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REFLEJOS

De Matías Feldman

ESCENA 1

LUCRECIA MORGAN:
Es que no sé de dónde viene. Se lo juro. No crea que no me gustaría ser de otra
manera. Pero siento lo que siento. Es la verdad. Y estoy acá para decir la
verdad. ¿No?...

(Pausa)

Siento mucho odio. Detesto a todos. Creo que todos son unos mediocres. Me
pregunto qué será primero. No sé si es que al odiarlos, ellos me odian; o porque
sé que me odian, yo los odio… (Piensa) El asunto es que ambas cosas pasan.
Eso es un hecho. Me odian y yo los odio. (Se larga a llorar)

PSICÓLOGO:
No creo, Lucrecia, que te odien, es sólo que tal vez tu impresión…

LUCRECIA MORGAN:
¡No! Créame… Me odian, se lo puedo asegurar. Y no se imagina cuanto. Es por
eso que le digo que si llegaran a necesitar a alguien para ese puesto, aunque yo
fuera la más capacitada, van a elegir a otro, a Guzmán. Él es muy querido por
todos. Y a mi me odian tanto… Ojo, no lloro por eso, lloro por otra cosa. Hay
veces que me pregunto qué hubiera sido de mí si no hubiera hecho este trabajo.
¿Qué hubiera pasado si me dedicaba al arte? Me pregunto eso. Si no nací para
hacer otra cosa y estoy haciendo el camino incorrecto. ¿Sabe que sueño?... Con
una casa abandonada, una silla en medio del jardín, una mecedora y me siento
y cuando lo hago me doy cuenta que estoy flotando en el mar y la mecedora es
un delfín en realidad. No puedo entender qué me quiere decir…

PSICÓLOGO:
¿Quién?... Mirá que los sueños en realidad son representaciones del…

LUCRECIA MORGAN:
Sí, sí, ya sé… Qué me estoy queriendo decir yo misma… ¿Es una señal de
algo? Es un sueño. Sinceramente soy muy buena en lo que hago. Lo hago bien.

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Con eficiencia. Soy la mejor, pero no soy querida y me duele que no me importe.
Por eso lloro: porque no me importa. ¿Eso quiere decir que no soy buena
persona? ¿Cómo puede ser que no me duela? Siento que hay algo en mí que no
está bien. Me quedo horas mirando por la ventana del pulmón de mi edificio.
Horas. ¿Cómo puede no importarme lo que piensen de mí? ¿Qué está mal? ¿Y
qué significa mi sueño?... Cuántas preguntas…. Perdón. Creo que soy la
persona más mezquina que yo conozco. Quizás exagero. Ayer me llamó mi papá
y me dijo unas cosas que no pude retener, era algo acerca de mi mamá. Ella
murió hace 8 años. Creo. 8 ó 9 años más o menos. El asunto es que me hizo
pensar en mí cuando era chica. Si era de esta manera ó no. No lo recuerdo bien.
Creo que no. Me acuerdo que tenía muchas amigas, que nos juntábamos en mi
casa, tomábamos la leche, veíamos televisión. Yo creo que me querían. ¿Uno
puede cambiar tanto? ¿No hay algo que podamos pensar que es esencial en
uno? Si yo antes era buena, ¿cómo puedo ser mala ahora?

PSICÓLOGO:
¿Mala, buena? ¿Qué es eso?

LUCRECIA MORGAN:
Ya sé. No hay buenos y malos, etc. Es una estupidez pensar en esos términos.
Ya lo sé… Pero usted me entiende. Mi papá está ahí… solo en esa casa
enorme. Yo no lo llamo nunca. Y él… él me cuidó cuando yo era chica. ¿Debería
retribuir todo lo que hizo por mí? Está solo. Me tiene sólo a mí. Pero yo ni
siquiera levanto el teléfono para llamarlo. No lo veo desde hace más de un año.
Y parece que no me importara. De hecho, yo se lo planteo a usted y después no
hago nada. Me olvido. Imagen: mi papá, mi mamá y yo comiendo en una mesa
enorme en el living. Silencio. Mi mamá era muy delicada, fina. No hablaba
mientras comía. Ella no lo permitía. ¡Qué aburrimiento! ¡Por Dios! ¡Era
insoportable! No se puede no hablar cuando se come en familia. ¿Qué es eso?
¡Imbécil! Y yo encima la adoraba. Me parecía hermosa. ¡Qué idiota! No se hace
eso a una familia. Lástima que no se murió antes. Hubiera sido mejor para
ambos. Digo, para mi papá y para mí. Nos hundió para siempre. Quedamos así.
No hay mucho que hacer. Esto pasó cuando yo estaba formando mi
personalidad. Ya está. Estoy condenada.

PSICÓLOGO:
No es necesariamente así.

LUCRECIA MORGAN:
No pienso tener hijos. No. No pienso formar una familia. Prefiero no hacerle mal
a nadie más. Soy un peligro. Mejor quedarme sola. Yo soy una persona
inteligente, estoy absolutamente consciente de lo que puedo llegar a lastimar a
un hijo. No pienso traer a nadie a este mundo sólo porque me dijeron que las
mujeres traemos hijos al mundo. Yo no creo en eso que dicen que una mujer se
hace mujer cuando engendra. Eso es mentira. Es una mierda burguesa y
capitalista. ¡No me diga nada! ¡Sé lo que me va a decir! Que soy joven. La idea

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de la juventud es también una mierda burguesa y capitalista. Ser joven no es
mejor que ser viejo. Es la misma mierda. La juventud no es un valor agregado.
El joven no hizo méritos para serlo, lo es. Y todos lo fueron alguna vez. Detesto
cuando en el trabajo alguien dice: “¡qué bien lo que hizo fulanito, y encima es
muy joven!”. Suelo manifestarles que son unos idiotas por pensar así. Que es
una manera de condenarse. Es decir, si alguien que es joven quiere que se lo
valore de más por serlo, se está condenando para el futuro, porque dejará de
serlo. Entonces sí: ¡Cuidado con lo que vas a hacer! ¡Ya no sos joven, ya no te
van a dar la derecha! Tengo sólo 29 años. Bien por mí ahora, pero dentro de
diez años: ¡cuidado! Mi papá cuando yo era chica me decía que yo era un genio,
que era una superdotada. Nunca lo sabremos. Yo jugaba al ajedrez con él y le
ganaba, leíamos juntos libros de filosofía y yo entendía todo. Por eso él pensaba
que era superdotada. Creímos eso. Yo también creí… Estos días siento que el
tiempo pasa muy lento. Como si las cosas estuviesen más pesadas que lo
normal, el aire más denso, como una gelatina transparente. Y entonces me
pregunto para qué seguir. Qué me ata a seguir. Si soy tan inteligente como creo,
cómo hago para justificar mi existencia. Si creo tener el nivel de reflexión que
creo tener, cómo no llego a la conclusión que el camino más coherente es la
muerte. El suicidio… No sé cómo llegamos a hablar de esto. Estoy un poco
desordenada estos días. Me cuesta un poco organizarme y eso no me hace
bien, por momentos me asusta. Por ejemplo, tengo una cortina que está en el
baño y tiene mucha humedad y me dije a mí misma que iba a comprar una
nueva hace 3 meses. Ayer me acordé que hace 3 meses que vengo diciéndome
que la voy a cambiar y me asusté mucho. Me sentí descontrolada. Creo que mis
padres me arruinaron. Mis padres me arruinaron. Ya soy así, estoy constituida
de esta manera. No hay nada que pueda hacer. Entonces tengo dos opciones:
una, sigo así, me olvido y sigo, no hago ningún esfuerzo por cambiar, ya que es
en vano, y entonces no sufro, esto en teoría; dos: me mato.

PSICÓLOGO:
Pero no será que tenés una idea muy idealizada de la vida, de la felicidad.
Quizás con menos alcanza.

LUCRECIA MORGAN:
Chatarra conformista. Me cago en la mierda burguesa. “Claro. Tengo propiedad
privada, tengo algo, entonces mejor disfrutarlo ya que hay gente que no tiene
nada.” Creo que eso es una mierda. Es ridículo. “Conservo lo que tengo. Aunque
sea un mísero capital, mejor lo conservo. A ver si de pedo me hago rica y tengo
más.” “Cuidado a ver si me sacan lo que tengo.” Yo vivo esta vida y pienso todo
esto… ¿Sabe lo que sufro al no poder hacer algo al respecto? Me encantaría no
pensar tanto. No tener esta capacidad de reflexión. Es vivir con una
contradicción constante e insoportable. Yo de chica era superdotada, ahora
tengo más ganas de morir que de hacer el amor. Esta soy yo.

PSICÓLOGO:
Tal vez tendrías que tratar de relajarte un poco, no presionarte tanto, no ser tan
exigente con vos misma.

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LUCRECIA MORGAN:
¿Cuántas veces habré escuchado esa frase? ¿Mil, cientos de miles? Amigos
aconsejando a otros amigos, padres, abuelos, en películas, en series de
televisión, a psicólogos… ¿A nadie se le ocurre algo mejor para decir? Todos
dicen lo mismo… Eso habla mal de quienes lo dicen. Es una puta frase hecha.
¡A ver! ¡¿Acaso nadie tiene capacidad de conceptualizar por sí mismo?! La vida
parece compleja pero cada vez más me convenzo de que es muy simple:
cuántas veces hemos visto a alguien poniéndole un trapo húmedo a otro
convaleciente, cuántas a una mujer abofeteando a un hombre, cuántas a alguien
escuchando a escondidas la conversación de otros dos, cuántas un accidente de
auto donde mueren seres queridos. Parece que todo se repite y es muy parecido
a las películas. ¡Es patético!

ESCENA 2

FRANCISCO GAMEZ:
No estoy para nada de acuerdo con lo que decís.

FLORENCIA PELAIA:
Pero es así.

FRANCISCO GAMEZ:
¿El qué es así?

FLORENCIA PELAIA:
Que quieran generar un cambio hacia una línea más agresiva. Yo no estoy
diciendo que eso esté bien. Digo que es lo que viene pasando. Y no sólo acá, en
todos lados. Me guste o no, te guste a vos ó no. Esto es una empresa. Y es una
empresa igual a otras tantas que hay.

FRANCISCO GAMEZ:
No entiendo. ¿Por qué no vas al punto?

FLORENCIA PELAIA:
Quiero decir que siendo vos el encargado de ese tipo de selecciones, estarás
bastante atareado por estos días. ¿No?

FRANCISCO GAMEZ:
Puede ser. ¿Pero qué me querés decir? Yo no soy el que toma las decisiones en
última instancia.

FLORENCIA PELAIA:
Ya lo sé. Entiendo que no decidís vos. Sé que no tiene que ver con una decisión
tuya, que te lo encargan. Pero, en definitiva, sos el que termina eligiendo a las
personas.

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FRANCISCO GAMEZ:
Todo el tiempo hacés lo mismo.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
Planteas algo como no diciéndome nada pero finalmente yo termino sintiéndome
mal.

FLORENCIA PELAIA:
Eso es un problema tuyo. Yo no te estoy diciendo nada.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí, lo hacés. De manera encubierta.

FLORENCIA PELAIA:
No.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí… ¿Vos te creés que no me siento mal cuando tengo que despedir a alguien?
¿Te creés que esa persona entiende que no soy yo? Me miran como pidiendo
clemencia y yo sólo tengo que notificarles la decisión que tomaron otros. Se los
explico una y otra vez, pero te juro que no lo entienden. Y yo, destruido durante
días.

FLORENCIA PELAIA:
No te hagas el pobrecito. Con Guzmán siempre decimos que…

FRANCISCO GAMEZ:
¡No lo metas a Guzmán en esto!

FLORENCIA PELAIA:
¿Cómo? ¿Qué pasa? ¿Por qué no puedo hablar de Guzmán? Soy su mano
derecha. Además, ni siquiera estoy hablando de él. Te decía que estaba
hablando con él justamente de eso. Que se vienen tiempos de cambios
importantes. Porque sabemos que si acá alguna ficha se mueve el que asciende
va a ser él. ¿O me equivoco?

