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INFORMACION Y DEBATE

J. Hernández García, Método decisional y vinculación al


propio precedente. P. Andrés Ibáñez, ¿Desmemoria o im-
postura? E. Larrauri, Populismo punitivo. J. Ramón Cape-
lla, Barcellona visto desde Barcelona. M. Maresca, Pietro
Barcellona, de un sur a otro. A. Vivas, Conciliación de la vi-
da familiar y profesional del juez. A. Ruiz Miguel, Violencia
de género y discriminación positiva. C. Fernández-Pache-
co Estrada, Exterminio de grupos políticos y caso Scilingo.
Mª Paz Ruiz Tejedor, Credibilidad de menores abusados
sexualmente. M. Carmona Ruano, XX años de MEDEL. S.
Senese, Lelio Basso. E. Carranza, Distribución del delito y
la victimización en la sociedad global.

55 marzo/2006
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Populismo punitivo... y cómo resistirlo


Elena LARRAURI*

I. EL POPULISMO PUNITIVO El viraje de un modelo punitivo orientado a la reso-


cialización a un modelo penal basado en la incapa-
Muchos autores detectan desde la década de los citación puede observarse, en opinión de Garland
ochenta un endurecimiento de las legislaciones pe- (2001a:8-20), en los siguientes indicadores3:
nales y un crecimiento muy acentuado de la pobla- 1) la crisis del ideal resocializador (hoy este fin ya
ción encarcelada. no se asume como principio rector del sistema pe-
El autor que quizás ha procurado una explicación nal que orienta todas sus decisiones y prácticas);
más completa del surgimiento de una nueva “cultura 2) el resurgimiento de las sanciones punitivas y
del control” en la década de los ochenta es Garland degradantes (las penas hoy deben ser “expresivas”,
(2001a). En opinión de este autor se ha producido están destinadas a mostrar cuán punitivo el legisla-
un viraje en la política criminal de control del delito y dor está dispuesto a ser aun cuando luego no se
trato del delincuente. En síntesis puede decirse que apliquen; también el público puede mostrarse puniti-
se ha pasado de un modelo basado en la resociali- vo sin temor a ser recriminado por estos sentimien-
zación a un modelo que persigue la incapacitación1 tos);
de los delincuentes. Así: 3) el aumento de un clima punitivo entre la pobla-
En las décadas posteriores a la Segunda Gue- ción (la gente parece haber perdido la posibilidad de
rra Mundial la respuesta estándar a los problemas identificarse con el delincuente, al que han dejado
de delitos y delincuencia —y a la mayoría de pro- de ver como una persona con graves dificultades
blemas sociales— era una combinación de trabajo sociales; el delincuente es hoy el “otro” con el que no
social, reforma social, tratamiento profesional y re- es posible desarrollar empatía alguna);
cursos sociales (Garland, 2001a:39). 4) el retorno de la víctima (la víctima ha penetra-
do todo el sistema penal exigiendo mayor conside-
Este modelo ha sido sustituido por una nueva “cul- ración y derechos, lo cual ha sido interpretado como
tura del control” (Garland, 2001a) o más gráficamen- una necesidad de limitar los derechos y recursos
te por una época caracterizada por un “populismo destinados al delincuente);
punitivo” (Bottoms,1995:39). En opinión de este últi- 5) se privilegia la protección pública (las penas
mo autor, populismo punitivo se refiere a cuando el deben servir para proteger a la víctima o al público,
uso del derecho penal por los gobernantes aparece el fin preferido es la incapacitación y por ello se bus-
guiado por tres asunciones: que mayores penas ca más la protección del Estado que frente al Esta-
pueden reducir el delito; que las penas ayudan a re- do);
forzar el consenso moral existente en la sociedad; y 6) la politización y uso electoral de los temas refe-
que hay unas ganancias electorales producto de ridos al delito y al sistema penal (el partido político
este uso. que quiera ganar unas elecciones debe elegir este
En la misma línea diversos autores afirman que se tema para hacer campaña, sin aparecer como bené-
ha pasado de un modelo que perseguía el orden so- volo);
cial a través del Estado social (social welfare) a un 7) la reafirmación de la prisión como medio de
modelo que persigue este objetivo a través del con- conseguir la incapacitación de las personas que de-
trol social (social control) (Beckett/Western, 2000)2. linquen (ha existido una confianza renovada en que
Aun con distinta expresión pero redundando en la la prisión funciona como medio para reducir la delin-
misma idea se esgrime el concepto popularizado cuencia);
por Simon (1997) que ha denominado a este proce- 8) la transformación del pensamiento criminológi-
der, de afrontar los problemas sociales con el recur- co (muchas teorías defienden hoy el delincuente ra-
so prioritario al sistema penal, “gobernar a través cional que decide delinquir tras ponderar los costes
del delito” (governing through crime). y beneficios, de ahí que el énfasis sea en la preven-
ción situacional destinada a reducir las oportunida-
des del delito e incrementar los costes);
9) la delegación de las tareas del control del
* Este artículo se inscribe en el Proyecto de investigación Pro-
tección de la Víctima y Rehabilitación de los delincuentes en li- delito (el Estado reconoce sus límites en las tareas
bertad (BJU2001-2075) y fue presentado en la escuela de verano del control del delito y traslada la responsabilidad
del Poder Judicial (Pazo de Mariñan, A Coruña, 23 de junio, a la comunidad o a la víctima), producto de pre-
2005). Agradezco a Félix Pantoja la invitación que me realizó
para participar en el curso “Derecho Penal y Política Criminal siones fiscales y de una necesidad de relativizar
Hoy”. el fracaso en su tarea de reducción de la delin-
1 Incapacitación implica intentar que alguien sea incapaz de

delinquir. Conlleva el giro de una política criminal dirigida a cam-


cuencia;
biar los factores motivacionales del infractor por otra política cri- 10) la privatización de las tareas de control del
minal dirigida a reducir las oportunidades de delinquir. La mejor delito y su comercialización (el surgimiento y expan-
introducción en mi opinión puede leerse en Zimring-Hawkins
(1995).
2 Esta afirmación parece basarse en los escritos sociológicos
3 Puede leerse una aplicación a España de este modelo en
más amplios de Rose (1996) que observa “el fin de lo social” (“the
death of the social”) (cit. por O’Malley, 2000:159). Diez Ripollés (2004).

