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Actitud Laboral

Para comenzar hablar de actitud laboral debemos entender que las actitudes son
determinantes del comportamiento porque están relacionados con la percepción,
personalidad, el aprendizaje y la motivación. La actitud es un estado mental de alerta
organizado por la experiencia, el cual ejerce una influencia especifica en la respuesta de
una persona ante los objetos, las situaciones y otras personas, aquí se observan tres
aspectos. Primero, las actitudes definen las predisposiciones hacia determinantes
aspectos del mundo. Las personas adoptan actitudes hacia su trabajo, su organización,
sus colegas, su remuneración y otros factores. Segundo, las actitudes es la base
emocional de las relaciones interpersonales y de la identificación de la persona con los
demás. Tercero, las actitudes están organizadas y muy cerca del núcleo de la
personalidad, pero están sujetas a cambios.

Aunque se acepta que las actitudes son una parte intrínseca de la personalidad de cada
quien, existen algunas teorías que tratan de explicar de cómo se forman y se modifican.
Rosenberg afirma que las personas procuran que exista cierta congruencia entre sus
creencias y sus sentimientos sobre los objetos. En su opinión la modificación de las
actitudes dependen de los cambios en estas creencias o estos sentimientos. Además, las
actitudes de las personas están estructuradas y se componen de varios rasgos afectivos
y cognitivos. La interrelación entre esos rasgos provoca que un cambio en uno de ellos
modifique a los otros. Cuando estos componentes son inconscientes o si exceden el
llamado nivel de tolerancia de las personas surge la inestabilidad, la cual puede
corregirse si se desactiva el mensaje destinado a influir en las actitudes, se fragmenta
las actitudes o incluso se activa la incoherencia, de modo que surjan nuevas actitudes.

Según Rosenberg, el conocimiento, la afectividad y el comportamiento son


determinantes de las actitudes y estas, a su vez, determinan la afectividad, el
conocimiento y el comportamiento. El conocimiento es el proceso consiente de
adquisición del saber y se basa en procesos de reflexión especialmente en la
racionalidad y en la lógica. La afectividad se refiere en los sentimientos, lo que nos
disgusta o nos gusta.
Los rasgos afectivos y cognitivos determinan las actitudes y las forman en que estos
cambian. Por ello los administradores deben demostrar que los aspectos positivos de la
aportación individual a la organización, en forma de desempeño y dedicación, superan
los negativos. La eficiencia se puede alcanzar cuando se han inculcado en las personas
actitudes favorables hacia la organización y trabajo.

Lo que tratan de decir los autores con respecto al concepto de actitud, es en conclusión
que el comportamiento de cada individuo depende de las actitud que posee, y esta
actitud o actitudes que adopta el sujeto están ligadas a la percepción (forma y sentido
de ver las cosas de acuerdo a sus experiencias), al aprendizaje; esto quiere decir, que las
actitudes son aprendidas por el entorno o por la imagen de un modelo), y por ultimo
también se rigen de la motivación que se define como un impulso llamado metas o
aspiraciones, que posee el sujeto para realizar las cosas; de acuerdo a estos 3 factores
muy importantes que rigen la actitud que va adoptar un trabajador ya sea hacia su
trabajo, empresa, colegas, etc. Por consiguiente, si un sujeto no posee una actitud
adecuada es porque está influenciada por muchos factores ya sean por la adopción de
estas, por el mal clima laboral o por el tipo de personalidad que posee este, sin embargo
es rescatable decir que las actitudes se pueden manejar y sobretodo se pueden moldear
o cambiar.

Como este tema es de vital importancia para las organizaciones, hemos notados
actualmente el problema que existe de acuerdo a las actitudes que tienen o adoptan el
recurso humano (trabajador), hacia el trabajo y la organización; y los efectos adversos
de una mala actitud en el trabajo. Como podemos observar actualmente las
organizaciones son exitosas o tienen un posicionamiento en el mercado, gracias al
esfuerzo, compromiso, motivación, productividad, eficiencia/ eficacia y demás, todos
estos factores tan esenciales para el crecimiento y ganancia de la empresa, no se verían
o no se realizarían si los empleados no poseen una actitud adecuada hacia su trabajo y
organización. Como lo dice el autor Stan Mack en un artículo de la revista La Voz, que
las malas actitudes en el trabajo podrían incluir pereza, tardanza, grosería, rumores
belicistas o cualquier otra actitud o actividad que baje la moral en general. Las actitudes
negativas podrían ser debido a problemas personales. Por ejemplo, un empleado podría
estar teniendo problemas en casa que influyan repentinamente en su comportamiento
en el trabajo. La mala actitud también puede ser resultado de eventos en el lugar del
trabajo, como un despido, disminución de los pagaos u otros problemas vivenciados en
otras MYPES (micros y pequeñas empresas) esto trae consigo como consecuencia un
rendimiento reducido, clientes insatisfechos entre otros que pueden ser muy
prejudiciales en la productividad tanto de la empresa como del trabajador, sin dejar de
lado la perdida quizás hasta económica entre otras.

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