FRANCISCO GAMEZ:
Es lo más probable. Pero eso, primero, tiene que pasar; y segundo, hay que
estudiarlo bien.

FLORENCIA PELAIA:
¡Vamos! Me vas a decir que si se abre un espacio para un nuevo subdirector en
la empresa, no va a ser Guzmán. ¿Quién sino? ¿Morgan? ¡Por favor!

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FRANCISCO GAMEZ:
No estoy diciendo que Guzmán no sea el favorito. Yo lo admiro mucho. Todos lo
admiramos, y no dudaría en proponerlo a él, pero bueno… uno nunca sabe. Hay
factores que pueden surgir y que uno a priori no toma en cuenta. Eso se tiene
que ver cuando pase, si es que pasa. Morgan será odiosa, pero es eficiente en
lo que hace. Por supuesto que no se compara con Guzmán. Es conflictiva.
Jamás la propondría para un ascenso. Pero no por eso hay que andar por ahí
gritando que uno va ascender.

FLORENCIA PELAIA:
Guzmán no está haciendo eso.

FRANCISCO GAMEZ:
No, no. Él no. Vos.

FLORENCIA PELAIA:
Pero si a mi no me van a ascender.

FRANCISCO GAMEZ:
Por eso digo. El tema es que siendo su mano derecha te va dar un puesto más
que interesante.

FLORENCIA PELAIA:
Sabés que a mi no me interesa eso.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí te interesa. ¿A quién querés engañar?

FLORENCIA PELAIA:
¿Por qué me tratás de esta manera? Es como si no me soportaras.

FRANCISCO GAMEZ:
No. No es así.

FLORENCIA PELAIA:
Sí. Me estás atacando Gamez. Desde hoy. No sé para qué estoy hablando con
vos.

FRANCISCO GAMEZ:
Esperá… No me malinterpretes. No te estoy atacando. Quizás te pareció. Pero
no. De verdad, Pelaia. Nos estamos comunicando mal.

FLORENCIA PELAIA:

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No creo que sea un problema de comunicación. Es evidente que no me
soportás. He intentado una y mil veces acercarme a vos, charlar sin roces, que
intentemos dejar de lado nuestros problemas, pero parece imposible.

FRANCISCO GAMEZ:
¡No te pongas pesada! ¿Querés?

(Silencio. Florencia se calma.)

FLORENCIA PELAIA:
¿Viste que Morgan se peleó otra vez con el chico de la fotocopiadora? Es
increíble. No se detiene nunca. Está todo el tiempo diciendo lo que piensa de
todos y cómo tendrían que hacer las cosas y reclamando respeto. Debe ser
insoportable ser ella.

FRANCISCO GAMEZ:
Es verdad, pero me parece que habría que dejarla un poco en paz. Es la
conversación de todo el mundo. A veces me asquea hablar tan mal de alguien
todo el tiempo. Finalmente, siento que algo no está bien en mí, que algo no está
bien en todos nosotros, si hablamos tan mal de alguien a toda hora, aunque sea
realmente odiosa. ¿A vos no?

FLORENCIA PELAIA:
¡Ahí estás de nuevo!

FRANCISCO GAMEZ:
¿Qué?

FLORENCIA PELAIA:
¡Me atacás! ¡Intento charlar con vos de algo, pero no se puede! ¿No lo vas a
superar nunca?

FRANCISCO GAMEZ:
¿De qué hablas?

FLORENCIA PELAIA:
Sabés a qué me refiero…

FRANCISCO GAMEZ:
A mí ya no me importa lo que hagas o dejes de hacer. Además, ya pasó un año.
Yo estoy mejor. Hago mi vida y vos la tuya. La que parece que no puede separar
las cosas, y piensa que todo tiene que ver con eso, sos justamente vos. ¿No
será que vos no podés superar que yo haya superado todo?

FLORENCIA PELAIA:
Qué estúpido te ponés cuando…

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(Llega GUZMÁN)

FEDERICO GUZMÁN:
Hola. ¿Qué pasa?

FLORENCIA PELAIA:
Nada. Nada.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Qué tal, Federico? ¿Cómo andás?

FEDERICO GUZMÁN:
Bien. ¿Vos?

FRANCISCO GAMEZ:
Bien. Bien.

FEDERICO GUZMÁN:
Flor, te dejé en el escritorio la carpeta de Finanzas.

FLORENCIA PELAIA:
Perfecto.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Estás bien? Te veo nerviosa. Estás un poco pálida.

FLORENCIA PELAIA:
No, estoy bien. ¿Me ves pálida? A ver. Voy al baño. (Sale)

(Silencio)

FRANCISCO GAMEZ:
Entonces… ¿Está todo en orden?

FEDERICO GUZMÁN:
Sí. Gracias.

(Silencio)

FRANCISCO GAMEZ:
Federico… Se está organizando un partido de Paddle. ¿Te interesa sumarte?

FEDERICO GUZMÁN:
¿Quiénes irían?

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FRANCISCO GAMEZ:
Por ahora yo y Esteban, el de finanzas. Y vos, si te interesa. Y faltaría uno más.

FEDERICO GUZMÁN:
No creo que pueda, estoy un poco atareado estas semanas. Pero quizás más
adelante.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Entonces cuento con vos en dos semanas?

FEDERICO GUZMÁN:
Eh… Sí. No sé si en dos o tres semanas. Lo volvemos a hablar.

(Silencio incómodo)

FEDERICO GUZMÁN:
Estuve leyendo un libro acerca de la vida de un emperador del Imperio Sacro
Romano Germánico que se llamaba Federico, igual que yo: Federico “el
Barbarroja” en el año 1155. Compré el libro porque vi que tenía mi mismo
nombre. ¿Conocés acerca de esa historia?

FRANCISCO GAMEZ:
No… La verdad que no.

FEDERICO GUZMAN:
¿Sabés que con Florencia estamos saliendo, no?

FRANCISCO GAMEZ:
Claro, claro.

FEDERICO GUZMÁN:
Quería que lo supieras de mi propia boca.

FRANCISCO GAMEZ:
Está bien. Agradezco tu sinceridad.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Estuvieron hablando de esto con Flor?

FRANCISCO GAMEZ:
No, la verdad que no.

FEDERICO GUZMÁN:
Ah… Y que seguramente nos vayamos a vivir juntos cuando encontremos un
departamento para alquilar.

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FRANCISCO GAMEZ:
Ah, no, no sabía eso. Bueno… Qué sorpresa. Felicitaciones.

FEDERICO GUZMÁN:
Gracias. Me alegra que te lo tomes bien. Probablemente hagamos una fiesta de
inauguración del departamento el viernes que viene. Me gustaría que vinieras.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Ya tienen el departamento? Entendí que lo estaban buscando.

FEDERICO GUZMÁN:
No, no. Ya estamos viviendo ahí. Espero verte en la fiesta. ¿Sí? ¿Cuento con tu
presencia?

FRANCISCO GAMEZ:
Seguramente. Sí. Gracias.

(Vuelve Florencia)

FLORENCIA PELAIA:
Me encontré en el baño con Morgan. ¿Pueden creer que la saludé pero ella no
me saludó? Está completamente loca. No entiendo qué gana teniendo ese tipo
de actitudes. Encima después quedamos las dos solas, lavándonos las manos,
una al lado de la otra, cada una mirándose al espejo, y en un momento escupe
en el lavabo. Todo como si yo no existiera. Se acomoda el pelo, se pinta la boca
y sale. Yo me quedo también arreglándome el pelo y me doy cuenta que se
olvidó esto.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué es?

FLORENCIA PELAIA:
Su diario íntimo. Lo sacó de la cartera cuando buscaba el rouge.

FEDERICO GUZMÁN:
Lucrecia Morgan tiene diario íntimo. No lo hubiera imaginado nunca.

FRANCISCO GAMEZ:
Y no le avisaste.

FLORENCIA PELAIA:
No. Igual ya se había ido hace un rato cuando me di cuenta. Pero miren lo que
escribió…

FRANCISCO GAMEZ:
¡¿Le revisaste el diario?!

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FLORENCIA PELAIA:
“Hoy me masturbé. Hace unos meses que no lo hacía. Creo que la idea de la
cita de hoy me excita un poco. Parece que todo se encapricha en tener colores
pálidos. Odio los colores pálidos, sobretodo el beige. A la 20: 30 hs. me
encuentro con Rúben. Estoy nerviosa. Siento mucha vergüenza de lo que estoy
haciendo. Llegó alguien después sigo…”

FRANCISCO GAMEZ:
Estaba escribiendo en el baño.

FLORENCIA PELAIA:
Una cita. Debe ser una cita a ciegas. ¿Ó acaso Rúben no es el de seguridad?
¡Por dios! Esto es oro.

FEDERICO GUZMÁN:
Habría que devolvérselo. No está bien que te lo quedes.

FLORENCIA PELAIA:
¡No! Esto es oro puro. Escuchen: “Me quedé mirando el gato. Creo que estuve
cerca de una hora reloj mirando al gato agonizar. Al principio seguía respirando
esporádicamente con los ojos petrificados y el cuerpo entumecido. Después
dejó de respirar y le salió la lengua para afuera. Me pareció una imagen
bellísima. Creo que jamás entendió que estaba dejando de existir. Sólo vivía sin
desesperación ese momento último. No. No sintió desesperación. Quisiera morir
así. Después pensé acerca de lo pasó con Agustín. Sus ojos, su lengua. Tengo
que arreglar la entrega del cargamento. Siento las cosas más pesadas que lo
normal, el aire más denso, como una gelatina transparente.” ¡Qué raro todo esto!

FRANCISCO GAMEZ:
Bueno, basta. Después dáselo. No está bien que leas esas cosas. Son íntimas,
es su derecho.

FEDERICO GUZMÁN:
Tiene razón. No sigas leyendo. Tendrías que dárselo.

FLORENCIA PELAIA:
Bueno, está bien. Después se lo devuelvo. No se preocupen. ¿Pero no les
parece raro? Diría sospechoso.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué cosa?

FLORENCIA PELAIA:
Lo del gato muerto y lo del tal Agustín y del cargamento. ¿Qué cargamento?
¿Estará muerto ese Agustín?

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FRANCISCO GAMEZ:
¿De qué hablás? Si ahí no dice que estuviera muerto. Dice que se acordó de él.
Vaya uno a saber por qué. Dejala tranquila con sus pensamientos. Son
pensamientos escritos. Todos pensamos cosas feas alguna vez. Es sólo eso.

FLORENCIA PELAIA:
¿Y lo del cargamento?

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué se yo?... Cambiando de tema. ¿Escucharon que el subdirector está
internado?

FLORENCIA PELAIA:
¿En serio?

FEDERICO GUZMÁN:
Sí. Me quedé muy preocupado. Pobre Bertolli. Me cae muy bien. Ojalá que se
mejore pronto. Conozco a su mujer. Una señora muy amable.

FLORENCIA PELAIA:
¿Está muy grave?

FRANCISCO GAMEZ:
Más o menos.

FLORENCIA PELAIA:
¿Vos también sabías? ¿Por qué no me dijiste que Bertolli estaba internado? No
hubiera dicho las cosas que dije en este contexto.

FRANCISCO GAMEZ:
Pensé que lo sabías

ESCENA 3

FLORENCIA PELAIA:
¡¿Cómo que lo invitaste?!

FEDERICO GUZMÁN:
No me parece tan grave.

FLORENCIA PELAIA:
¡No puedo creer que lo invitaste! ¡Además te dije que quería decírselo yo!

FEDERICO GUZMÁN:
Bueno, no te pongas así. Pensé que ya lo habían charlado cuando llegué.

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FLORENCIA PELAIA:
¿Y cómo lo tomó?

FEDERICO GUZMÁN:
Bien. Creo que bien. Sí.

FLORENCIA PELAIA:
Quería decírselo yo. Además es demasiado pronto. Le iba a contar en un par de
semanas. ¿Cómo vas a decirle? Me voy a sentir muy incómoda y no quiero
sentirme incómoda en mi fiesta. Quiero que todo sea perfecto. No se lo tendrías
que haber dicho.