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sión de policías privadas o cárceles privadas o los concita la solidaridad que en su día pudo suscitar el
dispositivos de seguridad privada); delincuente contra la propiedad o drogodependien-
11) el surgimiento de un nuevo estilo de trabajar te; de ahí la mayor resonancia de demandas de
empresarial (“managerial”), que atiende a principios “cumplimiento integro” de las condenas.
de coste-beneficio, tablas de riesgo (“actuarial”) o Esta nueva imagen de delincuente se acompa-
número de servicios prestados en vez de a juicios ña con un discurso que enfatiza la responsabilidad
individualizados o criterios normativos; individual, al tiempo que reclama que todo el
12) un sentimiento constante de crisis (plasmado mundo tiene lo que se merece, esto es, que real-
en la multitud de reformas, pesimismo generalizado, za que las causas de la delincuencia son indivi-
descrédito de los expertos y en general desconfian- duales, dependen de uno mismo. Así las declara-
za del público acerca de la posibilidad de contener ciones del Presidente de Gobierno Aznar en 2003
la delincuencia). (cit. por González)
La permisividad y la atenuación de la responsa-
bilidad personal conducen a la impunidad. El cri-
II. SU CONTEXTO men sale muy barato en España y eso ha de aca-
bar.
Evidentemente el “populismo punitivo” surge en
un determinado contexto histórico, social y económi- La nueva imagen y explicación de la delincuencia
co. El intento de entender los cambios sociales y su sirve probablemente las funciones que tradicional-
reflejo en la penalidad, fundamentalmente el gran mente ha servido ésta, permitir que la gente se una
crecimiento del número de personas encarceladas “en contra de”, permitir identificar a los que se inter-
en Estados Unidos, es lo que ha propiciado numero- pretan como causantes visibles de una situación de
sos estudios que pretenden explicar los cambios malestar. Pero además se detecta que en esta nue-
más destacables producidos desde la década de los va fase de modernidad tardía en la que los Estados
años ochenta. La literatura es muy abundante4 pero nacionales parecen vaciarse de competencias en
creo que es posible exponerla, de forma resumida, aras de autoridades transnacionales o multinaciona-
realzando los siguientes factores detectados por los les, el discurso duro contra el delito permite apare-
autores que se han ocupado del tema. cer al Estado nacional, frente a la ciudadanía, como
1. El surgimiento de un neoliberalismo económico competente en algún aspecto.
que recorta el Estado social y pasa a gobernar a tra- En definitiva, en tiempos en que la globalización
vés de un estado punitivo. El recorte del Estado so- conlleva que el Estado tenga pocos ámbitos rele-
cial comporta diversas consecuencias: aumenta las vantes en los cuales atribuirse el bienestar de sus
desigualdades propiciadoras del delito (Beckett- ciudadanos, el discurso punitivo permite legitimar al
Western, 2000); favorece la inseguridad por medio Estado (Frase, 2001; Zedner, 2002; Lacey, 2003).
de la inestabilidad laboral (Zedner, 2002: 362-363) y 3. El surgimiento de un sentimiento de inseguri-
los fenómenos de deslocalización de empresas; dad ontológica (Giddens, cit. por Young, 1999:14)
produce un sector de personas excluidas (under- producido probablemente por la ausencia de una
class) en función de su pertenencia a minoría étni- comunidad local, y en ocasiones por la desaparición
ca, género, edad y clase social. de una comunidad nacional, y por una estructura fa-
En definitiva, el neoliberalismo económico traduci- miliar que se tambalea.
do a los textos criminológicos aparece como influ- Agudizado por la presencia de nuevas y distintas
yente en la producción y acentuación de desigual- culturas producto del fin de una época colonial y de
dades sociales (las cuales se entienden como las grandes desigualdades territoriales que conlle-
favorecedoras de determinados comportamientos van sentimientos de diferencia, dificultad y racismo.
delictivos) y en el surgimiento de sentimientos de Acrecentado el sentimiento de inseguridad en una
ansiedad, producto de la inestabilidad del mercado sociedad que se enfrenta a nuevos riesgos (alimen-
laboral presente y futuro (los cuales se entienden tarios, ecológicos), que se desplazan por todas las
como favorecedores de sentimientos punitivos). clases sociales, de los que es más consciente y me-
2. El surgimiento de un neoconservadurismo polí- nos dispuesta a tolerarlos.
tico, que enfatiza el mensaje de la peligrosidad de la Y una sociedad que proyecta estas inseguridades
delincuencia. Así nos encontramos con una nueva en el delito porque como afirman Roberts-Stalans-
imagen del delincuente (p. ej. hoy la delincuencia se Indermaur-Hough (2003:90):
identifica fundamentalmente con el maltratador5, de- (...)[el delito] cumple una función socialmente
lincuente sexual, inmigrante o terrorista) que no útil al permitir que la ansiedad sea reemplazada
por la indignación: siendo la ira un estado emocio-
nal más decoroso y reconfortante que el miedo.
4 Para comprender los cambios globales en la penalidad creo

