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Es el elemento más importante desde el punto de vista del derecho subjetivo, así como
la norma jurídica lo es desde el punto de vista objetivo. Por consiguiente se entiende que
la relación humana o de vida es aquella que al ser reconocida e integrada en el supuesto
de hecho de una o varias normas, produce consecuencias jurídicas.
Las distintas relaciones sociales de las que pueden ser partícipes los individuos están
contempladas jurídicamente, es decir, que existe una regulación para las mismas. De
dichas relaciones se derivan unos derechos y deberes que vinculan a las partes
concernientes y cuya materialización se manifiesta en posiciones de poder y de deber,
respectivamente.
1. Relaciones obligatorias: el deber de cumplir los derechos del otro sujeto (devolución
del préstamo al banco).
1. Alteridad. Para que exista una relación real tiene que haber al menos dos sujetos. La
relación de algo consigo mismo no es real sino meramente mental o de razón (lo cual no
significa que sea relevante). Que alguien tenga derechos y alguien tenga deberes. En
ocasiones esto plantea dificultades para calificar ciertos deberes y ciertas relaciones
como jurídicas: el caso de los deberes con uno mismo; en particular, el tema del suicidio
por ejemplo.
2. Igualdad. Tiene que ser posible que los sujetos sean mínimamente iguales. No es
necesario que sean absolutamente iguales, basta la igualdad que permita cumplir el
deber o deberes que entraña toda relación jurídica. Hay casos donde no resulta
plenamente posible que uno de los sujetos cumpla plenamente con su deuda. Por
ejemplo, las relaciones entre padres e hijos, o entre el individuo y la comunidad social
(antiguamente llamada patria, y hoy por algunos llamadas la nación). Aquí hay deuda en
sentido propio, pero no igualdad. Estas relaciones, hasta donde puede ser satisfecha la
deuda, son jurídicas. Más allá no son propiamente relaciones jurídicas. La ética clásica
empleaba la palabra pietas (piedad) para referirse a estas relaciones.
El derecho como política es una rama jurídica que aglutina todos los ámbitos de estudio
del derecho que están relacionados con el fenómeno político. Para algunos es
considerada una disciplina de contornos difusos, incluyendo no sólo el estudio del
sistema político, sino también de la teoría del Estado y formas de gobierno, la filosofía
política y la sociología electoral, entre otras.
La finalidad del derecho político era la ordenación del estado dentro de normas éticas,
además de jurídicas, ubicando lógicamente el derecho político en un lugar
de prelación respecto del derecho constitucional y administrativo.
El derecho político, por consiguiente, es la rama del derecho público que estudia la
estructura dinámica de la organización política y sus relaciones y funciones. Su objeto
es la organización política y su contenido un sistema de conceptos derivados de
una teoría de la sociedad, el estado, la constitución y los actos políticos. Con
éste alcance, no tiene equivalencia sino prelación al derecho constitucional y
administrativo, a los que sirve de base y fundamento.
La ciencia política, en lo esencial, forma parte de su contenido, así como también
la historia del pensamiento político. Su objeto y contenido le proporcionan autonomía y
sustantividad, y dejan de tener sentido, a su respecto, de las distintas denominaciones
que podían, de acuerdo con la posición tradicional, serle aplicables.