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Taller de ministración Hernán Rojas – Aprendiz ministerial

1. CÓMO OÍR LA VOZ DEL PADRE


Introducción a la oración meditativa

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” (Sal 46:10)

Cuando nos acercamos a Dios en oración, muchas veces traemos una lista de peticiones que
deseamos sean respondidas tan pronto como sea posible. Esto es porque la enfermedad de
nuestra era es la prisa. Tan pronto como hemos terminado de orar volvemos a nuestras labores,
pero un momento… ¿qué sucede si Dios tenía algo que decirnos en ese momento?

La oración meditativa se centra en el aspecto de la oración que se relaciona no tanto con hablar,
sino con escuchar a Dios. En la oración meditativa no solamente oramos a Dios, sino que oramos
con él.

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a
su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que
pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan
5:14-15)

Dios ha prometido en su palabra que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oirá. En este
mismo momento Dios nos está gritando: “¡hijo, pídeme aquello… yo quiero concedértelo!” – la
invitación que nace de este principio, es aprender a escuchar la voz de Dios, y oír acerca de qué
son aquellas cosas que él desea que entreguemos en oración.

Quitando las distracciones de en medio


Muchas veces la oración será como la pelea de Jacob con el ángel en Peniel, será una verdadera
lucha, nuestros pensamientos irán de una escena a otra. Pero Dios nos invita a perseverar como
Jacob, quien finalmente recibió la bendición de Dios tras pelear con él toda la noche. De todas
maneras será útil escuchar el consejo de Bonhoeffer en esto:

“Una de las tribulaciones de nuestra meditación es la tendencia de nuestros pensamientos a


dispersarse, a seguir su tendencia natural hacia otras personas o hacia determinados
acontecimientos de nuestra vida. Por más que esto nos apene y entristezca, no debemos
desalentarnos ni inquietarnos, y mucho menos llegar a la conclusión de que la meditación no está
hecha para nosotros. A veces en lugar de intentar rechazar desesperadamente esos pensamientos,

puede dar buen resultado acoger tranquilamente en nuestra oración a las personas y
acontecimientos a los que aquellos nos remiten sin cesar, volviendo de este modo, pacientemente,
al punto de partida de la meditación” (Dietrich Bonhoeffer. Vida en comunidad)
Taller de ministración Hernán Rojas – Aprendiz ministerial

Cómo practicar la oración meditativa – pasos prácticos


(adaptado del libro de Richard Foster “Santuario del alma”)
Los siguientes pasos no pretender ser estaciones separadas, más bien buscan ser una ayuda para
aquel que desea aprender la oración meditativa. En muchos sentidos estos pasos se mezclan,
intercalan, combinan. No se trata de una fórmula, sino de un principio: buscamos el rostro de Dios,
antes que sus manos.

1) El recogimiento: En el recogimiento nos presentamos delante del Señor tal como somos.
Preparamos nuestro corazón, “ponemos la mesa” para sentarnos y deleitarnos en la
presencia de Cristo. Es útil tomar un versículo bíblico que nos ancle hacia Cristo. No
hacemos exégesis bíblica del versículo, más bien lo meditamos, lo decimos como una
oración, nos alimentamos de él. También es útil usar nuestra imaginación. En este punto
puede ser bueno escuchar el consejo de Richard Foster:

“Como una experiencia inicial en el recogimiento, podemos sentarnos cómodamente y


luego, lenta y deliberadamente, dejar que se vaya toda la tención y la ansiedad.
Advertimos la presencia de Dios en la sala. Si nos ayuda, podemos imaginar a Cristo
sentado en la silla frente a nosotros, porque él está verdaderamente presente. Si aparecen
frustraciones o distracciones, queremos elevarlas a los brazos del Padre, dejando que Dios
tome cuidado de ellas. Esto no es suprimir nuestra tormenta interior sino dejarla salir. La
supresión implica presionar, tener bajo control, mientras que en el recogimiento estamos
entregando, liberando. Es más que una relajación sicológica neutral. Es una rendición
activa, un “autoabandono a la Providencia divina”, para usar la frase de Jean-Pierre
Caussade”. (Richard Foster, Santuario del alma)

¿Qué cosas pueden suceder durante el proceso de recogimiento? Rendición,


arrepentimiento, aceptación de los caminos de Dios. Y aún si no sucede ninguna de estas
cosas, sabremos que hemos avanzado al siguiente paso, y la próxima vez habremos tenido
una experiencia previa que nos ayudó a crecer.

2) La contemplación: En la contemplación la mesa ya está puesta, y ahora “nos deleitamos


en la mesa del Señor”, vemos su poder, nos deleitamos en su presencia, damos gracias,
bendecimos, reconocemos que él es Dios. En todo este proceso puede ser útil salir a
caminar y deleitarse en el poder de Dios sobre la creación, puede ser útil escuchar música
de adoración que nos lleve a Cristo, realizar una excursión, y en fin, podemos practicar la
oración meditativa en el lugar donde estemos, viajando al trabajo, haciendo las labores
domésticas, caminando, etc. No necesitamos vestirnos de una forma especial para orar, ni
“poner voz de profeta”, podemos orar en nuestro día a día. Finalmente esto no se trata de
tener sencillamente tiempos de oración, sino de que la vida es oración.
Taller de ministración Hernán Rojas – Aprendiz ministerial

3) La oración oyente: En este punto de la oración, nos hemos deleitado en la mesa del Señor,
y ahora viene la sobremesa. Jesús habla y “mientras sirve el té”, ríe con nosotros y nos
muestra su corazón. Y lo que sucede es que oír a Dios no siempre es oír palabras
específicas, a veces viene como una transmisión de su corazón, de su sentir, es el palpitar
del corazón de Dios en el nuestro: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Rom 8:26). En este punto estamos
orando con Jesús; Él nos enseña a orar. Puede llevarnos a clamar por los perdidos, por
cierta persona que no teníamos en mente para orar, etc. Podemos oír a Dios de diversas
maneras; de lo cual hablaremos más adelante.

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