que el texto básico es Garland (2001a). Un buen resumen de las


explicaciones ofrecidas para explicar el aumento sostenido de po- Y finalmente una sociedad en la que se amplía
blación reclusa en EEUU desde la década de los ochenta puede el concepto de delito a cualquier tipo de molestia
leerse en Tonry (2004). Pueden consultarse además Green-Rut- o incivilidades, las denominadas “quality of life
herford (2000); Karstedt-Bussmann (2000); Hope-Sparks (2000);
Stenson-Sullivan (2001); Pratt y otros (2005). Estos libros tratan el offences”: limpiacristales, gente sin casa, venta
tema de cómo influyen los cambios económicos y sociales en las ambulante, graffitis, moteros, o prostitución; todas
decisiones de política criminal de las últimas décadas desde una
óptica más europea. estas actividades molestas pasan a ser conside-
5 Respecto del maltratador ver reflexiones de Medina (2005). radas delictivas, o muestra de que el “delito”

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aumenta, o consideradas en las campañas de encarcelamiento son una “construcción política” (Ho-
reducción del “delito”. fer, cit. por Lewis, 2004:51):
En definitiva, una proyección de todas las ansie- (...) en el sentido que el número de gente que
dades en el tema de la delincuencia que plasma la está en prisión no es, como a veces parece des-
ansiedad de una sociedad con múltiples cambios prenderse de las declaraciones de los políticos, la
sociales (económicos, multiculturales y de género). consecuencia inevitable de decisiones judiciales
Al tiempo que el delito ve ampliado su campo de in- individuales, sino una elección realizada por los
fluencia a comportamientos molestos, mientras que políticos, tomando en consideración la aceptación
otras actividades nocivas y perniciosas permanecen del público, los medios de comunicación, los cos-
exitosamente en la sombra. tes y otras prioridades sociales.
4. Un aumento continuado del delito cuantitati-
vo desde la década de los cincuenta y cualitativo,
por haber cambiado su carácter y ser más violen- III. LA DISCUSION
to, organizado, y transnacional. Es cierto que los
autores indican que el delito está disminuyendo en Es difícil resumir la discusión generada por el
la década de los noventa pero aun así puede pen- libro de Garland (2001a). En general las polémicas
sarse que este descenso no ha llegado aún a la hacen referencia a los diversos indicadores, que el
opinión pública o que a pesar del descenso el autor ofrece como prueba de la existencia, del
número de delitos es todavía más alto de lo que viraje en la penalidad de un modelo orientado a la
era (Lewis, 2004). resocialización hacia otro basado en la incapaci-
Si bien se reconoce un aumento de la delincuen- tación.
cia desde la década de los sesenta, es necesario re- Así por ejemplo uno de los aspectos más discuti-
alizar dos matices. El primero es que los cambios en dos es hasta qué punto el abandono del fin resocia-
la penalidad no se explican exclusivamente como lizador que Garland (2001a) detecta es real tanto a
una respuesta a la subida del delito6. Creo que es nivel legislativo como a nivel operativo, esto es,
posible detectar un acuerdo en la comunidad crimi- como principio que guía el quehacer de las institu-
nológica de que si bien el aumento del delito explica ciones (Zedner, 2002)7.
en parte la creación o surgimiento de sentimientos Un buen resumen de las diversas polémicas que
punitivos, el crecimiento de la delincuencia exclusi- ha generado la obra de Garland (2000a) puede leer-
vamente no determina cómo se reacciona a él. Es se en el artículo de Zedner (2002). Sin embargo, en
en este sentido que la respuesta al crecimiento del esta ocasión quisiera apuntar otras ideas que qui-
delito debe leerse en un contexto fijado culturalmen- zás pueden ser interesantes para orientar futuras
te (puntos 1 y 2). reflexiones.
El segundo matiz de forma paralela es que el au- La primera cuestión recientemente planteada por
mento del delito no explica por sí solo el aumento de Matthews (2005) es qué significa exactamente que
personas encarceladas. Es cierto que ésta es la ex- “ha aumentado la punitividad”, o cómo medimos
plicación más de sentido común, pues como obser- este “aumento de punitividad”. En efecto, como
van Downes-van Swaaningen (2006:6): muestra Nelken (2005), refiriéndose a la sociedad
La cultura del control tiene un carácter autopro- italiana, una sociedad puede considerarse “no puni-
fético en el sentido popperiano —esto es, no pue- tiva” por tener menos gente en prisión y sin embargo
de ser falsificada. Si los índices del delito aumen- ser muy punitiva por mecanismos informales de
tan, se requiere más castigo. Si se estabilizan se control (familia o vendetta) o por mecanismos for-
requiere más castigo para que disminuyan. Si se males, largos procesos, que sin embargo no culmi-
reducen, entonces claramente el castigo está nan en la cárcel. Del mismo modo puede ser muy
siendo eficaz. punitiva respecto de algún tipo de delincuencia y
serlo poco respecto de otra.
Pero como muestran las estadísticas una y otra También la comunidad criminológica conoce el
vez, países con similares números de delincuencia lema de “no confundir el dicho con el hecho” y,
tienen tasas de encarcelamiento muy distintas y pe- como argumentan diversos autores (Zedner, 2002;
riodos de gran crecimiento de la delincuencia pue- Nelken, 2005), la legislación puede ser muy puni-
den coexistir con tasas muy bajas de encarcela- tiva pero aún está por ver, especialmente quizás
miento (Lewis, 2004). en países mediterráneos, cómo y si se lleva a la
Creo que también en este aspecto reina un acuerdo práctica.
mayoritario en que la subida de personas que están No obstante la sugerente pregunta acerca de
en prisión no reproduce el aumento de la delincuencia cómo se mide la punitividad parecería, en una pri-
sino multitud de otros factores, como decisiones legis- mera aproximación, que una de las formas más cla-
lativas, sensibilidad judicial, y la capacidad y límites ras de medición es el incremento del número de
que tiene el propio sistema para procesar los diversos
actos delictivos. Por ello se concluye que las tasas de
7 Esta objeción no puede salvarse afirmando que “en la prácti-

