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Transcripción de la carta del médico Jhiery

Fernández
La Paz, 18 de septiembre de 2018

Un día 14 de noviembre de 2014 se da inicio a la peor pesadilla y terror que supera la


imaginación más perversa del ser humano.

Se inicia un proceso penal a costa de más de 10 personas inocentes a un supuesto


imaginario de haber cometido violación a un menor de edad. Tras cuatro años con una
investigación y posterior juicio oral donde estuve sentado en el lugar más terrorífico
acusado de violación.

Donde en cada audiencia pude ver el servilismo de un par de fiscales, quienes a toda costa
buscaban a un culpable, una sentencia y no así la verdad.

Veía cómo acusaban, mentían y se valían de los recursos más bajos para construir o
destruir mi inocencia.

Unos fiscales que actuaban como los peores delincuentes legitimados en su cargo,
utilizando un código a su gusto y antojo a vista y paciencia de tres jueces.

He visto y he sido testigo y sobre todo he sido víctima muda por una supuesta reserva por
precautelar la dignidad y el honor de un menor, pero qué hay de mi dignidad, de mi honor
y de mis derechos siendo juzgado y sentenciado entre cuatro paredes y con puro verdugos
que más que un juicio parecía un circo romano donde echaban a inocentes cristianos a los
leones.

Cuando el día de ayer, 17 de septiembre del 2018 en las primeras horas de la mañana
pude ver en los medios de comunicación donde se comprobaba que lo que se estaba
protegiendo era el peor crimen que se ha podido cometer “sentenciar a un inocente".

A través de esta carta, como único medio que tengo para gritar y denunciar mi indignación
contra todo el sistema judicial y los fiscales encabezados por el autor intelectual de este
horrendo crimen que se dio a la luz en ése audio, el fiscal general Ramiro Guerrero y sus
autores materiales Susana Boyán Tellez y Edwin Blanco Soria.

Denuncio el manoseo y la profunda nausea a todo el sistema judicial, en especial a todos


los jueces que intervinieron en mi caso tanto en la etapa preparatoria y posteriormente en
el juicio oral, Petrona Pacajes, Roberto Mérida, Gladys Guerrero, jueces coautores.

Hoy quienes deberían estar presos son estos sujetos, ellos si son un peligro para la
sociedad.
Veo la sentencia en mis manos que más que una sentencia condenatoria de privación de
libertad es una sentencia de muerte en vida y escucho las declaraciones de esta juez y no
puedo contener las lágrimas y la rabia e impotencia de cómo destruyeron mi futuro, mis
anhelos, mis sueños confinados entre cuatro muros gritando mi inocencia y pidiendo
justicia, esa justicia que no pudieron darme los supuestos representantes y defensores de la
ley.

¡Acudo, exhorto y pido ayuda! A las instituciones, personas y ciudadanos de a pie que
defienden derechos humanos, a todos los que acuden a instancias fiscales y judiciales
buscando el valor, justicia.

Tengo ira de ver que este tipo de “defensores de la justicia y la verdad” son capaces de
destruir vidas, familias enteras y tener el cinismo de presentarse a cargos públicos.

Quien como en la época de la inquisición torturan dando toques eléctricos a testigos


queriendo sacar confesiones, distorsionando la verdad y extorsionando a otros para que
les den dinero.

Estos audios revelan toda la verdad, perdón “parte” de lo que pasó en ése supuesto juicio
donde me sentenciaron, donde hubieron amenazas y lágrimas de los testigos, por la
presión de la fiscalía a vista y paciencia del Tribunal.

Con estos señores nuestra justicia está herida de muerte y salvarla es tarea y misión de
todos.
Agradezco a Dios y a la persona que sacó a la luz pública este horrendo crimen que se
estaba cometiendo “que el Señor lo bendiga a usted y a toda su familia".

Dios salve a Bolivia de estos delincuentes con corbata encarados en su cargo.


Atentamente

Jhiery Fernández Sumi


Un inocente que clama justicia

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