FEDERICO GUZMÁN:
Bueno, perdoname. No quise… Es que cuando llegué tenías esa cara y pensé
que era porque ya se lo habías dicho. Te fuiste al baño y lo comenté sin darme
cuenta. Se lo tomó muy bien.

FLORENCIA PELAIA:
¿Estás seguro? Me sorprende. ¿No se puso mal?

FEDERICO GUZMÁN:
No.

FLORENCIA PELAIA:
¿Nada?

FEDERICO GUZMÁN:
Nada que yo haya podido notar. A mi me parece que se lo tomó muy bien. ¿Por
qué no vamos a la cama? Estoy agotado.

FLORENCIA PELAIA:
Estoy shoqueada. No lo puedo creer.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué es tan grave? Debería intuirlo. No sé. No creo que tengamos que darle
tanta importancia a esto. ¿O no?

FLORENCIA PELAIA:
Salimos dos años y medio y cuando se entera que me vine a vivir con otro, ni se
altera. ¡Es un idiota!

FEDERICO GUZMÁN:
Ey, ey… Estoy acá. Yo no soy otro, soy tu pareja.

FLORENCIA PELAIA:

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Sí, ya sé, mi amor. Perdoname. Hermoso. Es que no puedo creer que se lo haya
tomado tan bien. Hubiera jurado que iba a tener una crisis. Si una vez, cuando le
conté acerca de otra pareja que había tenido antes que él, se puso loco. No lo
soportó. Le agarró un ataque de celos infernal. Y era una pareja de cuando yo
tenía 17 años. Ni siquiera se podría llamar pareja, era un noviecito.

FEDERICO GUZMÁN:
Vení acá. No te deberías poner tan nerviosa. Sos tan linda. Dame un beso. ¿Te
dijeron alguna vez que cuando estás preocupada movés las manos de más,
como si completaras la frase o el sentido de la frase?... Estaba pensando en
después de la fiesta. El sábado podríamos hacer algo. No sé… como ir a la
playa. ¿Te parece?

FLORENCIA PELAIA:
¿A la playa?... Si. Me gusta la idea.

FEDERICO GUZMÁN:
Quiero estar tirado en la arena, con vos, dándonos calor. Abrazados. Algo
romántico… ¿Sabes algo?

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FEDERICO GUZMÁN:
Te quiero.

FLORENCIA PELAIA:
Yo también.

FEDERICO GUZMÁN:
Vos sos la primera mujer con la que me imagino con hijos. Nunca me había
pasado. Me imagino toda mi vida junto a vos. Formando una familia. Voy a decir
algo cursi, no te rías.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué? Por favor, decime.

FEDERICO GUZMÁN:
Me da un poco de vergüenza… Al pensar que podés quedar embarazada por mí,
me dan ganas de llorar.

FLORENCIA PELAIA:
Me hacés poner colorada.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué?

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FLORENCIA PELAIA:
Nada. Qué nunca me habían dicho estas cosas.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Está mal? ¿Te incomoda?

FLORENCIA PELAIA:
No, no. Para nada. Es sólo que…

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué?

FLORENCIA PELAIA:
Nada. De verdad. No me hagas caso. Me encanta todo lo que me decís. Sos
hermoso.

FEDERICO GUZMÁN:
No tanto como vos.

FLORENCIA PELAIA:
Me siento muy inmadura al lado tuyo.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Por qué? No seas tonta. No vuelvas con eso.

FLORENCIA PELAIA:
¡No me digas que no vuelva con eso! ¡Si me pasa, me pasa!

FEDERICO GUZMÁN:
Está bien. No te enojes. Sólo quiero que estés bien. Que seas feliz. Que estés
tranquila.

FLORENCIA PELAIA:
Bueno, pero si me pasa algo no tengo que reprimirlo para que sigamos estando
“tranquilos”.

FEDERICO GUZMÁN:
No quise que interpretaras eso. Simplemente intento contenerte si estás mal, o
lo que sea. Para eso estoy. ¿O no?

FLORENCIA PELAIA:
Pero detesto que tengas todo tan claro. Que seas tan maduro. Me altera. Lo
siento. Sé que no está bien. Pero me pasa. Y si no te gusta, tendrías que
buscarte otra.

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FEDERICO GUZMÁN:
Yo no dije nada. Y no me interesa otra. Me interesás vos. Nadie más. Lo siento
mucho, pero me gustás vos.

(Silencio)

FLORENCIA PELAIA:
Perdoname. ¿Me perdonás?

FEDERICO GUZMÁN:
Vení acá.

FLORENCIA PELAIA:
Soy una idiota. Acabo de demostrar mi inmadurez otra vez. Perdoname.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Querés un té?

FLORENCIA PELAIA:
No, gracias. Estoy bien así.

(Pausa)

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué pasa? ¿Te quedaste enojado conmigo?

FEDERICO GUZMÁN:
No. Para nada.

FLORENCIA PELAIA:
¿Entonces?

FEDERICO
Me quedé pensando en Francisco.

FLORENCIA PELAIA:
¿Por? A mí no me pasa nada con él. Ya no siento absolutamente nada…

FEDERICO GUZMÁN:
No, no es eso. Es que… Si llega a pasarle algo a Bertolli. Ojalá que no. Pero si
llega a pasarle algo. No sé. No digo sólo fallecer, puede quedar mal ó
incapacitado para el puesto de subdirector. Quedaría vacante y bueno, sabemos
que soy el número uno en la lista para ocupar ese puesto.

FLORENCIA PELAIA:
Sí…

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FEDERICO GUZMÁN:
Bueno, el tema es que siendo Francisco la persona responsable de eso, no creo
que me proponga para el puesto. Es tu ex. El hecho de estar con vos, de estar
viviendo juntos. Y no sólo eso, sino que además, debe intuir que te voy a dejar a
cargo del departamento de ventas… Siento que peligra mi ascenso.

FLORENCIA PELAIA:
Mirá… Francisco será muchas cosas, pero es una persona correcta y honesta.
No va a dejar que interfieran los asuntos personales en su trabajo. Quedate
tranquilo. Además varias veces me dijo que te admira. Él está enojado conmigo,
no con vos. Ya lo estuve hablando con él. Si le pasa algo a Bertolli, te va a
proponer a vos para el puesto.

FEDERICO GUZMÁN:
¿En serio? ¿Eso dijo?

FLORENCIA PELAIA:
Sí. No te preocupes. Vos sos el futuro subdirector. Es un hecho. Y yo la futura
jefa de departamento de ventas. A menos que te arrepientas de nombrarme
como jefa y la quieras nombrar a Morgan.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Cómo me voy a arrepentir? Jamás.

FLORENCIA PELAIA:
Te amo.

FEDERICO GUZMÁN:
Yo también.

(Se besan)

FLORENCIA PELAIA:
Hablando de Morgan. Escuchá esto…

(Florencia va a su cartera y toma el diario íntimo de Morgan y lee.)

FEDERICO GUZMÁN:
¿No se lo devolviste? Tendrías que devolverlo.

FLORENCIA PELAIA:
“Hace unas noches que sueño con el puesto de Bertolli. Sueño que finalmente
se muere y me dan el puesto. Pero sé que se lo van a dar a Guzmán. Todos lo
quieren. Estoy asqueada de la gente. Prefieren a los condescendientes que a
los sinceros. Me hubiera gustado ser artista. Quizás escribir. Tengo ganas de

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dejar todo. Hace dos días tuve un episodio con el de seguridad del edificio. Me
dejó pasar sin revisar mis cosas. Lo increpé y le dije que lo iba a hacer echar.
Ese día yo traía un arma en el bolso. ¿Nadie en este país puede hacer bien su
trabajo?” … ¡El de seguridad se llama Rúben! Es el tipo con el que después
tenía una cita. Es una hija de puta. Escuchá esto: “Mañana llega el cargamento.
Estoy preocupada. Tengo miedo que la cosa se me vaya de las manos. ”

FEDERICO GUZMÁN:
Yo no soy condescendiente.

FLORENCIA PELAIA:
¿Escuchaste? Tenía un arma en el bolso y volvió a nombrar el cargamento. ¿A
qué se referirá?

(Suena el teléfono. Atiende Federico.)

FEDERICO GUZMÁN:
Hola… Sí… Ah… Lo siento. Bueno, gracias por llamar. Chau.

(Silencio)

FEDERICO GUZMÁN:
Adiviná qué.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FEDERICO GUZMÁN:
Increíble… Acaba de fallecer Bertolli.

(Silencio.)

ESCENA 4

(Colgando el teléfono)

FRANCISCO GAMEZ:
Acaba de fallecer Bertolli.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Quién es Bertolli?

FRANCISCO GAMEZ:
El subdirector de la empresa, mamá.

18
ALICIA DE GAMEZ:
Uh… Lo siento mucho. Hijo.

FRANCISCO GAMEZ:
No, mamá. Yo casi no lo conocía. No me pone mal. No te preocupes. Quiero
decir, me apeno por él, bah… por su mujer. Pero no teníamos una relación de
amistad. ¿Entendés?

ALICIA DE GAMEZ:
¿Y entonces por qué tenés esa cara?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Qué cara, mamá?

ALICIA DE GAMEZ:
Te conozco. Estás preocupado. ¿Qué tenés? ¿Qué te pasa?

FRANCISCO GAMEZ:
Nada.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Qué tenés?

FRACISCO GAMEZ:
Te digo que nada.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Qué pasa? Contame…

FRANCISCO GAMEZ:
Es que ahora tengo que promover a alguien para ese puesto.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Y?

FRANCISCO GAMEZ:
Y que tendría que promover a Guzmán.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Y cuál es Guzmán?

FRANCISCO GAMEZ:
La nueva pareja de Florencia.

(Pausa)

19
ALICIA DE GAMEZ:
¿De esa hija de re mil puta?

FRANCISCO GAMEZ:
¡Mamá!

ALICIA DE GAMEZ:
No. No. No.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Qué?

ALICIA DE GAMEZ:
¡No lo asciendas!

FRANCISCO GAMEZ:
No puedo hacer eso. Él se lo merece.

ALICIA DE GAMEZ:
No lo asciendas. No sos la Madre Teresa de Calcuta.

FRANCISCO GAMEZ:
Ya sé. Pero no debería dejar que mis asuntos personales interfieran en…
Además es el indicado para el puesto. Es muy bueno en lo que hace…

ALICIA DE GAMEZ:
No lo asciendas. Vengate.

FRANCISCO GAMEZ:
No puedo.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Por qué no podés vengarte? ¿Qué tiene de malo?

FRANCISCO GAMEZ:
Porque no está bien. Ustedes me enseñaron que…

ALICIA DE GAMEZ:
Quizás de chiquito te enseñamos, tu padre -que en paz descanse- y yo, que la
venganza no es buena, que hay que buscar la justicia, que hay que ser
intransigente con lo que es justo. Pero ahora ya pasaron muchos años, y sos
grande y yo vieja, y ya he vivido lo suficiente como para darme cuenta que todo
eso que te dijimos es una mentira, es algo… cómo decirlo… hueco… son
valores huecos. Lo repetimos. Nos llegó y nosotros lo repetimos. A mi papá le
llegó de sus papás y a ellos de los suyos… todo durante décadas, quizás siglos,
repitiendo como loros sin saber qué estaban diciendo, ¡qué estábamos diciendo!

20
… Y esto es un mea culpa… Nunca te hablé así, hijo, y lo siento. Lo siento por
mi rudeza, pero es la verdad. Si querés y podés vengarte de lo que te hicieron y
eso te va a aliviar de sentirte estafado, o estúpido, o lo que sea, hacélo. No te
detengas. Sacate las ganas. ¿A vos te parece que a alguien le importa si se
hace lo correcto? Y además, ¡¿qué carajo es lo correcto?! ¡¿Quién lo dice?!
¿Acaso ellos se fijaron si era correcto lo que estaban haciendo? ¿Se sintieron
mal? ¿Se negaron a hacerlo porque estaba mal? ¡Qué se pudran!