ca” las instituciones no actúan considerando la resocialización


6 Esto hace referencia a la polémica de “democracy at work” como fin preeminente, puesto que si ésta fuera la objeción debe-
expuesta por Beckett-Western (2000) quienes arguyen que el pu- ría compararse la práctica de dos épocas —década de los se-
nitivismo no se explica como reacción de los políticos a la opinión senta y noventa—. Garland (2001a) afirma que ha cambiado el
pública sino que éstos son creadores de opinión pública. “discurso” y esto es lo que se duda.

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personas encarceladas. Como observan Roberts- de Inglaterra y “otros países europeos”, por lo que
Stalans-Indermaur-Hough (2003:5): parece sugerir que el surgimiento de la “cultura del
La principal herramienta del populismo penal es control” es un fenómeno generalizado.
el encarcelamiento. Sin embargo, diversos autores (Albrecht, 2001;
Zedner, 2002:353; Lacey, 2003:86-92; Roberts-Sta-
Este aumento de forma continuada desde la déca- lans-Indermaur-Hough, 2003:60) apuntan varias ex-
da de los ochenta en numerosos países europeos y cepciones como Alemania, Austria, Finlandia, No-
especialmente en Estados Unidos, donde se ha lle- ruega, Holanda10, Canadá o Japón.
gado a hablar del fenómeno de “encarcelamiento En mi opinión, más fructífero que discutir que paí-
masivo” (“mass imprisonment”) (Garland, 2001b), es ses escapan del análisis de Garland (2001a) quizás
lo que parece indicar que asistimos a una nueva sea analizar cuáles son las características de las so-
época, a nueva “cultura del control”, cuando menos ciedades que no han desarrollado tendencias tan
en el uso de la pena de prisión8. punitivas en las últimas décadas.
Así, en Estados Unidos la población reclusa norte- Si mi lectura de la literatura es apropiada, los si-
americana era durante prácticamente todo el siglo guientes factores se asocian con el mantenimiento
veinte de 110/100.000 habitantes, pasando a ser a de castigos limitados y orientados a la resociali-
fines de los años noventa de 450/100.000 o de zación; son por así decir “factores protectores” res-
680/100.000 si se incluyen las cárceles locales (Gar- pecto del populismo punitivo: el grado de integración
land, 2001b:5). social de la sociedad11; menores cotas de desigual-
En Europa también se asiste a un incremento de dad; no hacer uso electoral de la cuestión penal;
la población reclusa aun cuando ello no se produce auto-contenimiento de los medios de comunicación,
en la misma proporción que en Estados Unidos ni y existencia de un cuerpo de técnicos que asesoran
en la misma cantidad en todos los países europeos. acerca de la eficacia e impacto de las reformas pe-
Pero si tomamos como ejemplo España, también en nales y que actúan como institución “intermedia” en-
este caso se observa un crecimiento espectacular tre la opinión pública y los políticos.
desde la década de los ochenta, en que la población Una última objeción global que se ha realizado al
reclusa era de 60/100.000 habitantes, a la actuali- análisis de Garland (2001a) es acerca de si contribui-
dad de 2003, en que la ratio es de 129/100.000 (Cid, mos a expandir este modelo al presentar como inevi-
2005). table que las sociedades europeas sigan el modelo
En definitiva, a pesar de ser interesante recordar norteamericano (Zedner, 2002:354). Ciertamente la
que un país que tiene menor índice de encarcela- transmisión de conocimientos es una empresa carga-
miento puede aun así ser punitivo de acuerdo a da de dificultades (Melossi, 2000). No sólo teóricas
otros indicadores, creo que el aumento de población para determinar hasta qué punto los indicadores
encarcelada de forma tan drástica9 en las últimas detectados en una sociedad son aplicables a otras,
décadas aconseja seguir utilizando este indicador sino también, y especialmente, prácticas.
como alerta de lo que constituye un problema: el La copia de otros modelos puede producir resul-
uso persistente de la pena de prisión para casos tados desalentadores (así Nelken, 2005, cita por
que creemos podrían ser tratados con sanciones al- ejemplo cómo el Ministro de Justicia holandés justi-
ternativas. ficaba el necesario aumento de población reclusa
Además de la polémica que rodea al término de que debía acometer su país para estar en línea con
“punitivismo”, una segunda discusión global hace el resto de países europeos).
referencia a la universalidad del fenómeno de la Por ello quizás finalmente esta observación deba
“cultura del control” identificado por Garland (2001 estimularnos para realizar estudios atentos a la rea-
a). Admitido claro está que hayamos podido definir lidad española (¿existe recorte del estado asisten-
el fenómeno de “cultura del control”, populismo puni- cial en materia punitiva? ¿ha cambiado el discurso
tivo, o que hayamos acordado que usamos tasas de acerca de la delincuencia? ¿es la población españo-
encarcelamiento para hacer comparaciones. la más punitiva? ¿los políticos que usan argumentos
Es cierto que Garland (2001a) escribe basándose punitivos extraen algún beneficio electoral? ¿se
en el modelo norteamericano, y hasta cierto punto en usan menos las penas alternativas? ¿es ello debido
Inglaterra. No obstante tiende a manifestarse acerca a cambios legislativos? ¿en concreto qué cambio le-
gislativo es el que produce un mayor impacto en el
8 Quizás este hecho sea aún más llamativo y deplorable por-
aumento de personas encarceladas?), con el fin de
que desafía todas las declaraciones de criminólogos e incluso de comprender mejor qué factores son los decisivos
instituciones acerca de la necesidad de usar la prisión como últi- para explicar lo que en mi opinión es decisivo, el
mo recurso. Y porque cunde el desanimo al observar que la pre-
sencia de castigos alternativos no implica por sí sola una dismi- gran número de personas encarceladas.
nución del uso de la pena de prisión.
9 Se queja Matthews (2005) al cuestionar el aumento de puniti-

