agrupación (el Estado), el cual, crea una serie de derechos y deberes que defiende las libertades personales y sociales. La libertad, presenta diversos enemigos, todos provenientes del hombre mismo, como la heteronomía y el libertinaje, los cuales tiene su vía de escape en la autonomía y la voluntad. El pensamiento y la libertad de expresión son la puesta en realidad de la libertad de la razón y la voluntad, por eso, una sociedad libre siempre velará por ellos. Así, luego de abordar estos temas, se concluye que la libertad es el ejercicio de la razón y la voluntad puesto en el plano social, jugando un papel importante en la existencia al determinar un conjunto de derechos y deberes.
BIBLIOGRAFÍA
Aristóteles (1998). Política. Madrid: Gredos.
Cañas, R. (2000). El concepto de libertad en el hombre natura de Rousseau. Filosofía Univ. Costa Rica, 38 (94). 77-88. González, L. (2012). La libertad en parte del pensamiento filosófico constitucional. Cuestiones constitucionales. 1 (27), 135-164. Vorpagel, L. (2016). Sobre el problema de la libertad en Kant. Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 33(2), 541-559.