(Silencio)

FRANCISCO GAMEZ:
No. Yo sí quiero hacer las cosas bien. Te agradezco que seas honesta, mamá.
Lo valoro en serio. Pero no puedo hacerlo. Voy a promover al que tenga que
promover. Aunque eso me duela por otros motivos.

ALICIA DE GAMEZ:
Hacé lo que quieras. Pero después no me vengas llorando con que te sentís
mal, que te sentís un estúpido.

FRANCISCO GAMEZ:
No, mamá, no voy….

ALICIA DE GAMEZ:
No. Escuchame bien. ¡Escuchame bien! Te lo estoy diciendo de verdad. No
pienso contenerte si después te sentís mal. Te jodés. ¿Vos te pensás que los
padres somos incondicionales? Bueno, no, no lo somos. Yo te lo advertí. Si no
me escuchas es problema tuyo. No quiero saber más nada de este tema. ¿Me
entendiste?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Qué te pasa? ¿Por qué te lo tomás tan a pecho?

ALICIA DE GAMEZ:
Te estoy preguntando si me entendiste.

(Silencio)

FRANCISCO GAMEZ:
Sí, sí… Entendí.

(Alicia entrecierra los ojos y comienza a hacer unos gemidos extraños)

FRANCISCO GAMEZ:
¿Mamá? ¿Mamá? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? ¡Mamá!

(Más gemidos mientras se va cayendo al suelo y Francisco la ataja y la acuesta)

21
FRANCISCO GAMEZ:
¿Mamá? ¡Por Dios! ¡Mamá! ¿Qué hago? ¿Querés que llame a un médico?

(Francisco mientras la deja en el piso, toma el teléfono y marca)

FRANCISCO GAMEZ:
Tranquila, má… Estoy llamando a… Hola. Sí. Es una emergencia. No sé. Mi
mamá se descompuso, está desmayada. Tiene como convulsiones. Está el piso.
Sí, la acosté… ¿La dirección?... Avenida…

ALICIA DE GAMEZ:
“Abismo de luz hacia donde las miradas humanas se vuelven en las horas de
dolor y muerte, donde también vaga mi ansia.”

FRANCISCO GAMEZ:
A ver… espere un segundo. ¿Mamá? ¿Te sentís mejor? ¿Mamá?

ALICIA DE GAMEZ:
“Nada en la nada y desde ahí va a destruir el mundo.”

FRANCISCO GAMEZ:
¿Espere un segundo?

ALICIA DE GAMEZ:
“Esa es la intención de los sacrificados.”

FRANCISCO GAMEZ:
Disculpe. Creo que ya está mejor. No, no es necesario que mande la
ambulancia. Gracias. Sí, la voy a llevar a una guardia. Sí. Gracias de nuevo.
Chau.

(Cuelga)

FRANCISCO GAMEZ:
¿Mamá, de qué estás hablando? ¿Estás bien?

(Saca un pañuelo de su bolsillo. Lo moja con el agua de una jarra y se lo pone


en la frente a su mamá, tratando de refrescarla)

ALICIA DE GAMEZ:
“Esto es lo que pasará: Ella vendrá con el “cargamento” después de larga
espera. Y desde ahí todo será distinto, será irremediable. Entonces se cometerá
el crimen. Ella es la justiciera y la víctima y sola otra vez volverá a la profundidad
oscura de donde vino. Ella llegará con el cargamento y terminará con la

22
humanidad. Dios nos ha dejado solos y aunque nos mande a sus guardianes,
ángeles resignados por el dolor, aquí todo está perdido.”

FRANCISCO GAMEZ:
Mamá. ¿Qué estás diciendo?

(Francisco la sacude. Alicia sacude su cabeza y vuelve en sí)

ALICICA DE GAMEZ:
¿Qué pasó? ¿Qué hiciste?

FRANCISCO GAMEZ:
Yo no hice nada, mamá. Te desmayaste.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Cómo que me desmayé? No puede ser. ¡Dejá de mojarme con ese pañuelo,
por favor!

FRANCISCO DE GAMEZ:
Sí. Te desmayaste y después dijiste unas cosas rarísimas.

ALICIA DE GAMEZ:
No me acuerdo nada. Me duele mucho la cabeza. ¿Qué dije?

FRANCISCO GAMEZ:
No sé. No le presté mucha atención porque estaba asustado. Pensé que te
estabas muriendo. Qué susto, mamá. Quiero que vayamos al médico a que te
revisen. Quizás es algo de la presión.

ALICIA DE GAMEZ:
No hace falta. Me siento bien. Pero no me acuerdo de nada. ¿Qué dije? No
puede ser que no te acuerdes de nada.

FRANCISCO GAMEZ:
Algo acerca de que va a venir alguien. Parecía un salmo. No, como una
profecía. Sonaba religioso.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Quién iba a venir?

FRANCISCO GAMEZ:
Qué sé yo. Te dije que no lo pude retener.

ALICIA DE GAMEZ:
Increíble. Creí que nunca más me iba a pasar.

23
FRANCISCO GAMEZ:
¿Cómo que creías que nunca más te iba a pasar? ¿Ya te pasó esto? ¿Cuándo?
Tenemos que ir al médico.

ALICIA DE GAMEZ:
¡Pará con el médico! No voy a ir a ningún médico. Ya pasó. Ya me siento bien.
Me pasó una vez cuando era chiquita. Después de dar vueltas en la calesita de
la plaza, volví corriendo hasta mi casa, abrí la puerta del porche y la vi a mi
mamá que estaba hablando con alguien. No recuerdo con quien. Sólo me
acuerdo que la vi de espalda, hablando con alguien que yo no conocía y empecé
a sentir la misma sensación, el mismo cosquilleo en la espalda. Como que me
recorría de punta a punta y me iba para atrás como atraída por algo. Y después
no me acordé de nada. Mamá me contó que dije cosas, cosas también
proféticas, o eso parecían.

FRANCISCO GAMEZ:
Nunca me lo contaste.

ALICIA DE GAMEZ:
Bueno, hay muchas cosas que no te cuento. ¿O te creés que te lo tengo que
contar todo? Sos mi hijo, no sos una amiga.

ESCENA 5

LUCRECIA MORGAN:
Che, Pelaia.

FLORENCIA PELAIA:
Ah, mirá… ¿Sabés mi nombre?

LUCRECIA MORGAN:
¿Vos no encontraste un diario en el baño cuando nos cruzamos el otro día?

FLORENCIA PELAIA:
Entonces me registraste. Porque si mal no recuerdo te saludé y vos me
ignoraste. Pensé que no sabías quién era.

LUCRECIA MORGAN:
¿Viste un diario o no?

FLORENCIA PELAIA:
¿Un diario de noticias? ¿Un periódico?

LUCRECIA MORGAN:
No. Un diario íntimo.

24
FLORENCIA PELAIA:
No. No vi nada.

LUCRECIA MORGAN:
No puede ser. Estoy segura que lo saqué de mi cartera cuando saqué el rouge.

FLORENCIA PELAIA:
Ni idea. ¿Qué era?

LURECIA MORGAN:
Un diario íntimo, ya te dije.

FLORENCIA PELAIA:
¿Le preguntaste a Rúben, el de seguridad?

LUCRECIA MORGAN:
No. No le pregunté. ¿Por qué le tengo que preguntar a… Rúben?

FLORENCIA PELAIA:
Cómo “por qué”. Deberías preguntarle justamente a él. Es el que se ocupa de
estas cosas. Es más, quizás lo tenga. Quizás la persona que encontró tu diario
se lo dio a él.

LUCRECIA MORGAN:
No creo que lo tenga.

FLORENCIA PELAIA:
¿Por? Yo haría eso si me encuentro con semejante cosa, lo llevo
inmediatamente a la persona encargada de la seguridad.

LUCRECIA MORGAN:
Porque me lo hubiera dicho. El diario tiene mi nombre.

FLORENCIA PELAIA:
Es guapo, ¿no?

LUCRECIA MORGAN:
¿Quién? ¿Qué querés decir?

FLORENCIA PELAIA:
Eso. Que me parece un tipo lindo. ¿No te gusta?

LUCRECIA MORGAN:
No sé.

FLORENCIA PELAIA:

25
¿Y qué cosas escribís en tu diario íntimo?

LUCREIA MORGAN:
Y qué voy a escribir… cosas íntimas.

FLORENCIA PELAIA:
Epa… Me imagino que escribirás muchísimas cosas íntimas, un “cargamento”
de cosas íntimas. ¿No?

(Morgan abre su cartera)

FLORENCIA PELAIA:
¡Pará! ¡Pará! ¡¿Qué vas a hacer?!

LUCRECIA MORGAN:
Agarrar unos cigarrillos. ¿Qué te pasa Pelaia? ¿Estás bien? ¿Estuviste
tomando? ¿Estás muy rara?

(Se acerca y la huele)

FLORENCIA PELAIA:
No… Es que… Bueno, no pasa nada.

LUCRECIA MORGAN:
Qué raro que no viste el diario. Hubiera jurado que lo saqué cuando estábamos
en el baño.

FLORENCIA PELAIA:
No. No vi ninguna cosa íntima. Yo no vi nada.

LUCRECIA MORGAN:
¿No me estarás mintiendo?

FLORENCIA PELAIA:
Mirá… Primero, no vi ningún diario. Y segundo, no voy a permitir que me trates
de mentirosa. Así que acá se terminó esta conversación. Si lo que te gusta es
que te odien, bueno, lo lográs con méritos. Suerte con el diario.

LUCRECIA MORGAN:
Esperá.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué pasa?

LUCRECIA MORGAN:

26
Tenés razón. Te pido disculpas por tratarte así. Sólo que me pone nerviosa
pensar que alguien tiene mi diario. Es muy importante para mí. Tengo cosas
escritas de hace muchos años, cosas muy significativas. El diario es… muy
significativo. Y quién sabe quién lo agarró. Es como andar absolutamente
desnuda. La persona que lo robó podría estar contándole a todos cosas
personales.

FLORENCIA PELAIA:
Técnicamente nadie te lo robó. Vos lo perdiste.

LUCRECIA MORGAN:
¿Qué querés decir? Si tiene mi nombre y lo encontraron en le baño, deberían
devolverlo. Si no lo hace, es robo.

FLORENCIA PELAIA:
Bueno, no te preocupes que si me llego a enterar de algo te aviso.

(Silencio)

LUCRECIA MORGAN:
Te agradezco.

FLORENCIA PELAIA:
¿Ves que se puede conectar bien con las personas? No podés estar peleada
con medio mundo.

LUCRECIA MORGAN:
Hablando de cosas perdidas. Estamos esperando la carpeta de Finanzas que en
teoría tenían que marcar ustedes y devolverla a mi oficina.

FLORENCIA PELAIA:
Es que nunca llegó. Guzmán me dijo que la dejó en mi escritorio, pero la carpeta
nunca la vi.

LUCRECIA MORGAN:
Bueno, no hay apuro. Preguntale bien a Guzmán y después mándenmela. Pero
ojo… no se puede perder esa carpeta porque se arma una podrida.

FLORENCIA PELAIA:
¡Pero cómo se va a perder! No te preocupes.

LUCRECIA MORGAN:
No se puede perder. Te lo advierto.

FLORENCIA PELAIA:
Ahí estás de nuevo. ¿Ves que sos odiosa?

27
(Entra Guzmán)

LUCRECIA MORGAN:
Guzmán le estaba diciendo a ella que no se puede perder la carpeta de
Finanzas.

FEDERICO GUZMÁN:
Ya sé. Flor, yo te la dejé en tu escritorio.

FLORENCIA PELAIA:
Yo ya te dije que en el escritorio no estaba.

FEDERICO GUZMÁN:
Bueno, ahora vemos ese tema. No te preocupes Morgan que la carpeta va a
aparecer y te la mandamos.

LUCRECIA MORGAN:
Eso espero.

FEDERICO GUZMÁN:
Parece una amenaza, Morgan.