vismo que no se diga nada por ejemplo del descenso del número
de personas que van a prisión por impago de multa que parece 10 Debe observarse que debido al tiempo que transcurre desde

ser que en Inglaterra ha bajado de 20.000, en 1980, a 4.000 per- que los artículos se publican la situación puede experimentar
sonas en 1990. Y afirma que para los académicos al igual que cambios. Notablemente en el caso de Holanda, veáse Downes-
para la prensa sólo las malas noticias son “buenas” noticias. Es van Swaaningen (2006).
curioso porque, si se permite una reflexión personal, en general 11 También Läppi-Seppälä (conferencia en el Master de Crimi-

siempre han sido los criminólogos críticos los mas “apocalípti- nología y Ejecución Penal, Barcelona, 10 de junio de 2005)
cos”, y en general eran los criminólogos liberales los que matiza- muestra una relación entre legitimidad, esto es, confianza en el
ban los aspectos que sí van bien. Actualmente parecen haberse sistema de partidos políticos de una sociedad y menor punitivis-
invertido los términos. mo, entendido como menores tasas de encarcelamiento.

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En cualquier caso finalmente es conveniente re- adecuadamente filtrándose a los políticos, los cua-
cordar, para no caer en el desanimo, que: les creen que la gente es más punitiva de lo que es.
(...) Gobernar siempre es un proyecto inacabado Por ello finalmente se habla de una “doble incom-
y en consecuencia sin que se sepa su forma final. prensión”, la de la opinión pública respecto del siste-
Hay buenas razones para que los análisis críticos ma penal y la de los políticos respecto de la opinión
no asuman que todos los desarrollos son pasos pública.
hacia el triunfo final del neoliberalismo. Muchos Los mismos resultados se obtienen en estudios
rasgos de la política gubernamental son producto europeos o de ámbito nacional reflejados en la
directo o indirecto de formas de resistencia, más Encuesta Internacional del Delito. Cuando se rea-
que reflejo impecable de su racionalidad política liza una pregunta concreta (¿qué condena impon-
(O’Malley, 2001:100). dría a una persona de 21 años condenado por
robo por segunda vez?) hasta un 65% de la pobla-
ción cree que es mejor aplicar una condena a tra-
IV. LA RESISTENCIA bajos en beneficio de la comunidad en vez de una
pena de prisión12.
En esta breve presentación de la obra de Garland También interesantes son los estudios realizados
(2001a) reseñaré a continuación algunos de los es- acerca de cuál es en opinión de la gente la causa de
tudios que quizás puedan servirnos para ofrecer re- los comportamientos delictivos. Así parece que a
sistencia al populismo punitivo. pesar de la insistencia norteamericana en la “respon-
Mi objetivo, y lo digo claramente, es intentar con- sabilidad individual” también en este país la mayor
vencer al legislador de que no está determinado por parte de la gente cree que las causas de los compor-
el populismo punitivo, esto es, que hay suficiente tamientos delictivos son “sociales” y que el fin más
base social para oponerse a éste. Que no debe con- importante que debe perseguirse con el castigo es la
fundir opinión pública con opinión publicada. Que el resocialización (Beckett-Western, 2000:22).
legislador crea opinión pública. Y finalmente que Finalmente, los últimos estudios que conozco13
el legislador y gobernante pueden rebajar el grado de por lo que respecta a la opinión pública y actitudes
punitivismo de una determinada sociedad en un hacia el castigo muestran cómo incluso en Estados
determinado periodo. A convencer de estas tres ide- Unidos, en concreto en California, desciende el apo-
as, que quizás sean también de utilidad para los jue- yo a las condenas de prisión, el apoyo a las conde-
ces, se dedican el resto de reflexiones. nas obligatorias a prisión (mandatory minimum sen-
La primera cuestión que ha surgido de nuevo con tence) y se favorece el fin de la rehabilitación, así
fuerza en el año 2000 han sido los estudios de “opi- como la mayor inversión en educación que en la pri-
nión pública y castigo”. Ello no es casualidad ya que sión14.
una de las características del populismo punitivo es En este sentido de la misma forma que se acos-
precisamente que el gobernante cree que la gente tumbra a defender la necesidad de que la opinión
exige “mano dura” y que en consecuencia hacer pública conozca el funcionamiento del sistema pe-
alarde de punición le comportará un mayor numero nal, para evitar el surgimiento y reafirmación de sen-
de votos. timientos punitivos, también es importante, a mi jui-
Son bastantes los estudios que existen al respec- cio, reiterar que el político debe conocer la opinión
to. Yo resumo los elaborados por Roberts-Stalans- pública, para convencer al legislador progresista
Indermaur-Hough (2003:21-34) con las encuestas que hay una base social que apoya las medidas pe-
de cinco países (Canadá, Estados Unidos, Inglate- nales alternativas a la prisión (Roberts-Stalans-
rra, Australia y Nueva Zelanda). En este libro se Indermaur-Hough 2003:160-185).
muestra que la gente tiende a creer que hay más El segundo tipo de estudios que me parece tam-
delito del existente, que éste es más grave de lo que bién conveniente reseñar son los que cuestionan la
es y que las penas que los tribunales imponen son presunta causalidad entre opinión pública y reac-
menos severas de lo que realmente son. Es decir, ción de los partidos políticos. Creo que el mejor libro
tienden a creer que la situación está más descontro- en esta materia es el de Beckett (1997:23) quien
lada de lo que está: más delito, siempre de carácter muestra con investigaciones empíricas como por
violento, y condenas benevolentes. ejemplo en Estados Unidos antes de que empezase
Hasta aquí las investigaciones concuerdan con la “guerra contra las drogas” sólo un 2% (!) de la po-
lo imaginable. Lo curioso en este estudio es que blación creía que ello fuera un problema. En conse-
cuando a la gente, en vez de una pregunta abs- cuencia, en opinión de esta autora la línea causal no
tracta por teléfono, se le explica el funcionamien-
to y los principios que guían el sistema penal, se
le proporciona un caso verídico, se le suministra 12 Medina, J.J. (Conferencia en la UAB, 20 de Abril, 2005)
13 Esta encuesta puede consultarse en www.soros.org\crime\
información del infractor, se le dan diversas opcio-
cji-poll
nes, y se le indica que debe juzgar el caso con- 14 Es importante no dar tampoco la impresión de que toda la

creto, en definitiva cuando se le indica que condene opinión pública es benevolente. Más bien lo que se intenta mati-
como si fuera juez, la condena que impone es zar es a) que la opinión pública no es un bloque monolítico puni-
tivo; b) que no hay un aumento del punitivismo en la opinión pú-
similar a la que impone el juez (Roberts-Stalans- blica; y c) que el surgimiento de una opinión pública más o
Indermaur-Hough 2003: 93-106). menos punitiva es una cuestión sometida, y susceptible de ser
sometida, a variaciones. Véase por ejemplo para captar un poco
Esta segunda parte de las investigaciones es la más la complejidad de los estudios acerca de la opinión pública
que en opinión de estos investigadores no estaría Maruna-King (2004).

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es opinión pública, medios de comunicación y reac- blema para concentrarse en una guerra (la de la
ción política, sino más bien los partidos políticos de- droga, por ejemplo), y no en otra (la de la pobre-
ciden “iluminar” un problema y ello tiende a concen- za o la de Irak), también la creencia que la opinión
trar la atención de los medios de comunicación y pública es receptiva, como advierte Beckett (1997),
finalmente a crear una opinión pública. a un mensaje punitivo en determinadas épocas
En opinión de Beckett (1997) la guerra al delito en puede ser cierta. En consecuencia procede estu-
Estados Unidos es una forma de “codificar” otras diar por qué existe esta distinta receptividad al
guerras haciéndolas aparecer como legítimas. Así la mensaje punitivo.
guerra al delito en Estados Unidos esconde el racis- Para ello, y éste es el último grupo de estudios
mo (no por ser negros son excluidos sino por delin- que me propongo resumir, creo que es de interés la
cuentes); el recorte del Estado social (no por ser literatura de psicología social, que tiene una larga
pobres son excluidos sino por delincuentes); la debi- tradición en responder a la pregunta de por qué la
lidad del Estado frente a poderes económicos (dure- gente somos punitivos.
za contra el delito de los pobres que coexiste con la Y la primera cuestión que hay que advertir rápi-
amplia corrupción y muertes ocasionadas por los damente es que ni ello es universal —no somos
intereses del “complejo industrial penal militar”); y igual de punitivos en todas las épocas sociales—,
quizás también la guerra al delito es conveniente por ni todos los grupos sociales son tampoco igual de
aparecer como una cuestión “despolitizada”, en el punitivos.
que los discursos de la derecha y la izquierda no Las investigaciones dedicadas al tema17 destacan
parecen diferenciarse o en el que los discursos de la los siguientes factores decisivos para entender el
izquierda alternativa no alcanzan a ser oídos (Bec- grado de punitividad de las personas. En primer lu-
kett-Western, 2000). gar se analizan los factores instrumentales, esto es,
Es también interesante observar cómo los políti- la gente sería punitiva en la medida en que tiene
cos no sólo deciden en qué problema concentrarse una mayor probabilidad y miedo a ser víctima del
sino que tienden ya a apuntar la solución. Así al delito.
construirlo como delito, en vez de cómo problema El resultado parece ser o que existe una correla-
social, la solución ya es un castigo, pero más aún al ción muy leve o que no hay correlación entre miedo
preguntar “cuánto tiempo”, la respuesta ya es pri- al delito y grado de punitividad18. Tampoco hay co-
sión y no algún otro tipo de sanción penal (Roberts- rrelación entre el hecho de haber sido víctima de un
Stalans-Indermaur-Hough, 2003:33). delito y ansias punitivas, contrariamente a lo que
En definitiva, el mensaje que se derivaría de este acostumbra a pensarse, pues, como recogen Ma-
tipo de análisis es que los políticos y los medios de runa-King (2004:93), quien no ha sido víctima pue-
comunicación no deben concentrar la atención me- de exagerar las consecuencias mientras que quien
diática en la cuestión penal, o si lo hacen, deben sí lo ha sido quizás se enfrenta a ello de forma más
compararla con el resto de males sociales para pre- pragmática.
sentar el delito en su contexto15, como un mal social En cualquier caso, concluyen los investigadores
que es. Un problema social que debemos intentar que en las ansias punitivas los factores instru-
remediar además como el resto de males sociales, mentales —miedo al delito o ser víctima de un
pero que lamentablemente no tiene remedio senci- delito— son los menos relevantes (Tyler-Boeck-
llo, y sin creer que la prisión o condenas más largas mann, 1997:255) y que la explicación debe bus-
es la fácil solución a toda su complejidad16. carse en el significado moral, simbólico, que
Este tipo de estudios que atribuyen una decisiva adquiere la realización de actos delictivos.
responsabilidad a los políticos y a los medios de co- El segundo grupo de elementos que pueden expli-
municación chocan en general con el escepticismo car la diferencia en sentimientos punitivos son qui-
de quienes creen que los medios de comunicación zás factores individuales (edad, género, clase so-
no pueden crear opinión pública “de la nada” y que cial, nivel educativo).
en consecuencia “algo hay” en la opinión pública De todos estos elementos el que presenta una
para que ésta sea proclive a escuchar los discursos mayor correlación es el nivel educativo; cuanto ma-
que reclaman por ejemplo más castigo para los de- yor es el nivel educativo de la persona más apoyo
lincuentes. concede a penas distintas de la prisión. A pesar de
Creo que sin desmentir la afirmación anterior, esto, tampoco este factor aparece como el más rele-
esto es que los políticos eligen destacar un pro- vante para explicar la variación en sentimientos pu-
nitivos (Maruna-King, 2004:98-99).
El tercer grupo de indicadores son las variables
15 Son reveladoras por ejemplo las estadísticas expuestas por expresivas, esto es, la actitud que se tiene respecto
Stangeland (2005), que al comparar el número de mujeres muer- a la familia y la diversidad cultural. En este caso la
tas a manos de su pareja concluye que por cada muerte a manos
de su pareja, cincuenta mujeres mueren en accidentes, la mayor creencia de que hay un desmoronamiento social se
parte de carretera, y ocho se suicidan. Ello no quita indudable-
mente relevancia a la muerte de mujeres a manos de su pareja
pero sí permite analizar la información en su contexto desprove- 17 Me baso en Tyler (1997) y Maruna-King (2004)
yéndola de los tintes alarmistas que dan origen a legislación ex- 18 Otro matiz es si hay correlación entre probabilidad de ser vic-
cepcionalmente punitiva. timizado y miedo al delito. Por lo que alcanzo a conocer de las in-
16
En opinión de Roberts-Stalans-Indermaur-Hough (2003:179) vestigaciones y literatura, la respuesta es negativa, lo cual expli-
debería aumentarse el coste electoral para el populista penal, caría por qué personas que no tienen una gran probabilidad de
y para ello es necesario tener información precisa de los hechos ser víctimas de un delito pueden tener más miedo y ser quizás
para poder denunciar la falsedad de las soluciones simplistas. por ello más punitivas.