LUCRECIA MORGAN:
Tomalo como quieras. También podrías tomarlo como un consejo. Justo ahora
que se murió Bertolli, que tu departamento pierda semejante carpeta sería una
condena. Yo no me quedaría tranquila hasta que aparezca. Sobretodo sabiendo
que te van a proponer el puesto de subdirector a vos.

FEDERICO GUZMÁN:
También te lo pueden proponer a vos.

LUCRECIA MORGAN:
Ambos sabemos que no. Suerte.

(Se va Morgan, llega GAMEZ)

FRANCISCO GAMEZ:
Federico. Quiero hablar con vos.
Voy a proponerte con la Dirección para que seas el próximo subdirector. Quería
que lo supieras. En la reunión de mañana se los comunico. Y después ellos
hablarán directamente con vos.

FLORENCIA PELAIA:
Yo mejor me voy.

28
(Florencia sale sonriente.)

FEDERICO GUZMÁN:
Te agradezco Francisco. Teniendo en cuenta que…

FRANCISCO GAMEZ:
No, no hace falta. Vos hacés méritos suficientes. Vos te lo ganaste. Yo te estimo
mucho. Lo sabés. Pero tengo una cosa que pedirte.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué? Decime.

FRANCISCO GAMEZ:
Yo entiendo que con tu nuevo cargo de subdirector, podés hacer que Florencia
asuma la dirección de tu departamento. Y lo más probable es que lo hagas. Pero
estuve pensando mucho y me parece que debería hacerse cargo Morgan de ese
departamento. No Florencia.

FEDERICO GUZMÁN:
No puedo hacer eso.

FRANCISCO GAMEZ:
Pero es lo lógico. Te guste o no. Así como yo no dejé que mis asuntos
personales interfieran en mi decisión, creo que deberías hacer lo mismo. Dejarla
a Florencia en tu cargo sería dejar que lo personal interfiera. Ambos sabemos
que no corresponde. Tenerla a Morgan ahí sería tener a una de las mejores en el
departamento más importante de la empresa.

FEDERICO GUZMÁN:
Florencia es muy buena.

FRANCISCO GAMEZ:
Ya todos sabemos que es muy probable que haya perdido la carpeta de
Finanzas.

FEDERICO GUZMÁN:
No la perdió. Ya va a aparecer. ¿Cómo que todos saben?

FRANCISCO GAMEZ:
Te pido que reflexiones. Yo te estoy promoviendo a subdirector porque creo que
sos el más capaz, y me decís que vas a dejar a cargo de tu departamento a
alguien que no es el mejor sólo porque es tu mujer. Eso sólo me hace replantear
la decisión.

FEDERICO GUZMÁN:
Es que se lo prometí.

29
FRANCISCO GAMEZ:
Me parece que no me estás entendiendo.

FEDERICO GUZMÁN:
No puedo hacer eso. Yo la voy a dejar a Florencia a cargo. Ella se lo merece. Yo
se lo prometí.

FRANCISCO GAMEZ:
No te hagas esto Federico. Yo realmente quiero que seas el subdirector. No
dejes que ella te lo arruine. Yo sé que la querés, pero si ella realmente te quiere
debería entender.

FEDERICO GUZMÁN:
No te metas.

FRANCISCO GAMEZ:
¡¿Pero no lo entendés?! ¡Tenés un futuro brillante en la empresa y vas a dejar
que Florencia te lo arruine! No puede haberte cegado de esa manera.

FEDERICO GUZMÁN:
Vos no sos quien para decirme esto. Y es más, me parece que finalmente estás
metiendo asuntos personales. Por eso me estás pidiendo esto. Estás dolido y la
odiás.

FRANCISCO GAMEZ:
Esto no es personal. Estoy pensando en lo que es mejor para la empresa. Cosa
que veo que vos no tenés en cuenta. No me dejás otra alternativa que rever mi
decisión. Lo siento. Lo siento de verdad. Yo te estimo mucho.

ESCENA 6

FLORENCIA PELAIA:
No lo puedo creer. Le hubieras mentido. Le hubieras dicho que si. Que hacías lo
que te pedía y una vez en el puesto de subdirector, hacés lo que querés.

FEDERICO GUZMÁN:
Sí, ya sé, pensé en eso después. Es que en el momento me tomó por sorpresa y
no pude reaccionar. Estuve muy estúpido. Arruiné todo.

FLORENCIA PELAIA:
Es un cretino. Lo odio. No puedo creer que te haya planteado eso. Es injusto
que se meta. ¿Pero ya te dijo que no, te lo confirmó?

FEDERICO GUZMÁN:
Sí, me lo confirmó… Me siento muy mal.

30
FLORENCIA PELAIA:
Seguro que finalmente te propone a vos. No te preocupes. Yo voy a hablar con
él.

FEDERICO GUZMÁN:
No creo que sea conveniente.

ESCENA 7

FEDERICO GUZMÁN:
Lucrecia, quería felicitarte por tu nuevo puesto. Me imagino que sabrás que
estuvimos los dos en mente para la subdirección. Quería decirte que cuentes
conmigo para lo que necesites y que mi departamento está a entera disposición
y con deseos de coordinar muy bien el trabajo con vos.

LUCRECIA MORGAN:
Sí, gracias.

(Silencio)

FEDERICO GUZMÁN:
Eh… Si necesitás algo, no tenés más que pedírmelo. ¿Sí?

LUCRECIA MORGAN:

(Silencio.)

FEDERICO GUZMÁN:
¿Necesitás algo? No sé, lo que sea. Podés pedirme lo que necesites. Estoy a tu
disposición. Quiero decir, no guardo rencor con vos. De hecho no tengo por qué
tener un problema con vos. Son otros los que eligieron. Así que… me podés
perdir lo que necesites.

LUCRECIA MORGAN:
Sí, ya sé Guzmán. Ya me lo dijiste. Además no me vas a decir vos qué es lo que
puedo o no puedo hacer.

FEDERICO GUZMÁN:
No quise decir eso.

LUCRECIA MORGAN:
¿Vos pensás que yo no sé hacer mi trabajo?

FEDERICO GUZMÁN:

31
Sabés que no pienso eso.

LUCRECIA MORGAN:
Está bien. No importa. ¿Necesitás algo más?

FEDERICO GUZMÁN:
Nada más. Sólo eso. Felicitarte por tu nuevo puesto y que cualquier cosa que
necesites contá conmigo. Creo que podemos coordinar bien todo el trabajo. Y
bueno, me gustaría que pudiéramos juntarnos a charlar acerca de algunas ideas
que tengo que me gustaría contarte. A ver qué te parecen.

LUCRECIA MORGAN:
Y bien… Acá estamos. ¿Qué ideas?

FEDERICO GUZMÁN:
Es que preferiría que fuera en otro contexto. Una cena.

LUCRECIA MORGAN:
Yo no voy a cenar con vos Guzmán. Así que si tenés algo para decirme,
decímelo ahora. Este es el momento.

FEDERCIO GUZMÁN:
Insisto que preferiría que fuese de otra manera.

LUCRECIA MORGAN:
Y yo te digo que si tenés algo que decirme decímelo ahora. Este es el momento.

FEDERICO GUZMÁN:
No importa. En otro momento lo charlamos.

LUCRECIA MORGAN:
Lo deberías hacer ahora. No sé si va a haber otro momento.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Cómo no? ¿A qué te referís?

LUCRECIA MORGAN:
Mirá, Guzmán, te voy a ser honesta. No estoy muy interesada en que sigas a
cargo de tu departamento. No creo que la empresa quiera. Es decir, tengo
pensado a otra persona para tu puesto.

FEDERICO GUZMÁN:
¡¿Qué?! ¿Qué estás diciendo, Morgan?

LUCRECIA MORGAN:

32
Ya lo entendiste perfectamente. Y teniendo en cuenta que la carpeta de
Finanzas se perdió definitivamente en tu departamento, no nos queda otra
opción.

FEDERICO GUZMÁN:
Yo no perdí esa carpeta. ¡La perdió Florencia, lo sabés muy bien!

LUCRECIA MORGAN:
Eso no nos importa demasiado. Se perdió en tu departamento. Es tu
responsabilidad, por si no lo sabías.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Por qué hablás en plural? “no nos importa”. ¿A quiénes? ¡A vos! No te cubras
Morgan.

LUCRECIA MORGAN:
Evitá ponerte grosero.

FEDERICO GUZMÁN:
No podés hacer esto.

LUCRECIA MORGAN:
Sí, puedo.

(Pausa)

FEDERICO GUZMÁN:
… sí, podés.

LUCRECIA MORGAN:
Como subdirectora.

(Pausa)

FEDERICO GUZMÁN:
Sí, pero esto no te lo vas a llevar de arriba. No va a ser tan fácil como pensás.
Voy a hablar con Francisco.

LUCRECIA MORGAN:
Así que ahora me amenazás. Pensé que tenías un poco más de altura.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué es lo que tenés? ¿Por qué sos así? ¿Qué te hicieron para ser tan
despreciable?

LUCRECIA MORGAN:

33
Gracias por tus comentarios.

FEDERICO GUZMÁN:
¡No! ¡Decime por qué sos así!

LUCRECIA MORGAN:
No pienso seguir con esta conversación.

FEDERICO GUZMÁN:
¡Lo siento si te incomoda pero acá hay un ser humano que tiene sentimientos!

LUCRECIA MORGAN:
No. No gracias. No me interesan tus cursilerías.

FEDERICO GUZMAN:
No te entiendo.

LUCRECIA MORGAN:
Vos hubieras hecho lo mismo.

FEDERICO GUZMÁN:
Jamás. Ni siquiera lo pensé.

LUCRECIA MORGAN:
¿No? Me sorprende. Entonces me parece que te sobreestimé.

ESCENA 8

(Alicia de GAMEZ escucha de un grabador su propia voz.)

VOZ DE ALICIA DE GAMEZ:


“Abismo de luz hacia donde las miradas humanas se vuelven en las horas de
dolor y muerte, donde también vaga mi ansia. Esto es lo que pasará: Ella vendrá
con el “cargamento” después de larga espera. Y desde ahí todo será distinto,
será irremediable. Entonces se cometerá el crimen. Ella es la justiciera y la
víctima y sola otra vez volverá a la profundidad oscura de donde vino. Ella
llegará con el “cargamento” y terminará con la humanidad. Dios nos ha dejado
solos y aunque nos mande a sus guardianes, ángeles resignados por el dolor,
aquí todo está perdido.”

ALICIA DE GAMEZ:
Es como una profecía. Qué raro. Me siento tan rara.

(Toma el teléfono y llama)

ALICIA DE GAMEZ:

34
¿Hola? ¿Francisco? // Hijo, tengo que contarte algo. Es importante. // Me siento
bien, gracias. // No, no fui al médico. Pero me pasó otra vez. // Sí. // No, no te
preocupes. // ¡No! Escucháme que tengo algo importante para decirte. // Me
grabé. // Sí, me grabé. Es que sabía que me iba a pasar de nuevo. Es que te
mentí… aquella vez que me pasó de chiquita, me pasó todos los días durante
toda una semana y aquello que dije cuando estaba en el transe terminó
pasando. // Bueno, te lo estoy diciendo ahora. // No voy a ir al médico. ¿Cuántas
veces te lo tengo que decir? // El tema es que lo que digo en transe se parece a
una profecía. Como que algo va a pasar y me parece que debería avisarle a
alguien. Debería advertirle. // ¿A quién? Qué se yo… // Te estoy diciendo que me
da la sensación que debería advertirle algo a alguien. // No sé, si lo supiera no te
lo estaría llamando. // Me gustaría que lo escuches a ver si se te ocurre algo. //
No, pero tendría que ser cuanto antes, sino… lo que vaya a pasar va a pasar. //
Pero no es joda, te digo que lo que aquella vez presagié terminó pasando. //

ESCENA 9

FRANCISCO GAMEZ: (hablando por teléfono celular)


¿Cómo que terminó pasando? Todo esto me parece una locura, mamá. Me
estoy asustando. // Pero quiero que me lo cuentes ahora. // Bueno, está bien, no
te muevas de ahí que estoy saliendo para tu casa. // Sí, estoy abrigado. Te digo
que sí. // Un beso. Chau.