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correlaciona intensamente con los sentimientos pu- mejor comprensión del funcionamiento del sistema
nitivos. Como afirman Tyler-Boeckmann (1997:256): penal sino una mayor satisfacción con el sistema de
Aquellos ciudadanos que creen que el consenso justicia penal; deben promoverse sanciones penales
moral y social que une a la sociedad se está rom- (léase trabajo en beneficio a la comunidad) que en-
piendo son los más defensores de las políticas pú- faticen los valores de reparación a la sociedad que
blicas punitivas. la gente apoya; y debe finalmente realzarse el valor
de que la gente cambia (léase resocialización).
La consecuencia de este resultado es por un lado,
como afirman ambos investigadores, que la posición
punitiva que uno adopte tiene más que ver con valo- BIBLIOGRAFIA
res sociales que con acontecimientos penales pun-
tuales; por otro lado, se entiende la centralidad de la Albrecht, H.J. (2001) “Post-Adjudication Dispositions in Compara-
tive Perspective” en Tonry, M.-Frase, R.S. (2001) (eds.) Senten-
educación, pues ésta es la que permite interpretar cing and Sanctions in Western Countries. Oxford, Oxford Uni-
los cambios sociales con mayor serenidad, no como versity Press.
Beckett, K. (1997) Making Crime Pay. New York, Oxford University
un peligro a la cohesión social y moral de la socie- Press.
dad; en definitiva no como algo amenazador que re- Beckett, K.-Western, B. (2000) “Crime Control, American Style:
quiere una respuesta firme al “enemigo’19. From Social Welfare to Social Control” en Green,P.-Ruther-
ford, A. (eds.) Criminal Policy in Transition. Oxford, Hart
Finalmente el último grupo de factores relevantes Publishing.
son las creencias y valores (core values) que po- Bottoms, A. (1995) “The Philosophy and Politics of Punishment
drían denominarse variables emotivas20. En este and Sentencing” en Clarkson,C.M.V.-Morgan, R. (eds.) The Po-
litics of Sentencing Reform. Oxford, Clarendon Press.
caso dos son las cuestiones que parecen más rele- Bottoms, A.-Wilson, A. (2004) “Attitudes to punishment in two
vantes: la primera hace referencia a qué causa atri- high-crime communities” en Bottoms, A.-Rex, S.-Robinson, G.
(eds.) Alternatives to Prison. Cullompton, Willan Publishing.
buye la gente la delincuencia, si a la voluntad indivi- Cid, J. (2005) “The penitentiary system in Spain” en Punishment
dual o bien a la situación; la segunda se refiere a la and Society. Vol 7: 147-166.
convicción que pueda tener la población acerca de Díez Ripolles, J.L. (2004) “El nuevo modelo de seguridad ciu-
dadana” en Jueces para la Democracia, número 49, marzo.
la posibilidad de reforma de las personas. Downes, D.-van Swaaningen, R. (2006) “The road to Dystopia?
En opinión de Maruna-King (2004:95,99) la creen- Changes in the Penal Climate of The Netherlands” en Tonry,
cia de que la gente cambia y puede reformarse, es, M.-Bijleveld, C. (eds.) Crime and Justice in The Netherlands.
Chicago, Chicago University Press (en prensa).
junto con los factores expresivos, la variable que Frase, R. (2001) “Comparative perspectives on sentencing policy
presenta una correlación más fuerte, independiente- and research” en Tonry, M.-Frase, R.S. (2001) (eds.) Senten-
cing and Sanctions in Western Countries. Oxford, Oxford Uni-
mente de los factores instrumentales e individuales, versity Press.
con los sentimientos punitivos. Así los entrevistados Garland, D. (2001a) The Culture of Control. Oxford, University
que opinan que la gente puede rehabilitarse tienden Press.
(2001b) (ed.) “The meaning of mass imprisonment” en Special
a ser menos punitivos que aquellos convencidos de Issue on Mass Imprisonment in the USA de Punishment and
la condición inmutable de las personas. Society. Volume 3, number 1, London, Sage.
¿Puede extraerse alguna conclusión de estos es- González, C. (2004) “Notas a las reformas del código penal ope-
radas en virtud de las Leyes Orgánicas 7/2003, 11/2003 y
tudios? En mi opinión sí. En primer lugar que la pu- 15/2003” en Jornadas La reforma del Codi penal, la presó pro-