FLORENCIA PELAIA:
¡Francisco! Supongo que estás arrepentido de lo que hiciste.

FRANCISCO GAMEZ:
Perdoname, pero no tengo nada que charlar con vos.

FLORENCIA PELAIA:
¿Cómo no?

FRANCISCO GAMEZ:
No.

FLORENCIA PELAIA:
Estás vengándote con él.

FRANCISCO GAMEZ:
Yo no me estoy vengando de nadie, ni con nadie. A mi me duele lo que pasó.

FLORENCIA PELAIA:
Si te duele, podemos encontrar una solución. Yo ya hablé con él. Si cambiás de
opinión, no me va a dejar como jefa.

FRANCISCO GAMEZ:

35
Ya está. No voy a dar marcha atrás. Ya está hecho. Además no nací ayer. Sabía
que ibas a venir a decirme esto para después, una vez en el puesto, dejarte
como jefa.

FLORENCIA PELAIA:
Te juro que no.

FRANCISCO GAMEZ:
Ya propuse a Morgan. Aceptaron.

FLORENCIA PELAIA:
¡Ya lo sé y no lo puedo creer!

FRANCISCO GAMEZ:
Bueno, basta. Además, no es la muerte de nadie. Federico tiene un muy buen
puesto en la empresa, y vos también. Estás hablando como si hubiera matado a
alguien.

FLORENCIA PELAIA:
Estás cometiendo un grave error. Federico era el mejor. Morgan es una infame,
provocadora y soberbia y trae armas al trabajo.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Armas? ¿De qué hablás?

FLORENCIA PELAIA:
Nada, nada… Escuchame… Federico era el mejor.

FRANCISCO GAMEZ:
A último momento demostró que no. Y eso me desilusionó mucho.

FLORENCIA PELAIA:
No seas hipócrita.

FRANCISCO GAMEZ:
Cómo te cuesta no ser el centro de la atención. Te cuesta creer que realmente
aprecio a Guzmán independientemente de que esté ahora con vos.

FLORENCIA PELAIA:
¿Y por qué tanto amor por Guzmán? ¿De dónde viene?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Cómo de dónde viene? ¿Qué es esa clase de pregunta?

FLORENCIA PELAIA:
Lo decís cada dos frases. Te estoy preguntando porqué lo apreciás tanto.

36
FRANCISCO GAMEZ:
¡Basta! ¡No me jodas! ¡Dejame hacer mi vida!

FLORENCIA PELAIA:
Solamente te estoy preguntando algo. Contestame. Es raro que lo quieras tanto
siendo mi pareja.

FRANCISCO GAMEZ:
No pienso seguir con esta conversación.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué tiene de malo que te pregunte?

FRANCISCO GAMEZ:
¡Basta!

FLORENCIA PELAIA:
¿Sabés algo? Me parece sumamente raro todo lo que está pasando acá. No
puedo entender por qué lo querés tanto a Federico. Si es que realmente lo
querés. ¿Hay algo que yo no sé, que me estoy perdiendo?

FRANCISCO GAMEZ:
No sé a qué te referís. Dejame en paz.

FLORENCIA PELAIA:
Sí… Te conozco. Estás ocultando algo. Hay algo más.

FRANCISCO GAMEZ:
Te estás volviendo loca, Pelaia.

FLORENCIA PELAIA:
Hay algo más y yo lo voy a descubrir. ¡¿Me escuchaste?! ¡Acá algo huele mal!

FRANCISCO GAMEZ:
¡Pensá lo que quieras!

(Pausa. Florencia trata de calmarse.)

(Antes de que Francisco salga)


FLORENCIA PELAIA:
A Federico el puesto le significaba mucho.

FRANCISCO GAMEZ:
No empecemos de nuevo. El asunto está terminado. No hay vuelta atrás. Ya
está.

37
FLORENCIA PELAIA:
Es que a Federico el puesto le significaba mucho. ¡¿No lo entendés?! Además
tenía un futuro brillante en la empresa. ¿Cómo pudiste hacerle eso?

FRANCISCO GAMEZ:
¡Tiene un futuro brillante! Yo no le hice nada. Elegí buscando lo mejor y lo más
justo. Estoy muy ocupado ahora.

FLORENCIA PELAIA:
Estoy muy preocupada por él. Le va a costar asimilar todo.

FRANCISCO GAMEZ:
Es grande, va a poder superarlo.

FLORENCIA PELAIA:
Pero estaba tan ilusionado.

FRANCISCO GAMEZ:
¡Basta, Florencia! Te dije que estoy muy ocupado. Me tengo que ir.

FLORENCIA PELAIA:
¡Podemos dejar de lado por una vez nuestros rencores! ¡¿Puede ser?!

FRANCISCO GAMEZ:
Pero si sos vos la que… Está bien… No quiero pelear más. De verdad. ¿Qué
querés?

FLORENCIA PELAIA:
Todo esto está muy mal. Las cosas no tenían que darse de esta manera. Estaba
todo dado para que estuviéramos festejando. Pero tu mezquindad pudo más.

FRANCISCO GAMEZ:
¡¿Mi mezquindad?! Querrás decir la tuya. Si no hubiera sido porque vos
pretendías quedarte con el puesto de jefa del departamento nada de esto
hubiera sucedido. ¿Lo entendés?

FLORENCIA PELAIA:
Te odio, Francisco. Te odio con toda el alma.

FRANCISCO GAMEZ:
Estás siendo muy injusta. Federico va a estar bien. No es la muerte de nadie.

FLORENCIA PELAIA:
Lo arruinaste.

38
FRANCISCO GAMEZ:
¿Arruinarlo? ¡Es el jefe del departamento de ventas! El departamento más
importante. Es el puesto con mayor proyección. Más que el de subdirector. Basta
con esto. No le va mal.

FLORENCIA PELAIA:
Sí, está bien… Es el jefe del departamento de ventas, pero lo que no entendés
es que es tan exigente con él mismo que esto lo puede hacer desmoronar. Él
deseaba mucho el puesto de subdirector. Ya se había hecho a la idea. Pobre,
Federico. No le alcanza con ser el jefe del departamento. Está hecho para cosas
más grandes.

FRANCISCO GAMEZ:
Va a estar bien.

(Pausa)

FRANCISCO GAMEZ:
Escuchame… Todo esto tampoco me agrada. A pesar de nuestras diferencias
me gustaría que estuviéramos bien.

FLORENCIA PELAIA:
¿Y qué querés que te diga? ¿Qué pretendés después de lo que pasó? ¿Querés
que te diga que estuviste bien? ¿Eso querés escuchar? ¿Qué palabras querés
que salgan de mi boca? ¿Eh?

(Entra Federico sin que lo vean)

FLORENCIA PELAIA:
“Hiciste bien en no ascender a Federico. Te entiendo. Creo hiciste lo correcto. Es
lo mejor que pudiste haber hecho. Lo mío con Federico es una farsa para darte
celos. Me importás vos. Te amo, Francisco. Nunca te dejé de amar. Te extraño.”

(Federico sale aturdido por lo que ha escuchado. Ellos jamás lo vieron.)

FLORENCIA PELAIA:
Bueno. ¡No! ¡Jamás! No hay nada más alejado de lo que pienso. Pienso que sos
la persona más rencorosa que conocí y no entiendo cómo estuve con vos. Me
arrepiento. ¡Me arrepiento tanto! ¡Sos la peor basura!

FRANCISCO GAMEZ:
Evidentemente no hay nada que hacer.

FLORENCIA PELAIA:
No. Esto llegó al punto donde no hay retorno. Ya no hay retorno.

39
E S C E N A 10

LUCRECIA MORGAN:
Soñé otra vez con lo de siempre: una casa abandonada, una silla en medio del
jardín, una mecedora y me siento y cuando lo hago me doy cuenta que estoy
flotando en el mar y la mecedora es un delfín, pero esta vez el sueño siguió: el
delfín me mira y me dice que soy un ángel. Eso me dijo, que era un ángel. Yo de
chica siempre creí que era especial, que iba a ser un superhéroe ó esto mismo,
un ángel… Finalmente me dieron el puesto de subdirectora a mí. Me sorprendió.
No lo esperaba. ¿Pero sabe qué? Siento que no me importa tanto ahora que me
lo dieron. ¿Y sabe qué más? Siento más odio aún por todos. Desprecio la vida
humana. Creo que es eso. Quizás soy como un ángel que está resentido con el
mundo por ser como es, con la gente por ser como es…

PSICÓLOGO:
Me gustaría que profundicemos un poco en tu sueño.

LUCRECIA MORGAN:
El delfín me dice que soy un ángel.

PSICÓLOGO:
¿Nada más?

LUCRECIA MORGAN:
Nada más. Antes de irme a dormir, hice un juego en el baño. Un juego que me
contaron se puede hacer. Trata de mirarse al espejo con unas velas. Te mirás a
los ojos. Mirás tu reflejo. Y después de un rato podés verte pero de vieja… Y
pude verme. Fue algo hermoso… Quiero confesarle que tengo el deseo de
destruir el mundo. Como en las películas. Me siento aquel personaje que tiene
razón en todo lo que piensa acerca del mundo y piensa poner una bomba, o
contaminar las aguas de una ciudad. En las películas siempre muestran que lo
que quiere hacer es tan malo como lo que critica del mundo. Pero eso es
mentira. Porque entonces la propia idea de justicia es falsa. ¿Entiende? ¡Nunca
habrá ningún tipo de justicia! ¡No la hay! Es una idea, no existe. La moral no
existe. Si yo deseara envenenar a una ciudad entera porque odio a todos, lo
puedo hacer porque si me encontraran haciéndolo me castigarían. ¿Entiende?
Todo está en el mismo nivel. Todo puede ir de un sentido a otro pero en la
misma dirección. De una punta a la otra. Es lo mismo… Si yo hago algo que está
“mal” y me castigan con algo que es igual de “malo” que lo que yo hice, todo se
anula. Es una contradicción.

PSICÓLOGO:
No sé si la sigo. Pero me parece que querer matar a personas porque sí está
mal.

LUCRECIA MORGAN:

40
¡Ahí está! ¿Entonces matar a personas con una razón está bien? Es ilógico.
¡¿Se está escuchando?!

PSICÓLOGO:
No es lo que quise decir.

LUCRECIA MORGAN:
Está bien. Olvidémonos del tema. Yo no voy a matar a nadie. No voy a destruir el
mundo ó envenenar a toda esta ciudad. No se preocupe. No estoy loca. Ni me
creo un ángel…

E S C E N A 11

FLORENCIA PELAIA:
¿Estás bien? Amor. Te quiero mucho. Quiero que estés bien. Ya vamos a salir de
esta. Vas a ver.

FEDERICO GUZMÁN:
Sí.

FLORENCIA PELAIA:
Entiendo que estés alterado pero estaba pensando que no es tan grave como
parece.

FEDERICO GUZMÁN:
Sí, sobretodo por tu posición. ¿No?

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué querés decir?

FEDERICO GUZMÁN:
Nada, dejá. No me hagas caso.

FLORENCIA PELAIA:
Tenemos que empezar a organizar la fiesta de inauguración…

FEDERICO GUZMÁN:
¿Qué fiesta?

FLORENCIA PELAIA:
Nuestra fiesta y después nuestro viaje a la costa. Necesitamos relajarnos.
Despejarnos un poco. Dejar atrás esto que pasó.

FEDERICO GUZMÁN:
Yo no tengo nada que festejar. ¿Estás loca? No puedo creer el nivel de cinismo
que tenés.

41
FLORENCIA PELAIA:
Yo entiendo que estés mal. Te juro que me siento tan mal como vos pero no me
maltrates. Te lo pido por favor. Estoy tratando de animarte un poco. De
desdramatizar un poco el asunto.

FEDERICO GUZMÁN:
¡Mirá vos quién habla de eso!

FLORENCIA PELAIA:
¡Federico! ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tratás así? No entiendo porqué estás
enojado conmigo. Si es porque Francisco me puso a mí como excusa para no
ascenderte, te estás equivocando de persona. Tendrías que odiarlo a él, no a mí.

FEDERICO GUZMÁN:
Es verdad. Vos también sos víctima de Francisco. ¡Pobrecita!

FLORENCIA PELAIA:
Estás siendo demasiado cruel conmigo. Calmate.

FEDERICO GUZMÁN:
¡¿Que me calme?! Eso me pedís.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así? No lo entiendo. Estoy tratando de
contenerte. Yo deseaba tanto como vos que te ascendieran a subdirector.

FEDERICO GUZMÁN:
Para quedarte con el departamento de ventas.

FLORENCIA PELAIA:
Sabés que no es así.

FEDERICO GUZMÁN:
No, no lo sé. Creo que finalmente todo era para eso.

FLORENCIA PELAIA:
Te desconozco.

FEDERICO GUZMÁN:
Y yo a vos. Jamás pensé que fueras capaz de lo que hiciste.

FLORENCIA PELAIA:
¡¿Pero qué hice?! No te entiendo. No entiendo nada. ¿Qué está pasando?

FEDERICO GUZMÁN:

42
Me sorprende hasta que punto sostenés esta farsa. Lo hacés muy bien. Hasta
me harías dudar si fuera un espectador mirando esta situación.

FLORENCIA PELAIA:
¿De qué hablás? ¡Por dios! ¡Qué está pasando!

FEDERICO GUZMÁN:
No quiero verte nunca más. ¿Me oíste?

FLORENCIA PELAIA:
Acá debe haber un error. Esto no puede estar pasando. Yo te amo. Y vos me
hablás como si jamás hubieras sentido amor por mí.

FEDERICO GUZMÁN:
No te soporto. Tu maldad es inigualable.

(Florencia abofetea a Federico. Se quedan quietos mirándose.)

FLORENCIA PELAIA:
Me estoy volviendo loca. No lo entiendo. ¡Esto no está pasando! ¡Esto no está
pasando!

FEDERICO GUZMÁN:
¡Andate! ¡Andate!

FLORENCIA PELAIA:
No entiendo. Hablemos. Por favor.

FEDERICO GUZMÁN:
No hay nada que hablar. ¡Te vas! ¡Te vas!

FLORENCIA PELAIA:
No… Esperá.

(Federico la empieza a empujar hacia fuera)

FEDERICO GUZMÁN:
¡Andate, por dios!

FLORENCIA PELAIA:
¡Me quiero morir! Yo te amo… No entiendo…

FEDERICO GUZMÁN:
¡Andate antes de que mate!

FLORENCIA PELAIA:

43
¡Me quiero morir!

E S C E N A 12

(Con el grabador al lado)

FRANCISCO GAMEZ:
No entiendo qué quiere decir.

ALICIA DE GAMEZ:
Yo tampoco. Pero tratá de pensar… ¿No hay nada que te llame la atención?

FRANCISCO GAMEZ:
No.

ALICIA DE GAMEZ:
Yo me quedé pensando en aquella vez que me pasó. Te acordás que te conté
que cuando entré a mi casa la vi a mi mamá hablando con alguien que yo no
conocía y después me desmayé. Bueno, me quedé pensando en quién habría
sido. No era mi papá. Era un hombre en mi casa con mi mamá a solas. ¿No te
parece llamativo?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Vos me estás diciendo que era un amante de la abuela?

ALICIA DE GAMEZ:
Y… yo digo que si. ¿Quién sino?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Y eso qué tiene que ver con tu desmayo y transe?

ALICIA DE GAMEZ:
Llamé a la tía Ángela y le pregunté acerca del episodio. Lo que pasa es que está
muy viejita. Casi ni me reconoció. Pero después me dijo algunas cosas. Me dijo
que lo que yo había presagiado era la muerte de alguien. Yo esto no lo sabía. Mi
mamá nunca me lo dijo. Supongo que querría protegerme. Y que la persona que
se murió en aquel entonces era un amigo de mi mamá. Le pregunté quién. Y me
dijo que mejor se lo preguntara a ella, que no se quería meter. Le dije que
estaba muerta y me dijo que entonces mejor no meterse. Después me contó
acerca de un juego que hacían de chiquitas con mi mamá. Se miraban al espejo
a oscuras sosteniendo una vela. Se miraban cada una a los ojos. Miraban sus
reflejos. Y después de un rato podían verse ellas mismas pero de viejas. Me dijo
que funcionaba y que le apenaba que mi mamá no haya llegado a vieja.
Lloramos un rato y corté.

FRANCISCO GAMEZ:

44
¿Y entonces?

ALICIA DE GAMEZ:
Qué sé yo…

FRANCISCO GAMEZ:
Esperá…

ALICIA DE GAMEZ:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
En el transe nombras algo acerca de alguien con un “cargamento”. ¿No?

ALICIA DE GAMEZ:
A ver…

(Ponen la cinta otra vez)

VOZ DE ALICIA DE GAMEZ:


Abismo de luz hacia donde las miradas humanas se vuelven en las horas de
dolor y muerte, donde también vaga mi ansia. Esto es lo que pasará: Ella
vendrá con el “cargamento”…”

FRANCISCO GAMEZ:
¡Ahí! ¡Ahí! (apaga el grabador) “Ella vendrá con el “cargamento” ”. Alguien me
habló de un cargamento. ¿Quién me habló de un cargamento? ¿Quién?

E S C E N A 13

FLORENCIA PELAIA:
Tomá. Lo encontré en el baño.

LUCRECIA MORGAN:
¡Mi diario! ¡¿Dónde lo encontraste?!

FLORENCIA PELAIA:
En el baño. Recién.

LUCRECIA MORGAN:
No lo puedo creer. Revisé el baño por lo menos 15 veces.

FLORENCIA PELAIA:
Bueno, no sé. Lo encontré ahí.

LUCRECIA MORGAN:

45
Qué raro… Gracias.

FLORENCIA PELAIA:
De nada.

(Silencio)

LUCRECIA MORGAN:
No habrás leído nada, ¿no?

FLORENCIA PELAIA:
No. No te preocupes.

(Llega GAMEZ y se va Morgan)

FRANCISCO GAMEZ:
¿Y? Tenés alguna noticia.

FLORENCIA PELAIA:
Nada. Ni siquiera me llamó. Su celular no contesta. Estoy muy preocupada. Ya
pasaron tres días.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Pero no te dijo nada la última vez que estuvieron juntos? No hubo ni un indicio
de dónde podría haberse ido.

FLORENCIA PELAIA:
Nada… Fue todo muy raro. No entendí qué pasó. En un momento estaba
gritándome como si me odiara. De pronto era un desconocido. Estaba fuera de
sí. Me odiaba con toda su alma… Me siento tan mal. Estoy destruida. Ya no
tengo fuerzas ni para odiarte.

FRANCISCO GAMEZ:
Jamás pensé que todo esto iba a tener este desenlace. No fue mi intensión.

FLORENCIA PELAIA:
Lo único que me importa ahora es que aparezca, que vuelva a casa. Que esté
bien.

FRANCISCO GAMEZ:
Cualquier cosa que necesites, pedímelo.

FLORENCIA PELAIA:
Está bien.

(Pausa)

46
FRANCISCO GAMEZ:
Quizás no es el momento, pero quiero saber… ¿Vas a aceptar la jefatura del
departamento de ventas?

FLORENCIA PELAIA:
¡No! ¡No te preocupes! No voy a aceptar.

FRANCISCO GAMEZ:
Es que quería decirte que… me parece que quizás deberías tomarlo.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
Que me parece que deberías tomarlo. De todos modos van a poner a alguien en
ese puesto. No puede quedar vacante. Y, aunque vuelva Federico, el hecho de
haberse ido tres días sin aviso es suficiente como para que no sea bienvenido.

FLORENCIA PELAIA:
Eso es lo que te preocupa, ¿no? Sólo el “bienestar de la empresa”. No te
interesa en lo más mínimo si está bien ó le pasó algo grave… Y lo que es más
patético es que finalmente me pedís que acepte un puesto que no querías que él
me diera y que fue la excusa para no ascenderlo. Ese puesto le pertenece… No
lo puedo creer.

FRANCISCO GAMEZ:
No estando Federico, creo que vos deberías ser la jefa del departamento…
Además te propuso Morgan.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
Lo que escuchaste. La mismísima Morgan te propuso.

FLORENCIA PELAIA:
Esto es ridículo.

FRANCISCO GAMEZ:
Pensálo.

FLORENCIA PELAIA:
Esto es ridículo.

E S C E N A 14

47
LUCRECIA MORGAN: (hablando por celular)
¿Dársena 4? // Perfecto. // Ok. // No. No se meta. // Ya sé que es un cargamento
peligroso. // Mejor no se meta. // El dinero se lo voy a dar cuando constate que
esté todo ahí y en perfecto estado. // Perfecto. Lo vuelvo a llamar en una hora.

E S C E N A 15

ALICIA DE GAMEZ: (SOLA)


Algo no está bien. Algo no está bien. Siento un extraño cosquilleo. Algo horrible
va a pasar. Lo presiento. Lo presiento muy fuertemente.

E S C E N A 16

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

(Silencio)

¿Están seguros?

(Silencio. Florencia no puede contener las lágrimas.)

No puede ser verdad. Esto no puede estar pasando…

FRANCISCO GAMEZ:
Lo siento. Me acaban de llamar y vine para acá.

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué te dijeron?

FRANCISCO GAMEZ:
Que lo encontraron hoy. Hace unas horas.

FLORENCIA PELAIA:
¿Dónde?

FRANCISCO GAMEZ:
En el río.

FLORENCIA PELAIA:
¿Están seguros de que es él?

FRANCISCO GAMEZ:
Sí… Lo siento.

48
FLORENCIA PELAIA:
No lo puedo creer… Lo quiero ir a ver. ¿Dónde está?

FRANCISCO GAMEZ:
No estoy seguro pero supongo que en la Morgue Judicial.

(Pausa.)

FLORENCIA PELAIA:
Creo que no voy a poder soportar esto.

FRANCISCO GAMEZ:
Florencia…

FLORENCIA PELAIA:
Creo que me quiero morir. Creo que quiero morirme. En serio…

FRANCISCO GAMEZ:
Tranquila…

FLORENCIA PELAIA:
Es que no entiendo. No entiendo…

FRANCISCO GAMEZ:
No sabés cuánto lo siento. De verdad. Dejame abrazarte.

FLORENCIA PELAIA:
¡No!

FRANCISCO GAMEZ:
Dejame…

(La abraza. Ella estalla en llantos.)

FLORENCIA PELAIA:
Qué pena. Qué pena…

(Pausa)

FLORENCIA PELAIA:
Me gustaría abrazarlo y decirle que esté tranquilo. Que lo amo y que descanse
en mí. Quisiera besarlo.

FRANCISCO GAMEZ: (también llorando)


Lo siento.

49
FLORENCIA PELAIA:
¿Qué te dijeron? ¿Qué pasó?

FRANCISCO GAMEZ:
Sólo eso. Que encontraron su auto en el río y él estaba dentro. Creen que fue un
accidente. Encontraron frenadas de otro auto en el lugar donde se desbarrancó,
pero no están seguros de que fuera eso lo que pasó. Quizás vengan a hacer
unas preguntas.

FLORENCIA PELAIA:
No sé si voy a poder soportar este dolor. Francisco, me voy a morir del dolor.
Ayudame…

FRANCISCO GAMEZ:
Sabés que podés contar conmigo en lo que necesites.

FLORENCIA PELAIA:
Necesito mi vida de vuelta. Necesito la vida de Federico de vuelta. Volver para
atrás. Borrar todo esto que está pasando. Quiero volver para atrás. Poder hablar
de nuevo con él. Poder hacer todo lo que teníamos planeado hacer. Tengo que
hablar con él y aclarar todo. Explicarle que seguro hubo algún tipo de
malentendido. Que no puede ser que esté enojado conmigo si yo no hice nada.