nitividad está asociada con la ansiedad y la ansie- visional i l’execució de les penes. Begur, CGPJ.-Centre d’estu-
dis juridics i formació especialitzada. Generalitat de Catalunya.
dad tiene también que ver con las condiciones Hope, T.-Sparks, R. (eds.) (2001) Crime, Risk and Insecurity. Lon-
sociales en las que a uno le ha tocado desarrollar su don, Routledge.
vida (Bottoms-Wilson, 2004). Un gobierno progre- Karstedt, S.-Bussmann, K. (eds.) (2000) Social Dynamics of Cri-
me and Control. New Theories for a World in Transition. Oxford,
sista que quiera disminuir el populismo punitivo Hart Publishing.
debe conseguir reducir las fuentes de ansiedad so- Lacey, N. (2003) “Principles, Politics and Criminal Justice” en Zed-
ciales y económicas a las que se enfrentan los gru- ner, L.-Ashworth, A. (eds.) The criminological Foundations of
Penal Policy. Oxford, University Press.
pos sociales que permanentemente están situados Lappi-Seppälä, T. (2001) “Sentencing and Punishment in Finland:
al borde de la exclusión. The decline of the repressive ideal” en Tonry, M.-Frase, R.S.
(2001) (eds.) Sentencing and Sanctions in Western Countries.
En segundo lugar, si como afirma Maruna-King Oxford, Oxford University Press.
(2004:103) la penalidad tiene mucho de emotivo Lewis, C. (2004) “Trends in crime, victimisation and punishment”
porque resuena con los valores más íntimos, ello en Bottoms,A.-Rex, S.-Robinson, G. (eds.) Alternatives to Pri-
son. Cullompton, Willan Publishing.
implica conseguir una justicia “afectiva” además de Maruna, S.-King, A. (2004) “Public Opinion and Community Pe-
“efectiva”. nalties” en Bottoms, A.-Rex, S.-Robinson, G. (eds.) Alternati-
En consecuencia, además de educar al público ves to Prison. Cullompton, Willan Publishing.
Matthews, R. (2005) “The myth of punitiveness” en Theoretical
deben prestarse atención a todas aquellas expe- Criminology. Vol. 9, nº 2.
riencias que permiten que la gente participe (léase Medina Ariza, J. (2005) “Politics of crime in Spain:1978-2004” en
Punishment and Society (en prensa).
justicia restauradora), pues esto no sólo permite una Melossi, D. (2000) “Translating Social Control: Reflections on the
Comparison of Italian and North-American Cultures Concer-
19 En este sentido Tyler-Boeckmann (1997:260) apuntan la ning Social Control, with a few Consequences for a ‘Critical Cri-
minology’” en Karstedt, S.-Bussmann, K. (eds.) Social Dyna-
idea de cómo el delito permite unir y mantener las fronteras de la mics of Crime and Control. New Theories for a World in
sociedad una vez ha desaparecido el enemigo externo después Transition. Oxford, Hart Publishing.
de la “guerra fría”. Nelkend, D. (2005) “When is a society non punitive? The Italian
20 En tanto los factores del tercer grupo son más susceptibles
case” en Pratt, J. y otros (eds.) The new punitiveness. Cullomp-
de ser influidos por la educación, las variables de este cuarto gru- ton, Willan Publishing.
po son las que Maruna-King (2004:106, nota 6) denominan dis- O’Malley, P. (2000) “Criminologies of Catastrophe? Understan-
posiciones “afectivas”, adquiridas en los tempranos procesos de ding Criminal Justice on the Edge of the New Millennium” en
socialización y por ello no susceptibles o de muy difícil variación The Australian and New Zealand Journal of Criminology. Vol.
por medio de la persuasión cognitiva. 33, nº 2.

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(2001) “Risk, crime and prudentialism revisited” en Stenson, Stenson, K.-Sullivan, R. (2001) (eds.) Crime, Risk and Justice.
K.-Sullivan, R. (eds.) Crime, Risk and Justice. Cullompton, Wi- Cullompton, Willan Publishing.
llan Publishing. Tonry, M. (2004) Thinking about Crime. Oxford University Press.
Pratt, J. y otros (eds.) (2005) The new punitiveness. Cullompton, Tyler, T.R.-Boeckmann, R.J. (1997) “Three Strikes and you’re out,
Willan Publishing. but why?. The psychology of Public Support for Punishing Rule
Roberts, J. V.-Stalans, L.J.- Indermaur, D.-Hough, M. (2003) Penal Breakers” en Law and Society. Vol. 31, nº 2.
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nología. 2ª época (en prensa).

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