FRANCISCO GAMEZ:
Florencia, eso no es posible. ¿Lo comprendés, no?

FLORENCIA PELAIA:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
Que Federico ya no está… Que no le podés hablar. ¿Lo comprendés?

FLORENCIA PELAIA: (confundida)


¿Querés tomar algo? ¿Un té?

FRANCISCO GAMEZ:
Florencia, ¿me estás escuchando?

FLORENCIA PELAIA:
Sí, sí… Federico ya no está. ¿Querés un té?

FRANCISCO GAMEZ:
No, gracias.

FLORENCIA PELAIA:

50
Me gustaría haber estado ahí para salvarlo. Para rescatarlo. ¿En qué estaría
pensando? ¿Cómo pudo pasarle esto? Me gustaría saber cuál fue su último
pensamiento. ¿Habrá pensado en mí? ¿Se habrá ido enojado conmigo? Yo no
hice nada malo. Creo que no hice nada malo.

FRANCISCO GAMEZ:
No tiene sentido que pienses así. No te martirices de esa manera.

FLORENCIA PELAIA:
Se fue pensando algo de mí que no era verdad. Se fue pensando que estaba
solo. Y no estaba solo, estaba yo que lo amo. Yo lo sigo amando. ¿Qué hago
ahora con todo esto? ¿Qué hago con esto que sigo sintiendo? Él ya no está. Me
quiero morir. Y yo sigo amándolo como si estuviera vivo, como si estuviera por
abrir esa puerta.

FRANCISCO GAMEZ:
Tenés que ser fuerte. Tratá de…

FLORENCIA PELAIA:
¿Por?

FRANCISCO GAMEZ:
¿Cómo?

FLORENCIA PELAIA:
¿Por qué tengo que ser fuerte?

FRANCISCO GAMEZ:
Porque la vida sigue…

FLORENCIA PELAIA:
¿Para quién? Porque para mí no.

(Pausa)

FRANCISCO GAMEZ:
Florencia… Yo...

FLORENCIA PELAIA:
Necesito dormir.

FRANCISCO GAMEZ:
Yo te quiero, Florencia.

FLORENCIA PELAIA:

51
Sí, pero necesito dormir. Gracias por haber venido. Después voy a ir a la
Morgue. Necesito dormir.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Segura que te querés quedar sola?

FLORENCIA PELAIA:
Sí.

FRANCISCO GAMEZ:
No te parece mejor que me quede.

FLORENCIA PELAIA:
No. Gracias. Quiero estar sola. Siento que no voy a poder soportar nada de lo
que queda en este mundo si no está Federico.

FRANCISCO GAMEZ:
Cualquier cosa que necesites, llamame.

FLORENCIA PELAIA:
No puede estar pasando esto. No lo acepto. No está bien. No está bien que
estas cosas pasen. Quiero volver el tiempo atrás. Necesito dormir. Eso es.
Necesito dormir. Dormir.

E S C E N A 17

ALICIA DE GAMEZ:
Pobrecita.

FRANCISCO GAMEZ:
Pobre, Florencia.

ALICIA DE GAMEZ:
Así que lo encontraron en el río.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí. Dentro de su auto. Un pena… Qué terrible.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Habrá sido eso lo que presentí que iba a pasar?

FRANCISCO GAMEZ:
No sé. Pero basta con eso. No me siento bien.

ALICIA DE GAMEZ:

52
Pero finalmente no hay ninguna relación con ningún “cargamento”. Me había
parecido que era una pista.

FRANCISCO GAMEZ:
¿Pista? Mamá. No sos un detective. ¿A qué estamos jugando? Se murió una
persona que yo estimaba. Estoy apenado por él y por Florencia. Basta con eso.
Es una estupidez.

ALICIA DE GAMEZ:
Pero finalmente pasó algo grave…

FRANCISCO GAMEZ:
¡Basta, mamá! No quiero hablar más del tema.

ALICIA DE GAMEZ:
Está bien.

FRANCISCO GAMEZ:
Esto me hizo repensar muchas cosas. Creo que estoy muy solo. Demasiado.
Creo que estoy poniendo toda mi atención en el trabajo y no vale la pena. Tengo
ganas de estar con alguien. De compartir algo. Me tendría que ir de viaje, tratar
de conocer a alguien…

(Silencio)

FRANCISCO GAMEZ:
Me siento muy culpable.

ALICIA DE GAMEZ:
Vos no tenés nada que ver en esto.

FRANCISCO GAMEZ:
No entendés… Me siento muy culpable por lo que siento.

ALICIA DE GAMEZ:
¿Qué?

FRANCISCO GAMEZ:
No es que no me sienta mal por lo que pasó, pero siento que…

(Silencio)

ALICIA DE GAMEZ:
Tenías expectativas de volver con ella. ¿No?

(Pausa)

53
FRACISCO GAMEZ:
Sí…

ALICIA DE GAMEZ:
Y ahora sentís que se abre una posibilidad.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí, ¡Pero está mal que sienta esto! ¡Tengo la posibilidad solo porque se murió la
persona que ella había elegido para compartir su vida! ¡Por favor! ¡Es patético!
¡Soy patético! Soy la peor de las bestias. Creo ser correcto, me lleno la boca
hablando como aquel que no posee fisuras en su accionar, aquel que es
intransigente, y desde esa altura, juzga a todos; pero soy el mayor de los
miserables. En mi corazón palpito la esperanza de quedarme con lo que aquel
que murió trágicamente dejó. Soy un carroñero. Un buitre.

ALICIA DE GAMEZ:
No. Nos sos un buitre, ni sos patético.

FRANCISCO GAMEZ:
Sí. Soy patético. Soy repugnante. Y ya no estoy seguro de nada. Ya no estoy
seguro de haber hecho lo correcto. Creí que no ascender a Federico no estaba
relacionado con algo personal, pero ahora no estoy seguro de que eso sea
cierto.

ALICIA DE GAMEZ:
No tenés por qué sentirte mal por lo que sentís. Vení acá. (Lo abraza como si
fuera un bebé)

FRANCISCO GAMEZ:
Me siento muy mal, mamá.

E S C E N A 18

FEDERICO GUZMÁN:
La sensación de ahogarse es horrible. Es como respirar agua y toser hasta
sentir que estallan los pulmones por dentro y ya no recordás nada. Pensé mucho
en vos cuando dejé de sentir pánico de estar muriendo.

FLORENCIA PELAIA:
¿Querés un té? Debés estar muerto de frío, todo mojado.

FEDERICO GUZMÁN:
No, ya no siento frío. No siento nada físico. Como cuando se te duerme una
pierna. Así siento mi cuerpo entero: no lo siento. (Ríe levemente)

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FLORENCIA PELAIA:
Creo que no puedo abrazarte.

FEDERICO GUZMÁN:
Ya sé.

FLORENCIA PELAIA:
Necesito que hablemos. Necesitamos aclarar las cosas. Hubo algo que no salió
bien. Creo que hubo algún tipo de mal entendido.

FEDERICO GUZMÁN:
No. No hablemos de eso.

FLORENCIA PELAIA:
Pero creo que hubo un malentendido o…

FEDERICO GUZMÁN:
No, no hablemos de eso. No hace falta.

FLORENCIA PELAIA:
Me gustaría seguir durmiendo para siempre.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Te puedo contar algo muy curioso?

FLORENCIA PELAIA:
Sí.

FEDERICO GUZMÁN:
¿Te acordás del programa que vimos acerca de las Basílicas?

FLORENCIA PELAIA:
Sí… Un documental.

FEDERICO GUZMÁN:
Bueno, no puedo dejar de pensar en eso.

FLORENCIA PELAIA:
¿Por qué?

FEDERICO GUZMÁN:
No sé. ¿No es ridículo que esté pensando en eso? Pero es así… Te acordás que
hablaban de las basílicas romanas y griegas. Que primeramente no eran
templos y que luego el cristianismo las usó como lugares meramente religiosos.
No sé por qué estoy pensando en eso. Es absolutamente arbitrario. No tiene
sentido. Pero no puedo sacarme de la cabeza esas basílicas majestuosas.

55
FLORENCIA PELAIA:
No tiene sentido.

FEDERICO GUZMÁN:
No tiene sentido. Quizás es eso. Quizás no hay nada que entender.

FLORENCIA PELAIA:
Te voy a extrañar. Te estoy extrañando. Quisiera morir también.

FEDERICO GUZMÁN:
Las basílicas romanas tuvieron múltiples usos dedicándose especialmente a ser
lugar de transacciones financieras o más ordinariamente, a la administración de
justicia; también se utilizaba como lugar de reunión de los ciudadanos para tratar
asuntos comunes. En cuanto a su concepción arquitectónica, se trataba de una
gran sala rectangular compuesta por una o más naves (siempre en número
impar), en este segundo caso, la central era más ancha y alta y estaba
soportada por columnas.

FLORENCIA PELAIA:
Federico… Yo…

FEDERICO GUZMÁN:
La diferencia de alturas se aprovechaba para abrir huecos de iluminación en la
parte alta de los muros. En uno de los extremos de la nave principal existía una
exedra o ábside. No sé por qué sé todo esto. Te decía que existía un ábside, que
es esa parte abovedada donde suelen estar los altares, donde se instalaba la
presidencia, mientras que la entrada se efectuaba por el extremo opuesto a
través de un pórtico. En ocasiones, la puerta de acceso también podía situarse
en el centro de uno de los lados mayores…

FLORENCIA PELAIA:
Federico, Federico…

E S C E N A 19

LUCRECIA MORGAN: (coloca una cámara de filmación y se graba)


Esto no es para dejar un mensaje. No. No hay moraleja. No hay moral en esto.
Es simple acto de deseo. Puede parecer trillado, y lo es. Voy a envenenar el
agua de esta ciudad. Todos, tarde o temprano, van a morir. Finalmente lo estoy
haciendo. Pensé que no iba a ser capaz… Finalmente estoy haciendo lo que en
las películas. Enveneno a toda una ciudad. Y no aparece el héroe que lo impida,
porque no existen los héroes. Será cuestión de días. Quizás semanas… Yo
tengo derecho de hacer lo que quiero hacer. Para eso estoy acá. Para eso nací.
Para hacer lo que quiero, ó por lo menos de intentar hacerlo. Y todos deberían
haber hecho lo mismo. Y no pienso que esta acción tenga algo que ver con la

56
justicia. No lo hago como una forma de castigo. No. La justicia no existe. Es todo
mucho más sencillo. Lo hago porque estoy tratando de ser consecuente
conmigo misma. Nada más que eso. Y si hubiera sentido amor hubiera intentado
ser Jesús. Pero siento odio. Y si grabo este mensaje es porque me gustaría que
alguien alguna vez lo encontrara y pueda dar cuenta del sinsentido. Quizás
suene desproporcionado, quizás algunos piensen que es demasiado… Pero
creo que la ausencia de un móvil de la misma dimensión lo hace un hecho
hermoso y poético. No estoy segura de lo que digo. Son palabras. Y las palabras
son engañosas. Pero mis acciones no. Los desastres naturales pasan. Pasan
sin explicación. Son. Un terremoto, una inundación no tienen explicación y esto
que hago tampoco la tiene y para eso es este video, para dar fe de ello.
Finalmente no creo ser distinta a los demás, no creo ser un ángel, ni un
superdotado como pensé que era. Simplemente he encontrado el camino. He
encontrado mi comunión con la naturaleza. No… No es eso lo que quiero decir.
¡Otra vez las palabras! ¡No puedo explicarlo bien!... Claro… Puede que sea
mejor que no pueda explicarlo. Sí. No explicarlo. Es eso. Es mejor así…
Entonces… una imagen: Un lago quieto, casi un espejo, refleja exacta e
inversamente las montañas que lo rodean. Pero hay un detalle que no se refleja.
Uno sólo. Preciso. Un pájaro enorme, amarillo y rojo que surca el cielo.

FIN

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